Tranquila, todo está bien. No hay nada de que preocuparse. Solo estamos saliendo a toda velocidad de una base militar secreta, ubicada debajo de una presa antigua, con una antigua fuente de poder que en el pasado alimentaba todo un planeta de robots alienígenas mientras estos nos persiguen tratando de matarnos para apoderarse de la Tierra y luego del universo.

Claro que estoy muy calmada.

—¡Ponte el cinturón! —Sam me grita desde el asiento del copiloto, echándome una mirada rápida sobre el hombro—, ¿Cómo está?

Veo que sus ojos apuntan al Cubo. Lo coloqué justo a un lado de mí y lo venía sosteniendo firmemente con mi mano izquierda, al mismo tiempo trataba de cumplir con la difícil tarea de abrocharme. Usar una sola mano mientras Bumblebee iba a toda velocidad, sumado al miedo que sentía por estar rodeada de vehículos militares, realmente lo volvían más complicado de lo que era.

—Está bien —le aseguré finalmente escuchando el "click" del seguro.

Recargue mi espalda, respiré hondo para calmarme y volví a ver el Cubo, mi mano seguía presionandolo firme contra el asiento, evitando que saliera volando.

Me resultaba difícil de creer la enorme responsabilidad que estábamos transportando Sam y yo, dos simples muchachos. Ya no había vuelta atrás, comenzó con Sam comprando este Camaro y luego yo me involucré, ahora estábamos en esto juntos y debíamos terminarlo. No solo por nosotros, sino por el destino de la humanidad y de los Autobots.

Flexioné mis dedos, afianzando aún más el agarre, pude sentir bajo mis yemas el metal que lo rodeaba y los relieves de los grabados de su superficie. Mi fascinación por este antiguo artefacto que resguardaba, se detuvo en el momento en que este soltó una pequeña descarga eléctrica que repelió a mi mano. Me fue inevitable emitir un quejido ante la sensación del pinchazo, sumado al susto que me causó.

—¿Te encuentras bien? —consultó Sam preocupado, no tanto cómo para apartar la vista del frente.

Estaba demasiado confundida, no pude hablar enseguida. Traté de acercar mi mano de nuevo, una descarga eléctrica en forma de un pequeño rayo celeste salió disparado contra las yemas de mis dedos. Volví a saltar pero esta vez no grité.

—Sí, todo en orden —respondí agitada. Abrí y cerré mi mano un par de veces. Sin duda eso fue extraño.

No entendía porque el Cubo de repente se comportaba de esa forma, creo que nadie lo había mencionado en la "reunión" de antes, tampoco teníamos tiempo para ponernos a investigar. Solo eran unas chispitas, vi que emanó una deslumbrante luz azul cuando Bee lo tocó, significa que es normal. Eso espero.

De cualquier forma, no puedo añadir más preocupaciones a la lista.

—¡Mira, es Optimus! —el grito de Sam, me hizo ignorar el extraño fenómeno de hace unos instantes. Pegué mi mano contra el Cubo para permitirme llevar la mirada al frente.

En sentido contrario sobre la carretera, Optimus venía conduciendo en su forma de semirremolque, seguido de Jazz, Ironhide y Ratchet. Los cuatro nos pasaron por un lado, cuando se percataron de que Bumblebee iba con nosotros, sus neumáticos dieron un giro que, por la magnitud del sonido, muy seguramente dibujaron las marcas sobre el asfalto. Me dió una gran tranquilidad asomarme por la ventana de atrás y ver que la hilera de Autobots se unió a nuestro grupo.

Continuamos avanzando, pronto subimos por el puente que conectaba a la ciudad, fue ahí que Sam giró su cabeza y sus ojos se abrieron disparados.

—¿Qué sucede? —tenía miedo de la respuesta, así que evité a toda costa mirar también.

—Es el policía de antes —exclama alterado.

Con todo y el estómago revuelto, la curiosidad me llevó a voltear viendo que efectivamente la misma patrulla de policía que nos persiguió antes ahora venía detrás de nosotros, y no solo eso, también un gigantesco vehículo blindado color arena con una garra iba sacando del camino a los demás autos de civiles que transitaban la avenida.

Optimus frenó sus neumáticos y comenzó a transformarse, cuidando sus movimientos para no aplastar a nadie. Terminó de adoptar su forma bípeda y dejó que el Decepticon se acercara hacia él para darse la vuelta y sorprenderlo con un golpe que los tiró a ambos del puente. No pude ver más porque Bumblebee siguió avanzando con el resto detrás. Estaba algo preocupada, no sabía si era correcto dejar a Optimus pelear solo. Tampoco es cómo si yo pudiera hacer algo al respecto. Generaba impotencia.

Llegamos a la ciudad, las personas comenzaron a ser evacuadas así que las calles eran un completo caos. Lennox y sus hombres se detuvieron sin romper formación, bajaron de los vehículos para poder hacer una señal de humo verde a un avión que sobrevolaba la zona. Me hizo sentir mejor saber que la fuerza aérea ya estaba aquí.

Bumblebee también se estacionó detrás de los vehículos militares, a la par de los demás Autobots. Nos permitió a Sam y a mí bajar, lo que no me gustó, fue que apenas pusimos un pie afuera, Bee y Ironhide abandonaron su modo alterno al mismo tiempo.

—¡Es Starscream! —nos advirtió Ironhide—, ¡Retrocedan!

Entre Ironhide y Bee cargaron un remolque que pusieron al frente como defensa pero de poco sirvió ante el misil que les disparó Starscream. La explosión nos empujó a todos, por un momento creí que moriría, caí al suelo aturdida, solo podía escuchar un zumbido. Al levantar la cabeza, lo primero que miré fue a Sam en las mismas condiciones que yo.

Los dos estábamos sucios y llenos de rasguños. Sus ojos me buscaron preocupados y su mano tomó la mía. Entonces recuperé mis sentidos y pensé que realmente podríamos morir aquí hoy.

El chirrido del metal raspando contra el concreto, nos hizo mirar atrás encontrándonos a Bumblebee atrapado debajo del remolque. Sus piernas ya no eran parte de su cuerpo. Todo lo que podía hacer era tratar de arrastrarse. Tuve que poner una mano sobre mi boca para no soltar un grito. Fue horrible procesarlo.

—Ay no, no, no —Sam se apresuró a ir con él, pero no tenía ni idea de cómo ayudarlos. Los movimientos temblorosos de sus manos, denotaba su desesperación—, ¿Te puedes levantar? Por favor dime algo.

Bumblebee solo soltó un pitido de su radio. Lo interpreté cómo si tratara de tranquilizar a Sam.

Yo no podía moverme. Mis piernas se quedaron paralizadas. El sonido a mi alrededor desapareció por un instante. Solo podía ver a Sam buscando alguna forma inhumana de ayudar a Bee, del lado contrario, el ejército combatía a punta de pistola a los Decepticons con la ayuda de Ironhide, Ratchet y Jazz.

¿Qué podía hacer?

El miedo me estaba consumiendo. La única manera que tuve de regresar a la realidad fue recordar que muchos aquí estaban arriesgando sus vidas mientras yo solo me quedaba viendo. No quería que nada malo le pasara a Sam ni tampoco a Bumblebee. Así que dejé de lloriquear y comencé a pensar. Tenía que buscar algo lo suficientemente grande cómo para cargar a Bee y sacarlo de la línea de fuego.

Cómo si una luz hubiera caído del cielo para iluminarme, vi que a una calle se encontraba una grúa de remolque abandonada. Era perfecto. Si conseguíamos encenderla, en ella podríamos sacar a Bee. Pensando en eso, llamé a mi hermano y él pareció entender todo cuando la señalé. Entonces Sam fue corriendo hasta ella, pues de los dos es quién sabe conducir, y trató de armar un puente con los cables.

Mientras Sam se encargaba del arranque, yo me dediqué a buscar algo con lo que defendernos cuando saliéramos de aquí. Con Bee herido, no podía exigirle demasiado.

La calle ya era un desastre entre los escombros y las explosiones, pero fue gracias a eso que encontré una pistola tirada y cubierta de polvo. Mi instinto me dijo que la tomara pero, ¿A quién engaño? Tampoco sé disparar. Gracias experiencia de adolescente promedio. Sin embargo, mi suerte no podía ser tan mala. No muy lejos de la pistola, había una granada de mano enterrada entre unas rocas. Supe que estaba completa porque aún llevaba el seguro puesto, con lo cual la tomé.

Era igual de absurdo quizás, pero llevando algo con que defendernos daba algo de seguridad.

—¿Cómo vas? —luego de guardarme a escondidas la granada, mis ojos buscaron a Sam.

—No arranca —soltó exasperado. Su rostro estaba empapado de sudor.

Los disparos de repente se intensificaron. Creo que algo cayó del cielo.

—¡Es Megatron! —gritó Ratchet.

No puede ser, ¿Era real? ¿Cuándo salió del hielo?

—¡Retirense! —le advierte Jazz a Lennox y sus soldados antes de ser derribado por un disparo de Megatron.

Agentes y soldados se dispersaron, a los heridos tuvieron que sacarlos de la zona de guerra, los pocos que quedaban se atrincheraron detrás de autos, escombros o lo que les sirviera de protección. Poco efecto surtían las balas contra Megatron pues, se abrió paso cómo si nada.

Yo me quedé paralizada. Miré la batalla, luego a Sam, de nuevo volteé hacia la batalla y otra vez a mi hermano. Lo repetí tantas veces que perdí la cuenta. Mi pecho subía y bajaba demasiado rápido. Creo que podría darme un ataque de ansiedad aquí mismo.

Quería ayudar, ¿Pero qué podía hacer? Si solo era una tonta niña. Aunque odie admitirlo.

Pegué mis manos a mi cuerpo, sentí un bulto en mi chaqueta, entonces recordé la granada de mano. De inmediato la saqué, la sostuve nerviosa ya que de verdad esperaba no tener que usarla. Me relamí los labios antes de enfocar a Megatron dentro de mi campo de visión. Iba por Jazz que se encontraba tendido en el suelo.

—Yo puedo —me dije a mí misma, queriendo pensar positivamente. Lo que iba a hacer era una completa locura.

Solté un grito y, sin pensarlo más, dejé que mis pies me llevarán hacia Megatron. Afortunadamente él ni me notó. Calculé unos cinco o seis metros de distancia para quitarle el pasador a la granada y arrojarla antes de que completara su camino hacia Jazz. El ángulo en que la aventé, la hizo volar directo a su cabeza en donde la vi explotar.

Mis tímpanos volvieron a aturdirse y luego alguien me agarró. La onda expansiva nos empujó a ambos, a pesar de que creí que no me alcanzaría con esa distancia, caí de espaldas al suelo. Tardé un par de segundos en volver a abrir los ojos, pues la fuerza del golpe me obligó a cerrarlos. El rostro de Lennox fue lo primero que vi. Era quien me alejó de la explosión.

—¿Qué crees que hacías? ¡Pudiste matarte! —me regañó. Parece que en el fondo, tenía tanto miedo cómo yo.

¿Alguna vez han escuchado sobre el efecto mariposa? Es ese que dice que incluso la desición más insignificante, puede alterar el futuro radicalmente. Bueno, eso lo leí alguna vez en un artículo en internet, dado mi exceso de tiempo libre ligado a mi falta de vida social.

¿Y qué rayos tenía que ver aquí? Lo cierto es que no tengo ni la más mínima idea de saber si acaso esa teoría podía comprobarse. Pero al haber atacado a Megatron de esa forma, siento cómo si hubiera hecho lo correcto.

—Sí —fue la única contestación que salió de mí.

—Eso estuvo increíble —Epps se acercó a nosotros, recibiendo una mirada de reprimenda por parte de Lennox que le borró la sonrisa. Supongo que no quería que me alentara a hacer más cosas estúpidas—. Es decir, ¿Se encuentran bien? —nos preguntó, forzando un tono más serio.

—Por suerte —Lennox se levantó, luego me ofreció una mano que sujeté para hacer lo mismo—. ¿Tú de dónde sacaste eso? No es un juguete.

—Lo encontré por ahí —me encogí de hombros.

—Nada de recoger más cosas del piso.

Un fuerte gruñido atrajo nuestra atención de inmediato hacia la nube de humo negra, Megatron salió con ambas manos agarrándose la cara.

—¿Quién fue el miserable que se atrevió a hacerme esto? —exigió saber, verdaderamente furioso.

Estuve a punto de gritar al enterarme de que ahora me buscaba, lo único que me lo impidió es que mi voz no salió.

—¡Okey, para atrás! —la mano de Lennox tiró de mi brazo, llevándome con él y Epps detrás de un auto volcado. Nos escondimos pero yo asomé la cabeza queriendo ver lo que iba a pasar.

Megatron todavía se cubría la cara, Jazz aprovechó para levantarse y soltarle un disparo de su cañón. Ironhide también llegó y entre ambos comenzaron a atacar, con parte de la visión dañada, Megatron supo que por el momento estaba en desventaja y se transformó en un avión que se alejó volando.

Respiré aliviada por solo unos segundos. Pronto, Sam se estacionó delante de mí con la grúa. Dejé de prestar atención a mi alrededor y subí con la intención de ir a ayudar a Bee, quién seguía tirado en el lugar de antes. Entre Sam y yo tomamos las cadenas del gancho e intentamos amarrarlo.

—Hay que sujetarlo de la cabeza —me indicaba mi hermano.

Podía escuchar todavía disparos e impactos a los lejos, solo me concentré en sacar a Bumblebee.

—¡Sam! —la voz que produjo ese grito ya me comenzaba a resultar familiar. Lennox vino a nosotros corriendo—. ¿Dónde está el Cubo?

—Lo tengo justo aquí —señaló a un costado, Sam colocó el Cubo encima del remolque. Yo ni siquiera me percaté.

—De acuerdo, escucha —Lennox se retiró el arma y la depositó sobre el vehículo, después se buscó algo dentro del chaleco—. No puedo dejar a mis hombres, así que toma esta bengala y busca un edificio blanco con estatuas arriba. Ve al techo, hazle una señal de humo al helicóptero y…

—¡No puedo hacerlo! —él sonó muy asustado.

Detuve mis movimientos, volteé en su dirección y contemplé la expresión de mi hermano. Repasé lo que Lennox le estaba pidiendo. Era una completa locura.

—¡Ahora eres un soldado! —le gritó firme, tomándolo de los hombros—. Llévate el Cubo.

¿Por qué Sam? ¿Por qué de repente era su responsabilidad? ¿Y sí moría? Yo no resistiría perderlo. Sam tiene una vida que vale la pena vivirla. En cambio, yo… alto, eso es.

Observé a Bumblebee, le sonreí. Él no pareció entender mi gesto. Luego tomé el Cubo y pasé corriendo en medio de Lennox y Sam, arrebatándole la bengala de las manos al último de ellos.

—¿Qué diablos crees que haces? —me preguntó Sam totalmente descolocado—, ¡Grace, vuelve acá ahora!

Me dí la vuelta sin detenerme, avancé en reversa viendo a Sam intentando alcanzarme pero se quedó sin aliento muy rápido. Me causó algo de diversión porque sabía que eso iba a pasar. De ambos, soy la más veloz y ágil. No por nada estuve dos años en el club de atletismo, cosa que Sam ya olvidó.

—Saca a Bumblebee de aquí —le grité, memorizando su rostro a la distancia, cómo si fuera la última vez que lo vería

Sam finalmente se dió por vencido en tratar de atraparme y detuvo sus pasos, yo volví a mirar al frente y aumenté la velocidad.

No tengo idea de porque hago esto. Solo no quiero que Sam muera, ni que los Decepticons se obtengan la Chispa Suprema. Es probable que muera, solo eso tengo claro. Creo que pensar en que mi sacrificio podría ayudar a salvar muchas más vidas, incluyendo las de mi familia, son el motor suficiente para que haga esta carrera hacia la muerte.

Siempre creí que mi vida no tenía ningún sentido, este suceso por fin se lo daría. Ya que, cómo suelen decir, no puedes vivir hasta que no mueres un poco.