Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Ronnie, te adoro!


Capítulo 25

El final del semestre es brutal. Una vez que acaban las clases, la entrenadora duplica las prácticas durante la semana de estudio, y para el término de la semana de finales, siento que me arrastré hacia la meta, apenas logrando cruzarla. Ya ansío ir a casa. Tener tiempo libre. Ver a mi mamá.

Pero lo que más ansío es pasar el fin de semana con Bella antes de que nos marchemos a casa. Estaremos separados por dos semanas después, y definitivamente no estoy ansiando eso.

Fue mi sugerencia, que hagamos algo juntos. El resultado: un viaje de fin de semana en las Aguas Termales Diamond en la montaña Forks. Hay un hospedaje con estilo de cabañas en la base de la montaña, alrededor de dos horas al sur de Ogden, y solo a una hora de Salt Lake City, donde Bella y Vicky tomarán un vuelo a Florida el domingo.

Las chicas planificaron todo, y dividimos los gastos en cuatro. Había ahorrado un dinero extra de mis clases privadas con Sammy, e incluso tenía un poco más para comprarle un regalo de Navidad a mi mamá.

Llegamos a la montaña Forks el viernes por la noche y nos registramos en el hospedaje principal. Dos noches. Dos cuartos. Una cama en cada uno.

—¿Supongo que los veremos mañana para desayunar? —Emmett menea sus cejas mientras me tiende un juego de llaves y entonces rodea con un brazo los hombros de Vicky, quien nos mira con una sonrisa diabólica en su rostro.

—¿Estás de acuerdo con este arreglo? —le pregunto a Bella mientras Emmett y Vicky se retiran de la recepción y caminan hacia el sendero que lleva al motel. No habíamos discutido que compartiríamos un cuarto, tampoco quería asumir. Sabía que esa era la intención de Emmett en todo momento, y probablemente la de Vicky también, pero quería dejar que dependa de Bella.

—Por supuesto. —Enlaza su brazo con el mío, sonriéndome cariñosamente. Solo puedo encontrar entusiasmo en sus ojos, y comienzo a pensar que quizás ella también sabía de la disposición desde el primer momento.

—De acuerdo, vamos. —Tomo nuestros bolsos y nos dirigimos a los cuartos sin otra palabra.

Dentro del cuarto, hay una cama doble con una mesa de noche a cada lado. Un sillón. Un vestidor con un televisor encima. Un baño en el fondo. Es bastante bonito. Limpio. Dejo caer nuestros bolsos en el sillón con un bufido mientras Bella regresa de examinar el baño.

—¿Te gusta el baño? —pregunto incómodamente, jalando de la parte trasera de mi cuello. Sé que me encuentro en mi cabeza. Pensando de más. Pero es un cuarto. Y una cama. Para que durmamos los dos.

Hemos compartido una cama antes, por supuesto. Muchas veces. Pero esto es diferente. No hay compañeros de cuarto a la vista. Hay una cerradura en la puerta para la que ni Em o Vicky tienen llaves.

Toda la noche para nosotros solos. En esa cama.

Trago fuerte.

Hemos estado juntos por cuatro meses, y hemos hecho cosas, obviamente. Algunas cosas. No todas las cosas. Por lo que esto sería un gran paso en nuestra relación.

Ella debe sentir mis nervios porque se para de puntitas de pie, sus manos sosteniendo mi rostro, llevando mis labios a los suyos y trayéndome de regreso al presente.

—Es perfecto —dice contra mis labios—. ¿Qué quieres hacer?

Sonrío, soltando un suspiro y dejando caer mi frente sobre la suya.

—Lo que sea que quieras hacer.

—Parece que necesitas una siesta —dice en tono de broma.

—Estoy bien… —Envuelvo mi brazo alrededor de su cintura, jalándola hacia mí. Quiero decir, estoy exhausto, pero una siesta probablemente sea lo último en mi mente. Trabajé esta mañana y luego tuvimos práctica doble para dar por terminado el semestre. Honestamente no sé cómo ella no está cansada—. Pero estoy dispuesto a cualquier cosa.

—Hay una bañera allí.

—¿Quieres darte un baño?

—Pensaba mejor algo como un masaje. —Baja su tono a un susurro mientras sus dedos se deslizan por mis brazos—. Para ti, en la bañera.

—Oh…

Ella toma mi mano, adentrándome en el cuarto. Entrecierro los ojos bajo las fuertes luces del baño cuando ella las enciende, y entonces suelta mi mano y se inclina sobre la bañera para abrir el agua.

Su sonrisa es grande cuando voltea hacia mí, quitándose el suéter, lo cual la deja en una camiseta negra sin mangas sobre sus leggings.

Noto de inmediato que no hay ninguna otra prenda bajo esa camiseta. Trago cuando se quita los leggings, y entonces se para frente a mí.

Camiseta negra, ropa interior negra, piel cremosa por todas partes.

El agua salpica contra la porcelana de la bañera, y el vapor comienza a llenar el cuarto. Sus dedos se estiran hacia el borde de mi camiseta, levantándola por mi pecho, y entonces la ayudo con el resto, evitando levantar mi brazo derecho demasiado, esperando que pase desapercibido.

—¿Tu hombro está bien? —Por supuesto que ella lo nota de inmediato.

—Solo un poco tenso.

—Esta semana estuvo muy intensa. —Da un paso más cerca de mí, pasando sus dedos por mis hombros y bajando por mi pecho. Entonces camina a mi alrededor, deteniéndose detrás de mí, y plantando besos por mi espalda, y bajo mi hombro.

Coincido con un bufido mientras cierro los ojos, todas mis sensaciones en hiperactividad.

Ella se ubica frente a mí de nuevo, y sus dedos se deslizan hasta encontrarse con el borde de mi pantalón de chándal. Enlaza un dedo en cada costado antes de bajarlos, mirándome cuando abro los ojos.

Me quito los pantalones, decidiendo quedarme con el bóxer puesto, hasta tener una mejor comprensión de lo que ella quiere hacer, lo que está dispuesta a hacer.

Sale del baño entonces, regresando un segundo más tarde con el teléfono en mano. Coloca música en este y comienza a bailar mientras revisa las pequeñas botellas que están sobre el lavabo. Mi mirada se desvía a pesar de todos mis esfuerzos, y termino observando completamente la piel que se asoma de su culotte.

Después de hacer su elección, baila hacia la bañera, vertiendo el contenido de la pequeña botella en esta.

—¿Te metes? —pregunta mientras se forma la espuma y ella cierra el agua.

Pruebo la temperatura con los dedos de mi pie y entonces lo quito.

—¡Mierda, está caliente!

—Vamos, no está tan mal… —Se ríe, poniendo los ojos en blanco mientras mete una mano—. Te acostumbrarás a ella.

—¿Planeas pelarme la piel o qué?

—No… —Ella se acerca a mí y presiona un dedo en mi pecho—. Como dije, quiero darte un masaje.

Contengo un siseo mientras entro rápida, pero reaciamente, con varias palabrotas escapándose de mis labios, haciéndole carcajearse.

Cuando ella se sienta en el borde de la bañera detrás de mí, y sus manos comienzan a frotar mis hombros como prometido, suelto un suspiro de alivio. Puede que tenga quemaduras de segundo grado por el agua, pero la manera en que sus dedos se sienten sobre mis músculos hace que todo valga la pena.

Los minutos pasan y me hundo aún más en el agua, la carga de los últimos meses pesando sobre mí. Los dedos de Bella son gentiles pero resueltos mientras trabajan en mis hombros, espalda, y cuello, sanándome y haciéndome sentir como nuevo.

—Mierda, eso se siente tan bien. —Descanso la cabeza sobre su muslo, mirándola. Encuentro sus ojos fijos en mí, sus mejillas sonrojadas por el vapor. Me pierdo en las profundidades de sus ojos por un segundo o dos, con mi corazón latiendo rápidamente en mi pecho.

Ella frota mi mandíbula con una mano mientras la otra quita mechas de cabello que se pegan a mi frente, con una combinación de sudor o agua, no estoy seguro.

Aún me siento como si estuviera hirviendo. Siento muchas cosas.

—Swan, me estoy enamorando tan profundamente. Estoy-Estoy enamorado de ti. —Las palabras simplemente se escapan de mi boca sin permiso—. Yo… Mierda… —Me siento, girando hacia ella. Sé que no es demasiado pronto. Las palabras han estado ardiendo dentro de mí por meses. Solo espero, más que nada, que ella sienta lo mismo. Sus ojos se agrandan ligeramente, pero no hay temor en ellos, solo euforia.

Su rostro se ilumina con una sonrisa grande, y me arquea una ceja.

—¿Solo lo dices para tener otro masaje? —Está bromeando, esto lo sé; el brillo en sus ojos la delata, pero finjo asombro de todos modos, y entonces sujeto el dorso de su pierna y la traigo hacia mí mientras ella chilla, salpicando agua por todas partes.

—Lo dije en serio. —La sujeto sobre mis muslos, mis manos en su cintura, mientras ella ríe, apartando burbujas de su rostro. Cuando ella se tranquiliza, levanta sus manos, frotando mi mandíbula con sus dedos.

—Lo sé —dice, tan suavemente, acercándose a mí—. También me estoy enamorando. Ya lo estoy, de hecho. —Se ríe juguetonamente, tocando mi nariz con la suya—. Sí. Estoy enamorada de ti también.

Nos estamos enamorando juntos. Ya estamos ahí. También nos estamos besando, apresurada y desesperadamente, mojados y cubiertos de espuma.

Ella se sienta a horcajadas en mi regazo y me empuja hasta que mi cabeza toca el mosaico detrás de mí.

—Ay… —digo mientras ella suelta risitas y se disculpa contra mi boca.

Empuña mi cabello al mismo tiempo que mis manos sujetan sus caderas, mis dedos hundiéndose en su piel, amando y odiando la presión que se endurece entre mis piernas mientras ella se refriega contra mí. Sus manos se mueven hacia mi bóxer entonces, y cuando sus dedos me rodean, gimo en su boca.

Puede que me convierta en un fanático de las bañeras después de esto.

—Swan, por favor… —jadeo y le ruego por piedad, rodeando una mano sobre la suya. Sus caricias son profundas y firmes, y me está matando lentamente, no sobreviviré.

Me suelta con una sonrisa, y entonces se quita la camiseta. Sus pechos, pequeños y perfectos, están a milímetros de mi rostro. Los quiero en mi boca.

Retomando su tortuoso ritmo, Bella me acerca al borde, mientras alterno manos y labios, adorando sus pechos, su cuello, su mandíbula, los lugares detrás de sus orejas. Cuando deslizo una mano por debajo de su ropa interior, ella gime contra mí oído. Sus sonidos. Su piel. Sus manos en mí. Su cuerpo casi desnudo con el mío. Es demasiado.

—Swan… —Sé que probablemente no esté ni cerca de venirse aún, pero no puedo contenerme más si sigue tocándome así—. Por favor… Estoy tan cerca… —Envuelvo mi mano sobre la suya de nuevo, deteniendo sus movimientos, e intento respirar.

—Está bien —me susurra al oído, intensificando su agarre en mí—. Yo iré después. —Cuando continúa sus movimientos, estoy perdido.

—Demonios… —Dejo caer mi cabeza hacia atrás en la bañera cuando me corro en el agua, y Bella frota su rostro contra el mío, dejando besos a lo largo de mi mandíbula mientras yo recupero el aliento—. Cielos, lo siento.

—¿De qué te lamentas? —me pregunta al oído.

—Te toqué por tres segundos. —Deslizo una mano por su brazo, avergonzado.

—Fue mucho más que eso. —Se ríe suavemente. La piel de sus brazos se pone de gallina y me doy cuenta que está temblando.

—¿Estás bien? —Levanto la cabeza, mirándola. Sus ojos están cerrados, su cabeza descansando sobre mi pecho, una sonrisa dulce en el rostro, pero definitivamente está temblando.

—El agua se ha enfriado —dice, asintiendo.

Sigo ardiendo por completo así que realmente no puedo sentir si el agua está fría o no.

—De acuerdo, enjuaguémonos. —Busco el tapón del agua y levanto a Bella conmigo, dejándola en el suelo gentilmente y cerrando la cortina antes de abrir la ducha. El agua caliente cae sobre nosotros mientras abrazo a Bella contra mi pecho, pasando una mano por su cabello y enjuagando el jabón, y todo lo demás.

Cierro el agua y salgo de la bañera, estirándome hacia las toallas que se encuentran en el estante de metal junto a esta. Envuelvo una alrededor de los hombros de Bella y coloco otra en el suelo, tomando la última para mí mismo.

—Vamos… —Extiendo una mano hacia ella y la ayudo a salir—. Es tu turno ahora.

Envueltos en toallas pero aún empapados, nos tambaleamos hacia el cuarto. La subo en la cama, sobre las mantas, mis labios jamás abandonan los suyos.

Bella se retuerce debajo de mí mientras cumplo con mis palabras, mi mano inmersa en su ropa interior, un dedo dentro de ella, luego dos, mientras mis labios se encuentran en su cuello.

—Quiero probarte, jodidamente tanto… —le susurro al oído mientras ella gime—. Pero vas a tener que decirme que quieres eso.

Dejo un camino de besos, sobre sus pechos y por su vientre. Ella jadea suavemente cuando tiro ligeramente de sus bragas, bajo sus caderas y beso la piel más suave que mis labios han tocado. Beso sus muslos también, alternando entre piernas, y ella gime debajo de mí. Doy vueltas, subiendo hasta su ombligo, y bajando de nuevo, por todas partes menos allí. No hasta que ella me lo pida.

—Por favor —ruega suavemente, y sonrío, mirándola. Y gracias a Dios porque estaba a punto de rogarle yo mismo. Sus ojos están cerrados, y está aferrando una almohada con una mano mientras la otra sujeta firmemente las sábanas.

—Dime lo que quieres —susurro, jalando la tela un poco más abajo y plantando besos por su ombligo. Ella no me lo dice, no con palabras al menos, pero sus manos sujetan mi cabello, empujándome hacia abajo, dándome el permiso que desesperadamente busco.