Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Ronnie, te adoro!


Capítulo 30

—A la mierda esto —mascullo, empujando la puerta frente a mí con un bufido, manteniéndola abierta mientras Bella me sigue en silencio. Salimos del lavadero del centro, en el cual mi tío solía trabajar, donde acabamos de dejar el Jeep de Emmett para que sea lavado, solo para descubrir que mi tío también les debe dinero.

—Oye... —Bella toca mi rostro, abrazándome, callándome y diciéndome que todo va a estar bien. Quiero gritar. No puedo conseguir suficiente oxígeno. Mis ojos se encuentran con los de Bella, y ella luce tan jodidamente preocupada. Lo odio. Odio esto.

Me rompí el trasero la semana pasada para tratar de ayudar a mi mamá y aún nos falta dinero para su coche. No hay forma de que pueda conseguir dinero suficiente mientras estoy aquí y además pagar a estos tipos.

No puedo hacer suficiente. No puedo ser suficiente.

—¿De verdad pueden hacerte pagar por eso? —pregunta Bella, no sé si en respuesta a algo que pude haber dicho en voz alta sin darme cuenta—. ¿Por qué es tu responsabilidad?

Me concentro en sus ojos, en su rostro, en sus manos que se mueven por mi brazos, e intento calmarme—intento respirar más profundo.

—¿A quién crees que acudirán sino? —Dejo caer mis manos en mis rodillas e intento pensar.

Su expresión se desmorona al comprender.

—A tu mamá… —Frota mi espalda con una mano, sus movimientos me centran—. Diablos.

—Ella ya está ahogándose de por sí. —Me enderezo y respiro profundo, obligándome a mantenerme tranquilo—. Tendré que agendar más sesiones esta semana.

—Puedo ayudar —dice con una sonrisa, manteniendo una mano en mí, como si supiera lo mucho que me ayuda, lo mucho que me calma—. Todo va a estar bien. —Se estira en busca de mi mano y enlaza sus dedos con los míos, dándole un pequeño apretón—. Y puedo pagar por el Jeep de Emmett.

—Swan… —Mis quejas mueren en mi garganta cuando ella levanta una palma frente a mí.

—Fue mayormente mi culpa… —Sonríe, sonrojándose—. Y tú tienes todo esto otro por lo cual preocuparte ahora.

—Encontraré una solución. —Intento sonar convincente.

—No es gran cosa, lo prometo. —Acerca su cuerpo más al mío, llevándome hacia la pared y abrazándose a mí—. Simplemente no puedo usar mi tarjeta…

—Por supuesto que no.

—Oye, es mi dinero. —Me mira bajo su gorro y la capucha gigante del abrigo que la cubre—. Phil solo lo administra. Pero no quiero que vean el cargo y sepan que en realidad no estoy en Fort Lauderdale. —Se ríe como si fuera gracioso, apoyando la cabeza en mi pecho.

La idea de que sus padres se enteren que ella se encuentra aquí solo incrementa mis preocupaciones. Me concentro en respirar, en abrazarla, en ella.

—Traje un poco de dinero, para mi tatuaje y bueno, emergencias, como esta. —Levanta la cabeza y se para de puntitas de pie para besarme—. Así que, no te preocupes por esto, ¿de acuerdo?

Sus ojos me muestran nada más que amor y apoyo —confianza— como si realmente cree que todo estará bien.

Decido creerle, también, porque ahora mismo siento que no tengo otra cosa.

~F~

Un paseo rápido por las calles pintorescas de la ciudad vieja de Fort Collins nos lleva hacia la cafetería de mi mamá. A Bella le encanta, a pesar que está helando. Ella dice que quiere regresar de noche, para ver las luces. No le digo que ese ya es el plan—que tenemos un día muy ocupado por delante.

Me niego a permitir que las cagadas de mi tío arruinen la visita de Bella, que arruinen mi tiempo con ella.

La caminata y el aire frío me ayudan a calmarme, literalmente. A pesar de la nueva deuda que he adquirido, planeo hacer que los días de Bella aquí sean especiales, y ya compré boletos para esta noche. Fue fácil encontrar algo que tanto ella como mi mamá disfruten. Mi mamá merece un descanso también.

Mamá nos ve ni bien entramos a la cafetería, y se apresura hacia nosotros mientras nos quitamos los abrigos. El aroma a almíbar y tocino llena mi nariz y mi estómago gruñe. No pudimos comer nada antes de salir de la casa de Emmett a primera hora de la mañana.

—¡Cielo! —Mamá envuelve sus brazos a mi alrededor rápidamente y entonces voltea hacia Bella con una gran sonrisa—. Tú debes ser Bella. —La abraza también, mientras Bella sonríe, mirándome—. ¡Es un placer finalmente conocerte!

—También es un placer conocerla, Sra. Cullen —dice Bella con facilidad, mientras mi corazón se acelera en mi pecho.

—Oh, por favor, llámame Lizzie. —Mamá toma el brazo de Bella y la lleva hacia una mesa vacía, mientras yo las sigo—. Primera vez en Fort Collins, ¿cierto?

—Sí, y me encanta todo hasta ahora.

Mamá le sonríe cariñosamente a Bella, llevando su mano a su rostro. A Bella no parece molestarle. Ninguna de las dos parece respetar el espacio personal de alguien muy bien.

—Ella tiene ojos hermosos. —Mamá gira hacia mí mientras Bella se sonroja.

—¡Ma!

—¿Qué? Es la verdad —me dice antes de voltear de nuevo hacia Bella—. Él no para de hablar de tus ojos.

—Ya está bien… —Mi mirada se encuentra en Bella mientras ella ríe, y mi mamá nos indica que nos sentemos.

—Los menús se encuentran allí atrás. —Mamá señala al final de la mesa, junto a la ventana, donde están los menús apilados—. Iré a encargarme de algunas cosas, y entonces tomaré mi descanso así puedo sentarme con ustedes. —Con eso, ella se da la vuelta y corre hacia otras mesas antes de desaparecer en la cocina.

—Ella es muy adorable —Bella susurra, abandonando su banco y sentándose a mi lado, sus ojos en los míos, una sonrisa enorme en su rostro—. Y joven.

—Ella me tuvo cuando tenía veinte. —Me encojo internamente ante la idea de que estoy muy cerca de la edad de mi mamá cuando me tuvo. Estaría tan poco preparado para lidiar con un bebé ahora mismo. No permito que ese pensamiento se extienda. Los ojos de Bella no me lo permitirán—. ¿Qué? —pregunto y su sonrisa se agranda.

—¿Le contaste que tengo ojos bonitos?

—Hermosos —la corrijo despreocupadamente, dándole un golpecito en la nariz con un dedo y decidiendo que ni siquiera me avergüenzo de ello.

Mamá se sienta con nosotros por un rato cuando nos trae la comida. La conversación fluye con facilidad entre ella y Bella, mientras yo devoro todo, y antes de darme cuenta, es hora de que nos vayamos para mis clases privadas en el gimnasio.

Bella y mi mamá se despiden con un abrazo mientras yo le hago saber que nos encontraremos con ella en la noche una vez que haya terminado su turno. Ella parece sorprendida pero acepta sin hacer preguntas.

Bella, por el otro lado, tiene muchas preguntas—sobre mi mamá, mi infancia, mis escuelas, mis profesores. Ella simplemente parece genuinamente emocionada de aprender más sobre mí, y le contesto lo mejor posible mientras tomamos el autobús hasta el gimnasio.

Mi primer atleta ya está esperando, así que nos cambiamos rápidamente y me pongo a trabajar mientras Bella se ubica sobre un tatami a unos metros frente a nosotros. Habíamos planeado estar en el gimnasio por un tiempo, así que además de ropa para entrenar, ella trajo su computadora. Ella coloca una cámara para grabar mis lecciones después de obtener el consentimiento de los padres de mis estudiantes.

Ella elonga, también, mientras trabaja frente a la pantalla de su portátil, sus piernas dobladas en poses imposibles que desafían las leyes de la física. Me distraen por completo.

—Eres muy bueno en esto —dice Bella mientras me siento a su lado, en un pequeño descanso para beber agua entre sesiones—. Eres tan gentil y amable con tus instrucciones. —Sus ojos están concentrados en la pantalla de la cámara mientras revisa el material—. Desearía haber tenido un entrenador como tú.

—Saliste bien —bromeo, pero sus ojos se ponen un poco tristes cuando me mira. Sostengo su rostro, frotando mi pulgar por su mejilla, y ella sonríe, cerrando los ojos e inclinándose contra mi mano.

El momento acaba rápidamente cuando veo a mi próxima estudiante y su mamá caminando hacia nosotros.

—Mierda, el tiempo terminó —susurro con un gruñido, y Bella abre los ojos. Ella parece estar bien, habiéndose recuperado rápidamente de donde fuera que su mente se había escapado—. ¿Estás bien?

Ella asiente con la cabeza, llevando su atención a su portátil mientras yo comienzo a ponerme de pie.

—¿Puedo tener tu teléfono? —pregunta Bella mientras me paro, una mano extendida hacia mí.

—Claro… —Lo desbloqueo y se lo tiendo, ofreciéndole una sonrisa antes de ponerme de vuelta a trabajar.

Las siguientes sesiones acaban rápidamente mientras Bella espera con paciencia, ocupada entre su computadora, la cámara, mi teléfono, y sus elongaciones y entrenamientos improvisados. Las horas pasan. Los atletas aprenden nuevas habilidades. Estoy sudando en cada milímetro de piel que tengo.

—Luces acalorado —dice Bella cuando camino hacia ella, con una botella de agua vacía en la mano, habiendo terminado todas las clases del día.

—Es un jodido sauna aquí adentro. —Seco el sudor de mi frente con mi toalla mientras ella se para frente a mí—. Cuando tenga mi propio gimnasio, eso será lo primero en lo que invierta, un aire acondicionado.

—No… —Se inclina más cerca de mí, sus manos cerrándose en la cintura de mi camiseta empapada—. Me refiero a sexy, caliente.

Sonrío mientras ella levanta la mirada hacia mí.

—Vamos, soy un asco. Estoy sudando hasta mis shorts.

—Lo sé… —Me jala hacia ella, mordiéndose el labio—. Esos shorts grises son indecentes.

—Swan —advierto, mis brazos débiles a mis costados, el gimnasio sigue lleno de personas.

—Está bien… —Suspira, dando un paso atrás—. Mira esto. —Se estira en busca de mi teléfono y entonces me muestra la pantalla—. Ahora tienes un botón de «Agenda Ahora» en tu perfil, con horarios y todo, y las personas pueden pagarte directamente a través del sitio. No tendrás que revisar los mensajes privados para agendar citas.

—Oh… —Navego por mi perfil—. Vaya… eso es genial.

Entonces esto es lo que ella ha estado haciendo mientras yo practicaba elevaciones, estaba encontrando maneras de que obtenga más dinero —para ayudarme— así como dijo que haría. Mi corazón se agita. Mis palmas ansían tocarla.

—Debería ahorrarte tiempo y potenciales interacciones incómodas —continúa, mirándome, sus ojos brillando con humor—. Hay muchas mamás hambrientas allí.

—¿Miraste mis mensajes? —Arqueo una ceja.

—Solo los más escandalosos. —Se ríe mientras la jalo hacia mí.

—Gracias. —La beso suavemente, mis manos rodeando su cintura—. En serio, eso me va a ayudar mucho.

—No hay problema. —Se para de puntitas de pie, presionando sus labios contra los míos. Es rápido y ambos nos estamos conteniendo, sintiéndonos expuestos bajo las luces fluorescentes y la mirada de los espectadores a nuestro alrededor—. He creado una cuenta de Square para ti —dice, apartándose—. La contraseña es bobvance, todo junto, sin mayúsculas.

Me río libremente, dejando caer mi teléfono y mi toalla sobre mi bolso en el suelo. Ella jamás me dejará olvidar mi prueba inicial de usuario en Instagram.

—Además, tienes muchos mensajes de potenciales colaboradores a los que no has contestado.

—Lo sé… Simplemente no sé cuáles son legítimos o no. —Jalo de mi cuello e intento estirar mi hombro imperceptiblemente, todo mi costado derecho me duele. No tendremos tiempo para nosotros hasta mucho más tarde, y entonces ella me dejará en la mañana. No hemos hecho elevaciones en una semana, y lo extraño más de lo que nunca creí posible.

Amway es legítimo… —Sus ojos inspeccionan mis movimientos, siguiendo los patrones de mis dedos—. Ellos venden batidos proteicos orgánicos. ¿Nutilite o algo?

—¿La que está hecha a base de plantas?

—Sí.

—Entonces no —digo y ella ríe.

—Solo digo. Podrías hacer un poco de dinero de las publicaciones también. Estás cerca de alcanzar la posición de influyente. —Su tono es divertido. Ella sabe que, por mucho que tenga razón, sigo encontrando toda la vida en redes sociales incómoda.

—No dejes que se me suba a la cabeza —digo con una risita, tomando su mano y llevándola hacia el fondo del gimnasio. Lo último que quiero son fotos o vídeos de nosotros aquí en internet.

—¿Qué hacemos? —pregunta suavemente, medio confundida, medio emocionada.

—¿Qué crees? —digo mientras me ubico detrás de ella, mi mano ya en sus caderas. Ella voltea hacia mí rápidamente, su rostro lleno de preocupación.

—Has estado haciendo elevaciones por cuatro horas seguidas —dice firmemente, cruzándose de brazos.

—Estoy muriendo por lanzarte. —Me acerco a ella, rogándole con los ojos.

—Cullen…

—Estoy bien —insisto.

—¿Qué hay de tu hombro? —Sus ojos me estudian por todas partes, sé que también quiere esto.

—No está tan mal. Podemos trabajar con mi brazo izquierdo —digo con una sonrisa que la hace ceder.

~F~

Después de ducharnos y cambiarnos, tomamos el autobús hacia el lavadero de coches y retiro el Jeep de Emmett. Bella paga por la limpieza, y se necesita de un poco de presión, pero ellos aceptan todo lo que yo hice en las sesiones de hoy como parte de lo que mi tío les debe, con la promesa de que cuando termine la semana, tendré más—con suerte encontraremos la solución con mi mamá con respecto al resto.

Entonces conducimos hacia el estudio de tatuajes donde Marcus nos espera. Lo había llamado en la mañana, y él había aceptado recibir a Bella sin cita previa, ya que su diseño es pequeño y completamente en tinta negra. Aún en sus costillas, lo cual él odia realizar, pero aceptó de todos modos.

Bella le muestra su diseño en un pedazo de papel—uno de sus dibujos: tres pequeñas aves levantando vuelo. Marcus lo vuelve a dibujar en un papel de calco mientras esperamos, con Bella estudiando las fotos de tatuajes, sugiriendo en broma calaveras y águilas aterradoras para mí.

Cuando Marcus está listo, Bella dice que me quiere a su lado. Acepto con sinceridad y los tres caminamos a una sala privada. Bella tiene puesto solo una camiseta debajo de su suéter, sin sostén, en preparación. Trago fuerte cuando levanta su camiseta suelta y expone parte de su pecho izquierdo para Marcus, mostrándole dónde lo quiere. Él ni siquiera se inmuta.

Marcus prepara una almohada y Bella se acuesta sobre su costado derecho, mientras yo me siento detrás en una silla, junto a su cabeza. Ella sostiene mi mano en la suya, mientras Marcus se pone a trabajar.

Ella no esconde el hecho que es doloroso, pero lo soporta como una campeona. Cuando Marcus termina, creo que mis costillas duelen más que las de ella por la tensión que sentía cada vez que la aguja tocaba su piel.

—Mierda, eso luce increíble —digo mientras Bella se para frente al espejo, revisándolo. Su rostro se ilumina como el sol—. ¿Te gusta?

—¡Me encanta! —Los labios de Bella se encuentran en los míos entonces, suaves, húmedos y dulces, pero el carraspeo de Marcus nos tiene separándonos rápidamente.

Marcus limpia y cubre su piel tatuada, y cuando ella hace una mueca, quiero apartar sus manos de ella a golpes.

—Amigo, relájate… —Marcus se ríe, sacudiendo la cabeza—. Es por esto que no me gusta tener a los novios aquí atrás.

—Pero él lo hizo bien. —Bella toma mi brazo después de vestirse de nuevo. Marcus rápidamente le comenta los pasos de cuidado, los cuales conozco muy bien, y no puedo esperar a ayudarle con eso esta noche.

Pero primero, la siguiente salida.

~F~

—¿Adónde vamos? —Bella tiembla un poco mientras envuelvo un brazo a su alrededor y esperamos afuera de la cafetería a mi mamá. Acabamos de cenar rápido adentro ya que el turno de mi mamá se tardó un poco en terminar, y entonces tuvo que limpiar, y cerrar.

—Es solo una caminata rápida, lo prometo. —Froto una mano cubierta por un guante a lo largo de su brazo, escondido en su abrigo.

—¡Lamento la demora, chicos! —Mamá sale por la puerta, luciendo un poco cansada pero emocionada de que pasaremos tiempo juntos. No voy a mentir, estoy bastante emocionado también—. ¿Adónde vamos?

Suelto una risita mientras señalo a las calles, y ella enlaza un brazo con el mío. Así que, con Bella y mi mamá a cada lado, comenzamos nuestra caminata por las calles iluminadas del Viejo Fort Collins. Ni bien cruzamos la calle Walnut, mamá jadea, volteando hacia mí.

—¿En serio? —susurra suavemente, sus ojos agrandados. Asiento mientras Bella me mira con confusión.

—Bella —dice mamá mientras suelta mi brazo, caminando hacia Bella—. ¿Edward dijo que eres una artista?

—No sé si me llamaría una artista… —Bella se encoge de hombros, modestamente—. Pero sí, me gusta dibujar y pintar.

—¿Pintura al óleo?

—Con acuarela —explica Bella.

La sonrisa de mamá se agranda justo cuando alcanzamos las puertas de la Galería de Arte Decode.

—Entonces te encantará este lugar.

~F~

Mamá y Bella van de pintura en pintura mientras yo las sigo por detrás. En algún momento, incluso enlazan sus brazos entre ellas, perdiéndose en el arte y perdiéndome en el proceso también. Me quedo en la cafetería y las espero mientras contesto el mensaje de Emmett.

¿Se quedarán aquí esta noche? ~Em

No lo creo, pero pasaré a dejar tu coche en un rato. ~E

¡Será mejor que no apeste! ~Em

Bella está caminando hacia mí justo cuando anuncian mediante un parlante que la galería está cerrando.

—Tu mamá solo fue al baño —dice, ubicándose entre mis piernas, las cuales están alzadas en el taburete en el cual estoy sentado.

—¿Quieres quedarte en lo de Emmett o conmigo? —pregunto, dejando caer mi frente sobre la suya.

—Contigo, eh —dice con una risita.

—De acuerdo. Pero aún tengo que llevarle su Jeep.

—Puedo quedarme con tu mamá —ofrece Bella con facilidad—. Ella quiere mostrarme algunas de sus pinturas.

—No tienes que hacer eso.

—Quiero hacerlo. —Se inclina hacia mí, abrazándome—. Gracias por esto. Por hoy. Por todo.

La respiro, envolviendo un brazo a su alrededor y abrazándola fuerte.

—Gracias por venir a visitarme. No sabes lo mucho que significa para mí.

—Te amo —susurra contra mi cuello, una pizca de melancolía en su voz.

—También te amo, Swan —le susurro en respuesta, sintiendo tristeza, sabiendo que las horas no serán suficiente antes de tener que despedirme de ella de nuevo.