Han pasado tres meses desde el incidente. La base de Diego García está... destruida.
Las instalaciones fueron desalojadas, el material rescatable ha sido extraído y los restos... sepultados. Seremos reubicados a la base de Washington, ya no podemos quedarnos aquí. Tampoco es cómo que quisiera quedarme en el lugar donde asesinaron a la mitad de nuestro equipo.
Soltando un largo suspiro, terminé de darle el último vistazo al que fue mi hogar por tres años. Salí del antiguo cuartel y me dirigí a la explanada. Optimus estaba hincado frente a los contenedores que guardaban los cuerpos de todos los que murieron en la última incursión. Los nombres de Jolt, Armorhide, Dunne Runner y otros Autobots estaban grabados en esas tumbas. Los humanos también tenían su espacio, ahí estaban el nombre del Director Galloway y otros soldados.
Pero la mirada de Optimus se había enfocado en uno en específico. Era el de Elita. Puedo percibir una profunda tristeza en él.
—Lo siento tanto... —le dije con sinceridad. Me coloqué a su lado y agaché la cabeza como una señal de respeto a los que ya no estaban—. Sé que ella fue importante para ti.
Hubo un silencio que comprendí, él debía estar muy dolido.
De la nada sentí que algo tocó mi cabeza, me obligó a voltear despacio, terminé viendo a Optimus, tenía una mirada apagada pero puesta en mí. Las puntas de sus dedos se deslizaron con suavidad por mi rostro y descansaron en mi mejilla. No sabía lo que estaba pasando, me quedé rígida y con la respiración pausada.
—Optimus —la voz de Lennox lo llamó de repente. Él retiró su mano de prisa antes de que pudiera vernos—. El C-17 está listo, partiremos a Ucrania de inmediato.
—De acuerdo, Coronel Lennox —respondió con la firmeza de siempre—. Si su contacto está en lo cierto...
—Sí, es tiempo de jugar a ser héroe de nuevo —suspiró resignado y luego me miró—. Grace, prepararemos un avión para que te lleve a Washington.
—Ni hablar, voy con ustedes —dije inconforme—. Demostré que soy de utilidad, no tienen que protegerme todo el tiempo.
—Intento ponerte fuera del peligro —me explicó Lennox—. Ucrania no es cualquier lugar.
—Lo sé —respondí decidida. No necesito un segundo padre, puedo cuidarme sola.
La base de Diego García fue oficialmente clausurada, después de eso subimos a los aviones y nos retiramos. Desde mi asiento me estiré para poder ver el paisaje mientras nos alejábamos, dejando atrás ese lugar que alguna vez me recibió. Las despedidas siempre son difíciles.
El resto del vuelo me dediqué a perderme en mis propios pensamientos, sin querer mi mirada terminó fija sobre el camión azul y llamas rojas que iba asegurado en la zona de carga. ¿Sabrá que lo estoy observando? Espero que no.
Durante estos tres meses, se ha reunido información mediante diferentes contactos que nos conducen a la posible existencia de objetos de naturaleza extraterrestre en Ucrania. Iremos allá ahora mismo.
Nos adentramos en lo que alguna vez fue una comunidad habitada y que actualmente no es más que un pueblo fantasma. Las calles y edificios abandonados me dieron escalofríos. Siempre leía sobre el famoso accidente nuclear en libros de historia, nunca imaginé estar aquí para presenciarlo.
Los vehículos de pronto se detuvieron entre dos edificios, las puertas de Optimus se abrieron para que Lennox y yo pudiéramos bajar.
—Ve con cuidado —me dijo Optimus antes de irme. Mis músculos se tensaron, apenas pude darle una débil contestación.
El resto de soldados fue descendiendo y se agruparon a nuestro alrededor. Al frente había un auto del cual salió un hombre vestido de traje, él se acercó de prisa hacia nosotros.
Debe ser el supuesto contacto.
—Señor Voshkod —lo nombró Lennox—. Deshabitado desde 1986 —dijo examinando el lugar—. Oí que no será habitable dentro de otros 20 mil años.
—Por lo menos —asintió el hombre—. Ucrania era una tierra fértil, es una tragedia —suspiró y luego señaló al frente—. Siganme.
—¡Prepárense! —anunció Lennox—. Solo tenemos 60 minutos. Vigilen sus niveles de radiación.
Claro, cómo si mis niveles no fueran lo suficientemente altos.
Rodé los ojos con ironía mientras me colocaba el traje de protección de todas formas. Una vez preparada, me reuní con los demás. Ahí me percaté de que solo una persona no llevaba el equipo adecuado.
—¿Y qué? ¿Usted es anti-radiación? —pregunté con sarcasmo.
El señor Voshkod me miró nervioso. Eso me hizo dudar.
—Eso no importa —contestó despreocupado—. Es tarde para mí.
Mi ceño se frunció al escucharlo, ¿De qué rayos está hablando?. No pude cuestionarlo más porque en ese momento Lennox dió la orden para ingresar al edificio. Caminamos detrás del hombre que por alguna razón sabía el camino hacia el objeto que buscábamos. Y, por si entrar en una escuela abandonada no fuera lo suficientemente tétrico, tuve la impresión de que algo nos estaba acechando desde las sombras. Cuando traté de sorprenderlo, me encontré con que en realidad no había nadie. Aún así me mantuve alerta mientras seguíamos avanzando.
Llegamos a la planta nuclear en dónde había una especie de maquinaria extraña, en la punta tenía la unión de varias piezas que componían una misteriosa esfera de la que sobresalen varios cables. Me transmitió una sensación familiar. Creo que es lo que buscamos.
—Optimus, tenemos algo —Lennox apuntó su lámpara hacia el hallazgo—. Parecen objetos unidos con un arnés metálico —le dijo a través del radio, después se agachó para retirarle el polvo a una caja que estaba tirada—. ¿Qué es esto?
Me acerqué para ayudarle a limpiarlo y así pude leer las letras que estaban grabadas en la superficie.
—Sputnik... —murmuré.
—¿Son marcas de algún programa espacial soviético? —preguntó Lennox.
—Precisamente —contesté pensativa. Dejé el misterio de lado y me levanté de inmediato, tenía esa sensación de alerta—. Algo se acerca —les advertí.
El detector que cargaba uno de los soldados empezó a emitir un pitido que reforzó mi sospecha.
—Lectura de Energon —avisó el soldado—. Está debajo de nosotros.
El metal de la estructura sobre la que estábamos empezó a vibrar, segundos después, la misma cosa que nos atacó hace tres meses atravesó una de las paredes y saltó directo al objeto. Varios soldados trataron de dispararle pero fueron lanzados lejos en el proceso.
Aprendí que esa serpiente mecánica es en realidad una de las bestias más fieras de Cybertron, lo llaman Driller. Y lo peor es que solo existe alguien con uno bajo su mando.
—¡Shockwave está aquí! —les advertí—. ¡Tengan cuidado!
El Driller se abrió caminó hasta llegar al objeto y, una vez que se apoderó de el, se deslizó hacia la superficie causando más devastación a su paso. Tomamos a los heridos y salimos de ese lugar de inmediato, una vez afuera, vi que Optimus ya estaba preparándose para el combate con las armas de su nuevo remolque.
—¡Quédense atrás de mí! —gritó Optimus, empuñando su espada y escudo.
Los soldados abrieron fuego contra el Driller que fue perseguido incansablemente por Optimus, él saltó y alcanzó a cortarle una parte de la cabeza donde llevaba el objeto. Levanté una de mis manos haciendo que la misteriosa pieza quedara suspendida en el aire y la atraje con cuidado hacia mi para evitar que sufriera daños.
En ese momento, el Driller enrolló su cuerpo igual que un espiral y del centro emergió Shockwave.
—¡Optimus! —exclamó el Decepticon.
Pude sentir las ganas de venganza que tenía Optimus, pero no pudo hacer nada ya que Shockwave desapareció de un segundo al otro, dejándonos bastante desconcertados por lo que había ocurrido.
—¿Qué rayos era eso? —preguntó Lennox aturdido.
—Eso... ¡Era Shockwave! —Optimus arrojó su espada al suelo.
—¿Y por qué busca esto? —Lennox se arrodilló frente a la cosa que rescaté.
—Es imposible —pronunció Optimus desconcertado, se apoyó sobre una rodilla para poder revisar mejor el objeto—. Esto es parte del motor de una nave Autobot perdida hace mucho.
—¿Qué estaba haciendo aquí? —mi pregunta solo generó más dudas, pude notar que a Optimus no le gustó para nada lo que nos habíamos encontrado.
Un equipo arribó para recogernos, se llevaron a los heridos y la parte del motor extraterrestre que hallamos. El viaje en avión fue un poco tenso, Optimus estuvo todo el tiempo en su modo alterno sin emitir palabra, creo que estaba molesto aunque yo no me atreví a hablarle. Solo lo observé en silencio. Quizás debí decirle algo.
Luego de unas horas aterrizamos en la nueva base de Washington. Descendí junto con los demás soldados y entré al edificio que por algún motivo decía ser un departamento de salud y servicios humanos. Supongo que es una medida de seguridad, pues ahora nos encontramos en la ciudad. Hace tanto que estoy lejos de la civilización que volver me hace sentir cómo un ermitaño.
La nueva base tenía un aire más moderno y era lo suficientemente amplia para albergar a los Autobots restantes. La daría un recorrido más tarde, ya que en ese instante mi atención se centró en la silueta que estaba de espaldas revisando algo sobre un escritorio. Corrí hacia él y dejé caer mis manos sobre sus hombros, dándole un susto.
—¿Sorprendido? —sonreí divertida, esperando su respuesta.
Todd se dió la vuelta mirándome con una mueca de disgusto.
—Un día me vas a ocasionar un infarto, ¿Si lo sabías? —me señaló enfadado.
—No seas llorón —di un paso al frente para ver que lo tenía tan ocupado—. ¿Qué haces? —pregunté, estudiando los planos de la mesa.
—¿Recuerdas la cosa esa que explota? —preguntó a lo que yo asentí—. Pues Que revisó los planos y me dió consejos para hacerle unas mejoras. El primer prototipo estará listo en un par de días.
Que es el nombre que se asignó Wheeljack cuando fue reconstruido por Ratchet. Lo mismo sucedió con Mirage, ahora se llama Dino. Ambos tienen una apariencia completamente distinta, pero la buena noticia es que viven.
—¿En serio? —me entusiasmó escuchar eso.
—Y si funciona, podrían añadirlo al armamento reglamentario de NEST —reveló sonriendo, como si supiera que eso me pondría feliz. Sin pensarlo salté sobre Todd y lo abracé emocionada. Esto era lo que siempre quise oír—. Cuidado, alguien podría aplastarme si te viera haciendo esto —dijo dándome un par de palmadas en la espalda para quitarme.
Me separé del abrazo soltando un resoplido.
—¿Otra vez con eso? —cuestioné, cruzando los brazos.
—¿Qué? —alzó los hombros—. Es la verdad.
—Para nada.
—Oh, claro. Solo son "amigos" —hizo comillas con un tono molesto—. Pero no puedo acercarme a ti ni hablarte porque entonces se aparece y te aleja. ¿Cómo le llamas a eso?
—Solo se preocupa —empecé a caminar disimuladamente.
—Es un inmaduro y lo detesto —Todd me siguió el paso hacia el hangar—. Todo era mejor cuándo solo éramos tú y yo aprendiendo a usar tus poderes —añadió en un murmuro que pude escuchar.
—No es inmaduro —dije en su defensa—. Lo que pasa es que no sabe reaccionar cómo lo haría un humano. Ellos actúan diferente, comprende.
Nuestro andar fue interrumpido cuando nos encontramos de frente con Lennox, parecía estresado, y a su lado lo acompañaba una mujer que nunca he visto antes. Detrás de ella venían unos cuantos agentes y una pobre chica cargando cientos de bolsos.
—Coronel, ¿Acaso estos son adolescentes en una base de operaciones clasificadas? —la mujer nos miró de pies a cabeza cómo si no lo creyera.
—Directora Mearing —Lennox rascó su sien con desespero—. Ellos son... casos especiales.
—Un segundo —hablé confundida—. ¿Cómo que "Directora"?
—El gobierno la asignó como el reemplazo de Galloway —nos explicó Lennox.
—Así es, jovencita —la mujer sonrió orgullosa—. Y no sé qué clase de operaciones permitía Galloway, pero algunas cosas tendrán que cambiar por aquí. No me importa que tan especiales sean.
El grupo pasó entre nosotros para continuar su camino, Todd y yo fuimos detrás de Lennox para protestar. Esto no podía ser cierto.
—Ella no puede reemplazarlo —discutí—. Es malvada.
—Y aterradora —mencionó Todd.
—Chicos, yo no puedo hacer nada —respondió cansado—. El gobierno me ata las manos.
Todavía quería decirle unas cuantas cosas a esa mujer, pero todos se detuvieron cuando llegamos a dónde estaban los otros Autobots. Lo que me pareció extraño fue ver que Optimus era el único que mantenía su modo alterno. Ha estado así desde que regresamos de Ucrania.
—Espero que le tengas respuestas —Que se dirigió a la Directora—. Nunca lo había visto tan molesto.
—Optimus —lo llamó Lennox—. ¿Recuerdas a Charlotte Mearing? ¿La Directora de Inteligencia Nacional?
Esperamos pacientes una contestación, sin embargo, Optimus nunca se transformó.
—Está de mal humor —comentó Dino—. No quiere hablar con nadie hoy —negó agitando la mano.
—¿Qué es esto? —inquirió la Directora—. ¿La ley del hielo?
Todd soltó una risita en voz baja y se cubrió.
—Sí, es tan maduro —susurró divertido. Tiene que estar disfrutando esto.
—Este no es un mal humor normal, este es peor —Ironhide se acercó a Optimus y dejó caer su puño sobre el techo del camión—. ¡Prime, compórtate como lo que eres!
—¡Dale otro! —lo alentó Todd. Me di la vuelta y yo misma le di un golpe en el brazo—. ¿Q-Qué? Es por ayudar —se justificó adolorido.
Optimus se transformó posterior al golpe que recibió y apoyó todo su peso sobre sus manos, quedando lo más cercano posible a nuestra altura.
—¡Nos mintieron! —rugió con enfado—. Dijeron que los humanos habían compartido todo lo que sabían sobre nuestro planeta —le reclamó específicamente a la mujer—. ¡Díganme porque estaba esto en poder de humanos! —exigió apuntando la pieza de la nave.
Nunca lo vi tan molesto, lo que sea que eso represente debe ser muy importante para alterarlo tanto. Quise tranquilizarlo, pero no sabía cómo sin que fuera incómodo. Así lo que único que pude hacer fue mirarlo, al encontrarse con mis ojos, Optimus bajó la mirada cómo si estuviera apenado y reprimió un gruñido.
—Tampoco sabíamos nada —aclaró la mujer—. Solo el director del Sector 7 tenía acceso —ella volteó sobre el hombro a ver a su asistente—. El bolso —le pidió con la mano extendida.
—¿Cuál bolso? —preguntó, buscando entre todos.
—Hermès, Birkin —pronunció entre dientes—. El que te di ayer.
La pobre chica finalmente corrió a entregarle uno de los cientos de bolsos de mano que cargaba encima.
—Alguien necesita otro empleo —dije para mi misma.
La Directora terminó sacando una libreta del bolso que le entregaron.
—Pocos sabían de este secreto y pocos de ellos siguen vivos —reveló la mujer—. Le presento a dos directores fundadores de la misión de la NASA y al doctor astronauta Buzz Aldrin, de los primeros hombres en pisar la luna —anunció dando entrada a un grupo de hombres a los que recibió estrechando sus manos—. Señor, Optimus Prime —les presentó, dejándolos en total asombro.
Uno de los hombres avanzó embelesado hacia el líder de los Autobots.
—Y para un viajero espacial, es un verdadero honor —confesó absolutamente fascinado.
—El honor es mío —Optimus se inclinó mostrándole respeto.
—La carrera espacial de los años 60, según parece, fue la respuesta a un evento —prosiguió la Directora.
—Se investigó el impacto de una nave espacial extraterrestre —comentó otro de los hombres—. No hubo sobrevivientes.
—Juramos guardar el secreto ante el comandante en jefe —agregó su compañero.
Ellos comenzaron a relatarnos los detalles de la misión, era un supuesto plan de la NASA en el que los soviéticos lanzaron naves no tripuladas al espacio. Es así como trajeron a la Tierra esa cosa que encontramos en la planta nuclear de Ucrania.
—Creemos que los rusos dedujeron que el objeto era un módulo conductor de fisión —explicó la Directora—. Creyeron que lo controlarían y trataron de usarlo en Chernóbil.
¿Osea que los libros de historia son puras mentiras? Genial.
—Enviamos seis misiones en total —volvió a decir uno de los astronautas—. Tomamos cientos de fotografías y muestras que guardamos en secreto. Y el programa lunar se canceló.
—¿No buscaron la bóveda de seguridad? —preguntó Ironhide, a lo que todos se miraron entre sí cómo nunca se les hubiera ocurrido.
—El nombre de la nave era el Arca. Yo mismo vi cómo escapaba de Cybertron —Optimus se levantó para hablar—. Llevaba tecnología Autobot que nos hubiera salvado en la guerra. Y... a su capitán.
—¿Quién era el capitán? —inquirió la Directora.
—El gran Sentinel Prime, inventor de la tecnología. Era el comandante de los Autobots anterior a mí —respondió en tono distinto, uno que por algún motivo me causó una sensación de inquietud—. Es imperativo que lo encuentren antes de que los Decepticons descubran su posición. Nuestra nave tiene la capacidad para llegar. Y oren porque aún sea tiempo.
Un escalofrío recorrió mi espalda, me hizo estremecer molesta. ¿Por qué estaba teniendo esta sensación? ¿Era algún tipo de aviso? No tiene ningún sentido si no hay peligro cerca. Tal vez solo necesito descansar.
