-¡Tú sí que sabes guardar las sorpresas, Towa! – exclamó InuYasha, acercándose a ella y alborotando su corto cabello plateado.

-¡Oye, bestia! – la voz de una mujer lo llamó desde la puerta. - ¡Planeamos algo especial para ella, así que no la despeines! – exclamó Irasue, cruzada de brazos y mirándolo con sorna.

-¡Tú...! – él bufó, con la intención de, ahora sí, vengarse y romperle la cara.

Sin embargo, al ver a Moroha saltando emocionada hacia ella, para luego ser sostenida por sus brazos, el alma se le bajó de golpe a los pies.

Kagome y los demás miembros de la familia Higurashi sonrieron avergonzados. Jamás imaginaron que una de sus parientes, conectaría tanto con una bruja tan despiadada como lo era Irasue.

-¡Buenas noches! – exclamó Urasue, apareciendo con Enju desde la oscuridad.

-Ustedes... - comentó Sasuke, llamando la atención de su esposa y los demás. Las brujas asintieron. - ¿Pero cómo? Sarada y Satsuki...

-La biblioteca del inframundo contiene hechizos interesantes de resurrección. – explicó Urasue, sonriendo apenada. – También quisimos buscar algo relacionado al sharingan, pero... ¡A Irasue la castigaron por estúpida y necesitaba nuestra ayuda con urgencia! – agregó, carcajeándose de lo lindo.

Frunciendo el ceño, la peliplateada bufó.

-Por lo menos yo no caí en el viejo truco del té con somnífero.

Al escuchar aquello, la mujer de ojos saltones invocó su enorme hoz. Irasue sonrió confiada. Y antes de que se pusiera a jugar con su compañera, lanzó a Moroha hacia Enju para que la atrapara en sus brazos.

-¡AHORA SI TE MATARÉ! – amenazó la anciana, saltando de un lado a otro del jardín. - ¡VUELVE AQUÍ, MALVADAAAA!

Todos los que estaban en la puerta, vieron aquello con una gotita de sudor bajando por sus cabezas. Enju negó con una sonrisa. Bajó a Moroha al piso y luego, sacó de sus ropas cuatro cajas pequeñas.

-Estos obsequios son de nuestra parte. – les anunció a los niños con una sonrisa. - Acéptenlos, por favor.

-¡¿Entonces hoy también es su cumpleaños?! – cuestionó Boruto, con sus enormes ojos azules brillando de la emoción.

Sarada y Satsuki, confundidas, intercambiaron una mirada.

-¡Mamá! ¡Prende de nuevo las velas! – pidió, corriendo hacia Sakura con dos círculos blancos en lugar de ojos. - ¡Sarada y Satsuki no han pedido su deseo, en serio!

Hinata y Sasuke rieron por ello, antes de que Enju levantara de improviso el largo flequillo negro del Uchiha, llamando la atención de las niñas. Unos segundos después, la bruja entornó los ojos y retrocedió.

-Su majestad Naraku tenía razón. – comentó. - El sharingan que manifestaste no fue obra de Tsubaki, sino de Sarada y Satsuki. – sus ojos se dirigieron hacia las aludidas. - Una vez que sus almas abandonaron este mundo, el sharingan se quedó sin propósito, desapareciendo de tu ojo.

-N-No te enojes, papá. – pidió Sarada, avergonzada. – Q-Queríamos que nos conocieras y por eso...

-Tranquilas. – Sasuke sonrió y acarició las cabezas de ambas, haciéndolas sonrojar. - Lo entiendo.

-¡Sasuke! ¡Hinata! – Naruto los llamó. - ¡Traigan a las niñas! ¡Vamos a cantarles, de verás!

Luego de tomarlas de las manos y conducirlas a la mesa, subiéndolas a un par de sillas, las luces se apagaron de nuevo, con la canción de cumpleaños y los aplausos, sonando a todo volumen.

Incluso Kagura, parada junto a Enju y Rin, estaba animada. La alegría era contagiosa. Y más, cuando las dos pequeñas se aproximaron al pastel, soplando con fuerza las nuevas velas que Sakura y Karin consiguieron para ellas.

Entre los aplausos y las felicitaciones, la pelirroja se acercó, sorprendiéndolas con un regalo para cada una, hechos eficazmente en solo unos minutos.

Sarada sonrió con las gafas carmesí, poniéndoselas de inmediato en sus orejas, mientras que Satsuki observó con curiosidad el adorno para el cabello. Con amabilidad, Hinata lo tomó de sus manos y se lo colocó. La falsa rosa blanca hacía juego con su kimono.

De repente, el timbre del portón sonó. Naruto, confiado en que sería otra sorpresa agradable, se encaminó hacia el jardín y abrió la puerta de madera.

Sin embargo, para la extrañeza de Sasuke, Kushina y Karin, parados en la puerta de la casa, el rubio cerró de inmediato.

Resoplando y haciendo una mueca, su hermana mayor dio grandes zancadas hacia él, abriendo la puerta para asomarse al exterior... y azotarla de nuevo con más fuerza.

-¿Pero qué les sucede? – cuestionó Nagato, parándose junto a Kushina.

Ella se encogió de hombros... antes de estremecerse con una repentina explosión.

-¡O-Oigan! ¡¿Qué fue eso?! – se quejó Kohaku, poniendo una mueca.

-¿Towa? – Sesshomaru la llamó, consiguiendo que varios de los invitados voltearan hacia ella.

-¡N-No sé nada! - exclamó de prisa, negando con las manos y sonriendo nerviosa. - ¡E-Estoy tan confundida como ustedes!

-¡KUSHINA!

Miroku y Kagome, reconociendo la voz, se levantaron de sus asientos y se pararon a un lado de Nagato.

De la nube de polvo hecha por la explosión, salió Tsunade Namikaze, agarrando de una oreja a Naruto y a Karin.

-¡Sabía que mi hijo se había casado con una salvaje! – gritó enojada. - ¡¿Cómo te atreves a ordenar que me cierren la puerta en la cara?!

-¡A-Abuela, espere...! – pidió Karin.

-¡M-Mi mamá no nos ordenó que hiciéramos eso! – explicó Naruto. - ¡Nosotros somos los maleducados! – Tsunade aumentó la fuerza de su agarre. - ¡AY, AY!

-¡Papá! – de repente, el pequeño rubio se abrió paso entre los adultos, saliendo al jardín y corriendo hacia Naruto.

-¡NO, BORUTO! ¡NO VENGAS! – suplicó, con dos círculos blancos en lugar de ojos. - ¡TU BISABUELA ESTÁ BIEN LOCA, DE VERÁS!

Harta de sus comportamientos, la mujer dejó ir a sus nietos y miró con su ceño fruncido al niño, quien se detuvo de golpe frente a ella.

Alarmados, Kushina y Nagato también salieron, mirando abrumados a la esposa de Jiraiya.

Si encontraba, aunque fuera, una pizca de poder espiritual, se lo llevaría y lo obligaría a llevar la misma vida desordenada y estresante que la de Minato.

-Así que tú eres Boruto. – señaló Tsunade, ganándose un asentimiento de su parte. Sin dejar de fruncir el ceño, se agachó a su altura y acarició su cabeza y sus mejillas, para luego abrazarlo y gritar: - ¡Pero qué lindo eres!

Kushina se resbaló por la impresión, siendo auxiliada por Sasuke y por Kagome.

-Konohamaru me dijo que hoy era tu cumpleaños. – habló Tsunade, separándose del menor y sosteniéndolo de los hombros. – Quería venir a presentarme antes, pero cierto asunto no me lo permitió. – pese a estar sonriendo, una vena punzante se marcó en su frente. - Espero puedas disculparme.

Boruto solo asintió atónito. Haciéndose a un lado, dejó pasar a la mujer, y luego, corrió hacia su padre y a su tía, sonriendo por saber que estaban bien.

-A propósito... - dijo, mirando con una mueca a Kushina. - ¿Estás consciente de que un par de brujas se están peleando en la calle?

-Las conocemos. – comentó Sasuke. - Solo... quieren saber cuál de las dos es más poderosa, es todo.

Tsunade lo escudriñó de los pies a la cabeza.

-La primera vez que te vi, pensé que eras alguien patético y cobarde, por esconderte siempre detrás de Kushina. – confesó de pronto, sin obtener ninguna expresión de su parte. - Y ahora, mírate. – sonrió. - Has crecido y tu tranquilidad deslumbra ante mi presencia. ¿Te pasó algo interesante?

Sasuke asintió, sonriendo también.

-Bien. Ya me darás todos los detalles. – comentó, pasando por su lado derecho y poniendo su mano un instante, sobre su hombro. - ¡Por ahora, me gustaría un poco de sake!

Al escuchar aquello, Kushina sintió que perdía color en sus mejillas. ¡¿Se quedaría en la fiesta?!

-Yo me ocuparé de ella. – avisó Miroku con una sonrisa, antes de entrar a la casa.

Kushina suspiró. Una vez que entró también, auxiliada por Kagome, Sasuke y Nagato ayudaron a Naruto y a Karin, siendo escoltados por Boruto.

Comiendo pastel y bebiendo sake, Tsunade armaba todo un alboroto, juntándose con Mirai y Miroku. Sus comentarios y sus movimientos, les sacaban varias risas a los demás.

A todos menos a Towa, quien, a pesar de sonreír, no podía evitar sentirse vacía. Faltaba una persona importante. Alguien que la ayudó en el peor momento de su misión. Y que, en ocasiones anteriores, a pesar de estar sumamente asustado, jamás se acobardó. La acompañaba, la apoyaba y le sonreía.

Agachando la mirada por los sentimientos que comenzaban a atormentarla, se levantó de la silla del comedor y salió por la puerta, ya abierta, de la mansión.

Hisui, sin poder soportar más los bochornosos comentarios de su padre, también se levantó de su asiento y salió, seguido por Kirara.

Sin terminarse su pastel y cautivados por los maullidos de la gatita de dos colas, Boruto, Moroha, Sarada y Satsuki, se escabulleron debajo de la mesa, sin que nadie lo notara, y salieron con cuidado por la puerta.

Kagura volteó hacia ellos con curiosidad. Entonces, Koryu apareció en su hombro derecho. Al intercambiar una mirada con la subordinada de su majestad, obtuvo su permiso para acompañar a los jóvenes.

Ya en el jardín, voló sobre las cabezas de los niños, mirando con ellos la forma en la que Towa se había sentado frente al estanque de los peces; abrazando sus piernas, mientras Hisui y Kirara se acercaban con lentitud hacia ella.

De pronto, alguien colocó una mano sobre el hombro izquierdo del muchacho, llamando su atención. Irasue le hizo un ademán para que guardara silencio. Habiendo dejado a Urasue inconsciente en la copa de un árbol, aprovechó que ambos habían salido de la casa para acercarse.

Hisui asintió. Luego de sonreírle, se apartó de él y, con suavidad, colocó una de sus manos en la cabeza de Towa. Extendiéndole su brazo derecho, para ayudarla a levantarse, la condujo a la parte de atrás del jardín, no sin antes pedirle privacidad al Higurashi, por, al menos, 5 minutos. Él, sin entender bien las intenciones de aquella indicación, solo asintió.

Una vez que la bruja y la joven cruzaron entre la colección de macetas de Kushina, ambas vieron con asombro las inmensas burbujas transparentes, iluminadas con luces azules y moradas. Primero, Rion creaba las chispas con un movimiento de sus manos y luego, Zero las guardaba en pequeños campos de fuerza, haciéndolas lucir como burbujas gigantes.

Al otro lado, cerca de la barda de madera que rodeaba la residencia, se encontraba Kirinmaru, tocando un piano negro colocado sobre la hierba.Entonces, entre las luces de colores oscuros, apareció la silueta de Riku, dándose vuelta con una rosa roja en su mano. Agradecida y sorprendida, la joven Taisho no dudó en correr hacia él y abrazarlo con fuerza. Sonriendo, él correspondió su gesto, pasando una mano por sus mechones cortos.

-Pensé que ya no volvería a verte. – se sinceró, separándose y mostrándole su sonrisa y las lágrimas brillando en sus mejillas y sus ojos magenta.

-Yo también. – Riku sonrió. - Hasta que, su majestad Naraku, nos permitió volver solo por esta noche, para escoltar a las tres brujas y a lady Kagura.

Al escuchar aquello, la sonrisa de Towa se desvaneció.

-¿Realmente se irán para siempre?

Riku no pudo responder. Sonriendo apenado, solo fue capaz de pasar de nuevo su mano por sus cabellos.

Por pasar tanto tiempo a su lado, se había enamorado de ella. Sin embargo, decirlo en voz alta conllevaría a complicar la situación de su familia y, lo que menos deseaba, era ser egoísta.

Dar un paso atrás solo por sus sentimientos.

Volteando por encima de su hombro izquierdo, dirigió su mirada hacia Kirinmaru, asintiendo con la cabeza. Su padre, entendiendo su mensaje, se tronó los dedos y comenzó a tocar una canción diferente en el piano. Towa la reconoció al instante, ya que era su favorita. Notando la emoción en su rostro, el joven demonio se apartó un poco y la reverenció.

-¿Me permitiría esta pieza, señorita Taisho?

Sonrió por su porte elegante. Dio al frente el paso que él retrocedió y tomó su mano izquierda con su mano derecha, poniendo su mano izquierda sobre su hombro derecho.

Por otra parte, Riku la sujetó de la cintura con su mano derecha y comenzó a dar pasos lentos de un lado a otro, acoplándose con Towa en círculos parsimoniosos que se dibujaban alrededor de las burbujas azules y moradas.

Aunque ambos sonrieran, por dentro, no podían dejar de lado el hecho de que, luego de esa noche, jamás volverían a verse.

Era su última charla, su último vals.

Su última oportunidad para confesarse.

-Riku...

-¿Si?

Llegando a la mitad de la canción, Towa dejó de bailar. Rodeó el cuello de Riku con sus brazos y se subió de puntitas para darle un beso en los labios.

Por la sorpresa que se llevó, el corazón del demonio latía con fuerza. Tanta como para temer que la peliplateada se diera cuenta.

Aunque, unos segundos después, volviendo a sentir el contacto con sus labios, dejó de importarle ese detalle. Se inclinó un poco más. Cerró los ojos y pasó su mano izquierda a su cuello.

Zero y Rion sonrieron, haciendo más burbujas, con luces de otros colores más brillantes, como amarillo y rojo.

-¡WHOA! – exclamó Boruto, separando a las jóvenes y llamando su atención.

Acompañado por Sarada, Satsuki, Moroha, Hisui, Kirara y Koryu, miraba asombrado y con una gran sonrisa, las luces hechas por las Youkai.

Rion se sintió tan feliz y halagada por sus expresiones que activó la habilidad del broche que tenía en el cabello, haciendo flotar a todos los presentes, exceptuando a su tía y a su padre.

Zero continuaba creando burbujas con sus campos de fuerza y Kirinmaru había extendido la canción, disfrutando cada nota que salía gracias a sus dedos.

En el aire, Moroha aleteaba como un pájaro. Satsuki sonreía. Hisui trataba de alcanzar una burbuja, con Kirara a su lado. Koryu también sonreía, acompañando a Irasue, cuya atención también estaba en las burbujas.

Mientras tanto, Boruto y Sarada volaban al son de la canción de piano, sin soltarse de las manos y sin dejar de intercambiar sonrisas. En cierto momento, el collar que el rubio le había dado a la niña, salió de sus ropas, sonriendo de nuevo y juntando sus frentes con los ojos cerrados.

Volviendo a bailar, Towa no dejaba de reír con lo que sucedía en el aire... hasta que Rion decidió hacerla flotar junto con Riku, a quien se aferró con fuerza, sacándole una carcajada. Parpadeando sonrojada, se aclaró la garganta.

-Mi papá tenía razón... - dijo apenada, esforzándose por verlo a los ojos. - ...m-me gustas, Riku.

Quedándose con los ojos abiertos como platos, él también se aclaró la garganta.

-Tú también me gustas... Towa... - admitió, suspirando. - ...pero, por el deber sagrado que tengo con mi familia, no puedo quedarme a tu lado.

-Tranquilo. Lo entiendo. – sonrió, acortando la distancia entre sus rostros. – Aunque ya no pueda verte más, me basta con saber que mis sentimientos son correspondidos. Y... si estoy de nuevo en peligro, sé que vendrás a ayudarme.

Cerró los ojos y le robó otro beso en los labios, uno que él recibió con más seguridad.

De repente, la puerta corrediza que daba hacia el jardín, se deslizó hacia la izquierda, separándolos.

Sasuke, Hinata, Naruto y Sakura salieron para buscar a los niños, asombrándose por la cantidad de burbujas con luces que los rodeaban y por el hecho de que flotaban como si nada.

Dando una última vuelta, Sarada tomó la mano de Satsuki y Boruto tomó la de Moroha, dirigiéndose en picada hacia los adultos, quienes extendieron sus brazos para atraparlos.

Rion también volvió al suelo, moviendo sus manos como si dirigiera una orquesta, para bajar a Towa, a Riku, a Hisui, a Kirara, a Koryu y a Irasue.

El pequeño dragoncito, al reencontrarse con Sasuke y Hinata, voló rápidamente hacia ellos, abrazándolos en medio de un mar de lágrimas que hizo reír a sus amigos y a los niños.

Mientras tanto, en el techo de una casa vecina, con el viento moviendo su largo y rizado cabello negro hacia su izquierda, Naraku miraba complacido la escena frente a sus ojos carmesí.

No era capaz de ver el futuro como la hija de Rin y Sesshomaru. Sin embargo, podía afirmar que los jóvenes y los niños que reían y bromeaban, en ese jardín lleno de luces, tenían un maravilloso amanecer esperándolos.

-¿Se va tan pronto? – lo interrogó Irasue, apareciendo a su derecha.

Naraku, volteando hacia ella, asintió. Sonriendo y moviendo sus manos con gracia en el aire, invocó el frasco con el sharingan, que la sacerdotisa de poderes oscuros, le entregó como pago por modificar el collar une almas.

-Le he colocado un hechizo especial para que solo usted pueda usarlo. - explicó. - De esa manera, evitaremos otra situación como la de Hinata y la de los niños que Tsubaki asesinó.

-Gracias. - dijo serio, recibiendo el objeto y guardándolo en sus ropas.

-Yo soy la que se siente agradecida. – sus ojos dorados giraron de él hacia el jardín de la mansión Namikaze. - Pudo haberme ejecutado por mi insolencia y mi codicia. Pero, en lugar de eso, me permitió expiar mis pecados, reviviendo a Sarada y a Satsuki. Si hay algo que pueda hacer para devolverle su amabilidad, por favor, no dude en decírmelo.

-Sí, si hay algo. – dijo, sonriendo al encontrarse con su mirada. - Asegurarte de que Sarada, Satsuki, Moroha y Boruto, dominen como corresponde, los amuletos hechos por Kiba Inuzuka.

Los ojos de la bruja brillaron más de lo normal, haciendo una reverencia.

Un segundo después, Naraku dio media vuelta sobre el techo de la casa y se desvaneció, entre la oscuridad de la noche y la luz brillante de la luna.

FIN.

Historia finalizada el 28 de septiembre de 2023.

Con 433 páginas en el archivo de Word.