Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Ronnie, te adoro!
Capítulo 29
BPOV
Sus manos se encuentran en todas partes. Sus labios también. Tocando, besando, sintiendo, respirando... como si estuviera desesperado por mí. Casi tan desesperado como yo lo he estado por él.
Estamos aparcados en la entrada de los padres de Emmett, justo al costado de la casa, la oscuridad rodea el Jeep, los árboles lo cubren. Emmett dijo que podríamos tener un momento para "ponernos al día" antes de entrar.
Así que estamos besándonos en el asiento trasero, y las cosas escalan bastante rápido, hasta que me encuentro acostada en el asiento con él sobre mí. Es lento, arriesgado y cualquiera podría encontrarnos, pero a ninguno de los dos parece importarnos.
—Le prometí a Grizzly que no lo haríamos en su Jeep —digo en un susurro mientras una de sus manos sujeta firmemente mi trasero, sus dedos hundiéndose en mi piel sobre mis leggings.
—Al diablo con él —Edward gruñe contra mi cuello.
—¡Cullen! —Me carcajeo, tomando su rostro mientras se aparta de mi cuello. Sus ojos oscuros y salvajes, su cabello por todas partes, debido a mí. Jamás lo he visto con tan poco control como ahora mismo... y me encanta.
—Lo siento —dice, exhalando bruscamente. Su mano afloja su agarre y se desliza por mi cadera, donde se detiene—. Lo siento… Ha sido una semana larga. —Su tono es arrepentido, luce casi avergonzado. Mi rey del consentimiento está teniendo problemas.
—Está bien… —Mis dedos frotan la barba de dos semanas en su mandíbula—. También te extrañé.
—¿Cómo estás aquí? —Respira de nuevo, como si tratando de calmarse y formar palabras, pero puedo sentir lo duro que se encuentra entre mis piernas. Cierra los ojos fuertemente mientras se presiona contra mí.
—Tomé un vuelo. —Me río suavemente.
—¿Qué hay de tus padres? —pregunta con un gruñido, dejando caer su frente sobre la mía.
—No te preocupes por eso. —Mis manos se mueven por su cuello, bajando por su camiseta, sobre sus pectorales, y toda la dureza y suavidad que tiene en él.
—¿Saben que estás aquí? —susurra cuando mi mano alcanza sus pantalones, y lo toco sobre sus jeans.
—¿Quieres hablar de mis padres ahora mismo?
—Mierda, no. —Me besa de nuevo, profunda y bruscamente, haciendo que mis caderas embistan contra él. Gime en mi boca cuando deslizo una mano dentro de su bóxer y lo rodeo con mis dedos, entonces sus manos hacen su propia exploración, hasta que una desaparece dentro de mis leggings, dentro de mis bragas.
Sus dedos son una dulce tortura. Estoy húmeda. Estoy goteando. Lo deseo tanto.
—Te quiero dentro de mí —jadeo en su oído.
Él levanta su rostro de mi cuello, su ceño fruncido, su respiración entrecortada.
—No tengo un condón. —Parece que le duele decirlo—. Jamás pensé. No pensé. No tengo uno en mi billetera. Yo…
—Confío en ti. —Beso su oreja, su mandíbula, lo que tengo al alcance.
—Eso no es… Eh… —gime suavemente, envolviendo una mano sobre la mía, mientras me doy cuenta que sigo acariciándolo—. Más despacio, por favor, no puedo pensar.
Lo suelto y hago las cuentas en mi cabeza. No puedo recordar cuándo exactamente tuve mi último período, pero definitivamente ha pasado un largo tiempo.
—Todo estará bien —digo suavemente.
—¿Qué? ¿Me salgo? —Sus cejas se alzan en su frente mientras me observa.
Asiento. Me encojo de hombros. Lo tomo de nuevo.
Es una opción. Es lo que Vicky sugirió que hiciéramos cuando le dije que no estoy tomando la píldora. «Retirarse y rezar», es cómo ella lo llamó.
Señalo la caja de pañuelos desechables que Emmett tiene sobre la consola central. Edward se estira para tomarla, volteando hacia mí con mejillas infladas y una exhalación, pensando en ello, quizás, considerándolo, mientras observa la caja de pañuelos.
Bajo sus pantalones y su bóxer hasta que están a mitad de su muslo, y entonces me quito las leggings y la ropa interior debajo de él. Lo guío entre mis piernas, mientras él deja caer la caja junto a nosotros, y cuando lo siento frotarse contra mí, jadeo en su boca, jalándolo hacia mí.
—Te sientes tan bien —susurra, moviéndose justo en mi entrada, de una manera dolorosamente deliciosa, cubriéndose conmigo. Desliza una mano entre nosotros, y sus dedos me acarician, casi haciéndome gritar.
—Por favor —ruego sin vergüenza. Él está tan, tan cerca de donde quiero que esté que estoy tentada de levantar mis caderas y hacer que entre en mí. Jamás he experimentado algo como esto, como si no pudiera respirar si no lo tengo.
Levanta la cabeza de mi cuello, sus ojos fijos en los míos, sus cejas fruncidas firmemente mientras sus dedos siguen causando estragos en mí.
Sus ojos se cierran cuando finalmente entra en mí, tortuosamente lento, permaneciendo imposiblemente quieto una vez que está dentro. Lucho contra la urgencia de moverme y le doy un momento, enterrando mis dedos en sus bíceps.
—Mierda, Swan, no tienes idea de lo bien que esto se siente.
—Creo que tengo una idea. —Me muevo un poco, tomándolo más profundo, y ambos gemimos. Sus ojos permanecen cerrados, sus cejas unidas en concentración, y entonces sus dedos retoman sus movimientos.
Él comienza a moverse lentamente, tan lentamente, dentro y fuera de mí, y cuando intento seguir sus embestidas, una mano sostiene mi cadera, manteniéndome en mi lugar, o manteniéndose bajo control, o ambos, no estoy segura.
Con él dentro de mí y sus dedos en mí, esa presión comienza a crecer, justo bajo mi vientre… a pesar que solo hemos hecho esto varias veces, estoy muy segura que ya soy adicta.
—Por favor, dime que estás cerca —gruñe contra mi cuello, jadeante.
—Sí… —Lo siento avecinarse, pulsando, y antes de darme cuenta, estoy contrayéndome a su alrededor mientras aumenta el ritmo. Jadeo, sin aliento, e intento no gritar. Él se sale de mí rápidamente también, apartándose, buscando con desesperación los pañuelos y entonces presiona un gemido contra mi cuello.
—Mierda —dice suavemente, apoyándose sobre sus manos—. Mierda, hice un desastre. —Colapsa sobre mí con una risita, haciéndome reír.
Emmett va a matarnos.
Envuelvo mis brazos a su alrededor, abrazándolo contra mí, mientras nuestros corazones laten contra el otro.
Después que su respiración se tranquiliza, levanta la cabeza de mi pecho. Puedo ver su mente trabajando, sus ojos lo delatan, está entrando en pánico.
—¿Esto fue increíblemente estúpido?
—Está bien. Nos limpiaremos.
—No… Quiero decir… —Se aparta de mí mientras levanta sus pantalones—. Eso fue muy arriesgado. Yo… no debería haberlo hecho.
—Sí te pudiste salir, ¿cierto? —Me pongo mis pantalones y me siento a su lado.
—Sí, pero aún así.
—Creo…Creo que va a estar todo bien. —No le digo que no he estado teniendo mi período por un tiempo, no quiero que se preocupe por ello. Llevo mis dedos a su cabello de nuevo, jalándolo hacia mí mientras él rodea mi cintura con sus brazos.
—Estaré mejor preparado la próxima vez —dice Edward suavemente, al parecer más relajado, descansando su cabeza sobre mi hombro.
—¿La próxima vez? —pregunto con una carcajada, abrazándolo fuerte—. No creo que Emmett nos permitirá subir a su coche de nuevo.
Él se ríe suavemente, escondiendo su rostro en mi cuello, y entonces suelta un suspiro feliz.
—No puedo creer que estés aquí.
~F~
Con la palabra "culpables" evidente en nuestras caras, Edward y yo entramos al sótano de los padres de Emmett por la puerta trasera. Emmett se encuentra encorvado frente al televisor, sentado en la otomana. Uno de sus amigos se sienta junto a él, concentrado en su juego, mientras que otros se encuentran junto a la mesa de billar al fondo.
Emmett gira la cabeza, quitándose los auriculares. Su mirada se mueve entre Edward y yo, y entonces se pone de pie. Edward suelta mi mano, caminando hacia él, por lo que encuentro un lugar en uno de los sillones.
—Ah, mierda… —dice Emmett, su expresión se vuelve disgustada mientras inspecciona la cara arrepentida de Edward. Mis orejas arden de la vergüenza—. Ni siquiera quiero saber.
Edward se detiene frente a Emmett, las llaves del coche colgando de sus dedos, y susurra varias palabras, probablemente para que yo no escuche.
—¡Entonces, quédate las llaves! ¡Cielos! —Emmett medio ríe, empujando a Edward con una mano en su hombro. Cubro mi rostro con un almohadón cuando Emmett voltea a mirarme.
Escucho y luego siento a Edward sentarse a mi lado con un bufido. Cuando le echo un vistazo por debajo del almohadón, me está sonriendo cariñosamente.
—Todo está bien —dice—. No te preocupes por ello.
—¿Te ofreciste a limpiarlo?
—Lo llevaré a lavar en la mañana. —Levanta una mano y la lleva a mi rostro, su pulgar sobre mis mejillas ardientes.
—De acuerdo —digo, inclinándome contra su palma y exhalando con alivio.
—¿Dónde te quedas? —Edward pregunta de repente.
—Emmett dijo que podría quedarme aquí, pero quería ver qué querías hacer tú.
—¿Tus padres están de acuerdo con eso? —pregunta con facilidad, como si no tuviera idea.
Oh, mi dulce e inocente chico de Colorado.
—Mis padres están de acuerdo con lo que les dije que era mi plan —digo, escogiendo mis palabras con cuidado.
—¿Cuál es ese? —Arquea una ceja, su mirada fija en la mía.
—Que me quedo con Vicky… —Miro brevemente mis manos antes de elaborar—. En Fort Lauderdale.
—Swan, mierda… —Su rostro hace una mueca—. Tus padres van a odiarme incluso más.
—Ellos no sabrán que estuve aquí. —Tuve cuidado. No dejé rastros. Vicky me cubrirá si mis padres sospechan. Tuve suerte de que ella no quisiera venir también.
—Cielos… —Edward pasa una mano por su cabello, y entonces sus dedos jalan de su cuello.
—Sé que no lo has estado pasando bien aquí —comienzo mientras mis dedos se estiran hacia su cabello y él deja caer su cabeza sobre mi hombro con un suspiro—. Podía notarlo, a pesar que decías que todo estaba bien. Quería ver si podía hacer que fuera mejor. Ver si podía ayudar.
Levanta la cabeza y me mira, con esos profundos ojos color verde océano que me hacen estremecer. Podía ver a través de la pantalla cada vez que hablamos durante la semana pasada, y puedo verlo justo ahora—él está exhausto, luchando, y no solo físicamente, sino que también mentalmente.
Ansío reconfortarlo.
Porque quizás él me necesite. Quizás me necesite tanto como yo lo necesito a él.
—Sé que es atrevido, y actué de manera impulsiva, pero en serio, en serio, necesitaba verte también. —Lo jalo más hacia mí para hacer énfasis, envolviendo mis manos alrededor de su cuello.
Él no dice nada; en cambio, lleva sus labios a los míos. No bruscamente. Ni con desesperación. Está lleno de devoción. Amor. Agradecimiento.
—Gracias —dice de hecho, dejando caer su frente sobre la mía. Sus manos llevan mi cabello por detrás de mis orejas, suavemente pasando sus pulgares por mis mejillas luego—. ¿Cuándo tienes que regresar?
—Vuelo de regreso el miércoles por la mañana.
—¿Entonces tenemos todo el día mañana? —Luce tan feliz, tan genuinamente entusiasmado, quiero besarlo de nuevo. Rodea mi cintura con sus brazos, llevándome hacia su regazo—. ¿Qué quieres hacer?
—No lo sé… Pensaba que podíamos ir a ver a tu amigo tatuador. Además, ¿quizás conocer a tu mamá?
Él intenta esconderlo, pero su expresión se cae y también lo hace mi estómago.
—Sí —dice rápidamente, evadiendo, mientras yo hago todo lo posible para esconder mi decepción—. Podría pasar la noche aquí; los padres de Emmett no suelen tener problema con eso. Tengo varias clases programadas para mañana, pero ¿quizás podríamos tener una sesión de elevaciones también?
—Eso estaría bueno —digo con honestidad, extraño pararme en sus manos, pero sé que está cambiando de tema.
—Y vi a Marcus, mi amigo tatuador, la semana pasada. Su hermana tiene una clase privada conmigo mañana, así que, ¿quizás podemos hablar con él entonces?
—De acuerdo, perfecto.
Él no vuelve a mencionar a su mamá, así que no pregunto de nuevo. Si él no quiere que la conozca, está bien. Sé que son cercanos y ella es importante para él, y me encantaría conocerla, pero quizás sea demasiado pronto.
Vicky dijo que los chicos son raros respecto a eso. También dijo que estaba loca por venir aquí sin avisar y que puede que Edward no lo tome bien. Ella me mostró un TikTok de una chica que hace visitas sorpresa a su novio en la universidad, y lo mal que eso puede ir.
Pero confío en Edward, y él parece estar genuinamente feliz de que estoy aquí, así que empujo las advertencias de Vicky al fondo de mi mente y mejor disfruto mi tiempo con él.
~F~
La mamá de Emmett baja con bocadillos, pero todo lo que trae son carbohidratos o carbohidratos profundamente fritados. Contenta de no tener que sentarme a cenar de verdad, llevo un pedazo de goma de mascar a mi boca y doy por finalizado el día.
Después que el resto de los amigos de Emmett se retiran, su madre prepara tres camas muy separadas en el sótano. Pero una vez que ella desaparece, Edward acerca su colchón inflable al mío, mientras Emmett se queda con el sofá cama.
Es tarde —incluso más tarde para mí ya que me he acostumbrado a las tres horas de diferencia en Florida— pero estoy demasiado emocionada como para descansar y por lo tanto ligeramente decepcionada cuando Edward comienza a quedarse dormido justo cuando Emmett también lo hace.
Me levanto para apagar el televisor y me acurruco junto a Edward, quien rodea su brazo a mi alrededor dormido.
—¿Cullen? —susurro suavemente, apartando un poco de su cabello de su frente. Él no dice nada, pero su brazo intensifica su agarre alrededor de mi cintura—. ¿Estás despierto?
Él gruñe un poco pero entonces su respiración regresa a la normalidad.
—Está bien si no quieres que conozca a tu mamá. Lo entiendo.
Hay silencio por un momento, aparte de los ronquidos de Emmett, y entonces Edward se sienta.
—Por supuesto que quiero que conozcas a mi mamá. —Voltea hacia mí, su expresión dolorida.
—¿Crees que quizás no le vaya a agradar? —Me siento a su lado, envolviendo mis brazos alrededor de mis rodillas.
—Ella te va a amar. —Desliza una mano por mi pierna—. Ella quiere conocerte.
—¿Le has contado de mí?
—¡Por supuesto!
—Entonces, ¿por qué no quieres que la conozca?
Él suspira, frotando su rostro, y entonces se pone de pie y extiende una mano hacia mí. Tomados de la mano, nos lleva lejos de Emmett y hacia el otro sofá, donde se deja caer con un bufido mientras me ubico junto a él.
Lleva su cabeza hacia atrás, mirando el techo, sus manos frotando sus muslos.
—Mi mamá ha pasado por mucho —comienza, aún mirando el techo.
Entonces tengo la sensación que esto no tiene nada que ver conmigo, y todo que ver con él y su mamá.
—No tienes que contarme. —Me siento mal por haberlo mencionado.
—Quiero hacerlo. —Gira la cabeza, sus ojos fijos en los míos. Hay algo muy roto allí dentro, algo que solo he visto brevemente antes. Está bajando sus muros. Me está permitiendo verlo así. Me estiro en busca de su mano en su regazo y enlazo mis dedos con los suyos—. ¿Recuerdas cuándo dije que mi papá no era parte de mi vida?
—Sí.
—Hay más que eso.
Asiento con la cabeza en aliento. Lo había deducido.
—Él es un alcohólico. Solía golpear a mi mamá en todo momento que recuerdo.
—Cullen, lo siento mucho.
—Creo que tenía siete u ocho años, cuando finalmente fui lo suficientemente valiente y llamé a la policía. A pesar que mi mamá me había rogado que no lo hiciera. Ella no estaba bien. Ni siquiera se podía poner de pie. —Se estremece un poco y suelta mi mano, pasándola por su rostro—. ¿Creo que estuvimos en el hospital por una semana? Los Servicios Sociales casi me apartaron de ella.
—Solo eras un niño. —Mi corazón se quiebra y mis ojos se llenan de lágrimas por él y ese pequeño que estoy seguro que aún lleva con él.
Él inhala profundamente y vuelve a tomar mi mano.
—Creo que eso fue una llamada de atención para ella, afortunadamente, porque después de eso, lo dejamos a él y a Denver atrás para siempre.
—¿Dónde está tu papá ahora? —Mi voz es apenas un susurro.
—No lo sé. Borracho en alguna parte, probablemente. —Edward se encoge de hombros, enlazando sus dedos con los míos—. ¿Quizás muerto en una zanja, quién sabe?
—¿Es él la razón por la que no bebes?
Edward asiente suavemente, al parecer aliviado.
—Tengo genes de mierda, así que no quiero arriesgarme a convertirme en él.
—Jamás podrías. —Tomo su rostro y lo acerco a mí, abrazándolo y amándolo, y agradecida de que él me dijera todo esto—. Eres el alma más gentil y respetuosa que he conocido en mi vida, Cullen. No podrías lastimar a una mosca. —Es como si él se hubiera convertido, con su propio trabajo duro y comprensión de sí mismo, en todo lo contrario a su padre.
Él exhala contra mi cuello, sus brazos rodeando mi cintura.
—¿Entonces se mudaron aquí cuando se fueron de Denver? —pregunto con vacilo, esperando que él me cuente más.
—Sí… —Se aparta, descansando su cabeza de vuelta en el sofá—. Comenzamos de cero. Mi mamá trabajó tan duro para mantenernos a flote. Ella me dio todo. No comía para que yo pudiera hacerlo. Jamás me faltó nada.
Dejo que todo se asimile, mis ojos se llenan de lágrimas por él, por todo lo que ha vivido. Lo mucho que quiere a su mamá. Puedo verlo también—por mucho que diga que ella lo ha cuidado, él también la ha cuidado.
Jamás me he sentido tanto como una niña mimada privilegiada en mi vida.
—Nos mudamos aquí con el hermano de mi mamá —continúa—. Mi tío Masen. Pero él está tan jodido como mi papá. —Sus manos se cierran en la tela de sus pantalones, la ira creciendo bajo la superficie—. Al menos, él no es violento con ella.
—¿Tu mamá sigue viviendo con tu tío?
—Algo así. Mi mamá se encargó del contrato de su apartamento. Él no está aquí mucho… —Edward pausa, sus ojos inspeccionando los míos—. Entra y sale de prisión todo el tiempo. Está detenido ahora mismo.
—Oh… —Me reclino un poco, ya que sus palabras me toman por sorpresa.
—Por lo que… —Infla sus mejillas mientras exhala, al parecer aliviado de haberme contado todo esto—. No es que no quiera que la conozcas. Me encantaría que las dos se conocieran. Es solo que… —Suspira mientras intensifico el agarre de mis dedos en los suyos—. Somos demasiado.
—No lo son, Edward. —Me acerco a él—. Han atravesado mucho; eso es diferente.
Me vuelve a llevar a sus brazos, escondiendo su rostro en mi cuello, y exhala bruscamente. Creo que está aliviado ahora que lo sé. Creo que lo amo incluso más.
Permanece quieto por un momento, pero antes que pueda preguntarle o decir algo más, se aparta.
—Te amo —dice, llevándome hacia él para besarme—. Estoy tan feliz de que estés aquí. —Sus dedos frotan mi mejilla cuando sonríe—. Iremos a ver a mi mamá mañana.
