¿Falsa Realidad?
Contuvo un alarido de dolor cuando recuperó el aire. Después del tremendo ataque que lo empujó hacia el tronco de un roble, Miroku sintió que su cuerpo recibía una descarga eléctrica que le nació del vientre y se esparció por todo el cuerpo, aturdiéndolo. No era la primera vez que era atacado por un demonio así, pero sí la primera vez que se sentía así de mareado.
—¡Miroku! —gritó Sango a lo lejos. No pudo evitar sonreír a pesar del dolor, casi pudo estirar la mano para acariciar aquel sedoso y terso trasero aliviándole un poco el pesar—. ¡No estoy para tus juegos sexuales! ¡Ya no estamos en la pubertad!
Frunció el ceño, extrañado, de las demandas de la exterminadora. Sí, la situación no demandaba comportarse como adolescentes, pero le sorprendía que pudiera hablar de ello con tanta soltura y más, cuando Inuyasha aún no había acabado con aquel demonio.
Intentó abrir los ojos, notando por primera vez que la luz exterior era mucho más estridente de lo que recordaba. Raro, teniendo en cuenta que se encontraban en un bosque profundo. Sintió un leve pinchazo en la frente cuando por fin, abrió sus párpados.
Sin embargo, lo que vio lo dejó atónito.
Estaba en una sala, con las paredes pintadas de blanco, y un gran ventanal a la derecha. Estaba medio tumbado en una especie de futon mullido y elevado, con los brazos llenos de hematomas y un cable transparente perforando su piel.
—No te toques la vía —reprochó Sango a su izquierda. Levantó la vista, sorprendido al reconocerla—. Sé de tu pavor a los agujeros en la piel, pero este era necesario.
—¿Sango? —preguntó desconcertado. La joven estaba vestida con una camisa holgada de color crema y unos pantalones ajustados. Nada que ver con la exterminadora que se calzaba aquel traje mata demonios—. ¿Qué te ha ocurrido?
—Parece que el golpe con el volante te ha dejado secuelas —dijo acercándose sin pudor a su rostro, observándolo con detenimiento. De la nada, sacó un objeto alargado y pequeño que emitió una luz brillante. Con el pulgar y el índice abrió las cuencas de los ojos y lo cegó con aquella luz, atontándolo —Las pupilas reaccionan bien, no parece que tengas daños graves.
—¿Qué está ocurriendo? ¿Dónde estamos?
—Relájate, no es propio de ti perder los nervios —contestó, separándose de él con la misma rapidez con la que se acercó—. Has tenido un accidente. Un camión ha volcado y parte de la carga te ha sacado de la carretera. Has perdido el conocimiento después de recibir una fuerte contusión en el frontal derecho. Por suerte, el airbag ha hecho su trabajo y solo se ha quedado en eso.
—¿El qué?
—Deja de hacer el tonto ¿quieres? Aunque no estemos en los mejores términos, me has pegado un susto de muerte —dijo enfadada. Se levantó de la silla y se colgó una pequeña bolsa de cuero—. Sé que es difícil para ti controlar tu condición… pero… —se interrumpió a si misma—. Descansa, mañana hablamos —agregó. Por un momento, la mujer parecía acercarse a sus labios, pero se detuvo—. Perdona, ha sido la costumbre.
Sin más, se separó por completo y se fue de aquella sala, apagando la luz y cerrando la puerta. Miroku no sabía qué pensar. Había vivido muchísimas cosas en su vida, cosas que ni la imaginación podría igualar. Aun así, no podía dejar de mirar, anonadado, aquellas luces que veía a través de la ventana, que salían de aquellos altos edificios puntiagudos que nunca antes había visto.
Con esa imagen se quedó dormido, despertando por el dolor en su vientre. Abrió los ojos lanzando un alarido de dolor, mareándose por un segundo. La luz que lo había cegado, desapareció tan pronto como vino, dejando a su paso unas cuatro paredes de madera húmeda iluminadas por una pequeña fogata. El olor a hierbas medicinales y madera quemada le trajo una sensación de paz, sintiéndose en casa.
—¿Cómo te encuentras? —preguntó con voz rasposa Kaede. Miroku movió la cabeza para encararla—. Me han explicado que el demonio ha sido duro. Lo suficiente como para volver a la aldea.
—Su poder demoníaco era superior al que nos pensábamos en un principio —concordó él, acariciándose el torso dolorido. Una pequeña descarga eléctrica le picó los dedos—. Por suerte, ya se ha acabado.
—Debes vigilar, monje Miroku. El demonio tenía una extraña habilidad de penetrar en la mente y crear visiones complejas. Si tienes alguna alucinación, avísame.
Por un momento, el aludido abrió la boca para comentar su extraño sueño, sin embargo, decidió guardar silencio. No era algo extraño tener ese tipo de proyecciones oníricas después de quedar inconsciente.
*.-*.-*.-*.-*
—¡Yoshida-san! ¿Está con nosotros? —preguntó alguien frente a él. Miroku abrió los ojos por un momento, sintiendo un leve pinchazo en la sien—. Puede ser difícil, pero tiene que hacer un esfuerzo.
—No es hacer un esfuerzo, es dejar de cepillarse a todo lo que se cantonee a su alrededor —escupió Sango. Él se giró hacia ella, viéndola con los brazos cruzados y vestida con ropa extraña—. Esto es una tontería, Hachi-san. Por mucha terapia que hagamos, él no está dispuesto a cambiar.
—¿Hachi? —preguntó señalando al hombre delante suyo. Era calvo y tenía unas gafas de pasta negra, casi dándole un aire de mapache.
—Lo que está claro es que desde el accidente no ha vuelto a ser el mismo —dijo el susodicho—. La terapia no ayuda al instante, es algo que debe hacerse poco a poco.
—Eso fue lo que me dijo las primeras veces —protestó Sango—. Siempre hemos intentado controlar su "problema" y aunque pone mucho empeño al principio… —suspiró abatida, acariciándose el dedo anular donde parecía tener una marca de un anillo—. No quiero seguir atascada en una relación unilateral.
—Pero el amor no ha desaparecido —dijo aquel doctor.
—Yo ya no tengo la confianza.
—¿Y usted? ¿No tiene nada que opinar?
Miroku lo observó como si le hubiera salido una segunda cabeza. ¿Aquel mapache humanizado estaba insinuando que tenía una relación con Sango? Ni en sus mejores sueños aquello podía ser real. Pero, no parecían estar muy unidos. Bueno, era un sueño, así que mejor disfrutarlo mientras pudiera.
—Querida Sango… sabes que debido a mi maldición me es difícil controlar mi mano derecha —dijo con su tono estudiado de ligue.
Contrajo los músculos esperando un golpe en su cachete, porque sabía que aquello era la reacción típica de su querida exterminadora. Además, siempre era un buen punto de partida para calmar cualquier redecilla entre ellos.
Pero el golpe nunca llegó.
—¿Ve? Ha vuelto con lo mismo —acusó la mujer al borde de las lágrimas. Miroku la miró sorprendido, nunca habría pensado que aquello podía afectarle tanto—. Se inventó un personaje que decía tener una maldición en la mano derecha. Parecería haber desaparecido, pero ha vuelto y yo ya no puedo más. —Se levantó para esconder las lágrimas—. Te amo Miroku, pero no puedo seguir así. Debo avanzar.
El moreno la vio salir de la sala después de hacer una reverencia. Por primera vez se percató de que aquella sala se parecía a la que había visto, solo que con más muebles decorándola. Tocó el asiento donde estaba sentado, notando el áspero tacto de la piel escarpada por los años del uso. Nunca había visto un asiento tan cómodo, pero, a la vez, tan extraño.
—Yoshida-san… su exmujer tiene razón —habló el médico—. Debería reflexionar y luchar por la vida. Sé que perdió a gente importante, pero debe ocuparse de los vivos.
—Esto es increíble… parece tan real —agregó Miroku impresionado.
—No vuelva a irse… por favor… señor Yoshida.
¡Yoshida-san!
¡Miroku-sama!
Abrió los ojos al escuchar su nombre. Se agarró la cabeza, desorientado, aguantando el pinchazo de dolor que parecía agujerearle la mente. Alzó la cabeza e intentó enfocar a quien le estaba llamando. Delante de él se encontraba Hachi, sudando de los nervios mientras lo zarandeaba sin ningún cuidado.
—¡Para! —ordenó mareado—. ¡Ya estoy despierto!
—¡Que alegría Miroku-sama! Se ha desmayado sin previo aviso.
—Oe, Miroku. Deberías haberte quedado descansando. Así no puedes luchar —aportó Inuyasha con su cero empatía aflorando en su mejor esplendor.
—Estoy bien, Inuyasha. Solo ha sido un repentino mareo.
—Lleva días así —agregó Kagome—. Puede que el golpe que recibió de aquel demonio no ha sido el mismo.
—Deberíamos volver a la aldea —corroboró Sango. Shippo asintió dándole la razón a sus compañeros—. Kaede nos dijo que podía pasar. ¿No has notado nada extraño?
—Tengo sueños extraños, de un mundo irreal. Pero no es algo que no me haya pasado ya. Con la muerte de mi padre, tuve una situación similar. La explosión de energía negativa me intoxicó y tardé días en poder eliminarlo. No es algo de qué preocuparse —explicó con una sonrisa torcida.
—¡Keh! Si vuelves a caer así, volvemos a la aldea —sentenció Inuyasha sin dar opción a nada más.
El monje agrandó la sonrisa y se levantó con ayuda del demonio mapache. La punzada en su sien de intensificó, como si una herida se hubiera abierto. No le echó cuentas y avanzó con sus compañeros hacia su nuevo destino.
*-.*-.*-.*
Llevaba unas semanas en las que no podía controlar sus visiones con la realidad, viendo a una Sango vestida con ropas extrañas, o futuristas como le había comentado Kagome, o teniendo conversaciones con sus compañeros que pasaban a ser discusiones con aquel doctor extraño que lo mantenía en su consulta todos los días.
Había empezado a entender cómo funcionaba aquel otro mundo. Recabando información, descubrió que aquel demonio había hecho una brecha en su cerebro, de tal magnitud, como para provocar que pudiera evocar otra realidad ficticia veraz. Tanto que incluso la joven venida del futuro dudaba de que solo fuera imaginación.
Pero lo que más le molestaba, no era aquella molesta situación, si no el dolor que le punzaba en la sien. No tenía ninguna herida, sin embargo, le dolía como si la tuviera.
Iba caminando, sumido en sus pensamientos, cuando el suelo bajo sus pies tembló, dejándolo atónito. Paró de golpe y observó a los lados abriendo la boca para emitir algún ruido. Sus compañeros lo miraron extrañados y en cuanto Sango le tocó el brazo, sintió una descarga eléctrica que lo paralizó por completo.
Cuando abrió los ojos, estaba tumbado y con Sango a su lado, llorando y suplicando por que despertara. Intentó incorporarse, pero la mujer no se lo permitió, obligándolo de nuevo a tumbarse. Encaró ambas manos en su cara y lo obligó a mirarla.
—¿Por qué haces esto? —preguntó temblorosa—. Te dije que, si seguías así, morirías.
—Tranquila mi querida Sango, el demonio dejará de afectarme en breve —articuló con dificultad. La aludida lo miró extrañada, aturdida—. Ayúdame a levantarme, por favor.
—No te hagas esto, por favor —suplicó ella—. Deja de vivir en la fantasía. No eres un monje de la época feudal —espetó exasperada.
—¿Qué quieres decir?
—El monje Miroku es una idea extraña que apareció cuando perdiste a tu padre en aquella explosión de Fukushima. Durante años has trabajado duro junto al doctor Hachi y a tu abuelo Mushin para que esa fantasía no te venciera —empezó a relatar casi histérica y con lágrimas en los ojos—. Cuando nos conocimos en la universidad, parecía que eras feliz, conmigo. Pero entonces…
—Estoy harto de repetir que soy un bonzo. Es la primera vez que este demonio me deja tales secuelas.
—¡No hay ningún demonio! Los demonios no existen —gritó exaltada.
—Y entonces, ¿Cómo explicas esta rocambolesca situación? Si éramos amantes y yo estaba curado de todo mal ¿qué ha ocurrido?
—Cuando Inuyasha y Kagome murieron en aquel accidente de coche, conocí por primera vez al monje Miroku —reveló limpiándose las lágrimas. Miroku se tocó la cabeza, notando una herida en su frente, a la derecha. Se miró la sangre que había manchado sus dedos, descolocado—. Fue tan difícil sobrellevar sus muertes, que creaste una historia en la que encontrabas a nuestros amigos en una aventura extraña.
—Ellos no están muertos —dijo enfadado—. Ellos están en la realidad, esperando a que despierte, junto a los auténticos Shippo, Kirara y tú —la señaló. Sango abrió los ojos, sorprendida—. Eres un producto de mi mente.
—Kirara es mi gato atigrado —explicó enseñándole una imagen muy realista a color de un gato con los rasgos similares al gato demonio—, y Shippo iba a ser el nombre de nuestro… —movió el dedo sobre la superficie pasando a otra imagen, que se veía en blanco y negro, señalando una especie de haba—. Lo perdí poco después de la muerte de nuestros amigos y tú, te hundiste en la miseria.
—No…
—No pude hacer nada para sacarte, Miroku —se sinceró entre lágrimas—. No tengo lo que necesitas y al final me apartaste, acostándote con aquella jovencita de veinte años, alegando que era a causa de tu mano maldita —suspiró exhausta, masajeándose el puente de la nariz.
—No puede ser… Naraku…
—Naraku es mi actual pareja —dijo, golpeando el pie contra el suelo, asustándolo—. Antes el antagonista de tu fantasía era un hombre que no conocías, vestido con la piel de un mono, hasta que supiste que había empezado a salir con él. Naraku es alguien amable que ha sacado a su familia adelante y tú lo has demonizado, como si fuera el peor de todos los males.
—No, imposible. —Se cogió la cabeza con ambas manos, el dolor ya era insoportable—. ¡Deja de hablar! —Cerró los ojos, concentrándose en calmar su dolor.
—¡Excelencia! —gritó la voz de Sango, otra vez. Al abrir los ojos, la encontró a su lado, asustada, observando con detenimiento si estaba herido—. Inuyasha debemos volver a la aldea, no contesta.
—¡Maldita sea! —se quejó el hanyō. Sintió como alguien lo cogía en volandas y empezaba a correr a toda velocidad por el bosque—. No te atrevas a morirte. Porque pienso bajar al inframundo y sacarte a tortazos.
Miroku sonrió ante aquella frase y se dejó vencer por la inconsciencia. Estaba demasiado cansado para resistir nada más.
*-.*-.*-.*
—Es muy grave lo que estás diciendo —dijo Kaede, sentada al lado de la fogata—. Te dije que me avisaras si tenías alguna eventualidad —reprochó.
—No creí que fuera tan grave —se disculpó—. Creí que acabaría desapareciendo y purificándose.
—Este tipo de energía no desaparece. Mi hermana Kikyō tardó tres años en hacer desaparecer la maldición de un demonio de ese estilo sobre uno de nuestros aldeanos. Al final, la solución era algo drástica.
—¿Qué quiere decir? —preguntó Sango asustada.
—Mi hermana estableció que, para acabar con la situación, el paciente debía quitarse la vida en el mundo imaginario. Dejando de existir, el demonio dejaba de tener poder sobre la mente y así era libre —contestó bajando la cabeza.
—¿Qué ocurrió? —preguntó Kagome temerosa.
—El demonio le mostró un mundo mejor en el que aquel aldeano era más feliz —dijo, después de un leve carraspeo—. Una mañana de verano, un vecino lo encontró colgado de un árbol. Decidió que aquella vida era mejor que la suya.
—¿Cómo podemos resolverlo? —La voz infantil de Shippo le provocó un pinchazo en el pecho. Recordó que Shippo era el nombre que aquella Sango y él querían ponerle a su primogénito.
—Excelencia, debes acabar con la realidad falsa —ordenó Kaede—. Sino lo haces ya, sufrirás por toda la eternidad —agregó estoica. Miroku la observó, pero la imagen empezaba a desdibujarse y los sonidos se amotinaban en sus oídos—. Excelencia, no cierre los ojos —escuchó a lo lejos, como si se hubiera hundido en un lago profundo.
—Abre los ojos…
—No te duermas…
—Por favor… no te duermas…
Miroku entreabrió los ojos, viendo muchas luces a su alrededor. Escuchaba las voces de diferentes personas hablar apresuradas, mientras parecían moverlo con una especie de carreta de metal. Su cuerpo parecía moverse por sí solo, sin ningún tipo de control sobre este.
—Hay que hacerle un lavado de estómago. Ha acabado con toda la caja de vortioxetina que le había proscrito su psiquiatra.
—Doctor, parece que está entrando en un shock neurogénico.
—¡Vigila esa presión arterial!
Notó que alguien lo agarraba de la mano. Enfocó la mirada para ver a Sango, la de su imaginación, vestida con una bata blanca y con lágrimas en los ojos. Entraron en una sala, dejándolo en el centro y empezaron a movilizarse.
—No te vayas —suplicó en susurros. Miroku apretó la mano, incapaz de decirle que no. Ella sonrió, esperanzada, por la reacción del paciente.
—Kumo-san, aquí traigo efedrina. —Al escuchar aquel nombre, se congeló. A su otro lado se encontró con aquella mirada afilada y rojiza que lo había perseguido en sueños. Una araña siempre era una araña.
—No, por favor Miroku, no —suplicó Sango percibiendo sus pensamientos.
Él sonrió todo lo que pudo y soltó la mano de la mujer que había amado, dejándose vencer por el sueño y perdiendo la inconsciencia, mientras la gente a su alrededor se movilizaba para no perderlo.
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Ya estaba hecho.
Por fin el demonio había perdido el poder sobre su mente.
Pero entonces… ¿Por qué todo seguía tan oscuro?
Fin.
¡Hola!
Bien, aquí aparezco con la aportación semanal de este mes terrorífico. Aviso a navegantes, os aconsejo que leáis con atención, porque debo reconocer que éste sí es algo más rocambolesco que el anterior.
Tenía una gran idea en mi mente y la veía muy clara, pero al escribirla ha quedado esto xD Espero que se haya entendido el concepto al menos. Para aquellos que busquen referencia Philip K. Dick es el autor en el que me he basado. Conocéis obras suyas como ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Blade Runner), Man in the High Castle o Podemos recordarlo todo por usted (Total Recall) que es, de hecho, en la que se basa esta historia.
Espero que la hayáis disfrutado.
Aclaraciones:
Kumo: Así utilizando Google traductor significa araña. Sí, el Naraku de ese mundo es médico xD.
Explosión Fukushima: La explosión nuclear que derivó de un terremoto y tsunami hará 11 años.
Yoshida: Parece que significa buena suerte campo de arroz xD o algo así. Me ha parecido gracioso ya que Miroku es un personaje que siempre busca una compensación por salvar a la gente y traer su buena suerte.
Agradecimientos:
Marlenis Samudio: ¡Hola! Sí, trabajar con la faceta quebrada del inquebrantable Sesshomaru siempre es divertido, aunque algo peligroso. Me alegro que te haya gustado, espero que disfrutes el siguiente capítulo y muchas gracias por tu comentario.
genesis: ¡Muy buenas! Sí, por un lado iba a hacer un objeto maldito, pero quise darle una vuelta de tuerca ya que me tocaba hacerlo de reflejos, no de objetos XD. Igualmente, las leyendas de este estilo pueden ser escalofriantes. Espero que disfrutes de este capítulo también y muchas gracias por tus palabras.
Eramaan Viimeinen: ¡Hola! Para qué negarlo, me encanta hacer sufrir a Sesshomaru xD. Además, tensar la cuerda hasta ver dónde es posible llegar sin que parezca un personaje completamente diferente es mi pasión. Cierto es, que trabajar con la presmisa de un villano que luego pasa a ser antihéroe sin hacerlo héroe de pacotilla es difícil, por lo que me alegro que no haya pasado xD. Y sí, me encanta Kagura. No podía dejarla de lado y menos cuando Sesshomaru está de por medio. Su muerte es una espinita clavada que siempre que puedo, en los fics, la cambio xD. A lo que iba, muchas gracias por tus palabras y espero que esta historia también te guste y la disfrutes.
CaMi-insoul: ¡Muy buenas! Gracias por tomarte el tiempo de leerte todas y cada una de las locuras que voy escribiendo en este fic. Me han encantado todos tus comentarios (me has matado con la referencia a The Beaver, era una película que tenía olvidada en mi subconsciente xD). En el caso de Sesshomaru, sí, es alguien que, por ahora, no permite que el flujo de la vida siga su curso, por lo que el inframundo siempre acecha desde las sombras. En fin, que siempre me acabo enrollando, ¡muchas gracias por pasarte por aquí y por dejar comentario! Espero que disfrutes de este capítulo también.
Phanyzu: ¡Hola! No pasa nada… a mí me pasó una vez que dejé un comentario en el fic que no tocaba… pasé bastante vergüenza xD. Pero a lo que iba. Muchas gracias por volver a darle una oportunidad a esta locura mía y seguir adelante. Algo de miedo tenía en hacer algo con Sango, porque no suelo escribir nada de ella y temía no encararlo. ¡Pero me alegro que se mantenga bien xD! En fin, espero que también este capítulo lo disfrutes.
Por lo demás agradecer también a Ana Sofia Ghiggia, Carli89, Eramaan Viimeinen, Jiyuu Akabane, Marlenis Samudio, Phanyzu y Susanisa por vuestros me gusta y por seguir este recopilatorio. Muchas, muchísimas gracias por pasaros y dejar vuestra huella (y más con la locura que está siendo Fanfiction estos días). No existen palabras en elfico, enano, orco o klingon para agradeceos vuestras buenas palabras. Casi me da más ganas de seguir escribiendo este tipo de historias xD.
Gracias también a Inuyasha Fanfic por crear la dinámica. Está siendo una bendición poder desconectar de la vida adulta. Muchas gracias de verdad.
En fin, aquí lo dejo… hasta la próxima.
¡Nos vemos!
