Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Ronnie, te adoro!
Capítulo 8
El tiempo pasa volando en nuestro programa de verano de ocho semanas. Días largos. Noches cortas. Varias prácticas todos los días. Entrenamiento de fuerza. Entrenamiento de condicionamiento. Entrenamiento de estrategias. Repasar las rutinas de los años anteriores. Entrenamos dentro. Entrenamos fuera. En el calor. En la lluvia.
Mientras el final del verano se acerca, la tensión aumenta porque antes que el semestre de otoño comience, la entrenadora Hale escogerá su Equipo A, y aunque técnicamente todos somos parte del equipo, solo aquellos que califiquen podrán actuar. Partidos, espectáculos, y eventualmente competiciones—el Equipo A consigue todo eso, mientras que el Equipo B observa, listo, por si acaso alguien se lastima o necesita salirse.
Mientras más duro trabajo, más lo quiero.
Asimismo, estar en el Equipo A aumentaría mis posibilidades de conseguir una beca completa, lo cual haría las cosas mucho más fáciles.
Trabajo duro, y gracias a los entrenamientos extra con Jasper y el plan de alimentación, he aumentado dos kilos de músculo en seis semanas. No parece mucho, pero definitivamente es notable, y puedo sentir la diferencia también. Mis brazos no tiemblan tanto durante las elevaciones, y es más fácil mantener una cara impávida. Mi cara de animador. La cara de Sonrío Aunque Duela.
Entre cosas de animación y el trabajo, no tengo tiempo para mucho más. No si quiero dormir, y dormir es una prioridad, al menos de acuerdo con Bella.
Ella mantiene un registro de mis horas para asegurarme de que duermo lo suficiente. Me visita en el trabajo, así Lauren, la encargada del turno mañana, no intenta hacerme trabajar por más tiempo de lo que debo.
He estado manteniendo las cosas profesionales, respetuosas, con Bella, pero definitivamente nos hemos acercado. Nos hemos vuelto amigos. Buenos amigos, incluso. Camaradas. Las mejores camaradas, de acuerdo con Emmett, quien sabe que odio el término.
A Bella no parece molestarle.
Ella también está ocupada, quizás incluso más que yo. Sus padres la tienen involucrada en todo tipo de actividades extra para su "marca": sesiones de fotos, videos, vivos en Instagram. Ella tiene un canal de YouTube, también; uno que crearon para ella cuando tenía cinco años. La educaron en casa así ella podía concentrarse en todo eso.
Es abrumador para mí, pero ella lidia con todo de alguna forma.
Ella también lidia conmigo.
Me presiona. Me desafía. Ella es un dolor en mi trasero.
A pesar de ser el foco de atención y de todos sus compromisos, ella tiene los pies en la tierra; es humilde. Ella es brillante, feliz, graciosa, tonta y toquetona, y me vuelve jodidamente loco.
Pero no lo cambiaría por nada en el mundo. Ella me hace mejor. Me hace querer más de la vida... de mí.
Me concentro en nuestras elevaciones, en ser mejor al ejecutarlas con ella, y evitar que caiga, literalmente. Cuando en realidad, en lo que más duro trabajo es en evitar enamorarme de ella.
A veces, fracaso. Sueño con ella. Con nosotros. Con ser más.
Su cabello extendido sobre mi pecho mientras su cabeza descansa sobre mi hombro. Su pierna subida sobre mis caderas. Sus dedos enredándose detrás de mi oreja mientras su mano frota su brazo. Quiero besarla, lo deseo tanto. Quiero...
Me siento con un sobresalto, y el brazo de Bella cae sobre la cama, sobre el colchón. Mi colchón. A mi lado.
Ella me mira con ojos soñolientos y una mirada cariñosa.
—Yo... —Mi voz se quiebra—. ¿Qué...? Eh...
Mierda.
Estoy sin palabras. Avergonzado. Sin camiseta y solo en mis bóxers, y tan... dolorosamente duro.
—Oye... —dice, y cuando su mano se estira hacia mí, me bajo de la cama con un salto, tomando una almohada para cubrirme.
—¿Qu-Qué haces en mi cama?
—No podía dormir. —Se pone de pie y se acerca a mí. Cierro los ojos y contengo la respiración, mis dedos aferrando la almohada. Puedo sentirla de pie frente a mí, pero no me atrevo a abrir los ojos—. ¿Estás bien? —Sus dedos rozan mis brazos, haciéndome sisear.
—Bella, por favor, no me toques ahora mismo. —Respiro por la nariz, tratando de simplemente... calmarme.
Su suspiro es seguido por el ruido de mi colchón mientras ella se sienta. Respiro de nuevo antes de abrir los ojos. El sonrojo que se esparce por sus mejillas no me ayuda, en absoluto.
—Lo siento mucho —digo suavemente, no sabiendo qué más hacer o decir.
—No te preocupes por ello. —Ella se encoge de hombros, y más que el sonrojo, no parece estar afectada—. Sé que no es por mí.
—¿Qué? —Estoy confundido por lo que quiere decir con eso, pero toda mi concentración se encuentra redireccionando la corriente sanguínea a mi cerebro y lejos de la situación no deseada dentro de mis bóxers.
—¿Eso no sucede todos los días, con los chicos? —explica—. ¿Ya sabes? ¿La tienda de campaña mat...?
—Swan.
—¿Tronco soñador? —Sonríe diabólicamente.
Gruño.
—Yo...
—¿Daga de desayuno? —Se está riendo ahora, y yo trato todo lo que puedo para no hacerlo.
—¡¿Podrías parar?! —digo entre carcajadas mientras me concentro en mi respiración.
Su risa se tranquiliza al mismo tiempo que hecho un vistazo alrededor del cuarto. El sol brilla fuerte afuera, y Emmett no está en su cama.
—¿Qué hora es? —Froto mi rostro con una mano, mientras la otra sostiene firmemente la almohada.
Ella se estira hacia mi teléfono en la mesa de noche y le echa un vistazo a la pantalla antes de mirarme.
—Diez treinta.
—¡¿Qué?! —Camino hacia la mesa de noche, con la almohada en su lugar, y miro el teléfono yo mismo.
—¡Bienvenido a dormir más de ocho horas! —dice orgullosamente desde mi cama, y comienza a estirarse—. ¿Cómo se siente?
—¿Cómo siquiera pasó eso? —Me rasco la nuca con confusión. Es viernes, y aunque no tengo trabajo hoy, mi alarma está configurada para las 5 A.M. todos los días—. ¿Mi alarma no sonó?
—Bueno... Dijiste ayer que no tenías que trabajar esta mañana —explica, sus brazos estirados sobre su cabeza—. Y cuando vine anoche, estabas tan exhausto que ni siquiera nostaste cuando me metí en tu cama.
—Bella...
—Entonces, apagué tu alarma. —Se encoge de hombros—. Así podías dormir.
Antes que pudiera contestar, la puerta se abre y entra Emmett, con los audífonos puestos, cubierto de sudor.
—¡OH, OH! —Sonríe enormemente, su mirada en la almohada que aún cubre mi entrepierna. Se quita los audífonos y me lanza su toalla—. ¡Alerta de erección!
Esquivo la cosa asquerosa que vuela hacia mi cabeza mientras me estiró hacia mi gaveta, sacando el primer par de pantalones de chándal que puedo tomar. Rápidamente me los coloco, lanzando la almohada a la cama, agradecido por la distracción y con mejor control de la situación.
—¿Qué onda, holgazana? —le dice a Bella, quien se ha bajado de la cama—. Te perdiste la corrida de esta mañana.
—Lo sé. —Se truena el cuello, siguiendo con sus estiramientos, completamente serena de que Emmett esté aquí, de lo que él podría estar pensando, de lo que acaba de pasarme—. Los veré más tarde en la práctica. —Me mira brevemente antes de irse rápidamente.
Me tiro sobre la cama, de cabeza, y entierro la cabeza en las sábanas. Aún huelen a ella, lo cual es tan jodidamente injusto.
—Oh, bebé, estás tan arruinado.
—Lo sé... —Gruño contra el colchón.
—Solo masturbate ya. —A Emmett le parece necesario añadir, y le lanzo mi almohada.
Deseo que fuera así de fácil.
Me niego a masturbarme y pensar en Bella, pero es una tarea monumental que requiere de mucha imaginación. Me obligo a pensar en algo que remotamente funcione, lo más lejano a Bella posible, pero últimamente me he estado quedando sin opciones.
Las celebridades rápidamente aburren. No me gusta una tanto. Incluso se convierten en cuerpos sin rostro. Manos. Bocas. Que se acercan cada vez más a las de Bella, así que he dejado de hacerlo por completo.
Creo que moriré, o explotaré, o combustionaré espontáneamente, o algo. Solo es cuestión de tiempo.
~F~
Para el último día antes de las pruebas de equipo, estamos entrenando a los costados de la cancha de fútbol, mientras el equipo de fútbol ocupa el terreno. Ellos llegaron aquí hace un par de semanas, para sus propias sesiones de entrenamiento extra antes de que el semestre comience. También tuvimos que cambiar nuestras horas en el gimnasio para acomodarlos.
Encuentro a Bella en el área de césped sintético, en el suelo, cambiándose las zapatillas. Ajusta su coleta, alta en su cabeza, y me mira.
—Hola —dice, sonriendo y protegiendo sus ojos del sol.
—Hola... —Me agacho frente a ella, mis dedos tocando el césped—. Lamento lo de esta mañana.
He estado muy avergonzado, pensando todo el día sobre ello desde que ella salió de mi cuarto. Ella creía que no tenía nada que ver con ella, lo cual probablemente sea algo bueno, pero está completamente equivocada. Por supuesto que tengo una erección matutina todo el tiempo, pero no así. Jamás así. La de esta mañana tenía todo que ver con que ella esté en mi cama, tan cerca, enredada conmigo.
No soy un preadolescente, santo cielo. He mejorado en controlar mis urgencias cuando estoy a su alrededor, aparentemente, solo necesito estar consciente.
—Está bien. —Se ríe un poco—. No te preocupes por ello.
—Deberías advertirme o despertarme la próxima vez que te escabullas en mi cama. —Bajo la voz, mientras nuestros compañeros de equipo comienzan a agruparse a los costados de la cancha—. Al menos, puedo ponerme ropa.
—¿La próxima vez? —Arquea una ceja con diversión en mi dirección.
Ella le está restando importancia, creo. Quizás esté traumatizada. Obviamente nunca volverá a meterse en mi cama.
Quizás sea para mejor.
—Buen punto —digo, tratando de no sonar muy abatido.
—Oye... —Sus dedos buscan mi brazo, pero antes que ella pudiera hacer contacto, me aparto y señalo con la cabeza a la entrenadora Hale y a Jasper, quienes están cruzando la cancha hacia aquí.
Ambos nos ponemos de pie, y Bella se ubica frente a mí, arreglando su coleta de nuevo.
La entrenadora comienza su discurso y dice que quiere probar varias cosas nuevas hoy, así que hace que rotemos de compañeros. Todos estaremos haciendo elevaciones con todos hoy.
Estoy bien con ello, en serio; me ayuda a practicar mis habilidades con otras chicas que no son tan buenas como Bella. La entrenadora coloca a todos los chicos base en una fila, y hace que todas las voladoras cambien de compañero en orden, mientras ella y Jasper se sientan en las gradas, con sujetapapeles y un iPad en mano, lista para grabarnos y tomar notas.
Hay diez pares de personas que hacen elevaciones en el equipo, pero solo la mitad logrará quedar en el Equipo A. Cinco bases y cinco voladoras, diez individuos, a pesar de las parejas del equipo, así que está abierto para todos.
Estoy concentrado. Bien descansado, gracias a que Bella apagara mi alarma. Doy todo de mí.
Comienzo con Bella y termino con Jessica Stanley, quien probablemente sea la voladora con menos experiencia del equipo. Ella me hace trabajar duro para lograrlo, pero consigo realizar cada elevación con todas las chicas, y al final de ello, estoy jodidamente orgulloso de mí mismo y me siento seguro para las pruebas.
Es increíble lo bien que puede hacer una noche de sueño.
Cuando la entrenadora nos libera para un pequeño descanso antes del resto de la práctica adentro, mis ojos buscan a Bella, solo para encontrarla al final de la fila, en el extremo opuesto a donde me encuentro. Mientras junto mis cosas del suelo, Emmett y Vicky caminan hacia mí. Pero no Bella. No. Bella se queda atrás. Alguien está hablando con ella.
Alguien nuevo.
Alguien que no está en nuestro equipo.
Un jugador de fútbol americano, en uniforme completo, sosteniendo su casco en su mano, una pierna sobre el banco detrás de Bella, y una colección de dientes expuestos para ella.
—¿Quién mierda es ese? —Emmett expresa mis pensamientos en voz alta.
—Tyler Crowley. Galán y mariscal de campo —comienza Vicky, y entonces sigue elaborando cómo lo conocieron a él y otros jugadores la semana pasada, en una reunión a la que afortunadamente no asistí. Ella deja de hablar cuando finalmente capta la mirada furiosa de Emmett.
Respiro profundo, seco el sudor de mi rostro y cuello con mi toalla, y permanezco en silencio. Emmett posa una mano en mi hombro mientras observo a Bella al parecer lo suficientemente entretenida para permanecer allí.
—¿Estás bien, bebé? —Emmett pregunta suavemente a mi lado.
Suelto un gruñido. Respiro. Asiento a pesar de que no lo estoy.
—Está jodidamente caluroso —continúa, mirándome con preocupación—. Nos vamos adentro.
No contesto; él sabe que no la dejaré allí sola. Así que, me quedo y enfurezco bajo el sol hasta que Bella se acerca a mí, con Tyler Jodido Crowley siguiéndola.
—Oye... —Ambos se paran frente a mí—. Él es Tyler —dice, suavemente.
Estrecho la mano de él mientras mis ojos siguen en ella.
—¿Crees que puedes enseñarle una elevación con extensión rápidamente? —comienza Bella.
No puedo creerlo, mierda.
—¿Qué?
—Creo que luciría genial para una foto. Él con el uniforme completo. La cancha y las montañas detrás nuestro.
—¿Has hecho elevaciones antes? —Volteo hacia él, mi tono brusco.
—No. —Se ríe, mirándome con incredulidad.
—¿Por qué eso es divertido? —Mis palabras son amargas mientras él pierde la sonrisa.
—Cullen —advierte Bella, parándose de manera protectora frente a él, lo cual me hace hervir la sangre.
—Él jamás ha hecho elevaciones antes. —Me río sarcásticamente, consciente de que estoy siendo maleducado pero estoy demasiado molesto como para que me importe—. Él mismo lo dijo.
—Puedes enseñarle —dice ella cariñosamente. Sus ojos bien abiertos, hermosos y ejerciendo toda su fuerza sobre mí—. Él es muy atlético.
Creo que gruño fuerte, y ella presiona una mano sobre mi pecho, empujándome hacia atrás, varios metros lejos de él. Él me está observando así que lucho para no ponerle una cara o mostrarle el dedo del medio o algo.
—¿Por qué estás siendo tan grosero? —pregunta ella suavemente, casi con vergüenza.
—No creo que esto sea una buena idea. —Doy un paso atrás, cruzándome de brazos y efectivamente quitando su mano.
—Vamos, son solo un par de fotos.
—¿Y si te deja caer?
—Tú me atraparás. Puedes vigilar. Quedarte cerca.
—Swan...
—¿Por favor?
Ah, al diablo mi vida.
Paso la siguiente media hora enseñándole a Tyler Crowley cómo lanzar a Bella hasta sus manos. Después que él logra tener los movimientos básicos, intenta hacer una repetición completa.
Solo tengo que atraparla un par de veces antes que él tenga éxito, y ella está tan jodidamente feliz cuando lo hace.
Ella está feliz... por él. Con él.
Las fotos lucen increíble, o eso dice ella.
Odio cada segundo de ello.
Junto mis cosas, mientras ella se queda atrás, con él, intercambiando información en sus teléfonos. Oficialmente harto de torturarme a mí mismo y verlos juntos, me doy la vuelta y me apresuro a irme en dirección contraria, esperando que la segunda mitad del entrenamiento me distraiga lo suficiente para evitarla.
—¡Cullen, espera! —La escucho decir detrás de mí. No bajo el ritmo, pero ella me alcanza de todos modos—. Cielos —dice un poco jadeante, mirándome—. ¿Qué te pasa?
—No me pasa nada, Swan —mascullo, tratando de calmarme—. Vamos a llegar tarde para el resto de la práctica.
—De acuerdo... —Ella no suena convencida, sus pies apresurándose debajo de ella para intentar seguir mi ritmo—. Bueno, quiero decir gracias. Las fotos salieron increíbles.
—Claro, no hay problema —digo entre dientes, queriendo que este día estúpido acabe.
Ni bien llegamos al gimnasio, me pongo a trabajar. Afortunadamente, la entrenadora Hale no nos hace hacer más elevaciones, así que realmente no tengo mucho contacto con Bella.
Sé que mi ira es irracional. Probablemente debería haber seguido el consejo de Emmett esta mañana para deshacerme de mi horrible humor.
Sabía que eventualmente Bella reciprocaría el interés de alguien. Sin embargo, saber que pasaría no lo hace menos feo cuando se vuelve realidad. Así que uso mi entrenamiento como un desahogo. Jasper lidera la parte de condicionamiento de la práctica, en su propia manera tortuosa, y entonces la entrenadora Hale nos turna para las pasadas de gimnasia con carrera.
«Si pueden ejecutar su secuencia ahora, pueden hacerlo cuando sea», es lo que ella siempre dice.
Ejecuto cada una de mis pasadas. Entonces, nos hace practicar saltos y mortales individualmente, mientras ella pasea por la sala, ofreciendo correcciones.
Al final, estamos todos completamente exhaustos. Estoy casi demasiado cansado como para seguir molesto—casi.
La entrenadora llama a todos hacia el tatami, y nos dispersamos por el suelo, aún tratando de recuperar el aliento. Bella se sienta a mi lado, como siempre lo hace. Ella ha sudado durante el entrenamiento, y el cabello que se ha zafado de su coleta está pegado a su cuello.
—Quiero que todos descansen este fin de semana. Han trabajado duro durante estas últimas ocho semanas, así que toménselo con calma. Despejen sus cabezas. Duerman. —Me arquea una ceja cuando dice eso, y Emmett, quien se encuentra sentado detrás de mí, me da una palmada en la espalda—. El lunes y el martes tendremos las pruebas de equipo. Y luego Jas y yo tomaremos nuestras decisiones. Basados en las pruebas, pero también en su desempeño hasta ahora.
—¿Cuándo lo sabremos? —pregunta alguien detrás de mí. No me molesto en mirar quién es.
—Inmediatamente después de las pruebas. —La entrenadora mete sus manos en sus bolsillos mientras camina de un lado a otro frente a nosotros—. Veo mucho talento en este equipo. Todos deberían estar orgullosos del trabajo que han hecho hasta ahora. Pero recuerden, quedar en el Equipo A solo es el comienzo. No habrá descanso después porque todos en el Equipo B van a estar esperando, soñando, y rogando tener sus puestos, y no tendré problemas en hacer cambios en cualquier momento antes de Daytona. ¿Eso está claro?
—Sí —decimos algunos, pero no lo suficientemente alto.
—Júntalos —ordena la entrenadora a Jasper, girando hacia él.
Jasper nos señala para que nos paremos, y formemos un círculo, tomándonos de las manos. Los dedos de Bella se deslizan entre los míos, uniéndonos. Respiro profundo mientras mi mano cosquillea.
—¿Trabajo en equipo? —Jasper camina de un lado a otro en el medio del círculo, dirigiendo nuestro canto.
—¡Trabajo ideal! —todos repetimos en unísono.
—¿Trabajo duro?
—¡Da sus frutos!
Repetimos el canto creado por la entrenadora Hale tres veces como es costumbre, y una vez satisfecha con nuestro nivel de entusiasmo, nos libera así podemos finalmente ir a casa y descansar.
Con mi toalla alrededor de mi cuello, tomo mi botella de agua del suelo, y entonces Bella está parada frente a mí cuando me levanto.
—Hay una fiesta de fin de verano en la casa del lago. —Sus manos están cerradas alrededor de las correas de su mochila deportiva.
—De acuerdo. —No iré.
—Bueno, ¿quieres ir? —Sus mejillas siguen sonrojadas por el entrenamiento. Hace que sus pecas resalten y mi corazón se acelere.
—No lo creo. —No iré.
—¿Por qué no? —Frunce el ceño. Sus ojos no me sueltan.
—Estoy cansado. —No iré. Miro alrededor de la sala, solo para darle algo que hacer a mis ojos.
—Podemos simplemente nadar por un rato.
—Sabes que eso no es verdad, y tengo trabajo en la mañana.
—¡Vamos, Cullen! —Golpea mi pecho con una mano. Mi camiseta está empapada y se pega a mi piel. De alguna manera, ella no siente asco por ello y mantiene su palma presionada sobre mi pectoral por un segundo demasiado largo—. El verano terminará pronto, y entonces hará frío, y estará oscuro, y lleno de nieve. —Pone una cara de disgusto que ablanda mi corazón—. Eso es duro para los de Florida, ¿sabes?
Lucho contra mi sonrisa, lo hago. Si ella me rompe, terminaré quedándome. Terminaré yendo con ella al lago, y no creo que pueda lidiar con ello ahora mismo.
—Hoy no, ¿de acuerdo? Lo siento.
Sus ojos están tristes, pero tiene una media sonrisa.
—Está bien —dice, la decepción evidente en su voz. Le asiento, apresurándome a salir del gimnasio antes de cambiar de parecer.
Emmett está charlando con Jacob y James junto a la puerta. Espero que él vaya a la casa del lago también así al menos Bella lo tendrá a él y a Vicky con quien regresar.
Resulta que ella podría no necesitarlos para acompañarla en absoluto, ya que Tyler está recién duchado y vestido con ropa elegante, esperándola afuera del gimnasio.
No camino hacia los dormitorios; corro, esperando que el ardor en mis pulmones contrarreste todo lo demás. Mi cerebro me atormenta, pasando por todos los posibles escenarios en los cuales Tyler la invitará a salir y todas las maneras en que ella le dirá que sí.
Una vez en mi cuarto, soy bombardeado con las imágenes de Bella en mi cama esta mañana, en su camiseta grande y sus pequeños shorts de algodón, sus ojos abiertos como platos, soñolienta y hermosa, mirándome.
Entro en la ducha, sabiendo muy bien que estoy perdiendo esta batalla. Estoy cayendo.
No sé cómo seguiré siendo amigo de ella mientras ella sale con alguien más. Cómo mantendré las cosas profesionales cuando entrenemos, cuando con suerte compitamos y actuemos juntos. Cómo dejaré de pensar en ella de esta manera—esta manera que hace que todo mi cuerpo arda por ella.
No importa lo horrible que me haga sentir. Lo mal que está esto. Lo mucho que intento mantener su rostro fuera de mi mente mientras mis manos me rodean. Lo mucho que espero que la ducha fría ayude. Así no tengo que hacer esto. Así que no pienso en ella mientras lo hago.
Pero todo es en vano. Sus ojos. Su sonrisa. Sus pecas. Su rostro se asoma para torturarme, justo cuando estoy a punto de correrme, haciendo que me odie a mí mismo por ello.
