«Una cosa terrible acerca de la búsqueda de la verdad es que se la encuentre.»
—Remy De Gourmont.
[...]
Las luces tenues y la música alta eran perfectas para la ocasión. Frente a sus ojos se encontraba un gran escenario en el cual se esperaba a la estrella de la noche.
Ese era uno de los últimos sitios al cual asistía y francamente se sentía agotado. No obstante, no abandonaría la idea de hallarla.
Sabía perfectamente que esa mujer había huido de su familia por alguna razón y no se detendría hasta averiguarlo. Nadie supo responder la razón por la cual se alejó de todos y que ni siquiera se despidió de él.
Se ubicó en el asiento que ocupaban los empresarios más importantes para disfrutar de la mejor vista. Esperó pacientemente su salida y respiró profundo.
Cuando por fin el telón se abrió, la imponente presencia de esa mujer lo inquietó. Ya no se trataba de la misma que se ruborizaba al hablar o que bromeaba sin más. Era una totalmente diferente, más elegante y más bella.
Su puesta en escena se trataba de un baile sensual para ganar su comisión del día, eso lo sabía a la perfección. Shikamaru estaba al tanto de que muchos de los que se encontraban allí eran hombres que superaban ampliamente su posición económica pero no se rendiría fácilmente.
Durante años, su corazón estuvo unido al de ella y no titubeó al correr en su búsqueda. Ahora estaba seguro de que por fin vería a Temari y que encontraría la respuesta a su partida.
Al comenzar el show, apreciaba cómo su cuerpo danzaba como los pétalos de flores ante una leve brisa, captando las miradas curiosas que solamente deseaban sostenerla entre sus manos. Su belleza no era efímera, pues su alma era lo suficientemente fuerte e intensa como para conservarse a lo largo del tiempo. Tanto así que alguien holgazán como Shikamaru Nara tuvo la motivación suficiente para recorrer cada sitio recóndito hasta dar con su paradero.
Apreciaba en silencio cada vuelta, cómo sus ojos jugaban el nivel de desesperación en esos hombres y el sufrimiento oculto tras ellos.
Fue así cuando, en medio de su estado vacilante, sus orbes aguamarina lo vieron en medio de un mar de hombres hambrientos de su ser. Sin siquiera pensarlo, dejó en claro quién sería el nuevo elegido de la noche.
No bastaba una billetera abultada ni miles de tarjetas de crédito para atraerla, pues Shikamaru no necesitaba nada de eso para coronarse y sentirse afortunado.
Temari se acercó lentamente mientras contoneaba su infartante figura, luciendo un sugerente vestido negro que no sólo se ajustaba a sus más delicadas curvas, sino que realzaba la belleza de su rostro.
Shikamaru estaba nervioso, pues jamás imaginó que Temari, aquella niña con la que solía jugar en su infancia, se había convertido en esa impresionante mujer que dejaba un séquito de hombres hambrientos con sólo mostrar su baile.
—Cuánto tiempo sin verte, Shikamaru... —espetó en voz baja, estirando su mano con suma delicadeza para que él se pusiera de pie.
—Por fin te encuentro, Temari —murmuró y sus ojos no pudieron evitar mostrar una creciente emoción que ella notó rápidamente. —. No sabes cuánto he esperado por volver a verte...
—Acompáñame, esta noche será sólo para ti.
La música continuaba sonando como siempre; las luces seguían iluminando cada espacio, creando un ambiente muy divertido visualmente. Pero sus corazones estaban perplejos, pues debían mantener una farsa para que nadie los descubriera.
Principalmente Temari, pues en ese lugar no solamente bailaba por unos billetes y seleccionaba hombres al azar para beber durante horas, sino que buscaba encontrar a alguien, a la persona que fue capaz de arrancarle a su madre de sus brazos...
Una verdad que supo por alguien muy cercano a su familia y que la motivó a abandonar todo, con la esperanza de saber dónde estaba Karura. Su padre estaba al tanto de ello y esto despertó el rencor hacia su progenitor.
—Temari... —espetó Shikamaru, sujetando la mano de la mujer con temor.
—Shikamaru, por favor... —Ella sabía que él necesitaba respuestas y le parecía injusto tener que negársela. —Tú sígueme y cállate.
Pero la realidad era que debían ir al área privada, un sitio donde ninguna cámara ni guardaespaldas tenía permitido ingresar. Un lugar al que tuvo que conocer a la fuerza y adaptarse sin más con el objetivo de encontrar respuestas.
Y Shikamaru ni siquiera podía imaginar el infierno al que se había expuesto, pues pensaba que su partida se debía a una discusión familiar como cualquier otra. Pero esa no sería una razón suficiente para olvidarse de todo y de todos.
Al cerrar la puerta, Temari corrió hacia Shikamaru para romper en llanto y aferrarse a su cuerpo con firmeza. Agradecía el milagro otorgado y dejaba caer esas lágrimas contenidas por años.
—Temari... —susurró Shikamaru, acariciando lentamente su sedosa cabellera rubia. —Por favor, escapa conmigo.
Esa oferta era demasiado tentadora. No podía negar que sus noches eran un infierno y deseaba regresar a su hogar, pero su madre podría estar sufriendo en algún lado y nadie se preocuparía tanto como ella. Ni siquiera sus hermanos, pues ellos pensaban que Karura había fallecido hacía mucho tiempo e ignoraban la oscuridad que rodeaba a su familia.
—Hay una razón que me impide irme, Shikamaru. Hasta que no logre cumplir con ese objetivo, me quedaré aquí y bailaré cada noche ante ese séquito de hombres asquerosos... —farfulló.
La fuente de información solía frecuentar ese lugar y no perdería la fe de ganarse su confianza hasta lograr que hable de Karura. Aunque en el fondo de su corazón su esperanza se desvanecía lentamente, se aferraba a los vestigios que aún permanecían dentro suyo.
—Entonces yo vendré todas las noches a partir de hoy y me ganaré el privilegio de tener a esa hermosa y talentosa bailarina sólo para mí hasta que cumplas ese objetivo que dices. —Shikamaru sostuvo sus hombros y la miró fijamente.
La determinación en sus palabras eran la señal que esperó por tanto tiempo, un haz de luz en medio de la oscuridad. Debía avivar la llama de la esperanza y junto a Nara era posible.
—Lo tomaré —expresó en voz baja, secando sus lágrimas. —, pero cuando la persona que espero llegue a mí, tendrás que estar alerta por si algo pasa. Fuera de eso, tú serás la prioridad.
Temari sabía a la perfección que arriesgaba su integridad. Aún así, su apuesta sería la más importante y haría todo lo posible para alcanzar el objetivo.
—Cuenta conmigo, hoy y siempre... —Acarició su cabello y besó su mejilla.
Absorta, Temari se ruborizó y sonrió. Había olvidado la sensación de pena ante una demostración afectuosa y sólo alguien como Shikamaru lograba tal hazaña.
«Aunque me cueste la vida, llegaré a la verdad...» pensó y suspiró.
A partir de ese momento, Shikamaru sería el aliado ideal para proteger a Temari de las sombras que acechaban a su familia. Esas mismas sombras que se llevaron a Karura a un infierno colmado de hombres sedientos de placer...
Fin.
