Recuperando a Neji
Capítulo 7
Got a feeling that I'm going under
Neji
Presente
Ya era casi media mañana y no había podido localizar a Ino. Cuando despertó esa mañana, determinado de corregir su gran error, se había dirigido inmediatamente a la floristería Yamanaka. Sabía que Ino estaría ahí desde las 6am para organizarse para el día. Sin embargo se habían hecho las 7am, la hora de apertura de la floristería y no había señal de ella. Esperó una hora más, cuando cayó en cuenta que la aldea estaba en un momento de crisis, por supuesto la floristería no iba a estar abierta. Podía ser un genio pero su juicio estaba altamente comprometido desde que las memorias de ella habían regresado.
Trató en el hospital. Los pasillos eran un caos. Ya había pasado un mes desde la última batalla, la última batalla donde él había peleado y caído. Pero los enfermos y afligidos se acumulaban por hora. Muchos eran civiles, que ahora sufrían por las secuelas de una guerra. Era desalentador. Algo dentro de él lo llamaba a servir a su aldea. Pero Tsunade había indicado en sus papeles de salida reposo mandatorio por una semana más. Normalmente, Neji ignoraba ese tipo de órdenes. Si podía caminar, podía luchar. Pero Ino era su prioridad ahora, le dedicaría la semana entera si ella lo permitía.
Iba perdido en sus pensamientos, tratando de formular las palabras correctas, la mejor manera para disculparse, para prometerle que quería enmendar el daño que había hecho. Salió de su cabeza cuando se tropezó con alguien. Vaya, sus reflejos se veían afectados, quizás de verdad necesitaba la semana de reposo. La persona resultó ser Sakura Haruno. Sakura había su médico de preferencia desde su "ruptura" con Ino. Sabía que ellas eran mejores amigas y siempre que se atendía con ella tenía el pesado presentimiento de que sabía lo que había transpirado entre Ino y él. Ellos habían prometido no divulgar lo suyo a nadie. Para él había sido fácil. No era su personalidad hablar de su vida privada, incluso con sus amigos. Además, Ino era su primera... bueno su primera todo, nunca había tenido que hablar de sus intereses románticos porque antes de ella, no habían existido intereses románticos. Pero sabía que Ino valoraba compartir partes de su vida con sus amigos. Se preguntó hasta qué punto de su historia sabía la pelirosa.
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Neji
Antes
— Quiero que me veas como un igual, Neji, y no importa cuanto me esfuerce nunca es suficiente. Perdona si desobedecí tus órdenes para ayudarte. Soy capaz de cuidarme, no tienes que protegerme todo el tiempo, a veces es mi trabajo protegerte a ti. No me gustaría perderte si lo puedo evitar.
La chica terminó de vendar su costado y se retiró a su tienda de acampar, dejándolo perplejo. Yamanaka hablaba hasta por los codos, pero nunca tan vulnerablemente. A pesar de su irreverencia natural, nunca lo había llamado por su nombre tampoco. Una grata sensación se asentó en su interior, a pesar de que se había referido a su relación como compañeros de misión, Ino no lo quería perder.
Le tomó veinte minutos seguirla dentro. Habían trabajado juntos por un año, y en los últimos tres meses Neji sentía un tipo de tensión creciendo entre ellos. No entendía lo que era. Le confundía. No era lo exasperante que Ino llegaba a ser por su subordinación o irreverencia, no era que chocaban cabezas en las etapas de planeamiento, no era la ansiedad que sentía cuando no la podía sentir o escuchar en una situación de peligro. Era una tensión que no se sentía completamente mal. También la sentía cuando cenaban después de un largo día y ella se metía debajo de su piel sacándole detalles de su vida que no había compartido antes, lo sentía cuando Yamanaka creaba el link inicial para conectar sus mentes para comunicación remota y reposaba sus dedos en su frente, la sentía en las raras ocasiones que un enemigo lograba lastimarlo y sus manos se posaban sobre su herida y transmitía la sensación refréscate de su chakra verde, la sentía cuando le urgía protegerla durante su jutsu de transferencia y su cuerpo quedaba inconsciente, la sentía cuando sin querer la hacía reír… podía seguir nombrando ocasiones donde sentía esa tensión que no podía definir, pero para simplificar: la sentía cada vez que estaba alrededor de ella. Y ya no podía seguir evitando enfrentarlo. En el fondo sabía lo que era. No tenía que haberlo vivido antes para nombrarlo. Atracción. Cuando ella había dicho que no lo quería perder había desencadenado lo que no quería afrontar. Le gustaba Ino.
La encontró de espaldas a la puerta de su tienda de acampar. Arrodillada en su saco de dormir, sus hombros se sacudían. Pero ni un sonido salía de su boca. Estaba llorando en silencio. Su pecho se encogió al saber que él lo había causado. Se preguntó cuantas veces más su aspereza la había llevado a este punto y él no se había enterado.
—¿Yamanaka? — ella no pareció sorprenderse de su presencia ahí, pero tampoco dio algún indicio de querer contestarle. Vio cómo usaba el dorso de sus manos para secar su cara. Intentó su apellido una vez más. Cuando no funcionó trató su nombre —¿Ino?
—¿Qué, Neji? — no se volteó a encararlo. Su cadencia era de alguien cansada, y no físicamente. —¿Vienes a regañarme por algo más?
Neji quería bufar en frustración. ¿Por qué tenía que ser tan difícil? Pero se contuvo, sabía instintivamente que necesitaba ser más suave con ella.
—Lo siento — pensó que disculparse le costaría, pero de hecho se sintió más liviano. Ino se enderezó, aún no se volteaba, pero esta nueva postura le indicaba que estaba dispuesta a escucharlo — no creo seas mala kunoichi.
Ino se cruzó de brazos. ¿No había dicho lo correcto? Cambiaba lo que había pensado antes, esto era difícil.
— No soy bueno con esto, Ino — admitió, como un prodigio nunca había encontrado situaciones en las que no se le daba con naturalidad y era frustrante — No es una excusa, y tienes razón, debo elogiarte más a menudo. Tus técnicas de recolección de data, las de distracción, las de infiltración son superiores a las mías. Manejas los Justus de tu clan mejor que el de ningún otro Yamanaka con el que haya trabajado. Y para ser honesto, puedo pensar en más de una ocasión en la que habría muerto de no ser por tu ninjutsu médico y tu conocimiento de hierbas y remedios naturales.
Reconoció para sus adentros que mucho antes debió haberla elogiado, a lo mínimo agradecido las veces que le debía su vida. Y lo creía de verdad, solo que no expresaba, ahora entendía que nada le costaba vocalizarlo. Pensó que Ino apreciaría sus palabras, pero empezó a llorar de nuevo. Esta vez, no fue suavemente. Por enésima vez en la última hora se sintió confundido.
—Ino, lo siento, no sé qué.. no sé cómo — él que siempre medía cautelosamente lo que decía se encontró corto de palabras.
Por fin, Ino se volteó. Odiaba haberla hecho llorar, pero maldición si se veía hermosa. Este conocimiento no era algo nuevo para él. Objetivamente, Ino Yamanaka era atractiva, cualquier a podía verlo. Para él siempre había sido solo un hecho. Igual que decir que alguien era alto, o delgado, o joven, o de cabello rizado. Una característica de aspecto físico más. Nunca le había prestado atención a la belleza -o falta de ella- de las mujeres, sabía que no era gay porque tampoco le interesaba el aspecto de los hombres. Simplemente le era indiferente. Ahora la veía. Viéndola así con los ojos aguados, las mejillas sonrosadas, la punta de la nariz roja, los labios mojados, el cabello que normalmente recogía en una coleta cayéndole sobre los hombros comprendió que parte de lo que había creado la tensión que sentía cuando ella estaba cerca era que ahora la veía como alguien que deseaba. Era algo primitivo, instinctual, físico. Pero no era el único componente de esa atracción. Por más que disfrutara de lo delicada que se veía llorando, prefería que estuviese bien.
—Quien diría, me elogiaste y no caíste muerto — humor. Ahí estaba. Neji comprendió que este segundo llanto eran buenas lágrimas. Que si había dicho lo correcto. —Gracias Neji.
Entonces se percató que ya Ino se había desvendado previo a su entrada a su tienda, que llevaba puesta un ligera camisón de noche, de esos que usaban las señoras de cierta edad, pero que en ella se veía ilegal. No dejaba mucho a la imaginación, el ancho cuello dejaba de expuesta su delineada clavícula, debajo del delgado algodón podía trazar con sus ojos el contorno de sus pechos. Tragó en seco y se dio la vuelta avergonzado. Pronto la tienda de acampar se sintió diez veces más pequeña y la distancia entre ellos casi nula. No quería que lo tachara de pervertido por verla en su ropa íntima, no quería que pensase que había entrado con ese tipo de intención a su temporal recinto. Después de todo él seguía siendo su capitán, estaba consciente del imbalance de poder en su dinámica.
—Eso es todo, Yamanaka. Buenas noches — uso su apellido para inútilmente tratar de recomponer el profesionalismo pero temía que había cruzado una línea de la que no habría vuelta atrás.
—Neji — lo detuvo en seco. Su nombre en su voz, como un ligero suplicio, era como música para él. —Acércate
Incluso en su fragilidad, era mandona. Sonrió de medio lado porque era algo tan característico de ella. Por más que quería obedecer, tenía que considerar donde estaban y la razón.
—Ino, no creo que sea aprop…
—Por favor — esta vez le había rogado. Había bajado el volumen de su voz, y su tono llevaba un revestimiento casi sensual. Y su convicción no resistió más.
Se volvió hacia ella y se acercó. Al llegar a su saco de dormir se arrodilló frente an ella, sus rodillas rozando las de ella, sus caras tan cerca que si se movía un milímetro las puntas de sus narices se tocarían. Ino posó sus manos sobre las de él, compartiendo su calidez. Neji sintió un choque eléctrico y le avergonzó como su respiración se entrecortó, en esa cercanía el cambio no pasaría desapercibido. Ino sonrió autosuficientemente, sí, había notado su nerviosismo.
—Esto que siento, tú también lo sientes — no era una pregunta, aún así él asintió. La tensión siempre había sido palpable. Él la había conseguido acallar lo suficiente para pretender que no estaba ahí, pero era demasiado esfuerzo y ahora no tenía porque ignorar lo que sentía.
—Yo tampoco te quiero perder — toda su frustración, miedo, preocupación que sentía cuando ella desobedecía y se ponía en peligro se reducía a esa razón. No la quería perder, no por que fuese esencial para la misión o una camarada de Konoha, sino porque ella era importante para él.
Ino apretó su mano y le sonrió. Su verdades sonrisa, que radiaba luz desde dentro, que lo desarmaba. Sus labios le empezaron a cosquillear al igual que su vientre bajo y más al sur. Un instinto le decía lo que tenía que hacer pero su mente lo congeló. Él nunca había besado a alguien. ¿Y si Ino descubría que era virgen? ¿Lo juzgaría por ello? Se empezó a sentir inadecuado.
—Cierra los ojos — susurró ella, no como una orden, como una instrucción gentil, y él cumplió. Ino había soltado sus manos, posó sus palmas sobre sus muslos para apoyo y se impulsó suavemente para cortar la diferencia de estatura. Sintió sus labios, suaves, carnosos, levemente salados por las lágrimas que había llorado sobre los delgados suyos que temblaban de anticipación. Sintió que lo electocrutaban pero de la manera más placentera que podía existir. Cuando la lengua de ella coquetamente lamió su labio inferior y se abrió paso dentro de su boca, Neji no pudo evitar la sacudida que lo recorrió. Ino movió una de sus manos para reposarla en su pecho, como diciéndole tranquilo y funcionó. Su respiración volvió a un ritmo más calmado, pero su corazón seguía latiendo violentamente, amenazando salirse de su pecho. Se besaron por lo que se sintió una eternidad pero no podían haber sido más de diez minutos.
Ino se separó un poco, lo suficiente para poder hacer contacto visual.
—¿Estás bien así? — preguntó suavemente. Ella sabía que él había llegado a un nuevo límite suyo. Neji agradeció que no hiciese de su inexperiencia un problema. De hecho, lo hacía desearla más. Pero era mejor detenerse. La revelación de lo que sentían el uno por el otro había sido más que suficiente para digerir por una noche. Y a pesar de que quería seguir, quería llevarla hasta el final, también quería que este momento quedase grabado como uno casto y puro. Asintió e hizo que se iba a levantar pero ella lo agarró por el antebrazo para detenerlo, y y guiarlo debajo del cobertor. Neji contuvo la respiración cuando la sintió amoldarse a su cuerpo dentro de sus brazos. Ino era alta para estándares femeninos, pero así abrazada a él se sentía pequeña.
—Neji, no tienes idea lo que he esperado por esto — él no respondió, pero daba igual, ella ya había cerrado sus ojos. Sabía que él usar su jutsu de transferencia y el médico tan seguido la había agotado. El eco de sus últimas palabras resonaron en su cabeza hasta que el sueño lo alcanzó a él también. La abrazó más a su cuerpo diciendo con el gesto "yo también lo esperé y no te voy a soltar"
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Neji
Presente
—Haruno — se detuvo para hablar con ella.
— Neji, me alegra que estés bien — a pesar del uso de su primer nombre, había una formalidad forzada en su tono. Quizás si sabía todos los detalles. Neji no tenía tiempo para preocuparse de la opinión que Sakura tuviese de él, pero si necesitaba encontrar a Ino.
—¿Sabes dónde está? — se dejó de miramientos. Era claro que Sakura sabía de lo suyo.
—Aquí no — dijo cruzándose de brazos. Susurraba porque, en teoría, su reciente estadía en el hospital no había sido de conocimiento general — Ella te atendió por su obligación médica, no por nada más. Déjela ser.
—Tengo que intentarlo — pidió mirándola directo, queriendo transmitir que había cambiado — por favor.
Hubo una corta pausa. Sakura parecía estudiarlo, pero no lo dejo intimidarse, no rompió el contacto visual. Fue Sakura quien lo hizo. La chica resopló por lo bajo y Neji pensó que lo iba a ignorar. La vio remangarse su bata blanca para exponer su muñeca izquierda donde llevaba un reloj.
—Debe estar llegando a Tortura e Interrogación — Neji casi sonrió en agradecimiento — Pero Hyuga, yo no te ayudé. ¿Entendido?
Asintió un gracias no verbal. El edificio de esa fuerza especializada se encontraba al otro extremo de la aldea. Si se apuraba podía interceptarla en la entrada.
Estaba saliendo del hospital cuando lo sintió. Una explosión que sacudió a toda la aldea. Sintió la ola de calor y un caótico estruendo seguido por una multitud de gritos a la distancia. Inmediatamente activó su byakugan. La sangre se le congeló cuando descubrió que el epicentro de la explosión había sido el mismo edificio a donde se dirigía.
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Ino
Presente
Iba tarde. Para variar. Estaba entrando al tercer trimestre de embarazo y se sentía agotada. No había conciliado el sueño la noche anterior. La frecuente necesidad de utilizar el baño combinada con la ansiedad que sentía por la revelación en su última sesión de terapia con Neji, el como estaba empezando a recordarla, cómo estaba segura que había visto su barriga. Por más que le doliera el no ser recordada por él, había visto su amnesia como una bendición. No tendría que dejar Konoha, Neji no podría protestar la paternidad de un hijo que no recordaba haber creado… pero ¿y si sus recuerdos regresaban? No podía huir ahora. Sabía que Tsunade había tenido que informar al Hokage de su embarazo. Era cuestión de días, si no horas, que el resto del círculo shinobi se enterará. Parte de su tardanza se atribuía a su indecisión de usar o no un jutsu de distracción para su turno con las fuerzas de T-I. Al final decidió no usarlo. Eventualmente tendría que confesarle a su padre, ¿por qué no hoy antes de que alguien más se le adelantase?
Inoichi había sido el mejor padre que ninguna niña hubiese podido querer. Siempre creyó en ella, era paciente, veía su potencial y la exhortaba a dar lo mejor de ella sin llegar a extenuarla, la mimaba, la protegía. Sabía que sería un gran abuelo, y que le emocionaría saber que tenía un nieto o nieta en camino. Pero a Ino le avergonzaban las circunstancias. Le hubiese gustado informarle de las noticias si hubiese estado casada, con un esposo a su lado que pudiese dar la cara de padre, más establecida en su rol de espionaje, mayor… pero tenía que aceptar las cartas con las que jugaba, no era como si ella no hubiese tenido un rol en repartirlas. Su padre la apoyaría, lo sabía.
No podía encontrar su gabardina. Ibiki, en un brote de sentimentalismo poco característico de él le había regalado una cuando se unió oficialmente a el equipo, afuera estaba caliente, pero quizás ayudaría a esconder su barriga hasta que pudiese hablar con su padre a solas. La encontró al fondo de su cesto de ropa sucia. Grandioso. No tenía tiempo para esto. Sabía que estaba procrastinando. Nadie en T-I le importaría si llevaba una prenda arrugada. La trató de alisar lo más que pudo y se la colocó sobre los hombros.
Inoichi la estaba entrenando para ser su sucesora encabezando la unidad de Análisis. Había planeado retirarse ese año pero al desatarse la guerra entre naciones decidió aplazarlo indefinidamente. Quizás en un par de meses con el nacimiento de su nieto encontrase un nuevo propósito. Ino se convenció, le daría las noticias hoy.
Salió disparada encaminada al edifico de T-I, si caminaba rápido llegaría en veinte minutos. Iba distraída pensando en la mejor ruta que tomar cuando una fuerte ráfaga de viento agrio y polvoroso chocó contra ella manándola unos metros en el aire. Cayó de espaldas al suelo. Había tronado un estruendo pero no lo comprendió porque un constante pitido en sus oídos era lo único que escuchaba. Empezó a toser y sus ojos a llorarle. Estaba envuelta por un espeso humo. Como kunoichi pudo identificar rápido lo que estaba pasando, había ocurrido algún tipo de explosión. TNT la más probable. Ella al seguir consciente y sin mayor daño que unos adoloridos glúteos y espalda baja, supo que se encontraba en la periferia de la onda explosiva, un poco más cerca y sus heridas no serían broma. Su cerebro hizo un rápido cálculo y basado en la dirección que la onda la había tumbado concluyó con horror que el blanco de la explosión era sin lugar a duda el edificio de T-I.
Papá.
Se puso de pie de inmediato y un agudo dolor punzante taladró su coxis y su pelvis causando que se tambaleará. Por un segundo había olvidado su embarazo. Tanta era la angustia que sentía por llegar donde su padre. Se escaneó con manos infundadas de verde el vientre, el corazón de su bebé seguía latiendo, no detectó ninguna pérdida de sangre, ningún hueso roto o rupturado; el dolor venía de cómo se había magullado al caer después de ser lanzada por el aire. Soltó un respiro. Estaba bien, tenía que llegar a T-I. Sabía que este humo era nocivo, lleno de compuestos químicos soltados post explosión, respirarlo por mucho tiempo más podría dañar gravemente sus pulmones, podía afectar su gestación… pero tenía que llegar a su padre.
Movió sus manos rápidamente formado su jutsu de transferencia mental, ya sabía cómo modificar el flujo del chakra para comunicarse con cualquier ninja sin importar la distancia, solo tenía que reconocer su perfil de chakra. Ella podía identificar el de su padre en cualquier lugar. Entró en pánico al no hallarlo, pero no lo quería aceptar. Se forzó a seguir buscando, el esfuerzo ejerciendo demasiada presión, sentía que sus sienes iban a reventar, nada…. Papá, gritó asustada. No estaba consciente que en su pánico había utilizado el reverso de su jutsu y transmitido su último pensamiento al resto de la población shinobi. Antes de hoy el máximo de links mentales que podía sostener a la vez eran menos de cinco personas. Y a pesar de este inconsciente avance, el canal con su padre seguía inerte.
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Neji
Presente
Neji se había acercado lo más posible que no lo pusiese en tanto peligro a lo que quedaba del edificio se de T-I. Estaba desesperado, no podía localizarla entre las decenas de cadaveres, bueno restos de ellos, que su Byakugan identificaban entre los escombros. Gran pesadez se sentó en su estómago al reconocer al padre de Ino, Inoichi Yamanaka y su mejor amigo y " tío"de Ino, Shikaku Nara. Pero nada podía hacer por ellos, estaban muertos. Entonces la escuchó en su cabeza "Papá". Era un llamado desesperado, quizás ella no estaba siquiera consciente de lo que había hecho pero era todo lo que necesitaba para rastrearla. Estaba viva. Agradeció las distancias que alcanzaba su Byakugan cuando la encontró.
Ino estaba corriendo directamente hacia el centro de la explosión. Neji sabía que lo iba a odiar pero no podía permitirle que siguiera. Explosiones secundarias eran secuelas comunes, sin contar los peligros de la frágil y rota infraestructura de los edificios alrededor que podía caer al suelo y aplastarla en cualquier momento. Tan solo el humo podía matarla si lo respiraba por mucho más tiempo.
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Ino
Presente
No lo había sentido llegar. Estaba enfocada en un único propósito. Encontrar a su papá . No fue hasta que sus brazos la rodearon para detenerla, de alguna manera la inmovilizó, y ahora la cargaba, corriendo en dirección opuesta a donde tenía que llegar.
Era él. Claro que era él. Neji. Ino trató de moverse pero no podía, seguro había cerrado puntos de chakra. Así que hizo lo único que todavía podía controlar, empezó a chillar.
—Suéltame— gritó una y otra vez, una y otra vez, inútilmente. –Tengo que regresar. ¡SUÉLTAME!
El tintineo en sus oídos era cada vez más agudo, no se podía ni escuchar a si misma, pero sabía que estaba usando toda la fuerza en sus pulmones para gritarle. Pero Neji no se inmutaba. Podía ver la mitad posterior de su rostro desde su posición en sus brazos. Impasible, pero cuadraba su mandíbula severamente, algo le preocupaba. Sus normalmente prístinas ropas estaban negras y chamuscadas, su cara manchada de cenizas. Pero él estaba intacto. Había estado cerca del epicentro después de la explosión. Y ahora estaba aquí arrebatándola de poder hacer lo mismo. Había estado buscando a alguien, ¿a quién?
La respuesta era obvia. Pero ahora mismo no podía pensar en las razones que Neji tuviese para buscarla. Un ataque de tos la atrapó desprevenida. Por primera vez Neji miró hacia bajo, primera vez en un mes, en cinco, que la miraba como lo había hecho antes, como si... como si ella le importase. Neji frunció el ceño e Ino sintió cómo apresuró su paso. El humo nublaba su cabeza, el dolor en su pecho por su padre la desgarraba por dentro, la tos no cedía, su estómago empezó a retorcerse intensamente, no entendía nada, el porque de que Neji estuviese ahí, era demasiado físicamente, psicológicamente, el cansancio y la adrenalina que caía en picada, su cuerpo se tensó y luego nada, cayó de bruces en una nube de estupor.
