Nota: Tu nombre, edad y características físicas puedes adaptarlas a ti cuando veas un guión largo en un párrafo o diálogo de la historia.
Soy _, estoy especialmente emocionada desde el inicio de mi día, pues hoy es 31 de octubre. Siempre acostumbro ir a la casa de la familia Matsuno en días festivos, pues mis padres casi siempre están en viajes de trabajo. La familia Matsuno es muy importante para mí, ellos han estado en realmente una gran parte de mi vida. Conocí a los sextillizos en un desde pequeña en un parque de juegos infantiles, para después de un tiempo darme cuenta de que eran mis vecinos de toda la vida. Por algunas circunstancias ya no vivimos en el mismo vecindario, pues la vida cambia constantemente y he tenido que ocuparme con otros asuntos que forman parte de mi vida; estudios, trabajo, proyectos personales, etcétera.
Hace unas semanas hablé con ellos de nuevo, y decidimos que yo iría a su casa hoy para celebrar Halloween. ¡Estoy ansiosa por lo que podría pasar esta vez!
[ … ]
Salí de mi departamento con mi bolso de mano, me dirigía a la casa de los Matsuno. El solo pensar que voy a visitarlos me llena de entusiasmo y felicidad…
Finalmente, luego de tomar el transporte público y seguir un tramo del camino a pie, llegué a mi destino. Estaba parada frente a la puerta de la casa con una sonrisa. Toqué el timbre y la señora Matsuyo abrió.
—¡Qué alegría verte de nuevo, mi querida _! —dijo con entusiasmo. Parecía muy feliz por verme otra vez. Sus ojos brillaban. Adoro a esta mujer.
—¡Buenas tardes! —Hice una leve reverencia para después pasar al interior de la casa con su permiso.
El señor Matsuzo estaba en el comedor tomando un café mientras leía el periódico. Se le veía relajado, quizá era su día libre.
—Vaya, pero si es _, ¿cómo estás? ¡Es un gusto tenerte aquí de nuevo! Los chicos estaban realmente ansiosos hablando una y otra vez de ti —comentó mientras reía ante la mención de sus hijos.
—Buenas tardes, señor Matsuzo. —Volví a hacer una reverencia como la de antes—. Me alegra volver a estar en su casa. —Le dirigí la mirada, él también parecía estar feliz. Estoy segura de que esta familia me adora tanto como yo a ellos—. ¿Y los chicos? —pregunté.
—Están en su recámara. Sube, estaban ansiosos por verte —respondió amablemente la madre de los mencionados.
—Gracias —dije.
Subí a la habitación de los sextillizos. Mi corazón palpitaba con fuerza por la emoción que sentía al estar tan cerca de los muchachos que tanto amo. Deslicé la puerta e inmediatamente las miradas de los seis se posaron sobre mí con regocijo.
—¡Miren, _ ya está aquí! —dijo Osomatsu frotando su nariz con su dedo índice (como de costumbre, justo como lo recuerdo) y esbozó una ancha sonrisa.
—My favorite Karamatsu Girl! —canturreó Karamatsu mientras hacía una pose extraña—. Has llegado finalmente.
—Bienvenida… —dijo Ichimatsu con un tono bajo. Apenas pude escucharlo. Me dirigió una fugaz mirada y la apartó en seguida sin poder evitar ponerse colorado.
Me hizo pensar: «¡Es tan tierno!»
—¡WAH! Les dije que llegaría temprano. ¡Se los dije, se los dije! —exclamó Jyushimatsu animosamente.
—¡Ven y siéntate con nosotros, _! —dijo Todomatsu con una voz melosa mientras palmeaba un lugar vacío justo al lado de él en el sofá.
Acepté su invitación. Estaba cansada por el camino que recorrí. Justo cuando me adentraba en la habitación con una sonrisa sin todavía decir palabra alguna, Choromatsu se aproximó a mí y me dijo:
—Me alegra que llegaras con bien. —Sonrió y se sonrojó.
Solté una risa y asentí a modo de saludo una vez más.
—¡Fuh! El venir hasta acá fue cansado, pero con tal de verlos a ustedes, chicos, vendría todos los días. Lástima que no puede ser así. Esta ciudad es enorme y vivo hasta el otro extremo.
Sentía mi cara como si en ella hubiera un color carmesí muy tenue, ardía. Solo pude oír a los muchachos contener unas risitas, posiblemente de emoción y vergüenza al mismo tiempo. Nadie dijo nada durante unos segundos, por lo que dije:
—Un reencuentro con una vieja amiga merece algo más que solo un apretón de manos, ¿no lo creen? —Sonreí.
Los chicos compartieron miradas indecisas. Sin pensarlo mucho fue Jyushimatsu quien se lanzó hacia mi primero. Me dio un abrazo tan fuerte que creí que me rompería las costillas. No paraba de apretujarme con gran cariño; yo le devolví el abrazo de la misma manera. El siguiente en aproximarse fue Osomatsu, quien con un fuerte agarrón alejó a su hermano diciendo: "¡Es mi turno!". Me dio un abrazo casi tan fuerte como su hermano, aunque Osomatsu contuvo más su fuerza. Pude notar que tuvo cuidado de no lastimarme. Restregó su mejilla con la mía juguetonamente y me dijo una y otra vez: "¡De verdad estás aquí, no puedo creerlo! Parece un sueño".
—También me siento como en un sueño, Osomatsu-kun —dije, tomando sus manos con cariño una vez que nos separamos.
Ichimatsu, tan taciturno y cuidadoso como una lechuza, se aproximó a mí y me envolvió en un cálido y fugaz abrazo. No duró mucho, apenas pude sentir su blando cuerpo cuando ya se había separado de mí. Su cara estaba tan roja como un tomate. Tan tímido como siempre… Sonreí.
Karamatsu fue el siguiente. Fue el único en atreverse a darme palmaditas en la espalda mientras me envolvía en su calor. Depositó un gentil beso en mi mano. Contuve la risa, pues pude notar la envidia en la mirada de sus hermanos tras el acto. Aproveché para acariciar el cabello de su nuca mientras estaba en sus brazos. «¡Se parece a Ozaki!», pensé.
Choromatsu se acercó a mí.
—Es… ¡Es un placer verte de nuevo, _! Yo… Yo quisiera…
—Ven aquí —le dije. Fui yo quien lo abrazó primero. Al recargar mi cabeza en su pecho pude oír los latidos acelerados de su corazón. Sus hermanos contenían las risitas. Me preguntaba qué clase de expresión tendría Choromatsu en aquel momento. Con timidez me rodeó con sus brazos y finalmente nos separamos. Su cuerpo se mantuvo rígido, tenso, en todo momento. De alguna u otra forma Choromatsu, en mi opinión, era quien tenía el tacto más tierno y gentil.
Estoy casi segura de que ni siquiera estaba respirando.
Todomatsu se levantó del sofá y con un fuerte abrazo me animó a estar a su lado una vez más.
—¡No tienes idea de lo mucho que esperaba verte otra vez, _! Estoy tan feliz. —Su voz era tierna y aunque aparentaba ser más frágil que los otros, la verdad era muy fuerte. Se restregó en mi como un animal pequeño se aferra a su madre y me jaló hacia él para obligarme a sentarme en el sofá. Olía a aceite de bebé y loción de frutos rojos. Se comportaba como un niño pequeño, lo cual me pareció tierno y gracioso a la vez. Sentí la necesidad de cuidarlo a toda costa. Se sentía como abrazar un peluche, amé la sensación.
Finalmente, cedí y me senté al lado de Todomatsu. Se recargó en mi aferrándose a mi brazo. Se asemejaba a una cría de perezoso abrazada a su progenitora.
Estaba muy cansada, por lo que reposar un poco me vendría bien. Bebí algo de agua que Choromatsu trajo para mí.
Disimuladamente (no tanto, porque yo pude notarlo) Osomatsu obligó a Todomatsu a soltarme. Posiblemente para que me dejara tomar el aliento. Choromatsu retiró mi vaso y agradecí.
No podía hacerme la idea de que estaba junto a ellos de nuevo, por lo que volví a expresar mi alegría.
—¡Estoy tan contenta de verlos, chicos! No puedo creer que finalmente… estamos juntos otra vez. —Las lágrimas quizá podrían asomarse por mis ojos. No quise agregar nada más.
Todos asentían, estando de acuerdo conmigo.
Tras pasar unos momentos de descanso me sentí más en confianza. A ellos se les veía tímidos todavía, pero era inevitable. "Son chicos", me dije a mí misma.
—¿Qué tienes en tu bolsa, _? Parece que llevas todo un conjunto de algo —me preguntó Todomatsu con curiosidad.
—Ah, ¿esto? —Levanté la bolsa para hacerla notar—. ¡Aquí está el disfraz que usaré esta noche!
—¿De qué vas a vestirte? —preguntó Ichimatsu. Me sorprendo por su iniciativa.
—Yo… voy a vestirme de conejita —dije, mencionando la última palabra casi en un susurro. Aunque la intención era que todos escucharan, cubrí parte de mi rostro sonrojado con un mechón de mi cabello. Los chicos estaban asombrados, por la evidente razón.
—Vaya, ¿una conejita? —comentó Osomatsu. Quería creer que la emoción que percibí en su rostro había sido solo una idea mía.
—No puedo esperar a verte con tu disfraz puesto, my pretty _.
—¡Qué genial! —gritó Jyushimatsu.
—¿En serio les parece algo apropiado? Estaba dudando y me dio algo de pena… Quería llevar algo que diera miedo, pero…
—Mhm. —Todomatsu negó con la cabeza—. ¡Me agrada la idea! Los conejos son animales adorables. ¡Se ajusta a ti!
Seguimos hablando todos juntos de temas triviales. La madre de los sextillizos peló peras y con el paso del tiempo se hizo más tarde. El sol estaba ocultándose.
—Oigan, chicos —llamé su atención—, ¿no quieren ir al puesto de Oden de Chibita? Ya tiene mucho que no pruebo su comida. También quisiera saludarlo, ha pasado un tiempo…
Los sextillizos se miraron entre ellos. Podía apostar a que estaban comunicándose con telepatía o algo así.
—No veo por qué no, so-solo que… —tartamudeó Choromatsu.
—No tenemos dinero para pagar. Le debemos varias y si nos ve nos va a matar —Osomatsu completó la frase de lo más normal.
Había olvidado que estos ninis eran unos ninis. Creí que con todo el tiempo que había pasado quizá ya habrían conseguido un empleo o ingresado a la universidad. No tuve de otra, la única solución que pasó por mi cabeza fue decirles:
—No se preocupen por eso, yo pagaré. Vayamos.
—¡Yay! —gritó Jyushimatsu.
—¡Tan genial como siempre! —exclamó Osomatsu.
Los demás parecían avergonzados. Malditos hermanos adorables.
