Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Ronnie, te adoro!


Capítulo 6

Jasper Whitlock es un malvado hijo de puta.

Mis entrenamientos de fuerza con él son nada menos que una tortura. No son tan malos como el acondicionamiento de la entrenadora Hale, pero se acercan. Todo duele cuando regreso a los dormitorios, y espero que por algún milagro, Emmett se fuera sin mí así tengo una excusa para no ir a la barbacoa de la entrenadora.

Por supuesto, Emmett no se fue sin mí. De hecho se encuentra aquí, en nuestro cuarto, esperándome, con Vicky... y Bella.

Bella está sentada en mi cama, con la espalda contra mi pared y sus pies cubiertos por unas medias grises y rosas sobre mi edredón. Ella tiene sus brazos alrededor de sus rodillas y los dedos de sus pies se contonean dentro de sus medias al ritmo de la música proveniente de los parlantes de Emmett.

Él está bailando.

A ella le encanta.

—¡Bebé! —vocifera él, bajando el volumen mientras entro—. Allí estás.

Mi mirada está en Bella cuando ella me ve; su risa casi me hace sonreír. Casi.

—Deja de llamarme así —mascullo suavemente al mismo tiempo que Emmett me da una palmada en mi hombro.

—Jamás. —Frota sus dedos sobre mis hombros en un masaje improvisado—. ¿Estás bien?

—Sí, estoy bien —digo, observando a Bella, quien se arrastra para bajarse de mi cama—. Tengo que cambiarme. ¿Nos vemos en el Jeep?

—Muy bien, vamos. —Emmett marca el camino para salir del cuarto con Vicky detrás de él.

—Hola, Cullen. —Bella se detiene frente a la puerta y bueno, a mí. Su sonrisa es dulce y a su camiseta blanca le falta la mitad de la parte inferior. Hay unas tiras color azul marino alrededor de su cuello, que se asoman por debajo de su top.

Cierto. Fiesta en la piscina.

—¿Qué tal, Swan? —digo. Ni siquiera sé por qué. ¡De todas las maneras para saludarla!

Ella se ríe y sacude la cabeza mientras sale del cuarto, cerrando la puerta detrás de ella. Golpeo mi cabeza contra la puerta, gruñendo suavemente mientras escucho sus voces alejarse en el pasillo. Rápidamente me cambio por un bañador y una camiseta, tomo una toalla, y me apresuro a salir, dejando atrás mi cuarto y lo que queda de mi dignidad.

Emmett conduce el Jeep con Vicky en el asiento del pasajero, y Bella y yo apretujados en el asiento trasero. Bella me muestra el segundo video que publicó anoche. La extensión mano a mano conmigo. Tiene muchísimas vistas, lo cual ya sabía. Muchas de ellas probablemente sean mías de anoche cuando no pude parar de mirarlo, pero no le digo eso.

Tenemos que estacionar en la calle pues ya habían coches bloqueando la entrada de la entrenadora Hale. Caminamos alrededor de su casa y nos dirigimos hacia el patio trasero donde se encuentra la mayoría de nuestros compañeros de equipo. Hay música sonando y personas dentro de la piscina ya.

El agua luce tan tentadora. Hace mucho calor, y estoy sudando.

Nos ponemos cómodos en algunas tumbonas cerca de la casa, en la sombra. Emmett y Vicky comienzan a quitarse la ropa y a correr hacia la piscina.

Le echo un vistazo a Bella en busca de una pista de lo que quiere hacer, cuando la entrenadora sale a través de unas puertas de cristal corredizas, cargando una bandeja de medallones de carne cruda y salchichas. Le ofrezco mi ayuda y ella me tiende la bandeja, y entonces abraza a Bella y presenta al tipo detrás de ella como su marido.

—Sr. Hale —digo, asintiendo, sorprendido por lo mucho mayor que luce en comparación con la entrenadora. Tiene una barba mayormente canosa y un vientre de cerveza, una camisa hawaiana con shorts color caqui, y sandalias Birkenstock con medias puestas. Honestamente creí que él era su padre.

—Por favor, llámenme Roy. —Posa una mano amablemente sobre mi hombro y me dirige hacia la parrilla, lejos de la entrenadora... y de Bella.

Roy inmediatamente me pone a trabajar. Está bien. Estoy feliz de ayudar. Pero él se queda junto a mí todo el tiempo, bebiendo sus cervezas incluso después que la entrenadora le dice que las mantenga dentro. Él incluso me ofrece una, la cual rechazo.

Roy habla sin parar mientras yo aso. Me cuenta cómo él y la entrenadora se conocieron. Él era su entrenador cuando se encontraba en Florida. Luego, ella fue su asistente. Todo suena muy inapropiado para mí, pero ¿quién soy para juzgar?

Finalmente, cuando todo está cocido, tomo tres perritos calientes y me sirvo limonada antes de disculparme y marchar hacia la zona bajo la sombra en el césped. Aún no he probado el primer bocado cuando Emmett se sienta a mi lado.

—Bebé —comienza—. ¿Crees que la entrenadora se meterá al agua? —Se estira hacia mi plato e intenta tomar un perrito caliente, pero gruño y lo aparto de él, llevándolo a mi boca.

Miro a la entrenadora, quien ahora está hablando con Bella. Bella se metió al agua temprano, en su bikini color rojo, blanco y azul. La parte superior es de color azul marino con estrellas blancas, mientras que la inferior tiene franjas rojas y blancas con muy poca tela en la parte trasera. Fue toda una vista—igual de patriótico como una increíble distracción. Quemé varias hamburguesas mientras intentaba contar las estrellas.

—No lo sé —digo después de tragar.

—Ella es taaaaan guapa. —Emmett se deja caer de espaldas sobre el césped, exhalando fuertemente.

—También está casada.

—Sí, con el Santa Surfista. Dame un respiro.

Me estoy riendo por la nariz cuando los ojos de Bella se encuentran con los míos desde el otro lado de la piscina, y entonces bajo la mirada y meto otro perrito caliente en mi boca.

—Vicky es divertida, dulce, y todo... —continúa Emmett, suspirando mientras mira los árboles—. Pero la entrenadora Hale. Quiero decir, esa es una mujer.

—Oye... —Bella está parada frente a nosotros, escudando sus ojos del sol. Se ha puesto sus shorts de jean de vuelta, pero sigue con la parte superior de su traje de baño, con su pequeña mochila colgando de sus hombros. Cuando levanto la mirada, ella sonríe—. ¿No nadas?

—Nah, acabo de comer.

—¿Acabas de comer? —Emmett se sienta a mi lado, ya riéndose—. Qué Dios no permita que rompas una regla una vez.

—Solo digo...

—¡Bella, por favor! —Emmett se arrodilla, tomando las manos de Bella en las suyas y rogando dramáticamente mientras ella suelta unas risitas—. ¿Le mostrarías a mi amigo un poco de diversión?

—Me temo que soy realmente aburrida también —dice Bella, siguiéndole el juego.

—Oye... —Finjo estar ofendido, pero su risa me mata.

—Agh, los odio a los dos. —Emmett comienza a pararse, tomando mi cuello en el proceso y plantando un beso húmedo en mi mejilla—. ¡Vive un poco, bebé! —Cuando está de pie, señala a Bella—. No le rompas el corazón, ¿de acuerdo?

—No planeaba hacerlo —dice Bella tímidamente, llevando su cabello por detrás de sus orejas.

—Buena chica. —Emmett besa su mejilla también, dejándome molesto y celoso, pero más que todo nervioso, mientras Bella ocupa su lugar a mi lado.

—Luces realmente cansado de nuevo. —Bella estira sus piernas frente a ella, reclinándose y apoyándose sobre sus manos en el césped detrás de ella—. Estoy preocupada por ti. ¿Estás durmiendo lo suficiente?

—Estoy bien... solo tuve que trabajar temprano esta mañana. —Ignoro su pregunta y no le digo que pasé la noche despierto... o por qué.

—¿Siempre trabajas los fines de semana? —Sus ojos son brillantes y curiosos, y me hacen querer contarle todo sobre mí, aburrido o no.

—A veces. —Me encojo de hombros y esquivo su mirada—. Intento conseguir todas las horas que puedo. Al menos, hasta que comiencen las clases.

—Lo entiendo. —Niega con la cabeza, girando para mirar a la fiesta que sigue frente a nosotros—. Estoy haciendo mucho este verano también. Estaremos muy ocupados cuando comiencen las clases.

Quiero preguntarle sobre qué más va a hacer este verano, pero su teléfono comienza a sonar en su mochila, la cual se quita con un gruñido.

—Lo siento —me dice, buscando su teléfono en su mochila—. Un segundo.

—No hay problema —digo suavemente mientras ella contesta la llamada.

—Hola, papá. —No se aleja, así que me recuesto en el césped para darle un poco de privacidad al no estar pegado a ella escuchando su conversación. Escucho todo de todos modos.

—Creía que teníamos otra semana para eso. —Suena un poco molesta—. Sí, tengo puesto el de la bandera. —Toma un pedazo de césped entre sus dedos, jalándolo desde la raíz—. Quiero decir, podría hacerlo, pero estoy en la barbacoa... en la casa de Rose. —Echa un vistazo por encima de su hombro, a mí, y entonces detrás de mí, al cielo—. Sí, la luz es buena...

Miro al cielo también, el sol se pondrá pronto, las montañas están a la vista desde el patio trasero de la entrenadora.

—No, no pongas a mamá al teléfono —continúa Bella, sonando irritada—. Hola, mamá... sí... —Me echa un vistazo rápido, poniendo los ojos en blanco, creo que en respuesta a lo que sea que le están diciendo—. Una salchicha. Sin pan.

Hago todo lo posible para no fisgonear, pero no parece que a Bella le moleste que esté escuchando; ella no se aparta o baja la voz. Bella y su mamá charlan sobre el traje de baño que tiene puesto de nuevo y entonces cuelga, acostándose a mi lado. Cuando volteo a mirarla, sus ojos ya me están observando.

—¿Quiere tomarte unas fotos conmigo? —pregunta tímidamente, casi con vergüenza.

—¿De ti?

—De nosotros —aclara—. ¿Haciendo una elevación quizás? Algo que muestre mi traje de baño.

Trago. El maldito traje de baño.

—Seguro —digo temblorosamente.

—Mis padres y yo tenemos una línea de ropa. Es mayormente ropa deportiva, uniformes de animación, y bueno... —Juega con las tiras de su bikini—. Trajes de baño. Es algo importante en Florida —bromea y me río. Ya sabía de la línea de ropa. Habían varios videos al respecto en su perfil—. Como sea, olvidé que debía publicarlo hoy. Es parte del acuerdo.

—Seguro, sí.

—Puedo pagarte como mi modelo. —Sonríe, sentándose.

—Nah, está bien. —Me levanto de un tirón, gruñendo suavemente, mis muslos ardiendo por las sentadillas que Jasper me hizo hacer temprano—. Creo que mis días de modelo quedaron atrás.

—Pero, hablando en serio, —Sigue sonriendo mientras estiro una mano para ayudarla a pararse—. Me pagan por estas publicaciones, y a ti también podrían hacerlo.

—Lo sé, Señorita Un Millón de Seguidores. —Suelto su mano ni bien está de pie—. ¿Dónde quieres hacer esto? —Miro a nuestro alrededor; sigue habiendo mucho lugar detrás del árbol y un cobertizo al fondo del patio de la entrenadora. Las colinas se extienden pasando los árboles, y cuando el sol comience a ponerse detrás de las montañas, sería un buen fondo para sus fotografías.

—¡Oye! —Arquea una ceja en mi dirección cuando volteo hacia ella—. Creía que no tenías Instagram.

Pillado.

—No tengo. —Hago todo lo posible para sonar convincente.

—Entonces, ¿cómo sabes cuántos seguidores tengo?

—¿Eso no es algo bien sabido? —Mis dedos tiran de mi cuello mientras me encojo de hombros—. Emmett no paraba de repetirlo.

—Hmm... —Frunce los labios ligeramente, mirándome poco convencida, pero entonces afortunadamente decide soltarlo, por ahora, al menos, mientras toma su mochila y mi mano, jalándome lejos de la multitud.

Ella entrelaza sus dedos con los míos, lo cual sé que no me debería importar, pero lo hago. Joder, lo hago.

Respiro profundo y me preparo para lo que sigue. Elevaciones. Con Bella. En el cuatro de julio. Con brazos de gelatina y piernas temblorosas, mientras ella tiene puesto ese traje de baño diminuto y patriótico.