Hola!

Gracias por vuestros mensajes y reviews, gracias pollito934, no me había dado cuenta que al poner aquí el archivo no me mantenía los espacios para separar párrafos, he empezado a poner puntitos, para que sea más fácil distinguirlos.

Los que me conocéis de antes vais a entender mi extraña obsesión con Baise... empiezo a tener tentaciones y no sé muy bien que hacer xD. Espero que os siga gustando la historia como tal, el dramione y el resto de hilos secundarios y personajes nuevos.

Cualquier comentario siempre es bienvenido, para saber que una va por buen camino.

Besos y abrazos

AJ


El papiro de Imhotep

Aquella pelirroja de mal genio le había dicho… no, le había advertido más bien, que no se acercara a George y a Ron Weasley con sus teorías conspiranoicas ¿Verdad? Pues bien, a Blaise Zabini nadie le decía lo que tenía que hacer, mucho menos aquella bruja explosiva que le estaba dando últimamente demasiados dolores de cabeza.

El día anterior, en la Madriguera, justo antes de que su padre llegara, Blaise había estado a punto de cometer lo que sin duda hubiera sido el mayor error de su vida y, siendo Blaise, eso era mucho decir ya que había metido la pata en innumerables ocasiones por culpa de su ingobernable impulsividad.
Pero aquellos ojos castaños, del color del whisky añejo, que le miraban con un cabreo monumental, habían sido lo más sexy que había visto en mucho tiempo.

Aquella mujer le atraía de un modo primitivo y salvaje, haciéndole preguntarse cosas que estaba tan fuera de lugar que se avergonzaba incluso de pensarlas.

Y Zabini rara vez se avergonzaba de algo.

¿Cómo podía estar preguntándose como se vería Ginny Weasley desnuda entre sábanas de seda mientras llegaba al éxtasis? ¡Por Salazar! Era la prometida de Potter y, joder, Potter le caía, contra todo pronóstico, lo suficientemente bien como para formar parte de su círculo de amigos y las novias de los amigos eran sagradas.

Así que iba a tener que buscarse una mujer y pronto, para ver si descargando toda esa lujuria indeseable y se le pasaba aquella enajenación tan peligrosa.

Con decisión, empujó la puerta de Sortilegios Weasley con una sonrisa satisfecha, iba a hacer sus gestiones y después se podría con una lista de brujas disponibles.

—Cuando una serpiente sonríe así —dijo Ron que estaba colocando uno de los escaparates —nada bueno puede pasar.

—Justo uno de los Weasley a los que quería ver.

Ronald se frotó la nuca y sonrió mientras seguía poniendo las gominolas crecelenguas junto a las plumas de tinta invisible.

— ¿Quieres hacerme unos galeones más rico otra vez?

Blaise frunció el ceño y su sonrisa flaqueó.

—¿Has hablado con Ginny?

—No ¿Por qué?

—Nada —se encogió de hombros y su hoyuelo volvió a aparecer —¿Y si te dijera que creo que Malfoy y Hermione se traen algo entre manos?

El pelirrojo gruñó.

—Pues claro que se traen algo entre manos —espetó con las orejas repentinamente tan coloradas como su pelo —¿No os lo dije yo? Te recuerdo que no me creíste, Zabini —se señaló los ojos —pero yo los vi con estos ojos y les escuché —se llevó una mano al oido y luego hizo un gesto para alejar al otro hombre —¡Y todos vimos ese beso! —su rostro se deformó en una mueca de desagrado casi cómica —¡Merlín! ¡Jamás olvidaré eses beso! He soñado con él cada día desde entonces —espetó con dramatismo —no puedo dormir ¡Mira! —se acercó a Blaise hasta que estuvo a centímetros de su cara mientras se señalaba el párpado inferior —mira estas ojeras ¿Las ves?

—Corta el rollo, hermanito —George había bajado por la escalera y se había sentado de un salto en el mostradosr mientras daba un mordisco a un chiclómetro cambia sabores—esta mañana se ha quedado dormido apoyado contra la estantería de zapatos escala paredes… de pie —guiñó un ojo a su hermano —no parecías tener problemas de sueño, Ronnie.

Ron le fulminó con la mirada

—Precisamente porque no puedo dormir por las noches estoy cansado ¿Y por qué no puedo dormir? ¡Yo te lo diré! Porque mi amiga… ¡Mi mejor amiga! ¡Me ha traicionado!.

George cerró los ojos y miró al techo pidiendo un milagro, como que un deprimo se abriera bajo los pies de su hermano o alguien le lanzara un silencius para que cerrara el pico.

—¿A qué has venido, Zabini? —preguntó intentando no hacer caso a la diatriba del pequeño

— ¿Besarle? —Estaba diciendo mientras se alejaba del escaparate y a golpe de varita comenzaba a recoger aquí y allá —lo que tenía que haber hecho cuando ese…¡Ese mortífago! se le acercó era transformarle en un hurón albino de nuevo, meterle en una caja y llevárselo a Hagrid para que Buckbeak tuviera una cena elegante —se rió de su propia gracia.

—Ignórale —dijo George a Blaise que parecía fascinado con el monólogo del pelirrojo que seguía hablando de que igual ni siquiera serviría de alimento de hipogrifo y que Buckbeak, fuera quien fuera ese, podría atragantarse con un hurón tan maligno —de verdad… no le hagas caso. Puede estar así horas.

Blaise frunció el ceño y se preguntó si eso podría ser posible. Estuvo tentado de sentarse a escuchar y cronometrar el tiempo que tardaba en callarse, pero finalmente desistió y se centró en George.

—Creo que lo que fuera que Hermione y Draco hacían en Atenas, era de conocimiento del Ministro y no —levantó la mano cuando vio que George iba a interrumpir —no me refiero solo a que supiera que estaban follando como locos.

—¿¡Cómo has dicho!? —La voz de Ronald reverberó en toda la tienda y Blaise podría haber jurado que sintió los cristales temblar ante la potencia de su timbre.

El moreno miró a Ron, que tenía los ojos tan redondos que parecían a punto de salir de sus órbitas y después a su hermano George, que hacía gestos de corte bajo su barbilla con discreción, como si le conminara a callarse y no repetir aquello ni bajo un cruciatus.

—Que no me refiero solo a a que estuvieran… ya sabes —siguió diciendo lentamente sin dejar de mirarle como si fuera un hocicorto sueco a punto de lanzarse sobre él —besándose por ahí…

El pecho de Ron subía y bajaba, acelerado, como si hubiera estado corriendo durante horas y no fuera capaz de regular de nuevo su capacidad pulmonar. Blaise se preguntó, con una insana curiosidad morbosa, si se estaría ahogando de verdad mientras George y él le miraban con maravillado horror cuando empezó a emitir un sonidito extraño que a Zabini le recordó al pitido del Expreso de Hogwarts.

—No —se acercó otra vez a Blaise con los ojos entrecerrados y las cejas tan fruncidas que parecía tener solamente una —escúchame bien. Ellos NO han hecho esas cosas. Nunca, jamás.

Blaise abrió la boca como si fuera a decir algo y George, imaginando que dado el poco sentido de la oportunidad que tenía el moreno, unido a la absoluta falta de autopreservación que había demostrado desde que le conocía, le metió en la boca una gominola crecelenguas que, al contacto con su paladar, hizo que ese órgano sonrosado y lleno de papilas creciera a una velocidad alarmante hasta quedar flacidamente colgando entre los labios de Blaise.

Ron, olvidando en ese momento el disgusto que tenía rió. Primero una risita pequeña entre dientes, después, al mirar primero a Blaise y después a su risueño hermano, la risita se convirtió en una estruendosa carcajada y pronto estaba riendo a mandíbula batiente junto a George.

—No ez graziozo —masculló Zabini alzando las cejas al escuchar ese siseo tan horrible que salía de entre sus labios.

—Oh sí que lo es —contradijo Ron sin parar de reía.

—Ahora, Zabini —añadió George —si que pareces de verdad una serpiente.

—Cuanto tiempo tazda ezto en pazazze?

Ron volvió a reír.

—Puedo llamar a Harry para ver si te entiende, no sé si sigue hablando pársel no hemos tenido oportunidad de comprobarlo.

—Edez un idiota.

—Bueno —George, que había dejado de reír y solo sonreía, se cruzó de brazos —¿He oído antes galeones? Si buscas apostar, soy tu hombre —dijo señalándose el pecho con el pulgar.

—Yo paso —Ron les miró de nuevo furibundo —si es una apuesta sobre ese hurón y Hermione no voy a participar.

—Vale —dijo George elevando los hombros.

Ron, que ya se iba, les observó por encima del hombre con el ceño fruncido y regresó sobre sus pasos.

—Bueno, quizás no apueste pero me voy a quedar a escuchar —se sentó en uno de los escalones sin perder la cara de enfado.

—Hazta que no ze me paze ezta miedda nada —replicó Blaise que no parecía nada contento con su lengua colgante.

George miró su reloj

—Bueno ¿Qué tal si aprovechamos para tomar un té? —miró la puerta de la tienda —antes de que esto empiece de nuevo a animarse.

….

—He estado leyendo tus anotaciones sobre Imhotep —Hermione tenía una pluma en la mano y garabateaba en un pergamino, hablando con Theo sin siquiera mirarle —además he investigado por mi cuenta ¿Recuerdas la biblioteca en la que estuvimos? Resulta que tiene un montón de información interesante sobre el Antiguo Egipto —dejó de escribir, cerró el libro que tenía al lado y cogió otro abriéndolo por el lugar exacto en el que había dejado el marcapáginas — era un polímata.

—¿Qué es eso? —preguntó Harry que estaba sentado al otro lado de la mesa e intentaba terminar un informe que tenía que presentar al día siguiente en la Oficina.

—Un erudito de amplio espectro —dijo Theo

Harry frunció el ceño y Draco resopló.

—Una persona que sabe de todo, con conocimientos de muchas áreas o materias —sonrió con burla —alguien así como comelibros Granger y sabihondo Nott —añadió riendo entre dientes.

Theo puso los ojos en blanco y Hermione levantó la nariz en un gesto de altivez y le ignoró.

—Fue científico, ingeniero, arquitecto y médico, nació como plebeyo y terminó siendo considerado un dios.

—¿De verdad? —Draco alzó las cejas y sacudió la cabeza —Solo los muggles serían capaces de algo así.

—Oh —ella se cruzó de brazos —¿Por qué? ¿Por su clase social?… Sabes, Malfoy ¿Te das cuenta de que ese… plebeyo, tenía más conocimientos en su dedo meñique que el más grande de los faraones? Incluso con toda esa sangre real.

—No vamos a empezar con eso, Granger —masculló sentándose lo más alejado posible de ella —soy un clasista blablabla, no es que sea algo nuevo ¿Verdad? —se cruzó de piernas — ¿Continuamos?

Ella resopló y decidió centrarse en Theo quien sí parecía interesado en lo que tenía que decir.

—Como indicas en tus notas, no solamente fue quien cambió las mastabas por las pirámides sino que..

—Espera, espera —Harry dejó a un lado el informe, se colocó las gafas y decidió que era momento de prestarle toda su atención —intenta recordar que no todos nosotros solos unos poli lo que sea.

—Polímatas —corrigió Theo

Harry hizo un gesto displicente con la mano y asintió restándole importancia.

—El caso es que si vas a empezar a hablar de cosas que no entiendo, lo mejor sería que me lo explicaras.

—Las mastabas eran tumbas. Los egipcios veneraban más la muerte que la vida

—Vaya, ojalá alguien hubiera explicado a Tom Riddle las maravillas de esa cultura —murmuró Harry con ironía.

—Aspiraban a una vida eterna en un lugar maravilloso por eso construían las tumbas, como si fueran las casas para pasar su eternidad. Las necrópolis eran las ciudades de los muertos. Verás, ellos tenían tres tipos de tumbas, estas eran las más características del Bajo Egipto, se construían con bloques de piedra tallada y como se parecen a los bancos que había en el exterior de las casas de campo egipcias, las llamaron mastabas, que en árabe significa "banco".

—Vale, mastaba, tumba —dijo Harry simplificando.

—Pues Imhotep —miró a Draco de soslayo —el plebeyo, llegó a ser sumo sacerdote de Ptah el dios creador quien, casualmente era "el señor de la magia" y dada su posición fue el encargado de supervisar la construcción del lugar del descanso eterno del faraón Zoser y realizó el proyecto y la construcción de la primera pirámide escalonada.

—¿Y estamos hablando de esto por… —preguntó Harry que, empezaba a perderse en la disertación de su amiga.

—Porque como os dijo Bill, para los muggles Imhotep era un arquitecto, un científico, un ingeniero… practicaba la medicina —buscó en las líneas del libro que tenía ante ella —pero además escribía sobre ello 2200 años antes de que naciera Hipócrates, quien está considerado e padre de la medicina moderna. Y mira esto —buscó una imagen en la que podía verse un antiguo papiro — esto es el papiro de Edwin Smith. Se llama así por la persona que lo compró en 1862, es un texto médico datado en 1600 antes de Cristo, donde habla de lesiones y tratamientos, se considera que es un manual de campo militar y piensan que es una copia de una obra de Imhotep.

—¿Y por qué es importante esto?—intervino Harry

—Porque aunque por un lado, los jeroglíficos hablan sobre los tratamientos médicos utilizados con un enfoque no mágico, por el reverso del papiro hay conjuros y cantos de sanación. Para los muggles esto solo significa que, pese a la "modernidad" del documento y a la forma "real" que tenía Imhotep de enfrentar la medicina, no dejaba de ser una cultura antigua que mantenía las creencias populares de la época. Pero —sonrió y rebuscó hasta dar con un pequeño manuscrito antiguo —Bill me mandó esto y mirad —pasó las páginas hasta dar con una imagen de un papiro muy parecido al que estaban viendo —este es el Papiro de Imhotep ¡El auténtico! —sus ojos castaños brillaban de excitación —está en Egipto, en el Ministerio Mágico de Egipto en El Cairo y los conjuros son hechizos de traslación —su rostro se volvió repentinamente serio —necesito ver ese papiro pero, por lo que entiendo de esto —señaló el manuscrito —de aquí sacó Herpo el Loco la idea del trasladar al báculo los hechizos.

—¿Y los cantos de sanación? —preguntó Theo.

—No lo sé, supongo que allí tendrán más información. Tened en cuenta que casi toda esta información que he conseguido pertenece a documentos muggles, para nosotros Imhotep fue, además, uno de los magos más poderosos de la antigüedad. Necesitamos ir a El Cairo.

—Hablaré con Bill —dijo Harry poniéndose en pie —quizás él pueda ayudarnos con el Ministerio de Magia Egipcio.

—Yo iré a la Oficina de Trasladores y hablaré con Kingsley para que autorice uno con urgencia. Iré contigo a Egipto —Theo miró a Hermione y sonrió —buen trabajo.

Ella le devolvió la sonrisa y comenzó a recoger la documentación y los libros de forma ordenada y meticulosa.

—¿Así que te vas con Nott a El Cairo? —preguntó Draco, estirando las piernas frente a él en un movimiento lánguido y pausado que denotaba estudiada indiferencia —Y dime ¿También vas a fingir una relación con él? —arrastraba las palabras con suavidad, de una forma fría, casi cruel, que Hermione recordaba del antiguo Malfoy —¿Y también le vas a dejar meterse debajo de tus bragas?

Ella jadeó, sorprendida y antes de darse cuenta de lo que hacía sacó su varita y le apuntó con ella.

Herbifors —susurró con maldad.

—¿¡Qué cojones!?

Draco se llevó una mano a la cabeza, sobre la que sentía crecer algo que pesaba sobre su coronilla y la otra al bolsillo para buscar su varita.

Expelliarmus

Hermione le desarmó y volvió a apuntarle con firmeza, del mismo modo en que le apuntó en tercer año antes de atizarle un puñetazo que estuvo a punto de romperle la condenada nariz.

—Ni lo intentes —entrecerró los ojos sin que su brazo temblara una sola vez —puede que seas un agente notable para la SISA pero no olvides que yo no soy auror porque no quiero —su voz era apenas un susurro —no olvides mi pasado. Eres una rata —siseó más enfadada de lo que había estado nunca —¿Quién te crees que eres para insultarme?

Draco, que se había levantado de la silla en el momento en que ella sacó su varita, se tensó, con los puños apretados sin dejar de fulminarla con la mirada.

—Quítame las putas petunias de la cabeza, Granger. Ahora —dijo mordiendo las palabras.

—Son narcisos —replicó ella con una sonrisa fría y llena de sarcasmo que a Draco le recordó a la suya propia.

—Granger… —Ella alzó una ceja —Quítamelas.

—Quítatelas tú —tiró la varita al otro lado del comedor y, sujetándose las ganas de darle un derechazo fue hacia la puerta —y lo que haga con Nott es asunto mío, Malfoy.

Cuando Draco recuperó su varita y se quitó las flores de la cabeza ella ya se había ido.

—Maldita sea —se pasó la mano por sus recuperados cabellos y dio una patada a la puerta por la que Hermione acababa de salir.

Era un gilipollas.

Suspirando se frotó la cara y maldijo una vez más.

¿Qué le había pasado? Cuando escuchó a Theo decir que iría con ella y Granger le sonrió como si fuera la mejor idea del mundo, Draco lo vio todo rojo y antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo había abierto la boca y dejado salir toda esa ira contra ella.

Perfecto.
Ahora no solamente Granger se iría con el imbécil de Nott sino que además lo haría muy enfadada ¿Qué sería capaz de hacer estando tan furiosa? Las brujas que conocía y con las que habitualmente se relacionaba, muy bien podrían vengarse haciendo justamente lo que él la había acusado de hacer y, aunque no creía que la santa ex Gryffindor fuera así, no podía evitar pensar en Theo. Era tranquilo, educado y calmado, pero por dentro no dejaba de ser tan Slytherin como él ¿Qué ocurriría si decidía sacar las armas que Draco sabía que poseía?

Todo el mundo pensaba en Nott como en un misántropo con poca vida social, un ermitaño melancólico e introvertido. Pero la realidad era que más de una compañera de casa había caído presa de sus encantos, cuando había decidido utilizarlos. La misma Pansy le dijo una vez que Nott era un caballero, de buenos modales y respetuoso, un chico que escuchaba de verdad y tenía una sonrisa que cortaba la respiración.

Draco bufó.

A él, la sonrisa de Theo le sacaba de quicio más que otra cosa y le parecía un soso, pedante y aburrido pero ¿Qué le parecía a Granger? Sabía que Nott no dudaría un instante en ocupar el lugar que había estado ocupando Draco, se había dado cuenta el primer día que estuvieron juntos en la misma habitación, pero ¿Qué querría ella?

La realidad era que entre ellos no había nada, solo una relación puramente sexual que debería haber acabado en el momento en que pisaron Londres. Pero no había sido así.

Es más, Draco no lo quería así. Maldita fuera.

Inspirando hondo pateó de nuevo la pared y fue hacia la parte privada de su casa mascullando entre dientes.

Tenía que encontrar la forma de conseguir arreglar las cosas con aquella bruja porque no estaba preparado para dejar de acostarse con ella.
Quizás, más adelante, en unos meses, cuando se hartara de ese sexo ardiente y fantástico, Theo podría quedarse con ella, pero no ahora, no cuando él se empalmaba solo con oírla hablar de las mastabas egipcias.

Señor, estaba enfermo ¿Desde cuándo le parecía sexy oírla hablar como un loro sobre todos los conocimientos que tenía en ese privilegiado cerebro? Salazar bendito, años atrás le había crispado los nervios solo verla levantar la mano como una poseída en clase de Historia de la Magia y ahora se preguntaba cómo sería aplastarla contra una pared y follársela mientras recitaba el Código de Conducta del Hombro lobo de 1637.

Gruñendo cerró de un portazo, tiró los zapatos al armario y fue hasta el cuarto de baño mascullando entre dientes toda clase de imprecaciones.

No estaba seguro de que cuando su… affaire terminara aceptara de buen grado que Nott se metiera en la cama que él dejaba, pero ya cruzaría aquel puente cuando llegara a él.

Por el momento tenía que arreglar aquello.

El infierno iba a congelarse antes de que se disculpara por haber sido un imbécil. No, esa no era una opción, pero quizás podría encontrar una forma de congraciarse con ella, de evitar que se volviera hacia Nott y siguiera haciéndole un hueco en su cama a él¿Verdad? Al fin y al cabo era una serpiente astuta e inteligente.

Algo se le ocurriría.

….

Rodolphus estaba cansado de todo aquello, harto de ser el chico de los recados y andar de acá para allá cumpliendo órdenes como un elfo asustado.

Lo había hecho con el Señor Tenebroso, todos ellos lo habían hecho porque ¿Quién en su sano juicio no habría agachado la cabeza y cumplido su voluntad? Era el mago más poderoso de todos los tiempos.

Pero ya no estaba. No estaba y él y su hermano habían vuelto a caer en aquella trampa de servidumbre por alguien que no era, ni de lejos, tan grandioso como su Señor.

Se levantó la manga de la túnica mirando su Marca con nostalgia.

¿Cómo habían terminado así? Escondidos, huyendo como ratas asustadas… ¿Dónde estaba la gloria y el honor? ¿Dónde estaba la grandeza?

Habían perdido todo.

Sus mansiones, sus cámaras de Gringotts, su herencia… ¡Por la Gloria de Salazar Slytherin, ni siquiera había conservado el reloj de su padre!

Se rascó la cabeza con la varita pensando en lo mucho que necesitaba un baño. Aquellas mazmorras malolientes y sucias olían a cloaca.

Sí. Estaba harto de seguir ordenes de un niñato que se creía con poder para gobernarlos cuando no tenía ni siquiera el carisma suficiente para dirigir a un grupo de ex mortífagos prófugos de la justicia.

Sonrió y siguió caminando por los pasillos, vigilando a los presos que estaban por allí, verificando que todo estaba en orden.

No pensaba seguir así mucho tiempo más. Si ese demente ávido de poder que se había endiosado continuaba por ese camino, Rodolphus iba a tomar cartas en el asunto. Al fin y al cabo si alguien iba a tener la lealtad de loa antiguos seguidores del Lord, era él y los nuevos… bueno, ya se encargaría de eso.

—¿Pero que…

Una de las rejas estaba abierta y corrió hacia allí, apuntando con la varita hacia el oscuro habitáculo que estaba desierto, salvo por una varita que había tirada en un rincón.

Se aceró, la agarró y se dio cuenta al levantarla que estaba unida a una mano.

—Oh, joder… —con una mueca de asco tiró de la varita hasta sacarla de los rígidos dedos. Allí, en el anular, un sello de oro con una S brillaba a la luz de la única lámpara del pasillo.

—¡Ese condenado estúpido de Sallow! Maldición ¡Rabastan!

Su hermano asomó la cabeza desde el final del corredor

—¿Qué pasa?

—¡Esto! —le tiró la mano y Rabastan, que no sabía lo que era, la cazó en pleno vuelo.

—¡Joder! —la dejó caer y fulminó a su hermano con la mirada —¿A quién coño le has arrancado una mano?

—No he sido yo. Imbécil —susurró esto último en voz baja —Al parecer Asher se ha ido dejando su mano detrás.

—No le va a gustar….

—No, pero no es culpa nuestra, si me hubiera hecho caso nunca hubiera traído aquí a Sallow, es un niñato que ni siquiera sabe maldecir.

—Niñato o no son amigos y tú tienes su mano.

—En realidad, si hablamos con propiedad, la tienes tú.

—Mierda.

Revisando por última vez la celda en la que había encontrado la mano de aquel idiota, Rodolphus cerró la puerta y avanzó por el pasillo, haciendo caso omiso a los gritos que salían de algunos de los otros habitáculos ocupados por sus poco colaboradores invitados.

Era desagradable escuchar esas imprecaciones, los sollozos, los lamentos y los insultos. Se preguntaba a cuántos más iban a tener que mantener allí y, no por primera vez, se dio cuenta de que aquello era mucho peor que cuando el Lord Tenebroso amontonaba prisioneros en el Ministerio y en Malfoy Manor.

Al menos allí podían matarlos o juzgarlos y encerrarlos lejos, donde Rodolphus no tenía que estar pendiente de ellos como si fuera una apolillada niñera.

—¿Quién es? —preguntó a Rabastan cuando llegó a su lado y le vio contemplando a un nuevo cautivo.

—Viktor Krum.

— ¿Qué mierda hace aquí un ex jugador de quidditch búlgaro?

Su hermano se encogió de hombros.

—Ni lo sé ni me importa, yo solo lo he traído hasta aquí y déjame decirte que ha sido todo un éxito.

—¿Un éxito?

—Está bajo el influjo de un imperius, uno lanzado por ese bastón —sacudió la cabeza y soltó una seca carcajada —ha funcionado perfectamente, por primera vez —se frotó las manos —este por lo menos no es un zombie —musitó con asco.

—Ese muchacho no es un zombie —dijo su hermano señalando la celda en la que un joven de color estaba sentado con la espalda en la pared y la mirada perdida —no sé lo que es, pero no es un zombie.

—Parece uno

—¿Recuerdas ese viaje que hicimos al salir de Hogwarts?

—¿El de TerrorTours?

—Sí, pasamos por la senda de los zombies y olían a podrido y tenían una piel apergaminada y gris… ese chaval no es un zombie. Ni un inferi

—Sea lo que sea es un muerto viviente —Rabastan se encogió de hombros —este al menos solo es un títere al que ordenar —volvió a reír —Lástima que solo el bastón puede ordenarle. Coge la mano y vamos a ver si sigue con los experimentos, espero que empiecen a funcionar, estoy cansado de deshacerme de los despojos.

En silencio, Rodolphus fue hacia las escaleras, mirando de reojo al crío que estaba en la celda. No le gustaban demasiado esos jueguecitos, ese sadismo… Además ¿Acaso ellos no seguían bajo los ideales del Lord? ¿Por qué seguían experimentando con sangre puras como Krum? Nada de todo aquello tenía sentido y empezaba a pensar que tal vez se habían equivocado al seguirle.