TYRION
"Está vivo"
El rugido de la bestia resonó a lo lejos, como un monstruoso trueno; desde la cima de la Fortaleza Roja, su figura podía confundirse con la de un lejano cuervo, como el que había traído las palabras negras de aquella mañana.
"El bastardo está vivo"
Que poco habría de durar la frágil paz que había conseguido forjar; de que poco habían servido sus inconmensurables sacrificios. Tantas vidas perdidas, tan traiciones ejecutadas; todo en vano. Había hecho cruzar a la Reina Dragón desde el otro lado del Mar Angosto para arrasar los Siete Reinos con fuego y sangre; de las cenizas, un nuevo mundo estaba empezando a emerger; un mundo más justo; un mundo más sabio; un mundo tan frágil, que el soplido de un fantasma lo hacía temblar.
"¿Le tienes miedo a una puta muerta?"
La voz de Tywin Lannister apareció en su cabeza; desde lo de Jaime, cada vez lo hacía con más frecuencia. Recordó el sonido de la ballesta, y el hedor surgido de los intestinos de su padre; no eran sensaciones agradables, pero mantenían controlado al señor de Roca Casterly, y eso era imperioso para reflexionar con claridad.
"A una puta muerta, no", pensó Tyrion, "pero a un dragón huérfano y a un rey mendigo, quizás."
Pensar en él resultaba como recordar un viejo cuento de viejas, en la que un señor espectral regresaba de la tumba para cobrarse venganza. Imaginárselo le producía pavor; conspirando, alistando tropas, moviéndose por los reinos con sus pecados a cuestas, y con la misma determinación inquebrantable que lo había hecho famoso. Había que erradicar el problema de raíz; antes de que fuera tarde.
"Enterraste a dos reinas; ahora vas por tu primer rey. Has terminado por superarme en casi todo, pequeño hermano"
La voz de Jaime a veces se sumaba a la de su padre. Aparentemente los Lannister siempre pagaban sus deudas. No se quejaba; al menos no tenía que aguantar a Cersei.
De golpe, la puerta de la torre se abrió; un frío cortante le subió por la espalda y lo hizo estremecer. Otro recuerdo desagradable le advino a la mente; Invernalia, la noche, las catacumbas, las lápidas resquebrajándose, los muertos…
Se giró con un sobresalto hacia la entrada; al ver quién había llegado, suspiro de alivio. Solo era Bran; Bran el Roto; el Rey Bran, Primero de su Nombre. Y Podrick, que empujaba la silla de madera.
-Su Alteza-saludó el enano, con una suave reverencia.
El Rey no parecía haber cambiado nada desde el día de su coronación; los avatares de la política, del gobierno, no hacían mella en su rostro siempre impertérrito. Su adusta vestimenta calzaba perfectamente con su cuerpo delgado y pálido.
-Mi señor Mano.
Bran devolvió el saludo con su voz de seda, mientras Podrick lo conducía al centro de la habitación. Tyrion dirigió una mirada hacia su antiguo escudero.
-Ser Payne.
El Guardia Real lucía muy cambiado; su rostro se había endurecido; costaba encontrar rastros de aquella bondad que otrora lo caracterizaba. Había ganado musculatura y porte.
"Un hombre que sostiene una espada tiene dos destinos posibles; endurecerse o morir"
Otra vez la voz de lord Tywin; y esta vez, con razón.
-Señor Mano.
Pod realizó una seca reverencia hacia el enano, para luego apartarse hasta la puerta. De fondo, llegó el eco de otro feroz rugido.
"Si como Mano permito que ese monstruo destroce por segunda vez la Fortaleza Roja, terminaré agradeciendo que Tarly no me haya incluido en ese condenado libro"
Era curioso que teniendo nuevamente a Drogon sobrevolando Desemebarco del Rey, un año después del Castigo, su principal preocupación fuera la sombra de un hombre en el Norte; aunque claro, no era cualquier hombre.
-Extraños susurros han llegado hasta mí, su Majestad.
Bran asintió levemente.
-Extraños e inquietantes, presumo, como para solicitar una audiencia en privado.
"Mi Rey es sabio"
Cuando se expandiese la noticia, el Concejo Privado tal vez tuviese que podarse.
"Hoy mismo se ha quedado con un miembro menos, y seguramente pronto pierda otro"
-Mi pajaritos aseguran que una antigua amenaza para su reinado ha resurgido de las cenizas-tragó saliva; recordó el color del fuego Valyrio desplegándose en la noche; el frío del acero acariciando su cara, marcándolo para siempre-Stannis Baratheon está vivo.
El hombre de hierro; el desdichado hermano menor del Rey Robert; el asesino de su hermano menor, el Rey Renly; el que había destruido a Victarion Greyjoy en el mar, y a Mance Rayder más allá del Muro; el que había perdido el Aguasnegras; el que había apostado todo al Dios Rojo, y todo lo había perdido.
El Rey Bran cruzó las manos sobre el regazo. Aquello no pareció impresionarlo; pero claro, ¿qué podía impresionar al Cuervo de Tres Ojos?
-Tenía entendido que lady Brienne había acabado con la vida del último Baratheon en Invernalia, después de que los Bolton arrasaran a su ejército.
Tyrion miró con el rabillo del ojo a Podrick antes de contestar; el joven caballero permanecía tieso, como una estatua de mármol.
-Eso nos dijo lady Brienne, y eso creímos; pero la información que recibí hoy a la mañana contrariaba esa versión, así que decidí interrogar a la lady Comandante de la Guardia Real; y me ha confesado la verdad.
Desde el patio, le llegó el ajetreo producido por los Capas Doradas; estaban colocando escorpiones por toda la ciudad, siguiendo muy de cerca a la bestia voladora. No habían servido de mucho la última vez, pero era mejor fingir de cara al pueblo; tratar de convencerlos de que se estaba haciendo todo lo posible.
"A un león no le importa la opinión de las ovejas", masculló Tywin.
"El dragón no distingue entre unos y otros", respondió Tyrion.
-Aparentemente, lady Brienne no fue capaz de terminar con la vida del desdichado Stannis. Tal vez por compasión, tal vez por dignidad, tal vez porque era de la misma sangre que Renly…Lo dejó ir
¿Y ahora cuantos inocentes sufrirían por ese gesto de compasión?
"Tú sabes que no me importan mucho los inocentes", sonrió Jaime, "pero siempre son ellos los que sufren las miserias y debilidades de los hombres poderosos; o de las mujeres"
Los dedos del rey bailotearon sobre sus piernas inútiles; blancos y largos, le hicieron acordar a las patas de una enorme araña.
-Haber mentido en un tema tan grave amerita la inmediata detención y expulsión de lady Brienne de la Guardia Real.
Su majestad podía ser un hombre muy frío; él lo era aún más.
-Así es, mi rey, por eso la mandé a apresar de inmediato-Podrick se removió, pero no dijo nada-también he mandado a seguir a ser Davos Seaworth.
Bran aprobó las medidas con un gesto de la cabeza; se tomó un tiempo antes hablar.
-Stannis es un hombre quebrado. No creo que junte adeptos para su causa; los señores de Westeros se han pronunciado en el Concilio, y han coronado a un rey.
"¿De veras crees que una corona te da poder?"
Tyrion disfrutaba cuando la indignación de su padre no iba dirigida hacia él. Lástima que la situación fuese tan apremiante.
-Eso pensé en primer término, mi señor, pero parece que lord Stannis se ha encontrado con algo por lo que cualquier hombre quebrado mataría: una esperanza.
Fugazmente, en su mente se apareció la imagen de Theon Greyjoy.
-Aparentemente, tras su derrota en Invernalia, Stannis fue encontrado por enviados del Banco de Hierro; los acreedores confiaban en él para que les devolvieran su dinero. Estaba malherido y medio loco; lo drogaron, lo sanaron, y lo cargaron en un barco para llevarlo a Braavos.
Allí, lo pusieron en contacto con un sujeto extraño, un alquimista, antiguo maestre de la ciudadela; un tal Marwyn, a quién apodan el Mago.
"Las ratas grises", escupió Jaime con desprecio.
-Stannis estaba consumido por la rabia y la culpa; había destruido a su propio linaje. Marwyn le habló de extraños procedimientos; alquimia y magia de sangre. Aparentemente, lo ha convencido de que…de que es posible traer de vuelta a su pequeña hija.
Bran mantuvo el rostro de piedra.
-El cuerpo fue quemado.
Otro rugido a lo lejos. Tyrion miró hacia la ventana; Drogon planeaba sobre las costas del Aguasnegras; ¿acaso Lord Stannis tendría su revancha?
-Así fue, su Alteza. Pero este Marwyn ha convencido al Baratheon de que es posible recrearlo. Necesita un gran sacrificio: la vida de un rey.
El rey Stark se giró hacia su guardia real.
-Ser Payne, será mejor que ordenemos la captura inmediata de ser Davos; tendremos que conseguir un nuevo Maestro de las Mareas.
Podrick realizó una marcial reverencia y salió de la habitación.
-No importa si lo de Marwyn es real o no; lo que importa es que Stannis lo cree. Tiene la chance de redimirse, de recuperar a su hija, y de paso, conquistar los Siete Reinos.
Bran sonrió.
-Las cosas que hacemos por amor.
"¿Qué estaría dispuesto a hacer yo para recuperar a Tysha? ¿O a mi hermano?" Una parte de sí deseaba que lo de Marwyn fueran puras patrañas; porque de lo contrario, tal vez ya no le quedaría nadie por traicionar.
-¿Sabemos dónde está Stannis en este momento?
Tyrion miró hacia abajo; si había algo capaz de conmover al rey, esa tarde probablemente lo averiguaría.
-Mis pajaritos afirman haberlo visto por última vez en el Reino del Norte, su Majestad; pero también tengo reportes de visitas recientes a las Islas de Hierro y a Dorne.
Cuando el pajarito del sur le había susurrado la aparición de una figura conocida en Lanza del Sol, hacía seis meses atrás, se había reído con gracia; quizás ya estaba agotado de lidiar con muertos.
-¿La lealtad de los hombres del hierro y los dornienses está en duda?
El enano esbozó una mueca.
-Stannis les ha ofrecido lugares importantes en caso de un eventual gobierno; afirma contar con el respaldo del Banco de Hierro, que viene con cinco mil espadas mercenarias comandadas por un experimentado general que sirvió en su momento a la Reina Dragón: Daario Naharis.
Otro hombre que deseaba verlo muerto; la lista era interminable.
"La gente piensa que eres aún menos honorable que yo, pequeño hermano; ¡toda una hazaña!"
-Habrá que estrechar lazos con mi hermana-dijo el rey, con su voz de témpano-acercarnos a los norteños; podemos agitar el fantasma de los Greyjoy.
Tyrion suspiró.
-Al parecer, lord Stannis se nos ha adelantado. Según mis contactos en el Norte, ha llevado una propuesta de matrimonio a la Reina Sansa.
Bran esbozó una suave sonrisa.
-Sansa nunca aceptaría a un hombre como Stannis Baratheon; no después de sus experiencias matrimoniales.
El enano devolvió la sonrisa; era amarga, casi como una mueca de dolor.
-Stannis no se ha ofrecido a sí mismo, Alteza; recuerde que hay otro Baratheon vivo.
Por primera vez desde que había iniciado la conversación, Bran arqueó una ceja.
-¿El señor de Bastión de Tormentas?
El reinado de Robert había terminado por culpa de bastardos Lannisters; tenía cierta gracia que un bastardo Baratheon pudiese poner en jaque todo lo que había construido.
-Es un Baratheon legalmente, señor; la Reina Daenerys lo reconoció cuando le otorgó las tierras de la tormenta.
Bran se llevó una mano a la barbilla.
-¿Podemos confiar en lord Gendry?
Tyrion meneó la cabeza.
-Hasta donde sabemos, no nos ha traicionado; pero la oferta es sumamente tentadora; no veo cómo podríamos igualarla.
El buen tío Stannis le ofrecía los Siete Reinos y las piernas abiertas de Sansa Stark; una oferta mucho más seductora que un puesto en el Consejo Privado al lado de Samwell Tarly y el Gnomo.
-Sansa no tiene motivos para meterse en semejante conspiración; ha logrado lo que quiso: la independencia del Norte. Los norteños no quieren tener nada más que ver con los asuntos del Sur.
"Estúpido", declaró Tywin; y su hijo estaba de acuerdo.
-Sansa Stark, mi Rey, aprendió lo que sabe de mi hermana y de Meñique; estoy seguro de que los recuerda bien a ambos. No eran personas que se contentaran con lo que tuvieran. Los norteños saben que estamos vulnerables; saben que en el Sur hay tierras ricas para conquistar y repartirse; saben que si los Siete Reinos se unen de nuevo, esta vez será bajo sus términos, con una soberana de su cuño.
Otro rugido; exclamaciones de terror llegaron desde las calles. La bestia sobrevolaba la ciudad; lejos de los edificios, pero eso no iba a dejar tranquilos a los habitantes de Desembarco del Rey.
-¿Con qué fuerzas contamos de manera segura?-quiso saber el rey.
Tyrion se sentía como en los días previos a su juicio, tras la muerte de Joffrey.
-Aguasdulces, el Nido de Águilas, Altojardín.
"Esperemos que Bronn no se asuste de Stannis como se asustó de la Montaña", comentó Jaime, socarronamente.
Bran se recostó en la silla de ruedas.
-¿Qué curso de acción sugiere tomar, mi señor Mano?
Iba a tomar mucho vino aquella noche.
-Lo primero es quitar del juego a lord Gendry-sintió que la gargante se le secaba-no hay forma de empardar la oferta que le hará su tío; debemos…sacarlo de juego de forma definitiva y discreta. Y hacerlo rápido.
El rey entrecruzó sus dedos arácnidos.
-Creo que es la mejor opción; ¿y qué más? ¿De dónde podemos obtener nuevos aliados? Supongamos que designamos a un señor leal a cargo de Bastión de Tormentas, aún debemos enfrentar las fuerzas de Dorne, las Islas de Hierro, el Norte, los mercenarios y el Banco de Hierro.
Tyrion desvió la mirada.
-La solución al problema del Norte, está en el verdadero Norte.
Había leído alguna vez, en algún pesado libro escrito por algún sabio de la Ciudadela, que la historia siempre se repetía; una vez como tragedia, otra como farsa.
-Estás hablando del nuevo Rey Más Allá del Muro.
Había que tener mucho cuidado ahora; estaba de nuevo en las celdas del cielo; si no estaba atento, caería por el barranco.
-Aegon Targaryen VI, o como lo conocen por allí, el Rey Cuervo. Debe darle el indulto, su alteza; prométale el Norte. Gáneselo como aliado. Agréguele un problema a sus enemigos; los que odiaban a Jon Snow ya están en su contra de cualquier manera, pero con esto podría dividir a los norteños.
La figura del vengador de la Boda Roja seguramente aún despertaba simpatías entre muchas casas arriba del Cuello.
-He escuchado extraños rumores sobre el Rey Cuervo-afirmó Bran-he oído que ha perdido la cabeza; que se la pasa más tiempo en la piel de su lobo que en la propia; que se comporta como bestia estando en forma humana; he escuchado de rituales a la luz de la Luna; rituales oscuros frente a los arcianos; he escuchado que algunos lo llaman el Rey…
Las palabras parecieron escaparse de la boca de Bran; Tyrion las completó, con un escalofrío.
-El Rey de la Noche. Sí, yo también lo he oído, su Alteza; aun así, lo necesitamos como aliado.
Bran movió las ruedas de la silla; con un incómodo crujido, el artefacto se desplazó sobre el suelo. El rey se arrimó hasta la venta; el cielo sobre la capital se había tornado gris.
-Dime, Tyrion, ¿Sam ha terminado su libro?
El enano arqueo una ceja; la pregunta lo había descolocado.
-No, mi señor. Dice que es incapaz de darle un final satisfactorio.
Entonces, Bran hizo algo que parecía imposible: lanzó una carcajada. Fue un sonido extraño, casi antinatural; como si el rey no fuese capaz de manifestar felicidad genuina.
-Creo que podemos solucionarlo.
Tyrion se arrimó hacia la venta; a lo lejos, observó que Drogon había dejado de dar vueltas en círculos. Las enormes alas negras se desplegaban hacia una dirección; la Fortaleza Roja.
"¿Esto sintió Cersei?", se preguntó Tyrion, al notar que el estómago se le volvía del tamaño de una nuez.
-Stannis, Sansa, el Banco de Hierro, Gendry; todos instrumentos. Instrumentos del titiritero.
Tyrion volteó hacia su rey.
-¿Titiritero?
Un brillo extraño relució en los ojos de Brandon.
-Marwyn; viene por mí, por el Cuervo de los Tres Ojos. Sabe quién soy; pero yo también.
Un escalofrío recorrió la espalda de Tyrion; repentinamente, tuvo deseos de estar en cualquier otro sitio.
"Eres un Lannister", le recordó su padre.
-¿Usted…usted conoce a Marwyn?
Brandon sonrió; era como si alguien hubiese dibujado en su cara con una espada.
-Soy el Cuervo de los Tres Ojos; estaba enterado de todo lo que me dijiste. Es muy difícil guardarme secretos.
Gotas de frío sudor le cayeron por la espalda.
-¿Sabía…sabía lo que le iba a contar…?
La sonrisa lunática del rey se ensanchó.
-He sabido todo lo que iba a pasar desde hace mucho tiempo; solo tenía que darme cuenta.
Tyrion sentía que le faltaba el aire.
-¿Desde cuándo…?
El dragón se acercaba cada vez más.
-Siempre fui bueno para escalar; el caos es una escalera, y yo la escalé. Mis alas cubrirán Westeros, y mi tercer ojo lo vigilará por siempre.
Drogón estaba casi sobre la fortaleza; Tyrion vio los ojos del monstruo, completamente blancos. No estaba seguro de por cuanto podía contener el estómago.
-¿Bran…?
"Tysha, Shae, Jaime, Bronn, Varys; que alguien me saque de aquí"
El rey lo miró; en su frente, un tercer ojo refulgía como una llama en la oscuridad.
-Bran nunca sobrevivió a la caída.
FIN
