El Ascenso de un Científico Loco

¡Descubriré como Funciona el Mundo!

Confesiones al inicio del Invierno

Era la tarde previa al inicio de las festividades y celebraciones de invierno. Debería estar preparándome para presidir los bautizos y las presentaciones, sin embargo, mi madre fue muy puntual en que nos quería a Laurenz y a mí en casa. No era algo habitual, incluso solicitó si podíamos traer a Alerah para que cenara con nosotros. Por supuesto, todo esto quedó claro cuando fue Justus y no uno de los sirvientes, quién nos recibió en la entrada con una enorme sonrisa que me daba mala espina.

"¡Esto es tan emocionante! Me alegra de verdad que mis amados hermanitos estén en casa desde temprano para prepararnos y…"

"¡¿Justus?!"

Los tres bajamos del carruaje. Quizás por mi tono, Justus guardó silencio, sonriendo de un modo que no auguraba nada bueno.

"¿Mamá no les dijo?" preguntó mirándonos a Laurenz y a mí antes de notar a Alerah, sonriendo aún más "¡Oh, vaya! Incluso convocó a nuestra futura cuñada. ¡Esto se pondrá bueno!"

"Justus, en serio" dijo Laurenz en medio de risillas conspiratorias "¿qué está pasando aquí? Ferdinand está a punto de arrancarse el cabello por tanto suspenso."

"Gudrun viene con su adefesio" respondió el hombre encantado, como si no sintiera cierta repulsión por el consorte de nuestra hermana "por favor, lúzcanse con sus bromas, sean tan descarados como quieran, de hecho, Lady Alerah, ¿le importaría ayudarme a ponerme mi maquillaje?"

"¿Maquillaje?"

Antes de que pudiera protestar, Justus se llevó consigo a Alerah, dejándonos a Laurenz y a mí algo confundidos en diferentes formas. Laurenz parecía divertido, yo en cambio no tardé nada en evocar la última vez que Gudrun estuvo de visita, durante el verano. Yo solo pude verla de pasada en algunos momentos dado que estuvo trabajando para Eglantine y mi hermana se dedicó a visitar diferentes localidades la mayor parte de su estancia junto a padre Bonifatius.

"¿Eglantine vino de visita? Pareces fastidiado." Comenté uno de esos días en que tuve que quedarme en el castillo debido a la insistencia de Sylvester de tenerme de chaperón durante la estancia de Lavinia.

"No, Lady Eglantine viene dentro de dos semanas…" confesó mi hermano con el rostro demasiado serio y algo raro en su mirada, el único indicio de su descontento conforme terminaba de arreglarme "mandó a Gudrun y a ese payaso de la Soberanía primero."

El verano anterior al de este año, nuestra hermana mayor había tomado por esposo a uno de los eruditos de Eglantine, un archinoble de Klassenberg con el que yo no había cruzado más que alguno que otro saludo y que por algún motivo no terminaba de convencer ni a mi madre ni a mi hermano.

"Sólo ignóralo…" le indiqué a Justus recordando de pronto mi brevísima última visita en aquel entonces "y no vuelvas a disfrazarte de Gudrun para tomarle el pelo. Hasta yo te vería raro si me hicieras una broma como esa."

Justus, que estaba en uno de esos bizarros momentos en que estaba mezclando su trabajo de asistente con su rol de hermano solo giró los ojos y dejó salir un suspiro cargado de fastidio, pasando a mi espalda para comenzar a arreglar mi cabello con gel, cepillarlo y trenzarlo.

"Solo le estaba dejando en claro que la heredera de la finca es Gudrun, no él." Siguió explicando como si fuera la cosa más obvia del mundo "Hacer como que soy Gudrun considerando tomar un segundo esposo no era para tanto."

"¿Y tenías que mencionar a Leberech?" esa parte podía recordarla porque el sujeto decidió acusar a Justus justo cuando yo estaba por despedirme de mis padres antes de volver al Templo.

"Para darle más realismo." Se había defendido mi hermano mayor con una sonrisa viciosa desde el espejo, haciéndome sentir lástima por el pobre individuo que Gudrun tomó por esposo.

Adolph no parecía un mal tipo. Quizás demasiado arreglado y con una actitud un tanto arrogante, pero no se diferenciaba mucho de la mayoría de los chicos de Klassenberg con los que llegué a compartir clases en alguna ocasión. Imaginaba que era solo algo cultural, igual que los dulkerfergianos y su sed por el ditter.

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"¡Gudrun, mi linda avecilla! Te echamos de menos, hija." Saludó nuestro padre cuando mi hermana y su esposo Adolph estuvieron dentro de la finca, con los asistentes llevando el equipaje de ambos a sus respectivas habitaciones.

"También los extrañé mucho, papá, mamá."

Nuestra madre se acercó a ella con una enorme sonrisa, tomándola de las manos y dando algunas palmadas amables antes de mirar a Adolph y volver a su semblante usual.

"Adolph, veo que Dregarnuhr, la diosa del tiempo, insiste en entrecruzar nuestros hilos."

"¡Y nada me hace más dichoso, Lady Rihyarda!"

Madre no contestó, solo asintió. Padre también dedicó apenas un vistazo a Adolph y un asentamiento en reconocimiento a su presencia, nada de contacto físico como con Gudrun, a quien había sostenido por los hombros para poder mirarla más que contento.

"Cómo jefa actual de la familia", inició mi madre, "debo informar que nuestra familia se ha agrandado de nuevo. Adolph, ya conoces a mi hijo Justus…"

"¡Oh, Adolph!" se apresuró a responder Justus detrás de un abanico, cerrándolo para dar un paso al frente y sonreír con coquetería "me ENCANTA que la diosa juntara nuestros hilos de nuevo."

Laurenz estaba teniendo serias dificultades para aguantar la risa, Alerah sonreía divertida y un poco asombrada, yo solo miré a mis padres, notando la mano de mi padre temblando en su lugar para no cubrir su rostro con pesar en tanto madre negaba con lentitud, soltando un suspiro cansado y silencioso.

Justus estaba vestido como una mujer rubia y menos voluptuosa que Gudrun. Adolph, no pudo contener su malestar, temblando y poniendo una mueca de asco en cuando Justus le mandó un beso con su abanico.

"¿En serio? ¡Este… hermano tuyo, ¿no podría vestir como un hombre normal?!" preguntó Adolph a Gudrun con ese tono pomposo y cargado de desdén que usaba para quejarse.

"¡Hieres mi corazón, querido hermano Adolph! Y yo seguí tus súplicas de no volver a disfrazarme de Gudrun en tu presencia."

Laurenz estaba temblando tanto, que no tardó mucho en sacar un pañuelo para simular que estornudaba a mi espalda. Alerah solo se escondió detrás de un abanico a juego con su ropa. Yo elevé los hombros cuando Adolph me miró.

"¿Qué no es tu asistente, hermano Ferdinand?"

"Lo es."

"¡Pues haz algo! ¡Esto es…!"

"Temo que el día de hoy es el día libre de Justus. Si quiere disfrazarse de bahelem en su tiempo libre y comer pasto dentro de la finca, no es mi problema."

Adolph cerró los ojos, aún así noté como los giraba agobiado antes de tomar un par de respiraciones, todo después de que Gudrun le tomara un brazo y le susurra algo al oído. Mi madre carraspeó una vez y todos nos recompusimos en el acto.

"Cómo decía. Conoces a mis otros hijos, Justus y Ferdinand, sin embargo, debo informarles a ambos que hemos decidido adoptar a Laurenz como nuestro hijo."

Laurenz se puso derecho antes de dar un saludo respetuoso estándar. Madre sonrió complacida al igual que padre. Gudrun por su lado nos miraba con curiosidad y Adolph regresó el saludo.

"Y está preciosa señorita que ven es Alerah, la prometida de Laurenz.

"¿Se casarán el próximo verano?" preguntó Adolph con un tono pomposo pero más amable que el usado con Justus… o conmigo.

"Nos encantaría, pero…" dijo Laurenz.

"Decidimos esperar un año más. Quiero estar preparada para ser una esposa respetable." Explicó Alerah, mirando a Laurenz con un leve sonrojo y una sonrisa sincera.

"Y yo planeo asegurar una buena posición bajo el mando de mi hermano Ferdinand. Ahora que he sido adoptado, vivir en el Templo ya no es una opción y está la…"

"¿El templo, has dicho?"

Todos lo miramos con desdén ante el tono cargado de asco e incredulidad. Adolph debió notar su error porque nos dedicó una sonrisa melosa antes de corregirse en un tono menos ponzoñoso.

"La costumbre. Olvidó que el honorable Templo de Eisenreich funciona como casa para la mayoría de los dioses y no solo para los… dioses más nocturnos."

"Es una pena que Klassenberg se siga negando a adoptar nuestras costumbres seculares", dije casi sin pensar, "notarían los beneficios de contar con las bendiciones de varios dioses al servirlos de manera sincera."

"Seguro." Fue la escueta respuesta de Adolph, dejando un ambiente algo tenso por unos segundos.

Una suerte que una de las asistentes se acercara en ese momento a mi madre, la cual se notó más relajada antes de juntar sus manos con fuerza, llamando nuestra atención.

"La comida está lista y Ferdinand tiene el día libre hoy, así que no lo veremos comer para luego salir corriendo como si la diosa Steiferise lo estuviera persiguiendo."

Todos reímos un poco por la broma y nos dirigimos al comedor.

La comida transcurrió sin muchos incidentes, con Justus lanzándole miradas coquetas a Adolph cada vez que el pobre hombre lo miraba por error y los demás haciendo una charla ligera con comentarios sobre la cosecha de este año, el clima en Eisenreich y la Soberanía y poco más.

Para cuando nos trajeron el té, Justus parecía un poco impaciente, haciendo la prueba de veneno con más destreza de la usual para luego soltar un comentario seguido de una sonrisa divertida y astuta.

"Adolph, ¿sabías que la prometida de nuestro nuevo hermano menor acaba de poner su propia empresa? Sospecho que surgirá toda una nueva industria de ahí."

El ceño fruncido de Adolph se relajó un poco y tanto él como Gudrun miraron ahora a Alerah.

"¿En verdad?" preguntó Adolph sin mucho interés.

"Eso es impresionante, Alerah", comentó Gudrun entonces, "¿de qué es tu empresa? Si puedo preguntar."

"Bueno, yo…" Alerah miró a la mesa con nerviosismo, Laurenz le tomó una mano, apretándola y sonriéndole, haciéndome pensar que le había pasado un poco de mana, a lo que Alerah se enderezó, recuperando un poco de su confianza, "estoy creando pijamas y ropa interior para mujeres casadas. Ropa cómoda y bonita que puedan usar para sentirse poderosas o para… mejorar el ambiente en el lecho matrimonial."

Adolph empalideció en ese momento, Gudrun en cambio abrió bastante los ojos, adelantando un poco su cuerpo.

"¿Poderosas? ¿Te importaría explicarlo, Alerah?"

Alerah negó, sonriendo y tomando una posición más cómoda en la mesa justo después de dar un sorbo a su té.

"Soy de la opinión que cuando una mujer se siente cómoda con su cuerpo y con su apariencia, puede proyectar una personalidad mucho más segura. La belleza puede ser un arma si se sabe cómo utilizarla, pero también puede ser una armadura para protegernos del desdén de otros e incluso ayudarnos a tener la fortaleza para enfrentar las pruebas de Glücklität."

"¿No es fabulosa?" susurró Laurenz orgulloso y calmo, mirando a Alerah sin dejar de sonreír.

"Es una opinión interesante", comentó nuestra hermana.

"Es una opinión muy acertada, querida hermana" intervino Justus, sentándose de un modo bastante seductor antes de esconder su rostro detrás de su abanico "ropa de calidad hecha con decoraciones sublimes y materiales variados y mucho más suaves que la ropa interior común. Incluso estoy tentado a pedirle a nuestra futura hermana que inventé una línea para hombres."

"¡Justus!" le regañó Gudrun en un tono más bien juguetón "¿No estarás insinuando que…?"

"¡Por supuesto que no, querida hermana! No insinuó, hablo con conocimiento de causa y puedo apostar lo que quieras a qué la ropa de está señorita te va a encantar. No creo que puedas volver a la holgada y engorrosa ropa interior usual, o a la ropa interior de verano más sencilla que comenzaron a vender hace años de modo misterioso."

Que Justus no volteara a verme en esa última parte de su declaración me llenó de alivio.

Pensar que sería mi necesidad de volver a usar ropa moderna lo que desataría a Alerah… o a Justus en este caso era un recordatorio de que debía mirar más allá cuando intentara introducir cosas modernas de nuevo.

"¿Ese fenómeno está usando ropa interior de dama?" logró decir Adolph, pálido y con una mueca de repulsión imposible de ignorar.

Justus solo sonrió, recargando su rostro ladeado en una mano y levantando un poco de tela por debajo de la mesa, a fin de dejar mucha tela a la vista.

"¿Te gustaría corroborarlo, hermano Adolph?"

"¡Muy bien, Justus! ¡Es suficiente!" ordenó nuestro padre.

Justus soltó su falda, enderezando la espalda sin dejar de sonreír y mirando ahora a nuestros padres.

"Mis disculpas, padre. Es que las expresiones de Lord Adolph son tan… claras, que me cuesta trabajo no tomarle el pelo."

Laurenz, Alerah e incluso Gudrun estaban haciendo un esfuerzo por no reír. Yo sonreí también, cayendo en la cuenta de que Adolph debía perder la paciencia con mucha facilidad cuando se trataba de Justus para volverse tan transparente con su fastidio.

"Gracias, suegro. ¡Es una vergüenza que LORD Justus se pasee en esas fachas y…!"

"¿Quién ha dicho que sea su apariencia lo que acaba de molestarme, Adolph?"

"Bueno, suegro, yo solo pensé que…"

"Adolph", le interrumpió mi madre cuando con firmeza, "Justus es algo excéntrico y lo sabemos, sin embargo, como erudito principal de un Candidato a Archiduque de un Ducado alto, es su DEBER conseguir la mayor cantidad de información posible para su Lord, más aún cuando nuestro Ferdinand está compitiendo contra dos de los hijos del Aub actual. Si Justus consigue información vistiendo de mujer, información valiosa que no conseguiría de otro modo, entonces está bien. Es parte de su trabajo. Dado que tú mismo eres el erudito de una princesa, debes comprender la importancia de la recopilación de información. ¿O me equivoco?"

"No, suegra. Tiene usted razón."

"Muy bien. Con ese asunto zanjado, mientras ninguno de ustedes se pasee por mi casa en ropa interior y se comporten de manera adecuada, ni mi esposo ni yo tendremos queja alguna."

A esas palabras siguió una solicitud de Gudrun para escuchar más sobre la empresa de Alerah y yo propuse una partida de ditter de mesa, un juego de tablero basado en el Risk de mi mundo anterior para que Adolph, Justus, Laurenz y yo pudiéramos jugar a la vez. Nuestros padres se disculparon y nos dejaron en el comedor entonces.

Más tarde, poco antes de la cena escucharía a Adolph elevando su tono de voz, discutiendo con Gudrun. Justus no tardó en pararse a mi lado con un rostro amargo y una mirada peligrosa vestido de nuevo con su ropa usual. Tuve que tomarlo de una manga para evitar que irrumpiera con la violencia y velocidad de un señor del invierno.

"¿Estás loca? ¿Por qué tienes que tomar un segundo esposo? ¡No me has dejado convocar al invierno por servir a la princesa ¿Y quieres un segundo esposo?"

"Necesitaré a alguien que me apoye aquí, Adolph. Ya te lo había explicado. ¡Tú no puedes porque eres erudito de…!"

"¡MENTIRAS! ¡Estás tan podrida como esos hermanos tuyos!"

"¡No metas a mis hermanos en esto, Adolph!"

"¿Y porque no? Entre ese fenómeno que se viste de mujer y los dos sacerdotes, no me sorprendería enterarme que fuiste una flor en tu juventud y…"

Ambos escuchamos un golpe, así como pasos acercándose a la puerta. Tuve que tomar a Justus de la manga para alejarnos de inmediato. Acabábamos de alcanzar la esquina del pasillo cuando la puerta se abrió y nuestra hermana salió de ahí.

"Si esa es tu opinión de nosotros, te ruego que te vayas, Adolph."

"¡¿Irme?!... Gudrun, espera, ¡Espera! ¡Lo lamento! ¡De verdad lo lamento! Es solo que no entiendo para que quierés un segundo esposo y…"

"Adolph te lo he estado explicando desde el verano. Seré la asistente principal de nuestra princesa, pero también soy la heredera de esta familia. No puedo quedarme en la finca para ayudar a mi madre a llevar la casa y necesito de alguien que esté dispuesto a apoyarla para que pueda familiarizarse con el personal y el manejo de la finca."

"¿Pero, Leberech?"

"Es un erudito que tomó optativas en asistencia durante los veranos para poder apoyarme y me ha estado esperando todo este tiempo, Adolph. Si no vas a tolerar a Leberech o a mis hermanos, entonces se acabó."

Observamos a Adolph salir de la habitación, mirando incrédulo a Gudrun, con los puños apretados y el ceño tan arrugado que parecía que tuviera una sola ceja y nada de dientes debido a lo apretada de su mandíbula.

"¿No vas a cambiar de opinión?"

"No, Adolph. No lo haré. Es una decisión política, si no puedes sobrellevarla entonces vete."

Adolph azotó la puerta caminando hacia nosotros furioso, empuja a Justus cuando nos vio y barriéndome de abajo a arriba con la mirada sin decir nada. Pronto escuchamos un segundo portazo y luego salimos del pasillo al escuchar un pequeño gemido.

Justus fue el primero en llegar hasta Gudrun, tomándola en brazos y dejándola llorar en su hombro un par de minutos antes de que ella comenzará a golpearlo con sus puños cerrados, haciéndolo reír.

"Oye, oye, ¡Tranquila, enorme salvaje! El malo aquí no soy yo."

"¡Ay, cállate, Justus! Cómo si no hubiera notado que te dedicaste a fastidiarlo desde que se los presenté."

Gudrun se hizo atrás, limpiando su rostro con furia y mirando a Justus de modo severo.

"Porque ese pelmazo no te merecía. En realidad prefiero al terco de Leberech. Al menos él podía distinguirnos cuando me disfrazaba de ti en la Academia. ¿Lo recuerdas?"

Una risita diminuta y luego otra más. Pronto Gudrun estaba riendo un poco ante el recuerdo y se calmó, mirándome ahora.

"Yo no hice nada" me defendí de inmediato, poniendo las manos al frente y haciéndola reír un poco más. Con el ambiente más relajado, coloqué mi mano sobre el hombro de Gudrun, que me miró de nuevo "¿estás bien?"

"Lo estoy. Me casaré con Leberech este verano y tal vez tome un segundo esposo el año entrante. Leberech siempre dijo que estaba dispuesto a ser, incluso, un tercer esposo. Le daré una oportunidad."

Yo solo asentí, dando una pequeña patada en el tobillo a Justus cuando lo escuché suspirando.

"¡¿Qué?! Ya sabía que terminaríamos teniéndolo en la familia, solo no esperaba que se volvería primer esposo."

"¡Que mentira, Justus!" alegó Gudrun más tranquila ahora, comenzando a caminar junto a nosotros "tú disfrutabas tomándole el pelo a él también."

"Porque mi enorme y salvaje hermana mayor es demasiado buena para cualquier idiota que se le acerque… ¿A dónde vamos?"

"Con mamá. Debo avisarle de que me voy a divorciar y que me casaré con Leberech. Espero que te portes bien con él está vez porque es seguro que se estará quedando aquí la mayor parte del año, si no es que todo el año."

"De acuerdo, hermana. Solo una recomendación."

Los tres nos detuvimos frente al pasillo que llevaba al despacho de nuestra madre y tanto Gudrun como yo temblamos cuando vimos a Justus dedicarnos una de sus sonrisas maquiavélicas

"Deja que el pobre de Leberech reciba el invierno contigo al menos una vez o temo que dentro de dos o tres veranos estaremos de nuevo en esta misma situación."

Gudrun le dio un golpe con bastante fuerza a Justus en el pecho y luego se fue, dejándome atrás, escuchando las risas burlonas de nuestro hermano.

Esa noche, la cena fue bastante tranquila, con la empresa de Alerah como conversación principal y los planes de Laurenz y de Gudrun como acompañamiento. Yo solo sonreí. Era un ambiente agradable que me hizo dar gracias de que Rozemyne fuera tan abierta a respetar a los otros. Estaba seguro de que ella disfrutaría este ambiente cualquier día.

Por supuesto, todos nos fuimos a dormir temprano, yo comencé a repasar el itinerario del día siguiente por mera costumbre.

Había quedado con Rozemyne de que nos reuniríamos a la segunda campanada en el castillo para hablar, a la segunda y media iríamos a prepararnos para las ceremonias que darían inicio a la tercera campanada. Este año debutaban 46 niños, de los cuales estaría bautizando a quince.

Respiré profundo y me acosté a dormir. Sería un día pesado, como cada inicio del invierno.

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"Rozemyne, necesito saber porque… ¿Por qué te pusiste en peligro de esa forma…?" le pregunté cuando terminamos de dar nuestros saludos a la segunda campanada. "¿Por qué tomaste ese vial? Tu maná no estaba bajo, no necesitabas una poción de recuperación."

Ella miró un momento a Margareth y Alerah, entonces suspiró. La mañana anterior cuando le pregunté, ella prometió explicármelo lo antes posible. Dado que pasaríamos la tarde y la noche con mis padres, acordamos reunirnos hoy, antes de que iniciará la locura de las ceremonias. Incluso solicitó que llevara a Laurenz y a Justus.

Tuve que resignarme a esperar una respuesta, con el tiempo pasando tortuosamente lento en casa de mis padres y la noche alargándose demasiado hasta llegar a este punto, en que estábamos reunidos en la habitación del té de Rozemyne en el castillo.

Alerah, Margareth y Christine estaban con ella, después de que las dos asistentes sirvieran el té y se hiciera la prueba de envenenamiento, se sentaron a la mesa y les indicaron a Laurenz y Justus que se sentaran también.

"Les debemos una disculpa… y una explicación." Comenzó la esposa de Sylvester. "Cuando intentaron comprometerme, aun era menor. Rozemyne no quería molestar a su padre y mi padre se negó a dejar mi custodia a mi joven lady."

"Christine estaba desesperada, así que Milady pensó en una alternativa para ella…"

No me gustaba nada que mi novia no hablara, solo podía esperar que esa alternativa fuese una solución ridícula… fue peor de lo que pensé. Rozemyne tomó un sorbo de té antes de torcer los labios ligeramente y desviar la vista antes de responderme.

"Les enseñé a comprimir. Después de dejar todo su maná tan comprimido como se pudiera, tomarían una poción de rejuvenecimiento y volverían a comprimir…"

"¡¿Quién, en su sano juicio, haría una tontería como esa?!" pregunté al borde de un ataque.

"Yo lo hice", soltó Alerah provocando que Laurenz volteará a verla. Lo vi palidecer al entender que su prometida pudo ponerse en un peligro igual o mayor que en el que estuvo Rozemyne…

Después de todo, no cualquiera tiene la fortaleza mental para soportar una fuga…

Vi a la mujer soltar el aire antes de seguir hablando.

"Christine quería evitar que su color fuera manchado… yo quería convertirme en Wiegenmichte junto a Laurenz." Se detuvo y negó. "Como adulta, mi taza de aumento de maná es menor que la de ustedes, después de… las revelaciones que obtuve en Drewanchel, decidí que pospondría mi matrimonio con Laurenz durante al menos un año… hasta que pudiera sentirlo claramente, pero en verdad, no puedo esperar mucho tiempo."

La vi detenerse y tomar un poco de té, mientras se manifestaba un pequeño rubor en su rostro. Una mano ansiosa fue a su cabeza peinando sus mechones en un gesto de Shuu, ahora Laurenz, que ella había adoptado, cuando se recompuso volvió a mirarnos de frente.

"Amo a Laurenz, quiero hacer las cosas bien… pero en verdad no sobreviviría dos años sin atar nuestras estrellas."

Mi nuevo hermano se puso de pie entonces, envolviendo a su novia en un abrazo y sacándola de la barrera para poder hablar con ella. Rozemyne dirigió su vista a la pareja antes de soltar un pequeño suspiro y volver a mirarme.

"Cuando mi prima regresó a Drewanchel, me contó que ella no podía sentir a Christine en absoluto, y Christine no puede sentirte, Ferdinand. Sé que tengo más maná que mi hermana mayor, pero no tengo medio para saber que tanto más maná tienes tú. No existe una forma de medirlo o compararlo, solo sé que tienes más que yo…"

Se detuvo mirando a Justus y luego miró a Margareth.

"Margareth tiene maná a nivel de un candidato a archiduque, de hecho… Justus, ¿puedes sentirla?", preguntó a mi hermano mayor, sorprendiéndolo por la pregunta que no esperaba.

"Levemente."

Vi a Rozemyne asentir antes de desviar su vista una vez más.

"Tu familia, Ferdinand, tiene niveles de maná de un candidato a archiduque. Creo que resulta obvio ya que tus padres son antiguos candidatos a archiduque; antes, Christine y Margareth, buscaron comprimirse hasta no poder casarse, ¿tienes idea de lo que eso significa para mí?"

No, la verdad no entendía a donde quería llegar. No estaba entendiendo por toda esta introducción que no me decía lo que quería saber. Negué con la cabeza y ella sonrío débilmente.

"Ferdinand, te amo, pero aquí hay más en juego que solo nosotros."

Sentí mi ceño fruncirse a su comentario. No entendía, aun no entendía.

"Explica."

Ella soltó el aire antes de entrelazar sus manos sobre la mesa y respirar como si le costara lo que estaba por decir.

"Oh consigo coincidir contigo… oh simplemente no coincidiré con nadie."

Cerré los ojos sintiendo como una migraña surgía y me palpitaban las sienes a su explicación.

"Nosotros…"

"Cuando era una niña, tenía más maná que nadie en el país. Yo era una princesa oculta. Es bien sabido que las princesas tenían un maná superior a los príncipes… pero ahora, tú tienes más maná que yo. No puedo disminuir mi cantidad actual, solo puedo empujar hacia delante."

"Aun así, lo que hiciste fue peligroso." Traté de reprenderla, pero en realidad no sabia muy bien que decir aquí.

Rozemyne me sonrió como si yo fuese un niño necio antes de responder con tristeza.

"Ni siquiera eres consciente de mis intentos de aplastamiento, así que aun estas por encima de mí, MUY por encima de mí."

Margareth entonces colocó varios pergaminos escritos en japonés. Todos eran recetas para pociones de rejuvenecimiento. Pociones que, a simple vista, podía decir que eran impresionantes y muy efectivas.

"Ninguna de ellas me ayuda a recuperar mi maná por completo, no con rapidez. Pero tu poción, esa me ayudó a recuperar mi maná a una velocidad mayor a la que pude comprimir. Ahora que conozco la taza de recuperación puedo controlarlo… solo me tomó por sorpresa esa primera vez."

"¿… de que hablas?"

"Tenias tres viales. Tomé los tres y, lo siento, pero copié tu receta. ¡Lo pagare!" agregó de inmediato cuando mi mano apretó el puente de mi nariz. "… solo no quería perder tiempo. Eglantine despertó su sensibilidad de maná poco antes de cumplir trece, si ese es un indicativo para mi… lo lamento, pero en verdad, estaba aterrada de despertar mi detección y no poder sentirte…"

Tuve que tomar un par de respiraciones profundas antes de mirar a las dos mujeres que sostenían las manos de Rozemyne sobre la mesa y descansaban suavemente sus palmas en sus hombros. No solo Christine parecía tenerme más estima desde que mi problema fue desvelado por Lavinia, Margareth también parecía más relajada a mi alrededor.

"Rozemyne, ven." Pedí. Se puso de pie y avanzó titubeante. Le di una herramienta antiescuchas y la envolví en un abrazo. "Tienes doce, Rozemyne… no tienes que apresurarte tanto." Murmuré en japonés sobre su oído. "incluso si no puedes sentirme, ya dejé de comprimir. Me alcanzarás." Prometí.

La sentí relajarse y me devolvió el abrazo.

"Tonta. No pongas tu vida en peligro de esta forma… no necesitas ponerte en peligro de esta forma. Te esperaré. Y si tardas, encontraré como ayudarte."

Asintió un par de veces y sus manos se apretaron un poco más.

"Estaba asustada. Sentí que no lo lograría."

"Tonta."

No pretendía insultarla, en verdad no, pero no tenia palabras para ella.

Un poco después, cuando el ambiente al fin se relajó del todo, un asistente gris nos avisó de que era hora de que nos arreglaran.

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"Antes de proceder a la Ceremonia de regalo" anunció Aub Eisenreich con una sonrisa más complacida y orgullosa de lo usual. Yo permanecí en el escenario a pesar de haber terminado mi parte presentando a los niños que acababan de debutar "es un placer para mí informar de un acontecimiento importante."

Abajo, entre los asistentes a la ceremonia, Lady Verónica miró a mi prometida, la cual estaba de pie cerca de las escaleras al escenario con un precioso vestido rojo con florecillas blancas y una mirada cargada de esperanza y felicidad.

"La diosa de la Luz ha reconocido a un alma necesitada de su guía, de su Luz. Fue así como, a pesar de no cargar con Mestionora en su vientre, la diosa decidió acogerla como a una más de sus hijas para que fuera protegida por Schutzaria y educada por Erwaermen."

Mi tío se tomó un pequeño momento para que el significado hiciera eco por todo el lugar. Mi tía se levantó en ese momento, caminando hacia la escalera en el lado contrario, esperando a que el Aub la mirara y asintiera.

"Es así que hoy, Lady Verónica, la primera dama de Eisenreich y mi Diosa de la Luz adoptará formalmente a mi hija, Lady Rozemyne. Que está adopción nutra y fortalezca a nuestra Candidata a Archiduquesa, trayendo paz y prosperidad a Eisenreich."

Rozemyne y Lady Verónica subieron entonces, avanzando hasta la mesita que Justus y Margareth habían preparado. Yo estaba ahí, todavía con mi hábito sacerdotal para oficiar la breve ceremonia.

Cada una firmó entonces el contrato luego de que lo leí frente a todos, deshaciéndose en flamas doradas que hicieron destellear los ojos de Rozemyne. También noté como la postura rígida de Lady Verónica se relajaba al observar el contrato ardiendo, como si las llamas estuvieran consumiendo lo último de su pesar. Al final, Lady Verónica apoyo ambas manos en los hombros de Rozemyne con tanto afecto, que mi novia se sonrojó apenas un poco sin dejar de sonreír.

"Rozemyne, me halaga que estés tan feliz por esto, pero es un poco indecoroso mostrar tus emociones de forma tan abierta" amonestó Lady Verónica con suavidad "muestra una sonrisa noble mientras estemos a la vista de todos. Cómo una de mis hijas, estoy segura de que eres capaz de controlar tus gestos, ¿estoy en lo correcto, querida?"

Rozemyne tomó aire, cerrando sus ojos antes de relajarse y exhalar con calma, poniendo su sonrisa artificial en su rostro, dejando relucir la verdadera en sus ojos, haciéndome sonreír. Esta versión de su sonrisa noble me gustaba más que la otra, carente de emoción alguna.

"Yo, Lady Verónica Frau Eisenreich me enorgullezco en presentar ante ustedes a Rozemyne Tochter Eisenreich cómo mi hija y por tanto, una digna candidata en la contienda por convertirse en la heredera de Aub Eisenreich."

Cientos de luces refulgieron entonces entre la multitud, cuyos schtappes se encontraban en alto. Sylvester subió entonces, ofreciendo un brazo a Rozemyne y otro a Lady Verónica para escoltarlas, mostrando así que reconocía a mi novia como su hermana y no su media hermana. Yo después, dado que mi participación había terminado. Debía apresurarme a ir a cambiarme y volver de inmediato para llegar antes de que terminara la ceremonia del regalo.

Fue un día muy largo, pero satisfactorio, el festín de invierno parecía más animado que en otros años. Christine se despidió de nosotros y de Sylvester. Hasta ese momento noté que llevaba ropa de cuero debajo de su atuendo, el único indicativo de que estaba embarazada.

Poco a poco, todos los menores de edad nos fuimos retirando de la sala de banquetes, pasada la sexta campanada, para retirarnos a descansar a nuestras habitaciones, dejando solo a los adultos que comenzarían con la socialización de solteros.

El día siguiente pasé todo el tiempo que pude con Rozemyne en la sala de juegos y cuando fue hora de marcharme, me entregó un clip nuevo para mi cabello y yo besé sus manos, entregándole a cambio un pequeño pasador que simulaba tener perlas. Era hora de irme a la Academia Real.

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Los días sin ver a Rozemyne fueron fructíferos. Laurenz y yo comenzamos a organizar a los estudiantes de nuestro grado para hacer repasos y hacer nuestra recolección inicial, sanando la zona de Eisenreich cuando la dejamos casi vacía. Conforme los demás grupos fueron llegando, organizamos mesas de repaso y de apoyo, donde los estudiantes un año mayores ayudábamos al resto por medio de pequeñas tutorías rápidas. La principal motivación fue el temor a las nuevas amenazas de Rozemyne para el grupo que quedara en último, nadie quería sufrir su castigo.

Para cuando ella llegó, casi no fue necesario organizar a los estudiantes puesto que los mejores de cada especialización comenzaron a reunir a los alumnos recién llegados de manera discreta para poder llevarlos a parte y explicarles la situación en tanto los demás seguían con sus repasos guiados o bien en pares.

"Por alguna razón, el dormitorio parece más organizado este año" comentó Rozemyne luego de la hora de la comida.

"Laurenz y yo implementamos algunas medidas de apoyo de nuestro antiguo mundo. "

"Parece ser bastante efectivo. Están tan motivados que quizás me olvide del castigo para los que pierdan o bajen su rendimiento."

Sonreí un poco para esconder mi incomodidad, agradeciendo que Margareth nos pusiera una herramienta antiescuchas cuando me senté con mi prometida a tomar el té.

"Por favor, cuando des tu discurso motivacional, recuerda comentar esto mismo. No me gustaría que se confiaran solo porque no habrá un castigo este año." Le recomendé. No podía decirle que la motivación real de ayudar incluso a los de grados inferiores se debía al miedo que sentían de ser sus siguientes víctimas.

"Si lo crees tan necesario, lo haré."

Pronto terminaron de llegar todos los chicos. Rozemyne los felicitó por su diligencia y mencionó que debido al empeño que estaban poniendo, este año daría recompensas y nada más, claro que…

"… solo espero que el año entrante no me den un motivo para castigarlos." Les dijo mi novia con una sonrisa escalofriante que pareció ser suficiente para mantenerlos a todos en cintura.

Después de eso, el ciclo escolar se dio por iniciado. Lo único desagradable en realidad fue tener que saludar a Galtero, aunque el pobre quedó rápidamente relegado al olvido cuando el príncipe Anastasio y mi hermana Eglantine no le permitieron hablar. Estaba seguro de que incluso comenzaron a flirtear entre ellos.

Lavinia habló con nosotros de forma más que animada, Justus me informó con antelación que este año no existía un candidato a archiduque de Dunkelferger, por lo que Sieglinde estaba presente como representante. Mi hermana y su futura hermana parecían emocionadas de volver a entablar conversación, tendrían todo un año para conocerse sin la intensidad dominante de Werdecraft; lo demás fue demasiado similar a cada año.

Para el día siguiente, las clases comenzaron con normalidad. El tiempo se nos fue entre estudios, repasos y clases, incluso durante el primer final de la semana que pasé apoyando a Rozemyne con el curso de erudición que tomaría apenas terminar el de candidata a Archiduque.

Todo habría ido normal, de no ser por una de las clases de Rozemyne.

"Lord Ferdinand, preguntaría que hace aquí, pero dado que su prometida sigue sentada con un libro en la mano en lugar de hacer su ceremonia de obtención divina, creo que tengo una idea correcta."

En verdad, todos nosotros, los sacerdotes y doncellas del templo, estábamos realmente… interesados en esta ceremonia.

Ninguno de nosotros obtuvo menos de 20 bendiciones, por lo que teníamos un interés casi morboso en saber cuántas obtenía Rozemyne, en tanto yo personalmente temía que volviera a desaparecer entre el dios supremo.

"¿Aún faltan tantos estudiantes por pasar?", preguntó Brunhilde mientras observaba a todos los jóvenes de tercero que seguían en el auditorio.

"En realidad…"

La profesora Hirschur soltó un suspiro antes de explicarnos que todos estaban ahí por Rozemyne.

Después de nuestro estudio durante tercer año era bien sabido que todos los sacerdotes y doncellas ennoblecidos obtuvieron un GRAN número de bendiciones, aunque en algún momento se filtró que ninguno de nosotros recibió menos de veinte.

"Ella es la única que falta por pasar", nos explicó ahora la profesora Primevere. "Dijo que pasaría al final, supongo que anticipando que vendrían, pero…"

"Hace un cuarto de campanada que todos pasaron y ella no ha levantado la vista de ese libro." Añadió Hirschur con un suspiro de cansancio. "La hemos llamado muchas veces, pero sigue sin responder."

Laurenz a mi lado pareció eufórico un momento antes de esconder su emoción tras una expresión noble. Yo mismo sentí un poco de emoción, amaba a Rozemyne, pero desde que me di cuenta de que también habría amado a Urano, quería conocerla.

Me acerqué a mi prometida y la llamé. No respondió.

" . ", volví a llamarla mientras tomaba el libro que estaba leyendo y lo arrebataba de su mano… cuidando de no dañarlo.

"¡Oye ¿Qué crees que…?! o Ferdinand, están aquí." Sonrío sonrojándose un poco cuando su vista paseo por todos los presentes. "¿Me perdí el giro de Dregarnuhr?"

Asentí un poco divertido mientras revisaba el libro que estaba leyendo.

Ella se disculpó y fue a hacer la ceremonia. El altar estaba abierto. El temor de que volviese a desaparecer demasiado presentes en todos.

"Soy alguien que ofrece gratitud y oración a los dioses…" La voz firme de Rozemyne me hizo mirarla, y pronto todos la estaban mirando. Cada vez que invocaba el nombre de un dios pilar o un subordinado, la luz crecía.

Para cuando la oración finalizó, había luces para todos los dioses y, por supuesto, los dioses rey y reina se movieron para ella. Rozemyne subió con paso suave, tan suave que parecía flotar debido a la velocidad con la que avanzaba, lo más probable es que estuviese usando mejoras físicas para aumentar su ritmo.

Cuando ella pasó por el portal, se cerró.

Todos palidecimos. No sabíamos que hacer. Intenté rezar en el altar, pero nada pasó… era como intentar usar el teléfono fijo cuando otra persona lo estaba usando.

Nadie se atrevió a irse. Yo estaba al borde de la histeria pensando que tan viable seria pedir que me abrieran el salón más lejano para buscarla…

Casi un cuarto de campanada después, los dioses volvieron a girar dejando salir a mi novia.

Parecía molesta. Ella respiró antes de volver a bajar diciendo que debía ir a la biblioteca antes de que cerrara. No me permitió escoltarla, aun así, la seguimos.

Las herramientas de la biblioteca la recibieron y la guiaron al segundo piso y mi prometida prohibió el paso para cualquiera.

Cuando volvió al primer piso, estaba más tranquila. Pidió disculpas por su comportamiento y todo pareció volver a la normalidad. Ella no nos daría explicaciones.

Durante la cena hablé con ella un poco en japonés, tratando de averiguar si Urano finalmente surgió, pero no parecía ser el caso.

Laurenz, que escuchaba a escondidas a través del Blatand, se desinfló. Al final, tendríamos que darnos por vencidos. Sin importar cuántos hábitos o conocimientos de Urano surgieran, jamás podría conocerla de verdad.