Rin y Sesshomaru no comprendían del todo las decisiones de Towa.
En lugar de explicar los fragmentos del futuro, que había visto al tocar el hombro de Sasuke y desafiar al rey del inframundo con la mirada, prefirió sonreír y asegurarles a todos, que debían ser pacientes.
Porque algo de suma importancia, ocurriría en la fiesta de cumpleaños de Boruto.
Y aunque a la mayoría, se le generó cierta curiosidad, prefirieron escucharla primero, asentir y resignarse.
Justo en ese instante, se presentaron al sitio Shikaku, Sai y Ebisu, acompañados por otras patrullas del distrito de Suginami y por una ambulancia.
Dado que lo acontecido se trató de un fenómeno sobrenatural, en la carpeta correspondiente al caso, se llegó a la conclusión de que la asesina se había suicidado. Sin confirmar su identidad, su edad y otros datos, para tranquilizar a las personas de la comunidad.
Para la pésima suerte de Samui, Darui y otros agentes, el papeleo se acumuló tanto como para asemejarse a una montaña. Con simpatía y comprensión; por conocer mejor que nadie a lo que iban a enfrentarse, por las próximas 24 horas o más, Kohaku los ánimo y los consoló, sin dejar de sonreír y levantar el pulgar.
Itachi y Sesshomaru vieron aquello con una gotita de sudor bajando por sus cabezas. Rin, InuYasha y Kagome también sonrieron. Moroha continuaba dormida, por lo que fue subida en la espalda de su padre. Mientras tanto, sentada frente a la barda de concreto del parque, Towa volteó la mirada hacia su derecha.
Sasuke y Hinata, sentados en la banqueta del frente, a un lado de una patrulla estacionada, entrelazaban los dedos de sus manos, mirando a un punto en el asfalto y con sus cabezas apoyándose mutuamente.
A dos metros de distancia, Sakura y Kushina escuchaban por parte de Naruto; con Boruto dormido en su espalda, y Nagato, lo sucedido con Sarada, Satsuki, Naraku, Irasue y la familia de Riku.
Sus ojos magenta se volvieron hacia el matrimonio Uchiha, al mismo tiempo que el viento movía sus mechones plateados hacia su izquierda, antes de que Hisui se parara frente a ella. Sosteniendo la correa de su gran boomerang, la observó seriamente por unos segundos, para luego sentarse a su lado derecho.
-¿Por qué tienes que hacerlo todo tan complicado? – la interrogó, con sus brazos apoyados en sus rodillas flexionadas hacia arriba.
-Es de familia. – respondió divertida, encogiéndose de hombros. – A mi tío InuYasha y a mi padre no se les da eso de pedir ayuda. O de arruinar sorpresas.
Hisui resopló, nada satisfecho con su argumento.
-¿Y Koryu? – preguntó de pronto, llamando de nuevo su atención. - Creí que estaba contigo.
-Debió asustarse al escuchar las sirenas de las patrullas. Ya que aún seguía en mi hombro cuando despertaste y te pusiste loca.
-Loca, pero poderosa. – replicó, sonriendo y estrechando sus ojos.
-Ay, ni me lo recuerdes... - pidió, llevándose una mano a su rostro. - ...juro que casi me da un infarto cuando te vi transformada en un Youkai. ¡A ti y a Moroha!
Towa volvió a reír. Sin embargo, cuando agachó la mirada y vio a zanseiken, enfundada en su mano izquierda, sus labios se volvieron un arco hacia abajo.
¿Qué sería de Riku ahora que su misión estaba completa?
¿Alguna vez volvería a verlo?
PPPPP
El día tan esperado había llegado. Para Boruto, debía ser algo genial cumplir 9 años. Sin embargo, al tener en sus pensamientos las miradas que Sarada le dedicó en sus breves encuentros, no podía evitar sentirse triste.
Asegurándose de nuevo de que su ropa estuviera bien acomodada; recordando lo mucho que su madre odiaba las arrugas en ella, se pasó los dorsos de sus manos sobre sus ojos, secándose las lágrimas que se salieron sin querer.
De pronto, escuchó un par de golpes en la puerta, por lo que dio un respingo y se giró nervioso. La amable sonrisa de Kushina, asomándose en la abertura, le devolvió el aire a los pulmones, consiguiendo suspirar aliviado.
-¿Ya estás listo, querido? – le preguntó, abriendo más la puerta y mostrándole el elegante vestido verde brillante que llevaba encima.
El chico, sonrojado, asintió. Se aproximó a su abuela y juntos, bajaron al primer piso de la mansión Namikaze. Sus ojos azules brillaron aún más de la cuenta, al encontrarse con coloridos globos flotando en el techo.
Los papeles triangulares colgando de un extremo a otro del espacio. Un cartel con la frase: ¡Feliz cumpleaños, Boruto!, escrito en letras grandes y feas; quizás porque Naruto tuvo que ver en ello, yuna mesa, cubierta con un impecable mantel naranja; con patrón de zorros, llena de todos los platillos que le encantaban.
Dio un par de pasos, volteando de un lado a otro. Habría deseado que Sarada... parpadeó atónito. ¡Claro! ¡Su deseo de cumpleaños! Si pedía que su amiga volviera con él, ¡Podría asombrarse también con todo lo que su familia le preparó!
En eso, el timbre del portón sonó.
Kushina, pidiéndole que se quedara en la sala, lo tomó de los hombros antes de pasar a su lado y salir al jardín. En cuanto abrió la gran puerta de madera, se asombró por encontrarse primero a Shikamaru, Shikaku, Kurenai y Mirai, llevando con ellos un par de cajas envueltas en papel de regalo.
A partir de ese instante, más y más personas fueron arribando a la residencia. InuYasha, Kagome y Moroha. Itachi e Izumi, acompañados por Kohaku, con quien se encontraron en su trayecto. Miroku, Sango y Hisui, con Kirara en su hombro derecho.
Naruto y Nagato, llevando en sus manos varias bolsas con bebidas. Sesshomaru, Rin y Towa.
Y, al final, Hinata y Sasuke.
Ambos no tenían los ánimos para estar en una fiesta. Pero, como Boruto se trataba del cumpleañero, tuvieron que esforzarse por prepararse y sonreír. Además, estaba la afirmación de Towa, a quien no dudaron en saludar a lo lejos, una vez cruzaron el umbral de la puerta de la mansión, antes de ser asfixiados por un inesperado abrazo de parte de Mirai.
-¡Vamos, Mirai! – exclamó Shikamaru, jalándola hacia él de sus ropas. - ¡Ya estate quieta!
La mencionada, haciéndose la sorda, no se apartaba de la pareja ni dejaba de sonreír.
-¡Naruto, ven a ayudarme! – pidió en un grito, girándose hacia el rubio.
Rascándose la nuca con una mueca en su rostro, el Namikaze no tuvo más alternativa que abandonar la conversación con Nagato e ir a la ayuda de su amigo.
Todos los presentes miraban con curiosidad la situación, preguntándose como terminaría, hasta que el sonido de un cucharón de madera, moviéndose dentro de una olla, los hizo saltar del susto.
Paradas en las puertas de la cocina, Karin y Sakura usaban un par de mandiles, estando cubiertas de harina y otros condimentos.
-¡La cena ya está lista! – anunciaron. - ¡Tomen asiento, por favor!
Viendo con gotas de sudor en sus cabezas, como volvían a la cocina, los presentes las obedecieron. A excepción de Kagome y Rin, quienes, con curiosidad, entraron a la cocina.
InuYasha se rascó la cabeza. Juraría que ambas ayudarían con lo que faltaba. Por ello, sentó a Moroha junto a Towa y Sesshomaru, y también se internó ahi.
Su gentileza hizo sonreír a la joven, antes de voltear la mirada a su plato y empezar a comer. Todo estaba delicioso. Pero, cuando volteó un segundo hacia su prima y hacia el cumpleañero, se percató de que ellos no compartían su entusiasmo.
Apenas tocaban el pescado, moviendo sus trozos con sus palillos. Volteó hacia su izquierda. Hisui estaba muy serio. Bueno, en realidad, esa era su naturaleza, así que no le dio tanta importancia como a los niños.
Sin embargo, los adultos, si parecían estarla pasando a lo grande. Entre sus conversaciones, escuchaba que Izumi; la esposa de Itachi, tenía 2 meses de embarazo.
Que Mirai había ganado un premio por su última película, en un prestigioso festival de cine en China y que a Shikamaru le iba bien en su trabajo, en la universidad de Tokio.
Shikaku, orgulloso, le dio un par de palmadas en la espalda, haciéndolo escupir su bebida y que los demás rieran a su alrededor.
Por ese motivo, Kushina recordó una divertida anécdota de cuando sus hijos eran pequeños, poniendo a Naruto rojo por la vergüenza.
Con los palillos aun en sus labios, Towa sonrió. Aunque, al girarse hacia Hinata y Sasuke, quienes, muy a penas se involucraban en la charla, su expresión volvió a cambiar.
Paciencia. Paciencia. Se recordaba.
-¿Towa? – la profunda voz de su padre, la hizo dar un respingo y girar a su izquierda. - ¿Estás bien?
Parpadeando, asintió atónita y volvió la mirada a su plato de comida.
Paciencia. Paciencia.
Ya casi es hora. Pensó.
Una vez que la cena se dio por concluida, InuYasha y Kagome salieron de la cocina; auxiliadas por Rin y Sakura, para llevar el gran pastel de chocolate a la mesa.
Karin, con los brazos cruzados, sonrió confiada y orgullosa. Había estado preparándose para el glorioso momento en el que su sobrino, disfrutara de algo hecho por sus manos, ya que, por su trabajo como abogada, tenía escazas oportunidades para pasar tiempo con él. ¡Peor aún! ¡Para aprender a cocinar tan bien como su tío Nagato!
Naruto y Kushina apagaron las luces y todos comenzaron a cantar y a desearle un feliz cumpleaños a Boruto. Moroha se esforzaba en sonreír y en aplaudir. Para animarla, Towa se agachó a su altura y la rodeó de los brazos, cantando con más fuerza que nadie. Eso la hizo sonreír un poco más, contagiándole el entusiasmo, antes de que la canción terminara.
Por otra parte, Boruto se sentía perdido. Sabía que era su cumpleaños. Su día especial. Incluso sus padres se tomaron la molestia de invitar a personas que no conocía bien. Pero, sin mariposa invertida, sin Sarada... nada era lo mismo. Aunque eso cambiaría dentro de poco.
-¡Pide un deseo, pequeño! – exclamó Sakura, sonriendo al lado de Naruto, Kushina y Nagato.
Apoyando sus piernas en el asiento de la silla, cerró los ojos y se concentró. Al ver ese gesto, Towa comenzó su propia cuenta regresiva. Uno segundos después, Boruto abrió los ojos y sopló con fuerza hacia las velas, recibiendo aplausos de los invitados... y escuchando unos golpes en la puerta principal de la mansión.
-Qué raro... - Naruto se pasó la mano por sus mechones rubios. - ...Sai me dijo que él y su esposa estarían ocupados y por eso no podrían traer a Inojin.
-Shikamaru, ¿Planeaste algo con Temari y Shikadai? – Sakura lo interrogó con complicidad, a lo que él negó de inmediato.
Kushina se encogió de hombros. Encendió las luces y se aproximó a la puerta, abriéndola de un solo movimiento a su izquierda.
-¿Lady Kagura? – la llamó Sango, mirándola confundida al igual que los demás.
Sasuke volteó la mirada de la subordinada de Naraku hacia Towa. Ella le devolvió el gesto, sonriéndole y asintiendo.
-"Nuestra hija puede ver fragmentos del futuro cuando toca a una persona". – recordó la explicación que Rin les dio, después de la llegada de las patrullas. – "Por lo general, son eventos de suma importancia que significan cosas buenas. Pero, cuando deben evitarse, reciben el nombre de visión de muerte".
Volteando con tranquilidad a su derecha, Kagura hizo un gesto antes de dar un paso hacia atrás. Saliendo de la oscuridad, con kimonos de colores azul oscuro y blanco, Sarada y Satsuki se presentaron, tomadas de la mano. La primera sonreía y la segunda, no podía ni siquiera sostenerle la mirada a nadie, permaneciendo con la vista fija en el brillante suelo de madera.
Boruto abrió sus ojos como platos. ¡Su deseo se había vuelto realidad! Tanto él como Moroha, querían saltar e ir a abrazar a su amiga.
No obstante, Sasuke y Hinata se les adelantaron, parándose de la mesa y aproximándose a las dos.
Sarada les volvió a sonreír, adornando sus blanquecinas mejillas con un rubor y mostrándoles todos sus dientes.
Aun impactado por su presencia, Sasuke se arrodilló a su altura y pasó sus manos por sus mejillas, su corto cabello negro, sus hombros.
Realmente era ella.
¡Realmente había regresado!
Sonriendo agradecido, se inclinó más a su dirección y la abrazó. Hinata sonrió, juntando sus manos y derramando un par de lágrimas, antes de voltear hacia Satsuki. Entristecida, no dejaba de ver el suelo y de tomar la mano de Sarada.
FFFFF
-Si somos idénticas... ¿Por qué tú lo tienes todo...? ¿...y yo no tengo nada?
FFFFF
La vio con comprensión. Se agachó a su altura y llamó su atención, poniendo sus manos en los bordes de su rostro.
Ella, al instante, se giró, observando sorprendida la sonrisa que le dedicaba y las lágrimas que caían a sus mejillas, antes de sentir su cálido cuerpo junto al suyo.
¿Así era como se sentían los abrazos?
Paseando por Tokio; gracias a sus poderes sobrenaturales, había visto a varias parejas, intercambiando su afecto de esa manera.
Pero verlo y sentirlo eran dos cosas diferentes.
Sonriendo con los ojos cerrados, soltó la mano de Sarada y correspondió el abrazo de Hinata.
Towa, a pesar de haber visto ese momento antes que nadie, no pudo evitar sonreír y llorar. Secándose las lágrimas con sus antebrazos, comenzó a aplaudir.
Sesshomaru le siguió. Rin también. Kagome, InuYasha, Itachi, Izumi, Naruto, Sakura, Kushina, Shikamaru... la habitación se llenó con tantos aplausos, que consiguieron que Sasuke y Hinata se separaran de las niñas y se levantaran, viendo asombrados y agradecidos el gesto de su familia y amigos.
Kagura, sonriendo y rodando los ojos, también empezó a aplaudir, haciendo que ambos voltearan hacia ella.
Con prisa, Boruto se bajó de la silla y corrió hacia Sarada. Moroha lo siguió. Y para cuando sus brazos consiguieron rodearla, ella también pudo hacerlo, empujándolos solo un poco, antes de separarse y sonreír.
Satsuki sonrió. Pero el gusto le duró poco, ya que Sarada, al jalarla de su brazo derecho, hizo que sus amigos también la abrazaran, poniéndola tensa y nerviosa.
Continúa en la parte 2.
