Año 4: fauna rara
Sabrina Callahan
17 años
Distrito 10
"quiero salir de aquí. Salvadme por favor de esta lluvia de codazos y de estos abrazos sin amor."
La sala de fiestas está repleta de gente. Capitolinos extravagantes van de aquí para allá hablando, riendo, bailando, comiendo y bebiendo en cantidad. A mí me llevan de un lado para otro presentándome a distintas personas que dicen estar encantadas de conocerme y me felicitan por mi victoria. Algunos dicen que fue una grata sorpresa que ganara, otros aseguran que apostaron por mí desde el principio, pero sé que es mentira. Nadie apostaba por mí. Lo más probable es que la mayoría ni siquiera me recordaran hasta el final, cuando solo quedábamos la chica del once y yo. Ella era más fuerte y había matado ya. Yo había permanecido escondida todos los juegos, huyendo entre los árboles como si fuera una ardilla. Su muerte ni siquiera fue culpa mía. Ella ni estaba cerca de encontrarme cuando las rastrevíspulas la encontraron a ella.
De todos modos, los capitolinos parecen satisfechos. A ellos les da igual quién gane y quién muera. Solo quieren alguien a quien exibir como trofeo.
Siempre me han gustado las fiestas y estar rodeada de gente, pero no estoy cómoda aquí. No me gusta que me miren como si fuera alguna clase de fenómeno. Ni siquiera parecen estar interesados en conocerme de verdad. Solo quieren sacarse fotos conmigo para poder decirles a sus amigos que me han visto. Pensé que los juegos serían lo peor, pero mi fiesta de coronación es una pesadilla.
Estoy hablando con tres capitolinas no mucho mayores que yo, nietas de una consejera de la presidenta, cuando algo las distrae. Se trata de Michael Turner, vencedor del año pasado, que se acerca. Las chicas se olvidan de mí y se lanzan a hablar con él. Michael les sonríe y empieza una conversación con ellas con una soltura que yo no tengo y enseguida tiene un corrillo de gente a su alrededor. Parece que ya no se acuerdan de mí.
–De nada –dice una voz a mis espaldas.
Me doy la vuelta para encontrarme frente a frente con Matthew Dashner, el primer vencedor de los juegos del hambre.
–¿Qué? –pregunto porque no sé a qué se refiere.
–Por la maniobra de distracción –aclara–. Parecías un poco agobiada . A Michael y a mí se nos ocurrió que necesitabas un respiro.
–Sí, gracias –asiento porque en verdad lo necesitaba.
–Ya te acostumbrarás. Eres una superviviente. Aprenderás a adaptarte a esto igual que te adaptaste a la arena.
Lo miro incrédula. No creo que pueda llegar nunca a sentirme agusto en estos ambientes.
Él me pone una mano en el hombro.
–Las fiestas capitolinas pueden ser más insoportables que la Arena, pero aquí al menos no estás sola.
Lo miro agradecida y no puedo evitar darle un abrazo. Es el primer gesto real que hago en toda la noche. Matthew se queda parado al principio sin saber cómo reaccionar, pero finalmente me devuelve el abrazo.
Me siento mejor, al fin y al cabo estoy viva y, como dice Matthew, al menos ya no estoy sola.
()()()()()()()()
Aquí está Sabrina. Ella es la única vencedora de mi universo que ganó sin matar. Las cuatro primeras Arenas fueron naturales (el estadio de Matthew, la playa de Celina, un terreno rocoso en los juegos de Michael y un bosque en los de Sabrina). No fueron creadas expresamente para los juegos y por eso había cosas que escapaban a su control como ese nido de rastrevíspulas que acabó con la chica del once. A partir de estos juegos las arenas empezaron a ser creadas expresamente para asegurarse de controlarlo todo.
También vemos a Matthew, ya más centrado que en su año, él no lo reconocerá jamás, pero tener otros vencedores de los que preocuparse le ayudó mucho a salir adelante; y a Michael, que aunque pasó unos meses terribles después de lo de Daphne ha aprendido a moverse por el Capitolio bastante bien.
Erika: Gracias por los comentarios. Sí, Gabi se sentía en deuda con la familia de Celina además de tenerle cariño a ella, así que no pudo cumplir su promesa de mantenerse al margen; y lo de Michael fue un mazazo enorme. Él deseando llegar a su casa y encontrándose con eso. Los agentes de la paz de esa época se me hace que debían ser más duros.
La canción es Fauna rara de Rulo y la contrabanda.
