¿Qué harías para salvar a tus seres queridos? Después de que él desaparece inesperadamente, no hay nada que Bella, la esposa del fabricante de ataúdes, no haría para encontrar a su marido. Pero cuando los ataúdes comienzan a aparecer desenterrados y los rumores de un nuevo horror comienzan a rondar por las pueblos de los alrededores, Bella se da cuenta de que su búsqueda podría descubrir secretos que nunca habían sido revelados. Historia de fanficsR4nerds. TRADUCCIÓN.


Descargo de responsabilidad: Twilight y todos sus personajes pertenecen a Stephenie Meyer, esta espectacular historia es de fanficsR4nerds, yo solamente la traduzco al español con permiso de la autora. ¡Muchas gracias, Ariel, por permitirme traducir al español esta historia XOXO!

Disclaimer: Twilight and all its characters belong to Stephenie Meyer, this spectacular story was written by fanficsR4nerds, I only translate it into Spanish with the author's permission. Thank you so much, Ariel, for allowing me to translate this story into Spanish XOXO!


No encuentro palabras para agradecer el apoyo y ayuda que recibo de Larosaderosas y Sullyfunes01 para que estas traducciones sean coherentes. Sin embargo, todos los errores son míos.

La portada que acompaña esta historia es obra de Daniela Masen, ¡muchísimas gracias!

Son capítulos cortos, que serán actualizados a diario.


The Coffin Maker's Wife

By fanficsR4nerds

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Él olía a madera de pino y resina cuando trabajaba. El polvoriento aroma del aserrín se pegaba a su piel e impregnaba el aire a su alrededor. Era un aroma seguro y cálido, el olor de un duro día de trabajo, el indicio de trabajar con amor. Cuando no estaba trabajando, olía a manzanas especiadas y a brillante hidromiel. El toque de dulzura bastaba para calentar el alma cada vez que alguien se acercaba a él.

Ella olía a pan recién horneado y a hierbas de su huerto. Olía a hogar, a las comodidades y la seguridad que se encuentran entre cuatro paredes. Olía a paz y satisfacción, y todos los que se acercaban a ella tenían la sensación de la vida que creaba en su cabaña. Siempre que la necesitaban en la iglesia, se aplicaba aceite de lavanda en la piel sensible de detrás de las orejas y en las muñecas. El aceite que destilaba en su interior calmaba el aire a su alrededor, y todo a quien traía a su abrazo se hundía aliviado ante su tacto.

En los raros días en que él podía eludir su trabajo, la llevaba a su cama hasta que la habitación no olía a otra cosa que a ellos: oscura, rica, brillante y cálida. Así olía la vida en la cabaña del fabricante de ataúdes.

Él se llamaba Edward y había aprendido su oficio de su padre, que a su vez lo había aprendido de su padre.

Siempre habrá necesidad de un fabricante de ataúdes, mientras el Buen Señor nos aleje del Edén.

Los ataúdes de Edward eran hermosos, moldeados y tallados con precisión y amor. Se dedicaba a su trabajo con gran esmero, cuidando que cada ataúd quedara perfecto.

Gracias a su absoluta devoción, sus ataúdes eran conocidos en todas partes, y tanto príncipes como pobres acudían a él en busca de sus servicios.

Nunca rechazó a nadie.

Al final, el Señor nos lleva a todos, y todo hombre, mujer y niño tiene derecho a un lugar seguro para su descanso eterno.

El nombre de ella era Bella, y llevaba varios años casada con el fabricante de ataúdes, aunque quienes los conocían les parecía mucho más tiempo. Bella y Edward siempre han estado juntos. Desde los días de su infancia, crecieron el uno alrededor del otro, como enredaderas entrelazadas, creando una única y hermosa planta. Ninguna fuerza sobre la tierra podía separarlos; juntos eran un todo único.

Ella era una buena esposa, hermosa e instruida. Sus manos eran callosas y fuertes, aunque su tacto era a menudo suave. Tenía una forma de ser, un brillo en los ojos que ocultaba su verdadera inteligencia. Se dedicó a cuidar de su hogar con gran pasión y entrega, pero en el fondo de su corazón, el fabricante de ataúdes sabía que ella estaba destinada a más.

En un arrebato de incertidumbre y desesperación, una vez le preguntó por qué se había conformado con esta vida con él cuando podría haber sido mucho más.

Ella lo había estrechado entre sus brazos, había recostado contra su pecho su rostro manchado de lágrimas y le había acariciado el pelo.

Nuestro amor es más de lo que yo podría llegar a ser por mí misma, le había susurrado. Cualquier vida sin ti no es vida para mí.

Tenía una mente fuerte y un corazón blando, y cuando miraba a su marido, su amor infinito era palpable.

Vivían en las afueras del pueblo, donde tenían espacio para un gran huerto que ella cuidaba con gran devoción. Él quería darle el mundo; ella sólo quería un huerto.

Su taller era un pequeño edificio situado junto al huerto y, desde allí, observaba la satisfacción en el rostro de ella mientras trabajaba la tierra.

Llevaban una vida sencilla, pero total y completamente suya, y en eso ambos estaban satisfechos.

¿Qué más podían necesitar el uno del otro que un lugar donde descansar la cabeza por la noche, uno al lado del otro?

Nunca dos almas habían estado tan unidas como la del fabricante de ataúdes y su esposa.


¡Hola! Ariel escribió esta "carta de amor al otoño", que ha querido compartir con nosotros. Espero que la disfruten y nos hagan saber qué piensan con sus comentarios.