Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Ronnie, te adoro!


Capítulo 13

No dejes caer a tu chica.

No dejes caer a tu chica.

No dejes caer a tu chica.

Mi único trabajo y fallé.

Mi cabeza no estaba en ello. Estaba cansado. Estaba preocupado por el tobillo de Bella. Preocupado por cómo estamos después de todo. No pude concentrarme.

—¿Estás bien? —Su voz proviene desde la puerta y levanto la mirada, sobresaltado. Me escondí el tiempo suficiente aquí en el vestuario para que todos se fueran después de las pruebas. Así no tendría que hacer esto. Así no tendría que verla. Así no tendría que hablar con nadie.

—Estoy bien. —Bajo la mirada a mis pies mientras las gotas de sudor caen de mi cabello al suelo.

La escucho acercarse hasta que sus pies aparecen en mi visión, frente al banco donde me siento. Es casi gracioso lo pequeñas que lucen sus zapatillas junto a las mías. Casi.

Ver sus zapatillas trae otras imágenes a mi cabeza. Cómo se encontraban juntas y encajaban en mi mano. Cómo sus gemelos se tensaban mientras ella se balanceaba sobre mi palma con su tobillo vendado. Cómo ella mantuvo su postura mientras mi brazo temblaba bajo ella. Cómo cayó cuando mi hombro cedió.

—Lo siento mucho —digo con dientes apretados, pasando el borde de mi camiseta por mi frente para secar un poco del sudor que gotea en mis ojos. Pero es inútil; mi camiseta está empapada.

—Oye, no te comas la cabeza por ello.

—Te dejé caer sobre tu puta cabeza. —Bufo, uniendo mis manos—. Sí, voy a comerme la cabeza por ello.

—Mi cabeza ni siquiera tocó el suelo. —Se ríe. Se ríe, carajo—. Solo la rodilla de Jake.

—Por favor, no me lo recuerdes. —No pude tomarla lo suficientemente pronto, solo logré alcanzar sus piernas, lo cual empeoró la caída.

—Eso no fue tu culpa. Fue Jake. Él debió haberme agarrado más rápido. —Cuando sus dedos rozan mis hombros, me tenso—. Hubiera sido peor si no me hubieras atrapado.

—Empeoré todo al intentar atraparte. —Resoplo y me siento derecho, lejos de sus dedos, y observo los casilleros detrás de ella. Quizás Jake comparta responsabilidad. Los dos tuvimos que hacer flexiones de brazos. Pero aún así, no debería haber dependido de Jake. Debería haberla atrapado. No debería haberla soltado en absoluto.

—Puedes mirarme, ¿sabes? —Su mano se estira hacia mi rostro, sus dedos casi rozando mi mentón antes de que yo me apartara.

No puedo. No confío en mí mismo en estos momentos.

—No quiero distraerme —le digo con honestidad. Usualmente es la única manera en la puedo hacer lo que hago.

—No estamos practicando elevaciones ahora mismo.

—Lo sé. —Suelto un largo suspiro, descanso mi cabeza contra los casilleros detrás de mí, cerrando los ojos.

—Lamento lo de antes —comienza, y finalmente la miro. Sus ojos están fijos en mí, dulces y comprensivos. Si ella estaba molesta por lo de Jessica antes, parece haberlo dejado atrás—. Exageré. Obviamente puedes hacer elevaciones con quien quieras. Está bien. Ni siquiera es que estabas practicando con Jessica. Solo... me molesté porque... porque... —Gruñe un poco, bajando la mirada.

—Porque dije que estaba demasiado cansado para practicar contigo pero entonces fui al gimnasio y practiqué elevaciones con ella.

Ella me sonríe cariñosamente, su rostro mostrando alivio.

—Sí, eso fue un poco feo.

—Lo siento. Estaba cansado. Y planeaba quedarme adentro. Debería haberme quedado en mi cuarto y haber descansado para hoy como sugirió la entrenadora. Pero entonces, te vi con Tyler y... —Dejé que el pensamiento muera allí, queriendo patearme a mí mismo por haberlo mencionado—. No pude dormir toda la noche pensando en que los dos estaban juntos.

—Eres un idiota —dice, y cuando la miro, ella sigue sonriendo—. ¿No dijiste que estaba bien que saliera con Tyler?

—Sí dije eso. —Aún así, puedo odiarlo.

—Y no quieres salir conmigo, ¿cierto?

—Swan...

—Le dijiste a Tyler que solo éramos amigos —dice, como si fuera gracioso.

—Por supuesto que te lo dijo. —Froto mis manos contra mi rostro, deseando que este día se acabe.

La escucho suspirar, y entonces sus dedos están apartando mi mano de mi rostro.

—No salí con Tyler —dice, y mi mirada vuela hacia la suya con sorpresa—. Estaba en el proceso de rechazarlo cuando nos viste. Entonces, te fui a buscar. Supuse que no habías ido al lago, así que revisé el gimnasio primero. Y allí te encontrabas, en el gimnasio, haciendo elevaciones, con Jessica Jodida Stanley.

—¿No saliste con Tyler? —Soy un idiota.

—Nop —dice con una risita.

—¿Dónde estuviste toda la noche? —No puedo creerlo, demonios.

—¡Me quedé en el gimnasio! Fuera de la vista y en las caminadoras en el segundo piso, viéndolos hacer elevaciones hasta que no podía sentir mis piernas. Hasta que ustedes se fueron. —Se sienta a mi lado en el banco mientras dejo caer la cabeza en mis manos, mis codos sobre mis rodillas. Ella estuvo allí en todo momento. Ella fue la que nos vio.

—Entonces, los dos somos idiotas —comenta—. Y debido a eso, estábamos cansados y molestos hoy. Dejamos que afectara nuestro desempeño. Y salí lastimada. Dos veces. No debería haber permitido que me afectara. No mientras entrenamos. Pero estaba distraída... y desconcentrada. Odio que afectara tus posibilidades en las pruebas también. Pero, que yo cayera también fue parcialmente mi culpa, así que no te preocupes por ello, por favor.

Me encuentro aturdido. Esta fina línea por la que estamos caminando, entre amigos y más, es cada vez más delgada. Tratar de ser profesional mientras entierras todo lo demás. Ser emparejado con ella es tanto una bendición como una maldición. Y lo que sucedió en las pruebas fue solo un vistazo. Podría haber sido mucho peor.

—Prométeme algo —dice en un susurro. Volteo hacia ella, con la cabeza aún en mi mano—. Te prometeré lo mismo a cambio —ofrece con una sonrisa.

Mis ojos están fijos en los suyos, expectantes, lo que sea que ella quiera que le prometa, probablemente lo haga.

—Prométeme que, sin importar lo que suceda entre nosotros, no permitiremos que afecte nuestras elevaciones. Cuando entrenamos, somos compañeros de equipo. Somos profesionales. Y nadie sale lastimado.

—De acuerdo —digo rápidamente, y esboza una media sonrisa, arqueando una ceja mientras me ofrece una mano—. Lo prometo.

Ella enlaza su meñique con el mío mientras su sonrisa se agranda.

—¿Promesa de meñiques?

—Promesa de meñiques. —Suelto una carcajada porque quedo indefenso cuando se trata de ella. El hecho de que ella no saliera con Tyler puede que ayude también. Al menos, mi pecho se siente un poco más ligero.

—De acuerdo, entonces... —Suelta mi mano y une las suyas sobre sus muslos—. Ahora que hemos calmado el aire y podemos hablar con honestidad, ¿quieres intentarlo de nuevo?

—¿Intentar qué de nuevo?

—Eh, ¿las elevaciones? ¿Para la segunda oportunidad en las pruebas de mañana?

—Estás loca. —Mi voz suena media ahogada con una risita.

—Estábamos tan cerca de lograr ese giro doble. Simplemente necesitamos trabajar en nuestra sincronización.

—No quiero que caigas de nuevo.

—No lo haré. No te metas en tu cabeza, Cullen. —Ella se levanta y se para frente a mí, llevando sus manos a sus caderas. Sigue vistiendo los pequeños shorts y el sostén deportivo de las pruebas—. Podemos hacerlo. Sé que podemos. No nos iremos hasta que lo logremos.

Ella quiere matarme. No creo que siquiera pueda levantar mi brazo.

—¿Estás lastimado? —Ella puede leerme como siempre lo hace.

—Estoy bien. Solo exhausto. —Estoy muy seguro que distendí mi dorsal al intentar atraparla. Mi hombro y mi cuello están arruinados también. Todo en mi costado derecho está tenso y acalambrado.

—Levanta tu brazo —ordena. Ni una pizca de humor en su tono.

Mantengo su mirada y levanto mi brazo izquierdo sobre mi cabeza sin hacer una mueca de dolor.

Ella pone los ojos en blanco. Estoy jodidamente pillado.

—Tu brazo derecho.

Mierda.

Ni siquiera lo intento.

—No puedo, Swan —admito entre dientes, exhalando bruscamente.

—¿Lo elongaste?

Dejo caer la cabeza hacia atrás, contra los casilleros, sacudiéndola ligeramente en respuesta a su pregunta.

—De acuerdo, tienes que soltar esta actitud de siento-lástima-por-mi-mismo. No ayudará a tus probabilidades de calificar para competir.

—Ambos sabemos que no voy a calificar. —Mis ojos se encuentran con los suyos y el fuego en ellos me quema.

—No. No sabemos eso. —Sus abdominales se contraen alrededor de su ombligo mientras habla. Ella es una jodida distracción—. Además, tendrás otra oportunidad mañana.

—No puedo mover mi brazo. —Envuelvo mi mano sobre mi hombro derecho para hacer énfasis.

—Puede que solo esté tenso... contracturado. Un masaje podría ayudar. Vamos.

Suspiro al darme cuenta que ella no lo dejará pasar.

—Voy a tocarte, ¿de acuerdo? No te alteres. —Se ubica entre mis piernas y sus labios se estiran en esa hermosa sonrisa que tiene. Aparto la mirada, respirando profundo, esperando que su tacto no vaya directo a mi polla.

Con los ojos fijos en los casilleros detrás de ella, siento sus dedos en mi hombro mientras su otra mano sostiene mi codo. Ella levanta mi brazo doblado sobre mi cabeza e intento contener la mueca de dolor al mínimo.

—Respira —dice, como si eso fuera así de fácil—. ¿Puedes sostenerlo allí?

Reemplazo su mano con la mía y sostengo mi codo sobre mi cabeza, estirando mi espalda, alcanzando el lugar entre mis escápulas con mis dedos.

Cuando ella presiona sus dedos bajo mi hombro, suelto un gemido. Fuerte.

—Estás muy contracturado. —La siento respirar sobre mi piel mientras se acerca aún más.

—No me digas —suelto entre dientes.

Ella frota dolorosamente sus dedos sobre mis músculos, ablandando los nudos hasta que la tensión disminuye. Soy capaz de levantar mi codo y estirarme aún más en mi espalda. El alivio es inmediato. Puede que no haya distendido mi dorsal después de todo.

Simplemente estaba muy, muy tenso.

Como yo.

Inhalo profundamente varias veces y lo contengo, sintiendo mis músculos relajarse mientras ignoro el aroma de su cabello. De su piel. De esa loción de manteca de karité que usa y que odio. No por cómo huele. No. Huele jodidamente bien. Sino por lo que me provoca, lo que me hace querer hacerle.

—¿Ayuda? —Se detiene y levanta el rostro para mirarme.

—Por favor, no te detengas —ruego con un susurro, cerrando los ojos.

Ella ríe suavemente, soltando un pequeño suspiro, se ubica detrás del banco, y entonces continúa masajeando mi costado derecho, ahora usando ambas manos.

—Mierda, eso se siente bien —digo entre dientes, gimiendo fuerte mientras ella me desarma por completo. Ella alivia incansablemente la tensión en mi espalda, en mi costado, en mi hombro y mi cuello, dejándome completamente relajado.

—¿Mejor? —pregunta, apartando sus manos de mí.

Cuando abro los ojos, me siento como alguien nuevo. Ella ha tomado el lugar a mi lado en el banco, una pierna a cada lado, frente a mí.

—Sí, de hecho... Gracias. —Me alejo de ella un poco y ella suspira, bajando la mirada. Estoy contento de que lo haga porque, en serio, todo lo que quiero hacer es besarla.

Giro mi hombro varias veces, con mi mano sosteniéndolo. Sigue estando un poco adolorido, pero nada como antes. Me levanto del banco, fingiendo tomar mis cosas para darle algo que hacer a mis manos.

—Entonces... ¿tienes varios lanzamientos más en ti? —Se para después de mí.

Giro hacia ella con incredulidad, deteniéndome frente a ella, cerniéndome sobre ella.

—¿Realmente intentas matarme?

—Preferiría que sobrevivieras... —Se encoge de hombros con una media sonrisa, levantando la mirada hacia mí—. Pero no calificarás si no podemos completar esos giros dobles mañana.

Le echo un vistazo a las puertas que llevan hacia el gimnasio, considerándolo. Estoy exhausto y adolorido, pero mi hombro se siente mucho mejor. Y más que nada estoy frustrado. Quiero... ¿redención? Sé que puedo lograr las elevaciones si simplemente consigo... concentrarme.

La verdad es que el dolor que siento ahora mismo es temporal. Fácilmente olvidado. Pero el dolor de fracasar. De la decepción. De no quedar en el equipo. Ese me atormentará por un largo tiempo.

Si una repetición más es todo lo que se necesita para arreglar nuestra sincronización. Para quitar nuestros sentimientos de la ecuación. Para concentrarnos en las elevaciones y solo en las elevaciones.

Estoy listo. Estoy concentrado. Estoy determinado a calificar mañana.

—No tenemos alguien que nos vigile —digo y ella sonríe, sabiendo que ha tenido éxito—. ¿Tu tobillo está bien?

—Mi tobillo está bien —dice con seguridad mientras se da la vuelta y camina de vuelta al gimnasio—. Además, no me dejarás caer.

La sigo fielmente por detrás, sabiendo que tiene razón.