Feitan siempre había querido reencontrarse con su madre. Sin embargo, había pasado tanto tiempo desde la última vez que el la había visto que le resultaba difícil creer que ahora, tras al menos veinte años de separación por fin podría verla.
Feitan imaginaba que después de que el hubiera sido raptado y llevado a Ciudad Meteoro, su madre tuvo que haberlo buscado por mar y tierra, sin embargo, eventualmente ella tuvo que haberse rendido, por lo cual dejó la búsqueda y prosiguió con su vida.
Era por eso que Feitan decidiendo que el iría directamente a la pequeña choza en la que solían vivir y una vez frente a ella, el le confesaría ser su hijo, llenándola de felicidad. Y era por eso que Feitan estaba tan esmerado en dar la mejor impresión posible a su madre, decidiendo ir cargado de regalos y en sus mejores ropas, todo con tal que su madre lo viera fuerte y triunfante, sin nada más que temer.
Obviamente Feitan no le confesaría ser parte de la Brigada Fantasma ni a que se dedicaba para ganarse la vida y mucho menos todo el horror que pasó ante sus raptores antes de que lo tiraran a Ciudad Meteoro.
Lo último que el quería era que su madre sufriera y se preocupara por el, por eso le daría la menor cantidad posible de explicaciones sobre aquellos años de ausencia. Ahora todo lo que importaba era sentir el cariño y la felicidad de su madre otra vez.
Fue un milagro del destino que pudiera dar con ella. Shalnark le dio la dirección actual donde vivía ella, siendo la misma donde el se había criado en su país natal.
-¿Seguro que no quieres que te acompañemos?- Preguntó Shalnark antes de que Feitan se bajara del auto. Junto a el venía Phinks y Pakunoda quienes, emocionados por acompañar a Feitan se embarcaron al esperado encuentro entre madre e hijo.
-No. Esto es un asunto personal. -Contestó Feitan.
-¿No crees que ella podría asustarse si tu llegas sin avisar? – Volvió a preguntar Shalnark algo dudoso de la elección de su compañero.
-Vamos, ella sabrá que hacer, ahora deja a Feitan ir y ver a su mamita. – Dijo Phinks, animando a Feitan a salir del auto camino a la pequeña choza de campo.
-¡Y no olvides decirle que le mando saludos! – Gritó Pakunoda, mientras Feitan abandonaba el auto.
Feitan caminó por el lodoso camino de tierra hasta la choza de su madre, esperando verla nuevamente. Tocó la puerta un par de veces, sin poder contener la emoción y los nervios, aunque por fuera se viera tan tranquilo como siempre.
Pronto una mujer le abrió a Feitan, haciéndolo sonreír cálidamente al reconocer el rostro de su madre. Pese a haber sido muy chico cuando lo raptaron y llevaron a Ciudad Meteoro, Feitan nunca olvido el dulce rostro de su madre, el cual ahora lo observaba con extrañeza.
-¿Qué quieres? – Preguntó la mujer. Su aliento olía a alcohol y su voz era muy tenue y suave, casi inaudible.
-Mamá, soy yo, tu hijo, Feitan Portor. Regresé a casa. – Dijo Feitan, esperando a que su madre sonriera lo abrazara en cuanto pronunciara esas mágicas palabras. Sin embargo, el rostro de esa mujer lejos de sonreír parecía como si hubiera visto un fantasma. Feitan lo supuso normal, pues seguramente ella llevaba años de darlo por muerto.
-¿Fei? ¿De verdad estas vivo? – Preguntó algo nerviosa la mujer.
-Si, soy yo mamá. Escape de los hombres que me secuestraron y por fin regresé a ti. – Dijo Feitan sonriendo con sinceridad.
Técnicamente, Feitan nunca escapó de esos hombres. Aquellos hombres lo vigilaron para que no huyera ni escapara, manteniéndolo durante un largo tiempo como su principal estrella de películas snuff. No fue hasta que el pequeño e indefenso Feitan estuvo al borde de la muerte que lo tiraron a un vertedero de Ciudad Meteoro esperando que los perros y gatos callejeros terminaran el trabajo que ellos habían empezado. Fue gracias que lo encontraron a tiempo que el pudo ser salvado y continuar con su vida. Pero su madre no tenía porque saberlo. No. Ella tenía que ver lo afortunada que era que Feitan siguiera vivo y estuviera ahora más sano y feliz que nunca.
-Pensé que te habían… - la mujer no pudo terminar la frase, comenzando a llorar conmocionada.
Feitan simplemente la abrazó con gusto y alegría de estar con ella otra vez más. Su pecho suave, su cabello sedoso y ese aroma a licor y las flores de jazmín que cultivaban para vivir le daban una enorme nostalgia a Feitan. Ella era tan hermosa y su encuentro era tan mágico. ¡Tenía que presentársela a sus amigos! ¡Seguro la amarían!
-Mamá estoy bien. Nadie me hizo daño. – Mintió Feitan, haciendo que su madre llorara aún más desesperada.
Feitan jamás dejaría que su madre supiera todas las vejaciones y torturas que le hicieron pasar, ni como se divirtieron esos depravados lastimándolo pese ser un niño indefenso. Tampoco le contaría como, cuando las matronas de Ciudad Meteoro lograron rescatarlo, lo tuvieron que vendar de pies a cabeza por todas sus heridas ni como durante las noches aún era asaltado por esas pesadillas de hombres torturándolo. Eso sería cien por ciento confidencial.
-Feitan, pobrecito de ti, Feitan. -Susurraba la mujer aun en shock de volver a ver a su hijo.
-No te preocupes mamá. Tu hijo esta aquí. – Dijo en voz baja.
-Pero tu, tu debías… debías… - la mujer parecía querer decir algo, pero estar muy nerviosa para decirlo bien, así que Feitan como el interrogador que era trato de ayudarle a decir lo que quería decir.
-¿Qué era lo debía mami? – Dijo Feitan en tono dulce, tratando de calmar a su madre.
-Tu debías estar muerto… - dijo la mujer llorando sin control.
-Pero no lo estoy mami, estoy vivo. – Contestó Feitan con cariño.
-Tu no entiendes Feitan, tu no entiendes… - Dijo la mujer alejándose de su hijo, temblando con miedo.
-¿Qué no entiendo? – Preguntó Feitan.
La mujer no pudo más y se tiró de rodillas ante Feitan, desconcertándolo al instante.
-Feitan, no te raptaron. Yo te vendí. – Confesó en un mar de lágrimas.
La sonrisa de Feitan se esfumó por completo, siendo remplazada por una mueca de horror e inquietud. ¿De verdad su madre lo había vendido?
-¿De verdad hiciste eso? -Preguntó Feitan horrorizado.
-Era muy joven para cuidarte a ti y a mi madre enferma. Así que cuando esos extranjeros preguntaron por ti te deje ir sin pensarlo.– Lloró la mujer.
Feitan ahora estaba estupefacto, pensando en lo horrible que fue el día que se separó de su madre. Feitan tenía ya un par de días sin comer bien, por lo que había salido afuera a buscar frutas o nueces que pudieran calmar su apetito. Recordaba como su madre lo veía desde lejos junto a alguien, que, en su inocencia, Feitan creyó amigo de su madre. Feitan recordó como un hombre fuerte y grande lo sujetó de las piernas y se lo llevó al interior de una van, pese a sus forcejeos. La tortura siguió casi de forma inmediata, siendo siempre ante una cámara para que el mundo viera los horrores que le hacían pasar. Fue allí que perdió toda su inocencia y noción del tiempo, estando largos períodos aguantando todo tipo de tormento y barbarie, con tal de hacerlo gritar.
-¿Mamá? ¿Tu sabes lo que me hicieron? – Preguntó nuevamente Feitan, sintiéndose casi enfermo.
-Si, si lo se. La última vez que hable con esos hombres me dijeron que te habían matado. – susurró la madre de Feitan.
-¿Si me querías porqué me vendiste?- Interrogó Feitan aguantándose las lágrimas.
-Feitan, yo no te quería. Yo solo te parí. – Contestó la mujer con sinceridad cortante.
-¿Y me quieres ahora? – Preguntó Feitan nuevamente.
-No lo sé, perdón, pero no sé… - Contestó nuevamente la confundida madre.
Fue ahora Feitan quien comenzó a llorar, sintiendo que el amor que tanto había añorado de su madre no había sido más que una farsa que el mismo había confeccionado en su mente. Normalmente no le importaba a Feitan las opiniones de los demás hacia el; pero la opinión de su madre… era distinta. Quizá fuera de la Brigada Fantasma ella era la única cuyas opiniones alguna vez tuvieron importancia.
Feitan no dudó en regresar corriendo por donde llegó, hasta el auto donde sus amigos lo esperaban.
-¿Tan rápido se terminó todo? – Preguntó Phinks extrañado al ver llegar Feitan.
Feitan solo asintió, haciendo el mayor esfuerzo porque no vieran sus lágrimas.
De regreso el trayecto fue bastante incomodo y silencioso, como si todos intuyeran que algo andaba mal. No fue sino hasta llegar a su guarida en la noche que pudieron preguntar a Feitan respecto a ese inusual encuentro.
-¿Estas bien? – Preguntó Pakunoda al notar la actitud distante y silenciosa de Feitan.
Feitan sabía que era inútil mentirle a Pakunoda, pero decir lo que en verdad había pasado era aún muy duro para el.
-¿Tu madre esta bien? – Preguntó ahora Shalnark, incómodo por el silencio de su amigo.
-Ella, ella fue… cuando me usaron… para películas de tortura… ella fue la que dejo que… yo… fuera… - Feitan quería hilar las palabras, pero su voz se cortaba.
-¿Qué te hizo tu madre? – Preguntó Phinks poniendo su mano en el hombro de Feitan.
Feitan confiaba mucho en Phinks como para no decirle lo ocurrido, por lo hizo el mayor esfuerzo para decir las cosas con claridad.
-Me vendió. A gente para que me torturaran. Cuando era niño. – Dijo en voz baja Feitan, sin poder contener sus lágrimas.
Phinks no pudo evitar sentir un nudo en la garganta al escuchar la confesión de su amigo, mientras que Pakundoda comenzó a llorar. Incluso el usualmente inexpresivo Shalnark se vio afectado por tan súbita noticia.
-Esa perra asquerosa… voy a ir a buscarla y la matare… - Dijo Phinks con ira.
-No, no quiero que muera, es mi madre. – Rogó Feitan.
-¡Esa mujer dejó que te lastimaran, que lastimaran a un niño! ¿Qué tal si hace eso a otros? – Insistió Phinks.
-Lo hizo por desesperación e ignorancia… - Mintió Feitan, sintiéndose miserable por defender a alguien tan cruel. ¿Por qué era capaz de seguir defendiendo a alguien que tanto mal le había hecho?
-Phinks tiene razón, lo mejor es ir contra ella, Fei, esa mujer es peligrosa. – Dijo Pakunoda con compasión.
Feitan solo se quedó llorando, sintiendo dolor al pensar el horror que su madre permitió que viviera y en como ella ni siquiera podía decirle que lo amaba, pese a ser algo que el deseaba tanto.
-¡Oigan, creo que por ahora lo mejor no es la venganza!- Exclamó Shalnark. Phinks estuvo a punto de reclamarle, pero al ver a Feitan sentado de rodillas en el piso llorando inconsolablemente, Phinks entendió porque: más que una venganza lo que Feitan necesitaba más en aquel momento era un hombro en el cual llorar. Phinks, procedió a abrazar a Feitan, siendo seguido por Pakunoda y Shalnark.
Ya habría tiempo para hacer pagar a esa mujer por su crimen contra la perdida inocencia de Feitan.
XXXXXX
Fanfic cortito y triste (neta llore escribiendo esta cosa). Uno de mis headcanons/teorías de HxH es que Feitan aprendió de tortura siendo torturado el mismo, por lo que viendo la clase de cosas ilícitas que pasaban en Ciudad Meteoro y que se implica que el idioma natal de Feitan no es el mismo que el del resto de la Brigada Fantasma, esta historia podría ser semi factible.
No se si debería hacer más capítulos, pero por el momento dejaré esto así.
Saludos a mis lectores y lectoras.
