Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Ronnie, te adoro!
Capítulo 10
Día de piernas. El entrenamiento más temido con Jasper. A pesar que el programa de verano acabó y la próxima semana tenemos las pruebas de equipo antes del comienzo del semestre, necesito continuar con mi plan de entrenamiento de seis días a la semana con Jasper para seguir ganando músculo.
Al psicópata le encanta. Creo que a él le gusta lastimarme.
Supongo que lo disfruto un poco también. Me gusta presionarme y ver qué puedo hacer que mi cuerpo logre.
Pero hoy, no ansío hacerlo.
Trabajé esta mañana hasta el mediodía, con tres horas de sueño, y entonces regresé rápidamente a los dormitorios antes del entrenamiento. Solo para que Bella no abriera su puerta. Encontré a Vicky en mi cuarto con Emmett, y ella dijo que Bella estaba durmiendo, que la escuchó vomitar en el baño toda la mañana.
Bella no ha contestado ninguno de mis mensajes, así que ahora además de exhausto también estoy jodidamente preocupado.
Me digo a mí mismo que me relaje. Que ella no está acostumbrada a beber así que tendría sentido que ella se sintiera nauseabunda por ello. Que dormir la ayudaría a sentirse mejor. Que una vez que lo hiciera, me respondería el mensaje.
Razono conmigo mismo de camino al gimnasio, pero puede que no sea demasiado convincente ya que, ni bien él me ve, Jasper frunce el ceño.
—¿Qué pasa? —pregunta, apoyándose contra la máquina de sentadillas.
—Nada. —Dejo caer mi bolso en el suelo, tronándome el cuello.
—¿Estás seguro?
—Sí... —Bajo la mirada hacia la lista que él tiene en su sujetapapeles. Sentadillas, flexiones de piernas, press de piernas, todos sus ejercicios favoritos—. ¿Por dónde comenzamos? —Mientras más rápido termino con esto, más rápido puedo chequear a Bella y con suerte puedo dormir un poco.
Jasper no desperdicia el tiempo. Es lo que me gusta de él. Tampoco habla mucho, lo cual aprecio.
Completamos todo el entrenamiento sin problemas, sin palabras, y lo doy todo. Estoy concentrado en cada repetición, para así no pensar en Bella, o cómo casi ella me besó anoche. para así no pensar en cómo eso podría afectar nuestra amistad y mi potencial lugar en el equipo. Para así no pensar en lo mucho que deseo poder haberla besado.
Para así no pensar.
En la última ronda de press de piernas, mis piernas están temblando no tan sutilmente. Mi mano está firmemente sosteniendo la traba, listo para la repetición número veinte, excepto que cuando la completo, Jasper aparta mi mano de la manija, las pesas haciendo presión contra mis piernas.
—Vamos, esas fueron veinte —digo.
—Tienes cinco más en ti.
—En serio que no. —Suelto el aire con un jadeo.
Él me da la mirada. La que sabe que funciona. La que dice mucho sin palabras.
Mis manos se contraen sobre mis temblorosos cuádriceps mientras fracaso al contener una mueca de dolor.
Solo cinco más y superaría mi marca personal.
Así que respiro profundo y entonces me obligo a seguir mientras Jasper me alienta. Después del quinto y último press, mi mano rápidamente toma la traba, manteniendo las pesas lejos de mí. Mis piernas caen y me inclino hacia adelante, aferrándome a la placa superior y escondiendo mi rostro en mi brazo.
Lo hice, mierda.
—Camina para que se te pase. —Jasper da unas palmadas en mi espalda, su mano entonces permaneciendo en mi hombro.
—Necesito un segundo —digo, tratando de recuperar el aliento—. O voy a vomitar.
Jasper suelta una risita a mi lado, su mano aún en mi hombro.
—De acuerdo, respira —dice—. Y luego camina. Ayudará con las náuseas, lo prometo.
Hago lo que él dice mientras él guarda todo. Una vez que he recuperado la respiración y evitado no vomitar, lo miro para encontrarlo observándome.
—¿Estás bien? —La preocupación genuina es evidente en sus ojos.
—Sí. —Camino lentamente hacia él, mis piernas sintiéndose de gelatina. Jodida gelatina verde. Reviso mi teléfono. Aún nada de Bella—. No fue tan malo.
—Oh, no me tientes, niño, o te haré hacer una ronda más de todo.
—De acuerdo, mentí. —Me tiro boca arriba a su lado, de vuelta en el tatami, con una toalla cubriendo mi rostro—. Fue lo peor, y me estoy muriendo.
Él ríe y se sienta en el suelo junto a mí, lo cual es muy raro. Él nunca se queda. No después de que hemos terminado. Estoy sorprendido, pero no tengo la energía dentro de mí para reaccionar.
—Entonces, ¿cuántas horas trabajas en esta sandwichería? —Suena como una pregunta suficientemente inocente.
—Oh... —Volteo a mirarlo, apartando la toalla de mi rostro. Así que, aquí va esto—. Diez a quince horas por semana. —Son más bien unas veinte, pero si esto se trata de mi desempeño o algo, no quiero que él piense que estoy flojo debido al trabajo.
—¿Estás durmiendo lo suficiente?
—Sí —digo, pero sé que suena poco convincente. No ayuda que estoy hecho pedazos hoy. Que podría quedarme dormido en este tatami, justo aquí, justo ahora. Que estoy apunto de hacerlo. Me apoyo sobre mis codos y me siento por completo, secándome el rostro con la toalla y entonces envolviéndola alrededor de mi cuello—. Es solo que nos quedamos hasta tarde anoche. Eso es todo.
—¿Quiénes son "nos"?
Ah, diablos.
—Bella y yo. —Lo miro tentativamente—. Solo somos amigos —digo antes de que él pueda indagar más.
—¿Adónde fueron? —pregunta casualmente. Si estuviera más alerta, hubiera visto adonde iba con esto.
—Solo a la casa —digo y de inmediato me arrepiento porque sus cejas se alzaron como si él ya supiera.
—¿La casa del lago?
—Sí...
—¿Hubo una fiesta?
—Vamos, no me conviertas en el soplón —Froto mi rostro con una mano. He terminado, estoy adolorido, y solo jodidamente cansado.
—Muy bien —dice, impávido.
—Okey. —Hago el esfuerzo para ponerme de pie, pero sus siguientes palabras me detienen en seco.
—Eres uno de nuestros mejores chicos en el programa.
¿Sarcasmo quizás? Me río.
—No, no lo soy.
—Sí, lo eres —insiste, su expresión seria—. Y no has tenido los privilegios que algunos de los demás han tenido. Con los gimnasios privados y los equipos All Star. Ellos lo han estado haciendo desde siempre con nada de qué preocuparse.
Intento leer su mirada pero no puedo descifrar por mucho que lo intente adónde está yendo con esto.
—¿Estoy en problemas?
Es su turno de reírse ahora mientras rodea mis hombros con un brazo.
—No estás en problemas, Edward.
—Bueno. Entonces, ¿puedo irme? —Por favor, solo déjame ir.
—Pero estamos preocupados por ti.
Respiro profundo y bajo la mirada hacia mis manos.
—Estoy bien, lo prometo. Dormiré más, y no saldré hasta tarde. —Intento ponerme de pie de nuevo, pero él me jala hacia atrás.
—Aquí va la cosa —comienza—. La sobrina de Rose se mudará con ella antes de que comience el semestre y comenzará a venir a nuestros entrenamientos. Rosalie la quiere incorporar a las actuaciones para varias secuencias de elevaciones.
—¿Ella estará en el Equipo A? —pregunto a la defensa. Hemos estado trabajando duro durante todo el verano. Parece injusto que alguien nuevo se una tan tarde.
—Algo así... Aunque no para las competencias. Ella tiene seis años —Jasper explica con una sonrisa—. Ella es increíblemente talentosa, una voladora natural, pero necesita alguien con quien practicar las elevaciones.
—Oh...
—Podría ser después del entrenamiento, o antes, dependiendo de tus horarios y qué te funciona mejor. ¿Tienes alguna experiencia entrenando niños?
Me rasco el cuello y contengo un bostezo contra mi brazo.
—No tan jóvenes, no.
—¿Pero estarías dispuesto a hacerlo?
¿Cómo pasó de que no duerma lo suficiente a apuntarme a más mierdas?
—Quiero decir, sí, supongo, sí. —Supongo que podría ser una buena oportunidad y podría probar ser entrenador con más seriedad. Además, haré lo que sea para seguir agradándole a la entrenadora Hale.
—De acuerdo, genial. —Me da unas palmadas en el hombro—. A menudo, las lecciones privadas van entre cincuenta a sesenta dólares la hora, dependiendo de la experiencia del entrenador. Entonces, ¿te parece cincuenta dólares razonable? ¿Para comenzar, al menos?
—Espera, ¡¿me pagarán por esto?! —Mi rostro debe mostrar mi asombro porque Jasper comienza a reír como jamás lo he visto reír antes.
¿Cincuenta dólares la hora? ¡Eso es cinco horas en Subway!
—¡Por supuesto que te pagarán; ese es el punto! —Se para, aún riendo—. No tenemos una beca completa para ofrecerte, al menos aún no, pero ¿quizás con lecciones privadas puedas reducir algunas o todas tus horas en el trabajo?
—¡Sí, totalmente! —Intento ponerme de pie, pero mis piernas se están acalambrando fuerte y caigo hacia atrás con un gemido. Él me extiende una mano, sacudiendo la cabeza, y me ayuda a pararme—. No los decepcionaré. Lo prometo —digo con un apretón de manos espontáneo.
—Sé que no lo harás —dice, soltando mi mano—. Solo para reiterar, esto es así puedes reducir tus horas de trabajo y. Dormir. Lo. Suficiente.
—Lo haré. Lo hago. Lo voy a hacer. Ahora mismo.
—¿Te pondrás hielo primero?
—Por supuesto —digo, poniendo los ojos en blanco mientras él se va carcajeándose.
Hundo mis piernas en la bañera de hielo por diez minutos, me ducho en el gimnasio, y me apresuro de regreso a los dormitorios. Es mitad de la tarde y mis párpados se sienten tan pesados como mis piernas. Paso por el cuarto de Bella primero y llamo a la puerta suavemente mientras saco mi teléfono del bolsillo. Aún no tengo respuesta de ella.
Swan. Por favor. Estoy preocupado. ~E
Cuando los tres puntos aparecen en la parte inferior de la pantalla, me quedo sin aliento.
Lo siento. Estoy bien. Me desperté hace 10 minutos. ~B
Me apoyo contra el marco de su puerta, respirando profundo, cuando la puerta comienza a abrirse, y allí se encuentra. Recién duchada, su cabello goteando mientras se pasa un cepillo por este. Una camiseta rosa claro y unos pequeños shorts grises la cubren mínimamente.
—Hola —dice, bajando la mirada a su teléfono—. Lamento no haber contestado antes. Estuve descompuesta toda la mañana y entonces me quedé dormida.
—¿Te sientes mejor? —pregunto, aún apoyándome contra la puerta, necesitando el apoyo. Estoy muerto. El día. Anoche. Todo me está pasando factura.
—Sí —dice sin levantar la mirada—. Jamás volveré a beber. A sabiendas o no. —Cuando alza la cabeza, sus ojos están un poco rojos y no hay una sonrisa para mí. En cambio, ella frunce el ceño—. ¿Estás bien tú?
No sé qué se apodera de mí, pero mis brazos la envuelven en un abrazo. Es un abrazo amigable. Porque los amigos se abrazan y eso está bien. Está permitido.
—Le daré lecciones privadas a la sobrina de la entrenadora —suelto. Creo que mi cerebro está en un corto circuito. Ahora que veo que ella está bien, estoy aliviado pero al parecer mi cuerpo se percata que se ha quedado sin energías.
—¿A Sammy? —pregunta, pero no sé lo que eso quiere decir—. Cielos, ven aquí. —Me jala hacia adentro, y de repente, me encuentro en su cama y ella está acomodando sus almohadas debajo de mí. Las almohadas huelen a ella. Todo su cuarto huele a ella. Creo que mis ojos ya están cerrados—. Duerme —dice, así que simplemente hago eso.
~F~
Todo está completamente oscuro cuando despierto, y por un momento, creo que estoy en mi cuarto. Mientras mis ojos se ajustan a la oscuridad, me doy cuenta que en realidad estoy en el de Bella. Su presencia está, literalmente, en todas partes—enredada conmigo. Una de sus piernas está sobre las mías, su brazo estirado sobre mi pecho, y su cabeza sobre mi hombro.
Pero no es solo ella. Mi brazo también está rodeándola, y mis dedos están enterrados en su cabello. Todo mi cuerpo está inclinado hacia ella. Parece que mi inconsciente es incapaz de resistirla. Intento quitar mi brazo, pero ella se despierta.
—Lo siento —susurro mientras ella abre los ojos—. Debería irme.
—¿Por qué? —Frunce el ceño, frotándose los ojos con los dedos.
No sé si quizás esto se pasa de la raya. Si es demasiado. O demasiado cerca.
—No lo sé —es lo que le digo, desenredando mi brazo debajo de su cuello.
—¿Estabas incómodo? —Se sienta y estira los brazos por encima de su cabeza. Tengo que apartar la mirada mientras su camiseta se alza sobre su vientre, exponiéndolo.
—No —digo con honestidad, dándome cuenta que ella está al borde de la cama, ocupando casi ningún lugar en absoluto, dejando la mayoría del colchón para mí. Me froto el rostro con una mano mientras me siento. De hecho, se sintió jodidamente increíble tenerla acurrucada a mi lado. Las dos veces que he dormido en su cama han sido el mejor sueño que he tenido desde que me mudé aquí.
Excepto quizás ayer cuando ella durmió en mi cama.
—Entonces, ¿qué pasa? —Me mira con preocupación, sus dientes atrapando su labio inferior. Puedo ver que ella está cansada, sus ojos hinchados con sueño.
—No sé si esto es buena idea. —Me rasco el cuello nerviosamente.
—Lamento lo de ayer —dice rápidamente, y las palabras se vierten de su boca como un hilo—. Prometo que no sucederá de nuevo. Coquetear contigo, o lo que sea. Lo entiendo, ¿sí? Somos compañeros de equipo. Concentrémonos en eso.
Respiro profundo mientras ella retuerce sus manos nerviosamente, haciéndome querer tomarlas en las mías.
—Pero quiero ser tu amiga. —Levanta la mirada, sus ojos la belleza que te parte en dos—. Realmente disfruto de pasar tiempo contigo. Eres la mejor persona que conozco aquí. De casa. De todas partes. No quiero arruinar esto, ¿de acuerdo? Realmente lo lamento.
—Swan...
—Lo sé, luce mal que me meta en la cama contigo... de nuevo —añade, avergonzadamente—. Pero eran alrededor de las cinco cuando te quedaste dormido. Creí que dormirías una siesta y entonces podríamos hablar, pero entonces alrededor de la medianoche, me dio sueño. No quería despertarte porque realmente necesitas dormir. Así que, pensé que estaría bien si tan solo me subía aquí contigo. Sin intenciones ocultas, lo prometo.
—Bella —digo con un suspiro, mientras ella abraza sus rodillas. Entonces, solo decido ser honesto con ella—. Sí siento algo contigo. —Mis ojos se fijan en ella, preguntándose si recuerda sus palabras de anoche. A juzgar por la sonrisa que se estira en su rostro, lo hace—. Y me encanta cada segundo que pasamos juntos. Honestamente, es mi parte favorita de estar aquí.
—Siento que se acerca un "pero" —dice juguetonamente y ni siquiera intento contener la sonrisa.
—Pero tienes razón, somos compañeros de equipo y de entrenamiento, y tenemos mucho en riesgo. Tampoco quiero arruinar esto.
—Okey. —Sonríe genuinamente, siendo buena conmigo—. ¿Pijamada de amigos, entonces? —Da unas palmadas en la cama, justo entre nuestras piernas, tan casualmente que me pregunto si ella realmente sabe lo que eso me haría.
Le resto importancia. Exhalo por la nariz con una risita, sacudiendo la cabeza como si ella estuviera bromeando, a pesar que no creo que lo esté. Pero antes de que pueda decir algo más, mi estómago gruñe. Fuerte.
—¿Tienes hambre? —Ríe, echándome un vistazo, mientras llevo una mano a mi estómago.
Asiento porque estoy jodidamente hambriento. Almorcé rápidamente después del trabajo, antes de entrenar con Jasper, y entonces vine directamente aquí. De solo pensar en ello hace que mi estómago gruña de nuevo.
Ella se estira y toma su teléfono de la mesa de noche, encendiendo su lámpara mientras yo saco mi teléfono de mi bolsillo. Son las dos de la mañana. Todo está cerrado.
—Dudo que encontremos algo abierto ahora mismo —repite mis pensamientos—. Tengo un poco de cereal y barras proteicas... oh, y sandía.
—¿Qué tipo de cereal? —Sonrío tentativamente, y sus labios se estiran en una sonrisa mientras se baja de la cama. Regresa con dos bols, uno rosa chillón, otro verde neón, y una caja de Special K. Hago una mueca.
—Lo siento... —Se ríe—. Ese es el único que tengo. —Me tiende la caja primero, y lleno un bol, antes de devolvérsela y ella entonces vierte un poco en el suyo. Cuando toma un copo entre sus dedos y lo come seco, la miro con confusión—. Oh... —Su rosa es tímida—. No bebo leche.
—¿Comes tu cereal seco?
—Sí —admite avergonzadamente—. Me gusta mejor así. Algo húmedo y pastoso... no me...
—Qué rara. —Me estoy riendo entonces, tomando un puñado de cereal y llevándolo a mi boca. Sabe a cartón, pero supongo que es mejor que nada—. ¿Qué hay de la avena? —pregunto después tragar.
—Odio la avena. —Ella pone una cara de asco para poner énfasis.
—Nada pastoso. Entendido. —Levanto una mano en fingida rendición y ella sacude la cabeza, bajando la mirada a su bol y tomando otro copo entre sus dedos.
Comemos mayormente en silencio, solo el crujido del cereal llenando el aire. Termino el bol y como dos de sus barras de granola. Aún tengo hambre pero tengo vergüenza de pedirle más comida.
—¿Estás nerviosa por las pruebas? —pregunto mientras ella me tiende una botella de agua. Asiente, lo cual me toma por sorpresa—. ¿Por qué? Eres la mejor voladora en el equipo, Swan, de lejos. No hay forma de que no califiques en el Equipo A.
—Aún así, quiero que me vaya bien. Nadie tiene un lugar asegurado. —Se encoge de hombros, tomando un sorbo de su agua.
—¿Crees que ella nos emparejará? ¿O cambiaremos de pareja como ayer?
—No lo sé. Espero que nos empareje. —Sonríe dulcemente—. Me haces lucir bien.
—Es todo tú —digo antes que pueda contenerme—. Probablemente deba dejarte dormir. —Me bajo de su cama, ahogando un siseo cuando mis muslos se acalambran.
—Bueno. —Me sigue hasta que llegamos a su puerta—. ¿Trabajas mañana? U hoy, supongo.
—Sí... —Jalo de mi cuello, dándole algo que hacer a mis mano—. Pero tengo el lunes y el martes libre, así puedo concentrarme en las pruebas.
Ella sonríe, descansando su mejilla sobre la mano que sostiene la puerta. Ella me mira y un pequeño bostezo se escapa de sus labios.
—Eso es bueno.
Mis dedos ansían tocarla, abrazarla, apartar el cabello que cae alrededor de su rostro. Ella está cansada y se la ve cálida, y lo último que quiero es irme.
—Descansa un poco, Swan —digo suavemente, metiendo mis manos en mis bolsillos, por si acaso—. Lamento haberme quedado dormido en tu cama.
—No te preocupes —dice, con una media sonrisa antes de desaparecer detrás de su puerta.
Regreso a mi cuarto con una sensación inquieta en mi estómago, porque sí, el tema de nuestro casi beso ha sido abordado, y sí, ella parece estar bien con que seamos solo amigos, pero, mierda, deseaba tanto quedarme. Tenerla en mis brazos mientras se quedaba dormida. Dejarla descansar así como ella lo hizo conmigo temprano.
La verdad es que no importa lo que quiero, no debería. Evitar enamorarme de ella se está convirtiendo en una tarea imposible—una que parece completamente inalcanzable; una que va en contra de todo dentro de mí; una que sé, que con el tiempo, inevitablemente fracasará.
