La privacidad siempre fue un bien preciado en Hogwarts. No importa dónde camines, las horas del día o la aparente tranquilidad, siempre puedes ser sorprendido entre las paredes del colegio por cualquier ente, ya sea profesor o estudiante. En esta ocasión, los indiscretos cuadros cuchicheaban entre sí.

Todos hemos experimentado situaciones en las que la intimidad es crucial, algo que los dos integrantes del trío de oro de Gryffindor "disfrutaban".

Con paso firme, Theodore arrugó la nariz y se dirigió a las escaleras que llevaban a la casa de los leones. Los recientes sucesos lo sumieron en una irrazonable rabia. Sentirse inferior a la familia de muggles o Potter envenenaba su mente.

—No tienes en cuenta quién eres, Harry —la voz de su hermana detuvo su andar.

Levantó la vista; Potter estaba a pocos pasos, un escalón adelante. Su hermana contemplaba la figura del león que ocultaba su presencia.

—Soy un simple estudiante de sexto año, Hermione. Ambos sabemos que mis T.I.M.Os fueron un chiste comparados con los tuyos. Aún así, tengo que tener miedo, ¿por qué?

Sus furiosos ojos se clavaron en la espalda de Potter.

—Harry.

Tras el susurro, descubrió en los ojos de su hermana un extraño sentimiento que calmó su furia.

Hermione rodeó los hombros de Potter, forzándolo a descansar la cabeza en su pecho. En un sorprendido silencio, observó la escena, comprendiendo una grave realidad mientras los recuerdos envolvían su mente.

"¿Cómo?"

Esa fue la primera pregunta que formuló Theodore Nott ante todo lo acontecido. Los deseos de huir se vieron truncados por lo sucedido. El compromiso entre la familia de su mejor amigo y la suya se convirtió en lo que les mantendría con vida.

La oscura mansión le envolvía en dudas; su gemela se crió junto a unos muggles y era la causa de estar cada vez más atrapado en las garras de Voldemort.

"¿Qué esperaba Hermione de su persona?"

El riesgo de permitirla escapar fue una locura. Pensó en perpetuar el deseo de su madre, pero inútilmente se encontró con que la joven bruja daría la vida por él.

Sin conseguir respuestas a ninguna de sus preocupaciones, se vio forzado a hablar con su gemela. Había obviado la presencia de Morgana deliberadamente, entonces los llamaron.

Voldemort exigía una prueba de lealtad; ambos hermanos corrían peligro. Sin más opción, pidió a Heats que requería la presencia de su hermana.

La olvidada mansión se convirtió en su cárcel; un conjuro rastreador evitaba la escapatoria. Con las ideas revueltas, buscó en sí una forma de llevar a cabo la discusión a tratar.

—Heats me dijo que querías verme.

El ronco y débil susurro de Hermione sobresaltó a un sorprendido Nott, que asintió y carraspeó para serenarse.

—Primero quería agradecerte...

—No es necesario. Todavía no tengo claro por qué lo hice. Solo olvídalo.

—Salvaste mi vida. ¿Crees que eso se puede olvidar?

—Déjalo, no quiero tu gratitud.

—Pienso desilusionarte. Es lo mínimo que yo puedo ofrecerte.

—Ese es el problema. No quiero nada. Mataste a mi madre, Nott. Mi madre.

Nott arrugó su frente; estaba molesto. Era muy consciente de que Hermione fue criada por muggles, pero él era incapaz de considerarlos los padres de su gemela. Esa fue la razón por la que la ayudó a escapar; para Theodore, tenían los mismos padres, y el deseo de su madre sopesaba más que todo lo ocurrido.

—En primer lugar, tus padres son los míos. En segundo, como has comprobado, ser parte de los magos tenebrosos no es una broma.

Nott se remangó el brazo izquierdo de la escarlata camisa.

—Por último, y más importante, Voldemort quiere vernos.

Theodore extendió el brazo, provocando la inquisitiva mirada de Morgana.

—¿Qué?

Theo no respondió. En silencio, con su mano hábil, agarró su varita y depositó la punta sobre su antebrazo izquierdo.

—Walburg.

El joven mago contuvo la respiración, apretando su mandíbula mientras ocultaba un débil gemido.

En la punta de la varita se formó una hebra negra de un centímetro de grosor que se introdujo en la piel de Theodore. Una mueca de dolor se adueñó del rostro del joven; apretó su puño izquierdo, y las venas del brazo se marcaron a medida que una tinta negra formaba una calavera. Los ojos de Hermione se abrieron cuando la imagen de una serpiente salió de la boca del cráneo.

La marca maldita que ganó al matar a la señora Granger apareció. Hermione apartó la vista de inmediato, tapándose parte de su rostro, mientras unas lágrimas amenazaban con salir.

—Este es el motivo de llamarte —murmuró Theo mientras el dolor desaparecía—. La marca maldita se graba a fuego. El dolor que puedas sentir está influido, y mucho, por las creencias. Pero eso no le importa a Voldemort; quiere una muestra de lealtad de tu parte.

Hermione era consciente del peso que imponía la maldita marca.

—No puedo, yo no.

Hermione dejó escapar un ligero sollozo.

—Los mortífagos no juegan. Buscarán la forma de obligarte, y te aseguro que si no lo haces, encontrarán los medios.

Theodore soltó la varita con displicencia, clavó sus orbes en Hermione.

—Suponen que esta marca es un regalo, un pensamiento estúpido. Nos encadena a una servidumbre de por vida.

—¿Crees que yo accederé?

—Puedes

negarte, pero sufriremos las consecuencias.

El rostro de Hermione se arrugó, mostrando su incertidumbre. "Sufriremos", se refería a los dos. ¿Desde cuándo sus destinos estaban entrelazados?

—Si ellos quisieran algo de mí, te utilizarían. Como sucedería en caso contrario. El hecho es que no somos libres, ni tú, ni yo.

—Habla por ti. Yo jamás quise esto, al contrario de ti, que formabas parte de este podrido mundo.

—¿De verdad eres tan estúpida como para pensar que yo pedí esto?

—Lo tienes en la sangre.

—Como tú. Tenemos los mismos padres, le pese a quien le pese. La realidad es más complicada de lo que tú puedes entender. La vida de la que formas parte es más aterradora que cualquier cosa que vivieras con Potter. Vives en una realidad alterna a la que conocías, para tu información, doña moralidad. Me forzaron a formar parte de este teatro o matarían a mi padre. Será un desgraciado, pero sigue siendo mi padre.

Las palabras desaparecieron, llenando la estancia de un silencio pesado. Ambos gemelos se miraron con diferentes sentimientos. Hermione no quería aceptar el destino que deparaba su maldita sangre, y Theodore solo esperaba proteger el recuerdo de su madre, así como la esperanza que representaba la persona que salvó su vida, a pesar de haberle arrebatado lo que conocía como familia.

La creciente furia no desapareció de Theodore al contemplar la escena, pero dudó. Ya le había pedido a su hermana que abandonara demasiado, y él era el único testigo de ese acercamiento con Potter. Detestaba al chico por demasiados motivos. De hecho, en el verano, había llegado a pensar que, por el bienestar de Hermione, Draco sería un mejor partido, alguien que pudia controlar. Pero no estaba dispuesto a hacer el papel de Bartolomé Nott. Solo existía algo que despreciaba más que su destino, y eso era dañar el recuerdo de su madre.

Empuñando sus manos, desapareció de la escena, dispuesto a hablar en algún momento con Morgana para entender cuál era la relación entre ella y San Potter.

La casa de Gryffindor se enorgullecía de ser una familia. Poco importaba si eras de primer o último año, siempre podías sentirte parte de algo si pertenecías a la casta de leones.

Hermione experimentaba una sensación de aislamiento. Sus compañeros de casa reían, se saludaban y compartían sus aventuras veraniegas. Una sensación de vacío se adueñó de su pecho; ella no tenía nada que contar, nada que no la pusiera en el ojo del huracán. La emoción del comienzo de curso invadía la sala común entre bromas y historias, pero Hermione no podía evitar sentirse ajena.

Harry trató de hacerla partícipe de las conversaciones múltiples que surgían en el lugar. Como Ginny, que no podían sacar nada de su hermética fachada, se ocultaba bajo una máscara sonriente y esquiva. Su nuevo papel como peón de los magos oscuros dejaba cicatrices imposibles de ocultar. Esa sensación de soledad que la atrapaba en ocasiones se hacía más intensa con el pasar de los minutos. Sus compañeros se esforzaron por saber de su verano, en concreto Ron, quien cuestionaba todas sus historias, haciéndola dudar de su máscara y obligándola a retirarse con una patética excusa de la fiesta tras la cena de bienvenida.

En el cuarto que compartía con Lavender Brown, Parvati Patil y Fay Dunbar, estaba en penumbras, todavía a solas. Divisó sus pertenencias, y entonces se dejó caer en la cama, escuchando a lo lejos el ambiente festivo. Abrumada, trató de evadirse, pero los estudiantes llenaban la sala de risas que escuchó hasta que Morfeo la atrapó en un sueño profundo mientras se convencía de que todo se solucionaría, que algún día podría reír con sinceridad de nuevo.

La alegría típica del comienzo de curso se había desvanecido. Los alumnos dormían plácidamente en sus camas, pero no todos compartían la misma tranquilidad. En una de las habitaciones de Gryffindor, Hermione comenzó a gimotear, y sin previo aviso, unos movimientos bruscos desencadenaron gritos que resonaron hasta el cuarto de los chicos.

Sus lamentos se repitieron una y otra vez, desgarradores, perturbando el sueño de toda la torre.

Los ruidos provenientes de la habitación de Hermione hicieron que los estudiantes se despertaran sobresaltados. La tensión en el aire se volvió palpable, y algunos compañeros de casa se asomaron por las cortinas de sus camas para intentar entender lo que estaba sucediendo.

La naturaleza angustiosa de sus gritos evitaba que nadie se acercara. A medida que los segundos se volvían minutos, la preocupación se extendió como un reguero de pólvora entre los estudiantes.

Mientras tanto, Hermione continuaba retorciéndose y gritando en medio de una pesadilla que parecía no tener fin. La escena era desgarradora y misteriosa a la vez. La profesora McGonagall exigió que enviaran a buscar a la enfermera y se acercó a su cama, tratando de despertarla y calmarla, sin éxito. En su mano, el anillo parpadeaba en un verde escarlata, que la profesora trató de ocultar, preocupada por los chismes de compañeros malintencionados.

La noche se tornó en una espera ansiosa, mientras todos intentaban comprender qué estaba afectando a Hermione de esta manera y si había algo más detrás de estos inquietantes gritos.