Año 1: Última llamada

Matthew Dashner

18 años

Distrito 6

"Cuánto te echaría a la cara lo duro de esta vara. Quién te abrazara. Te vas y de repente el tiempo se para. La vida amarga y rara.

Siempre quise ir al Capitolio. Siempre me llamaron la atención los lujos y la extravagancia. Mi padre los odiaba, decía que eran opresores y que todo lo que viniera de ellos era veneno. Primero lo decía bajito, con las cortinas echadas no fuera a ser que alguien lo viera. Luego la revolución, los días oscuros como la llaman ahora, empezó a gestarse y entonces pudo dejar de susurrar.

Ahora yo estoy aquí, en el Capitolio. Me pasean por la ciudad junto con otros once chicos y doce chicas. Vamos andando, descalzos, vestidos únicamente con túnicas rojas y encadenados los unos a los otros. Los capitolinos nos miran, nos gritan, nos tiran cosas. Somos traidores, asquerosos traidores. Algunos chicos se rebelan, les devuelven los gritos e intentan liberarse. Yo no lo hago, yo soy el único que sabe que merece esto, que de verdad es un traidor.

Mi padre pronto fue conocido en el distrito como el comandante Dashner. Mis hermanos se unieron al ejército rebelde. Querían luchar por Panem, defender lo que creían justo. Yo los odiaba. Creía que eran los responsables de todo lo malo que estaba pasando, de la guerra y de las muertes. Odiaba que la gente me asociara con ellos. Yo era leal al Capitolio y lo demostré.

El paseo de la vergüenza ha terminado. Ahora nos encontramos en un estadio en el centro de la ciudad. Se trata de una superficie de tierra redonda rodeada por gradas. Hay mas capitolinos sentados en ellas abucheándonos y lanzándonos distintas cosas. Lo están grabando por televisión, al igual que el desfile. Me pregunto qué pensaría mi padre si me viera aquí, pagando por ser su hijo, como siempre he hecho. He oído gritar su nombre en la multitud. Los capitolinos saben quién fue él y lo que hizo y me odian por ser su hijo y yo me odio también por no haberlo sido.

Nos quitan las cadenas y nos colocan en círculo. Hay armas en el centro. Las reglas son sencillas: solo uno puede quedar vivo al final. Algunos lloran, otros maldicen e insultan a los capitolinos. Para la mayoría no es nuevo eso de matar. Yo nunca lo he hecho, pero mis manos no están limpias de sangre. Nunca empuñé un arma, pero la información que pasé al bando capitolino acabó con muchas vidas, incluída la de mi padre.

Tenemos sesenta segundos antes de poder coger las armas. Si alguien se mueve antes de tiempo una mina explotará. Quizá dentro de poco mi vida acabe también. Quizá en la otra vida pueda reunirme con mi padre y pedirle perdón. Decirle que ahora lo entiendo, que ahora entiendo todo por lo que él luchaba; decirle que nunca fue un buen padre, pero que yo tampoco fui nunca un buen hijo. No creo que pueda perdonarme, yo no lo he hecho, ni perdonarle a él ni perdonarme a mí mismo. De todos modos seguramente lo sabré en sesenta segundos.

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Esta idea la tomé (con su permiso) de Alphabetta y su Reto de los 75 one shots, un fic maravilloso y altamente recomendado, como todos los de Alpha. No comenzaré narrando los días oscuros porque ya tengo un fic sobre eso: Revolución, donde por cierto, se cuenta parte de la historia de Matthew, aunque no es necesario leerlo para entender este one, creo.

La canción que me ha inspirado este capítulo es Última llamada de ZPU y me gusta porque me ha dado la oportunidad de explorar la relación tan compleja que tiene Matthew con su padre. Como sabréis si seguís Dioses y héroes, mi syot sobre el primer vasallaje de los 25, Matthew fue el primer vencedor de los juegos porque finalmente es un superviviente nato y no fue capaz de dejarse morir. Después de sus juegos pasó un tiempo odiándose a sí mismo hasta que comenzó como mentor al año siguiente y decidió dejar la autocompasión a un lado y hacer algo útil con su vida para compensar todo lo ocurrido durante la guerra.

Espero que os guste este nuevo proyecto.