Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Ronnie, te adoro!
Capítulo 16
Nos encontramos esparcidos por el tatami, esperando los resultados de las pruebas. La entrenadora Hale y Jasper se retiraron hacia la oficina del fondo y han estado escondidos allí durante más o menos los últimos veinte minutos. Me encuentro acostado boca arriba, observando las vigas de metal en el techo, mientras Bella se sienta a mi lado, charlando con Emmett y Vicky.
Con el repiqueteo de las botas de la entrenadora contra el piso de madera, todos se ponen de pie para juntarse en el tatami. Respiro profundamente en preparación, sintiendo los nervios apoderándose de mí. En teoría, he hecho lo suficiente para calificar. Logré ejecutar todos mis pases de gimnasia temprano. Si quedo en el Equipo A, trabajaré duro para seguir allí. Si no lo hago, trabajaré duro para estar listo si, o cuando, se abre un lugar.
Bella se acerca a mí, y cuando sus dedos rozan los míos, tomo su mano, soltando un suspiro de alivio cuando nuestros dedos se enlazan.
Todos menos las cinco parejas de elevaciones son anunciados primero—los bailarines, los gimnastas, y los que vigilan las elevaciones, quienes tienen roles diferentes, mayormente siendo parte de los bailes coreografiados en nuestra rutina.
Como yo no bailo, no esperaba ser llamado con los gimnastas. Espero estar con los de elevaciones, quienes son llamados en último lugar. Emmett y Vicky califican, así como Jacob y Leah, James y Jane, y Felix y Kate.
Hay un evidente sollozo detrás de mí, y cuando miro por arriba de mi hombro, puedo ver a Jessica cubriéndose el rostro. Con solo un lugar disponible para voladora, y como Bella no ha sido llamada aún, probablemente se está dando cuenta que ella no calificó.
Mi estómago está hecho un nudo. Me siento responsable. Mis pruebas con ella ayer fueron horribles, probablemente no ayudó a sus posibilidades. Y su segunda prueba de hoy con Mike Newton, otro base novato, no fue tan buena. Tampoco creo que él califique.
Me siento mal —en serio— y quiero hablar con ella, para disculparme, pero el sentimiento es interrumpido con las siguientes palabras que salen de la boca de la entrenadora.
—Y, Edward y Bella.
El tiempo se detiene por un segundo.
No puedo creerlo.
Entonces, siento todo al mismo tiempo.
Bella suelta mi mano, saltando sobre mí con sus brazos alrededor de mi cuello, mientras aplausos —y chillidos— nos rodean.
—Estoy tan orgullosa de ti —chilla Bella mientras la levanto hacia mí, rodeando mis brazos alrededor de su cintura.
—Es todo por ti —le susurro al oído, abrazándola fuerte—. Muchas gracias. —La suelto a regañadientes, soltando un suspiro brusco, con mi corazón casi saliéndose del pecho.
—Ahora no puedes deshacerte de mí —bromea con una suave risita, su mano dejando un camino ardiente desde mi cuello a mi pecho.
—Creo que sobreviviré. —Probablemente no lo haga.
—Ya lo veremos —contesta, dejando caer su mano y guiñándome un maldito ojo. Mi respuesta muere en mi garganta cuando la entrenadora se para entre nosotros, una mano en mi hombro y la otra en el de Bella.
—Bien hecho, chicos —dice la entrenadora mientras le da un apretón a mi hombro—. No puedo esperar a ver lo que ustedes dos pueden lograr antes de Daytona.
Daytona.
El Campeonato Nacional de Animación.
Mi primera vez compitiendo profesionalmente, con Bella Swan a mi lado.
Si alguien me hubiera dicho que eso era una posibilidad para mí al comienzo del año, me habría reído en su cara.
De repente siento que las paredes del gimnasio se cierran a mi alrededor, y no puedo respirar el aire suficiente; mi pecho se siente contraído y mi corazón comienza a acelerarse. Intento respirar profundo, pasando una mano por mi pecho, mientras pierdo el rastro de la conversación que continúa entre Bella y la entrenadora Hale.
Necesito agua, un poco de aire, o algo.
Bella me mira con preocupación, pero le sonrío suavemente mientras tomo mi botella de agua y me disculpo con un asentimiento.
Camino hacia el pasillo del fondo, oscuro con la luz tintineante del foco defectuoso. Apoyo la espalda contra la pared, cierro los ojos, e intento recuperar el aliento. Respirar es todo lo que hago por los siguientes segundos, hasta que finalmente logro calmarme un poco.
Entonces percibo los suaves sollozos que provienen del final del pasillo.
Jessica se encuentra en el suelo, sentada junto a la puerta de la oficina de la entrenadora, bajo la cartelera de novedades, con sus piernas dobladas frente a ella y su cabeza apoyada sobre sus rodillas.
Camino lentamente hacia ella, y debe escucharme porque levanta la cabeza y se pasa las manos por debajo de sus ojos.
—Lo siento... —Me siento a su lado con bufido.
—Vamos, sabes que no fue tu culpa. —Su tono es triste mientras se sorbe la nariz con su camiseta, secándose las lágrimas con las manos.
—Si hubiera sido mejor ayer... —Comienzo, pero ella me interrumpe levantando una mano.
—Aún así no hubiera calificado. —Sacude la cabeza, apartando la mirada—. Pero hoy estuviste increíble. Felicitaciones.
—Gracias. —Quiero decirle que todo es gracias a Bella, pero no sé si eso haría sentir peor a Jessica—. Sabes que todo puede pasar, ¿cierto? —digo, en cambio—. Sigues siendo parte del equipo, y siempre hay una posibilidad de que la entrenadora te llame para competir en Daytona. Solo necesitas estar lista.
Jessica no dice nada y entonces me queda mirando, sus ojos azules brillando con los restos de sus lágrimas.
—Es verdad. —Es lo que me sigo diciendo, solo por si acaso—. Aún podrías calificar.
Ella esboza una media sonrisa, y abre la boca como si fuera a decir algo más, pero su rostro rápidamente se transforma cuando frunce el ceño y su mirada viaja detrás de mí.
—Gracias —dice suavemente, levantándose del suelo, limpiándose las manos con sus shorts, y apresurándose a cruzar el pasillo hacia los vestuarios.
Miro por encima de mi hombro y veo a Bella saliendo del gimnasio, por lo que me pongo de pie con un gemido. La adrenalina por las pruebas ha desaparecido, y comienzo a realmente sentir el dolor de los últimos días, de los últimos meses.
—¿Ella está bien? —pregunta Bella, parándose frente a mí, su mirada en las puertas por las que Jessica acaba de desaparecer, una expresión de genuina preocupación en su rostro.
—¿Quizás? No lo sé en realidad. —Jalo de la parte trasera de mi cuello, estirando mi hombro.
—¿Qué fue todo eso? —Su tono no es crítico, solo curioso, mientras sus ojos inspeccionan mi rostro.
—Me siento mal —intento explicar—. Culpable. Arruiné sus posibilidades ayer, y ahora no quedó en el equipo.
—¿Oh? —Bella me mira, confundida—. Me refería a que saliste corriendo del gimnasio.
—Oh... —Es mi turno de decirlo—. Necesitaba un poco de aire. Aún no puedo creer que califiqué para competir.
—Será mejor que lo creas. —Señala la cartelera de novedades junto a la puerta de la entrenadora. Con los colores de nuestra universidad, se encuentran los resultados de las pruebas. Jasper debió haberlos publicado aquí antes que la entrenadora hiciera el anuncio.
—Diablos... —Me froto el rostro, algo entre un suspiro y una risita escapándose de mi boca.
Mi nombre, impreso y en negrita, bajo el Equipo A.
Quedé.
Mierda, lo logré.
—¿Estás bien? —Bella se acerca más, y pierdo la batalla contra la atracción que ella provoca en mí.
—Sí —digo, cautivado, mis labios estirándose en una sonrisa que es toda para ella. Mi mano busca su brazo, mis dedos rozan su piel hasta llegar a su muñeca.
—Jamás te he visto sonreír tan grande —dice con una pequeña risita.
—Estoy tan jodidamente feliz. —Mi voz sale en un susurro. Mi cuerpo actúa por su cuenta, acercándose a ella. Sé que debería detener esto, debería apartarme, estamos aquí, expuestos, con todo nuestro equipo del otro lado de la puerta, pero no puedo encontrar la voluntad para hacerlo.
—Te lo mereces —responde también con un susurro, acercándose a mí lentamente también. Su frente está casi tocando mi mentón, y cuando ella levanta la mirada, su nariz roza mi mandíbula en el proceso—. Has trabajado duro por esto.
—Swan... —Mi respiración sale por la nariz ruidosamente mientras mis dedos rodean su muñeca, tratando en vano permanecer quieto.
—¿Sí? —Bella cierra los ojos, sus labios a milímetros de los míos.
—Ya no creo que pueda luchar contra esto.
—No lo hagas, entonces. —Su respiración roza mis labios cuando habla, y destroza mi resolución ya débil.
Mis labios se presionan contra los suyos, suaves al principio, hasta que ella finalmente se lanza hacia mí con su mano alrededor de mi cuello. Gimo contra ella. Ella hace lo mismo. Sus labios son dulces, suaves, mejor de lo que jamás podría haber soñado.
Se aparta con un pequeño gemido, y necesito de todas mis fuerzas para no jalarla hacia mí de nuevo, pero estoy dolorosamente consciente de dónde nos encontramos, y quién podría salir al pasillo en cualquier segundo. Así que me contengo y me separo de ella. Cuando lo hago, ella me sonríe dichosamente, tambaleándose un poco hacia atrás, con sus mejillas sonrojadas y mi corazón en sus manos.
—Quiero que tengamos una cita —digo rápidamente, llevando su cabello por detrás de sus orejas.
—¿Qué? —Suena confundida, sus ojos aún un poco confundidos.
—Quiero que tengamos una cita. —Siento un cosquilleo por todo el cuerpo por nuestro beso, y no puedo esperar a besarla de nuevo.
—Oh...
—Si quieres —digo, sintiéndome inseguro.
—Me encantaría. —Su sonrisa es tan hermosa, sus pecas resaltan sobre su sonrojo.
—Okey... —Respiro con alivio—. Okey.
—¿Adónde iríamos?
—No tengo ni jodida idea. —Me río, dejando caer mi frente sobre la suya. Estoy en quiebra después de haberme registrado para las clases y haber comprado algunos de los libros requeridos. El pago por el alojamiento para el semestre de otoño debe hacerse pronto, y no he hablado con mi mamá de eso aún.
—A algún lugar tranquilo —sugiere Bella, sin darme tiempo para pensar de más.
—Sí.
—Donde podamos estar solos. —Presiona un dedo contra mi pecho, deslizándolo por mi torso.
—Mierda, sí. —Restaurantes no. Ni cines. Solo ella y yo. Conozco el lugar.
—¿Cuándo? —pregunta, mirándome con una sonrisa.
—Hoy. —No me importa si sueno desesperado—. Más tarde. —Necesito ducharme. Soy un desastre sudado.
—De acuerdo —dice, riendo suavemente y dando un paso atrás. Mira por encima de su hombro mientras se aleja de mí, dirigiéndose hacia el gimnasio—. Es una cita.
—Es una cita. —Exhalo, incapaz de contener mi sonrisa al verla retirarse, sabiendo en este momento que todo ha cambiado. Ya no seré capaz de no besarla. Mientras ella me quiera, va a suceder una y otra, y otra vez.
Lo haremos funcionar. No permitiremos que afecte nuestro desempeño. Nada se interpondrá entre nosotros.
