Horas de la noche, en una casa aislada como oculta en algúna ubicación cualquiera...
El sol había llegado a su ocaso, la noche había velado el cielo con su manto de estrellas, mientras en una humilde casa estaba saliendo una sombra que miraba en todas partes hasta que entró a la residencia. Luego de eso, otras cuatro sombras estaban viniendo a la distancia de la calle. Los cuatro espectros, seguían en dirección firme hacia la humilde casa grande de dos pisos que parecía ser una pequeña quinta o finca, adornada e iluminada con las luces blancas de ahorraluz lo mismo que demás casas a su alrededor a pesar de estar solitaria como el desierto ya que estaba en una posición oculta como aislada.
Marchaban de dos en dos, cuando, al llegar a unos pasos de la entrada de la residencia, se hallaron de manos a boca con otras tres sombras que venían a la misma residencia.
Las dos comitivas se pararon instantáneamente, y, contemplándose sin duda, guardaron por algún tiempo un profundo silencio.
-Es preciso salir de esta posición; en todo caso somos cuatro contra tres -dijo a sus compañeros uno de los espectros de la primera comitiva. Y con su última palabra dio su primer paso hacia los tres desconocidos.
-¿Puedo saber, señores, si es por nosotros que se han tomado ustedes la molestia de interrumpir su camino?
Una carcajada en trino fue la respuesta que recibió el que había hecho aquella paladina interrogación.
-¡Al diablo con todos ustedes! ¡No ganamos para sustos! -dijo el mismo que había hablado antes, a quien ya se habían reunido sus compañeros, pues que todos se habían reconocido recíprocamente por la voz y por la risa: todos eran unos. Y todos marcharon en dirección a la posada.
A pocos pasos llegaron a una puerta, ninguno de los siete golpeó la puerta; pero uno de ellos puso sus labios en la bocallave.
-¿Contraseña?- Preguntó unos ojos azules que estaban viendo quienes eran.
-Panadero con el pan...- Pronunció el que estaba al frente de la comitiva.
La puerta se abrióse en el acto, y cerróse luego de pasar por ella el último de los recién venidos.
Algunos minutos después, las mismas palabras fueron pronunciadas en el mismo paraje, y dos individuos más entraron a la casa. Y, sucesivamente por un quince, fueron llegando comitivas de a dos, y de a tres individuos, usando todos de las mismas palabras y de las mismas precauciones.
Y luego de eso, la puerta no fue abierta nunca más, no se sabía que pasaba pero la extensa iluminación de la casa dejaba ver un pequeño letrero de madera lisa con dos letras kanji bien escritas en forma horizontal.
霧
切
(Kirigiri)
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Eran las nueve de la noche cuando estaban reunidos en un area de dos cuartos tatami totalmente un grupo de entre 30 y 35 sombras, parados unas, otras sentadas, y otros cómodamente acostados en el suelo tatami, una crecida reunión de sombras ocupaba el humilde, sin más luz que la escasa claridad de las estrellas que entraba a través de los pequeños y empañados vidrios de las ventanas
Las palabras eran dichas al oído, y de cuando en cuando alguno de los que allí estaban se aproximaba a las ventanas, y con la mayor atención paseaba sus miradas por la lóbrega y desierta calle en donde se ubicaba.
El reloj de un edificio insignia de Ciudad Inazuma hizo llegar hasta esta reunión misteriosa la vibración metálica de su campana.
-Son las nueve y media de la noche, señores, y nadie puede equivocarse en una hora de tiempo cuando le espera una cita importante. Los que han venido ya están ya. Vamos a reunirnos.- Dijo una sonora y estruendosa voz espectral a lo que los demás espectros asintieron obedientemente.
Al concluirse la última de esas palabras, dichas por la voz espectral, las ventanas corredizas se cerraron, y dos bombillas eléctricas, una en cada habitación tatami, fueron prendidas dando con 32 personas sentadas y arrodilladas sobre el suelo tatami mientras otras dos estaban sentadas frente a ellos.
La primera persona que estaba al frente de la reunión era una joven muchacha, muy hermosa, delgada, de estatura alta y con una figura corporal bien definida, de ojos color rojo carmesí, que se mostraban impetuosos la mayoría del tiempo, su cabello era negro y bastante largo llegando hasta las piernas y lo llevaba suelto en un corte que se hacía más largo al frente, con algunos mechones cayendo en medio. Su piel era clara.
Su atuendo constaba de un vestido negro de manga sisa y minifalda que se encontraba ligada a un cinturón rojo junto a un protector que cubría solo la parte izquierda. Este también tenía un alto cuello gris adornado con rayas verticales, junto con una corbata roja, que llevaba una especie de botón plateado en la parte del nudo. Entre sus accesorios se encontraban un par de brazaletes protectores similares a un kote de kendō color rojo que cubrían sus antebrazos y la parte superior de sus manos, además de calzar un par de botas color negro.
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Miembro del Inazuma Bugeicho
Lugarteniente.
Akame Kirigiri
(Akame de Akame ga Kill!)
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La otra persona, presumiblemente su guardaespaldas como asistente, se veía muy similar a la primera mujerer, era una chica de baja estatura, de pelo negro corto y ojos negros. Ella vestía un uniforme de marinero negro el cual llegaba hasta su ombligo y llevaba un cinturón rojo que tiene una cubierta de faldón lateral rojo como la primera chica. Ella también llevaba guantes rojos como la primera pelinegra. Ella mantenía su katana con ella en todo momento y en su parte inferior lleva ba una falda negra, unas medias negras largas y zapatos negros.
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Miembro del Inazuma Bugeicho
Guardaespaldas de Candy
Kurome Kirigiri
Hermana menor de Akame
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Akame quien se llamaba la pelinegra de ojos rojos ocupaba una pequeña silla de madera mientras que a su derecha estaba Kurome quien estaba solamente de pie mientras que detrás de ella estaba un estandarte negro y grabado en él estaba un rombo de color dorado con la cabeza de un león dentro, era el símbolo del Inazuma Bugeicho.
Los demás 30 o 32 miembros del grupo rondaban entre los 12 y 17 años, todos ellos de familias humildes o meramente ronin (Huérfanos o sin familia).
-¿Y Candy-dono?- Preguntó uno de los tantos asistentes al lugar.
-Ella está fuera de la ciudad- Aclaró la mayor de las Kirigiri- de hecho, una nueva nakama llegó pero sabiendo cómo es Heichou, la llevó fuera de la capital para explotar sus capacidades y habilidades. Por lo tanto, me dejó a mí y a mi hermanita el mando del grupo hasta que ella regrese con la nueva nakama.
-¿Cuál es la nueva?
-Candy-dono nos ordenó reservar su identidad pero si sabemos que ella es de esta ciudad, Inazuma.
Un rato de silencio invadió el lugar mientras la joven de ojos rojos se aclaró la garganta y comenzó la reunión.
-Nakamas... -dijo Akame paseando sus miradas por la reunión- Estamos reunidas 35 personas, entre chicos y chicas. Se suponía que somos en total 47. Pero cualesquiera que sean las causas por que nuestros restantes doce amigos nos abandonan, no hagamos a ninguno la ofensa de creerlo traidor, y no abriguemos el menor recelo sobre su secreto. Treinta y tres nombres fueron elegidos por Candy-dono. Cada uno recibió su aviso anticipado para concurrir a esta casa en esta noche, y yo sé bien, señores, quiénes son los hombres con cuyo honor puede contarse en Edo y sus 888 distritos.
-...
-Ahora dos palabras más para inspirarles la más completa confianza en esta casa. Sorprendidos en ella por los asesinos del bakufu, nuestra sentencia estaría pronunciada en el acto. Pero si la reina Yoshimune y Ooka Echizen tienen la fuerza, nosotros, el Inazuma Bugeicho tenemos la astucia y la previsión. En la puerta de la calle están Sayaka Miki, buena amiga y Kyoko Sakura, lancera de cruzado corazón. En la ventana que da al cuarto continuo, está Kyoya Tategami, de cuya fidelidad tenemos todos repetidas pruebas; y últimamente, sobre la azotea está Sumi Sakurasawa, una persona de mi más completa confianza, y cuyo poco valor es nuestra mejor garantía, pues si el miedo le impidiese hablar, no le impediría hacer temblar el techo de esta sala con sus carreras: es de una tantas amistades de nuestro amiga, Chizuru Ichihara, o como le decimos, Chorizo, amistad desde nuestros inicios y de casi todos nosotros. ¿Están satisfechos?
-El exordio ha sido un poco largo, pero en fin, ya se acabó, y no creo que haya nadie aquí que después de haberle oído no se crea tan seguro como si se hallase en algún bonito lugar fuera de la capital -dijo una joven pelirrosa de ojos azules como entre la más baja del grupo. Era Matsuri Mizusawa, miembro del Inazuma Bugeicho.
-Mi hermana y yo conocemos la tierra en que aramos, mi querido demonio rosa- dijo Kurome, la menor Kirigiri- yo sé que ninguno de ustedes está tranquilo por temor a que la bugyo del sur nos pise los talones y sé además que mi hermana es la responsable de cuanto pueda sucederles.
-Ahora, vamos al objeto de nuestra reunión.
-¡OH!- Asintieron los demás sicarios a lo que la joven comenzó a leer lo que tenía en su móvil.
(...)
Eran las diez y media de la noche cuando el grupo de más de treinta personas fueron solamente usando capas oscuras hasta las rodillas y sombreros redondos casi como tapas, vestimenta asociada a las pandillas yakuza. Varias de esas personas portaban lanzas, otras llevaban sus faroles eléctricos con los kanji 稲妻 en vertical y hasta uno de ellos llevaba una bandera negra con la cara de un león y debajo de ella la inscripción 江戸の金獅子
Unos ojos rojos como la sangre brillaban del líder de la comitiva mientras de repente unas gotas lentamente caían al suelo seguido de un retumbe de las nubes negras que parecían estar amontonándose para dar rienda a rugidos y truenos y por supuesto, una fiera lluvia que mojaba las calles de toda Ciudad Inazuma.
Los Leones Dorados de Edo hacían su acto de presencia y a paso digno contra el mal que asechaba en uno que otro lado de la ciudad.
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En alguna calle de Ciudad Inazuma
Eran entre las diez y diez con media de la noche cuando Nico había llegado a una de tantas calles ya que estaba trabajando todo el día en la reconstrucción de la escuela, de hecho, antes de esta semana o en la siguiente los trabajos iban a terminar por lo que como buena hikeshi que era ahora debía ir al bar de Runo o mínimamente tomar un trago pero en eso se topó con Rex y Zoe, los cuales llevaban sacos o chaquetas junto con Ace y Paris, respectivamente.
-Rex, Zoe, ¿Qué hacen por aquí a esas horas?
-Ah, Nikogoro- Dijo el rubio del trío jurásico- ¿No has visto a Gabu o a Max?
-¿Gabu y Max? ¿Luego que pasó?
-Justo nos fuimos a dormir cuando Gabu de pronto comenzó a oler algo y salió corriendo de la casa y Max salió como loco tras él. Por eso los estamos buscando por toda la ciudad para dar con esos dos.
La líder hikeshi negó con la cabeza.
-Para serte sincera, recién estoy de paso para ir a tomar un trago. Lo siento, Rex.
-Por cierto, Nikogoro- Se le acercó Zoe mientras su pharasaurolopus no se despegaba de ella- ¿Sabes como está Gouenji?
-Ah, Shuuya. Él ya está bien aunque me dio tristeza al mirarlo en el hospital de Tardes. Lamenta no estar con Endo y los demás pero muy agradecido por ellos y con ustedes con el apoyo que le dan y a Yuuka. Aunque también estoy pensativa ya que me pidió que lo enrolara en mi grupo y de eso hablé con Shinichi y bueno...
-¡¿Qué?! ¡¿Gouenji será un bombero?!- La joven con tan solo imaginar al delantero de fuego sin camiseta, con su cuerpo tostado y bien trabajado, no evitó emocionarse aunque la mayor como el otro chico no evitaron incomodarse- ¡Dios mío, pero que emoción!
-Sabes muy bien que no lo será por siempre, recuerda que tiene compromisos con el club de fútbol- Comentó la pelinegra.
-¿Y luego por qué se une a tu grupo?- Preguntó Rex seguido de su carnotauro.
-Es porque su padre es médico y quiere de alguna manera aportar en el grupo haciendo lo mismo.
-Ya veo- Sonrió el chico rubio- Ahora entiendo porque Endo nos comentó esta mañana que Gouenji se lamenta no poder proteger a los ancianos y niños del barrio aunque esté hecho polvo. Eso es bueno, al menos tendrán a alguien que atienda a tus hombres.
-Shuuya siempre ha sido así- La mujer loli calló por unos segundos- Rex, ¿Recuerdas cuando discutí con Kochiyama?
-Claro, ¿Por qué?
-Inazuma-san siempre dice: "Es una locura oponerse a los bomberos de Tamakinokami". Cuando la escucho no puedo contener mi enojo. ¿Saben algo, chicos? Cuando llegue el momento, lo haré.
-¿Hacer que cosa, Nikogoro?- Preguntó la fémina de la dinopandilla.
-¿Qué no es obvio, Zoe?- La mujer miraba al cielo mientras sus ojos carmesí brillaban ardientes junto a una mirada de total determinación- La próxima vez que haya un incendio, iré directo a él y lo apagaré con mi cuerpo.
-¿Qué dices?- Los dos chicos quedaron estupefactos comenzando por Zoe con quien tenía buena amistad- Pero, Nikogoro, si haces eso lo único que ganarás es...
-¡Eso nunca!- Le cortó- ¡No llevo diez años trabajando al margen de todo como bombero por gusto!
-Puede que tengas razón, Nikogoro, pero…- En eso Rex se detuvo notando algo extraño en su carnotauro- ¿Qué pasa Ace?
El dinosaurio comenzó a alejarse del grupo mientras parecía detectar algo.
-Rex, ¿Qué le pasa a Ace?
-Suele ser así cuando huele la carne sobretodo si es frita pero casi todos los establecimientos están cerrados.
-¿Paris?- Ahora era la pharasaulophus la cual comenzaba a caminar hasta que comenzó a pararse de sus patas traseras y se ponía a gritar como si de repente pasaba algo- ¿Qué te pasa?
Los dos pequeños dinosaurios se echaron a correr mientras sus dueños y la mujer los estaba acompañando se pusieron a correr detrás de ellos, sin saber que les pasaba.
-¡Ace, Paris, esperen!- Gritaban los dos chicos mientras Nikogoro comenzaba a sentir una extraña corazonada.
A la par que los jóvenes y la mujer se ponían a correr, gotas de lluvia comenzaban a caer lentamente sobre la ciudad aunque por ahora era una pequeña mezcla de lluvia y viento a lo que la gente llama brisando. Por alguna extraña razón, Nico sentía que algo estaba pasando para que los dinosaurios actuaran de esa manera.
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Tienda Shiranui
En la tienda donde vivía la pandilla Shiranui, Denkichi y sus demás hombres estaban listos para efectuar sus fechorías mientras Toragoro estaba usando unas ropas tácticas de bombero, la cual era un conjunto impermeable de color rojo con franjas amarillas en los brazos y cintura, vendas en el tobillo y zapatos-chancla negros y un casco de bombero dorado con el número de unidad inscrito.
El hijo menor miró la hora mientras a la distancia comenzaban a sonar las campana de la ciudad.
-Las diez de la noche... Las campanadas llegan justo a tiempo.
-Finalmente uno de los Kagatobi dará con uno de esos sujetos de la pandilla Alpha y robará su carta y su aparato para así provocar el incendio hacia la casa de Endo.
-Exacto, por cierto, no ha llegado Megu.
-Seguramente se está encargando de matar a esa maldita Shino Tokuda, a Nikogoro o a cualquiera para facilitarnos más las cosas. Ya verás que cuando ocurra el desorden por el incendio, ella nos ayudará, y eso que dio su palabra. Tú no te preocupes, hijo.
-De acuerdo...- Los ojos azules del joven delincuente miraban a los oscuros de su madre- Cuídate, mamá.
-Tú también, Denkichi...
La mujer salió del lugar a eso de las diez de la noche mientras Denkichi y los demás esperaban salir en treinta minutos o en una hora en caso de que el incendio se llegara a mayores para así, junto con los Kagatobi iniciar una masacre y robos en toda la manzana en donde habitaba Satoru Endo, en eso el reloj comenzaba a hacer su clic clac al paso de los segundos como si a partir de ahora se definiera todo.
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Mientras a una distancia muy grande, en medio de la tienda Shiranui como en medio de la manzana donde vivía Endo, un pequeño triceratops estaba corriendo a todo galope mientras a la distancia estaba un chico con sombrero de cuernitos que brillaban en la oscuridad.
-¡Gabu! ¡¿A dónde vas?! ¡Gabu!
En eso los dos jóvenes se detuvieron al ver que un grupo de personas encapuchadas con capas y sombreros anchos en forma de tapa estaban caminando, llevando lanzas, horquillas, escaleras, bastones grandes de bambú y hasta puertas grandes. Comúnmente eran las fuerzas de policía pero por las lámparas eléctricas y la bandera negra con cara de león daban a entender que eran...
-Inazuma Bugeicho...- El chico en menos de nada atrapó a su pequeño amigo con tal de no causar problemas a los denominados Leones Dorados de Edo. El animal no podía evitarse sentir ansioso debido a su olfato pero los brazos de su dueño lo tomaban muy fuerte- Gabu, no te muevas... No hagas nada...
Max y Gabu quedaron en silencio cuando la persona que estaba a la cabeza del grupo, posiblemente su líder, se quitó el sombrero y su capa dando con una chica alta de ojos rojos que brillaban siniestramente pero lo raro es que estaba usando las ropas tácticas de los Nikogumi, chaqueta negra impermeable con los brazos y cinturas coloreadas de rojo y el hiragana にこ en vertical y sobre la espalda.
La mujer ordenó a toda la comitiva dividirse en tres, dos grupos de entre diez u once personas fueron hacia los lados de la tienda como a las afueras de ésta mientras el grupo que quedaba decidía entrar en la casa para dar rienda suelta a su plan: Exterminar otro grupo yakuza que ensuciaba la tranquilidad en Edo.
Eran las once de la noche...
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Mientras con Rex y Zoe...
Los tres jóvenes estaban corriendo a toda carrera mientras perseguían a Ace y París, juraban que habían corrido buena parte de Ciudad Inazuma hasta que dieron con lo que parecía ser un grupo de personas las cuales estaban vestidas de bomberos, uniformados de rojo de cuerpo completo y cascos que les cubría todo el rostro. Y como punto final tenían en la espalda unos tres kanjis escritos en la espalda.
加
賀
鳶
(Kagatobi)
En eso, los dos muchachos se escondieron en un callejón oscuro por temor a que ese grupo de personas eran en sí un grupo yakuza o en el peor de los casos, una banda de ladrones. Los dos muchachos estando en la oscuridad solamente estaban sentados contra la pared mientras escuchaban la conversación de varios de los bomberos.
Todo se hacía más perceptible por instantes; entendiéndose al fin clara y distintamente la voz de dos bomberos.
-Oye- dice uno de ellos, a diez o doce pasos del callejón donde estaban el par de chicos- Antes de prender el fuego, quiero ver cuanto nos pagaron.
-¿Ahora te pones a contar la plata antes de hacer el trabajo?
-Es para saber si nos pagaron bien como dijeron.
-De acuerdo, haz lo que quieras pero yo no quiero hacer eso.
-¿Que no quieres?
-Con solo prender el fuego, usar esas cartas y el aparato raro que tenemos es suficiente. No quiero hacer cosas como matar y violar, con solo llevarme algo bueno para empeñar es suficiente.
-¿Carta? ¿Aparato?- El muchacho rubio quedó extrañado al escuchar eso último.
-Rex...
Los dos jovenes quedaron algo pensativos como callados al escuchar parte importante de la conversación de los Kagatobi.
-Zoe, creo que esos tipos vestidos de bomberos tienen una carta de dinosaurio y un dino lector.
-¿Eso crees?- La pelirrosa palideció- ¿Crees que le hicieron algo a Max?
-No lo creo- Negó el rubio- La piedra que tiene el lector de Max es de elemento electrico por lo que creo que esos sujetos tienen a un dinosaurio de elemento fuego, yo diría que hasta tienen una carta de movimiento.
-Dinosaurio con poderes de fuego- Zoe quedó pensativa por segundos- ¿Crees que la pandilla esté aliada con esos yakuza? El único dinosaurio activo y que tiene poderes de fuego es Terry.
-No lo creo tampoco, Zander y Ed desde que los azotaron en la comisaría no han salido del hospital y de la ancianita quien sabe.
-Ya que lo dices, ¿Cómo estará? Suele ir en ocasiones con Nikogoro y las demás a beber.
-Dejando eso de lado, esos sujetos tienen un dinosaurio y un aparato en su poder.
-¡¿En serio?!- Una voz de indignación se hizo escuchar haciendo que los jovenes y sus dinos se llevaran un susto- ¡¿30 mil ryus por un incendio?! ¡Esto es una mierda y de lo peor!
-Sabes, tienes razón, a mi me pagaron mucho menos, imagina...
-¿20 mil?
-10 mil ryus
En eso se sumaron más voces y por supuesto más reacciones de indignación dando a entender que el pago para perpetuar el siniestro era bastante paupérrimo.
-¡Esa vieja hija de puta! ¡Yo creía que sería más para cada uno!
-Amigos, ¿Que tenemos que hacer exactamente?
-Pues probar esa carta con ese dinosaurio de color rojo y ese aparato.
-¿Que no debíamos ir a la casa de Endo?
-¡Claro que vamos a quemar la casa de Endo! Pero por ahora debemos probar ese bebé.
-Chicos, ¿Y si nos ve alguien y nos delata? No quiero ir a Tenmacho.
-¡Nada de eso, amigo! Nosotros somos mandados; y cuando veamos las cosas mal, nos pasaremos; entretanto yo me he de hacer matar por la señorita Mamimi, y por eso soy de la gente de confianza de los Kiyashiki.
-¡Fíate mucho! ¡Que nos eche de menos luego, y verás tú y yo lo que nos pasa!
-Bien, ¿Entonces vamos a hacerlo o no?
-Que sea rápido ya que tenemos trabajo que hacer.
-De acuerdo... ¿Alguien me diga como rayos se usa esa cosa?
-¿Saben qué? Me largo, primero nos pagan una mierda y ahora nos dan un aparatejo que ni sabemos como funciona. No voy a perder el tiempo haciendo algo que no vale la pena, ahí se ven.
-Bueno -dice éste-, ándate nomás, yo voy a probar eso y cuando incendiemos a Endo me llevaré buenas cosas. Luego no te lamentes mañana de que no te llevaste nada ni para empeñar.
-Si todo sale bien esta noche, mañana te iremos a buscar de madrugada para que nos vayamos a donde doña Toragoro.
-Entonces, hasta mañana -dijo aquel bombero que se quejó de su mal pago y luego de eso sonó el sonido de una moto dando a entender que se había ido rápidamente a su casa.
Rex y Zoe trataban de salir por el callejón para indagar más de cerca pero se quedaron en el callejón ya que vieron pasar a otros sujetos usando la misma indumentaria de bomberos. Ya llevaban algunos minutos en el callejón aunque para ellos era una especie de tiempo de condena y con la incertidumbre acerca de lo que portaban para realizar el dichoso incendio.
-¿Y eso?
-Es el aparato que me robé de esa mujer de cabello verde.
-¿La anciana que golpeamos hace un rato?
Rex y Zoe quedaron en shock al escuchar al Kagatobi dando a entender que el lector que usaban era de Úrsula y para colmo de males, fue robada... Esperaban que a la pobre mujer no la hayan hecho llegar a mayores, aunque la pelirrosa sintió una pequeña punzada en su ser.
-¿Y esas cartas?
-Venían con esa cosa.
-¿Qué hace o qué?
-Pues doña Toragoro dijo de unos sujetos que tenían unos aparatejos que nos ayudarían en el incendio pero no nos dijo como se usa.
-Chicos, ¿Saben que hora es? Desde hace rato que debíamos estar haciendo el trabajo.
-Pues ya que lo dices como qué...
-Vamos a ver en mi reloj
-¿Que es esa mierda?
-Ha, se la robé del anciano que matamos en el trabajo anterior. Ya saben.
-Ah, el vejete que matamos cuando incendiamos la escuela, ¿No?
-Exacto... Mira esa preciosura...
-¡Jajajaja! ¡Es de oro el reloj! -dijo a modo de asombro el Kagatobi
-Dime, es cierto que tú y tus compañeros de escuadrón se enfrentaron al viejo, ¿No es así?
-Sí, nos enfrentamos al anciano pero aproveché para llevarme ese bebé. Estaba guardado en una caja y menos mal que nadie me vio sacarlo. Eso sí, la plata que me den por él no la parto con ninguno.
-¿Y funciona?
-Claro, funciona como nunca... ¡Y está andando!
-¿Y ya sabes que hora es?
-Ah, esto... No lo sé... no sé cómo se sabe la hora...
-Ha, típica cosa bonita que es porquería al final.
-Como sea... La hora que yo sé es que serán las once, y que...
-¡SERÁ LA ÚLTIMA HORA DE SUS VIDAS, CRIMINALES!- Exclamó una voz que hizo que todos los bomberos Kagatobi quedaran absortos y viendo a todos lados buscando a la persona quien les gritó.
-¿Quien dijo eso? ¿Quién eres?
Un agudo silbato se oyó a la distancia seguido de un tropel de personas que iban coreando "Goyo, goyo, goyo, goyo" y como si la providencia había escuchado las plegarias silenciosas de la tierra, de repente, un joven de gafas de natación y envuelto con una capa roja estaba haciendo acto de presencia junto con un peliplata moreno de cabellera larga y parche en un ojo, un castaño de cabellos elevados y una joven peliazul con anteojos rojos sobre su cabeza.
Detrás de los cuatro personajes estaban cuatro personas vestidas de táctico negro pero con sus rostros descubiertos, un peliazul de fina como remarcable belleza, un peliverde alto flaco, un pelinegro de ojos verdes y una pelirroja de cabello recogido.
Kido, el yoriki de Ciudad Inazuma, su hermana menor la oficial Haruna conocida como Dobu, los ninjas Kazemaru y Domon, los leales Sukehachi y Osono y las dos figuras del instituto imperial estaban haciendo acto de presencia mientras detrás de ellos estaba un cuerpo de policía con lanzas horquillas y bastones de bambú y lámparas eléctricas con los kanjis 御用 en vertical y buena mayoría con juttes en mano listo para aprehender a los delincuentes que eran los nuevos bomberos de Ciudad Inazuma, los bomberos Kagatobi.
