Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Ronnie, te adoro!


Capítulo 9

Me encuentro acostado en mi cama mirando el techo. Mi mente es un caos. Debería haber escuchado a Jasper al comienzo del verano. Debería haber mantenido mi distancia con Bella. Debería haber mantenido mis sentimientos bajo control. Lo intenté. Lo hice. Pero no es como si pudiera mantener una distancia física con ella. Mis manos la tocan, en todas partes, todos los malditos días.

Y ella es agradable. Es encantadora. Es amable, inteligente, graciosa y pasar tiempo con ella es lo mejor de mis días. Si tan solo pudiera apagar todo lo demás, como lo hago cuando hacemos elevaciones, estar cerca de ella sería mucho más fácil.

Suspiro y me bajo de la cama, sabiendo que no seré capaz de dormir. Me paro en mi cuarto, con el teléfono en mano, contemplando revisar Instagram, porque soy un masoquista y quiero ver si ella ha publicado fotos con Tyler, cuando Emmett y Vicky entran al cuarto, enredados entre sí. Las piernas de ella rodean su cintura; las manos de él están perdidas en su melena pelirroja.

Casi se topan conmigo, y cuando Emmett se da cuenta, baja a Emmett, sus labios y su rostro cubiertos con el brillo de labios de ella.

—Creía que estabas en la casa del lago —dice, jadeando, una sonrisa gigante en su rostro mientras se separa de Vicky.

—Creía que estabas en la casa del lago —espeto.

Genial. Entonces, Bella está allí sola.

—Nah... —Lleva una mano hacia mi hombro, no tan sutilmente empujándome hacia la puerta—. Vamos a seguir las órdenes de la entrenadora y... descansar. —Se acerca a mí, una vez que estamos frente a la puerta, para susurrarme al oído—. ¿Puedes irte por una hora más o menos?

—¡¿Por qué no se van al cuarto de Vicky?!

—Bella podría volver —es su respuesta sin remordimientos.

—Emmett...

—Te debo una, bebé. —Con un último empujón, cierra la puerta en mi cara. Me quedo parado en nuestro pasillo, en medias, shorts y una camiseta, con mi teléfono aún en mis manos y absolutamente nada más.

—¡No tengo mis zapatillas! —Golpeo la puerta y él rápidamente la abre, solo para lanzar mis zapatillas en el suelo, mi billetera dentro de ellas, y cerrarla de nuevo.

¡Ah, santo cielo! Como si este día pudiera ser peor.

Tomo mi billetera y me pongo mis zapatillas, volteando hacia la puerta de Bella. Ella se encuentra en la casa del lago, y yo estoy aquí, con nada más que hacer más que estresarme por ello.

Me digo a mi mismo que una caminata me ayudará a despejar la mente, pasar el tiempo hasta que pueda regresar a mi cuarto. Contemplo simplemente subir la colina, hasta el banco con vista al campus. Es una caminata fácil y usualmente me ayuda a calmarme. Pero entonces, decido que solo voy a chequear a Bella, asegurarme de que está bien, y regresar. Es lo que me digo a mi mismo mientras camino hacia allí, de todos modos.

Puedo escuchar a la multitud y la música desde la entrada. No solo es nuestro equipo. Hay una gran fiesta por el fin del verano en la casa. Hay personas en la piscina. Esparcidas por el césped. En el lago.

Mis ojos buscan a Bella hasta que la encuentro sentada sobre un barandal de madera que rodea el patio trasero, una bajada en el terreno y el lago detrás de ella. Se está riendo de lo que sea que Tyler le dice mientras se inclina demasiado cerca de ella.

—¡Colorado! —James envuelve un brazo alrededor de mis hombros, una bandeja de shots de gelatina en su otra mano—. ¡Llegaste!

Le doy una media sonrisa y él sigue con la próxima persona. Debato irme. Ella está aquí. Está bien. Se está divirtiendo. Hasta que la veo mecerse sobre ese barandal, y a Tyler enderezándola con una mano en la espalda. Entonces, mis pies se mueven debajo de mí, apresurándose hacia ella, sin mi permiso.

Su rostro se ilumina cuando me ve, lo cual se siente como un golpe bajo.

—¡Cullen! —Extiende sus brazos cuando me encuentro cerca de ella, y mientras corto la distancia, ella me abraza. Envuelvo un brazo alrededor de ella suavemente, y sutilmente la bajo del barandal, así está de pie, inclinándose contra este—. ¡Viniste! —Sonríe de oreja a oreja, mirándome, envolviendo un brazo alrededor de mi cintura cuando intento apartarme. Parece que ha estado bebiendo; sus ojos están entrecerrados.

—Él es mi persona favorita —le dice a Tyler, mientras se abraza a mi costado.

Ella está ebria, de acuerdo.

Tyler me sonríe falsamente, y le devuelvo el gesto. Quizás estaba equivocado. Quizás ella no le dirá que sí a él, después de todo.

Cuando James pasa por nuestro lado, con la bandeja de shots de gelatina medio vacía en su mano, Bella se estira en busca de una.

—¡Uh, uno verde! —Toma el pequeño vaso entre sus dedos y lo aprieta dentro de su boca antes de que pueda decir algo.

—¿Estás segura de que quieres consumir esos? —le pregunto suavemente, mientras le rechazo los que James me ofrece.

—Relájate —dice, su mejilla sobresaliendo con la gelatina aún allí—. No hay alcohol en estos.

Mi sangre hieve, y volteo hacia James, furioso.

—¿Le dijiste que no hay alcohol en estos?

—¡Por supuesto que no! —James da un paso atrás, alejándose de mí.

Giro hacia Tyler entonces, dando un paso hacia él. Puede que sea enorme, pero yo soy más alto, y estoy muy, muy molesto. Él rápidamente levanta ambos brazos en rendición.

—¡No fui yo!

—Cullen... —Bella sujeta mi brazo, jalándome hacia ella—. Cullen, simplemente lo asumí.

Volteo hacia ella, exhalando fuertemente por la nariz, mientras James y Tyler desaparecen de mi vista.

—Supongo que eso explica por qué me siento mareada. —Se ríe suavemente, de manera vergonzosa, mirándome.

—Mierda, Swan... —Intento respirar mientras mi corazón late aceleradamente en mi pecho.

—Está bien. Estoy bien. —Ella desliza sus manos por mis brazos, el movimiento normalmente me tranquilizaría, pero no cuando estoy así de furioso.

—¿Creíste que simplemente estaban ofreciendo gelatina común en pequeños vasos? —Me aferro al barandal, tratando de calmar mi ira, mientras ella estalla en carcajadas. Mis manos están temblando un poco por la energía extra que aún me recorre. Estaba listo y ansioso por arruinar a Tyler Crowley.

—Bueno, eso fue estúpido. —Sigue riéndose a mi lado, y entonces sus dedos regresan a mi brazo, trazando las formas tatuadas en mi piel—. ¿Quieres ir a nadar?

—No. —Mi tono es firme. La miro, sus ojos brillantes aunque entrecerrados—. Quiero llevarte a casa y entonces ir a dormir.

—De acuerdo —dice, sin resistirse, por lo que estoy aliviado—. Pero, ¿puedo pedirte un favor?

—Por supuesto. —Llevo mis manos a mis caderas, respirando con un poco más de facilidad.

—No me dejes caer. —Se aparta del barandal y se aferra a mi brazo—. Lo último que necesito es comer el pavimento y que eso esté por todo Instagram mañana.

—Te tengo —digo, enlazando mi brazo con el suyo—. No te dejaré caer.

~F~

Bella habla sin parar mientras bajamos caminando por la colina de regreso a los dormitorios. Está abrazando mi brazo mientras yo intento mantener un ritmo lento. Ella se ha tropezado varias veces y casi choca contra un poste una vez. Después de eso, rodeo sus hombros con un brazo, y la mantengo lo más lejos del bordillo como sea posible.

—Agh —gime un poco—. Creo que el verde ya no es mi color favorito. Jamás seré capaz de consumir gelatina de nuevo.

—No puedo creer que pensaras que era gelatina común. —Me río un poco, con mejor humor ahora que ella está conmigo, ahora que sé que está a salvo.

—Oye, no había comido en todo el día. Lucían bastante apetitosos.

Me detengo para mirarla.

—¿No habías comido en todo el día?

—Supongo que me olvidé. —Se encoge de hombros—. Fue un día ocupado.

—Exactamente. Incluso tuvimos acondicionamiento, Swan. ¿Cómo no comiste? —Me invade la preocupación. Con razón un par de shots de gelatina la tenían así. Saco mi teléfono del bolsillo. Es casi medianoche. El Subway en el que trabajo estará cerrado para cuando lleguemos allí, pero la hamburguesería de al lado cierra a la una de la mañana. Nos llevará alrededor de veinte minutos llegar allí.

—¿Tienes hambre? —pregunto, mirándola, mi concentración de la noche repentinamente se ha interrumpido.

—Sí —dice con un exhalo, jalando de mi brazo—. Tengo barras proteicas en mi cuarto. Vamos.

—No. —La jalo hacia atrás. La calle en el campus con todos los restaurantes se encuentra en la dirección opuesta—. Comida de verdad.

—¿Dónde?

—Ciudad Universitaria.

Ella pone una cara.

—Eso se encuentra del otro lado.

—No me digas, Sherlock. —Suelto una risita cuando ella se me queda mirando, boquiabierta—. Es tarde y es el único lugar cerca donde podemos encontrar algo abierto.

—Define cerca.

—Vamos, en marcha. —Tomo su mano casi como por instinto, y ella enlaza sus dedos con los míos.

Nos lleva poco más de veinte minutos llegar allí.

—¿Vamos a comer hamburguesas? —Casi chilla cuando nos detenemos en la entrada.

—Espero que no seas selectiva, porque esta es realmente nuestra única opción.

—¿Podemos pedir unos batidos también? —Prácticamente rebosando de alegría.

—Claro... —Me río, abriendo la puerta para ella.

Pido dos hamburguesas, unas papas medianas para compartir, y un batido de chocolate, solo para ella. Ella toma servilletas, kétchup, y vinagre de malta, lo cual me hace sonreír. Jamás he visto a alguien tan emocionado por una hamburguesa grasienta de medianoche, pero ser capaz de hacer esto por ella me llena de regocijo... y otras cosas.

Ella le da un mordisco a su hamburguesa y sus ojos ruedan hacia atrás.

—OhporDios —dice con su boca aún llena, tomando una papa frita, sumergiéndola en el vinagre de malta y dándole un mordisco—. ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! —Hace un pequeño baile con sus hombros, sus ojos cerrados.

Me doy cuenta que la estoy observando, y mi comida se está enfriando, así que comienzo con mi hamburguesa.

—¿Está buena? —pregunto, incapaz de parar de mirarla.

—Tan buena... —Sus ojos se cierran de nuevo mientras prueba el batido—. Creo que te amo —suelta.

—De acuerdo. —Me río incómodamente.

—No sabes el tiempo que ha pasado desde que he comido algo como esto.

—¿Cómo así? —pregunto, y entonces me arrepiento, porque ella baja la mirada a su plato, y toda su conducta cambia, mientras baja su hamburguesa.

Su mirada se mueve entre su hamburguesa, las papas fritas, y su bebida.

—Son más de mil calorías —dice, sonando un poco triste.

—¿Y? —digo rápidamente, y sus ojos finalmente se encuentran con los míos—. Probablemente quemaste mucho más que eso en una práctica sola. —Le sonrío mientras sus ojos estudian los míos—. Y le gana a una gelatina verde, definitivamente.

—Eso es verdad. —Suelta una pequeña carcajada como si estuviera de regreso, pero reconozco esta cara suya. Es la de sonríe-aunque-duela, en la cual es experta.

No pregunto qué pasa. No presiono. Ella ha estado bebiendo y ambos estamos exhaustos.

Noto que ella ya no toca su comida. Sutilmente empuja su plato en mi dirección y se limpia las manos con una servilleta.

Termino el batido y las papas fritas, pero dejo su mitad de hamburguesa sin comer en su plato.

Cuando ella apoya su cabeza sobre un brazo en la mesa, su mano tocando mi codo, sus ojos se cierran.

—Podría dormir justo aquí, ahora mismo. —Su voz es apenas un susurro.

—Lo mismo digo. —Escondo un bostezo contra mi hombro, y ella de repente levanta la cabeza, como si recordando algo.

—Mierda. Tienes trabajo mañana por la mañana. —Rápidamente revisa su teléfono antes de corregirse—. Hoy.

—Sí —digo, sonriéndole suavemente mientras estiro los brazos por encima de mi cabeza. No puedo evitarlo. Sí, estaré destruido en el trabajo más tarde, y sí, a Jasper no le gustará cuando llegue, en modo zombi, a mi entrenamiento de fuerza, pero mentiría si dijera que me arrepiento de quedarme hasta tarde con ella.

—¿A qué hora? —pregunta con preocupación.

—A las seis.

—Agh. Cullen, lo siento.

—Está todo bien, vamos.

Limpiamos nuestra mesa y comenzamos a caminar de regreso a los dormitorios. Esta vez, tenemos pereza, y estamos más callados que antes.

—Estoy contenta de que vinieras a la casa del lago, Cullen —dice una vez que casi llegamos a los dormitorios—. Gracias.

—No lo menciones.

—Prometo que no intentaba embriagarme. Sé que no tolero el alcohol bien.

—No me digas.

Ella conecta un puño suavemente con mi brazo, lo cual me hace sonreír.

—Tuve mi primer trago cuando tenía quince años. Estaba visitando a Charlie y robé una de sus cervezas. Me estaba sintiendo rebelde porque, ¿quién quiere pasar su verano en Forks, Washington?

—¿Quién es Charlie?

—Oh, es mi padre.

—¿Creía que tus padres vivían en Florida? —La miro con confusión.

—Charlie es mi padre biológico —explica—. Él es el jefe de policía en un pequeño pueblo en la península Olímpica. Mi madre lo abandonó cuando yo tenía cinco y nos mudó a Florida. Entonces, se casó con mi papá, Phil.

—Oh...

—Charlie jamás entendió o le gustó lo de la animación realmente. Eso siempre ha sido cosa de Phil. La educación en casa. Las competencias. Las redes sociales. Charlie ni siquiera tiene Facebook. —Se ríe, mirándome, mientras la salvo de toparse con otro poste—. Él quiere que tenga una vida normal.

—¿Acaso no es lo que todos los padres quieren?

—Ni siquiera sé qué es una vida normal. Es por eso que quería venir aquí. Lejos de Florida. Donde mis padres no pueden chequearme cada fin de semana. Quería vivir en un dormitorio. Encajar, por una vez. Experimentar cosas que las personas de mi edad experimentan.

—¿Como shots de gelatina?

—Lo digo en serio. —Golpea mi brazo de nuevo.

—Lo sé. Lo sé, lo siento.

—La animación sigue siendo mi prioridad. Y quiero ganar... todo. Quiero ser la mejor. Pero también quiero, ya sabes, ¿ser una estudiante universitaria, divertirme?

—Eso tiene sentido, Swan. Puedes hacer ambas.

—¿Puedo?

—¡Por supuesto! —digo mientras mantengo abierta la puerta de nuestro edificio.

—Entonces, ¿no estarás molesto conmigo si salgo con Tyler? —Es lo último que creía que ella diría, y se siente como si vertieran una cubeta de agua helada sobre mí. Ella me está mirando, como si inspeccionara mi rostro, leyéndome, observando mi reacción.

—Puedes salir con quien sea que quieras, Swan. —Observo mis pies. No he perfeccionado la cara de sonríe-aunque-duela como ella—. Con cualquiera que no esté en el equipo —mascullo la última parte, como adición.

—Entonces, ¿es por eso? —Lleva sus manos a sus caderas con un suspiro.

—¿Eso qué? —Levanto la mirada, mi corazón acelerándose.

—¿Eso es por qué no me has invitado a salir? —Sus ojos me queman.

—Swan...

—Solo necesito saber. Porque sé que soy joven e inexperimentada cuando se trata de esto. Pero siento algo contigo. Siento algo cuando estamos juntos. Y si eso es solo amistad, entonces está bien. No quiero perder eso. Pero si hay una posibilidad de más... —Valientemente se acerca, sus manos sujetando mis costados—. Estoy aprovechando mi oportunidad.

—No lo hagas. —Tomo sus brazos, manteniéndola en su lugar, porque estoy muy seguro que ella estaba a punto de besarme, y no creo que sea capaz de contenerme después de eso—. Por favor.

Ella suspira y deja caer sus manos de mis costados, dando un paso lejos de mí. Mi estómago se hunde por cómo su expresión se desmorona.

—Lo siento. Lo-Lo entiendo.

Antes que pueda decir algo, ella se apresura a entrar al edificio. Me toma un segundo, para recuperar el aliento, antes de seguirla, por las escaleras, hasta que la alcanzo en nuestro pasillo.

—Swan —comienzo, mientras que su mano ya se encuentra en su pomo.

Ella voltea hacia mí y sonríe.

—Podemos echarle la culpa de esto a los shots de gelatina. —Añade con una risita rápida que me rompe el corazón—. Así que no te preocupes por ello. No haré que las cosas sean raras mañana.

—Swan, espera —digo de nuevo, dando un paso hacia adelante, pero ella abre la puerta de su cuarto.

—Está bien. Lo prometo. Tienes trabajo mañana... más tarde, hoy. Ve a dormir, por favor —dice temblorosamente, echándole un vistazo a mi puerta detrás de mí—. Todo está bien. —Sonríe de nuevo, y entra a su cuarto, pero sus ojos están llenándose de lágrimas y todo mi interior se hace trizas—. Buenas noches. Gracias de nuevo por irme a buscar. —Y por segunda vez esta noche, una puerta es cerrada en mi cara.

Mierda.

Respiro profundamente y dejo caer mi cabeza contra su puesta.

—Bella, por favor. —Toco suavemente a la puerta, sin saber si Vicky está allí. No queriendo despertar a alguien más—. Déjame explicar.

—No tienes que hacerlo. Está bien. —Parece que está presionada contra la puerta también. Aferro el marco de la puerta a mis costados—. Me iré a dormir, ¿de acuerdo? Por favor, ve a hacer lo mismo.

—¿Estás segura que estás bien? —Respiro profundamente contra su puerta y entonces me aparto de ella con un impulso.

—Sí —añade rápidamente—. Buenas noches.

—Buenas noches, Swan. —Camino de regreso a mi cuarto con las manos en mi cabeza y mi corazón en mi garganta.