Juntamos el valor suficiente para salir de ese lugar y aventurarnos a las calles. Avanzamos con cautela entre los edificios, deteniéndonos cada par de metros para asegurarnos de que nadie nos seguía. Si me concentraba y confiaba en mí lo suficiente, podía sentir ese instinto de alerta que me advertía del peligro.
Fue así cómo esa vibración se presentó en mis oídos. Atraje a Todd para que se pusiera a mi lado y nos pegamos de espaldas contra un muro. Un Decepticon pasó cerca en ese momento, nos quedamos completamente quietos, escuchando sus enormes pisadas pasearse sin detectarnos. Nos estaba buscando en el lado opuesto a nuestra posición.
Sentí una mirada que me hizo voltear a mi derecha, Todd estaba haciendo unas muecas extrañas.
—¿Qué? —pregunté en susurro, con el ceño fruncido.
—Mueve esa lata —respondió en el mismo tono—. Eso lo distraerá para que podamos pasar. ¿Crees qué puedas?
Busqué el objeto que estaba mencionando, era una lata común de aluminio, se encontraba tirada a un par de metros. Supongo que el ruido ayudará a atraer su atención.
Tomé aire y extendí una mano, apuntando a mi objetivo con la palma. Me sentí estúpida pero me mantuve creyendo en que podría hacerlo. Sonreí incrédula cuando la lata lentamente comenzó a temblar y después se desprendió del suelo. Fue tomando altura, danzando en el aire de un lado al otro sin caerse. No pude contener la felicidad al ver qué lo había logrado, la risa se me escapó sin saber que sería mi error pues perdí el control y la lata golpeó la parte posterior de su cabeza. El Decepticon volteó inmediatamente hacia nosotros, mi sonrisa se esfumó en ese segundo.
—Carajo —murmuré pálida.
—Ponte detrás —corrió al frente y le apuntó con el arma.
—¡A los ojos! —grité temblorosa—. ¡Disparale a los ojos!
Retrocedimos temerosos. Era diferente planear que ejecutar. No sé porque Todd tardó tanto pero, cuando estuvo a punto de atraparnos, fue que finalmente soltó el primer tiro con tal precisión que me sorprendió. La bala fue a parar al centro de ese óptico rojo. Aprovechamos su momento de agonía para salir corriendo lo más lejos que pudimos, hicimos una pausa en medio de un callejón estrecho. Ahí nos detuvimos a recuperar el aliento.
—Eso estuvo de lujo —dijo respirando agitado—. Le disparé a un alienígena, ¡En la vida real!
—Hablando de eso... —me volví para verlo con intriga—. ¿Por qué tu puntería es tan buena?
—Porque soy el mejor en Call Of Duty —respondió, tratando de presumir—. Y porque solía cazar con mi papá —agregó un poco más serio.
—Osea que no solo eres un Geek —rodé los ojos—. Lo que faltaba.
—¿Qué me dices de la lata? —mencionó con reproche—. Se suponía que era una distracción. ¿Cómo lo golpeas en la cabeza?
—¿Ahora eso es mi culpa? Sabes que no lo controlo.
—Si hubieras hecho mi súper entrenamiento, quizás nos sacarías volando de aquí.
—¡Ya basta! —exclamé dando fin a esta absurda discusión—. ¿Podemos continuar?
Dejamos de parlotear y volvimos a concentrarnos en el camino, todo estaba despejado hacia las dunas de arena. Atravesamos esa parte del desierto para poder llegar al otro extremo del pueblo. Estando de regreso en las calles, avanzamos cautelosos entre las casas.
—¡Sam! —esa voz me es familiar.
—¿Mamá? —giré sobre mi propio eje varias veces. Mis oídos de alguna forma se agudizaron para guiarme al origen del grito, permitiendo que mis ojos localizaran dos rostros a lo lejos—. ¡Son mis padres!
¿Qué hacen ellos aquí? No tengo ni la menor idea, lo único que me importa es qué están con vida.
Sin pensarlo corrí hacia dónde estaban, antes de poder acercarme completamente, Todd tiró de mi brazo y me escondió tras los restos de un muro.
—¡Déjame! —me liberé de su agarre—. ¿Qué haces? ¡Son mis padres!
—¿Ya te fijaste bien? —no pude comprender a lo que se refería—. Si vas ahora los matarán.
Tuve que asomarme con discreción para entender lo que me decía. Un Decepticon amenazaba a mis padres a punta de cañón. Sam estaba de frente en una especie de negociación mostrándole el polvo de la Matriz envuelta en su calcetín.
—Tenemos que hacer algo rápido —dije desesperada.
Todd miró en todas direcciones cómo si pensara en algo, luego se arrastró hacia la entrada de una casa y agarró una botella de vidrio. Por el contenido fue fácil deducir que era algún tipo de alcohol.
—Hora de una clase de química —anunció, retirando el corcho de la botella.
—¿Se supone qué vamos a beber?
—Mejor —me entregó el envase—. ¿Qué resulta de una reacción del litio con el nitrato de potasio?
Abrió el cargador del arma para darme unas cuantas balas, al sostenerlas entre mis manos entendí su plan.
—¡Eres un genio!
No perdimos el tiempo, de inmediato buscamos cualquier objeto puntiagudo para retirarle los casquillos a las balas y depositamos la pólvora en el alcohol. Busqué el corcho y una vez sellada, agité la botella con todas mis fuerzas. Después Todd se puso a cubierta contra el muro y preparó nuevamente el cargador
—A la cuenta de tres —indicó dándome un asentimiento.
—Uno, dos... —conté sosteniéndole la mirada—. ¡Tres!
Me levanté para lanzarla tan lejos cómo pude, Todd atinó un disparo certero que fragmentó el cristal y desató la explosión. La llamarada alcanzó a golpear el rostro del Decepticon, usamos esa distracción y acudimos a donde yacían mis padres.
—Por dios... —mi madre me abrazó como si hubiera pasado una eternidad—. ¡Estás a salvo!
Ambos me examinaron de pies a cabeza comprobando que yo estaba bien y que era real. No hubo tiempo de nada más porque nuevamente nos volvimos el objetivo del mismo Decepticon. Claro que una explosión improvisada no era suficiente para liquidarlo.
—¡Bumblebee! —Sam gritó repentinamente.
Bee saltó de un tejado cómo si ya lo tuvieran coordinado. Hizo una pirueta en el aire y logró acertarle una patada, los dos cayeron comenzando a luchar en la arena. Todos tratamos de alejarnos lo más posible de la escena, fue en ese momento que mis sentidos me avisaron que tenía que voltear arriba.
Una especie de felino mecánico saltó sobre Bumblebee cuando este se encontraba de espaldas. Creo que escuché de él en alguna anécdota de los Autobots, pertenece a un Decepticon llamado Soundwave. Debe ser Ravage.
—¡Cuidado! —advertí a Bee.
Alargué el brazo en un intento inútil de detener a Ravage antes de que llegara a Bee. Mi mano estaba demasiado lejos de hacer cualquier contacto, y aún así, Ravage fue empujado por una misteriosa fuerza invisible. Se golpeó contra un edificio y cayó. Luego de ocuparse de su primer oponente, Bee aprovechó la oportunidad de atrapar a Ravage con sus propias manos. Tiró de la cabeza y la cola al mismo tiempo, separando ambas partes de su cuerpo.
Los restos de Ravage cayeron al suelo. Bumblebee me dió una mirada de agradecimiento por haber cuidado su espalda. Yo solo pude ofrecerle un asentimiento, estaba confundida. Analicé mi mano y tragué saliva.
—No sé qué sucede pero hay que irnos —ordenó papá.
Una explosión se desencadenó detrás nuestro, ocasionando que mis oídos se aturdieran. Los escombros volaron sobre nosotros, haciendo que cambiemos de ruta. Corrimos en una dirección diferente pero nos topamos con otra explosión. Había estallidos por doquier y múltiples disparos. No teníamos a donde huir.
—¡Contra el muro! —nos indicó Sam. Todos nos refugiamos del fuego enemigo en un pasadizo entre dos edificios—. ¡Bumblebee! —fue cuestión de segundos para que nuestro guardián apareciera—. Llévalos a un lugar seguro, ¿Sí? —giró hacia nuestros padres con una mirada seria—. Suban en él, estarán seguros.
—Háganle caso, no deben estar aquí —dije preocupada.
—¡No está a discusión! —papá nos sujetó a cada uno del hombro—, ¡Son mis hijos! ¡Nos iremos juntos!
—No puedo irme, ¿Viste lo qué hice? —pregunté con voz temblorosa, tenía miedo de su rechazo—. Tengo que ayudar.
—¡No me importa si también lanzas rayos! —él contestó sobresaltado—. Eres mi hija y nos iremos juntos, ¿Oyeron? ¡Juntos!
—¡Papá, escucha! —exclamó Sam—. Bee los protegerá. Corran. Corran sin detenerse. ¿Me entendieron?
—Por favor, háganlo —les supliqué—. No resistiré perderlos.
—Los buscaremos luego —prometió Sam—. Deben dejarnos ir.
La mano de mamá acarició mi mejilla, fue suave, sus ojos cristalizados me veían con calidez. Ella respiró hondo y su mano se alejó de mi rostro. Hubiera querido que no lo hiciera.
—Ron, debemos dejarlos ir.
Papá nos miró impotente. Supo que no podía impedirlo.
—¡Volverán! —aseguró con fervor—. ¡Volverán!
—Ve con ellos —le pidió Sam a Mikaela.
—No me iré sin ti —respondió determinada.
Bumblebee recogió a nuestros padres en su modo alterno, verlos subir fue el alivio que necesitaba para poder continuar. Todd me tomó de la mano y empezamos a correr junto a Sam y Mikaela.
A pesar de que quisimos seguir el mismo camino, los múltiples disparos impidieron mantenernos en grupo. Nos separamos para desviar los ataques, corrí junto a Todd a través de uno de los callejones. El camino nos sacó a la calle principal, desde ahí pude reconocer una silueta de espaldas. Estaba ocupado disparando, así que lo llamé.
—¡Jazz! —agité mi mano para que pudiera verme.
—¿Quién dijo...? —Jazz detuvo el fuego y comenzó a buscar—. ¡Grace! —volvió su cuerpo en mi dirección—. ¡Voy por ustedes!
Sonreí ingenuamente, creyendo que al fin estaríamos a salvo. Ese pensamiento abandonó mi mente en el momento en que un proyectil pasó volando sobre Jazz. El misil era mucho más rápido y estaba claro que éramos su objetivo.
Sabiendo que Jazz no llegaría a tiempo, sentí que Todd me abrazó para protegerme. Cerré los ojos con fuerza, deseando no ver lo que pasaría. El ruido ensordecedor de la detonación me dejó aturdida. Extrañamente no sentí ninguna clase de dolor. Por ese motivo decidí echar un vistazo. Despegué los párpados con miedo de lo que podría encontrarme, aunque obtuve una inesperada sorpresa. La explosión parecía haber sucedido pero ambos estábamos sin un rasguño.
—C-Campo de fuerza —murmuró Todd atónito—. Uno más a tu lista.
Al principio no lo creí, sin embargo, no se me ocurrirá alguna otra cosa que explicara cómo sobrevivimos al desastre que nos rodeaba.
—¿Están bien? —preguntó Jazz terminando de acercarse. Estábamos tan enmudecidos que apenas pudimos emitir una débil contestación—. Voy a cubrirlos, vayan hacia ese edificio y no se detengan.
Recuperamos las fuerzas en las piernas y avanzamos a toda velocidad. Usamos el edificio que nos indicó para resguardarnos en lo que Jazz regresaba a la batalla. Me aferré a uno de los muros, esperando que todo acabara.
De pronto Sam y Mikaela también entraron, saber que estaban vivos me dió una sensación de alegría y alivio. Inevitablemente abracé a Sam. Después de corresponderme, él fue hacia uno de los enormes agujeros en el muro a observar lo que ocurría afuera.
—¡Ironhide! —gritó Sam.
Una de las trillizas se acercó primero. Sé quién era ella. Lo escuché en una de las historias de Ratchet. Es Elita. Por algún motivo me puso nerviosa estar frente a ella. Es mi primera vez conociéndola.
—Sígannos a las columnas, los llevaremos con Optimus —nos dijo ella.
—Solo quiero decirte qu-
No terminé de hablar porque un misil cayó sobre Elita y la explosión la derribó. Me quedé con las palabras en la boca y los ojos sumamente abiertos.
¿Qué diablos fue eso?
—¡Vayan a las columnas! —ordenó Ironhide. Estaba demasiado ocupado lidiando con los Decepticons. Teníamos que hacerlo solos.
Una vez más nos aventuramos a salir, Sam tiraba de la mano de Mikaela y Todd tiraba de la mía. Pasamos debajo de las columnas a toda prisa, corriendo sin detenernos a pesar de los disparos y explosiones tan cercanas.
—¡Ven acá, mocosa! —esa voz me erizó la piel. Volteé atrás solo para ver que Megatron venía por mí.
Entré en pánico pero no dejé de correr. Todd empezó a disminuir la velocidad haciendo que me preocupara. Lo miré de reojo y descubrí que acababa de escoger el peor momento para ponerse a recargar. De repente frenó y por reflejo terminé haciendo lo mismo. Se quedó esperando que Megatron se acercara mientras le apuntaba con el arma.
—¿Estás loco?
Él simplemente me ignoró y tiró del gatillo. Del cañón salió un pequeño cilindro, al golpear a Megatron desató una poderosa descarga eléctrica que se extendió en forma de rayos. Dentro de un radio cercano, otros tres fueron golpeados por la descarga y cayeron inmovilizados.
—¡Así se derrota a un super villano! —festejó elevando su arma.
Megatron estaba inmóvil en el suelo con los circuitos entorpecidos. No me lo podía creer.
—Se va a levantar furioso —dije con negatividad—. Pero funcionó —lo felicité, dándole una palmada en el hombro.
Di media vuelta para buscar a Sam y Mikaela pero habían desaparecido de mi campo de visión otra vez. A quién pude encontrar fue a Lennox tras una pared haciéndonos señas.
—¡Rápido, vengan acá! —gritó, indicándonos el camino.
Dejamos de lado a Megatron y fuimos hacia allá para reunirnos con los demás. Tan pronto nos acercamos, Lennox sujetó a Todd de los hombros obligándolo a que lo viera.
—Niño, ¿Qué fue lo que hiciste? —lo cuestionó con un tono severo.
—¿Qué carajos era eso? —Epps se apareció para quitarle el arma e inspeccionarla.
—L-Le disparé un proyectil sobrecargado, señor —respondió nervioso al reconocer el uniforme—. Genera alrededor de unos 40.000 voltios por minuto...
—Eso no interesa —lo interrumpió Lennox—. ¿Tienen más? Necesitamos municiones, estamos incomunicados.
—Sí, yo quiero una de esas cosas —pidió Epps alistando su arma—. Hay que hacerles corto circuito a esos desgraciados.
Todd y yo nos miramos conteniendo la emoción de que nuestro esfuerzo haya valido la pena. No sólo comprobamos que el prototipo funcionaba, además ellos querían usarlo.
—Era el único disparo que teníamos —solté las malas noticias—. Pero si sobrevivimos les enseñamos los planos.
—Un segundo, ¿Los planos? —encogí los hombros al recibir su mirada de molestia—. Discutiremos lo peligroso qué es construir armas después —me advirtió, luego miró a Todd—. Niño, ¿Sabes disparar?
—Sí, señor —contestó emocionado.
Lennox y Epps no estaban tan convencidos, así que le dieron un arma para que probara su puntería. Todd disparó a una roca lejana cómo si fuera un blanco, después le dió a otras tres perfectamente en el centro.
—Felicidades, solo por hoy eres un soldado —Lennox le dió una palmada en la espalda—. Los demás, quédense conmigo. No se separen, ¿Entienden?
—¿En dónde está Optimus? —pregunté inquieta.
—Está del otro lado del patio —miré hacia dónde señaló Lennox. El cuerpo de Optimus estaba cubierto por dos grandes lonas, a tan solo unos metros.
—Debo ir —corrí hacia el lugar en un impulso.
—¡No tardan los cazas! —Lennox me agarró del brazo impidiendome seguir.
—Tiene razón, ¡Debemos llegar a él ahora! —Sam me apoyó, enseñando su calcetín con polvo.
—Esperen, ¡Wow, Wow! —exclamó Epps alarmado.
Compartí su preocupación al sentir un escalofrío recorrer mi espalda. Me di la vuelta y vi que un Decepticon demasiado grande se aproximaba.
—¡Para atrás, para atrás! —nos indicó Lennox.
Cuando terminamos de acatar la orden, el Decepticon disparó sorpresivamente a uno de los tanques, volviéndolo escombros al instante. Sabíamos que éramos los siguientes en la lista, sin embargo, Jetfire se apreció volando y aterrizó sobre él.
—¡He aquí la gloria de Jetfire! —lo golpeó con su bastón, logrando derribarlo—. ¡Les enseñaré cómo se hacía sufrir en mis tiempos! —clavó el bastón en la espalda y de una patada le arrancó la cabeza.
Podrá ser viejo pero admito que sabe hacer entradas.
Presentí que algo más se acercaba, dejé de divagar y me concentré en buscar de dónde podía venir el ataque. Todos mis sentidos me guiaban al suelo. ¿Estaba debajo?
—¡Cuidado!
Mi aviso fue tardío. El Decepticon había alcanzado a saltar y herir a Jetfire de gravedad. Incluso en ese estado pudo derrotarlo con la misma fiereza de antes. Realmente me sorprendió.
En medio de la conmoción, el sonido del viento me llevó a mirar al cielo. Un grupo de aviones se iban acercando a nuestra posición, debían ser los refuerzos del ejército. Escuché que los llamaron F-16.
—Espero que ellos también tengan buena puntería —dijo Epps angustiado.
—Sí —Lennox volteó a verlo extrañado luego de unos segundos—. ¿Por qué?
—Les dije que contra el humo naranja —Epps tragó saliva.
Bastó bajar la mirada para entender la preocupación de Epps. Estábamos parados sobre el maldito humo naranja.
—¿Te refieres a ese humo naranja? —preguntó Lennox con sarcasmo.
—No fue mi mejor lanzamiento —admitió Epps apenado.
Se vieron el uno al otro, seguramente maldiciendo internamente.
—¡Corran! —gritaron a una sola voz.
Salimos corriendo de ahí a toda prisa, los F-16 comenzaron a bombardear el lugar tan pronto nos alejamos. Tuve la necesidad de voltear hacia atrás, fue el momento preciso en que Ironhide y Jazz salieron de aquella cortina de humo. Me preocupó verlos heridos pero no podíamos detenernos. Continuamos avanzando, lejos de las explosiones.
Otro escalofrío recorrió mi espalda, fue un aviso para que buscara a Sam. Él se había separado de nosotros para ir corriendo hacia Optimus, no lo dudé y fui detrás suyo.
—¡Sam, espérame!
—¡Corre! —su mano me indicó que me alejara.
Ignoré sus palabras y seguí tras él, en mi camino se atravesó una cortina de humo. Eso generó un segundo escalofrío en mi piel.
—¿Pensaste qué me detendrías por siempre? —Megatron salió del humo y le apuntó a Sam de espaldas—. ¡Ahora pagarás caro tu insolencia!
Grité para impedirlo pero no pude. Megatron le disparó y Sam voló por los aires. Lo vi caer sin poder hacer nada para evitarlo. Todos mis sentidos se alborotaron, volviéndose un completo caos en conjunto. No quería adelantarme a los hechos. Sam no pudo haber muerto con eso. No podía.
Entonces sentí una opresión en el pecho.
