Anotación que a nadie le importa pero yo quiero dejar aquí para la posteridad: Me gusta mucho este capítulo xD
AJ
Secretos y verdades
A la mañana siguiente Draco se despertó antes del alba pero se quedó allí, disfrutando de la forma en la que Granger dormía casi sobre él con una de sus piernas encima de las suyas, un brazo alrededor de su cintura y el rostro hundido en su cuello, erizándole con cada respiración mientras frotaba la nariz sobre su piel de cuando en cuando.
Acarició su espalda, deleitándose con la forma en la que aquel cuerpo pequeño y receptivo respondía a su toque y se preguntó por enésima vez qué estaban haciendo.
Aquella extraña… asociación le volvía loco. Se sentía completamente dividido en dos, absolutamente partido a la mitad porque, tan pronto necesitaba acariciarla y abrazarla hasta que se fundiera con él como necesitaba empujarla fuera de su cama y de su vida por hacerle sentir aquella amalgama de sentimientos con los que no tenía idea de cómo lidiar.
No había estado preparado para ella y aún dudaba poder llegar a estarlo alguna vez. Pasó los dedos por su hombro y los deslizó hacia su codo, viendo como las delgadas cicatrices de su antebrazo se perfilaban en el pliegue. Distraídamente pasó un dedo por una de las líneas y apretó los dientes con fuerza mientras el pasado y la culpa regresaban a él con la fuerza de un ciclón.
No.
No iba a volver de nuevo a aquella oscuridad y a aquellos días de culpabilidad y remordimientos. El presente no tenía nada que ver con lo que había quedado atrás. Aunque el presente era casi igual de aterrador, se dijo mirando la alborotada maraña de rizos castaños que se derramaba sobre su pecho.
¿Qué esperaba Granger de todo lo que había ocurrido entre ambos? Porque ellos habían establecido unos límites, pero tal y como era ella, Draco estaba seguro de que, en el fondo, esperaba algo más de lo que él había estado dispuesto a darle.
Y no es que no quisiera darle algo más. Merlín sabía que era lo suficientemente maduro como para reconocer, al menos ante sí mismo, que se había embarrado con ella hasta las orejas. No sabía cómo, ni cuándo había pasado, pero aquella mujer a la que había odiado en la niñez y la adolescencia se le había metido debajo de la piel como ninguna otra lo había hecho antes.
Pero Draco tenía un plan. En realidad era un buen plan del que no quería desprenderse.
Seguiría en la Agencia hasta sentir que había pagado la deuda que tenía con la sociedad, hasta que sintiera que se había redimido y después, cuando se creyera preparado para seguir adelante, buscaría una bruja y continuaría con la perpetuación del apellido Malfoy.
Jamás, ni en un millón de años, habría pensado en Granger como la posible futura señora Malfoy y, aunque la posibilidad de imponérsela a Lucius era, sin ninguna duda, algo que le hacía casi llegar al orgasmo de puro y malicioso deleite, lo cierto era que no la veía allí y que, además, él ni siquiera tenía en mente aún sentar cabeza.
No, su asociación con Granger tendría que acabar tarde o temprano, y aunque él preferiría que fuera más tarde que pronto, lo cierto era que no estaba siendo justo con ella. Se estaba comportando, una vez más, como el egoísta que siempre había sido.
La mujer se estiró y frotó su rostro contra el cuello y la clavícula de Draco.
Tenía que ser claro con ella y explicarle por qué lo mejor que podían hacer era dejar todo aquello antes de que la hiciera daño. Porque sí, ella, leona valiente y leal, seguramente dejaría que los sentimientos tomaran el control y lo último que él quería era dañarla en modo alguno. Puede que en el pasado hubiera disfrutado con la expectativa, pero eso había sido en otra vida.
Tragó saliva y desechó la extraña y desagradable sensación que se había asentado en la boca de su estómago al pensar en perder lo que fuera que tenía con ella. Se dijo que la perspectiva de que la bruja pudiera hacer un drama con todo aquello era lo que más le preocupaba, a fin de cuenta, en su experiencia, las mujeres podían ser peor que un grano en el culo cuando sus planes se torcían. Pero la realidad era que quería seguir teniendo la posibilidad de despertarse así, justo como estaba amaneciendo esa mañana, con ella enredada en su cuerpo después de haber pasado la noche enterrándose en su cuerpo una y otra vez.
—Mmmm —ella se revolvió y levantó la cabeza lo justo para poder mirarle y sonrió —buenos días —sus párpados eran pesados y aunque sus ojos brillaban de alegría se veían aún velados por el sueño.
Se empujó perezosamente hacia él y buscó sus labios para dejar en ellos un beso tímido y suave que no parecía buscar ser otra cosa que un pequeño toque de sus bocas.
Draco gruñó, decidiendo que no era suficiente y respondió a su caricia, mordisqueando su labio inferior hasta que ella cedió y se abrió ante su insistencia dejando que su lengua, ansiosa y ávida se colara en su húmeda cavidad.
Animado por los suaves sonidos de la mujer y olvidándose de todo cuanto había pensado en las últimas horas, sujetó sus mejillas y profundizó ese beso que hablaba de lujuria y sensualidad.
—Draco, tenemos que…
—Ssssh —siguió dándole pequeños mordiscos mientras apartaba las sábanas para buscar su cuerpo una vez más —después.
—Pero Draco…
Él apretó sus pechos con ternura y metió una pierna entre las de ella hasta que ella quedó a horcajadas sobre su muslo, gimiendo al sentir la forma en la que se empujaba contra su vértice.
—He dicho que después —murmuró.
Y hasta mucho después ninguno de los dos pudo volver a decir una sola palabra.
….
San Mungo se convirtió al día siguiente en el punto de reunión de todos.
No lo habían decidido así, pero cuando Hermione y Draco llegaron para ver a Theo se encontraron a todo el mundo en el pasillo de su habitación.
Luna y Ginny habían llegado con Blaise quien, al parecer, se había presentado en la Madriguera a primera hora de la mañana para acompañarlas mientras que Regina y Harry aparecieron apenas cinco minutos después seguidos por Ron que llegó con Angie y George ya que ella tenía una revisión del embarazo.
Padma, que se había enterado gracias al patronus de Ronald, no tardó en acercarse junto a su hermana, Hannah y Lavender a la vez que Neville que, al estar de permiso visitando a su abuela, decidió ir a ver como estaba Theodore.
—Que bien —susurró Draco mirando a todos —una reunión de antiguos alumnos que… mezcla tan bizarra.
—Draco —siseó Hermione dándole un codazo.
—El profesor Dumbledore estaría muy contento —dijo Luna observando a todos con sus enormes ojos —todas las casas juntas. Siempre debió haber sido así.
Draco se estremeció imaginándose esa extraña mezcla de todos ellos en Hogwarts y miró a Blaise que parecía observar a lunática con la misma expresión de fascinado horror que él.
—Por suerte solo hay un Hufflepuff —dijo Draco al oído de la castaña que le frunció el ceño —a veces eres una amargada, Granger —añadió sonriendo —¿Habéis podido ver a Nott? —preguntó sorprendido al darse cuenta de que realmente le preocupaba el estado de su antiguo amigo.
—Aún no —Blaise estaba sentado al lado de la chica Weasley y se pegaba a ella tanto que el rubio no pudo evitar alzar una ceja preguntándose qué había pasado con esos dos exactamente —pero está fuera de peligro y va a ponerse bien.
—Gracias a Merlín —susurró Lovegood con los ojos velados.
—Joder —Draco buscó la mirada de Zabini con una muda pregunta y el moreno se encogió de hombros con un gesto que su amigo interpretó a la perfección —eso si que es bizarro.
—¿El qué? —preguntó Hermione que se había perdido el cruce de miradas.
—Nada.
—Nosotros nos marchamos —George guió a su esposa hacia las escaleras —vamos a visitar a Alicia antes de irnos y tengo que abrir la tienda. Tú —le dio una colleja a su hermano al pasar a su lado —no llegues tarde.
Ron le hizo un gesto feo con el dedo y se sonrojó cuando Padma le regañó con la mirada.
—¿No tienes que ir al Ministerio, Harry? —preguntó a su amigo guardándose las manos en los pantalones.
—Sí, primero tengo que ir a reunirme con Kingsley y el director de San Mungo en media hora—observó de soslayo a Regie ya que suponía que la reunión tendría que ver con lo que ella le había contado de Dean el día anterior.
—Si conseguís verle avisadme —Lavender se despidió de todos lanzando besos al aire y se colocó el enorme bolso en el hombro —¿Vienes Parvati?
—Sí. Volveré al salir del trabajo, Padma —le dijo a su hermana —¿Quieres que te pase a recoger?
—Claro. Yo también tengo que marcharme o llegaré tarde —a nadie le pasó desapercibida la forma en la que ella y Ron se sonrieron y cómo sus manos se rozaron al pasar la mujer a su lado —hasta luego, Ron.
—Hasta luego.
—Si no cierras la boca, Weasley, se te va a salir la baba —le dijo Draco con malicia cuando se fueron las mujeres.
—Déjame en paz imbécil —respondió el pelirrojo fulminándole con la mirada.
—Eso Draco, déjale, es muy tierno —murmuró Blaise con una sonrisa burlona.
—Yo no iría por ahí —intervino Harry con ojos chispeantes —te la juegas, Zabini —añadió en voz baja.
Ginny le miró entrecerrando los ojos y la sonrisa de Harry se amplió. Se colocó las gafas y se encogió de hombros.
—A mi me da igual, es solo un consejo.
—¿Un consejo de qué? —preguntó Ron que no se enteraba de nada.
—Nada —Se apresuró a decir Ginny.
—Por cierto —Ronald se cruzó de brazos y miró a su hermana con seriedad —quiero hablar contigo.
Harry se frotó la frente y miró hacia el final del pasillo valorando las posibilidades de salir de allí antes de que su mejor amigo se lanzara a una disertación acerca de lo mal que veía la ruptura entre ellos.
—¿Conmigo para qué? —preguntó ella lanzando una mirada a Harry —¿Dónde crees que vas? —le preguntó.
Le conocía desde los diez años y había estado enamorada de él más de la mitad de su vida. Veía sus intenciones de lejos.
—Ehhhh —se removió incómodo y se rascó la nuca —tengo que ir a ver a Kingsley
—Has dicho en media hora —puntualizó la mujer tamborileando con los dedos en su rodilla.
—Mi turno empieza ya —Regie, incómoda decidió que era el momento de marcharse —¿No es aquella tu amiga, Harry? Creo que es la chica con la que te estabas aquí ayer.
Como en una coreografía, todos ellos se giraron a mirar a la mujer que se acercaba por el pasillo.
—¿Cho Chang? —preguntó Ginny resoplando —¿En serio, Harry? Hmmmppf
Aquella tonta nunca le había caído bien y, puede que hubiera roto su compromiso con Harry pero seguía queriéndole mucho por lo que no le parecía bien que Cho apareciera justamente ahora en la vida de su ex prometido.
Ya le había molestado sobremanera que la pillara ayer besándose con Zabini, pero que además siguiera allí comiéndose con los ojos a Harry le parecía completamente fuera de lugar
Hermione cerró los ojos imaginándose lo que venía.
Ginny era terriblemente protectora y territorial y la mirada con la que estaba atravesando a la ex Ravenclaw no presagiaba nada bueno.
—Hola Harry
Cho sonrió al auror con algo de timidez de una forma que hizo que Ginny arrugara la nariz y Hermione volviera a su cuarto año.
—Hola Cho —respondió Harry.
—Por lo menos no ha escupido ni se ha tragado la lengua ahora —murmuró Ron con una risita bobalicona hablando a Hermione al oido.
—¡Ronald!
—¿Qué? —siguió riéndose —reconoce que Harry siempre parecía algo patoso delante de Cho.
—¿Quieres decir como tú con Lav Lav? —le reprochó la castaña con malicia.
Draco, que estaba escuchándoles, rió divertido.
—Vaya, Cho —Ginny se levantó y se acercó a ellos, como un sargento dispuesto a plantar batalla —pensé que habrías vuelto a Nueva York ¿No estabas allí?
—Sí —la mujer se pasó un mechón de pelo tras la oreja —he vuelto a Londres.
—Que bien —masculló la pelirroja —¿Para quedarte?
Su tono era tan seco y sarcástico que Draco y Zabini se miraron entre ellos, preguntándose qué estaba pasando. Hermione, por su parte, cerró los ojos pidiendo un milagro mientras Ron seguía sonriendo como si encontrara muy divertido todo aquello.
Regie se había quedado en un segundo plano buscando una salida a aquel incómodo momento y Luna solo estaba allí de cuerpo presente.
—Sí, voy a trabajar en el Ministerio —respondió sin perder la sonrisa cortés.
—Eso es estupendo, Cho —intervino Hermione tratando de usar la diplomacia.
—Sí, maravilloso —masculló Ginny mordiendo las palabras
—¿En qué departamento? —volvió a preguntar Hermione
—Transportes Mágicos
—¿Y qué haces en San Mungo? —Ginny parecía no tener ganas de callarse.
—Me dijeron que regresara hoy para ver que todo estuviera bien ¿Y vosotros?
—Vinimos a ver a Theo
—Oh, es verdad —ella frunció levemente el ceño —Theodore Nott… no sabía que era auror.
—Inefable —dijo Luna que al parecer sí estaba prestando atención.
—¿Y tú? —preguntó a Zabinni —cuando ayer fuiste a buscar a Ginny llegaste con los aurores ¿Verdad?
—Sí, pero no trabajo en el Ministerio —replicó Blaise —soy… benefactor de las Arpías de Holyhead.
—Ahhh —Cho sonrió con dulzura aunque sus ojos no parecían tan dulces al mirar a Ginny —supongo que así surgió el amor.
Ginny abrió los ojos como platos un segundo antes de que su piel adquiriera el color de las amapolas y sus puños se apretaban con furia.
Hermione la vio echar mano al bolsillo y se imaginó un serio ataque de mocomurciélagos por lo que la sujetó mientras Ron dejaba de sonreír.
—¿Cómo has dicho? —preguntó el pelirrojo.
—La relación entre Zabini y Ginny, claro —siguió sonriendo aunque miró a Harry y le tocó el brazo en un gesto de consuelo —me dijeron que ya no estáis comprometidos, asumo que tú lo sabías, Harry.
El moreno asintió casi imperceptiblemente mirando de soslayo a Ron y después observó la hora en su reloj.
—Chicos perdonad, tengo una reunión con el Ministro y no quiero llegar tarde.
—Harry —dijo Ron dando un paso hacia él.
—No puedo, Ron, luego hablamos.
—Cobarde —murmuró la pelirroja viéndole marchar seguido de Regie que había aprovechado el momento.
—¿Relación con mi hermana? —el pelirrojo dejó de contemplar como su mejor amigo desaparecía y se giró para encontrar la mirada de Zabini —Dime que eso es una broma.
—Espero que no —dijo Cho que seguía allí —porque ayer estaban muy cariñosos cuando se reencontraron.
—Me la cargo —Ginny se desasió de Hermione y palmeó sus bolsillos buscando su varita.
—Me lo cargo —dijo a la vez Ron yendo hacia el moreno.
Cho, que no tenía un pelo de tonta, salió casi a la carrera detrás de Harry y Regie dejando a los demás allí.
Draco sujetando al pelirrojo mientras Hermione hacía lo mismo con su hermana.
—Venga chicos —estaba diciendo Zabini con las manos alzadas en modo conciliador —vamos a tranquilizarnos.
—Y pensar que casi nos perdemos la fiesta —murmuró Draco, divertido.
—¿Familiares de Theodore Nott?
Un medimago salió de la habitación de Theo y, como por arte de magia, todos se quedaron parados mirándole en silencio.
—Pueden pasar a verlo.
….
El tiempo que les dejaron pasar con Theo fue breve. Estaba cansado y adormecido por lo que pronto llegó una sanadora que resultó ser Regie y le dio una poción para dormir
—Sé que queréis estar con él pero necesita sanar y la mejor forma de hacerlo es con el sueño. Por la tarde podréis regresar, aunque os aconsejaría no pasar a todos a la vez —sonrió con verdadera alegría —creo que le habéis agotado.
—Siempre ha sido un poco ñoño —dijo Blaise con una carcajada echando el brazo por encima de los hombros de Ginny.
—Mejor no hagas eso —siseó Ron dándole un codazo en el estómago.
—Ronald soy una mujer adulta —la pelirroja apoyó los puños en sus caderas y se encaró con él.
—Aquí no.
Regie, que habitualmente era tranquila y paciente, les separó con una ceja arqueada y cara de pocos amigos.
—No en la habitación de un enfermo. Fuera los dos y si quereis volver a entrar va a ser sin varita y dejando ese genio Weasley fuera.
Los dos hermanos se pusieron colorados y asintieron saliendo cabizbajos.
—Creo que ha sido como ver a Molly Weasley en acción —dijo Hermione con una risita —bien por ti, Regie.
La sanadora frunció levemente el ceño.
—Lo siento, pero la habitación de un enfermo no es lugar para estas tonterías.
Blaise se giró y le dio un abrazo que la levantó del suelo.
—Creo que me gustas.
—Más vale que le quites las manos de encima, serpiente —se escuchó la voz de Ginny desde la puerta —si no quieres que te las corte en cuanto salgas de ahí.
Blaise la soltó muy despacio y dio un paso atrás.
—¿Crees que podría quedarme haciendo compañía a Theo el resto del día? —preguntó a Regina en un susurro.
—¡Te estoy oyendo, Zabini!
—Venga pelirroja, sabes que estaba bromeando. Eres la única bruja a la que quiero poner las manos encima.
—Lo voy a matar —se oyó decir a Ron detrás de su hermana.
—Ronald te he dicho que soy una mujer y yo decido quién me pone la mano encima.
—Ahhh blablabla —el pelirrojo se tapó las orejas y le dio la espalda —no quiero oír eso.
—Vamos Zabini, no seas cobarde —Draco le dio una patada en el trasero empujándole a la puerta —solo es una Weasley ¿Tienes miedo de ella?
—Por supuesto —dijo su amigo guiñándole un ojo —¿Acaso no la has visto lanzar la quaffle, colega?
—A mi me da más miedo con una varita —susurró Hermione —y tú deberías recordarlo, Malfoy.
El rubio puso los ojos en blanco y rodeó a Granger por la cintura empujándola hacia la puerta.
—Vayamos a ver si Potter a terminado.
—¿Creéis que le habrán dicho algo de Krum? —preguntó Ron que trataba de ignorar a los otros dos —¿Has hablado con Goldstein? Nunca habría imaginado que acabaríais siendo agentes secretos —rió golpeando a Malfoy en el hombro con camaradería —deberías haber aprendido a convertirte en hurón, ¿Os imagináis las misiones encubiertas?
Cuando por fin cerró la boca, el silencio había caído sobre todos ellos que parecían petrificados.
Hermione, que realmente pensaba que aquel día que había empezado de la mejor manera posible había terminado convirtiéndose en una broma de mal gusto, tenía los ojos cerrados de nuevo y, en lugar de un milagro, rezó pidiendo paciencia para ella, pero sobre todo para Draco cuyo ojo había empezado a temblar en el momento en el que Ron le golpeó en el hombro.
Nerviosa, agarró la mano del rubio para evitarle la tentación de que sacara su varita y el pelirrojo terminara escupiendo babosas por el resto de la semana.
—Ron
La bruja habló en un susurro bajo mirando de reojo a Ginny a Blaise que contemplaban a Draco como si se hubiera convertido delante de sus ojos en un Colacuerno Húngaro.
Su amigo fue perdiendo poco a poco la sonrisa al darse cuenta de lo que había dicho y se tensó abriendo los ojos cada vez más.
—Pareces un Pargoton de lomo arrugado, Ronald —la voz suave de Luna fue como un jarro de agua helada para todos —tienen los ojos saltones y abren y cierran la boca así —añadió imitando el movimiento de los labios del hombre.
—¿Eso es verdad? —Blaise se acercó a su amigo como si fuera uno de los animales fantásticos de Lovegood —¿un agente secreto, Draco? —el brillo de aquellos ojos oscuros y el gesto de la boca de Zabini que parecía estar a punto de romper a reír, hizo que el ojo de Malfoy temblara aún más.
—¿Hay agentes secretos en el Ministerio? —preguntó Ginny en voz baja —¿Desde cuándo?
—Desde siempre —apuntó Luna —también hay vampiros, os dije hace tiempo que…
Ninguno de los demás pareció escucharla mientras comenzó una disertación sobre la publicación que su padre había hecho para El Quisquilloso acerca de la posibilidad de que el antiguo ministro Rufus Scrimgeour hubiese sido un vampiro.
—¿Por qué no lo sabía? —preguntó Blaise —tío somos amigos desde… desde siempre, joder.
—¿No se supone que si son agentes secretos es porque son secretos, Blaise? —estaba diciendo Luna.
—Exacto —siseó Draco entre dientes —Granger, lo voy a matar.
—No Draco —dijo Hermione, conciliadora.
—Sí, Hermione —replicó él —y a Potter también por ser un bocazas.
—¿Harry? —Ginny miró a Hermione —¿Él también lo sabe? —frunció el ceño y puso los ojos en blanco —que tontería, claro que lo sabía, por eso estaba tan raro ultimamente. No puedo creerme que no me lo dijera.
—Era un secreto, Ginny —volvió a decir Luna.
—Exacto —repitió Draco —un secreto ¿Sabes lo que es eso, comadreja? —dio un paso hacia Ron que en lugar de retroceder, siendo el león que era, le frunció el ceño, con molestia.
—No lo hice a propósito, Malfoy. Me olvidé que estaban detrás.
—Te olvidaste —dijo Draco.
—Eso es. No me di cuenta —agregó.
—No te diste cuenta —volvió a decir el rubio.
—Justo —respondió Ron.
—Lo voy a matar —le dijo nuevamente a Hermione.
—Ronald… creo que deberías irte a la tienda. ¿No tenías que abrir? —preguntó Hermione sin soltar la mano de Draco.
Seguramente por primera vez en su vida, Ronald pilló la indirecta de su amiga y estaba a punto de irse cuando escucharon la voz de Harry.
—Hola chicos — El auror parecía bastante más feliz de lo que debía y el ojo de Draco tembló de nuevo —¿Qué hacéis aun por aquí?
—Hombre Potter —dijo Blaise quién, superada la estupefacción inicial había decidido disfrutar de aquello a lo grande —Draco nos estaba contando su experiencia como agente secreto —le dio una palmada en la espalda —¿Verdad amigo?
Harry frunció el ceño y les miró de hito en hito, clavando finalmente sus ojos verdes en Malfoy.
—¿Se lo has contado? Malfoy ¿Qué hay acerca de que es un secreto de estado?
Draco gruñó.
Realmente un sonido animal y gutural salió desde lo más profundo de su pecho y Hermione le miró, asombrada de que una persona pudiera hacer semejante ruido tan… primitivo.
—Vaya, Weasley ¿Has oído? Un puto secreto de estado —dijo enfatizando cada palabra — ¿Cómo era, Potter?—añadió con su argéntea mirada clavada en él —Él no dirá nada —imitó la voz de Harry con bastante acierto —¿No? Pues ya lo ha dicho así que me perdonarás si utilizo un obliviate con él en este mismo momento —miró a los demás —que cojones, con todos.
—¡No! —La voz de Hermione fue un jadeo que hizo que todos la mirasen —no uses eso —susurró —no con mis amigos.
Harry y Ron hicieron una mueca al comprender y Draco, que sabía también lo que había ocurrido en el pasado, exhaló con brusquedad y miró a los dos hombres como si ellos fueran los culpables de que él hubiera pronunciado aquellas palabras.
—No lo haré.
Para asombro de los demás, echó el brazo por encima de los hombros de Hermione y se alejó con ella hablándole al oído en susurros que nadie más podía escuchar.
—Tranquila, Granger —usó un tono de voz suave y bajo mientras acariciaba su mano de forma tranquilizadora —no borraré sus recuerdos ¿De acuerdo?
—Sí —ella trató de inspirar y expirar despacio sabiendo que su reacción era únicamente el pánico provocado por los recuerdos que aún no era capaz de superar —lo siento —dijo en un murmullo ronco —a veces yo… yo…
—Está bien —se sentó en una silla y la subió a su regazo.
La castaña se acurrucó sobre él como una niña y Draco simplemente se quedó allí, acunándola como si aquello fuera lo más normal del mundo.
—Vosotros pensareis que es sorprendente averiguar que Malfoy es un agente secreto —dijo de pronto Blaise mientras todos les contemplaban sin disimulo alguno —pero no, que va… eso —dijo señalándoles con la barbilla —eso si que es un jodido shock.
Ron compuso una mueca de desagrado y se alejó refunfuñando mientras Harry se colocaba las gafas con incomodidad e iba tras él.
—La verdad —añadió Ginny entrelazando su brazo con el del moreno —nunca habría pensado en Malfoy como en alguien… cariñoso —dijo como si le costara pronunciar esa palabra unida al apellido del rubio.
Blaise rió.
—¿Cariñoso? Lo más cariñoso que le he visto hacer ha sido meter la mano bajo la….
—Vale vale vale —Ginny le tapó la boca con la mano esperando que su hermano y Harry no le hubieran escuchado y se giró para mirar a Luna —¿Quieres que vayamos a Sortilegios Weasley y pasemos el día en el Callejón Diagon?
—No —replicó la chica —voy a ir a casa un rato, después volveré aquí.
—Bueno pelirroja —Blaise tocó la oreja de Ginny con los labios —eso te deja libre para venir a pasar el día conmigo, entonces.
—¿Quieres ir al Callejón Diagon, Zabini? —preguntó ella, risueña.
—Oh, no —la sonrisa del hombre hizo que la piel de la mujer se erizara de anticipación —tengo una idea mucho mejor.
