El deslumbrante resplandor azul que producían mis manos me tenía embelesada, recordé que estaba en medio de algo importante, así que hice a un lado mi asombro y estiré una mano. Las puntas de mis dedos quedaron apuntando hacia el cubo de metal que estaba en la mesa. Un pequeño rayo salió disparado y golpeó el cubo, al principio se iluminó con la misma luz celeste que me envolvía, después comenzó a batirse sobre la superficie resultado de una reacción inestable.
Supe lo que tenía que hacer antes de que ocurriera un desastre, así que de inmediato absorbí de vuelta esa pequeña fracción de energía. Cuando la luz se apagó suspiré decepcionada.
—El tercer intento —Ratchet estaba anotando las observaciones en un monitor—. Todavía no puedo crear un contenedor que sea compatible.
—¿Eso es bueno o malo? —cuestioné preocupada.
—Ninguna de las dos —respondió, bajando la mirada un instante—. Simplemente es... extraño.
—¿Por qué? —volví a preguntar interesada.
—Ha rechazado todos los contenedores artificiales que he creado pero no a ti —explicó bastante desconcertado—. No lo entiendo.
Hemos estado buscando una forma segura de contener la energía de la Chispa, una alternativa en la que tal vez podamos dividir su poder y así regresar una parte a Cybertron. Pero parece que eso no va funcionar, es lo que la Chispa intenta decirnos. Lo presiento.
Estaba a punto de exponer mi teoría, cuando de repente tuve la sensación de estar siendo observada. Rápidamente me di la vuelta, solo para atrapar a nuestro espía de pie en la entrada. Me pareció inusual, pues no es alguien a quién esperaría.
—Estuve escuchándolos —confesó Sideswipe al recibir mi mirada.
—¿Te puedo ayudar en algo? —Ratchet se mantuvo ocupado en sus anotaciones.
—Solo me preguntaba... ¿Por qué escogería a una humana? —había verdadera curiosidad en su tono, lo cual me puso a pensar en ello—. No es nada personal —aclaró mirándome por un instante—. Es solo que los humanos son una especie inferior, no tiene sentido. ¿No es lo que piensas, Doc?
—Tal vez tienes razón, Sideswipe —me adelanté a responder—. Pero incluso si me consideras un ser inferior, yo no dudaría en arriesgar mi vida para protegerte —dije con toda la sinceridad posible.
Hubo un corto silencio que pronto se rompió con las risas discretas de Ratchet, eso causó que Sideswipe no fuera capaz de sostenerme la mirada por mucho tiempo. Luego mencionó algo de ir a vigilar al prisionero y se retiró apresurado, admito que eso también me hizo reír un poco.
—Comienzo a sospechar que la respuesta más simple a este misterio es una conexión del tipo... espiritual —comentó Ratchet, a lo que no pude evitar mostrar confusión ante eso—. Has madurado mucho —resumió en pocas palabras.
—¿Tú crees que sea obra de la Chispa Suprema? —pregunté divertida.
—No tengo un diagnóstico para eso —respondió—. Solo hago evidente lo que percibo.
¿Será verdad que he cambiado? Es decir, mi percepción de las cosas es totalmente distinta, ahora tengo otras responsabilidades y ya no puedo vacilar. Pero no estoy segura de haber madurado lo suficiente, porque cuando crees que lo has hecho, siempre sucede algo que te demuestra lo contrario. Tengo experiencia en eso.
Dejando mi reflexión a la deriva, me tuve que despedir para poder retirarme ya que mi revisión semanal estaba terminada. Deambulando por la base, me encaminé al hangar para ver qué novedades podía encontrarme. Nadie me informa de nada, así que debo investigar yo misma.
Ingresé caminando despacio, entrelazando las manos detrás de la espalda. Al cruzar la entrada, escuché voces y gritos que me resultaron familiares. Busqué a los iniciadores de aquél barullo, encontrando a Todd y los gemelos sentados en una esquina del complejo. No sé cómo ocurrió pero esos tres se hicieron muy unidos. Como sea, me acerqué a averiguar qué es lo que causaba su pleito. El responsable era el tablero de un juego de mesa.
—¡Hey, Hey! No puedes pasar por ahí, hay una trampa —gritó Todd, señalando una parte del mapa.
—¿Y eso qué? Puedo rodearla —se defendió Skids.
—Se supone que no sabes que hay una trampa en el camino —le explicó Todd alterado.
—Claro que sí, tú me lo dijiste.
—Porque es el narrador, genio —Mudflap le dió un empujón con el hombro.
De ahí los dos comenzaron a empujarse mutuamente hasta que se abalanzaron uno sobre el otro.
—¡Oigan! Si van a estar peleando mejor me llevo mi tablero —les advirtió Todd.
—¿A qué están jugando? —me senté en cuclillas para poder observar, había todo un escenario medieval montado con figuras y utilería de juguete.
—Les enseño a jugar Calabozos y Dragones a estos brutos —Todd suspiró cruzando los brazos—. Es difícil hacer mi trabajo cuando se ponen a pelear cada cinco minutos.
—¿Por qué no empezaste con algo más sencillo cómo una baraja? —fue inevitable no reírme tras preguntar.
—Oh, lo hice —me aseguró—. Pero son unos tramposos y usan su robo-visión para ver las cartas.
—¿Robo-visión? —repitió Skids—. Nah, lo que pasa es que eres muy malo.
—Nos tiene envidia —lo secundó Mudflap.
—Como digan —Todd rodó los ojos y me miró—. ¿Por qué no te unes? Es más interesante con cuatro. Y así me ayudas a controlarlos.
—De acuerdo, te salvaré de tu tormento —le dediqué una sonrisa burlona, para después tomar asiento con ellos.
Todd se colocó juntó a mí para darme una extensa explicación de su juego e indicarme cómo se usaban todos los objetos. Pasé la tarde fingiendo ser un personaje de un mundo distinto, la parte divertida fue presenciar las discusiones de los gemelos y escuchar a Todd forzar una voz imponente para narrar los acontecimientos de la historia. Hace tiempo que no me reía tanto. Estaba tan concentrada que ni siquiera le di importancia a la sensación de que alguien me estaba observando de nuevo.
Las horas se me fueron volando, de no ser porque llamaron a Skids y Mudflap a través de los altavoces, nunca hubiéramos interrumpido la partida. Aprovechamos para tomarnos un descanso, fue entonces que unas pisadas resonaron a mis espaldas, indicándome que alguien se aproximaba.
—Grace, ¿Te molesto si salimos un momento? —Escuchar a Optimus me hizo saltar de sorpresa. Rápidamente volteé atrás para confirmar que se trataba de él, lo cuál me sorprendió más.
—Eh... —no supe que contestar—. Sí, está bien.
Fue tan repentino que todavía no lo procesaba. ¿Cuándo llegó? En verdad estuve bastante distraída cómo para notarlo. Sacudí la cabeza alejando las preguntas absurdas y me levanté del suelo. Optimus se transformó dejándome una puerta abierta igual que siempre.
—¿Yo puedo ir? —Todd se paró afuera del vehículo esperando ansioso una respuesta. Por un segundo creí que él podría venir, pero la puerta se cerró después de que yo hubiera subido—. ¿Ah, sí? Pues ni tenía tantas ganas.
El motor arrancó y salimos de la base sin ningún tipo de explicación. Me quedé atónita. ¿Todd acababa de ser ignorado? Resulta gracioso, aunque no tanto viniendo de Optimus. ¿Estaba de mal humor? ¿Quizás preocupado? Tal vez ya averiguaron más sobre la venta ilegal de armas mientras yo me dediqué a jugar.
—¿Ocurrió algo? —estuve dudosa de preguntar, el silencio no ayudaba—. Es que sentí que fuiste un poco... cortante.
—Me disculpo, no era mi intención sacarte así —su voz sonó apagada—. Últimamente he tenido una preocupación que me causa conflicto.
—¿Qué clase de preocupación? —pregunté casi no queriendo hacerlo.
—Yo no te había visto divertirte —su contestación fue tan inesperada que me dejó perpleja—. Es una conducta común en los humanos y aún así no soy capaz de entenderla todavía.
Sé que fui inoportuna, pero en ese momento mis risas se escaparon por más que intenté tapar mi boca. No podía creer que ese era el gran misterio.
—¿Eso es lo que te tiene angustiado? —cesaron mis risas y adopté un tono más serio—. Optimus, tú no eres de los que hacen reír. No tienes porqué preocuparte.
—No es solo eso —admitió con pesadez—. Hay tantas cosas que no puedo hacer por ti al no ser un humano. Temo que ese hecho pueda terminar afectando nuestra amistad.
¿Auch...? Supongo que así es cómo Optimus lo ve, una simple amistad, ¿Por qué sería diferente?. Después de todo, él debe ser quién esté más consciente de los límites entre una especie y otra. Soy una ingenua.
—E-Escucha... —cerré los ojos en un intento de despejar la mente y relajarme, después los abrí de nuevo—. Te conocí cómo un robot gigante que no cabía en mi patio. Acepté eso hace mucho tiempo, así que lo que menos estoy es decepcionada de ti.
Parece que fue ayer cuando apenas llegaron a nuestras vidas, ahora no podría imaginarme lo que sería de mí si ellos no estuvieran aquí.
—Entonces —de repente nos detuvimos, me percaté de que estábamos en el mismo lugar de ayer—, ¿Esto no ayuda? —la holoforma apareció en el asiento, se estaba examinando a sí mismo con duda.
—Es increíble, en serio —sonreí sincera—. Pero no tienes que hacerlo si te resulta cansado. Me gustas con tu verdadera forma —mis mejillas se encendieron al ser consciente de lo que dije—. M-Me refiero a que estoy acostumbrada a verte como eres en realidad.
Estaba bastante avergonzada, por lo que decidí bajar del camión a tomar un poco de aire fresco. Estando afuera, escondí mi rostro entre mis manos y me maldije por ser tan estúpida. Estuve a punto de arruinarlo todo.
Pude escuchar a la perfección el sonido de la transformación de Optimus, pero él no dijo nada durante un rato, lo cual lo hacía más incómodo. O tal vez ni siquiera malinterpretó mi comentario y yo fui la única exagerada. De cualquier forma, me armé de valor para darme la vuelta, descubrí que Optimus se había sentado cerca de la orilla con la vista puesta en el horizonte. Una de sus manos descansó en el suelo y se extendió como si estuviera invitándome a subir en ella. Fui hasta él y salté al centro de su palma, lentamente me elevó hasta dejarme sobre su hombro. Desde esa distancia noté lo cerca que estaba de su rostro, aunque solo podía verlo de perfil.
Mi corazón empezó a golpear contra mi pecho, así que busqué una manera de distraerme volviendo la vista al frente y concentrándome en el paisaje. La brisa del viento despeinaba mi cabello. El mar estaba tranquilo y el sol se ocultaba por el Oeste.
—¿En qué piensas? —preguntó de pronto.
—En lo bella que es la Tierra —me mantuve serena, admirando el paisaje—. Sería una lástima que algún día tuviera que ser destruida.
—No permitiré que eso suceda —dijo firme—. Después de todo, nuestra especie se ha refugiado en este planeta. Es nuestro deber protegerlo.
—Todos son bienvenidos, la Tierra no le pertenece solo a los humanos.
El sonido de los engranes me avisó que Optimus había cambiado de posición. Sentí su mirada encima, pero no fui capaz de girar.
—Grace, ¿Crees en el destino? —vocalizó despacio y tan cerca de mi oído que no supe como reaccionar. Me quedé igual de rígida que una estatua.
—¿A qué te refieres? —mi voz salió temblorosa, al instante me arrepentí de eso.
El sonido del metal y una leve corriente de aire me indicó que Optimus se había alejado. Eso me dejó respirar con alivio.
—Cuando arrojé la Chispa Suprema fuera de Cybertron, nunca contemplé que acabaría en la Tierra. Y que un humano adquiera su poder era improbable —comenzó a decir, aproveché para mirarlo de reojo. Él estaba con un semblante pensativo—. Sin embargo, pese a todas las adversidades, el universo nos ha reunido por una razón.
Siento que ya había oído eso antes.
—Pues... no me considero especial ni nada por el estilo —admití, abrazando mis rodillas para apoyar mi mentón sobre ellas—. Cualquiera pudo haber estado en mi lugar.
—Pero no cualquiera hubiera tenido el valor de hacer ese sacrificio —añadió Optimus—. Tus virtudes no son algo que deberías minimizar.
—Yo... Gracias.
Estuvimos observando la puesta de sol un poco más, al caer la noche regresamos a la base en silencio y al llegar me retiré a mi habitación. Necesitaba espacio para pensar. A veces todo parece tan confuso que no logro entenderlo. No sé qué estoy haciendo.
A la mañana siguiente, me preparé cómo siempre lo hago y me dispuse a buscar a Todd. Tenía que disculparme por cerrarle la puerta en la cara, aunque técnicamente no fue mi culpa. Por suerte lo encontré acomodando suministros en la armería, él no parecía del mejor humor, aún así me animé a entrar.
—Hola —me planté delante con una amplia sonrisa—. ¿Te pusieron a mover cajas cómo castigo?
—Estoy ayudando —contestó a secas—. Creo que solo soy bueno para eso.
—Wow... ¿Qué mosco te picó? —mi entrecejo se tensó—. Amaneciste agresivo y ese es mi papel.
—No importa —gruñó luego de haber apilado la última caja. Todd agachó la mirada cómo si estuviera pensando, al final suspiró recuperando su acostumbrada expresión—. Cuéntame, ¿Cómo te fue en tu cita?
—Oye, lo siento por haberte dejado así —me disculpé, él se cruzó de brazos esperando una explicación—. Pero no fue una cita, solo salimos a hablar.
—Claro, dos veces seguidas en la misma semana —comentó con sarcasmo—. ¿Y qué? ¿Al menos ya le dijiste la verdad?
—No puedo —insistí fastidiada del tema—. Optimus siente que somos buenos amigos, no quiero arruinar eso. Además, sería extraño. Prefiero seguir guardando el secreto, es más fácil.
—Pues no sé tú, pero ni los extraterrestres se resisten a los encantos de una linda chica norteamericana.
—¿De qué diablos hablas?
—¡Ay, por favor! —espetó cómo si fuera algo obvio—. ¿Nunca viste King Kong? —inquirió—. Tú serías Naomi Watts siendo secuestrada por una bestia egoísta que te quiere solo para él. ¡Date cuenta! Está desesperado, tienes una oportunidad.
—No es cierto —sentí mis mejillas calentarse—. Deja de decir tonterías por una vez.
—Soy directo —ladró molesto—. Y tú deberías hacer lo mismo.
—¡Es diferente! —grité harta—. ¿Por qué te importa tanto que se lo diga?
—¡Porque...! —apretó los labios antes de poder terminar esa oración—. ¿Sabes qué? Tienes razón —Todd se relajó—. Ya no voy a molestarte con eso, ¿Bien? —puso las manos en alto en señal de rendición.
—¿Gracias?
¿Qué carajos fue todo esto?
De la nada un molesto zumbido nos hizo cubrirnos los oídos. Parecía una alarma. Salimos de prisa de la armería a ver qué es lo que estaba ocurriendo. Había una gran cantidad de soldados y Autobots reunidos alrededor de la pantalla sobre la plataforma.
—¿Qué es ese sonido, Ironhide? —consultó Todd.
—Prime recibió una alerta —Ironhide volteó a vernos hacia abajo—. Bumblebee y el chico Witwicky están en problemas.
—¿Sam? —lo interrumpí—. ¿Está bien? ¿Qué le pasó?
Entiendo que no tenían una respuesta inmediata, ya que Ironhide solo negó con la cabeza. Seguido a eso, el sonido de la alarma por fin le dió tregua a nuestros tímpanos.
—Sam, la ayuda va en camino —se comunicó Optimus por el radio—. Ratchet, contacta con la nueva base de NEST en Washington y manda un equipo de extracción prioridad Omega —ordenó al médico a su lado—. Jolt, necesito que tú y tu equipo permanezcan aquí.
—¿Qué? Agh, vamos Prime... —se quejó Jolt. Debe estar ansioso por ir a la acción.
—No solo tenemos que pensar en el prisionero Decepticon, si no que Longarm y Salvage no se han reportado desde ayer —le explicó Optimus—. Probablemente no sea nada, pero no está de sobra ser precavidos.
¿Dos Autobots desaparecidos? Es sospechoso.
—Sí, señor. Lo entiendo —Jolt recuperó la compostura.
—Director Galloway —Optimus se volvió hacia el hombre—. Quizás usted también debería quedarse aquí, por esta ocasión...
—¿Y coordinar la noticia de primera plana? Puedes contar conmigo, Prime —Galloway chasqueó los dedos y lo señaló con el índice—. Por cierto, Lennox y Epps, deberían comandar a las tropas de campo.
—Las manejaremos, señor —aseguró Lennox.
—¿Qué hay de mí? Sam es mi hermano y me necesita —alegué al sentirme ignorada—. Yo más que nadie debería ir.
—Vienes con nosotros pero no te alejes. ¿Entendido? —Lennox esperó mi respuesta con una ceja arriba
Sin dudarlo acepté las condiciones entusiasmada. No puedo creer que esta será mi primera misión oficial.
