—Por favor quédense quietos —pidió Mikalea cómo por cuarta vez en lo que va de la noche.
Estábamos en el patio de nuestra casa, Sam se encontraba en su habitación buscando de arriba abajo los anteojos, solo se escuchaban sus gruñidos de estrés y cosas caerse. Nuestros padres estaban adentro, no tenían ni idea de que Mikaela y yo vigilabamos a cinco robots gigantes en el patio.
Si salieran ahora, estoy segura de que a papá le daría un infarto. Y no por los Autobots, sino por ver cómo quedaron sus rosales.
—Oye Optimus —lo llamo, tratando de no gritar demasiado—. ¿Qué no puedes controlarlos? Acabarán con toda la vida en este jardín —me quejé. Claro, el castigo sería para mí una vez que ellos se fueran.
—Lo sentimos —se disculpa segundos antes de reducir a añicos la fuente de papá con su pie—. Ups, pisé mal.
Traté de calmarme. Una parte de mi estaba realmente asustada, es decir, robots alienígenas vinieron de muy lejos a buscarnos, claro que tenía miedo. Visto de otro lado, también estaba algo emocionada, era la primera cosa importante que me sucedía. No todo era malo. De hecho hasta me daba gracia ver a Bumblebee tratando de meterse en la cochera.
—Sam ya se tardó, mejor vayamos a ayudarlo —dice Mikaela—. De todas formas no podemos mantenerlos quietos.
—Tienes razón —suspiré—. ¿Puedes ayudarnos a subir? Será mas rápido si buscamos entre tres.
Lo que dije pareció convencer a Optimus, realmente estaban desesperados por esos anteojos. Primero subió a Mikaela hasta la ventana de la habitación de Sam. En el proceso, vi de lejos como Ratchet se tropezaba con el cableado de la luz, causando primero un temblor momentáneo y luego el corte de esta.
No me hubiera preocupado tanto, de no ser que por culpa de eso escuché las voces de mis padres ir al cuarto de Sam.
—Dense prisa —Optimus me subió también a mí.
Yo apenas tenía medio cuerpo adentro de la habitación cuando los dos entraron empujando la puerta y a Sam con ella. Mikaela se escondió con rapidez bajo la cama y sentí una corriente de viento rozarme la espalda que provenía de la mano de Optimus alejándose. Mis piernas quedaron flotando afuera de la casa.
—¿Qué te dije sobre ponerle seguro a la puerta? —le reclamó mi padre a Sam. Por alguna razón llevaba un bate en la mano y estaba muy histérico.
—¿Y eso para qué? —apunta el bate pero papá se abre camino para entrar y detrás de él lo sigue mamá—. Oigan, no pueden irrumpir así en mi habitación, ¡Deben tocar!
—Tocamos cómo cinco veces —le contesta papá.
Mi madre me apuntó con la luz de la linterna que tenía en la mano, dejándome cómo el centro de atención en medio de la discusión y la intensa oscuridad.
—Oh por dios —se llevó una mano a la boca, realmente horrorizada por lo que vió.
No era para tanto, de verdad, pero ellos son demasiado sobreprotectores. Es por eso que creo que jamás me atrevo a hacer cosas arriesgadas, ni siquiera saben que practico Skate y es mejor que no lo sepan.
—¿Pero que haces en la ventana? —gritó papá—. Baja de ahí jovencita —los dos corrieron hacia mí para terminar de meterme, yo caí sobre mis rodillas y entre ambos me levantaron de cada brazo—. No sé que está sucediendo pero los dos tendrán muchos problemas, ¿Me oyeron?
Me soltaron y fui a pararme justo a lado de Sam, nos quedamos callados y gélidos cómo un par de estatuas.
—Escuchamos mucho ruido y vimos una luz muy rara —dijo mi madre—. ¿Qué es lo qué estaba pasando?
—¿Acaso tenían una fiesta secreta aquí arriba? —inquirió con sarcasmo—. ¿Si me asomo al patio, veré a un montón de adolescentes escondidos? —fue hacia la ventana, totalmente paranoico.
—¡No, espera! —gritamos Sam y yo al mismo tiempo, temiendo que descubrieran a los Autobots.
—¡Ay no, mira el jardín! Quedó destruido —por suerte, parece que se escondieron muy bien, ya que papá no menciona nada más —. Judy reporta la luz, se quemó un transformador. Rayos.
Sam y yo soltamos todo el aire que retuvimos por el susto.
—¿Lo ven? Todo está bien —les asegura Sam.
—Aun así oímos muchas voces —insistía mamá—. Los dos están sucios y a Grace la encontramos en la ventana.
—¿Estaban pensando en fugarse? —sugiere papá.
—¿Qué? Claro no —respondo—. Oigan esto ya fue... —me quedo callada cuando veo a Mikaela salir de su escondite.
Nuestros padres la ven boquiabiertos. No esperábamos eso pero bien pensado. Le doy un punto bueno a esta chica.
—Hola, soy Mikaela y bueno... Soy amiga de Sam —se presenta. Yo hago un ruido con la garganta—. Y de Grace —añade.
Los dos ríen emocionados.
—Con que eso era —papá le extiende el puño a Sam. Hombres.
—Que bonita estás —le dice mamá orgullosa—. Que pena que hayas escuchado nuestra discusión.
—Mamá, ¿Haz visto mi mochila? —Sam la interrumpe. Puedo compartir su vergüenza.
—En la cocina —ella responde sin entender nuestras caras de felicidad cuando por fin damos en el blanco.
Los tres bajamos a toda prisa a la cocina en busca de la mochila de Sam, menos que la encuentra sobre la mesa. Introduce una mano y por fin saca los anteojos.
—De acuerdo, Grace, tú vas a distraer a nuestros padres mientras nosotros les entregamos los anteojos —indica Sam.
—¿Por qué me toca lo más aburrido? —me quejo.
Ya iba a buscar a nuestros progenitores para inventarme alguna excusa boba, aunque no estaba nada conforme con esa parte del plan. Sam y Mikaela también se dirigían a la puerta trasera para salir sigilosos pero nuestros movimientos se detuvieron cuando escuchamos el agudo sonido del timbre. No pasó mucho para oír que la puerta se abriera y seguido a eso varias voces se mezclaron en la entrada.
Preocupados, fuimos de prisa a averiguar que es lo que sucedía. Nos topamos con papá enfrentándose a varios hombres de traje que examinaban la casa tanto de adentro cómo de fuera. No entendíamos que sucedía ni quienes eran, evidentemente no la policía.
—¿Cómo estan, muchachos? —el hombre junto a nuestros padres sonríe al vernos—. ¿Ustedes se llaman Sam y Grace?
—Sí... —respondemos dudosos.
—Soy el agente Simmons. Tienen que acompañarnos —se aproxima a nosotros pero nuestros padres se ponen al frente.
—No, no y no —oigo decir a mi madre rotundamente.
—No se los llevarán a ninguna parte —agrega mi padre—. Llamaré a la policía porque hay algo muy raro en todo esto.
—Lo único raro es la operación que tienen montada aquí —le responde Simmons. En eso, otro agente se le acerca discretamente y le susurra algo que le cambia la expresión—. Chicos, acerquense de uno en uno. Primero tú, hijo —Sam le obedece y es escaneado por una máquina que hace un ruido extraño, después hace lo mismo conmigo y el sonido se repite—. 14 rads... ¡Bingo! Atalos y empacalos.
—¿Qué?
Sin previo aviso, nos ponen esposas a todos y nos sacan de casa para subirnos a unas camionetas totalmente polarizadas. A Sam y a mí nos suben en una junto con Simmons, a Mikaela y mis padres en otra.
A todo esto, ¿En donde estaban metidos los Autobots? Ni idea.
—Sam, creo que estas personas ya lo saben—le digo en voz baja. Nos sentaron en la parte de atrás—. Nos tomaron lecturas de radiación, es lo que hacía esa máquina.
—Eres muy lista, jovencita —el agente Simmons nos descubre—. Por lo menos uno de ustedes lo es.
—¿Qué es lo que quieren? —lo miré desafiante.
—Anoche, tu hermano le dijo a la estación de policía que su auto se "transformó" —procedió a ponernos una grabación de Sam repitiendo lo mismo que él había dicho—. ¿Me puedes explicar? —cuestiona una vez que el audio termina.
—No, es un malentendido —trata de despistarlos—. Lo que quise decir es que mi auto fue robado.
—¿De verdad? —era obvio que no le creían.
¿Pero quiénes eran estas personas? ¿El gobierno ya estaba al tanto sobre la vida extraterrestre en nuestro planeta? De ser así, ¿Por qué lo ocultaban?
—Tranquilo, solo nos está presionando.
—No me tientes, niñita —me señala el hombre—. Mejor dime, ¿Sabes algo sobre extraterrestres?
—¡Pff! ¿Qué? —dice Sam—. ¿Se refiere a uno cómo E.T.?
Los agentes se sueltan a carcajadas, Sam hace lo mismo, puedo verlo muy nervioso. Yo trato de conservar la calma, pero muy en el fondo estoy igual.
—Que divertido eres, en serio.
—Díganos mejor usted, ¿Hay algo que el gobierno de los Estados Unidos esté ocultando? —sonrío desafiante y le sostengo la mirada.
Nuestro duelo de miradas dura hasta que el lector de radiación se dispara y después el auto en el que vamos es golpeado por algo gigantesco, obligando a que los neumáticos se detengan y haciendo que todos fuéramos atraídos al frente por inercia.
—¿Qué fue eso? ¡Es enorme! —grita el agente que venía conduciendo.
Unas gigantescas manos metálicas entran por las ventanas y arrancan el techo con facilidad. Podemos ver a Optimus del otro lado. Ya se habían tardado.
—Caballeros, les presento a mi amigo: Optimus Prime —dice Sam. Yo no puedo evitar sonreír divertida al ver las caras de los agentes, así es cómo debimos vernos nosotros la primera vez.
—Detener a los chicos fue un error —dijo Optimus—. Autobots, retirenles sus armas.
El resto aparecieron detrás de los hombres que nos habían rodeado, Jazz les arrebató sus armas con facilidad gracias a un gran iman en su brazo. El resto de los Autobots les apuntaron para que no hicieran ningún movimiento.
Optimus se inclina hacia dónde estábamos, mirándose cara a cara con Simmons que lo saluda estúpidamente agitando una mano.
—Hola señor.
—No pareces tenernos miedo —observa Optimus—. ¿No te sorprende vernos?
Lo supuse. Tal vez estas personas si tenían idea sobre ellos.
—Escuche, el Sector 7 tiene un protocolo que no me permite hablar con usted. Simplemente puedo decirle que no tengo permitido hablar.
—Fuera del auto —les ordena Optimus—. ¡Ahora!
Los dos agentes que venían con nosotros salen y eso nos da la oportunidad de hacer lo mismo. Me libero de las esposas con ayuda de la llave, después hago lo mismo con las de Sam.
—¿Cómo hiciste eso?
—Les quité las llaves cuando Optimus los distrajo —contesto simple.
Una vez en libertad, regresamos a donde tenían acorralados a todos los agentes.
—¿Qué es Sector 7? Dígame —le ordena Sam a Simmons.
—Yo soy quien hace las preguntas, jovencito.
—¿Cómo se enteraron de ellos? —señalo a los Autobots.
—¿Y dónde están mis padres y Mikaela? —cuestiona Sam. El hombre lleva su mirada de él a mí tan rápido cómo puede.
—No estoy autorizado a hablar —repite Simmons.
—¿No? —Sam le arrebata su identificación del bolsillo—. Esto lo autoriza a hacer lo que sea.
—Claro, se sienten muy valientes con sus amigos robots aquí.
—¿Dónde está el Sector? —le pregunto yo esta vez.
—No te lo diré —bufa.
—Bien, hay que esposarlos —digo con burla—. Y quitese la ropa —le ordeno a Simmons, aguantando una carcajada.
—¿Qué? —exclama—. ¿Por qué?
—Por que se verá muy gracioso sin ella —respondo con simpleza.
—Jovencita, este es el comienzo del final de tu vida —me amenaza mientras se va deshaciendo de sus prendas.
—Claro —sonrío—. Y si se ve gracioso —me burlo de sus calzoncillos y todo el conjunto de ropa interior dignos de un hombre de su edad.
Sam y yo nos encargamos de colocarles esposas a todos para que no pudieran seguirnos. Entonces supe que algo no andaba bien cuando el sonido de unas hélices se hizo presente. Y no me equivocaba. Varios helicópteros y más vehículos comenzaron a llegar.
—Optimus, ahí vienen —Ironhide esperó la señal de su lider para golpear el suelo con pulso electromagnético que volcó todos los vehículos. Eso les consiguió algo de tiempo.
—Autobots, avancen —a la orden de Optimus, todos se transformaron para retirarse del lugar—. Ustedes suban —nos indicó a Sam y a mi, ofreciéndonos su mano en la que cabíamos perfectamente los dos. Nos colocó sobre uno de sus hombros y después huyó a pie por la ciudad del escuadrón que nos buscaba. Terminamos debajo de un puente en el que esperamos escondidos a que se alejaran—. No se asusten.
Me abracé con fuerza a una de sus piezas para no caerme, cerré los ojos intentando no mirar abajo o de lo contrario se que me asustaría. Era extraño, pero confiar en él realmente ayudó a calmarme.
Parecía que lo peor estaba acabando hasta que el agarre de Sam se aflojó y cayó.
—¡Me resbalo! —alcancé a sujetarlo de una mano.
—Sam, estás muy pesado —mis brazos se estaban cansando—. No voy a poder sostenerte más.
Acto seguido, los dos terminamos por caer de varios metros de altura. Creí que moriríamos pero Bumblebee salió de la nada y nos atrapó, caímos sanos y salvos, aunque no podía decir lo mismo de Bee.
Todos los agentes aprovecharon que estaba indefenso en el suelo para dispararle arpones y cuerdas, dejándolo inmóvil.
—¡No, detenganse! —Sam estaba a punto de ir a ayudarlo pero entre dos agentes lo derribaron. No tardaron en hacer lo mismo conmigo, nos pusieron contra el suelo para volver a esposarnos—. Mira, no se defiende.
No dejé de ver en ningún momento cómo lo sometían. Sé que no es humano, pero sus brillantes ojos azules mirándome por ayuda, despertaron un sentimiento de protección en mí que me hizo golpear al agente a mi lado para liberarme y correr hacia Bumblebee. En el camino otro trató de detenerme pero le di una patada en la tibia, lo dejé retorciéndose y seguí avanzando hasta que de nuevo me interceptó otro agente, lo mordí con todas mis fuerzas consiguiendo que me soltara aunque ya fue inútil pues entre varios me sujetaron.
—¡Ya basta! —grité tan fuerte como pude, al mismo tiempo me resistía—. ¡No le hagan daño!
Los agentes empezaron a rociarlo con un extraño gas.
Me sentía culpable. Bee había arriesgado su vida para proteger la nuestra, ¿Por qué? Tambíen seguía pensando en lo que dijo Sam, era cierto que no puso ninguna resistencia a su captura. Tal vez, ¿Era parte de un plan? No tengo idea, solo sé que esto no podía quedarse así. Teníamos que ayudarlo.
Seguí resistiendome pero sentí una fuerte contusión en la parte posterior de la cabeza. Todo a mi alrededor se volvió borroso, la voz de Sam gritaba mi nombre, cada vez se oía más lejano. Pronto todo fue oscuridad.
