Lo siguiente que supe fue que Carly salió furiosa de casa. No sabía que era lo que ocurría, así que bajé a investigar. Una vez en la calle, solo alcancé a ver que Carly estaba dentro de su auto y le arrancó la pata a un conejo de peluche, la cual le entregó a Sam antes de marcharse. No sé si esto califique como una ruptura. En caso de que lo sea, no tengo ni la menor idea de que debería decirle. Simplemente me quedé callada.

Simmons se acercó a Sam y le dio una palmada en la espalda mientras decía algo a lo que no presté atención por voltear en dirección al sonido de unos motores. Dino y Sideswipe habían llegado cómo si hubieran recibido el aviso de que pretendíamos movilizarnos. Por una parte sentí alivio, la protección extra no me molesta en esta situación, aunque la otra parte de mí estaba nerviosa respecto a todo esto.

Traté de despejarme y no le di más vueltas al asunto. Me dirigí a la limusina de Simmons junto a los demás, él se sentó en medio mientras que Sam y yo nos colocamos a cada lado. Personalmente prefería observar por la ventana. Dutch entró en el asiento del conductor y tomó el volante. Los tres Autobots que nos acompañaban siguieron a la limusina desde atrás en una formación de escolta.

La verdad es que me encontraba bastante desconectada de todo. Solo veía el paisaje con el viento que entraba por la ventana golpeando mi rostro.

—Una misión en busca de dos misteriosos cosmonautas rusos —comentó Simmons con gracia—. Nada cómo conducir un Maybach. Los alemanes sí saben hacer autos.

Negué con la cabeza y sonreí discreta. Ahora que tiene dinero le gusta presumir. Pero está bien, al menos puedo decir que viajé en un buen auto.

Seguimos avanzando durante varios kilómetros hasta que paramos frente a un extraño edificio. Dutch comenzó a sacar un montón de equipo de espionaje para monitorear a las personas que entraban y salían. Estuvimos estacionados un buen rato, por un momento creí que este plan no funcionaría.

—¡Bingo! —Dutch extendió una mano fuera del vehículo para señalar a un hombre que iba acompañado de una mujer—. Lo identifiqué.

—Eres un pastor alemán, Dutch —lo felicitó Simmons—. Niña, atrápalo.

—¿Qué? —volteé de inmediato a verlo.

—Al hombre —remarcó cómo algo obvio—. ¿Puedes hechizarlo para que entre al maletero? —lo observé escéptica hasta que hizo un movimiento con la mano—. Olvídalo. Nosotros entraremos por él, pero tendré que recurrir al lenguaje internacional.

Todos bajamos del auto y Simmons aprovechó para sacar una pistola de la cajuela. Preferí no preguntar al respecto. Seguimos el camino por el cual se había ido aquél hombre, era un callejón que fácilmente podría ser de mala muerte. De nuevo decidí no comentar nada y solo caminé detrás, pronto nos encontramos una puerta reforzada. Sin miedo a recibir una bala, Simmons se plantó frente a la entrada y golpeó varias veces. La ventanilla se deslizó, mostrando la mitad superior del rostro de un hombre al que le dijo algo en un idioma distinto. Él portero se burló y le cerró en la cara.

—Grandioso —me quejé rodando los ojos.

—¿Sí? Pues ve esto —guiñó un ojo bastante confiado y volvió a golpear. La ventanilla volvió a abrirse pero, en lugar de decir otra tontería, Simmons le mostró un billete.

El hombre del otro lado sacó una mano para tomar el dinero y después nos permitió el acceso. La música llegó a mis oídos en cuanto se abrió la puerta. Ingresé temerosa de lo que podría haber allá adentro. La ambientación y las personas que estaban aquí me pusieron más nerviosa. Esto era una especie de bar y no creo que uno bueno precisamente.

Es mi primera vez en un sitio así, no sabía qué hacer por lo que procuré quedarme cerca de Sam en una de las esquinas. Mientras tanto, Simmons y Dutch avanzaron hacia la mesa en dónde un grupo de personas reían.

—Dutch, dame algo fuerte —le ordenó Simmons.

Dutch obtuvo un diccionario de su bolsillo y buscó nervioso entre páginas. Tras unos segundos encontró algo que pronunció dudoso.

—Hablamos su idioma —el hombre al centro de la mesa sonó molesto.

—Dutch, idiota —dijo Simmons volteando a verlo sobre el hombro.

—¡Pero eso es cirílico! ¡Un alfabeto! —intentó defenderse—. Es cómo los botones que nunca presionas en la calculadora —siguió diciendo, pero Simmons ya se había alejado para tomar asiento en la mesa—. No soy un idiota.

—Hará que nos maten a todos —le susurré a Sam.

—Este es nuestro único plan —respondió no tan convencido.

Suspiré decepcionada y me dediqué a inspeccionar el bar con la mirada en lo que Simmons hablaba con los supuestos cosmonautas. En eso me sentí observada, traté de buscar la razón y la encontré a no más de un par de metros. Uno de los meseros estaba recargado en la barra mirándome fijamente, su expresión seria me dio un mal presentimiento. Cuando quise advertirle a los demás, todos ya estaban alzando la voz y levantándose de sus asientos.

De un segundo a otro, la gente del bar nos estaban apuntando con armas, no tuvimos más opción que poner las manos en alto como una señal de que no queríamos pelear. Un hombre empujó a Sam y estando en el suelo le apuntó justo a la cabeza. Me asusté demasiado. Quise intervenir pero, antes de que tan siquiera me moviera, sentí una presencia detrás de mí. Lentamente giré, frente a mí estaba el mesero de antes sonriendo con superioridad mientras me apuntaba.

Perfecto.

—Sí, ¿Qué podría salir mal? —pregunté retóricamente.

Di un salto al escuchar un disparo contra un objeto de cristal, tras el estallido hubo gritos de una mujer y luego Dutch enloqueció. Él sacó otra pistola y empezó a amenazar a todos. Simmons le gritó palabras en ruso tratando de calmarlo. No fue hasta varios intentos después que Dutch finalmente tiró las armas al suelo.

—C-Cuanto lo siento, era mi yo anterior —se disculpó apenado.

—Ahora todos vamos a calmarnos —les pidió Simmons—. Bajen la ira, bajen las armas. Relájense. La guerra ya terminó.

Por primera vez, algo de lo que dijo funcionó. Poco a poco la gente fue bajando sus armas. Pude respirar tranquila sabiendo que ya no tenía el cañón de un arma a cinco centímetros de la cabeza.

El pequeño altercado consiguió que los dos cosmonautas se interesaran en nosotros, por lo que nos llevaron a la parte trasera del bar para hablar en privado. Era una habitación polvorienta, pero en ella tenían escondidos los registros sobre la misión espacial que necesitábamos. Se sentaron alrededor de una mesa y pusieron los documentos encima para contarnos lo que sabían.

—Norteamérica primera en enviar hombre a la luna, pero Rusia primera en enviar cámara —habló con un notorio acento ruso—. En 1959, nuestra Luna 3 sacó fotografías del lado en las tinieblas. No se veía nada —confesó, haciendo una corta pausa—. En 1963, Luna 4 saca...

—Extrañas rocas —el otro hombre tomó la palabra—. Rodeaban la nave. Se contaban por cientos —dicho eso, nos ofreció las fotografías que sostenía su mano—. Miren.

Sam recibió las fotografías y yo que estaba a su lado no pude evitar dar un vistazo, gracias a eso reconocí las formas en una de las imágenes y se la quité de las manos.

—Estos son los pilares que llevaron a la base —dije bastante segura—. Lo recuerdo perfectamente.

—Sí, yo también creo haberlos visto. Son los que conforman el puente espacial —comentó Sam pensativo—. Lo sabemos porque los Autobots tienen cinco —les explicó a los dos hombres.

—Pero aquí hay cientos —volví a señalar la fotografía—. ¿El resto desapareció?

—Los Decepticons debieron arrasar la nave —propuso Simmons—. Mucho antes de que Apolo 11 llegara.

—Y ocultaron los pilares después de llevárselos... —murmuré, tratando de atar los cabos sueltos—. ¿Para qué dejaron cinco? Dudo que los hayan olvidado, es casi como una carnada.

—No olvides a Sentinel —agregó Sam—. Es el único que puede usarlos y también lo dejaron.

—Es obvio que lo necesitan —respondí confundida. Esto no tenía sentido—. Sam, algo está muy mal.

—También lo presiento —asintió mirándome—. Tenemos que irnos ya —se levantó de su silla y con una reverencia agradeció a los hombres. Su mano se colocó en mi hombro para hacerme caminar, cosa que obedecí con inquietud—. Hay que ver a Sentinel y poner a todos a salvo.

—Espera, no creo que eso sea una buena idea —le dije insegura—. Es que... ¿No te parece sospechoso?

—¿Quién? ¿Sentinel? —no fui capaz de responder a su pregunta, pues sé que debe sonar absurdo para cualquiera—. Lo raro es que lo hayan dejado.

—¿Y si era una trampa? —sugerí desesperada.

—Puede ser —tuve una ligera esperanza de que Sam hubiera entendido mi mensaje—. Era cuestión de tiempo para que los Autobots fueran a buscarlo —se dijo convencido—. Y solo Optimus podía reactivarlo con la energía de la Matriz de Liderazgo. Eso significa que Sentinel es la clave.

—No es a lo que me refería —susurré, pasando completamente desapercibida.

—Tenemos que darnos prisa —Sam aumentó la velocidad de sus pasos conforme nos acercábamos a la puerta—. ¿Tienes con qué comunicarte? —le di un rápido asentimiento—. Avísale a Optimus que nos alcance en NEST. Yo le avisaré a la Directora Mearing que vamos hacia allá.

—¿Qué? —soné más tonta de lo que hubiera querido—. No, avísale tú.

—No estoy bromeando —aclaró serio, a lo que yo también puse una mirada seria para indicarle lo mismo—. Ustedes trabajan juntos, ¿Cuál es tu problema?

—¡Ninguno! —caminé más rápido para salir de ahí—. Yo le avisaré a la Directora. Tengo algo que decirle personalmente.

Al llegar a la calle corrí de prisa al vehículo que estaba más cerca y subí. Necesitaba estar sola un momento, siento que estoy volviéndome loca persiguiendo a un robot anciano que tiene la posibilidad de ser inocente. Lo que vi fue real, pero entonces no entiendo cómo es que Sentinel es en realidad un peón de los Decepticons.

¡Maldición!

Solté un sonoro suspiro de frustración y golpeé mi frente contra el tablero del auto. El dolor físico no se compara con este enredo mental.

—¡Hey, no dañes mi interior! —escuché gruñir a alguien. Levanté la cabeza y busqué al dueño de la voz—. Por aquí, niña —esta vez fue evidente que la radio habló. Entonces me tomé el tiempo de examinar el auto y darme cuenta que estaba en Sideswipe.

—Recogeremos a Sentinel y lo llevaremos a NEST —avisé sin entusiasmo—. Así que andando.

—Enterado —respondió al tanto—. Ahora baja y ve con Bumblebee.

No hubiera tenido ningún problema en hacer lo que me pidió, pero era precisamente esa razón por la cual decidí hacer lo contrario. Me estiré para alcanzar el cinturón de seguridad y me lo coloqué.

—Lo siento, ya me abroché —escuché un gruñido que me hizo sonreír victoriosa.

—No vayas a tocar nada —me advirtió antes de encender el motor.

Mi mano viajó hacia un botón que estaba encima del retrovisor y lo presioné sin importarme lo que era. El techo del auto se retrajo hasta guardarse. Eso ocasionó otro gruñido que ignoré para disfrutar el viento entrando con libertad por la parte descubierta.

De camino a recoger a Sentinel me surgieron más y más preocupaciones. No podía verlo sin recordar todo lo que me dijo, definitivamente no me da buena espina. Quise dejar de lado mis sospechas y concentrarme en el presente. Saqué el radio que me entregaron para poder comunicarme. Espero no arrepentirme de esto.

—Directora Mearing, soy Grace Witwicky. ¿Me copia? —el sonido de la estática, sumado al ruido de los autos pasando, hacían complicado escuchar con claridad pero continué—. Escuche, recogimos a Sentinel y nos dirigimos a NEST. Creemos que los Decepticons lo necesitan a él porque es el único que puede usar los pilares. Ellos ya tienen cientos.

—Niña, ¿De qué estás hablando? No tienes permitido abandonar la base, ¿Lo sabías? —su pregunta fue suficiente para saber que estaba del otro lado de la línea. Así que seguí.

—Mire, si algo tenemos en común usted y yo es que no confíamos tan fácilmente —tragué saliva, preparándome para lo siguiente—. Es posible que Sentinel sea un traidor —lancé una mirada hacia el mencionado, estaba conduciendo lo suficientemente lejos cómo para oírme—. Solo necesito una oportunidad de probar que no miento.

La Directora se quedó en silencio por un largo rato, lo cual me puso más nerviosa de lo que ya estaba.

—Una oportunidad —dejó muy claro—. Si te equivocas, olvídate de que vuelva a confiar en una sola palabra tuya y te confinaré en la base hasta nuevo aviso.

Y ella cortó la transmisión sin ni siquiera una despedida. Supongo que eso estuvo bien.

—Que buena charla —traté de animarme. Al menos pude respirar relajada por un instante. Mi conciencia se sentía tranquila sabiendo que hice el esfuerzo.

—¿Eso es cierto? —La voz de Sideswipe sonó tan repentinamente que me llevé un susto. Casi olvido que estaba aquí—. ¿Acusas a Sentinel de ser un traidor?

—No te preocupes, si mi presentimiento falla él no tiene nada que temer.

—No quería decirlo pero... —comentó titubeante—, vi cuándo ustedes dos hablaron.

—Eres muy entrometido —una sonrisa se me escapó—. Solo sigamos el plan y veamos qué ocurre.

El sonido de unas sirenas me puso alerta. Miré por el retrovisor y noté que tres camionetas negras venían detrás de nosotros. Una de las Suburban se pegó al auto de Simmons quién se había asomado a través del techo en el momento menos oportuno. La camioneta se transformó relevando que era un Decepticon y saltó para tomarlo, después lo lanzó por los aires varios metros.

—¡Simmons! —lo llamé, tratando de girar en el asiento. Tal vez podía detener su caída.

—Nos están persiguiendo —el cinturón se ajustó tanto que me fue imposible levantarme.

—¡¿Tú crees?! —grité sarcástica. Por más que traté de patelar y retorcerme, nada fue útil para liberarme—. ¡Detente, puedo ayudarlo!

—Es tarde —el motor rugió con fuerza y aceleró aún más.

El resto de las camionetas también se transformaron para comenzar a correr por la carretera derribando letreros y volcando a los automóviles que transitaban. Los Decepticons corrían tan aprisa que el pavimento bajo sus pies se desprendía. Los teníamos pisandonos los talones.

—¡Nos está alcanzando Depredador!

—¿Quién?

—¡Solo acelera!

Haciendo caso omiso, Sideswipe disminuyó la velocidad de golpe al igual que Dino y Bee, eso le dió la oportunidad a los Decepticons de saltar sobre nosotros. Las posiciones habían cambiado, ahora eran ellos quiénes iban al frente. Bee y Sideswipe abrieron fuego manteniendo su modo vehicular, aún así lograron herir a uno. Fue entonces que Dino se transformó y dio un gran salto para lanzar un par de ganchos con los que atrapó al Decepticon herido.

—¡Te tengo! —vitoreó riendo.

Dino lo sostuvo y Bee disparó hasta que el Decepticon finalmente cayó derrotado a un lado de la carretera. Los dos que quedaban empezaron a lanzarnos autos y todo lo que se atravesara en su camino, incluido un camión que cargaba con minas de gas. Los tanques obstruyeron la carretera, algunos volaron por los aires. Bee tuvo que arrojar a Sam para poder saltar y evadir la mayor cantidad posible. Todos los demás se dirigían hacia nosotros.

—Al diablo las reglas —pronuncié harta de observar.

Con poner una mano al frente nuestro camino se despejó cómo si una ráfaga de aire hubiera pasado por ahí. Tuve cuidado de que las minas no golpearan a otros vehículos y empujé a lejos algunos de ellos para ponerlos fuera de la zona de peligro. En el proceso escuché un grito ensordecedor de Sam, me apresuré a buscarlo y vi que acababa de caer nuevamente dentro de Bee. Nos detuvimos frente a ellos al llegar al otro extremo de la avenida. Sam dejó de gritar para poder recuperar todo el aire que se le escapó.

—Vamos a NEST —me dijo a través de la ventana.


Una disculpa por la demora a quienes todavía están por aquí leyendo esto :C

La buena noticia es que tengo preparados los capítulos que faltan para terminar la tercera película, espero irlos subiendo estos días jeje :D