6.- Cena con los Malfoy


Madre: desconocida

"Mother: unknown"

De HufflepuffMommy

Alfa-Bet-eado


El sol de la mañana salió sobre el Océano Atlántico y el cielo oscuro se tornó en distintos tonos de rosa y naranja. El agua reflejaba los colores y se intensificaban a medida que el sol ascendía.

Con una taza de té humeante, Hermione observó el amanecer desde su porche, con las piernas dobladas debajo de ella mientras se sentaba en la pequeña silla de mimbre. Aunque su porche estaba lejos del agua, todavía le brindaba una vista decente.

Los últimos días habían sido a la vez ocupados y gratificantes. Había comenzado su trabajo en Sherman's y al instante asumió el rol de gerente, trabajando junto a los propietarios.

¿Qué mejor manera de aprender que haciéndolo? La señora Curtis se lo había dicho y Hermione estuvo de acuerdo.

Aprendió a trabajar con los registros, crear y actualizar hojas de cálculo, aprendió sobre los diferentes proveedores, los horarios de los empleados, cómo completar pedidos y mucho más.

Estaba agotada al final de cada día, pero al mismo tiempo, se sentía increíblemente feliz.

Era sábado y su primer día libre en cuatro días. Planeaba relajarse y disfrutar de su té por un rato y luego ir a la ciudad a hacer algunos recados.

Shakespeare ululó desde un árbol cercano y voló hasta posarse en la barandilla.

—¿Que tengas una buena noche de caza? —Hermione le preguntó a la lechuza mientras extendía la mano para pasar la mano por sus plumas. Él ululó suavemente en respuesta.

Él se había encariñado con ella rápidamente, pensó, una vez que se dio cuenta de que no lo iba a mantener en una jaula. Ella todavía no lo había usado para entregar cartas, en lugar de eso quería ganarse su confianza primero, pero pensó que tal vez era hora de probarlo. Tenía una carta para Harry y Ginny que escribió el día anterior, contándoles todo sobre su nuevo trabajo.

Había dejado a Malfoy y su inminente cena fuera de la carta por ahora. No estaba segura de si quería que alguien supiera dónde estaba y quería respetar su privacidad, especialmente porque no sólo se refería a él, sino también a Lyra.

Por razones que no podía identificar, Hermione se sentía protectora con Lyra, y si Draco no quería que nadie supiera dónde estaba, entonces ella lo honraría.

Shakespeare comenzó a dormitar en la barandilla y Hermione le sonrió cuando finalmente estiró las piernas y se puso de pie.

—Descansa, Shakespeare —dijo en voz baja—. Tengo una carta que enviar esta noche y es un viaje bastante largo.

El búho ululó en respuesta y luego regresó al árbol como antes.

Hermione estiró los brazos mientras caminaba de regreso a su casa, dejó su taza en el fregadero y luego subió las escaleras para prepararse para su día.


Huevos. Leche. Polvo de cacao. Azúcar. Harina.

Recitó mentalmente la lista de ingredientes mientras caminaba por el pasillo del supermercado, recogiendo lo que necesitaría para hacer el pastel de chocolate que le había prometido a una niña que llevaría a cenar esa noche.

Supuso que podría haber tomado el camino fácil y comprar un pastel prefabricado, o incluso conseguir una mezcla de caja que solo necesitaba tres ingredientes, pero decidió hacerlo desde cero. Esa era la forma en que su madre solía hacerlo, aunque habían pasado años desde que Hermione horneaba mucho. Si era honesta consigo misma, sentía sobre todo curiosidad por recordar cómo hacerlo. Si todo lo demás fallaba, siempre podía comprar un pastel antes de ir a casa de los Malfoy.

Mientras Hermione conducía a casa, se sorprendió al descubrir que no estaba nerviosa por unirse a ellos para cenar. Habían pasado años desde que había visto a Malfoy, pero no se sentía indecisa en lo más mínimo. Después de todo, ambos habían crecido. Y su hija era adorable. Nadie con una niña así podría seguir siendo el imbécil monumental que había sido en Hogwarts, o al menos eso esperaba.

Una vez en casa, juntó todos los ingredientes y los colocó sobre la encimera. Tamizó la harina, midió el azúcar y rompió los huevos. El proceso volvió a ella como si fuera memoria muscular.

Mientras el pastel estaba en el horno, Hermione se dedicó a hacer el glaseado de crema de mantequilla, también chocolate, así como el relleno, que consistía en fresas frescas en rodajas combinadas con crema batida casera, su favorita.

Una vez que el pastel terminó de hornearse y se enfrió, añadió el relleno y comenzó la tarea de glasearlo. Como toque final, añadió tres fresas grandes encima, una para cada una de ellas. No utilizó ni una pizca de magia y estaba orgullosa de los resultados.

Miró el reloj y descubrió que necesitaba salir en breve. Con un chillido de sorpresa, Hermione corrió escaleras arriba para darse una ducha rápida; no sería bueno terminar cubierta de harina y oliendo a chocolate.


Una hora más tarde, Hermione se detuvo frente a la casa de Malfoy. Al salir de su vehículo, escuchó una risa profunda desde el porche. Levantó la vista y encontró a Draco apoyado contra el marco de la puerta, con los brazos cruzados libremente sobre el pecho.

—¿En serio, Granger? ¿Podrías ser más Gryffindor con ese odioso auto rojo?

Hermione plantó sus puños en sus caderas.

—Para tu información, he querido un vocho rojo desde que era niña, mucho antes de que me seleccionaran, muchas gracias.

Draco se rio de nuevo y levantó las manos en señal de rendición.

—Mis disculpas.

Una cabellera rubia y rizada miró alrededor de Draco y el rostro de Lyra se dividió en una enorme sonrisa.

—¡Señorita Hermione! ¡Finalmente está aquí!

Lyra bajó las escaleras para saludarla.

—¡¿Este es tu auto?! Me gusta lo rojo que es.

Hermione no pudo evitar mirar a Draco y le dedicó una sonrisa de complicidad antes de volver a mirar a Lyra.

—Gracias, a mí también.

Hermione abrió el lado del pasajero y tomó el contenedor que contenía el postre.

—Traje pastel de chocolate, según lo solicitado.

—¡Hurra! —Lyra saltó de emoción.

—Está bien, Lyra. Deja que la señorita Hermione entre —dijo Draco, divertido por el entusiasmo de su hija.

—Vamos. —Lyra agarró la mano libre de Hermione y la empujó hacia la casa—. Papá se aseguró de que recogiera todos mis juguetes antes de que vinieras e incluso usó magia para limpiar para que no pensaras que vivíamos como unos vagos.

—Lyra. —Draco se pellizcó el puente de la nariz.

Hermione se rio y susurró mientras pasaba a su lado.

—Ella es adorable.

—Lo es —murmuró, siguiéndolos y cerrando la puerta—. ¿Quieres una copa de vino? Tengo un Merlot respirando en la cocina ahora mismo. ¿O si lo prefieres, una botella de vino hecho por los elfos que guardo para cuando mi madre me visita?

Hermione apenas tuvo tiempo de pedir el vino elfo antes de que la arrastraran hacia el interior de la casa.

La sala de estar era acogedora, con paredes color crema, cortinas azul oscuro y un sofá de cuero color chocolate con dos mesas auxiliares a cada lado. Las paredes tenían fotografías enmarcadas, en su mayoría de Lyra, pero algunas contenían a Draco también. La sala de estar estaba al lado de la cocina abierta y el comedor para que Draco pudiera ver a Lyra en cualquier lugar dentro del primer piso, lo cual tenía sentido para los padres de un niño pequeño.

En general, la casa se sentía luminosa y aireada y Hermione no pudo evitar sonreír.

Mientras Lyra señalaba su lugar favorito para colorear y dónde le gustaba leer a su padre, Draco salió de detrás del mostrador de la cocina con dos copas de vino y le entregó una.

—Gracias —dijo, tomando un sorbo y mirando a su alrededor una vez más mientras Lyra salía corriendo—. Tu casa es preciosa.

—Gracias. Mi madre me ayudó a decorar cuando llegué aquí. Pero no ha cambiado mucho desde entonces, excepto la habitación de Lyra, que pasó de ser una guardería a una habitación para niños pequeños, a una habitación para niños grandes... Todo demasiado rápido para mi gusto.

—Me imagino —dijo Hermione con una sonrisa, tomando otro sorbo de su vino—. Los niños tienden a crecer bastante rápido. ¿Cuántos años tiene ella?

—Cumplió seis años en marzo, pero si le preguntas, tiene seis años y medio.

Lyra regresó con un trozo de papel en la mano y lo blandió hacia Hermione, agitándolo en su cara con entusiasmo.

—Hice esto para ti. ¡Mira! ¡Estamos papá, yo y tú! —dijo con orgullo.

Hermione tomó el dibujo y sonrió a las tres personas tomadas de la mano bajo un arcoíris.

—Es hermoso —dijo con sinceridad—. Voy a ponerlo en mi refrigerador tan pronto como llegue a casa.

La sonrisa de Lyra sólo se hizo más amplia, satisfecha consigo misma. Luego se volvió hacia Draco.

—Papá, ¿ya te disculpaste con la señorita Hermione?

Hermione frunció el ceño y miró entre padre e hija.

—¿Disculparse? ¿Por qué?

Lyra resopló y se cruzó de brazos.

—Porque era un matón contigo en la escuela —dijo, como si fuera la cosa más obvia del mundo.

Hermione le dio a Draco una mirada curiosa.

—¿Tú... le dijiste eso?

Su barbilla se hundió brevemente en un gesto de asentimiento.

—Lo hice.

Ella continuó mirándolo mientras él se volvía hacia Lyra.

—Princesa, ¿puedes ir a poner la mesa mientras hablo con la señorita Hermione?

—Está bien. Voy a hacer que se siente a mi lado, señorita Hermione, papá dijo que estaba bien.

Cuando Lyra se dirigió a la cocina, Draco le hizo un gesto con la cabeza a Hermione para que lo siguiera mientras él se sentaba en el sofá.

Una vez que ambos estuvieron sentados, el mago rubio se pasó una mano por el cabello.

—Mira, siempre me he propuesto ser lo más honesto posible con Lyra. Entonces, cuando me preguntó si tú y yo éramos amigos en la escuela, le dije la verdad: que me criaron para pensar que los nacidos de muggles eran menos que los sangre pura y fui malo y te traté horriblemente por eso.

—Y... ¿ya no lo haces? —Hermione preguntó con curiosidad.

Sacudió la cabeza mientras miraba fijamente su copa de vino.

—No. No había pensado eso por un tiempo, honestamente, no cuando eras claramente la bruja más inteligente de toda esa escuela.

Hermione ocultó su sonrojo tomando un sorbo de su bebida.

—Si no te conociera, pensaría que simplemente me felicitaste.

Draco sonrió antes de girarse hacia ella y mirarla seriamente

—Por cierto, lo siento. Por ser tan imbécil contigo en Hogwarts. Eso no podría haber sido fácil, lidiar con saber que eres una bruja y tratar con gente como yo.

—No, no fue fácil —coincidió Hermione. Luego se encogió de hombros y añadió—. Pero me hizo más fuerte. Así que aceptaré las disculpas —dijo, inclinando su vaso hacia él—. ¿Por un nuevo comienzo?

Draco chocó su vaso contra el de ella y finalmente dejó que su sonrisa apareciera.

—Por un nuevo comienzo.


La cena fue agradable y la compañía aún más. Hermione estaba completamente embelesada con la niña sentada a su derecha, quien actualmente le estaba contando una historia de lo que sucedió en el patio de la escuela el día anterior.

—Y entonces Dylan desafió triplemente a Rider a comerse el gusano y... ¿adivinen qué? ¡Lo hizo! —exclamó emocionada, mientras hacía girar una gran porción de pasta en su tenedor y luego le daba un mordisco—. Fue tan asqueroso —dijo con un bocado de comida.

—Lo que es asqueroso es que hables con la boca llena. —Draco le dio a Lyra una mirada penetrante.

Lyra sonrió tímidamente y Hermione tuvo que ocultar la risa que se escapó detrás de una servilleta.

—¿Te gusta la escuela? — le preguntó Hermione.

Lyra asintió y se aseguró de tragar su comida antes de responder.

—¡Sí! ¡Estoy en primer grado y mi maestra es súper amable! Me deja leer capítulos de mis libros cuando todos los demás todavía están haciendo en sus hojas de trabajo.

Hermione parecía impresionada.

—¿Ya estás leyendo libros con capítulos?

Lyra asintió.

—¡Sí! La señora Gates dice que soy la mejor lectora de todo el primer grado.

Hermione se rio entre dientes.

—Suenas como yo cuando era niña. Siempre estaba leyendo cualquier cosa que pudiera conseguir.

Lyra le sonrió a Hermione.

—¡Yo también! —Tomó un sorbo de su leche—. ¿Tienes alguna mascota? Quiero un cachorro, pero papá sigue diciéndome que no. Si tienes un cachorro, tal vez pueda ir a jugar con él en algún momento.

Hermione se rio entre dientes.

—En realidad, el otro día conseguí una lechuza cuando visité Dirigo Square.

—¿Una lechuza? ¡Eso es genial! —exclamó Lyra—. Papá dijo que solía tener una lechuza, pero no podemos tener una aquí porque sería demasiado sostocho.

—Sospechoso —la corrigió Draco.

—Sí, eso. Entonces, ¿cómo es que tienes una?

—Bueno, vivo junto a muchos árboles y mis vecinos no están tan cerca, así que una lechuza no alarmará a nadie.

—¿Puedo conocerla? ¿Cómo se llama?

—Su nombre es Shakespeare. —Hermione ignoró la ligera risita que vino de Draco—. Y mientras tu papá diga que está bien, claro.

—¡Genial! ¿Tienes otras mascotas?

—No, solo él, pero estaba pensando en tener otro gato algún día. Solía tener uno, pero falleció el año pasado y extraño tener uno cerca.

—Tal vez podamos ir contigo y yo pueda mirar a los cachorros mientras tú consigues un gato.

—¿Por qué no comemos postre? —Interrumpió Draco, en un intento de cambiar de tema.

—¡Sí! —Lyra aceptó rápidamente.

Draco se puso de pie y recogió los platos mientras Lyra le contaba a Hermione qué tipo de cachorro quería.

—Sabes que los cachorros crecen, ¿verdad? No permanecen pequeños para siempre —señaló Hermione.

Lyra arrugó la nariz.

—Eso es lo que dice mi papá.

—Bueno, eso es porque tengo razón —intervino Draco mientras regresaba a la habitación.

Antes de que Lyra pudiera discutir, él colocó un trozo de pastel frente a ella y sus ojos se agrandaron y su sonrisa pareció crecer aún más.

Hermione no pudo evitar reírse mientras veía a Lyra meterse el pastel en la boca.

—¡Está muy rico! —dijo con la boca llena.

Draco probó un bocado de su propia porción y asintió con la cabeza.

—No está mal, Granger. —Dio otro mordisco, esta vez más grande—. No está nada mal. Es posible que te invitemos nuevamente ahora que sabemos que puedes hacer un pastel de chocolate como este.

Hermione sonrió, feliz de que el pastel quedara tal como esperaba, y comenzó con su propia porción.

—Entonces, tengo curiosidad —comenzó Draco—. ¿Cómo llegaste exactamente a encontrarte aquí en Bar Harbor?

—Realmente no es tan interesante —dijo Hermione encogiéndose levemente de hombros—. Puse un mapa en la pared, cerré los ojos, lancé un dardo y aterrizó en Maine. Decidí que quería vivir cerca del océano, así que leí todos los nombres de las ciudades costeras y ésta destacó. Poco después, empaqué mis cosas y me mudé aquí.

—¿Sin más?

—Bueno, hablé extensamente sobre esto con Ginny, Harry y Ron de antemano, así que no fue completamente inesperado. Pero además de ellos, no tenía a nadie ni a nada en Londres por quien tuviera que quedarme. Así que dejé mi trabajo en el Ministerio, le dije al propietario que me iba a mudar, empaqué mis cosas y compré un boleto de avión.

—¿Qué te parece aquí hasta ahora?

—Oh, simplemente me encanta —dijo efusivamente—. Unos días antes de encontrarme contigo fue la primera vez que realmente pude salir a ver la ciudad y las tiendas, ya que llovió mucho cuando llegué y aún no tenía auto. Pero, por lo que he visto y leído sobre la zona, tengo la sensación de que me va a encantar estar aquí.

—Papá es dueño de una de las tiendas de la ciudad —informó Lyra—. Boto... Bototica...Stardust...

—¿Boticaria? —preguntó Hermione mientras se giraba hacia Draco—. ¿Eres dueño de esa tienda? ¡Qué mundo tan pequeño! Acabo de empezar a trabajar en la casa de al lado, en Sherman's.

—Un mundo realmente pequeño —coincidió Draco—. Lyra, ¿por qué no le das a la señorita Hermione lo que elegiste para ella?

—¡Sí! —Lyra se limpió las migas de pastel de chocolate de la cara con una servilleta antes de entrar a una habitación fuera de la cocina y regresar con una pequeña y brillante bolsa de regalo.

—Papá me dijo que eligiera una cosa de la tienda, pero le dije que necesitabas dos cosas, una mía y otra de él. Escogí la vela —dijo Lyra con orgullo.

Hermione levantó la vela de color violeta claro con tallos de lavanda grabadas directamente en la cera.

—Es hermosa —dijo y se lo acercó a la nariz para olerlo—. ¿Eso es lavanda y... vainilla? —le preguntó a Draco.

—Lo es. También está impregnado de pequeñas cantidades de elementos similares a una pócima Calmante.

—¿En serio? —preguntó Hermione, impresionada—. Tendrás que decirme más tarde cómo se te ocurrió esa idea.

—También hay algo más en la bolsa —le recordó Lyra—. Papá lo eligió.

Hermione metió la mano y encontró un recipiente con crema dentro.

—Es uno de mis best sellers entre las mujeres. Es una crema facial que hidrata y ayuda a eliminar las imperfecciones. No es que la necesites —añadió—. No tiene olor, por lo que no chocará con ningún otro perfume o loción que puedas usar.

—Inteligente —reflexionó, desenroscando la tapa para mirar la crema—. Y práctico. Puedo ver por qué sería un éxito de ventas.

—¿Cuál te gusta más? —preguntó Lyra.

—Oh, bueno, no es un concurso. Ambos son regalos muy bien pensados.

—Lo sé. Pero si lo fuera ... ¿Cuál es tu favorito?

Hermione fingió pensar en ello antes de tocar el costado de Lyra, haciéndola reír.

—Tendría que decir que el tuyo.

—¡Te lo dije, papá! —Lyra dijo triunfalmente.

—Así lo hiciste —admitió Draco, y Hermione vio la diversión en sus ojos—. Supongo que tendré que hacerlo mejor la próxima vez. ¿Quieres más? —le preguntó, señalando su copa de vino vacía.

—Sólo medio vaso más. Todavía tengo que conducir a casa en un rato.

Draco asintió y les sirvió a cada uno un poco más de vino antes de recoger los platos de postre.

—Entonces, señorita Lyra —dijo Hermione, enfrentando a la chica una vez más y tomando ambas manos entre las suyas—. Querías que viniera porque quieres hablar de cosas de las que no puedes hablar afuera, ¿verdad?

El rostro de Lyra se iluminó.

—¡Sí! ¡Cosas como magia, Hogwarts y varitas! ¿Tienes una varita?

—Da la casualidad de que lo hago. —Miró a Draco—. ¿Está bien si se la muestro?

Ante su asentimiento, se levantó y condujo a Lyra hacia la sala de estar donde había dejado su bolso. Ya no le parecía extraño no tener que llevarla consigo todo el tiempo como antes, un hábito que había mantenido incluso después de la guerra.

—Mira esto —le dijo Hermione a Lyra, con los ojos brillantes.

Abrió la bolsa y metió todo el brazo dentro.

Los ojos de Lyra se agrandaron como platos mientras jadeaba.

—¿Cómo hiciste eso?

—Encantamiento de extensión indetectable —dijeron tanto Hermione como Draco al unísono.

Hermione miró a Draco y sonrió antes de mirar a Lyra nuevamente.

—Es un encantamiento que me permite poner más cosas dentro de las que normalmente caben. ¡Ajá! Aquí está.

Ella levantó su varita.

—¡Oh, es tan bonita! —dijo Lyra, extendiendo la mano, luego retiró la mano—. ¿Puedo tocarla? Papá dice que tengo que preguntar antes de tocar la varita de alguien y que nunca debería usar una que no sea mía sin preguntar.

—Tu papá tiene razón —dijo Hermione, sosteniendo la varita con ambas palmas hacia arriba—. Puedes sostenerla, pero ten mucho cuidado, ¿de acuerdo?

Lyra asintió mientras levantaba la varita de madera de Hermione.

—Es más ligera que la de papá y más larga —dijo y se lo acercó a la cara—. Me gustan las tallas que tiene.

—A mí también —dijo Hermione—. Recuerdo cuando lo recibí del Señor Ollivander. Él es un fabricante de varitas mágicas en Londres. Parecía que fue hace una eternidad, pero tampoco fue hace tanto tiempo.

Lyra le dirigió una mirada perpleja.

—Eso no tiene sentido.

Hermione se rio.

—Un día lo entenderás. ¿Tienes más preguntas para mí?

—¡Sí! —dijo Lyra con entusiasmo, y pasó la siguiente hora acribillando a Hermione con todas y cada una de las preguntas que le vinieron a la mente.


¿Qué taaaal? Lyra es incansable, una dinamita y Hermione ya está embelesada con ella.

Próxima actualización: miércoles 25.(Todavía puede variar un poco los días porque estoy terminando Té y Necromancia (¡faltan 2 capítulos!) y El Jardín de las Sombras (¿ya les conté que trata sobre Draco y Hermione siendo padres de una Lyra más pequeña mientras algo los acecha?), así que debo alternar un poquito.

Un beso,

Paola