No puedo creer que van 18 ahhhhh...
Quiero advertirles que no esperen nada de este capítulo, se sugería mucho en el anterior, pero no pasa nada de nada, simplemente no es momento.
ariadne cullen: Muchas gracias por tu comentario, por leer y dejarme saber que te ha gustado. Espero que puedas disfrutar de este capítulo tambié su mayoría se mueve en otra dirección, pero no empezará a arrojar luces en otros aspectos.
Cristal Moon: Me alegra mucho que te hayas divertido con la carta, esa era la idea. Por otro lado, sí sé que soy un poco cruel, pero esto es un slowburn y tienen muchas cosas que resolver antes de dar un paso hacia el otro. Te agradezco el comentario, de verdad que me pongo muy feliz. Espero que la crueldad de este capítulo sea de tu agrado.
Capítulo 18
-Profesor- dijo tocando el fondo con los pies tocando para ponerse sostenerse de pie. El agua le llegaba poco más arriba de la cadera. -U… usted me encontró.- le dedicó una amplia sonrisa y se arrojó a los brazos del pocionista, colgándose de su cuello -Pensé que no iba a venir por mí, profesor- susurró contra su cuello. No era un reclamo, él pudo percibir la gratitud en su tono de voz y sintió que se le contrajo el pecho.
-Le dije que tuviera cuidado, Granger- No era un reclamo, ella pudo percibir el alivio en su tono de voz y cuando él la rodeó con sus brazos y dejó sus manos descansar en la parte inferior su espalda se sintió bienvenida y trató de transmitirle lo mucho que le había hecho falta su compañía en los últimos días.
-Lo siento. Me emocioné cuando encontré la raíz y me desconcentré- él ahogó una pequeña risa- Gracias- ella lo besó en la mejilla, muy cerca de la comisura de la boca pero sin rozarla.
Las divisiones en el interior de la castaña la animaban a continuar. Ella lo sintió tensionarse en cuanto sus labios rozaron su ía que estaba expuesta y que él la había visto pero, su estado inconsciente no le permitió analizarlo; era ahora o nunca. Lo abrazó con más fuerza.
"Esto está mal" se dijo a sí mismo. Pero su cuerpo no le negó el abrazo a la castaña ¿Qué pasaría si entraba Minerva? La joven leona estaba prácticamente desnuda, la directora iba a pensar lo peor. "Nada está pasando, todo esto es circunstancial, me está abrazando en agradecimiento" se dijo para tranquilizarse. Podía sentir ternura en su abrazo y algo parecido a un te extraño. Luego ella lo besó en la mejilla, muy cerca de su boca, y se llenó de una sensación diferente. Sintió los pechos de su alumna presionar contra su pecho. Y tuvo que aclararse la garganta.
-Suficiente, Granger- dijo con tono firme.
-Lo siento, señor- dijo y deslizó sus manos desde su cuello hasta su pecho y se empujó de ahí para separarse. Lo miró desde abajo y le sonrió. A él le pareció que se veía inocente con el ligero sonrojo sobre sus mejillas. Fue inevitable que sus ojos descansaran sobre su pecho antes de mirar hacia otro lado. "Controlate, Severus Snape" -Lamento haberme puesto en peligro, profesor- dijo deslizando su mano derecha desde el hombro izquierdo del pocionista hasta tomar su mano y apretar sus dedos antes de soltarlo.
Severus sintió algo similar a la electricidad sobre su piel al estar en contacto con su toque. Sus ropas de maestro estaban mojadas y sentía que el calor del vapor lo estaba ahogando "tal vez no es el vapor" pensó para sí mismo dando un vistazo a la joven por el rabillo del ojo.
-No se disculpe, Granger. Incluso desde antes de que pasara este asunto de la poción yo ya me estaba preguntando, cuánto tardaría en empezar a ignorar su instinto de autoconservación- dijo ofreciendo una burla. Ella se rió.
-Entonces ¿está enojado conmigo porque no pudimos extraer la raíz, profesor? - ella le preguntó avergonzada y un poco preocupada. Él tragó en seco cuando ella empezó a moverse y su cuerpo volvió a quedar al alcance de su mirada.
-No se preocupe por eso, Granger. Sí logramos extraer la raíz.- le respondió. Empezó a sentir que la ropa se le ajustaba en la entrepierna. Severus sentía que debería estar haciendo tantas cosas en ese momento ¿por qué no le gritaba a la chica que saliera y se vistiera mientras él la ignoraba? ¿Por qué le había correspondido el abrazo? ¿Por qué su cuerpo lo traicionaba de esa manera? "Es tu estudiante, Severus Snape" se repetía. Pero, por más que intentaba reaccionar como adulto responsable, no podía. Algo en él no quería.
Si el pocionista dejara de castigarse tanto, podría estar haciéndose preguntas de diferente orden. Entonces, en lugar de estarse preguntando por qué, él, un hombre, se siente atraído hacia una mujer que está semidesnuda frente a él, estaría preguntándose ¿por qué esa mujer no está haciendo ningún esfuerzo por cubrirse? ¿Por qué si está consciente de su situación y de quién es él, buscaría poner su cuerpo en contacto con el suyo? ¿Por qué le besaba?
-¿Entonces qué le pasa, señor?- Hermione estaba presionando los botones de las situación de la manera más sútil que una Gryffindor puede hacer. No estaba muy segura de cuánto podía sostenerse en lo que estaba haciendo sin que el pudor se apoderara de ella. El cabello le caía un poco sobre los pechos sin cubrirlos realmente y sentía gotas de agua escurrir por su rostro y a lo largo del cuello. Ella inclinó la cabeza hacia un lado en un intento de capturar todos los detalles de su reacción, aunque no sabía muy bien cómo interpretar lo que estaba pasando. Sin duda estaba avergonzado, pero ¿por qué no estaba gritando? ¿Por qué no había lanzado un hechizo para vestirla? O ¿por qué simplemente no se iba?
-No me pasa nada, Granger- endureció su tono de voz y aun evitaba mirarla. Respuesta incorrecta. Él tenía que decirle que se vistiera, no hacer como si no pasara nada.
- "Algo no está bien"- era la voz de una de las divisiones advirtiéndole- "algo va a pasar"
-Pro.. profesor- tartamudeó acercándose a él- algo no está bien- sus manos temblaban cuando la estiró para tocar su antebrazo.
-¿Qué es..?- inició, pero al mirarla vio la sangre deslizarse desde su nariz hasta su mandíbula y caer sobre sus pechos.
-No lo sé- balbuceó. Él cerró el espacio entre ellos y le tomó el rostro con ambas manos y la miró fijamente a los ojos. Estaban normales, era su alumna. Ella sintió su cara calentarse y tragó en seco.
-Está sangrando otra vez, Granger- dijo cambiando el agarre a una sola mano y con la otra, tomó agua de la bañera y lavó el rastro rojo. Ella vio su rostro contraerse en una mueca y cuando volvió a lavarla supo que la sangre no se detenía. Las divisiones estaban extrañamente en silencio, parecía que ni siquiera estaban ahí y empezó a sentir le hormigueaban las extremidades.
-Creo que me voy a desmayar- dijo con calma. Entonces él la levantó entre sus brazos y sintió el tirón de la aparición. Estaban de nuevo en las mazmorras.
-Voy a hacerle un hechizo diagnóstico más detallado, Granger- dijo sentándola en la cama. Lo vio buscar su varita entre sus mangas- ya vuelvo- volvió a desaparecerse. Estando fuera del agua fue más consciente del olor a óxido y las gotas tibias sobre su cuello. Se quitó la blusa sin pensarlo y se limpió desde el cuello hacía arriba hasta presionar la tela bajo su naríz.
Así no imaginaba la situación trampa para el pocionista. El cabello estaba escurriendo por toda la cama y quiso ponerse de pie para buscar una bata en el baño, pero el cuerpo entero le hormigueaba y le pesaba. Cuando el pocionista apareció de regreso tuvo que correr a su alcance porque su cuerpo estaba yéndose hacia el frente e iba a caer de cara al suelo.
-ah- gimió por la sorpresa del contacto ¿esa era su mano en su pecho?. "Disculpeme" le pareció escucharlo murmurar.
-Trate de sostenerse, Granger- sintió su espalda contra el cabecero.
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No tenía que haber dejado que sus emociones lo dominaran de esa manera. Si hubiera investigado la hemorragia en lugar de hacer como si no hubiera pasado, sabría qué hacer o al menos ya tendría alguna idea de lo que estaba pasando. Se apareció de regreso al baño con ayuda del broche. Tomó su varita y reunió las cosas de la castaña antes de regresar con ellas a las mazamorras.
Llegó justo a tiempo para atraparla, una de sus manos acunó uno de sus pechos por accidente cuando la atrapó en el aire. La joven dejó salir un quejido. -Disculpeme- murmuró y reacomodo su agarre para recostarla contra el cabecero de la cama- Trate de sostenerse, Granger- le dije y no hubo respuesta. Lancé el hechizo y a diferencia del anterior, realicé un escaneo a lo largo del cuerpo.
Tragué en seco al obtener los resultados, el color rojo en la zona de la cabeza era alarmante. El resto del cuerpo estaba en un saludable tono azul y verde, había recuperado su temperatura y no había nada mal, pero su cabeza era otro asunto. Un movimiento de varita y volvió a hacer un hechizo diagnóstico específico escaneando solo la cabeza. No era un medimago, tenía solo algunas nociones básicas y no estaba muy seguro de qué tan mala era la situación. Había grietas rojas en diferentes partes del cráneo ¿estaba fracturado? Había señales de color naraja que incicaban otras fracturas, las cuales se habían cerrado recientemente, no más de seis meses¿o era que se estaban abriendo? También, había una bruma púrpura y vino tinto, tampoco eran buena señal. Esos colores suelen indicar maleficios y lo brumoso indica que el daño no es al órgano, sino a una o varias de sus cualidades emergentes.
Escaneó a la joven con la mirada de los pies a la cabeza. Se había quitado la camisa y la tenía presionada sobre su boca y naríz. Algunos caminos de sangre seca se le notaban en el cuello. Conjuró una bata del baño.
-¿Cree que puede cubrirse con esto, Granger?- preguntó. Ella abrió los ojos y lo miró fijamente.
-¿Le disgusta tanto lo que ve, señor?- preguntó retirando la blusa de su cara y dejándola caer al piso tan pronto como estiró su mano para recibir la bata. Ella no le apartó la vista ni un solo instante. Valió el esfuerzo. Vio el esbozo de la sorpresa en el rostro del pocionista, lo vio tragar en seco y el ligero sonrojo en sus mejillas; logró encontrarlo desprevenido y la emoción que salió no era de disgusto, no. Estaba apenado. Y estaba apenado porque lo que veía le gustaba. El descubrimiento trajo el sonrojo a su propio rostro y se cubrió con la bata sin ponersela.
-Granger, yo …- comenzó pero la joven se desmayó. Dejó salir un gran suspiro y se inclinó hacia adelante. Salvado por la campana ¿Por qué le había preguntado eso? ¿Era una clase de broma para romper la tensión? Porque no le había hecho nada de gracia. Miró a la leona, tenía buen color y había parado de sangrar. Después de comprobar con otro hechizo diagnóstico que se trataba solo del desgaste, bastaron un par de movimientos de varita para acomodar su cuerpo para que quedara totalmente horizontal sobre un costado y realizar un hechizo de secado. La miró una vez más y la arropó de manera manual. - Se equivoca, Granger, no le dije que se cubriera porque me disgustara lo que vi, de hecho, fue lo contrario- respondió en un murmullo grave. Quería decirlo en voz alta por lo menos una vez.
Todavía tenía la ropa mojada y continuó escurriendo en su camino al despacho. Buscó lo que quedaba de la famosa poción vencida. La miró detenidamente, no parecía tener ningún maleficio oculto. ¿Eran estos nuevos síntomas producto de la división o de algo más? En un intento por encontrar las respuestas destapó la poción.
-No- se quejó cuando los primeros aromas de su amortentia se estrellaron contra su naríz: lluvía, tinta para pergamino, té negro y en donde usualmente aparecían la lavanda y el jazmín, emergieron la miel y los frutos rojos. Sin quererlo había encontrado la respuesta de una pregunta que ni siquiera se había planteado. -No- repitió- no está pasando.
Sintió un cosquilleo familiar en su garganta y corrió hacía el caldero vacío más cercano y vació su estómago en él. Después de unos minutos se limpió la frente y la boca con las mangas. "No puede ser, debe haber un error" se repetía en su mente. "¿Por qué mi amortentia huele a ella?" Soltó un gruñido. Si algún estudiante estuviera preguntando eso, hubiera dejado en ceros el puntaje de su casa. No había ningún error. No se trataba de una simple atracción física. Él estaba enamorado de Hermione Granger. "¿Cómo pasó?" Acaso había sido producto de la extraña asociación de aromas y de alguna manera…
-Severus- el flujo de su pensamiento fue interrumpido por un llamado a la puerta y después de ajustar los escudos de oclumancia, caminó para abrirla.
-Poppy ¿a qué se debe el honor?- dijo al ver a la medimaga
-Severus, sé que me dijiste que no te hablara del tema, pero la señorita Granger no ha estado comiendo en el comedor y no he podido poner la poción para contrarrestar la maldición antes del 15, tampoco la encuentro en el castillo. A la fecha, ya debería estar teniendo algunos síntomas y no ha venido a buscarme. Minerva por fin se tomó una semana de descanso, preferiría no molestarla, sabes como se pone cuando tiene que ver con su leona.- La medimaga dejó salir un suspiro- tú eres el único…- la enfermera hablaba a toda velocidad.
-Poppy, detente, ¿cuál poción?- preguntó manteniendo su voz firme a pesar de estar conmocionado con la idea de una maldición sobre la castaña, una de la que aparentemente se supone que debía saber.
-Se… Severus Snape ¿cómo que, cuál poción? Tú preparaste el lote para el año entero- la medimaga puso las manos en sus caderas, luciendo la famosa figura de jarra- ¿debería preocuparme por tu memoría? También estuviste en contacto con el libro maldito, aunque se supone que solo afecta a nacidos de muggles.
-Lo siento, Poppy, ya sé de qué me hablas- mintió, pero ya tenía más elementos para completar el cuadro que tenía enfrente- solo estoy en otra cosa
-Sí, eso veo ¿por qué estás empapado?- ella lo escaneó de pies a cabeza
-No es importante, ¿tienes… ¿Tienes una de las pociones contigo? Yo sé donde está la señorita Granger, puedo entregarsela y asegurarme de que se encuentra bien.
-Sí, sí- sacó el frasco de su bolsillo y se lo entregó- Gracias, Severus y lamento molestarte con esto después de que me pediste que no volviera a mencionarlo- él hizo un ademán con la mano de que no era problema y lo acompañó con su cara de pocos amigos
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Tomó la cabeza de Hermione y la levantó un poco para que pudiera tragar la poción. El 15 había ocurrido la primera hemorragia, no podía ser una coincidencia, además, la lectura sobre su cráneo, la bruma vinotinto y púrpura. Todo apuntaba a que los nuevos síntomas no se debían a la poción vencida sino a un libro maldito y que, de hecho, no eran nuevos. Y ¿por qué él no recordaba nada de eso?
Sintió una presión en su garganta y un vértigo en su pecho al pensar en la fractura en su cráneo y darse cuenta de que el esfuerzo con legeremancia y la extracción de recuerdo podrían haberla matado. La miró y acarició su mejilla con el dorso de sus dedos antes de ir al baño.
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Flashback
Salió de la gran bañera cuando sus dedos de los pies y de las manos estuvieron arrugados. Ni siquiera se había tallado, solo se había sumergido en el agua y había llorado hasta quedarse sin lágrimas. Cubrió su cuerpo con la toalla y encima puso una bata de baño. Se miró en el espejo un momento, había moretones en su cuello y marcas de dientes, había otros sobre la línea de sus pechos. Tenía los ojos hinchados y la naríz ridículamente roja.
Dejó a un lado la ropa interior y sin estar completamente seca, se vistió con el pantalón de sudadera y la camiseta ancha que había traído. Tomó su kit de aseo, la ropa sucia y caminó a su habitación.
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Estaba en su cama intentando pasar de la página 31 de su libro de aritmancia desde que llegó del baño y no se dio cuenta de en qué momento se había hecho de noche. Se había saltado el almuerzo y la cena. No tenía apetito, pero sabía que había pasado el día con solo el desayuno. Tampoco tenía sueño, ni se sentía cansada. ¿Debería bajar a las cocinas y pedir algo?
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De algún modo sus pasos la habían llevado a la biblioteca en lugar de a las cocinas. Sonrió, tal vez no era un error. Entró y vio varios libros acomodados sobre las mesas. Pasó el dedo índice por una de las mesas y removió la capa de polvo que se había formado.
Un par de movimientos de varita y había convocado un balde de agua, esponjas, cepillos y trapos. Se hizo una trenza para recogerse el cabello, la enrolló hacía arriba y la sujetó usando su varita como si fuera un lapicero.
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Cuando Severus se levantó esa mañana y pretendía continuar con su labor en la biblioteca, lo que menos esperaba al llegar a las cinco de la mañana era encontrar a la joven Gryffindor ahí. No solo estaba ahí, sino que estaba tan abstraída en la limpieza del piso que no lo vio llegar. Las mesas estaban limpias, al igual que las sillas y todo el suelo estaba cubierto por una ligera capa de agua.
Gruñó al salpicarse los zapatos y mojarse el extremo inferior de la túnica. Olía a lejía, sin duda la chica había hecho un gran trabajo. Escuchó el sonido del cepillo contra el piso detenerse, un suspiro y luego un grito.
-Pro… profesor, Snape- la vio llevarse una de las manos al pecho- no lo escuché llegar, disculpe, señor- Severus enarcó una ceja. Ella estaba sudando y algunos cabellos se habían escapado de su trenza. Se fijó en la mano que descansaba en su pecho y frunció el entrecejo. No solo podía ver que la joven no estaba usando sujetador sino que tenía las manos ampolladas, enrojecidas y con sangre.
-¿Qué cree que está haciendo, Granger?- le preguntó
-Yo, estoy limpiando- ella cruzó los brazos sobre su pecho
-Niña tonta, eso lo sé- se acercó a ella y le quitó la varita del cabello para luego señalar sus manos con ella- me refiero a esto.
Hermione miró sus manos, estaba sangrando ligeramente y tenía ampollas.- No me di cuenta- dijo en un susurro y él resopló.
-Claro que no, déjeme ver- tiró de su antebrazo sin apretar su agarre. Miró la varita de la castaña con curiosidad y curó su mano.
-Gracias, señor- ella se ruborizó- pensé que no podía usar su magia.
-Los del ministerio son unos idiotas.- dijo con tono mordaz- La otra- está vez ella estiró la mano hacia el pocionista. Sus ojos no pudieron ignorar el "sangre sucia" en su antebrazo y tratando de no fijarse mucho, vio los moretones. Eran recientes. Miró el rostro de la joven y notó los ojos hinchados, inclinó un poco la cabeza y notó las marcas en el cuello.- Saben que soy perfectamente capaz de realizar magia sin varita, aunque insisten en revisarla de todas maneras. Ahora bien, no sabrán que usé la suya ¿o si?, Granger
-No, señor- dijo sacudiendo la cabeza y él volvió la vista a la mano y la curó.
-¿Qué hace aquí tan temprano?
-No podía dormir- respondió abrazándose a sí misma
- Hay pociones para eso- él le devolvió la varita. Ella la tomó y sintió un cosquilleo.
-Con las reparaciones, imagino que no han tenido tiempo para hacer pociones para dormir sin sueños- improvisó una excusa mirando hacia el suelo- sobre todo, necesitando otras curativas mucho más importantes, no quería molestar.
-Puede venir a prepararse unas dosis en mi laboratorio después de la cena, si lo necesita- él ofreció, sabiendo que la castaña estaba mintiendo.
-Gracias, profesor, pero no creo que sea necesario
-Muy bien ¿terminó con el suelo?- ella asintió. Un movimiento de varita fue suficiente para secarlo. -¿Puede explicarme el sistema de madame Pince?
-Claro, señor, no es tan complicado. Los libros están agrupados por temática y autor en los estantes y los estantes por zonas. Se organizan en el sentido contrario a las agujas del reloj, así que la zona A está por allá- dijo señalando hacia el rincón más alejado del lado derecho del mostrador.- Hay una señal en los estantes cuando cambian de zona. Si se mueve así- hizo un movimiento pendular- puede notar como iridesse el borde inferior del estante con la letra correspondiente a la zona y el número del estante.Y bueno- tomó un libro- la primera letra del código del libro corresponde a la zona de la biblioteca el siguiente número es el estante, la letra en minúscula indica el nivel en el estante de forma ascendente. La última letra puede ser la "I", la "D" o la "M" mayúsculas, indica sí se encuentra en la parte izquierda, derecha o media del nivel, siendo la izquierda siempre el lugar donde el estante iridesse y el número final indica la cantidad de libros que hay antes del libro en cuestión, contando desde el borde más cercano, excepto los del medio, esos se cuentan desde la izquierda.- respiró- ¿quiere intentar con este, profesor?- dijo extendiéndoselo. El pocionista lo tomó y notó que su antebrazo derecho también tenía moretones. Miró el código N7dI0.
Ella lo observó caminar en dirección a la parte central de la biblioteca y realizar el movimiento pendular de mala gana. Apretó los labios para no reírse. El cabello del pocionista seguía el movimiento pendular al igual que su túnica.
-Tiene razón, no es tan complejo- dijo colocando el libro en su lugar.
-Podemos acomodar primero los que ya están fuera y luego revisar que el resto estén bien o podemos dividir lo que están por zonas y revisar que cada libro en esa zona esté en el lugar adecuado. La verdad no sé cuál sea la mejor estrategia. También, está la sección prohibida.
-No pensará que le permitiré entrar a la sección prohibida solo porque es voluntaria ¿o sí?- ella abrió la boca en sorpresa-. Yo trabajaré en la sección prohibida y cuando terminé vendré a ayudarle.
-Pero, señor, madame Pince me dejaba ayudarla y sé cuáles son los estantes que no debo tocar. Por lo menos déjeme limpiar el lugar. Si le preocupa que me lleve algún libro, no tocaré ninguno sin su supervisión- el gruñó
-Bien. Solo asegúrese de no sobrepasarse con sus manos esta vez.- ella asintió y se sonrojó- En ese caso, creo que podemos hacer la división de los libros que tenemos aquí y después del desayuno empezar con la sección prohibida ¿la organización funciona igual?- ella asintió
-Salvo que los libros de la sección prohibida tienen una P después del último número y las zonas están organizadas en el sentido de las agujas del reloj. Al abrir la puerta la zona A está en el extremo izquierdo. El resto es igual- Él asintió.
-Recuerde que dijo que no tocaría ningún libro, Granger- ella asintió- sé que ha entrado antes, pero los Carrow trajeron ejemplares peligrosos para los nacidos de muggle.
-Entiendo, gracias, señor.
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Un acuerdo implícito había decidido que ella iba a encargarse de la última mitad del abecedario y él de la primera parte. Catalogaron los libros por zonas en absoluta armonía. Se movían de un lado al otro como en una danza. En lugar de caminar de un lado a otro se entregaban los que sabía que le correspondía al otro.
Cuando dieron las ocho, cada uno tenía su mesa con los libros que debía acomodar de acuerdo a sus zonas. Y él insistió en que era momento de que fueran a desayunar. A regañadientes ella aceptó. Se sintió un poco traicionada cuando no lo vio en el gran comedor, pero recordó que los maestros tienen sus propios aposentos para la temporada de vacaciones.
Comió en la mesa de Gryffindor y dedicó sonrisas a los otros voluntarios cuando terminó y fue a cambiarse su cuarto. Al observarse frente al espejo, se preguntó si alguien había notado sus moretones, seguramente nadie le preguntaría, tal vez Minerva lo haría, así que se aseguraría que ella no la viera. Seguramente su maestro los había visto, pero no había dicho nada, tampoco lo hizo cuando vio la cicatriz que le dejó Bellatrix.
Se puso una blusa de tiras blanca y encima una leñadora delgada de color azul que combinaba con el tono pastel de su brasier. Hizo una mueca al espejo, no había mucho que pudiera hacer para cubrir todo lo que se veía alrededor su cuello y pecho, debido al clima de verano, pero sus brazos y el comentario sobre el estado de su sangre podía manejarlo. Se quitó el pantalón de sudadera para ponerse la ropa interior correspondiente y volvió a usar el pantalón de sudadera, ya lo había mojado y aun estaba un poco húmedo en las rodillas.
Se soltó la trenza, el cabello le llegaba a la cadera, su hondas lucían mucho mejor ahora que cuando era niña. Ginny le había mostrado cómo cuidarlo y la longitud había ayudado a apaciguar el volumen, excepto cuando se enojaba, claro.
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Se encontraron a las 9:30 en las puertas de la biblioteca. -No lo vi en el gran comedor, señor- le dijo ella
-Como en mi despacho, hay muchas personas que no desean verme libre, señorita.Y no hay nadie con quién tenga particular interés por socializar como para ir ahí.
-Entiendo- entraron a la biblioteca y caminaron hasta la entrada de la sección prohibida. Él abrió la puerta, hizo un ademán con la mano para que ella entrara primero- Gracias.- Al entrar, no había libros fuera de lugar.
- Usted puede encargarse de la limpieza mientras yo reviso los estantes, veré que los libros estén bien organizados y los que no tengan código seguramente serán los traídos por los Carow.- Ella asintió
La joven volvió a convocar los elementos de limpieza que necesitaba, empezaría con las pocas mesas y sillas, por último el piso. Vio al pocionista caminar hacia la zona A, mientras ella se trenzaba el cabello. Miró su varita y se mordió el labio, tal vez era una mala idea, pero confiaba en él.
-Señor- dijo caminando hacia él.
-¿Qué sucede, Granger?- dijo volviéndose a mirarla. Ella le extendió la mano con la varita sostenida por la punta y ofreciéndole el mango. Él enarcó una ceja.
-Voy a limpiar de la forma muggle, señor. No la necesito.- Él tomó la varita y volvió a sentir el ligero hormigueo.- Será nuestro secreto- Ella le sonrió y le dio la espalda para dirigirse a limpiar. Él gruñó. La primera vez que tomó la varita de la castaña le pareció que se lo había imaginado, pero dos veces no era una coincidencia.
Ya había leído sobre la afinidad mágica, pero nunca la había experimentado, hasta llegó a pensar que eran patrañas. Le dedicó un vistazo a su exalumna. Estaba inclinada sobre una de las mesas limpiando con entusiasmo. Sí había hecho lo mismo con el resto de la biblioteca, eso explicaba el estado de sus manos en la mañana. ¿Desde qué hora podría haber estado limpiando? También estaban esas marcas en su cuello, pecho y brazos, no eran producto de la guerra, la batalla final había sido hace más de un mes.Y ¿por qué no los curaba? Miró la varita de la castaña en su mano y empezó con el primer estante la sección A.
Cuando Hermione acabó con las mesas y la sillas, el pocionista ya había cambiado a la sección B; ella empezó con el piso. Cuando él empezó a escuchar el sonido del cepillo contra el suelo volvió a mirarla, se fijó en sus manos, estaban un poco enrojecidas, pero nada más. Estaba sostenida en cuatro apoyos cuando una de sus manos se deslizó y cayó de panza contra el suelo haciendo sonar un splash. Él dejó salir un ligero sonido ahogado de burla cuando la escuchó quejarse. Soltó el cepillo y se empujó del piso hasta que pudo sostenerse sobre sus rodillas, se limpió el sudor de la frente con la parte de la manga de la leñadora que no se había mojado.
Hermione tenía el rostro enrojecido por el calor y el esfuerzo, su pecho subía y bajaba recuperando el aliento. Él notó que entre el agua y el sudor no solo se había encargado de ajustar la camisa blanca a las curvas de la joven, sino que también la habían hecho traslúcida. Pudo apreciar los pezones endurecidos, tragó en seco cuando ella apretó la camisa y, en un intento exprimir el exceso de agua, dejó ver un poco de su abdomen y estrujó sus pechos. Severus inclinó la cabeza hacía adelante para su cabello ocultara su cara cuando ella levantó la vista.
Ella dejó salir un suspiró de alivio cuando vio que su maestro no se percataba de ella y seguía concentrado en el estante. Los libros flotaban a su alrededor como lo hacía usualmente los ingredientes en pociones. No había perdido la elegancia de sus movimientos. Lo escucho gruñir y caminó hacía una de las mesas con un libro siguiéndolo detrás de él.
-Acérquese, Granger- Ella dio un pequeño brinco al escuchar su voz y se incorporó totalmente para caminar hacia él.
-sí, profesor- dijo cuando estuvo frente a él
-No sea ridicula, Granger, ya no soy su profesor.- ella se sonrojó. Lo vio mirarla por el rabillo de ojo y hacer cara de pocos amigos. La apuntó con su varita y un rápido hechizo de secado actuó sobre su camisa.
-Gracias, señor- él rodó los ojos
-No hay mucha oportunidad para que vea esto, así que pensé que podría interesarle. Es un libro maldito contra los nacidos de muggle.
-¿Qué pasaría si lo tocara?- preguntó
-En general depende, pero este en particular es un poco inofensivo. Deme su mano- Él enmascaró la sorpresa al ver que ella lo hacía sin dudar. Acomodó la mano de ella de tal manera que descansaba sobre la parte superior de la suya y la puso a treinta centímetros sobre el libro- Mi mano seguirá la suya y le permitirá acercarse pero no le dejará tocarlo directamente, cuando quiera.
-¿No lo lastimará, señor?- preguntó ella mirándolo con los ojos preocupado. Él arrugó el entrecejo. Se sentía extraño que ella se preocupara por su bienestar.
-No lo ofrecería si fuera a resultar afectado, Granger- Ella se ruborizó
-Claro, lo siento.- miró la mano de su profesor y le hizo una ligera presión hacia abajo. Él cedió a su indicación y empezó a descender la mano.- Creo que puedo sentirlo, es un como un tirón- él asintió- Puedo sentir que algo está mal pero no puedo detenerme
-Ese es uno de los peligros, una vez entra en el rango de alcance hay una pulsión a la aproximación. De hecho, para la mayoría suele ser imperceptible porque no saben que el objeto está maldito, usted pudo percibirlo porque está advertida.- él puso resistencia para detener el acercamiento mientras explicaba. Ella asintió y la vio morderse el labio.
-¿Qué pasaría si me acerco más?- preguntó
-¿Quiere verlo por usted misma?- Ella volvió a asentir- Cuando esté lista, puede indicármelo- Ella volvió a ejercer un poco de presión y él cedió.
-Se siente como un calor- continuó acercándose- ahora quema- ella se quejó, pero no le dijo que quería parar. Ella tenía la mirada fija en el libro y él en ella. -como electricidad, ahg- se le escapó un gemido de dolor y se sostuvo con la otra mano de la mesa- se parece a un- jadeaba- cruciatus agh- ella se lo describió conforme las sensaciones. Cuando la mano del pocionista era lo único que separaba el libro de su mano, él la sintió presionar firmemente su mano contra el libro y quejarse con fuerza. Tenía los ojos cerrados y jadeaba. Él la miró extrañado, parecía estar disfrutando el dolor, tenía que pararla. Los separó a ambos del libro y antes de que ella intentara volver en dirección al libro la rodeo con sus brazos sujetándola contra su cuerpo, ambos mirando hacia la mesa.- Gracias- dijo jadeando. Ella lo sintió aliviar el agarre y alejarse de su cuerpo - todavía no- le pidió empujándose contra su pecho, lo tomó de las manos y las presionó contra su abdomen.
Su ritmo cardiaco se estaba tranquilizando. Sentía una enorme necesidad por acercarse al libro; había sido tan doloroso, incluso comparable a un cruciatus, pero de alguna manera la había deleitado y se preguntó si esa ambigüedad hacía parte de la maldición. Cerró los ojos para ignorar la tentación del libro frente a ella. Apretó los labios hasta que su boca se hizo una línea. El contacto con el cuerpo de su profesor estaba siendo absolutamente placentero y se ajustó más contra él.
Solo habían estado así de cerca cuando él se interpuso para que no fueran atacados por Remus transformado. Hasta el momento había pensado que la sensación de alivio de ese día era producto de la situación y la adrenalina. Ahora ya no estaba tan segura. Respiró profundo y un exquisito olor a manzana verde y canela la inundaron, se estremeció y lo sintió ajustar su agarre. Definitivamente el libro la había afectado o por qué otra razón estaría tan agusto con su profesor, por qué otra razón le molestaba tanto la idea de que tenía que separarse, que saltaba en el fondo de su mente.
Tragó en seco sintiéndose incómodo. El cuerpo del pocionista se tensó por la situación. El contacto físico de por sí era algo a lo que no estaba acostumbrado, no por tiempo prolongado, al menos no de una manera tan delicada y cálida. La cercanía que estaban compartiendo le parecía demasiado íntima, él la estaba envolviendo con su cuerpo, como si fuera un refugio ¿cuándo alguien había querido su protección de manera tan inocente? La urgencia en su voz cuando le dijo que no la soltara todavía, el afán con el que se estaba aferrando a su cuerpo. Nadie lo había hecho sentir tan necesario. La sintió temblar un poco entre sus brazos y ajustó su al menos 20 minutos antes de que él sintiera que el cuerpo de ella se relajaba.
-¿Cómo se siente?- le preguntó en un susurro. Escuchar la voz de él fue como despertar. Hubiera podido quedarse entre sus brazos por tiempo indefinido. Se sintió avergonzada y no quiso responder la pregunta ¿cómo iba a decirle que se sentía absolutamente avergonzada porque no quería separarse de él? Aunque él preguntaba por el libro.
-Eso fue…- se detuvo a pensar su elección de palabras y salió con tranquilidad del agarre del mago- intenso- dijo mirando el libro sobre la mesa. Admiró su poder y se volvió hacia el Slytherin. Él la había protegido, aunque fue su idea en primer lugar. Claro que lo más seguro era que nunca había estado en verdadero peligro. Lo miró fijamente, de hecho, no se sintió en peligro en ningún momento.- Se lo agradezco- Él la miró detenidamente, parecía que el hilo de su pensamiento iba a toda velocidad y la vio morderse el labio. Él reprimió una sonrisa, sabía lo que eso significaba
-¿Qué es?
-¿Ah?- preguntó confundida
-Su pregunta, Granger. Hágala.
-Ah, eso- sonrió y se llevó un rizo rebelde, que había escapado de la trenza, tras la oreja- quería saber ¿qué hubiera pasado si su mano no hubiera estado en medio?- él enarcó una ceja
-Presumo por su descripción que se hubiera desmayado, tal vez por un shock de dolor o un engaño a su cerebro de que estaba agonizando, no lo sé realmente, pero luego hubiera despertado.- ella asintió, aunque había algo más que quería ó a morder su labio de manera inconsciente en un intento de comerse la pregunta. El pocionista sabía lo que ella estaba pensado- Los canales de dolor y placer se encuentran en el mismo lugar del cerebro, la maldición se aprovecha de ello para producir la ambigüedad sensorial- ella abrió los ojos. Lo que él había dicho no era un conocimiento nuevo para ella, pero se sorprendió de no haber podido realizar esa conexión por su cuenta y aún más de que él supiera que sus sensaciones la tenían confundida.
-Usted ¿usó legeremancia?- el rostro de él se ensombreció con la pregunta
-Claro que no- sentenció firme- ustedes los Gryffindor olvidan que son un libro abierto- ella volvió a sonrojarse
-Lo siento, señor. No pretendía ofenderlo.- él gruñó
-Veo que ya está bien. Volvamos al trabajo- él empezó a caminar
-Señor- ella lo tomó de la túnica y él la miró por encima del hombro- Gracias por la lección. Sigue siendo el mejor profesor de defensa que he tenido.- ella le sonrió y lo soltó. Él volvió al estante donde había encontrado el libro
¿Por qué había decidido convertir aquello en una oportunidad de aprendizaje para ella? Gruñó.
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Cuando ella terminó el piso, él ya estaba en la sección M y había alrededor de 30 libros malditos sobre la mesa.
-Es todo por hoy- dijo él- Son las 6:30 y ambos nos saltamos el almuerzo
-No me di cuenta- dijo ella mirando su reloj muggle. El asunto con el libro los había distraído una hora entera.
-¿Cree que puede venir a mi despacho después de la cena? Tengo algo para usted- Ella asintió y salió de la biblioteca. Él sonrió. La castaña había olvidado pedirle su varita.
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Cuando estuvo en su habitación en la torre Gryffindor se dio cuenta de que había olvidado pedirle su varita al pocionista- Slytherin- rodó los ojos y se rió. ¿Qué pensaría la profesora McGonagall de sus acciones en contra de lo designado por el ministerio? Levantó los brazos. De todo modos, más les valía encontrar a Snape inocente, sin él no hubiera podido ganar la guerra.
Harry había testificado a su favor, también ella e incluso Ron. Harry había insistido en mantener en secreto absoluto la mayor parte del contenido de los recuerdos que el pocionista le había entregado en su lecho de muerte y eso les jugaba en contra. Muchos creían que el ex mortifago había modificado los recuerdos y que el fragmento donde se confirmaba que Dumbledore iba a morir y que le pidió que lo matara no era real, pero ella confiaba en su amigo y en Snape.
Salió de la torre Gryffindor rumbo al baño de prefectos. Llevaba entre sus brazos otro pantalón de sudadera, una camiseta oversize, su ropa interior de color verde menta y su kit de aseo. El camino se le hizo corto y suspiró frente a la puerta. El baño la recibió después de decir la contraseña.
-Agua tibia a la mitad- la bañera empezó a llenarse tras su instrucción y ella se desnudó. Volvió a mirar su cuerpo en el espejo. Los hematomas se habían oscurecido e incluso parecía haber ó de recordar en qué momento Ron pudo haber hecho el raspón que tenía entre sus muslos ¿había sido uno de sus brazaletes o el roce con su jeans? Deshizo la trenza mientras la escena se repetía en su mente.
El grifo se cerró y salió del trance. Se metió en la bañera y esta vez sí se lavó. Pasó el jabón por su cuerpo. El contacto de la barra en la heridas y hematomas era doloroso, le ardía el cuello y entre las piernas, era como si su cuerpo estuviera despertando, como si le estuviera reclamando. Cuando sintió que iba a volver a llorar se hundió en el agua.
Se empujó del borde hacía abajo para mantenerse sumergida. Si hubiera tenido su varita, hubiera podido conjurar casco-burbuja (Autora: en este caso sería el que usaron en la película que no cubre toda la cabeza sino solo la boca y la naríz). Salió a tomar aire cuando no pudo más. Lavó su cabello con su shampoo de siempre, miel y frutos rojos. Se río al pensar en Ginny diciéndole que tenía que cambiar a un aroma más seductor y lloró otra vez. ¿Qué haría cuando empezara el año y Ginny ya no fuera su amiga? Tampoco estarían Ron ni Harry y al salir de la escuela, tampoco estarían. Sin amigos, sin familia, estaba completamente sola.
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-Pase- respondió tras escuchar los dos golpes firmes en la puerta al dar las 9:00 pm en punto.
-Buenas noches, señor- dijo abriendo la puerta. Entró y la cerró trás de sí. Él notó los ojos rojos e hinchados de la joven.
-¿Qué tal su cena?- preguntó poniéndose de pie con dos frascos de pociones en una mano y la varita de ella en la otra.
-Bien, no tengo mucho apetito, así que comí poco ¿y la suya?
-Bien. Se preguntará porque le he pedido que venga.
-De hecho, lo había olvidado, vine por mi varita- ella apuntó con su dedo índice a su varita en su mano derecha. Él se sorprendió por la respuesta- espero le haya sido de utilidad.
-Ya veo. Sí lo fue, no se preocupe se la devolveré en un momento, primero- levantó la mano izquierda con las dos pociones- ¿Puede decirme que tengo aquí?- ella tomó el frasco que contenía un líquido púrpura.
-Asumo que por nuestra conversación de la mañana, esta es una poción para dormir sin sueños- sonrió tímidamente. Él asintió.
-Es para usted. Ya estoy haciendo un nuevo lote así que, si necesita más, no dude en pedirlo
-Gracias, señor
-¿Qué hay de este?- dijo refiriéndose al que todavía tenía en la mano. Era de un color beige brillante.
-Espero que no le reste puntos a mi casa, profesor, pero no lo sé. No tengo idea.- dijo ella en broma.
-Ya veo- Él rodó los ojos- Esta es una de mis creaciones, es una poción curativa tópica ¿me permite?- dijo señalando su antebrazo con la varita. Ella se sonrojó. Él sí lo había notado y estaba haciendo algo al respecto. Primero le extendió el brazo derecho. Él destapó el frasco quitando el corcho con los dientes y lo dejó caer al suelo. -Aún no es perfecta- le explicó él- está unida a mí de una extraña manera, solo yo puedo activarla.
-Entiendo- él agitó la varita y una cantidad del líquido de la poción flotó en forma de burbuja fuera del frasco
-La primera piel que toque será la que sanará- él dirigió la burbuja para que se esparciera sobre su antebrazo y sintió que era refrescante. Lo vio poner su varita en la manga de su mano izquierda y dejar la poción sobre la mesa.- Ahora debo activarla.
-Adelante- Él dejó que la mano de ella descansara sobre la suya y descargó la mano derecha sobre su muñeca y la deslizó hacia arriba. La sensación de frescura fue reemplazada por una tibia y no pudo ocultar su sorpresa cuando los hematomas desaparecieron. - Es increíble, señor. Tengo tantas preguntas.
-El otro brazo, Granger- Él ignoró su comentario y ella hizo lo que le pidió. Repitió el proceso con el otro antebrazo. Ella estaba un poco ansiosa de ver lo que pasaría cuando pasara por la cicatriz que le había hecho la mortifaga. Pero nada pasó- No funciona muy bien en magia oscura. Tal vez si fuera reciente la hubiera reducido.
-No importa, señor.
-¿Alguna otra herida que pueda curar para usted?- ella se mordió el labio, asintió con la cabeza y se quitó la camisa antes de que su pensamiento racional la detuviera. Él tragó en seco, no esperaba esa respuesta de su parte, aunque sabía que iba a ser afirmativa, no imaginó que iba a estar dispuesta. Se aclaró la garganta- dijo que tenía muchas preguntas ¿qué le parece si me hace una para distraerse?
-Yo... - ella lo observó dirigir una nueva burbuja a su pecho y cuello- ¿por qué está unida a usted?- No podía evitar mirar el generoso busto de la leona ¿ella estaba usando verde?
-Voy a activarla- ella asintió, su rostro se enrojeció. Ella miró hacia arriba para darle mejor acceso a su cuello y para pensar en otra cosa . Sintió la manos de él en su cuello la sensación tibia aparecer- Cultivé uno de los de los ingredientes, una dalia negra para ser precisos- el rodó los ojos, la sensación tibia estaba bajo su clavícula. Una de sus manos estaba en su espalda para ejercer resistencia al movimiento en la zona de enfrente- es un poco recelosa y también resulta que son bastante leales.- él rodó los ojos mirando hacia otro lado cuando tuvo que sanar la línea del busto al pasar la palma de la mano.
-Es interesante, me preguntó si se debe a que usted la cultivó o a que usted preparó la poción.- dijo después de mirarse el pecho y poniéndose la camisa.- Tal vez, si le parece bien, usted pueda enseñarme a prepararla y podamos descartar una de las opciones.
-No es tan mala idea, había dado por sentado que se debía al cultivo- ella le sonrió.
-Muchas gracias, señor
-¿Algo más?- preguntó haciendo un ademán con la mano hacia el cuerpo de ella. Ella lo dudó. Se mordió el labio- Granger- la voz de él era dura. Sus gestos le fallaron y dejaron la respuesta en mayúscula ante su mirada experta.
- Confío que hará como hasta el momento y no hará preguntas- era una súplica a pesar de la frialdad de su voz. Él asintió y ella se bajó el pantalón de sudadera y recogió hasta las caderas la camisa.
Severus se aseguró de que sus escudos de oclumancia estuvieran en su lugar. De repente todo tenía sentido. Al mirar las piernas de la joven, vió los hematomas de todos los colores y pudo reconocer la forma de los dedos presionados contra la piel.
-Siéntese en la mesa- ella lo hizo.- Voy a tomar su pierna derecha por el lugar detrás de la rodilla- Hermione agradeció la anticipación. Esta vez no volteó la cara y siguió con la mirada cada movimiento del pocionista. -¿Tiene alguna otra pregunta sobre la poción?
-Sí, pero creo que cuando cuando me enseñe a prepararla podré resolver varias- vio la burbuja esparcirse sobre su piel y la sensación de frescura la hizo enderezar la postura
-Ahora voy a activarla, desde la rodilla hacía la ingle ¿Y sobre el libro?- él insistió en la conversación
-Sí- se sobresaltó cuando la sensación tibia empezó a subir- Esa sensación de no poder parar era similar a lo que viví con los horrocruxes ¿por qué si podemos percibir que algo está mal, aparece esa sensación de deseo de seguir?- Ella tragó en seco cuando la sensación tibia estuvo en su ingle y vio la mano del pocionista tan cerca de su intimidad.
-Las artes oscuras son seductoras, es una de sus cualidades, eso fue lo que sintió. Voy a soltarla y haré lo mismo con la otra pierna.
-Gracias- dijo ella.- ¿Y usted, cómo pudo resistirse, señor? - Ella lo vio tomar su pierna izquierda. Era la que estaba peor. La burbuja fue más grande esta vez.
-Yo no era su objetivo. Piénselo como una trampa, no tiene sentido poner esfuerzo en atrapar algo que no es el objetivo.- él resopló- Esta va a tardar un poco más- dijo refiriéndose a la pierna- Puedo percibir que hay algo que no está bien, como dice usted- Ella sintió la mano de él sobre su rodilla.
-Entiendo, pero ¿y los horrocrux?- ella también insistió en la conversación conforme la sensación tibia iba subiendo por la cara interna de su pierna.
- Son magia diferente, objetivos diferentes. La personalidad del señor oscuro se alimentaba del miedo, del odio y era lo que buscaba producir en los sujetos con que entraba en contacto, pero también podía defenderse, como bien sabes- ella asintió. Él terminó y ella se sintió aliviada. Él le dio la espalda y ella se bajó de la mesa y se subió los pantalones
-Gracias de nuevo, señor- ella le sonrió
-Granger, sé que dije que no haría preguntas, pero a modo de prevención ¿hay alguna poción no tópica que pueda ofrecerle? ¿antiséptica, analgésica, antibiótica o….- se aclaró la garganta- abortiva?- ella se sorprendió. Él estaba preocupado y quería ayudarla. Negó con la cabeza a modo de respuesta.
-No, señor. No es necesario, el acto en cuestión no fue…- pensó en cuál era la mejor forma de decirlo y arrugó el entrecejo- consumado.
-En ese caso, avíseme si la poción para dormir sin sueños tiene o no efecto, tal vez haya otro método más efectivo, en caso de que la poción falle- Ella asintió y él le extendió su varita.
Fin del Flashback.
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