NOTA: Este fic continúa la historia donde se quedó el final de la temprada 5. ¡MUCHO CUIDADO!, porque destripa mucha información importante acerca del final de la temporada. Si todavía no lo has visto, recomiendo mucho ver todos los capítulos emitidos hasta ahora, o bien esperar para leer este fic hasta que tengas toda la información necesaria para poder seguirlo sin perderte.
—Me alegro de verte, milady —dijo él.
Ladybug sonrió, secretamente sorprendida por la súbita calidez que aceleraba su corazón al volver a encontrarse con su compañero, después de tanto tiempo. Tenían muchas cosas que contarse, pero aquel no era el momento adecuado. Porque todos los héroes del Miraculous Team se habían presentado también a la cita. Eran en total dieciséis chicos y chicas a los que Ladybug les había entregado un prodigio, en un momento o en otro. Ahora todos ellos serían portadores permanentes, y así estarían listos para entrar en acción cuando fuera necesario.
No obstante, Ladybug albergaba la esperanza de que no hiciesen falta superhéroes en París durante mucho tiempo. Monarca había sido derrotado por fin, y todos los prodigios habían sido recuperados… salvo uno.
Cabía la posibilidad de que el broche de la mariposa hubiese sido encontrado por una persona corriente que no tuviese la menor intención de utilizarlo con malos propósitos. Pero Ladybug no podía estar segura, y por esta razón los había convocado a todos allí.
Les habló de la derrota de Monarca, repitiendo la misma mentira que había compartido con el resto del mundo: que Gabriel Agreste la había ayudado a derrotar al supervillano y había muerto en el intento. Sintió en todo momento la mirada inquisitiva de Argos y Ryuko y se preguntó, preocupada, si ambos serían capaces de mantener el secreto de lo que realmente había sucedido… por el bien de Adrián. Kagami probablemente sí, aunque detestase las mentiras, pero Ladybug tenía sus dudas con respecto a Félix. ¿Y si él consideraba que su primo merecía conocer la verdad, por encima de todo? Ladybug sabía que Félix le había dado un voto de confianza, porque ella había recuperado los anillos gemelos de los Agreste y se los había entregado a Adrián. Félix comprendía que Ladybug… Marinette… solo quería lo mejor para él. Que, si hacía todo aquello, si había mentido al mundo entero sobre la auténtica naturaleza de Gabriel Agreste, se debía a que, por encima de todo, deseaba que Adrián fuese feliz.
Por un momento se preguntó cuánto tiempo podría sostener aquella farsa. Porque Ladybug no era la única que conocía la verdad. También lo sabían Félix, Kagami, Nathalie… y los kwamis.
Se le ocurrió de pronto que probablemente Plagg sí se lo habría contado todo a Cat Noir, y se volvió para mirar a su compañero con curiosidad. Pero él no parecía extrañado ante las palabras de la superheroína.
—Aunque hemos vencido a Monarca —concluyó ella por fin—, aún no hemos podido recuperar el prodigio de la mariposa. No sabemos dónde está, ni si ha caído en manos de alguna persona que pueda utilizarlo con malas intenciones. Probablemente no sea el caso, pero de todas maneras…
—…Debemos estar preparados —asintió Bunnyx.
Y Ladybug cayó en la cuenta de que también tenía que incluirla a ella en la lista de personas que sabían la verdad acerca de lo que había pasado… y de lo que estaba por pasar. Se removió, inquieta. ¿Cuánto tiempo sería capaz de mantener a Adrián en el interior de su burbuja de felicidad, antes de que alguien la hiciese estallar?
Concluyeron la reunión, no obstante, sin que nadie cuestionase la versión oficial acerca del final de Monarca. Después patrullaron la ciudad por los tejados, todos juntos, para que los parisinos comprendiesen que los héroes habían regresado y estarían velando por su seguridad, ahora y siempre. Todo el mundo los vitoreaba al pasar, y Ladybug y Cat Noir cruzaron una mirada sonriente. Sin duda, una nueva era acaba de empezar.
Pero Ladybug echaba de menos los viejos tiempos, en cierto modo. No porque hubiesen sido mejores, sino porque cada batalla, cada decepción, cada golpe… había supuesto un peldaño más de la larga escalera que había tenido que ascender para llegar hasta donde estaba. Y a lo largo de aquel camino… a su lado siempre había estado Cat Noir.
Por esta razón, cuando todos se despidieron y se marcharon a su casa, Ladybug sintió que le faltaba algo. Y al caer la noche, cuando la luna y las estrellas ya iluminaban los cielos sobre París, volvió a transformarse para salir a patrullar.
Se detuvo en el mismo lugar donde ella y Cat Noir habían pasado tantas horas conversando, contemplando la Torre Eiffel iluminada. Hacía varias semanas que no se reunían allí, y lo cierto era que lo había echado de menos. De modo que se sentó, con los pies colgando sobre el vacío, esperando…
¿A qué? Sonrió para sí misma. «Qué tonta soy», pensó. Después de todo, no había acordado con Cat Noir que se encontrarían allí. Era cierto que llevaban todo el verano sin verse, pero los dos tenían su propia vida fuera de la máscara y, por primera vez desde que habían obtenido los prodigios, neutralizada ya la amenaza de Monarca, eran libres para vivirla al máximo. Así que ¿por qué razón querría Cat Noir…?
—Buenas noches, milady —oyó entonces tras ella.
Ladybug sonrió.
—Buenas noches, gatito —respondió.
Él se sentó ágilmente a su lado. Los dos cruzaron una mirada repleta de cariño, pero después de eso permanecieron un rato en silencio, sin saber cómo iniciar la conversación.
—Bueno, y… ¿qué tal el verano? —empezó él.
—Muy bien —respondió ella, animada—. Muy ocupada, en realidad.
Había estado muy pendiente de Adrián durante aquellas semanas, porque la vida del chico había dado un vuelco radical. Tras la muerte de su madre, un par de años atrás, ahora debía afrontar también la pérdida de su padre. Por fortuna, Nathalie se había recuperado por completo de su misteriosa enfermedad, y había estado más que dispuesta a seguir cuidando de él, e incluso a adoptarlo. Su tía Amélie y su primo Félix habían pasado el verano con ellos, en la mansión Agreste, para arropar a Adrián en todo lo que pudiesen. Y sus amigos también habían estado a su lado.
Félix y su madre, no obstante, habían regresado a Londres aquella misma tarde, porque el curso escolar comenzaría ya muy pronto en Inglaterra.
Marinette, Adrián y sus amigos lo iniciarían justo al día siguiente. Y ella esperaba que el comienzo de una nueva etapa, en una escuela diferente, ayudase a su novio a distraerse de todo lo que había sucedido en su vida en los últimos tiempos.
—Claro, has tenido que reconstruir todos los prodigios —recordó entonces Cat Noir—. Y has hecho un gran trabajo: son exactamente como eran antes.
Sí, esa era otra de las cosas en las que había estado trabajando aquel verano, pensó Ladybug con un suspiro. Sin duda había estado ocupada.
—Bueno, no exactamente —precisó—. Los anteriores eran joyas fabricadas con buenos metales y piedras preciosas. Los míos son… bisutería hecha de alambre, cristales, y piedras de colores, básicamente.
Cat Noir se encogió de hombros.
—Es el diseño lo que importa. Y el poder que conceden.
—Eso es verdad —admitió ella.
Permanecieron otro instante en silencio. Entonces Cat Noir se aclaró la garganta y dijo:
—Ladybug, yo… siento no haber estado a tu lado durante la batalla contra Monarca.
—No pasa nada —sonrió ella—. Sin ti no habría llegado hasta allí, en primer lugar. Como en una carrera de relevos, ¿sabes? El atleta que cruza la meta no es el único vencedor en el equipo.
Él sonrió también, un poco más animado.
—Visto así…
—Plagg me dijo que habías caído víctima de las pesadillas…
—Sí. —Cat Noir se estremeció—. Pesadillas en las que no lograba controlar mi poder y lo destruía todo a mi alrededor. Incluso a ti —añadió en voz baja. Ladybug lo miró con sorpresa, porque aquella «pesadilla» le resultaba escalofriantemente familiar—. Sabía que solo era un mal sueño, pero me sentía demasiado alterado como para resultar útil —continuó él—. Y corría el riesgo de ser akumatizado. Por eso decidí que sería mejor que cedieses mi prodigio a otro. Porque yo no era lo bastante fuerte.
Había dejado caer los hombros, abatido, y Ladybug le tomó la mano con una sonrisa tranquilizadora.
—No hay nadie mejor que tú para ser portador del prodigio del gato, Cat Noir —le dijo con suavidad—. Precisamente porque eres consciente del gran poder que posee, y siempre lo vas a usar con responsabilidad, sin subestimar las consecuencias de utilizarlo sin control.
Cat Noir sonrió, más aliviado. Ladybug, sin embargo, se sintió conmovida al comprobar hasta qué punto los peores temores de su compañero coincidían con los suyos propios. Y se alegró de no haberle hablado nunca de Cat Blanc, de lo que había experimentado en aquel futuro de pesadilla. No lo había hecho por la misma razón por la que ocultaba a Adrián la verdad sobre Gabriel Agreste: para protegerlo de la angustia y el dolor que aquel conocimiento podía sembrar en su corazón.
Decidió en aquel momento que tampoco le contaría a su compañero que su cataclysm había estado a punto de matar a Monarca. Que, si no se hubiesen enfrentado aquel día, Gabriel Agreste habría acabado por morir en poco tiempo, poniendo fin al reinado de terror del mayor supervillano de París.
Que hubiese decidido utilizar los prodigios para salvar a Nathalie, sacrificándose a sí mismo por la ley del intercambio equivalente, era probablemente un final mucho mejor para todo aquel asunto. Pero no era esa la razón por la que Ladybug había accedido a contar a Adrián una versión alternativa de aquella historia.
Y tampoco era el motivo por el que jamás hablaría a Cat Noir de los estragos que su poder había causado en aquel hombre.
Mantendría el secreto únicamente para protegerlos a ambos —a Adrián, a Cat Noir— de una verdad demasiado dolorosa como para enfrentarse a ella.
—Es una suerte que el señor Agreste estuviese allí para ayudarte, en mi lugar —dijo entonces él, y Ladybug lo miró con cierta sorpresa—. ¿Qué? ¿He dicho algo malo?
—No, es que… ¿Plagg no te lo ha contado?
—Me dijo que fusionaste mi prodigio con el tuyo para vencer a Monarca, pero no dio más detalles. Me dio a entender que había sido una pelea muy complicada y prefería no hablar más de ello. Pero tú le contaste a Adrián Agreste… y a todo el mundo… que Gabriel Agreste estaba allí, y que se sacrificó para ayudarte a derrotar a Monarca… y que murió en el empeño, y tu poder no lo pudo reparar. —Le tembló ligeramente la voz cuando pronunció estas palabras, pero Ladybug no se dio cuenta, porque estaba meditando acerca de lo que podía decirle y lo que no—. ¿Ladybug? —insistió Cat Noir—. ¿Hay algo más… que deba saber?
Ella lo miró un momento, dubitativa. Después pensó que, si podía confiar aquel secreto a Félix, también Cat Noir podía conocerlo. Con mayor motivo, además.
—Las cosas… no sucedieron exactamente así —confesó por fin.
Él se quedó mirándola con fijeza.
—Nunca llegaste a explicar quién era Monarca en realidad —recordó—. Y tampoco me suena que contaras cómo murió, exactamente. Solo anunciaste que… había sido derrotado.
Ladybug suspiró.
—Monarca… y Hawk Moth, y todas las identidades que ha ido adoptando desde el principio…, era Gabriel Agreste, en realidad —le reveló.
Cat Noir no se movió. Se quedó un momento congelado en el sitio, como si le hubiesen echado un jarro de agua fría por la cabeza.
—¿Es… una broma? —preguntó por fin, con la boca seca—. Dijiste que Gabriel Agreste te había ayudado a derrotar a Monarca. Que era un héroe. Que…
—Sé lo que dije —cortó ella—. Y esto… no es una broma, sino una larga historia. Larga… y muy triste.
—¿Me la vas a contar, pues? —preguntó él con cierta aspereza.
—Claro que sí. Pero debes mantener el secreto, ¿de acuerdo? Tengo mis razones para haber mentido a todo el mundo. Y estoy segura de que, cuando las conozcas, tú también las entenderás.
Cat Noir inspiró hondo, pero no dijo nada. Ladybug clavó la mirada en la torre Eiffel mientras ordenaba sus pensamientos. Después comenzó:
—Gabriel Agreste perdió a su mujer hace un año o dos.
—Hace año y medio —corrigió Cat Noir a media voz.
—Durante un viaje al Tíbet, años atrás, había conseguido los prodigios de la mariposa y el pavo real, y también el libro de hechizos que había perdido el maestro Fu cuando era joven. Sabía de la existencia de los prodigios de la mariquita y el gato negro. Sabía que podían concederle cualquier deseo que albergara su corazón.
ȃl deseaba traer a su esposa de vuelta. Porque no soportaba la idea de perderla.
Cat Noir se estremeció, pero no dijo nada. Ladybug continuó.
—Seguramente Nooroo le advirtió de que, si pedía aquel deseo, otra persona tendría que morir en lugar de la señora Agreste. Pero a él no le importaba. Se obsesionó con obtener nuestros prodigios y todo lo demás…, su hijo, su carrera…, pasaron a un segundo plano para él.
—¡Pero estaba… cambiando! —cortó Cat Noir, angustiado—. Quiero decir… que, durante mucho tiempo, Gabriel Agreste se encerró en sí mismo, nunca salía de su casa… Pero en los últimos meses había vuelto a la vida pública. Había firmado un acuerdo con Industrias Tsurugi y lanzado los anillos Alliance…
Se interrumpió de pronto cuando su mente comenzó a atar cabos.
—Sí —asintió Ladybug, confirmando sus sospechas—. Y todo formaba parte de un plan para controlar a los usuarios de Alliance en todo el mundo. Esos anillos nunca fueron hackeados por Monarca. Fue el propio Monarca el que los diseñó para que hiciesen exactamente lo que hicieron.
Hubo un breve silencio, mientras Cat Noir trataba de digerir aquella información.
—Pero… ¿y la señora Tsurugi? —preguntó entonces—. ¿Estaba ella al tanto de todo esto o…?
—No lo sé —respondió Ladybug con sinceridad—. Quizá debería investigarlo pero, teniendo en cuenta que todo el mundo piensa que Gabriel Agreste fue un héroe…, no sé si sería lo más conveniente.
Tal vez pudiese interrogar discretamente a Félix al respecto, pensó. Pero le preocupaba hacer preguntas impertinentes que pudiesen molestar a Kagami.
—¿Cómo descubriste que era él? —preguntó Cat Noir en voz baja.
—Félix me lo dijo —confesó ella—. Hace ya tiempo que sabía quién era Monarca, pero utilizó esa información para sus propios propósitos… hasta que Kagami lo convenció para que la compartiera conmigo.
Los dos le habían revelado muchas más cosas acerca de la trágica historia de los Agreste, pero Ladybug no estaba segura de que debiera compartirlas con su compañero. No porque no confiase en él, sino porque era información demasiado personal acerca de Félix… y de Adrián. Y no le correspondía a ella difundirla.
—Si todo esto es verdad —dijo entonces Cat Noir, despacio—, ¿por qué contaste una historia diferente?
Ladybug suspiró de nuevo.
—Cuando llegué a la casa de los Agreste —rememoró—, me encontré allí con Nathalie. ¿La conoces? La asistente de Gabriel…
—Sí —respondió él en voz baja.
—Estaba muy enferma. Me pidió que detuviera a Monarca…
—Espera. Ella… ¿lo sabía?
—Sí. Ella, de hecho…, fue Mayura.
Se detuvo un momento, preguntándose si debía contar a Cat Noir que Nathalie había enfermado tras usar el prodigio del pavo real, que estaba roto. Decidió que mantendría en secreto aquella información, por ahora. Porque ella sabía por Adrián que la dolencia de Nathalie había sido muy similar a la de la madre del chico, y por tanto había deducido que la señora Agreste había fallecido por la misma razón. Y ahora que sabía lo que sabía acerca del origen de Adrián, no resultaba muy difícil sumar dos y dos.
No; por la seguridad de Adrián, nadie debía conocer su origen jamás. Nadie debía siquiera sospechar que existía en alguna parte un objeto con el cual podría controlar la voluntad de Adrián Agreste… o, incluso, acabar con su vida.
Se estremeció. Sacudió la cabeza y trató de volver a centrarse, sin darse cuenta de que, a su lado, Cat Noir temblaba, impactado por todos los secretos que le estaba revelando.
—Nathalie ayudó a Gabriel al principio, como Mayura —prosiguió—, porque pensaba que lo hacía por una buena causa: para recuperar a su esposa, para que los Agreste volviesen a ser una familia… y para que Adrián, que echaba mucho de menos a su madre, no estuviese solo. Pero dejó de hacerlo al darse cuenta de hasta dónde llegaba la obsesión de Gabriel. Fue entonces, supongo, cuando Hawk Moth se convirtió en Shadow Moth.
—Y porque Nathalie cayó enferma —apuntó Cat Noir.
Centrada en su historia, a Ladybug no le llamó la atención que él conociese aquellos detalles con tanta precisión.
—Probablemente —asintió—. Pero el caso es que decidió permanecer junto a los Agreste para proteger a Adrián.
—¿Para… proteger a Adrián?
—De su padre —aclaró Ladybug—, que cada día estaba más y más obsesionado con conseguir nuestros prodigios. Gabriel trataba de mantener a su hijo al margen de todo esto a su manera. Aislándolo del resto del mundo, enviándolo lejos… Y, si no hubiese sido por Nathalie, probablemente se habría salido con la suya en ese sentido hace mucho tiempo.
Cat Noir no dijo nada. Ladybug continuó:
—Nathalie me advirtió sobre los planes de Monarca. Me pidió que lo detuviera a cualquier precio. Que eso era lo que habría querido su esposa. La madre de Adrián, quiero decir.
—¿La… madre de Adrián?
—Nathalie tenía en su teléfono un vídeo en el que la señora Agreste le suplicaba que convenciese a Gabriel de que aceptara su pérdida cuando ella ya no estuviese. Que no intentase traerla de vuelta. Que Adrián estaría bien sin ella, siempre que tuviese a su lado a Nathalie y a su padre. —Se le quebró la voz y tuvo que aclararse la garganta para continuar. A su lado, Cat Noir se secó una lágrima indiscreta. Seguía temblando, pero Ladybug, inmersa en sus recuerdos, no se dio cuenta—. Me dio el teléfono, supongo que para que tratara de hacer cambiar de opinión a Gabriel, y después…
—¿Después…?
—Después… el mundo se volvió loco, la mansión se llenó de gente akumatizada… o miraculizada, o lo que quiera que les hiciesen esos anillos. Y entonces llegó Plagg, y Monarca me descubrió, así que fusioné nuestros dos prodigios, y luchamos… —Sacudió la cabeza—. Fue todo muy confuso. Pero pude derrotarlo, y entonces… entonces traté de hacer lo que me había pedido Nathalie. Intenté convencerlo de que se rindiese, de que olvidase todo el asunto de los prodigios y se centrase en su familia, en Adrián… Le mostré la grabación de su esposa…
—¿Y qué… qué te dijo?
—Por un momento, pareció que me escuchaba. —Los hombros de Ladybug se hundieron con abatimiento al evocar aquel momento—. Pero entonces se aprovechó de que yo realmente le había creído… y me arrebató los prodigios.
Cat Noir la contemplaba con los ojos muy abiertos, pero ella, incapaz de sostener su mirada, mantuvo su vista fija en la torre Eiffel.
—Y podríamos haber perdido en aquel mismo instante, porque fui lo bastante ingenua como para confiar en él. Porque ya no era simplemente Monarca, sino… una persona con nombre y apellidos. Una persona a la que conocía.
Se preguntó por un momento si no estaba dando demasiadas pistas sobre su identidad. Después pensó que, de todas formas, todo el mundo conocía a Gabriel Agreste. Y por último se le ocurrió que, ahora que su enemigo había sido derrotado, no tenía ningún sentido que ellos dos mantuviesen sus identidades en secreto. Se encogió de hombros.
—Pero todo lo que le dije sí que sirvió de algo, en realidad —concluyó, un poco más animada—. Porque Gabriel sí cambió de idea acerca de su deseo, después de todo.
—¿No… lo formuló?
—No, sí que lo hizo. Pero no pidió que su esposa volviese a la vida, sino… la curación de Nathalie. Y no ofreció a cambio la vida de cualquier otra persona, sino… la suya propia. —Cat Noir no dijo nada, al principio, y ella prosiguió—: Adrián está muy encariñado con Nathalie, y para ella ya no había solución posible. Así que el señor Agreste se sacrificó para que su hijo no la perdiera a ella también.
—Pero… ¿no pensó en lo que supondría para Adrián… perder a su padre, además de su madre?
—Creo que Gabriel era consciente de que no había sido un buen padre para Adrián, al menos en los últimos tiempos —respondió Ladybug con delicadeza—. Obsesionado con los prodigios, se había vuelto severo y distante. —«Y cruel y manipulador también», añadió para sí misma. Pero no lo dijo en voz alta—. Creo que pensó que, si utilizaba su deseo para salvar a Nathalie, compensaría en cierto modo todo esto. —En realidad, Ladybug estaba bastante segura de que todo lo que había hecho Gabriel, lo había hecho por su esposa, y no por su hijo. Incluyendo el hecho de haberse sacrificado por Nathalie. Porque era lo que Émilie habría querido. Porque él no soportaba la idea de cumplir su última voluntad y seguir vivo sin ella—. De hecho, justo antes de pedir su deseo, me pidió que hiciera todo lo posible para que Adrián solo recordase las cosas buenas, y no todo lo malo que había hecho.
»Y por eso conté a todo el mundo que había sido un héroe —concluyó en voz baja—. Para que Adrián no cargase sobre sus hombros el peso de la verdad. Porque por fin tenía una oportunidad de ser feliz… libre, junto a Nathalie y sus amigos… y yo no quería estropear eso.
Se volvió por fin hacia Cat Noir. Él se había quedado mirándola fijamente, muy pálido.
—De modo que has… mentido a todo el mundo… ¿por Adrián Agreste? —dijo con lentitud.
Ladybug se ruborizó un poco.
—Sí —respondió, un poco a la defensiva—. Después de todo, Gabriel ya no está, y ya no puede hacer daño a nadie. —Cat Noir sacudió la cabeza con incredulidad—. ¿Te imaginas lo que sería la vida de Adrián si llegara a saberse? Él es famoso, su padre también lo fue. Y Nathalie… la única persona que le queda… sería juzgada como cómplice de Monarca. Si yo perdiese a mi padre —prosiguió, desesperada por hacerle comprender su punto de vista—, me gustaría tener buenos recuerdos de él, y jamás descubrir que…
—¿Tu padre es un supervillano, Ladybug? —cortó él con sequedad.
—¡Por supuesto que no! Pero, si lo fuera en secreto… y si yo lo descubriera… —Se estremeció—. Todos nuestros recuerdos, todo lo que hemos pasado juntos… ya no sería lo mismo. No sé si conoces a Adrián…, personalmente, quiero decir. Pero es una buena persona. Y ha sufrido mucho por cosas que no dependían de él, y que no podía controlar. Merece tener la oportunidad de ser feliz. Nada de lo que ha hecho su padre… o Nathalie… es culpa suya. ¿Por qué debería sufrir las consecuencias?
Había defendido su punto de vista con pasión, y de pronto se dio cuenta de que Cat Noir seguía mirándola fijamente, aún perplejo.
—Todo el mundo piensa que Gabriel Agreste fue un héroe.
—Sí, pero…
—¡Le han dedicado una estatua en la plaza! —casi gritó él.
—¡Ya lo sé! ¿Crees que me gusta verla cada vez que paso por allí? Pero la alternativa era mucho peor. Me robó los prodigios, podría haber reconfigurado el universo entero si hubiese querido. Pero eligió sacrificarse para salvar a otra persona. Eso no lo convierte en un héroe ni borra todo lo malo que ha hecho, pero… las cosas no están tan mal ahora, ¿no crees? Hemos recuperado casi todos los prodigios, Monarca ya no es una amenaza, la señorita Bustier es la nueva alcaldesa de París. Todo el mundo se siente mucho más feliz ahora. Pero, si hubiese contado la verdad… habría arruinado la vida de Adrián para siempre. Él también… merece ser feliz, ¿sabes?
Cat Noir desvió la mirada, incapaz de responder a aquello.
—No sé si estuvo bien lo que hice —concluyó Ladybug, incómoda—. Pero a veces pienso que, si Gabriel no me hubiese robado los prodigios, si yo le hubiese vencido definitivamente entonces…, Nathalie estaría muerta.
«Y el propio Gabriel también», añadió para sí misma. Pero no lo dijo en voz alta, porque seguía decidida a ocultar a su compañero las consecuencias del cataclysm que había descargado accidentalmente sobre su enemigo tiempo atrás.
—Supongo que no fue una decisión fácil —admitió entonces Cat Noir, con suavidad—. Adrián Agreste tiene suerte de que te preocupes tanto por él. —Ladybug exhaló un suspiro de alivio, pero él no había terminado—. ¿No crees, sin embargo… que merece conocer la verdad? ¿Y saber… la clase de hombre que fue su padre?
Ladybug no contestó, porque no sabía qué decir. La respuesta obvia, «Pero yo no quiero que sufra», no tenía sentido si no le contaba también a Cat Noir que Adrián Agreste era su novio y la persona a la que más amaba en el mundo.
—No pasa nada —murmuró entonces él—. No puedo juzgarte, porque no estaba a tu lado para apoyarte cuando te enfrentaste a todo eso. No sé si, de haber luchado contra él los dos juntos… las cosas habrían sucedido de otra manera.
«De cualquier otra manera, habrías sido el responsable de la muerte de Gabriel Agreste», pensó ella con un estremecimiento. «Y tú tampoco mereces soportar esa carga sobre tus hombros, mi gatito».
Pero no dijo nada.
Cat Noir sacudió la cabeza.
—Le haremos frente a todo lo que esté por venir, como siempre —concluyó—. Y ¿qué hay del prodigio de la mariposa? ¿Es verdad que no lo has encontrado?
—Eso sí que es verdad. Cayó fuera de nuestro alcance durante la pelea, y después lo busqué… y ya no lo encontré.
Cat Noir frunció el ceño, pensativo.
—¿Quién se lo pudo haber llevado? ¿Nathalie, tal vez?
—No, ella no estaba en condiciones de levantarse de la cama en esos momentos. Y en la mansión estábamos nosotros solos, creo. A Adrián lo habían enviado a Londres. Mi teoría es que el prodigio debió de llevárselo alguna de las personas miraculizadas que entraron en la casa a buscarme. Quizá lo encontró por casualidad cuando todo volvió a la normalidad y se lo llevó sin saber lo que era. No lo sé. Tampoco podría reconocer a los miraculizados contra los que luché, porque eran todos iguales.
—Eso complica las cosas, supongo —murmuró Cat Noir.
Parecía un poco apagado, y Ladybug lamentó que la conversación sobre Gabriel Agreste hubiese enturbiado su humor. De modo que le propuso:
—He estado pensado… que, ahora que Monarca ya no está, y no hay ningún peligro a la vista, por el momento…, tal vez podríamos considerar lo de revelar nuestras identidades. ¿Qué te parece?
Él la miró sorprendido.
—¿Hablas en serio?
Ella asintió.
—Ya sé quiénes son todos los otros portadores de prodigios, y tú conoces a algunos de ellos también. No tenemos la certeza de que el prodigio de la mariposa haya caído en malas malos, y probablemente lo recuperaremos tarde o temprano, así que… ¿para qué esperar?
—Yo… no sé… —vaciló él.
—Así podríamos estar en contacto incluso sin transformarnos —añadió ella—. Ahora que no tenemos gran cosa que hacer como héroes, sería una buena idea que pudiésemos seguir viéndonos sin las máscaras, ¿no te parece?
No añadió que lo había echado mucho de menos durante aquel largo verano sin verlo. Había estado ocupada, sí, pero a menudo había lamentado no poder quedar con su compañero simplemente para charlar un poco, o para compartir sus pensamientos con él.
Por ejemplo, le había sentado bien poder contarle por fin la verdadera historia de Gabriel Agreste. Aquel secreto le parecía ahora mucho menos pesado.
Pero Cat Noir respondió:
—Creo que… creo que necesito un poco más de tiempo.
Ella lo miró sorprendida y un poco decepcionada. Pero no lo presionó.
—Por supuesto. Tómate el tiempo que necesites, gatito.
—Gracias, milady.
No hablaron mucho más después de aquello. Ladybug notó que él estaba silencioso y pensativo. Supuso que, en el fondo, Cat Noir aún le reprochaba haber mentido a todo el mundo acerca de Gabriel Agreste, a pesar de que pudiese llegar a entender las razones que le habían llevado a hacerlo. Cuando se despidieron, el superhéroe casi pareció aliviado de poder marcharse, y Ladybug se sintió un poco desilusionada… y también preocupada.
«¿Estará enfadado conmigo?», se preguntó mientras volvía a casa.
Poco sospechaba que, no lejos de allí, su compañero estaba sufriendo una pequeña crisis interior, mientras asimilaba todo lo que acababa de descubrir.
NOTA: Si habéis llegado hasta aquí y sabéis cómo terminó la temporada, probablemente sabréis también que hay dos posibles interpretaciones para ese final. Yo he optado por una de ellas porque me parece la más evidente. También tengo pensada una trama para desarrollar con los materiales canónicos que ya hay, incluyendo una historia para Lila. Solo voy a utilizar material de los episodios emitidos (en cualquier idioma), no filtraciones ni cosas que no se sabe si son reales o, incluso en el caso de que fueran reales, si van a ser o no definitivas. Espero que sea una historia de largo desarrollo, así que iré actualizándola poco a poco y supongo que tardaré varios meses en acabarla, como todas las anteriores. Pero no pasa nada, porque parece que el hiatus va a ser largo :). ¡Espero que os guste! Y muchas gracias por leer 😊.
