Los personajes de Naruto no me pertenecen. Solo hago uso de éstos con el fin de entretener.
Aclaraciones: Esta historia se basa en un Semi Universo donde los sucesos sobre el secuestro de Hinata por el Jefe Ninja de la Nube no fueron tan ligeros cómo se vio en el manga, todo lo contrario, una amenazadora guerra por parte del Raikage es declarada hacia Konoha. El masacre del clan Uchiha no se ha llevado a cabo y Obito sobrevive a la Tercera Guerra Ninja. Naruto y Menma son gemelos así como los dos jinchuriki de Konoha con la mitad del chakra del Kyuubi selladas en sus interiores.
Advertencias: Menciones de guerra y suicidio colectivo.
Agradecimiento especial a Tamashitsumo por ayudarme a betear este capítulo y escuchar mis ideas locas.
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Capítulo 1
Aves arrinconadas
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Era de noche y la Luna se mostraba hermosa en el cielo nocturno. Hitomi no podía dejar de apreciarla. La pequeña niña removerse entre sus brazos hizo dejar de contemplar el Satélite Natural para observar a su primogénita dormir. Sonrió con dulzura. Se había despertado a mitad de la noche, una mala pesadilla que ella se encargó de espantar con una canción de cuna para sumir nuevamente a Hinata en sueños.
Por lo general Hinata era una niña tranquila cuyo sueño no se veía perturbado por nada, por ello era una niña fácil de manejar. Tan silenciosa. Sin embargo, debido a los últimos acontecimientos no dudaba que la pequeña, pese a su corta edad, presintiera la tensión rodear la casona de los Hyuga. Ella también estaba preocupada, ni siquiera podía dormir con tranquilidad, menos cuando el espacio a su costado del futon se hallaba constantemente vacío sin la presencia de su esposo, Hiashi.
Justo en esos momentos la Mansión Hyuga estaba siendo custodiada no solo por los miembros del clan, sino también por un escuadrón ANBU ordenado por el Tercero para salvaguardarlos de un posible ataque.
Un nuevo conflicto nació con la Aldea de la Nube cuando ésta exigió que se les compensara con la muerte del responsable de asesinar al Jefe Ninja que fue recibido por Konoha hacía un par de semanas atrás con el propósito de acordar un tratado de paz. El Tercero no pudo ignorar dicha propuesta, cualquier alianza con alguna otra nación siempre sería bienvenida, sin embargo, todo aquello había sido un truco bien calculado por el Raikage para obtener el Byakugan raptando a su pequeña hija.
Hitomi se sintió tan tonta cuando eso sucedió. Debieron haberlo sospechado desde un principio cuando se insistió tanto de parte de la Nube llevar a cabo la reunión en los terrenos del clan Hyuga, la cuna del Byakugan.
Los rumores de una posible guerra circulaban en toda la aldea, más de un aldeano se mostraba nervioso y con justa razón. La Gran Tercera Ninja tenía poco de haber sucedido y aún había secuelas, perdidas que nunca serían recuperadas, traumas, por los Sabios hasta ella no podía olvidar los rostros de sus seres amados muertos en batalla. Sin olvidar el ataque del Nueve Colas hace cuatro años. Konoha había visto malos momentos en los últimos años, era considerable que el Tercero quisiera evitar a toda costa un nuevo conflicto.
―Hitomi.
La voz de Hiashi provenir desde los sombríos pasillos la despertó de los oscuros pensamientos. Elevó la mirada y observó el rostro inmutable de su marido. A sus ojos él lucía cansado de toda la situación por más que quisiera ocultarlo. Podía notar la tensión en los anchos hombros.
Intentó sonreírle para no preocuparle.
―Querido ―saludó con gentileza.
―¿Qué haces despierta? Es demasiado tarde.
―Me disculpo, querido. Es solo que la Luna es tan hermosa que quise apreciarla. Hinata-chan tampoco podía dormir así que la traje conmigo ―explicó.
Por un momento las facciones endurecidas del patriarca parecieron suavizarse pero fue tan breve que cualquiera pensaría que era producto de la imaginación.
―¿Pesadillas? ―cuestionó en voz baja.
Hitomi suspiró suavemente y asintió, sin ver los ojos de Hiashi, volviendo a enfocar la mirada en la enorme y brillante Luna.
―Sí ―afirmó.
―Esto necesita acabar ―contestó con firmeza Hiashi al sentarse a su lado, ambos viendo al mismo punto, más allá de los jardines de la Mansión Hyuga.
Hitomi guardó silencio. Aquella frase Hiashi no solamente lo dijo por el problema de Hinata, presentía que se refería a toda la situación tensa que había en el clan. Muchos sacrificios se habían llevado a cabo por parte del Bouke con el fin de proteger la pureza del Byakugan así como evitar que otra Nación Ninja utilizara el doujutsu contra Konoha. Sin embargo, nada parecía calmar la ira y ambición del Kage de la Aldea de la Nube.
Recordó con pesar que la madre de Neji, Hinami, entregó su vida para protegerlos. No obstante, como el resto de los integrantes de la Segunda Rama sus esfuerzos fueron despreciados. Hoy en día las peticiones del Raikage por obtener la cabeza de Hiashi, principal responsable de la muerte del Jefe Ninja, no cesaban. El Tercero intentaba solucionar las cosas con diplomacia, pero el Raikage era un hombre de poca paciencia. Hiashi había intentado dar una respuesta, incluso insinuó entregarse, cosa que sería un completo error pues le brindaría en bandeja de plata lo que ellos deseaban.
El sacrificio del Bouke sería en vano si Hiashi tomaba esa decisión. Pero ella podía entenderlo, estaba desesperado. Su clan poco a poco estaba desapareciendo. Hizashi y Neji eran los únicos sobrevivientes. El Souke aún tenía integrantes, pero estos era necesarios para una posible lucha, Tomura y Ko eran excelentes ninjas con un entrenamiento shinobi ejemplar. E igualmente eran útiles para la aldea en caso de entrar en guerra. Sin embargo, al no poseer el sello del Pájaro Enjaulado existía la posibilidad de que la Aldea de la Nube se hiciera del Byakugan.
Todo era horrible.
―Querido ―musitó suavemente al ver el perfil de su esposo, tan ensimismado, observando la Luna, como si quisiera encontrar las respuestas de cómo actuar a través de ésta.
―Encontraré una solución ―contestó a las interrogantes de su esposa, aquellas que no eran vociferadas pero que Hiashi sabía que Hitomi pensaba desde que toda esa pesadilla inició.
Bajó el rostro para observar el rostro durmiente de su primogénita. Tuvo el impulso de pasar la mano por su carita, pero contuvo esos deseos. Ahora mismo debería pensar cómo el líder del clan Hyuga y no como un padre. Buscar la preservación del Byakugan era esencial, no solo porque era un legado de sangre heredado por sus ancestros desde que la era de los shinobios dio inicio, sino también para evitar otro atentado.
Él tenía esa responsabilidad en los hombros por ser el asesino del Jefe Ninja. No solo había actuado como un ninja de la Hoja, sino también como padre preocupado. No quería imaginar lo que hubiera sucedido si la Nube se hiciera del Byakugan.
Observó nuevamente la Luna, tan lejana en esos momentos. Pensó en lo sencillo que sería esconderse ahí. Las únicas alternativas que tenía, el Bouke estaba casi extinto y muy en el fondo él no quería sacrificar a su hermano, mucho menos a su pequeño sobrino quien era un año mayor que su hija. Hizashi ya había sufrido demasiado desde el momento de nacer después que él. No podía obligarlo a perder más de lo que ya no tenía. Sería muy cruel de su parte.
Hiashi Hyuga.
En su mente la voz de un hombre lo llamó por su nombre. Hiashi se mostró confundido, incluso pensó que se trataba de gengutsu. Activó el Byakugan de manera automática para observar a los costados, cualquier rincón que pudiera servir de un escondite estratégico, pero solamente veía las figuras de los miembros del clan Hyuga vigilar así como los ANBU en puntos claves.
Pudo sentir que a su lado Hitomi se puso en alerta.
―¿Pasa algo? ¿Alguien se ha infiltrado? ―la preocupación en el tono de la mujer era notorio, incluso acurrucó más a la pequeña a su seno.
―No, no es eso. Algo… ―no sabía muy cómo describir esa extraña sensación. Soltó un suspiro, mirando a su esposa para tranquilizarla―. No es nada ―afirmó con seguridad―. Ha sido un día difícil, supongo que estoy cansado ―mostró una leve sonrisa, de aquellas que eran poco comunes entre ellos―. ¿Por qué no te adelantas y regresas a Hinata a su futon? Yo iré enseguida, también necesito dormir.
―De acuerdo, cariño ―Hitomi asintió, incluso hizo una leve inclinación de la cabeza al ponerse de pie sin dificultades, adentrándose a los interiores de la mansión dejando a Hiashi atrás.
Éste volvió a elevar el rostro a la Luna.
Hiashi Hyuga.
La voz volvió a resonar en su cabeza.
«¿Quién eres?» preguntó en su mente, con el Byakugan activado, preparado para cualquier ataque sorpresa.
Un familiar lejano ―contestó la voz en su mente. A Hiashi eso le resultaba extraño pues los únicos que podían comunicarse telepáticamente eran los Yamanaka, pero esa voz no sonaba nada parecida a la de Inoichi―. Es natural que sospeches sobre mí pero tus sospechas solo nos quitará tiempo, dadas tus circunstancias actuales éste es demasiado valioso para ti. No puedes despreciarlo.
Hiashi frunció el ceño por la manera en que ese ser se comunicaba con él, hablándole de esa manera.
«¿Cuáles son tus intenciones? ―preguntó. Si este ser quería entablar una conversación con él era porque tenía intereses―. ¿Y a qué te refieres con "un familiar lejano"?».
No soy tu enemigo, eso te lo puedo asegurar. Como te he dicho, soy un familiar lejano. Lamento no poder darte un contexto más extenso sobre el árbol genealógico de nuestras familias, pero no hay tiempo ―explicó la voz en su mente, el tono no concordaba con la supuesta preocupación que usaba en sus palabras. Sonaba distante, casi indiferente. Era complicado de explicar―. En estos momentos estoy rompiendo una regla impuesta en nuestra gente al comunicarme contigo, pero en vista de la situación delicada del Byakugan, he tenido que intervenir por el bien del legado de Hamura-sama.
«¿Hamura-sama? ―Hiashi inevitablemente recordó la historia que su padre le relató cuando tomó el poder como el líder del clan Hyuga. Uno de los tantos secretos del clan que aún no eran revelados completamente para muchos de ellos por los espacios en blanco en las narraciones de cómo los Hyuga habían llegado al mundo para ser parte de Konoha. Sin embargo, decidió escuchar y dejar por un momento las sospechas. Si esa persona sabía sobre la situación que atravesaba el clan era porque los había espiado por un considerable tiempo. Se tranquilizó al pensar en lo que eso representaba―. No logro entender por completo tus motivos, pero te escucharé primero».
No tienes otra alternativa ―la misma voz le recordó su situación. Hiashi apretó la tela de la yukata sobre sus manos―. Hiashi Hyuga, ahora mismo yo soy el único que puede salvar a tu clan en estos momentos. No solo por el Byakugan, sino también por mi clan. Ambos nos necesitamos.
«Antes de proseguir con toda esta conversación, me haría bien saber quién sabe mi nombre. Considero que es justo».
Hubo un lapso de silencio en su mente. Hiashi pensó que la entidad o ser que le hablaba a través de la mente habría dejado de comunicarse.
Mira la Luna con el Byakugan ―ordenó la misma voz.
El tono imperativo de dicha voz no le dio otra alternativa, tuvo que doblegar su orgullo y seguir las indicaciones. Hizo lo que se le pidió, no sabiendo el propósito de aquella orden.
Hiashi se sorprendió que su Byakugan lograra ver con tanta precisión y cercanía la superficie de la Luna, como un viaje estelar del que no sabía era capaz de realizar. Sintió un chakra desconocido implantarse alrededor de los ojos, era cálido y daba cosquillas, pero no resultó ser desconocido, sino inesperadamente familiar.
En su enorme visión brindada por el Byakugan logró detectar a un hombre en el centro de un desierto lunar quien le daba la cara como si estuvieran en frente del uno y el otro. Éste tenía los parpados cerrados, cabello albino, piel demasiado clara y barba, le daba el aspecto de un hombre sabio, especialmente vestido con aquellas prendas que le daban un aire ceremonial, casi divino.
«¿Qué es esto?».
Este es el poder de mi clan, Hiashi Hyuga ―la boca del albino se movió, revelando la identidad del dueño de la voz que ahora tenía rostro―. El clan Otsutsuki mantiene su Imperio en la Luna, lejos de los conflictos humanos, vigilando la vida de los terrestres y juzgando el uso del chakra, regalo dado por el hermano de Hamura-sama, nuestro padre, Hiashi.
«¿Padre?».
Así es. No obstante, no puedo revelarte por completo nuestro propósito. No ahora.
«¿Tú eres un Otsutsuki?»
Sí. Soy el líder de la familia secundaria del clan Otsutsuki. Temmu Otsutsuki.
«¿Cómo pretende ayudarme, Temmu-san? ―cuestionó, frunciendo el ceño, mirando las facciones del hombre que parecían incapaces de mostrar algún sentimiento―. No hallo lógica en lo que me dice».
Nuestro encuentro estaba destinado a cumplirse pero bajo otras circunstancias. Tal cómo te dije, he tenido que intervenir por el bienestar de ambos. Mi propósito al comunicarme contigo es ofrecerte una salida ―el albino pese a tener los ojos cerrados tenía una fuerte presencia que a Hiashi le intimidaba un poco.
Ese aire poderoso rodear la figura del hombre era imposible de ignorar. Aún con el Byakugan activado no podía determinar cuán fuerte era éste, solo podía observar las enormes cantidades de chakra que poseía y fluían por los canales en su cuerpo. Ese detalle le hizo sentirse nervioso.
Escucha con atención, Hiashi Hyuga. La guerra se aproxima a tu aldea y será inevitable detenerla. El Byakugan corre peligro de caer en las manos de seres que lo usarán con el propósito de generar más caos. Eso debe ser evitado. El fin del clan Hyuga es proteger el legado heredado. Sin embargo, ahora mismo corre peligro. Es por ello que te ofrezco refugio en la Luna.
«¿La Luna?» vivir en tal atmósfera era imposible, una idea ridícula. Pero ver con sus propios ojos la figura de ese hombre que parecía indiferente a las leyes de la naturaleza y gravedad le decía que era posible.
Existe un pasaje secreto, oculto en las lejanías de Konoha en una cueva, un manantial que no moja. Este portal ancestral, custodiado por el Portero de la Luna, logrará que tu gente llegue a la Luna donde los recibiré con los brazos abiertos. Le ordenaré al Portero dejarlos acceder y desactivar la trampa de seguridad para que nadie de tu familia sufra consecuencias ni queden atrapados por el gengutsu.
«¿Qué es lo que quiere cambio?».
La seguridad del Byakugan es lo que me importa, Hiashi. Debes dejar de sospechar tanto de mí y compartir con tu clan la idea que te he brindado. Hazla pasar como tuya para no levantar sospechas. La única condición que establezco es que no reveles nada de lo que te he dicho a nadie. Crea un plan donde nadie pregunte sobre la desaparición repentina del clan ni que nadie vaya detrás de la búsqueda de los Hyuga. Destruye cualquier información sobre tu legado de sangre. El Mundo Shinobi debe creer que el Byakugan ha dejado de existir.
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Hizuren fue levantado ante una emergencia que le comunicó uno de los ANBU encargados de cuidar los territorios Hyuga ante los intentos del Raikage de infiltrar ninjas. Éste se levantó y vistió sus ropas de Hokage cuando se le anunció que era Hiashi Hyuga quien solicitaba verlo en esos momentos.
Los cielos aún estaban oscurecidos, pero faltaba poco para el alba. El Tercero pensó que debía de tratarse de algo importante para ser interrumpido a esas horas. En la Torre Hokage se hallaba Hiashi en compañía de Hizashi. Estos inclinaron la cabeza para saludarlo y Hizuren les permitió acercarse más al escritorio.
―Hiashi ―saludó el Sarutobi, observando con atención las facciones de ambos gemelos. No había nada que le comunicara algún sentimiento, no obstante, sabía que la visita no se debía a pura cordialidad sino al asunto relacionado con el Raikage.
Como Hokage no se había podido inmiscuir en las decisiones internas del clan Hyuga, estaba fuera de sus límites como líder de la aldea. Sin embargo, había hecho todo lo posible por atrasar las medidas drásticas que el Raikage amenazaba con cumplir de no respetarse las exigencias establecidas. Por ello Hiashi le pidió tiempo para encontrar una solución pacífica. En un principio se pensó que con el sacrificio del Bouke todo terminaría, pero el Raikage no fue engañado, estaba al tanto que el Byakugan solo desaparecía en los que nacieron en la Rama Secundaria del clan; dicha regla no afectaba a la pureza del Souke, parte del clan que el Kage del País del Rayo reclamaba.
Varias cabecillas del clan pedían una respuesta a Hizuren, una decisión que mantuviera intacta la soberanía de la Hoja. A pesar de su autoridad, el Consejo de Konoha también lo estaba presionando, no dudaba que también Hiashi lo sintiera así. Como únicos miembros del Bouke solo quedaban Hizashi y su hijo, Neji, no podía pedirle a Hiashi enviarlos cuando el Raikage no aceptaría tal trato al saber la verdad de las dos ramas del clan Hyuga, información que al Tercero le preocupaba pues no sabía de dónde pudo conseguirla. Había pedido a los ANBU, un escuadrón especial de investigación, localizar el posible filtrador de información.
No solamente era la presión ejercida por el Consejo y el Raikahe, la situación con el clan Uchiha era delicada, una posible bomba que podía estallar en cualquier momento si no hacía los movimientos adecuados. Después de lo sucedido con el Kyuubi y por órdenes de Danzo a causa de la desconfianza que éste le tenía al clan del Sharingan habían desplazado el Distrito Uchiha a un rincón en toda la aldea, cerca de la cárcel donde se encontraba la sede de la Policía Militar de Konoha a cargo de los mismos Uchiha por mandato de Tobirama Senju, Segundo Hokage, con el fin de separar a los Uchiha del Consejo de Konoha y evitar su influencia en la toma de decisiones.
En las reuniones que llevaba a cabo para escuchar propuestas muchos deseaban utilizar el poder del Kyuubi para defenderse pero Hizuren les recordaba que el Hachibi también era fuerte, además el hermano del Raikage, Killer B, poseía un sorprendente control sobre la Bestia de Ocho Colas.
Los jinchuriki de Konoha eran demasiado jóvenes.
A la mente de Hizuren llegaron los rostros de Naruto y Menma. No podía exponerlos de esa manera, menos a otra nación. Le prometió a Kushina y a Minato mantenerlos seguros, evadir la verdad para mantenerlos a salvo. Por más tentadora que fuera la propuesta él declinaba cada vez que se lo recordaban, dejando en claro que el tema no sería abordado nuevamente. Ni siquiera cuando Fugaku Uchiha había dicho que él podría dominar a la bestia con su Sharingan. Pero ninguno de los consejeros, especialmente Danzo, confiaba plenamente en el hombre.
Eran muchos conflictos, no solo internos ante el descontento de Fugaku, el cual era demasiado palpable para el Tercero desde lo sucedido aquel 10 de octubre hace cuatro años atrás. No podía hacer de la vista gorda e ignorar aquel hecho, pero justo en esos momentos lo que más le impacientaba era lo del Raikage.
Quería pensar que Hiashi le traía buenas nuevas.
―Hokage-sama ―saludó el patriarca mientras a su lado Hizashi imitaba el gesto de respeto―. Lamento importunarlo a estas horas.
―No te preocupes, Hiashi. Estos días han sido complicados para conciliar el sueño ―explicó el Tercero. Entrelazó los dedos y los puso debajo de la barbilla, mirando a ambos hermanos―. ¿Qué sucede?
―Hokage-sama ―Hiashi avanzo un paso, cuidando de mantener la distancia, viendo a los alrededores en busca de posibles espías―. Deseo informarle lo que el clan Hyuga ha decidido para mantener a salvo no solo el Byakugan sino también a la Aldea de la Hoja.
―Eso sería maravilloso de escuchar, Hiashi.
―Pero antes debo solicitarle privacidad ―pidió el hombre de mirada perlada, observando directamente a los ojos audaces de Hizuren que no perdían el brillo a pesar de la edad―. Y eso a me refiero a los ANBU que lo protegen.
Hizuren cerró los ojos para considerar la petición de Hiashi. Pudo sentir el chakra de los ANBU repartidos alrededor de la Torre Hokage alterarse al escuchar al patriarca pero no dio señales para intervenir.
Si Hiashi pedía hablar con él sin la presencia de los ANBU era porque así lo requería. Un secreto que él, como el Hokage, debía escuchar.
―De acuerdo ―asintió el anciano―. Capitán.
La figura de un ANBU apareció detrás de los gemelos Hyuga que no se alteraron al haber percibido la presencia del ninja. Éste le hizo una inclinación al Tercero para darle a conocer que lo escuchaba. Portaba el uniforme de ANBU junto con la capucha blanca que indicaba su estatus como Capitán de Escuadrón, así como la máscara con apariencia de felino y líneas rojizas.
El cabello plateado era indiscutible pero ninguno de los presentes reveló la verdadera identidad del ANBU.
―Retire a sus hombres ―ordenó al Hokage.
―¿Ha sucedido algo en particular para que solicite esta medida, Hokage-sama?
―Nada en especial. Hiashi quiere discutir asuntos importantes conmigo en privado. Me temo que está tomando sus medidas.
―Entiendo, Hokage-sama. Le permitiremos media hora, no podemos dejarlo desprotegido por mucho tiempo.
―Lo entiendo. Será suficiente ―el Tercero observó al Hyuga que asintió en silencio, favoreciendo la decisión―. Puede retirarse, capitán.
―Hai ―exclamó el mismo ANBU al tiempo que desaparecía en un remolino de hojas.
Hizashi activó el Byakugan para confirmar que nadie estuviera rondando cerca. Le comunicó a Hiashi con una mirada que los ANBU se marcharon.
―Entonces, Hiashi ―comenzó a hablar Hizuren―, ¿qué tienes en mente?
―Hokage-sama ―habló el patriarca―, como líder del clan Hyuga considero lo ocurrido una gran responsabilidad para mí. No solo he puesto en peligro al Byakugan debido a mis acciones sino también a Konoha. Después de pensarlo por tanto tiempo y conversar con los ancianos de mi clan, en vista que el Raikage no aceptará ningún cuerpo que sea del Bouke, hemos llegado a una decisión unánime.
Hizuren frunció el ceño, presintiendo algo.
―Adelante.
―Los Hyuga, como poseedores del Byakugan, hemos tomado la decisión de desaparecer por voluntad propia.
La mirada del Tercero se oscureció debido a la confesión.
―Específica.
Hiashi bajó por un momento la cabeza no como un signo de debilidad sino de comprensión. Decir tal cosa no era fácil de engullir, podía entender a la perfección la reacción sorprendida del Tercero.
―Para proteger al Byakugan decidimos destruirlo.
―¿Destruirlo? ―uno de los doujutsu más importantes en el Mundo Shinobi, tan único e irreemplazable no podía ser destruido. Era tonto.
―Así es ―confirmó Hiashi, con los ojos llenos de seguridad―. Lo haremos nosotros mismos y después tomaremos nuestras vidas. Será un suicidio masivo.
―Hiashi ―de la impresión el Tercero se puso de pie, sin creer lo que el patriarca decía―. No hablas en serio. El Byakugan…
―Nuestra herencia de sangre debe ser destruida por el bienestar de la aldea, Hokage-sama. Si no lo hacemos, una guerra será declarada. Como líder prefiero ser yo quien destruya el Byakugan a permitir que alguien fuera de Konoha lo posea y haga uso de éste para la guerra. Es necesaria la extinción del clan Hyuga así como cualquier documento que contenga información de nuestro linaje. De este modo se evitará una tragedia.
―¿Eres consciente que esta es una decisión demasiado precipitada? ―cuestionó el Tercero―. Sé que estamos arrinconados por la constante presión del Raikage, sin embargo, poseemos la fuerza necesaria para darles pelea en caso de que…
―Con todo respeto, Hokage-sama ―interrumpió el hombre al anciano. Éste calló y permitió hablar al hombre de porte firme que no mostró dudas al decir que prefería morir a dejar el Byakugan en manos del enemigo―. No creo que Konoha esté preparada para otra guerra. Hace poco libramos una etapa oscura en la cual muchos pensamos nunca veríamos el fin y después ocurrió lo de la Bestia de las Nueve Colas que dejó secuelas en nuestra aldea.
Hizuren apretó los labios al recordar los rostros sonrientes de Minato Namikaze y Kushina Uzumaki.
―Además las tensiones internas no favorecen nuestra situación.
―¿Insinúas que el clan Uchiha se rebele contra nosotros?
―Es una posibilidad, Hokage-sama, considerando el cómo han sido tratados después del ataque del Kyuubi. Además de que alguien filtró información importante sobre la verdad de las dos ramas del clan Hyuga a los ninjas de la Nube. Disculpe mi imprudencia pero no puedo confiar tan fácilmente en estos momentos.
―Comprendo ―Hiashi tenía la razón, Konoha no estaba lista para entrar a otra guerra, especialmente cuando no estaba seguro de la lealtad de sus shinobis, tal como Hiashi había señalado.
Hizuren gruñó cual animal enjaulado. Se sentía con las manos atadas en esos momentos. Perder el Byakugan sería una enorme desventaja para el futuro. Pero los sacrificios siempre eran necesarios.
―Comunicaré tu decisión al Consejo ―explicó Hizuren, mirando al hombre―. No puedo detenerte, sé que tal decisión no fue fácil de tomar ―una mueca de tristeza se mostró en las facciones del hombre―. Sobre todo, cuando hay niños en su clan ―respondió.
Pero aquella frase no removió las facciones de ninguno de los dos hombres. Parecían completamente seguros de la decisión, por algo estaban allí dándole a conocer dicho plan.
―¿Cuándo planean hacerlo?
―Lo más pronto posible ―contesto Hiashi―. Lo primero que debemos hacer es eliminar cualquier información sobre el Byakugan, eso incluye los pergaminos o cualquier documento que se encuentre en la Biblioteca de Inteligencia, así como en todos los departamentos.
―Entiendo. Daré una orden para que todo documento sea llevado a tu distrito, Hiashi.
―Se lo agradezco, Hokage-sama.
―¿Necesitas ayuda con algo más? Quizá Tsunade pueda encontrar una manera más suave ―puso énfasis en la palabra― para no causar tanto dolor.
Hiashi mostró una sonrisa amable.
―Agradezco el gesto, Hokage-sama, pero no será necesario. Mi clan y yo ya hemos pensado en la manera. Lo único que le pediría, aparte de todo esto, sería omitir la información al Consejo, por lo menos hasta que se llegue el momento indicado. Es de esperarse que ninguno de los ancianos estará a favor de que se cometa tal acción, a pesar de que se busque proteger la aldea y el Byakugan. Por eso pido su discreción hasta el día seleccionado, Hokage-sama.
―Hiashi, me pones en una delicada situación ―esos ancianos del Consejo era un hueso duro de roer, Shikaku era el más relajado de todos, no dudaba que si le comunicaba los planes de Hiashi éste encontraría sentido en la toma de decisión del patriarca del clan Hyuga.
Hasta se atrevía a decir que éste buscaría una alternativa para remediar la situación sin llegar a los extremos del suicidio, pero el resto de los tres ―Danzo, Homura y Koharu― estarían en contra.
Podía ser el Hokage pero el Consejo de Konoha era ambicioso, en su visión de velar por la seguridad de la Nación del Fuego no dudaba que le comunicaran tales planes al Señor Feudal del Fuego y éste intervendría directamente ya fuera llevándose a todos los integrantes del clan Hyuga a la Capital, poniendo en riesgo no solo al Byakugan sino también al Señor Feudal.
O en el peor de los escenarios, extraer el Byakugan para asegurarlo de su extinción.
La situación no mejoraría mucho. Por más que no quisiera admitirlo, la decisión de Hiashi era la más acertada en todo ese conflicto.
Si se le daba a conocer al Raikage le extinción del Byakugan estaba seguro que éste dejaría las amenazas. Perdería el Byakugan pero aún tenía al Nueve Colas y el Sharingan, Konoha seguiría siendo una de las aldeas más fuertes de entre todas las Naciones Ninjas.
Era de sabios sacrificar una pieza importante del tablero para garantizar el bienestar de otra.
―Lo haré, Hiashi. Te garantizo que nadie sabrá sobre tus planes, no hasta que lo lleves a cabo.
―Gracias, Hokage-sama.
―Al contrario, debo ser yo quien agradece al sacrificio de tu familia por la aldea. Ten por seguro que cada aldeano recordará este acto.
Los gemelos Hyuga asintieron a las palabras del anciano e hicieron una respetuosa reverencia que marcaba el final de la discusión. Aquella sería la última vez que se verían, cara a cara, pues Hiashi no dudaba que se dedicaría de lleno a los siguientes días a prepararse para el gran día. Pero primero necesitaba borrar cualquier información sobre el Byakugan, eso incluía los pergaminos ancestrales que su familia poseía, mismos que en esos instantes su padre desempolvaba.
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Notas: Gracias por leer y llegar hasta aquí. Por favor, hagánme saber su opinión por medio de un review, el cual les estaré muy agradecida.
