Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Ronnie, te adoro!


Capítulo 26

—¿Cullen? —El tono de Bella es suave, casi un susurro, mientras sus dedos trazan mi cabello, aún húmedo de nuestro baño espontáneo.

—¿Hmm? —Estoy desparramado sobre ella, aún envuelto con una toalla bajo las mantas, mi oreja presionada sobre su pecho, donde he estado escuchando su corazón tranquilizarse en los últimos minutos.

—Quiero ir más allá —dice.

Creo que mi corazón se detiene por un segundo, antes de reiniciar aceleradamente. Inmediatamente estoy duro de nuevo.

—Estoy lista —continúa—. Te deseo. Quiero que seas tú. Confío en ti… mucho. Te amo.

Presiono una mano en el colchón, levantándome de ella. Sus ojos se encuentran con los míos, amplios, llenos de confianza, llenos de amor.

—¿Estás segura? —digo con voz ronca, aclarándome la garganta después.

Ella asiente enfáticamente, mordiéndose los labios. Me dejo caer sobre ella, presionando mis labios contra los suyos, mientras mi mano se desliza por su hombro y baja por su brazo.

—¿Quieres hacerlo? —pregunta nerviosamente, y me hace sonreír.

—¿Bromeas? —Me río, tomando su mano en la mía y llevándola hacia mi entrepierna, así puede sentir lo mucho que quiero—. ¿Qué piensas?

Su respuesta es un beso, mientras me toca sobre mi bóxer. Mi mano se desliza hacia su vientre, y entre sus piernas, donde la encuentro ya húmeda por tener mi boca en ella antes.

—Si duele, o cambias de parecer —intento asegurarle, mientras mis pensamientos siguen coherentes—. Solo dime, ¿de acuerdo?

—No cambiaré de parecer —dice con el susurro más suave, su mano entrando en mi bóxer—. Te quiero.

Un gruñido se escapa de mis labios mientras presiono un beso en su cuello, antes de salir de la cama rápidamente para encontrar mi bolso y el paquete de condones que tengo allí.

Ella no es sutil mientras su mirada me estudia por completo, y el sonrojo que se extiende por sus mejillas casi me hace tropezar sobre mis propios pies, desesperado por volver a ella. Se ríe al mismo tiempo que me arrodillo sobre la cama, con un condón en la mano.

—No esperaba nada —explico rápidamente, esperando que ella me crea—. Pero quería estar preparado… por si acaso.

—¿Puedo hacerlo? —Se sienta en la cama, el edredón blanco de hotel cayendo a sus muslos. Sus pechos están expuestos, naturales, libres. Su rostro se enrojece furiosamente mientras estira su mano hacia mí.

Sus palabras me toman por sorpresa, y mi propia voz se quiebra.

—¿Hacer qué?

—¿Colocar eso… —Señala mi mano, antes de mirarme— en ti?

Cielos.

—¿Sí?

Ella asiente y se arrodilla frente a mí, tomando el paquete y abriéndolo desde una punta. Me bajo el bóxer y exhalo por la nariz, entonces miro como sus pequeñas manos me rodean y lentamente me colocan el condón.

Cuando levanta la mirada hacia mí, sus ojos están cargados, sus mejillas aún ardiendo, su cabello pegado a su cuello.

—Dices la palabra, y me detengo —le prometo, sosteniendo su rostro.

—De acuerdo —dice suavemente, volviéndose a acostar debajo de mí, sus ojos jamás abandonando los míos.

Mis dedos se encuentran con húmedad, guiándome donde he estado queriendo estar por mucho tiempo.

Tan gentilmente como puedo, presiono dentro de ella poco a poco mientras envuelve sus manos alrededor de mi cuello.

Ella jadea. Yo también. Sus uñas se hunden en mis hombros.

—¿Estás bien? —pregunto entre dientes apretados, obligándome a detenerme, la estrechez tragándome. No creo que siquiera esté a medio camino dentro de ella. Sus ojos están cerrados fuertemente—. ¿Te estoy lastimando?

—Solo un poco —dice con un tono serio.

Dejo caer mi frente sobre la suya, exhalando, inseguro de qué hacer.

—¿Quieres que me detenga?

—No, no te detengas. —Niega con la cabeza, rodeándome con sus piernas, sus talones presionando mi trasero, mientras sus dedos jalan de mi cabello.

Me muevo tan lentamente como puedo, observando su reacción, hasta que nuestras caderas están en contacto y ambos jadeamos.

Ella lleva mis labios hacia los suyos, sellando nuestro momento con un beso.

—¿Estás bien? —pregunto de nuevo.

Ella asiente, sus ojos cerrados, jalándome más cerca.

Me está apretando —por completo— mientras comienzo a moverme, dolorosamente lento, dentro y fuera de ella.

Es la tortura más deliciosa, y jamás quiero detenerme.

Ella jala de mi cuello, suelta mi nombre, ni siquiera sé qué decir.

Sus jadeos se transforman en gemidos mientras incremento el ritmo, deslizando una mano entre nuestros cuerpos así también puedo tocarla, porque estoy injustamente cerca ya, y quiero que al menos sea bueno para ella.

Me contengo tanto como puedo, hasta que se contrae a mi alrededor, hasta que toma una almohada para cubrir su rostro.

Le quito la almohada del rostro y la beso, incapaz de contenerme más y permitiéndome finalmente soltarlo. Colapso sobre ella, respirando con dificultad, y entonces quito mi peso de ella.

Aún estoy teniendo problemas para respirar, mirando el techo, cuando ella se ríe.

Se acerca más a mí, un brazo sobre mi pecho, y su rostro aparece en mi campo visual, una sonrisa deslumbrante y grande en este. Ella desliza sus dedos por mi hombro y cuello, haciendo que mis ojos se cierren.

—¿Fue bueno para ti? —pregunta con un susurro.

—No tienes idea. —Me río, mi pecho sintiéndose ligero. Siento que estoy flotando.

—Ahora que sé de qué va todo el rollo —Planta besos a lo largo de mi mandíbula, jalando mi rostro hacia el suyo—, voy a querer hacer eso de nuevo.

Me río contra sus labios, rodeando un brazo a su alrededor.

—Vas a tener que darme un minuto o dos.

~F~

—¡Oh, por Dios!

Despierto con un sobresalto ante el sonido de la voz de Bella y bajo de un salto de la cama, golpeando el meñique de mi pie contra la pata de la cama en el proceso.

—¡Demonios! —Estoy sosteniendo mi pie, cojeando de camino hacia la cama. Bella se encuentra junto a la ventana, una mano sosteniendo las cortinas abiertas, de espaldas a mí—. ¿Qué pasó? —gruño, bajando mi pie y probando mi dedo.

—¡Está nevando! —Ella voltea hacia mí con una sonrisa brillante en el rostro—. ¡Nevando de verdad!

—Oh… —Presiono una mano contra mi pecho, mi corazón acelerándose allí, mientras mis ojos echan un vistazo al reloj alarma junto a la cama. Ya son pasadas las siete de la mañana—. Cielos… —Me dejo caer en la cama con un bufido y me froto la cara—. Casi me diste un ataque al corazón.

—Lo siento… —Camina rápidamente hacia mí, ubicándose entre mis piernas—. ¿Estás bien?

—Me golpeé un dedo. —Casi hago un puchero, dejando caer mi cabeza sobre su pecho. Ella envuelve sus brazos a mi alrededor, riendo suavemente contra mi cabello.

—Lo siento —dice, pasando sus dedos por mi cabello mientras se mueve hacia atrás—. ¿Necesitas hielo o algo?

—Nah, está bien. —Mis manos suben por sus piernas y bajo su camiseta, mi camiseta, mis dedos ardiendo sobre la suave piel de su espalda. Quiero pedirle que regrese a la cama, tenemos un rato antes de que tengamos que estar levantados oficialmente, pero entonces veo la expresión en su rostro, y cómo su mirada sigue moviéndose hacia la ventana—. ¿Qué pasa?

—Está nevando, copos grandes —dice, la emoción cubriendo todo su rostro.

Sonrío, indefenso, levantándome mientras ella se apresura a regresar a la ventana. Me paro a su lado mientras ella sostiene las cortinas abiertas de nuevo, su mirada fija en la ventana, una expresión asombrada en su rostro.

Mi mirada está en ella. En el amanecer que ilumina el cielo gris y que se refleja en su rostro. En sus ojos que brillan con la nieve que cae.

—Eres tan jodidamente hermosa. —Es la verdad, pero las palabras simplemente se me escapan. Ella voltea hacia mí con una sonrisa mientras me apoyo contra el marco de la ventana, y entonces se abraza a mí, regresando su atención a la ventana.

Observamos la nieve por un rato, contentos, tranquilos… tan jodidamente felices. Hay varios milímetros de nieve sobre todo y bastante cayendo. Definitivamente la primera tormenta de nieve que hemos tenido, y ahora que pienso en ello, probablemente la primera de Bella.

—¿Quieres ir a jugar en ella? —ofrezco.

—¡Sí! —Su respuesta es inmediata, su sonrisa es grande.

—De acuerdo, vayamos. —Me aparto de la ventana, mis ojos en los suyos mientras me mira de manera expectante—. Vamos a hacer elevaciones en la nieve.

Ella está prácticamente resplandeciendo, corriendo hacia su bolso y sacando cosas. Me dirijo hacia el baño para lavarme la cara y enjuagar mi boca, y entonces me coloco una sudadera y medias. Cuando vuelvo a salir, Bella está completamente vestida con ropa de invierno. Chaqueta grande y roja. Jeans. Botas. Guantes. Gorro tejido, con un pompón y todo. El atuendo completo.

—¿Vas a salir en eso? —Su mirada baja por mis piernas, expuestas en los shorts de entrenamiento que usé para dormir, y sus ojos se agrandan mientras meto mis pies cubiertos por medias en mis chanclas.

—Vamos, no hace tanto frío. —Tomo su cámara y trípode antes que siquiera lo pregunte, y me dirijo afuera.

Porque tomar fotos de Bella, sí, eso se ha vuelto una de mis actividades favoritas. Ella es fotogénica sin siquiera tratar de serlo. Después de varias tomas junto al sendero detrás de las cabañas, ubicamos el trípode frente a un pino al costado de la entrada al sendero principal. El árbol está decorado con luces navideñas, y ahora también cubierto con nieve—sería un buen fondo para una sesión de elevaciones.

—¿Está bien el dedo de tu pie? —pregunta mientras me acerco a ella.

—Sí… —Me río, haciéndole sonreír.

—¿Qué hay de tu hombro?

—Está bien —digo, encogiéndose de hombros—. Siempre puedo masajearlo más tarde.

—No sé si esto es buena idea. —Se señala a sí misma y a su atuendo de invierno.

—¿Puedes moverte bien en todo eso? —pregunto en broma.

—Claro que puedo.

—Entonces no te preocupes por mí.

Lo mantenemos simple y solo hacemos algunas elevaciones básicas, nos tomamos algunas fotos juntos también, porque sí, ahora hacemos eso también. La foto en la que la tengo en mis brazos, en un abrazo, no una elevación, se vuelve el fondo de pantalla de mi teléfono. Solo somos nosotros, perdidos en el momento, perdidos en el otro, y tan extremadamente felices.

~F~

Son pasadas las ocho de la mañana cuando Bella acepta caminar hacia la cabaña principal para el desayuno complementario. Tenemos que encontrarnos con Emmett y Vicky, para comer un poco antes de dirigirnos al sendero que lleva a las aguas termales.

Nos sentamos junto a las ventanas y observamos la nieve caer mientras comemos. Bella come un poco de su comida y entonces se enfrasca en editar y publicar una foto y un video de nuestra sesión de elevaciones de antes. El viaje había sido aprobado por sus padres—como viaje grupal, por supuesto. Desde que ha regresado a casa después de Acción de Gracias, publicar fotos y videos de nosotros también ha estado bien.

Ella me muestra algunos de los comentarios que el video ya tiene, un tema evidente en ellos: ¿somos oficiales ahora?

—¿Realmente necesitan saber? —Me encojo de hombros, inseguro de por qué están tan interesados en su vida personal, en nuestra vida personal. Mis seguidores han aumentado considerablemente en el último mes, todo gracias a Bella, pero las redes sociales siguen siendo un lugar aterrador para mí.

—Nop —dice Bella con una sonrisa, acercándose en busca de un beso—. Pero, oficialmente, entre tú y yo… —Presiona sus labios contra los míos, una, dos veces, antes de apartarse—. Soy tuya.

—Mierda, Swan… —Mi aliento sale en un bufido, dejando caer mi frente sobre la suya—. ¿Cómo esperas que vaya a esta excursión ahora?

—Lo siento… —Se ríe suavemente, acurrucándose a mi lado, mientras envuelvo un brazo a su alrededor, respirándola.

Bella continúa navegando en su teléfono, mientras yo reviso la hora en el mío, tratando de convencerme que no tenemos tiempo de regresar al cuarto.

Entonces observo la nueva foto nuestra en mi pantalla de inicio, y se siente casi irreal. Que pueda tenerla. Que pueda estar con ella. Sigo nervioso de que ella vaya a casa por Navidad, pero por ahora, me concentro en este momento. En el aroma de su cabello. En su calor firme bajo mi brazo. En como nunca jamás he estado así de feliz antes.