El Ascenso de un Científico Loco.
¡Descubriré como funciona el mundo!
Prólogo
"Eres muy joven para que te vayas de casa, Ferd" mi madre sonrió antes de acariciar mi rostro.
"Ya no puedo hacer nada contra tu enfermedad, mamá. Una vez que fallezcas, me convertiré en huérfano. No quiero esa vida."
"Lo sé cariño, lo sé" me sonrió con tristeza.
La observé un momento. Su rostro reflejaba el cansancio de su enfermedad y el duelo por mi padre que había muerto hace dos años y el de mi hermana, un año antes. Le sonreí para tranquilizarla. "Trabajar con el alcalde me dio la oportunidad de aprender a leer. Encontraré trabajo incluso en la capital."
"Se feliz, Ferd. Que los dioses te protejan siempre y no…"
Había mantenido mi sonrisa frente a mi mamá, pero ahora, mientras su mano resbalaba por mi mejilla, no pude contener las lágrimas que comenzaron a caer sin control. Llevé mi mano a la bolsa en mi cadera cuando el calor amenazó con devorarme.
Me tome el tiempo de una campanada para llorar. Quería enterrar a mi madre, hacer un funeral, cremarla… pero este país no tenía cultura de luto, por lo cual no pude hacer nada de eso.
Tomé las pocas posesiones qué teníamos y que eran de valor. El dinero que había ahorrado estos últimos meses, las hojas de pergamino qué había recuperado de contratos cancelados y olvidados y los lápices de hollín qué fabriqué.
Hubiera sido bueno si tuviera papel vegetal, pero no sabía como se fabricaba, así que descarté la idea desde el inicio. Además, había reencarnado en un mundo de magia, no sabía si aquí el papel funcionaria igual.
Me gustaría averiguarlo.
Descarte ese pensamiento y salí de la mansión de invierno, el día debería estar por cambiar de fecha.
Me gustaría tener una forma objetiva de medir el tiempo.
Mientras mi cabeza repasaba los relojes que habían existido en mi antiguo mundo desde el Clepsidra al primer reloj mecánico, hasta el más moderno de los relojes digitales, comencé a caminar bajo el manto de la noche.
Mi pueblo no estaba muy lejos de la capital, pero con el frio de la noche que calaba en mis huesos, el viaje se me hizo innecesariamente largo. Mis pensamientos volvían a mi madre una y otra vez, a lo que hice y a lo que pude haber hecho...
Hice tanto como puede.
Respiré y cambié el enfoque de mis pensamientos. Para el momento en que los sacerdotes azules lleguen al pueblo, ya habrán notado que mi mamá falleció. Me aseguré de que pudieran encontrarla a la primera campanada… como ayudante del alcalde mi futuro debería haber estado asegurado, pero ese hombre no dudaría en venderme a un noble como esclavo. Cuando supo que mi madre estaba enferma y que solo éramos nosotros dos…
Escapé porque no quería esa vida, necesitaba concentrarme en lo que era importante ahora, en lo que necesitaba hacer a continuación. Necesitaría comprar mi ciudadanía y conseguir un aprendizaje antes de que se percataran de mi estado como huérfano.
Los soldados siempre podrían necesitar ayuda.
Mientras viajaba, no pude evitar pensar en mi vida hasta ahora, en esta y en mi vida pasada.
Tenía cinco años cuando 'recordé' quién había sido antes y cómo había muerto de forma tan lamentable en el laboratorio.
Seguramente mi madre lloró mucho.
Cuando fui consiente de mi nueva realidad, me decidí a no volver a cometer los mismos errores que cometí en mi vida pasada. Apreciaría a mi familia y aprovecharía cada momento con ellos, tendría una esposa, hijos. Como mi madre siempre deseó para mí cuando aún era Tetsuo.
Pero el karma es cruel y se llevó a mi familia demasiado pronto.
A mi padre cuando tenía siete, mi hermana menor no alcanzo su bautizó, falleció el año pasado, durante la primavera y mi madre se fue en mi noveno cumpleaños… al menos se suponía que era mi cumpleaños.
Nací en primavera.
Me bautizaron en otoño.
Me resultaba tonto qué todos los niños en los pueblos se bautizarán en otoño. ¡Muchos ya estaban por cumplir ocho en esos momentos!
Dejé de lado mi inconformidad con el sistema de este mundo y me detuve en un claro, estaba comenzando a clarear y yo tenía hambre.
Usé una honda para cazar un ave.
Si alguien me hubiera dicho en mi vida pasada que usaría las matemáticas y la física para cazar, lo hubiera llamado tonto y lo hubiera despedido, pero ahora, esa era la forma en la que podía asegurar mi alimento. Preparé una fogata y cociné la carne.
…si hubiera aprendido a cocinar como madre insistió, podría comer cosas con algo de sabor.
Al menos había conseguido unas semillas qué parecían ser arroz y café. Cuando me instalara podría cultivarlas, tal vez incluso investigar.
Deja ese pensamiento, no hay tiempo para eso.
Después del desayuno reanudé mi camino. Pronto sonaría la segunda campanada, quería pasar sin ser visto, pero no tenía un plan, necesitaría convencer a algún vendedor ambulante o encontrar otro modo de cruzar.
Mientras esperaba que sonara la segunda campanada un hombre llegó hasta la puerta a caballo. Aporreó sobre la madera gritando que un trombe había aparecido. El hombre que parecía ser un granjero, guio a los soldados hasta el lugar donde había aparecido el temible árbol. Cerré los ojos y me dediqué a escuchar. Parecía estar a unos veinte o treinta metros desde aquí.
Con el sonido de la segunda campanada me llegó también el sonido de las voces de los niños y con ello, una idea surgió en mi cabeza. Busqué entre mis cosas la semilla de trombe que guardaba. Originalmente había sido un fruto taue, pero absorbió el calor de mi cuerpo y se convirtió en un trombe. Comencé a guardarlas para emergencias, aunque nunca tenía más de dos. Era peligroso.
La alimenté despacio con el calor de mi cuerpo, o debería decir, con mi mana. A estas alturas de mi vida estaba muy seguro de que yo era un niño con devorador.
Otro motivo para huir del alcalde.
Los niños habían comenzado a salir a recolectar, así que me acerqué a ellos con discreción y dejé caer la semilla un poco cerca de la entrada, cuidando qué no me vieran.
Apenas las primeras ramas comenzaron a salir con desenfreno de la tierra, el soldado qué estaba vigilando nos apuró a regresar a la ciudad. Ni siquiera se percató de mí.
Caminé entre las calles de la ciudad como si regresara a casa. Llegué hasta los callejones menos transitados y me cambié de ropa.
Como asistente del alcalde tenía ropa decente, ropa con la que no me avergonzaría frente a un noble.
Mi plan actual era que me haría pasar por el hijo de un vendedor ambulante y dependiendo de la situación, improvisaría. No me gustaba no tener un plan, pero no tenía nada. No tuve forma de averiguar nada de la ciudad, solo había escuchado rumores de la santa sumo obispa, pero en realidad, no tenía nada.
Respiré hondo y me acerqué al templo, directo al primer sacerdote que vislumbré.
"Buenos días. Estoy aquí para comprar mi ciudadanía" informé al sacerdote gris en la entrada.
"Vuelva en otro momento."
Parpadee por la sorpresa, no esperaba esa respuesta. "¿Puedo preguntar el motivo?"
"Aho…"
"¡Dan, lord Edgar te llama!" gritó una doncella "¡La princesa está empeorando, necesitan todos los libros de la biblioteca y él no puede entrar!"
"¿Puedo ayudarlos?" pregunté antes de arrepentirme. "Vine a comprar mi ciudadanía, pero veo que se encuentran en un estado crítico. Tengo conocimientos médicos" expliqué tratando de salir del embrollo en el que me había metido.
El recuerdo del rostro de mi madre había surgido, obligándome a ofrecer mi ayuda, pero si hablaban de una princesa seguramente era una dama noble. Como plebeyo no tengo conocimiento sobre el mana así que lo más seguro será que me despachen.
"El curandero de la ciudad está visitando las mansiones de invierno. No sabemos cuando volverá" escuché que mascullaba la joven de pelo castaño. "Tráelo, no es su mana, debe ser otra cosa y si ese chico nos ayuda a estabilizarla, el Aub estará feliz."
Me sentí palidecer. No estaría tratando con sacerdotes, si no directamente con él Aub.
Me llevaron por los pasillos hasta una habitación. En el fondo había varios hombres sentados. Me arrodillé apenas crucé la puerta y saludé como había aprendido del alcalde.
"Me dicen que posees la sabiduría de Lungschmer."
Lungschmer es la diosa de la curación.
No era realmente bueno usando eufemismos, pero tenía un conocimiento superficial de los dioses y sus dominios.
"Decir tal cosa es exagerado, tan solo soy un discípulo de la diosa. Con la guía de Mestionora he descubierto algunos dones qué guarda incluso para los humildes plebeyos" me patee mentalmente. Me había puesto en una situación precaria.
El hombre me permitió levantarme y lo observe por primera vez. Su cabello era azul oscuro y sus ojos dorados, un poco más claros qué la luna. A su lado se encontraba un hombre de cabello castaño y ojos dorados, un poco más claros que el peli azul, por último, junto a ellos estaba un hombre grande de pelo castaño y ojos azules. No sabía quién era el Aub, así que me quede cayado, no fuera que me ejecutaran por equivocarme, aunque estaba muy seguro que era el peli azul. Simplemente porque fue el quien habló
"Ella es mi hija, Rozemyne. No ha sido bautizada así que la escondo en el templo, pero lleva días enferma" me explicó quien presumiblemente era Aub, guiándome a la cama. Si me daban esta información debían estar en verdad desesperados.
Enterré mi pánico y me concentré en la niña, podía auto despreciarme después de asegurar mi vida
Medí su temperatura y tomé su pulso. Tuve que luchar con la sensación de algo entrando en mi. La solté con cuidado y busqué mi estetoscopio, al menos la versión que había hecho para mi mamá. No me tomó mucho tiempo descubrir la situación.
¿Cómo el médico de la niña no lo había notado?
Me giré hacia los nobles, tragando grueso antes de dar la noticia "Su hija está siendo envenenada, Aub Eisenreich."
"¿Cómo dices?"
"Reconozco los síntomas de envenenamiento y por lo que puedo ver, es algo que ha estado en contacto con su hija todo este tiempo" todos en la habitación palidecieron y comenzaron a buscar el veneno.
Necesitaba saber cuál era el veneno para ver si podía hacer un antídoto para ella. Lo encontramos en el florero al lado de su cama. El veneno había estado cayendo en su almohada.
Revisé la planta y volví a respirar. No era letal y, por fortuna, yo me había envenenado antes con esta flor. Preparar el antídoto no me tomo mucho tiempo.
De alguna manera terminé con Aub pidiéndome que cuidara de su hija hasta que ella despertara y se fue diciendo algo sobre averiguar si había sido premeditado.
Pasé los siguientes tres días en la habitación de lady Rozemyne, cuidando de ella. La niña era hermosa, tenía el cabello azul medianoche y piel blanca.
Me hubiera gustado mucho nacer con ese color de cabello. Me había sentido muy incómodo cuando vi el tono celeste en mi cabeza poco después de que mis recuerdos volvieron.
Una de mis tareas mientras velaba por la princesa era asegurarme de que no hubiera otro veneno en la habitación. No encontré nada, solo algunas tablas y pergaminos con escritura japonesa. Uno hablaba de cómo hacer un champú simple y el otro parecían pasos para fabricar papel vegetal. También había otros productos como juegos, procesos de varios tipos y recetas
"No pensé que alguien alguna vez pudiera leerlo." La voz me llegó como un susurro, sorprendiéndome.
Me giré para observar a la niña. Me sonrió y sus ojos se arrugaron al hacerlo.
No pude evitar admirar la belleza de esos grandes ojos de luna "los dioses a veces me dan información durante mis sueños y al despertar tengo que escribirlo. Pero no puedo leerlo, al menos no correctamente" me contó como si fuera un secreto.
Era posible que ella fuera como yo, pero no tuviera acceso a sus recuerdos de su vida pasada, solo a trozos de información. Casi morí para que mis recuerdos surgieran, lo mejor era evitar que ella llegara a ese estado
"Princesa, debería descansar. Avisaré a su padre de que despertó."
"No, aún no. Hay algo que necesito que hagas. Mi madre solía hacerlo, pero desde que llegue a Eisenreich, nadie quiere."
"¿Qué es?"
"Gyu."
Me congelé. ¡Ella no podía estar pidiendo un abrazo!
"Necesito gyu. No sé porque, pero lo necesito."
Me habían dicho que la princesa tenía seis años y así, indefensa y pidiendo un abrazo parecía más joven de lo que era. Cuando sus ojos se humedecieron me acerque a ella y la rodee en un abrazo. El recuerdo de mi hermanita, a quien no pude salvar, me abordó de inmediato. Haber salvado a la princesa parecía cicatrizar una herida que seguía sin cerrar.
Cuando la niña estuvo satisfecha avisé a sus asistentes y ellos avisaron a su padre. Ahora que la princesa había despertado, podría obtener mi ciudadanía y con suerte conseguiría una recompensa monetaria para mi nueva vida en la capital.
O eso pensé hasta que ella habló.
"Padre, lo quiero para mí, como erudito. Él tiene mana y puede leer la escritura de los dioses."
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Notas de una de las Autoras:
Sean muy bienvenidos todos a un nuevo fanfic de Honzuki no Gekokujou (Si, participo en otro más), está vez escrito a cuatro manos.
Anemolti95 y yo llevamos al menos tres semanas jugando con la idea de intercambiar un poco los roles de nuestros protagonistas.
¿Y si Ferdinand fuera el plebeyo con devorador está vez? ¿Y si él recupera sus recuerdos como Tetsuo pero Rozemyne no? ¿Cómo hacemos que está vez sea el científico el que escale desde lo más bajo? Y pues, aquí lo tienen, nuestra conclusión a estas y más preguntas.
Debo añadir que aunque ha sido muy divertido trabajar con ella, también ha sido un tanto caótico porque se nos ocurren ideas y de repente una escribe una cosa y la otra algo que pasa mucho después o muchísimo después... no sé cuantos capítulos nos va a tomar esta historia, pero les aseguro que tenemos para rato.
¿Y que les ha parecido este prólogo? ¿quieren saber más de nuestro Ferdinand con recuerdos de Tetsuo?... y si no sabes quién es Tetsuo, te recomiendo que vayas a leer "Un Último Deseo" para que conozcas a nuestro científico super genio.
SARABA
