Buenas, gente ¿Cómo han estado? ¿Les sorprende verme tan pronto? Si les soy sincero a mí también jajaja. Primero que nada, quisiera agradecerles el apoyo que le han dado a esta historia desde el principio y más que todo desde el último capítulo, el cual me demore bastante en traer, así que esta es mi forma de agradecérselos; con un capítulo sin tanta demora y con el final del arco de la infancia de Zoro. Espero que les guste.
Edit: Originalmente, este capítulo iba a salir en marzo o mayo, pero tuve un pequeño problema conmigo mismo y no pude encontrar las ganas ni la inspiración para seguir escribiendo. Luego de varios meses de terapia, pude resolver mis problemas y acá estoy, terminando este capitulo que hace varios meses debería haber terminado. Espero les guste.
Yoyo77: Me alegra que te haya gustado elcapítulo amigo, y espero que este también te guste mucho.
UchakoAra: Me alegra muchísimo tenerte por acá, siempre es bienvenido tu comentario y ayuda muchísimo a seguir. Kuina es badass lo sé, lo se. Ya vas a ver como arranca su viaje. Espero que te guste el capítulo.
Samson97: Me alegra muchísimo que te encante la historia, espero que siga siendo así. Tranquilo, también odio ese tipo de situaciones así que déjame tranquilizarte; si algún día llegara a dejar la historia lo comunicaría, por mientras, sigue con la tranquilidad de que volveré. Espero que te guste este capítulo.
El pablo: Espero que este capítulo te guste.
SilversHaki: jajajjaja entiendo que te sientas así amigo, he estado bastante ocupado últimamente, pero no tengo intención de abandonar esta historia. Espero que te guste.
Rojas2000: Buenas amigo, me alegro que te este gustando esta historia, y quédate tranquilo, no pienso abandonarla o al menos no sin avisar. Ahora respondiendo a tus comentarios, tenia la idea de desarrollar un poco más del pasado de Zoro con el trio de ASL pero se quedaría muy largo para la historia. De hecho, este arco también quedo larguísimo, ni me imagino cuanto me hubiera demorado.
Por cierto, tu recomendación de ver videos para las peleas, es algo que siempre trato de hacer, pero por algún motivo no hago jaja. No te preocupes por Zoro, voy a respetar las escalas de poder que se nos vienen dando en el manga, así que no tienes que preocuparte.
Espero que este capítulo te guste amigo. Nos estamos leyendo.
Ni One Piece ni sus personajes me pertenecen.
Los Únicos E Inigualables Reyes Pirata
-AHHHHHHH-
El grito de dolor del Sargento fue escuchado por todos los presentes, era consciente de eso, pero poco le importaba ahora.
Nunca, ni en el más remoto de sus pensamientos, pensó que sus alumnos alcanzarían tal nivel de habilidad, pero lo habían logrado. Y ahora, viendo sus espaldas en cámara lenta mientras el brazo mecánico lo libera, lo entendió, por fin lo entendió.
Su hija era una guerrera; una guerrera con un talento innato desde su nacimiento, capaz de vencer a hombres mucho más experimentados que ella y, ahora que había batallado a su lado, también entendió que, poco a poco, había comenzado a superarlo. Lo hacía sentir orgulloso, pero también como un tonto. Un tonto por permitir que sus miedos se reflejaran en su trato hacia ella. Un tonto por querer sabotear su sueño de ser la mejor. Un tonto por hacerla sentir inferior. Pero eso no la detuvo y, contra todas las adversidades, fue capaz de llegar al nivel donde ahora se encontraba. Su hija era asombrosa.
El trozo metálico cayó al suelo con un ruido sordo y, ante la incapacidad del marine para responder, los dos jóvenes espadachines arremetieron; Zoro uso sus pies para patear con gran fuerza el torso del Sargento, desenterrando sus armas del hombre y enviando a su sorprendido enemigo velozmente hacia el suelo. El impacto tampoco se hizo esperar, pues en menos de unos segundos, el cuerpo del marine se golpeó violentamente el suelo.
Una cortina de humo se creó ante el estruendoso golpe, a la par que un profundo cráter era creado por la magnitud del impacto mientras que, de entre los escombros, un malherido Fiambruin intentaba escabullirse. Sin embargo, una veloz Kuina frustro por completo sus planes.
La joven espadachina emergió entre el polvo producto del golpe, determinada a no darle descanso al Sargento. Con Wado Ichimonji en sus manos, estaba lista para cercenar por completo al hombre, sin embargo, Fiambruin esquivo el corte por solo meros centímetros dando un gran salto hacia atrás, dejando a Kuina cortando el aire.
La cabeza del Sargento trabajaba a la velocidad de la luz. Ahora que el tablero de juego se había volteado, lo tenían completamente contra las cuerdas y, debía reconocerlo, había subestimado al demonio. No solo eso, pues el demonio no estaba solo ya que tanto su sensei como su compañera del dojo se vieron engatusados por él. No había contado con eso.
¡AHHHHHHHHHHHHH!
Y hablando del diablo.
Fiambruin vio hacia arriba, logrando visualizar al espadachín peli verde cayendo directamente sobre el con sus armas listas para acabarlo, y, estando en el aire, fue imposible esquivarlo; así que, utilizando el resto de su brazo mecánico, apenas logro bloquear el mortal ataque del niño demonio. Sin embargo, la fuerza del niño fue más de la esperada y termino por arrojarlo violentamente hacia el suelo creando otra gran nube de polvo al momento de impactar.
- ¡Pum! -
Quería parar, tomarse unos segundos para respirar y analizar la situación, pero lamentablemente eso no podría ser posible ya que, nuevamente, el demonio estaba sobre él.
Utilizando los restos de su brazo, el marine se cubrió del golpe mortal del Roronoa. Y, aunque ya fue testigo del poder que el niño poseía, nuevamente su fuerza volvió a sobrepasarlo, llegando a hundir sus pies en el profundo del cráter que creo su cuerpo con el impacto, pero no termino ahí.
El instinto de supervivencia del marine se activó a máxima potencia cuando el ruido del viento moviéndose entre la lluvia llego a sus sentidos aumentados; Viendo hacia adelante, la joven espadachina se aproximó hacia él, preparando una poderosa estocada con un solo objetivo: asesinarlo.
Usando cada gramo de fuerza restante en su maltrecho cuerpo, Fiambruin se quitó de encima al violento espadachín peli verde, repeliéndolo varios metros hacia atrás justo a tiempo para evitar el perforante ataque de Kuina; moviendo su cabeza a último momento y obteniendo solo un corte superficial en la mejilla. Sin embargo, Kuina no se quedó de brazos cruzados, volviendo a arremeter contra el Sargento con un poderoso corte horizontal que casi lo parte en dos.
Estaba en problemas, muchos problemas. Había subestimado completamente a la niña y su maestro, pensando que el único peligroso en ese dojo sería el demonio. Pero Cometió un error, uno que podría ser fatal; para empezar la niña era extremadamente buena, rápida y letal y, si podía afirmar que su padre estaba a la par con él mismo, también podía afirmar que la joven estaba superándolos a los dos a pesar de su corta experiencia. No podía permitirse volver a subestimarla.
Esquivando otro mortal corte por parte de la niña, el Sargento retrocedió con rapidez. Tenía que retroceder, reorganizarse y darse un minuto para descansar y pensar una estrategia si quería revertir su posición… pero Zoro tenía otros planes.
- ¡NitoryuIai: Rashomon! –
El Sargento no tuvo tiempo de reaccionar cuando Zoro apareció por sus espaldas a toda velocidad, interceptándolo en el aire y marcando su espalda con dos cortes horizontales a la altura de los omoplatos. El dolor fue atroz, y si sus sentidos no se hubieran minimizados gracias a sus mejoras, estaba seguro de que habría quedado inconsciente.
Recomponiéndose rápidamente, el Sargento aterrizo de pie, derrapando gracias al césped mojado del lugar, pero alejándose varios metros de sus atacantes solo para luego tomar su sable de su cadera en un intento de compensar la pérdida de su brazo. No estaba listo, pero seguiría peleando.
De la nada, Kuina se manifestó rápidamente sobre él lanzando un poderoso corte horizontal que Fiambruin apenas pudo repeler con ayuda de su espada, sin embargo, la joven espadachina no se conformaría con un simple intercambio y, luego de retraer su brazo, lanzo una rápida estocada a la altura del corazón. Fiambruin no tenía escapatoria. Sabía que estaba jodido, pero estaba decidido a sobrevivir hasta cumplir su misión, así que, con renovado vigor, antepuso su brazo cercenado en la trayectoria de la katana, usándolo de escudo y logrando evitar que atravesara su corazón.
- ¡Estas acabada niña! – Rugió el marine alzando su sable con su brazo de carne y hueso, completamente decidido a acabar con ella si hacía falta, sin embargo, Kuina fue más rápida y, con ayuda de sus piernas, desenterró su arma del brazo del marine, logrando que el golpe mortal solo encontrara el aire- Maldi…AHHHHHH-
Otro aullido de dolor resonó del hombre cuando Zoro apareció súbitamente a su lado, cortando el costado desprotegido de su torso con rapidez.
Furioso y acorralado, el marine intento cortar al joven espadachín peli verde, sin contar con que este último esquivaría el ataque con suma facilidad, dejando su espalda completamente desprotegida para recibir otro doloroso corte de Kuina. Lo siguiente que vino fue un aluvión; Tanto Kuina como Zoro atacaban sin cesar en perfecta sincronía. Cada vez que Zoro atacaba, Kuina tomaba la defensiva. Cuando Kuina era la que tomaba la delantera, Zoro estaba listo para bloquear el contra ataque. Cuando uno de ellos habría la guardia del Sargento, el otro asestaba el golpe de gracia.
Koshiro no podía creerlo, incluso desde su posición y con la vista borrosa por el cansancio y la pérdida de sangre podía verlo con claridad; el muchacho y su hija eran una sola hoja; tal coordinación entre velocidad, fuerza, técnica, poder…no lo había presenciado nunca.
Lo sabía, ya no había espacio para la duda, ambos tenían lo necesario para llegar a lo más alto. La nueva generación que gobernaría el camino de la espada ya estaba aquí.
Las chispas saltaron por el aire cuando Fiambruin se cubrió de otra estocada doble del joven Roronoa con ayuda de su muñón metálico. Había sobrevivido a otro corte por de Kuina de milagro y, aunque comenzara a aprenderse el patrón de ataque de sus enemigos, ya de nada serviría ahora que apenas podía moverse. Tendría que tomar medidas desesperadas.
Zoro dio un elegante giro en el aire al momento de ser rechazado por el hombre de la marina, cayendo sin problemas justo al lado de una analítica Kuina.
- ¡Se acabo, le dimos la oportunidad de retirarse por donde vinieron y no nos hicieron caso! ¡Ahora sufrirán las consecuencias! - Sentencio la joven espadachina viendo a su maltrecho oponente con determinación. Sin decir ni una palabra más, la peli azul salió disparada con la velocidad de un rayo.
- ¡Si, vamos por el! – Secundo el Roronoa.
Ambos espadachines corrieron como uno, a una velocidad increíble para una persona normal y más aún para dos niños de su edad, pero ambos completamente dispuestos a acabar de una vez por todas con el marine frente a ellos.
Fiambruin por su lado, apenas se estaba recuperando de la violenta acometida del dúo y, cuando los vio sobre él listo para el ataque, supo que ya no tenía escapatoria.
- ¡Santoryu: ¡Oni Giri! –
El Roronoa tomo la delantera y, sintiendo temblar ansiosa a Chimamire no Ame, lanzo dos cortes en diagonal a la velocidad del rayo; logrando dejar dos profundas marcas en forma de cruz en todo el torso del malvado marine, pero eso no termino ahí, pues el grito de guerra de Kuina tampoco se hizo esperar y, con un poderoso corte horizontal en el pecho, la peli azul clavo el ultimo clavo en el ataúd de Fiambruin.
-AHHHHHHHGGGGGGG- Fiambruin estallo en agonía cuando la mocosa realizo su corte justo en la unión de las dos nuevas cicatrices que le dejo el niño demonio, incluso había logrado cortar algo del metal que recubría su torso. El crepitar de la electricidad de sus componentes dañados recorrió su cuerpo.
Sin emitir un solo sonido más, el sable que sostenía se escapó entre sus manos y, seguido de él, el cuerpo inerte del Sargento cayo al piso.
Rápido y letal; esa era la única forma de describirlo que encontró Koshiro al ver a sus discípulos derrotar finalmente a un Sargento de la marina con una nueva técnica asombrosa. De repente, la dicha invadió cada centímetro de su maltrecho cuerpo ¡Habían ganado la batalla! Así que, ignorando las punzadas de dolor en su cuerpo, el maestro se puso de pie antes de correr en dirección a sus alumnos estrellas.
Su cuerpo estaba exhausto, increíblemente exhausto. Nunca en su vida había sentido tanto cansancio, aunque supuso que eso es lo que provocaba una batalla real. Su primera batalla desde lo ocurrido con los piratas de Bluejam.
Envaino sus armas cuidadosa y lentamente luego de limpiarlas con un rápido movimiento de sus brazos. Sintió una pequeña molestia a la hora de envainar a Chimamire no Ame, incluso creyó escuchar una especie de gruñido de molestia, pero decidió no darle importancia; estaba muy cansado para eso. Viendo ligeramente hacia atrás Kuina estaba en un estado casi tan deplorable como él.
- ¡Zoro-kun! ¡Kuina-chan! –
El abrazo de oso del sensei no se hizo esperar, ahogando a los desconcertados niños que fueron víctimas de su mortal abrazo. Separándose levemente de ellos, Koshiro puso sus manos en los hombros de los pequeños, viéndolos con absoluto orgullo.
-Papá…-
-Koshiro-sensei...nos estas aplastando…-
-…Gracias al cielo…- el susurro ahogado apenas llego a los oídos de los jóvenes espadachines, negándoles incluso la necesidad de seguir protestando- tenía tanto miedo…me alegra mucho que estén a salvo-
-Padre-chillo una ahogada Kuina alejándose levemente del pecho del hombre-…fue todo gracias a ti, si no hubieras aparecido…-
Koshiro soltó una leve risita al notar a su primogénita desviando la mirada con algo de vergüenza.
-Quizás, pero eso no quiere decir que no hayan luchado muy bien. Ambos dos han madurado como guerreros, felicidades-contesto el sensei dando una genuina sonrisa a sus alumnos, quienes respondieron de la misma manera.
- ¿Eso quiere decir que no está enojado con nosotros? – Con genuina felicidad, el Roronoa preguntó.
-Oh Zoro-kun jajajaja-
La risa del maestro contagio al joven peliverde quien carcajeo sonoramente junto al hombre de anteojos. A su vez, Kuina también se vio atraída por la risa de su padre y amigo. Y así, sin darse cuenta, los tres estaban carcajeándose como si nada importara.
-Por supuesto que estoy enfadado-
-…-
-…-
-Pero eso no quiere decir que no esté orgulloso de ustedes-agrego el sensei, viendo como los hombros de sus alumnos se relajaban visiblemente- Por ahora deberíamos volver al dojo, ya pensaremos que hacer con esto-
- ¡Si! –
Apenas habían caminado unos cuantos metros entre charlas animosas y risas sinceras, sin embargo, una agonizante voz llamo su atención.
-No…crean que…han probado todo el poder de la marina…malditos- Un agonizante y mutilado Fiambruin parló desde el suelo, utilizando todas sus fuerzas para rodar sobre su espalda. Sin siquiera verlos y, manteniendo su vista hacia el cielo, el marine metió su única mano dentro de sus ropajes.
-Es admirable que siga consciente, Sargento, pero la pelea ha terminado. Debería…-
- ¡Esto terminará solo cuando yo lo diga! – el aullido rasposo del marine rugió como un rayo, congelando a los tres espadachines en su lugar -El Dr. Vegapunk…creía que esta sería una buena prueba…para su proyecto de humanos mecánicamente mejorados…-
- ¿Humanos mejorados? ¡¿Hay más raros como tú?! – Grito el Roronoa con una mezcla entre rabia y desconcierto.
-Es irónico que un demonio como tu… diga tales cosas…escoria- mascullo el marine encontrando al fin lo que buscaba. Un tubo blanco de al menos 20 centímetros es lo que salió de entre las ropas hechas girones del hombre. -Se suponía…que esto… no sería… necesario ¡Se suponía que nuestra fuerza aumentada bastaría para asesinarte! – Usando su pulgar, la tapa del tubo salto volando, revelando una aguja de al menos 5 centímetros - ¡No volveré a cometer el mismo error, Oni! –
La aguja se enterró en su propio pecho, liberando sea cual sea su contenido dentro del marine.
Por unos cuantos segundos nada había pasado, incluso los mismos espadachines pensaron que esto solo se trató de un último acto de provocarlos por parte del hombre antes de quitarse la vida, sin embargo, dichas especulaciones terminaron cuando vieron como el cuerpo del Sargento comenzó a convulsionar violentamente.
- ¡¿Qué está pasándole?!- Pregunto horrorizada la peli azul. Por su lado, tanto Koshiro como Zoro desenvainaron nuevamente sus armas. Chimamire no Ame temblaba de emoción esta vez.
-AAAHHHHHHHHHHHHH-
Los rugidos de dolor de Fiambruin se intensificaron y, ante la atenta mirada de los espadachines, algo increíble sucedió. Sus músculos se contrajeron dolorosamente y sus venas comenzaron a marcarse notoriamente bajo su piel. Una especie de ¿Circuitos? Comenzaron a marcarse bajo la piel de su cuello, llegando incluso hasta la mejilla. Por otro lado, un metal liquido comenzó a brotar de las heridas del desdichado hombre, sellándolas por completo, pero sin detenerse ahí, puesto que todo su cuerpo empezó a recubrirse con el extraño metal. Su brazo mecánico se regenero por completo, siendo más largo y fuerte que antes, el otro brazo comenzó a recubrirse de metal igualando la extremidad mecánica del sargento. Finalmente, el torso y piernas del marine se blindaron por completo, dejando solamente su cabeza y parte de su cuello sin blindar.
Y así, los gritos de dolor que hace momentos opacaron la gran lluvia fueron reemplazados con una risa engreída. Poniéndose de pie finalmente, el Sargento se impuso al trio de espadachines con su intimidante presencia. Fiambruin ahora media más de cuatro metros de altura. El metal que recubría su cuerpo tomo una forma lisa y sólida, con placas que recubrían su torso y espalda. El metal alrededor de sus hombros se solidifico hasta formar una especie de bola circular con espigas de hierro, simulando ser una estrella de la mañana o bola de demolición.
Sus piernas tomaron el doble de su tamaño original, al igual que sus brazos, pareciendo flexibles y resistentes gracias a su aspecto cilíndrico. Sus puños cuadruplicaron su tamaño para ponerse a la par de sus nuevos brazos y sus dedos se transformaron en filosas garras, dándole un aspecto mucho más amenazante.
-Observa, Demonio, el pináculo de la ciencia en batalla. ¡Observa con atención el rostro que causará tu final! JAJAJAJAA- la sórdida risa del marine denotaba tal locura y sed de sangre que el trio de espadachines no pudo evitar dar un ligero paso hacia atrás a la hora de ver al ciborg de pie.
- ¡¿Qué…qué mierda eres?!- Incapaz de mantener a raya su sorpresa, el Roronoa grito con una mezcla entre miedo e incredulidad.
-Todo esto…Sacrificó su alma… ¿Por venganza? – Entre apenado y sorprendido Koshiro pregunto.
- ¡Por venganza y justicia! – Estalló Fiambruin- ¡Mi hambre de venganza fue lo único que me mantuvo vivo cuando su padre me mutilo! – Exclamó señalando al peliverde, solo para luego esbozar una terrible sonrisa malvada- Y mi sentido de la justicia convenció al Dr. Vegapunk de darme el control de esta unidad, e incluso algo más. ¡Activar protocolo Quimera! –
Nadie entendió que estaba pasando, sin embargo, el cuerpo de los marines derribados también empezó a convulsionar, al igual que Bred. Los gritos agónicos no se hicieron esperar mientras los circuitos comenzaban a notarse bajo la piel de los hombres derribados mientras el metal liquido comenzó a salir de sus heridas hasta sellarlas. Esta vez, y a diferencia del sargento, el metal liquido se detuvo al sellar la herida.
Los pobres marines se levantaron como resucitados, algunos de ellos por voluntad propia y otros obligados, por lo que sea que habitaba sus cuerpos ahora.
- ¿¡Que les hiciste maldito maniático!?-
- ¿Yo? Nada niña, el Dr. Vegapunk tuvo la amabilidad de implantar un neuro receptor en el cerebro de estos hombres. E incluso me dio el lujo de mejorar a mi Bred también- respondió el Sargento con una sonrisa siniestra.
- ¡¿Te dejaste manipular por un maldito desquiciado como él?!- Grito Zoro con indignación hacia Bred.
- ¡Cállate Demonio, aceptaría cualquier cosa con tal de erradicarte! –
- ¡Basta! Ya hemos perdido mucho tiempo- interrumpió el marine, anteponiéndose a su hijo- ¡No permitiré que mi venganza demore más tiempo! – Y con una increíble velocidad, el marine se impulsó hacia adelante, atacando al joven peliverde con un poderoso golpe de su brazo, cosa que el espadachín bloqueo con ayuda de sus armas, pero sin poder evitar ser arrojado violentamente hacia atrás.
- ¡Zoro! -
- ¡Zoro-kun! –
Ambos, padre e hija, vieron con horror como el cuerpo del Roronoa daba pequeños botes en el suelo debido a la potencia del impacto.
- ¡Te encargo el resto a ti, Bred, la cabeza de Roronoa es mía! - Exclamo el marine sonriendo maniáticamente, antes de impulsarse a gran velocidad en dirección al joven peliverde
-No te preocupes padre- respondió confiado el joven Bred, apoyando su katana en su hombro desinteresadamente- Parece que tendremos nuestra revancha, Kuina-
La susodicha prefirió no responder al comentario. Entrecerrando sus ojos analíticamente mientras veía a la decena de hombres frente a ellos, intentando buscar una posible debilidad a explotar.
-Hija mía- La voz de su padre la sacó de su ensoñación. Viendo hacia arriba, pudo ver como la mirada de su padre no se despegaba de sus enemigos. -Debemos terminar con esto rápido, Zoro-kun nos necesita-
- ¡Si! –
- ¡Hombres ataquen! -El grito de Bred fue secundado por el rugido de guerra del resto de marines, quienes sobrepasaron al hijo de su superior y corrieron en dirección a los espadachines. La batalla final estaba por comenzar.
Los marines atacaron como hombres poseídos. Kuina y Koshiro apenas pudieron resistir el primer choque cuando, en menos de dos segundos, tanto el padre como la hija se encontraban defendiéndose de dos o más atacantes cada uno; Kuina, usualmente una luchadora ofensiva, se vio superada por la fuerza marine desde el primer momento. Su primer contrincante arremetió con una peligrosa estocada a la altura del rostro cosa que Kuina evito por los pelos retrocediendo rápidamente, pero obteniendo una pequeña herida en su mejilla a cambio. Casi instantáneamente se vio abordada por otro enemigo, el cual intento decapitarla con un solo corte hacia el cuello, sin embargo, sus rápidos reflejos le permitieron esquivar el corte agachándose por debajo del sable enemigo. El ataque paso de largo y, aprovechando la oportunidad, contraatacó con un rápido corte al torso de su enemigo. El golpe dio en el blanco y la sangre salpico nuevamente el césped, sin embargo y para su sorpresa, su oponente no se vio derrotado, sino que contesto con un increíble aluvión de golpes, como si nunca hubiera notado el dolor del corte.
Tampoco tuvo tiempo de pensar en eso, pues toda su energía se vio empleada para bloquear los ataques de su enemigo, sin embargo, la rapidez de su adversario comenzó a rebasarla poco a poco hasta que, luego de un perfecto contra ataque, el marine logro asestar una estocada en el costado derecho de su torso. El aullido de dolor de la niña no se hizo esperar, pero esto poco le importo al soldado cuando intento rematar a la joven espadachina. Kuina bloqueo el ataque mortal solo por milésimas, antes de volver a cortar el torso del hombre con un rápido corte en diagonal antes de retroceder.
Cubrió su herida con su mano izquierda, no había dañado ningún órgano interno, pero era una herida profunda, y podría ser peligroso si perdía mucha sangre. No tuvo más segundos de paz cuando dos hombres arremetieron contra ella en perfecta sincronía; Kuina tuvo que hacer uso de toda su energía para no ser herida de gravedad nuevamente, pero el aumento de poder en los marines se hizo evidente cuando uno de los dos hombres logro asestar un corte horizontal en la frente de la niña, manchando su cara de sangre.
- ¡Ahora! – Gritaron ambos marines con perfecta coordinación, uno de ellos lanzando un corte en vertical y el otro uno en horizontal.
Kuina sabía que estaba en problemas. Cerro los ojos e inhalo profundamente concentrándose en los sonidos, en las sensaciones, en el… ¿color? No estaba segura de a que se refería, alguna vez escucho a su padre hablar sobre el "color" de las cosas, pero jamás se imaginó lo que iba a sentir en ese momento cuando, aun con los ojos cerrados, pudo "sentir" a ambos marines acercarse. Su cuerpo reacciono instintivamente bloqueando el ataque en dirección a su torso del enemigo a su izquierda, solo para luego lanzar un corte diagonal de forma ascendente. Aprovechando el impulso Kuina pudo cubrirse del tajo destinado a su cabeza antes de desarmar a su oponente y conectar un gran corte en el torso de su enemigo. Kuina abrió los ojos sorprendida, jamás hubiera creído ser capaz de tal hazaña ¿Seria esto a lo que su padre llamaba Haki? Sea lo que fuera, ahora no era el momento de averiguarlo.
Vio hacia sus enemigos con renovada determinación, reprendiéndose mentalmente por haberse distraído, grande fue su sorpresa al ver como los dos marines con los que anteriormente batalló se encontraban desmoronándose sobre sus heridas. Sus rostros no parecían comprender por qué sus cuerpos no respondían, pero Kuina sí. Fue allí cuando lo comprendió; sea lo que sea que la marina les haya hecho, solo consiguió evitarles el dolor de ser heridos en batalla, sin embargo, al perder grandes cantidades de sangre, sus cuerpos no resistirían tanto tiempo sin venirse abajo.
Sonrió para sí misma, de repente, creyó que aun tenían esperanzas de ganar esta batalla.
Koshiro desvió un ataque frontal de uno de los marines antes de contra atacar con un profundo corte al torso. Se giro rápidamente, desviando una estocada a traición por la espalda hacia un lado, dejando completamente expuesto al marine, antes de cortar todo su torso de un solo golpe. Otro enemigo apareció súbitamente detrás del anterior, lanzando una estocada mortal que Koshiro apenas pudo evitar, recibiendo el impacto directamente en su hombro izquierdo. No iba a dejar que eso lo detuviera, así que, con la adrenalina corriendo fuertemente por sus venas, contra ataco con un corte horizontal al torso de su enemigo. El golpe dio en el blanco, y Koshiro dio un gran salto hacia atrás para evitar ser aniquilado.
Koshiro se arrancó el elemento filoso de su hombro con un gruñido de dolor. Poco podía hacer para resistir la arremetida de los marines, quienes rápidamente volvieron a rodearlo. Sin embargo, ninguno de ellos se atrevió a atacarlo, solo se mantuvieron ahí, como una jauría hambrienta de coyotes atenta a cualquiera de sus movimientos.
-Se acabo el juego sensei, se los advertí, pero no me quisieron escuchar- de entre la multitud, un altanero Bred emergió con una sonrisa arrogante- No es personal, por eso, si se rinde, prometemos no tomar represalias por entorpecer el trabajo de la marina-
-No sé qué te paso Bred, solo puedo pedirte disculpas por lo que hice- jadeando y luego de un ligero silencio, el sensei del dojo se disculpó.
-Las disculpas no serán necesarias sensei, no cuando…-
-Si son necesarias- Corto Koshiro- Si te hubiera prestado la atención necesaria no estarías hoy aquí. Quizás hubiera podido evitar todo esto desde un principio, cortar este pensamiento absurdo desde el principio, y por eso me disculpo, Bred. He permitido que te lavaran el cerebro con historias y misticismos estúpidos y por eso, he fracasado como tu maestro- sentencio Koshiro, entrecerrando los ojos con ferocidad
La furia latente era palpable en el rostro del joven espadachín, quien no pudo contener su instinto asesino y arremetió con un poderoso golpe de espada que Koshiro logro bloquear a duras penas, siendo arrastrado un par de metros hacia atrás.
- ¡No me falte el respeto sensei! ¡Usted fue el que provoco esto manteniendo a ese demonio bajo nuestro techo! - estallo Bred con furia poniendo toda su fuerza en seguir empujando a su maestro, mientras este último utilizaba todo el poder que le quedaba para intentar resistir- Me asegurare que eso sea corregido ahora-
Reboto dolorosamente en el húmedo suelo, sintiéndose como concreto debido a la lluvia que los había estado azotando. Luego de un par de dolorosos golpes Zoro volvió a quedar firme sobre el suelo, intento reincorporarse, pero Fiambruin apareció sobre el con la velocidad de un rayo antes de conectar un potente puñetazo en el cuerpo del joven Roronoa.
La potencia del golpe fue abrumadora; nunca lo habían golpeado tan fuerte, ni siquiera cuando Ace, Sabo y él rescataron a Luffy de los piratas de Bluejam. Incluso habiendo atravesado varios metros, le fue imposible frenar su avance una vez suspendido en el aire, sin embargo, esto poco importo cuando el Sargento apareció súbitamente a sus espaldas, proporcionando un poderoso puñetazo que termino por conectar en la espalda del espadachín; dejándolo caer como si de un saco de papas se tratara.
-AHHHHHHHHHH- Con un grito de furia y una poderosa sed de sangre, Fiambruin descargo su puño directo al suelo, sin contar con que Zoro rodaría hacia su derecha a último minuto, evitando así el golpe letal.
Fiambruin no se tomó a bien esto y, presa de la furia, ataco con otro puñetazo mortal hacia el espadachín, cosa que este evito volviendo a rodar hacia la izquierda.
- ¡Muere! -Juntando sus colosales manos por encima de su cabeza, el Sargento descargo toda su fuerza en el próximo golpe, sin embargo…-
¡PUM!
-JAJAJAJAJAJAJAJA- Rio triunfante el marine, por fin había obtenido su venganza. Levanto sus puños del suelo dispuesto a contemplar su obra, sin embargo, la decepción y la furia inundo su rostro cuando vio que dentro del gran cráter que formaron sus puños no había nada.
- ¡Nitoryu Iai: Rashomon! –
Zoro salió desde la nada misma, desenvainando sus armas a una increíble velocidad y golpeando el torso del despistado marine como si de un rayo se tratara quien no pudo hacer nada por esquivarlo.
Aterrizo unos cuantos metros lejos de él, cansado y maltrecho; había puesto todo de si en ese último ataque, sin embargo, Fiambruin apenas se había tambaleado ante la arremetida del Roronoa. Desde su punto de vista, el Sargento apenas sintió como si una leve brisa lo hubiera empujado.
Zoro vio con rabia como el marine comenzaba a carcajearse de manera maliciosa, como si se tratase de un ser invencible al cual nada puede afectarlo, pero él sabía que no lo era; era solo un hombre más. Así que, con nada más que furia en su corazón, volvió a cargar contra el marine.
Fiambruin se volteó a verlo, observándolo correr como una pequeña máquina de matar sedienta de sangre; eso lo hizo enfurecer.
- ¡Mechanical Punches! –
Gritando de furia, el marine alargo sus brazos, lanzando poderosos puñetazos como si fueran balas de cañones. Zoro vio esto con el ceño fruncido; sabía que era una idea suicida, pero también era consciente de que no había escapatoria, no había otra manera, no iba a retroceder.
-AAAHHHHHHHHHH-
El joven Roronoa corrió hacia el peligro, esquivando los poderosos golpes del marine dando pequeños saltos de izquierda a derecha para evitar ser aplastado por el puño del sargento, el cual creaba grandes cráteres con sus golpes.
El Roronoa acorto la distancia a la velocidad de la luz y, bajo la atenta mirada del Sargento, lanzo un poderoso corte horizontal a la altura de las piernas, haciendo trastabillar al marine. Zoro volteo, jadeante y enfurecido al notar que sus armas ni siquiera cortaron el acero que recubría las extremidades.
-Eres duro maldito- Susurro el joven peliverde.
- ¡Soy mejor! – grito el Sargento lanzando otro poderoso puñetazo que el peliverde esquivo dando un gran salto, cayendo sobre el brazo del marine y corriendo sobre él, directamente hacia el rostro de Fiambruin - ¡¿Qué crees que haces demonio?!- grito el marine sacudiendo su brazo violentamente, dejando al espadachín suspendido en el aire frente a su propio rostro.
- ¡Acabar contigo! – Preparando sus dos katanas, el Roronoa estaba listo para decapitar al marine, sin embargo, este último lo aparto con un golpe de su brazo libre, como si de un insecto se tratara.
El cuerpo del Roronoa reboto en el suelo debido a la potencia del impacto, solo para luego recibir una poderosa patada por parte del Sargento, siendo expulsado varios metros hacia atrás.
- ¡No vas a escapar! – Exclamó el marine alargando su brazo de maneras astronómicas, alcanzando el cuerpo del Roronoa y atrayéndolo hacia él - ¡No te dejare escapar! ¡Es hora de que se haga justicia! - Estrujando el cuerpo del Roronoa con furia, Fiambruin volvió a lanzarlo al suelo; el impacto fue tremendo, creando un pequeño cráter en donde el cuerpo del niño cayo.
- ¡Zoro! -
- ¡Zoro-kun! -
Los gritos desesperados de los Shimotsuki se escucharon levemente a lo lejos, pero Zoro apenas podía mantenerse consciente a esta altura. Intento volver a ponerse en pie, pero todo a su alrededor daba vueltas y era borroso; a lo lejos podía distinguir las figuras de Kuina y su sensei, luchando contra hordas completas de enemigos.
De repente, un gran estruendo saco al peliverde de su ensoñación.
- ¡Este es tu fin! ¡Ríndete y todo será más rápido demonio! ¡Te reunirás con tu padre y la ramera de tu madre en el infierno! – Apareciendo súbitamente frente al desorientado peliverde, el marine lanzo un puñetazo letal.
BUM
El mortal golpe solo encontró el aire cuando Zoro pareció revivir de entre los muertos, esquivando el golpe fatal y arremetiendo como una locomotora hacia el sorprendido marine, quien apenas pudo bloquear el corte a su cuello con ayuda de sus brazos. Esto le importo poco al peliverde, quien se volvió a lanzar al ataque apenas volvió a tocar el suelo, lanzando pesados y poderosos cortes que, si bien no causaban gran daño, si lograban hacer retroceder al gigante.
- ¿Oh logre tocar una fibra sensible demonio? - Sonrió con malicia el Sargento mientras cubría su cabeza con ayuda de sus brazos.
- ¡Cállate! – Contesto furioso el peliverde, dando un gran salto e intentando cortar el torso del marine.
-Oh veo que nunca te enteraste JAJAJJAJA esto sí que es fortuito- Rio Fiambruin, sintiendo como la velocidad del Roronoa aumentaba.
- ¡Cierra la boca, maldito! –
- ¡Qué suerte he tenido! Seré yo el que te dé la noticia- Carcajeo el marine.
- ¡Es mentira! - Grito el joven peliverde poniendo aún más fuerza en sus ataques. Aunque quisiera negarlo, pequeñas lagrimas comenzaron a formarse en sus ojos.
- ¡La Marina al fin dio caza al famoso demonio! ¡Roronoa "Oni" Zero está muerto! –
- ¡AAAHHHHHHHHHHHHHH! –
El grito de dolor del niño se dejó escuchar en todo el terreno solo para luego comenzar a atacar desenfrenadamente al marine, como si un perro rabioso se tratase, pero sin causar verdadero daño gracias al metal que protegía al Sargento. A lo lejos, a varios metros de distancia, Koshiro vio esto con pánico y preocupación. Quería ayudarlo, pero Bred impedía su paso con su férrea defensa. Aunque Kuina era un caso diferente…
- ¡Zoro! – Kuina desvió un corte enemigo, antes de apuñalar el hombro de su adversario y sacárselo de encima rápidamente. Viendo en dirección al peliverde, solo pudo esperar lo peor cuando los del marine comenzaron a alargarse detrás de la espalda de este. No podía dejarlo, necesitaba su ayuda, de lo contrario…moriría - ¡Zorooooooooo! – Quitándose a sus oponentes de encima, Kuina corrió lo más rápido que pudo hacia el Roronoa.
- ¡Murió en los brazos del cadáver de su mujer acribillada a balazos por el Almirante! JAJAJAJA- Río divertido Fiambruin, apartando al peliverde de un revés de su brazo robótico.
- ¡ES MENTIRA MALDITOOOOOOOO! – Dando un gran salto en el aire, Zoro preparo sus katanas entre lágrimas de dolor. Le quitaría la vida por mancillar a su padre.
- ¡Mechanical Spikes! – Alargando sus afiladas garras, el marine contraataco al indefenso peliverde quien, al estar suspendido en el aire, poco pudo hacer para esquivar el golpe letal.
-AHHHGGGG-
El impacto fue instantáneo y el gruñido de dolor del Roronoa se dejó escuchar cuando las espigas de hierro se enterraron profundamente en su cuerpo, siendo su hombro izquierdo y pierna derecha los afectados. Fiambruin por su lado, no podía evitar sonreír a gusto con el dolor del pequeño espadachín, como si su agonía le causara el más absoluto de los placeres.
Jamás había experimentado un dolor tan atroz; podía sentir como su cuerpo perdía más y más sangre con el pasar de los segundos, y no había nada que pudiera hacer ahora que sus parpados se hacían cada vez más y más pesados y, su cuerpo, más y más débil.
Alargando aún más su brazo, el marine arrincono al espadachín de espaldas al suelo, enterrando las púas de su brazo y pierna al suelo para evitar algún tipo de escape.
El ruido metálico de sus katanas cayendo al suelo logro despertarlo levemente de su inconsciencia; logrando ver con dificultad como el marine preparaba el golpe final con las garras de su mano libre. Ya no había nada por hacer, estaba muerto.
- ¡Muere Demonio! -
Cerro los ojos, esperando su final, sin embargo…
El ruido de la carne siendo atravesada llego a sus oídos; abrió rápidamente los ojos con temor y, al hacerlo, sus temores se confirmaron al ver la sonriente mueca de dolor en el rostro de Kuina.
De repente, el sonido de la batalla ceso, al igual que el de la lluvia; el mundo entero había perdido su sonido por momentos.
- ¡KUINAAAAAAAAAA! –
El inerte cuerpo sin fuerzas de la niña se desplomo a su lado cuando el marine extrajo sus extremidades del cuerpo de la pequeña y Zoro, ayudándose con sus pocas fuerzas restantes, logro arrastrarse hasta donde la joven se encontraba.
- ¡¿QUÉ HICISTE IDIOTA?!- El grito de dolor rasgo su garganta como el más afilado de los cuchillos, pero Kuina apenas podía responder debido a la pérdida de sangre, en lugar de eso, se quedó contemplando las estrellas. - ¡KUINA! ¡KUINA! –
-Cállate…- susurro la joven con apenas fuerzas -E…eres muy ruidoso-
- ¿¡POR QUÉ LO HICISTE?!-
-Solo… protegía… a mi mejor amigo- la voz casi imperceptible de la muchacha volvió a elevarse -Aquel… que será…el mejor…del mundo…-
-ESE ERA TU SUEÑO TAMBIEN ¿VAS A ABANDONARLO AHORA? – Estalló Zoro con el rostro lleno de lágrimas y colera.
-Supongo que lo entenderás… algún día…solo…prométeme que lo lograras…serás el más fuerte del mundo- Susurro casi imperceptiblemente la muchacha, con las lágrimas escapando de sus ojos también- gracias…por creer…en mi sueño…- Finalmente, Kuina murió.
Las lagrimas no dejaban de salir. Quería apartar la mirada, pero no pudo, todo lo que podía ver era el rostro de su mejor amiga; aquel que había visto tantas otras veces mientras entrenaban, comían, reían…ahora estaba pálido y sin vida. Por su mente, millones de recuerdos comenzaron a venir mientras seguía siendo incapaz de apartar la mirada, pero no eran recuerdos juntos, no, estos eran recuerdos de sus padres, su familia, ahora muertos. Sus recuerdos con Ace, Luffy y Sabo, Sabo siendo asesinado también. Los recuerdos con Kuina, mientras veía como las lagrimas de su amiga se mezclaban con la lluvia que caía. Sus padres, Sabo y Kuina. Pensamientos que se arremolinaban en su cabeza; Kuina, sus padres, Sabo. Sus padres, Kuina, Sabo…
Finalmente, solo vio rojo.
Fiambruin dio un paso atrás, horrorizado por lo que acababa de suceder ¿En que demonios estaba pensando? Había acabado con una civil, una niña que se estaba metiendo en algo de adultos. El remordimiento lo inundo más aún al saber que lo había hecho delante del padre de la joven. Giro su cabeza rápidamente en dirección a la batalla, solo para ver que todas las miradas estaban puestas sobre el ahora mismo, en especial la de su hijo Bred, quien se encontraba parado frente a Koshiro.
SHINK
Nadie pudo decir ni una sola palabra cuando una katana atravesó el corazón de Bred frente a la atenta y preocupada mirada del Marine
- ¡BREEEEEED! – El grito horrorizado del marine fue escuchado con todos los presentes, pero nada pudo hacer cuando la katana se retiro del pecho de su hijo, dejando salir un gran chorro de sangre que salpico toda la hierba en sus pies.
Ni una palabra escapo de su boca, ni un sonido, ni nada por el estilo. Al contrario que toda su vida, Bred murió en silencio.
Koshiro soltó su arma, dejando que esta caiga tranquilamente al suelo junto al cadáver de su ex alumno. Comenzó a caminar tambaleante y moribundo hacia el marine, quien seguía en estado de shock por lo acontecido hace meros segundos, sin embargo, Koshiro solo paso junto a él, deteniéndose solo unos segundos a su lado.
-Acaba de crear su temor más grande, Sargento- Dijo tranquilamente Koshiro, antes de volver a emprender su camino hasta Kuina, acunándola en sus brazos una vez llegado allí. Sin decir ni una palabra más, el maestro del dojo se retiro del lugar -Puedes comenzar-
A pesar de haberlo escuchado, Fiambruin segua absorto en el cuerpo de su hijo. Su mirada estaba llena de arrepentimiento, colera, furia, dolor. Un manojo de sentimientos caóticos se arremolinaba en su pecho y no pudo reaccionar hasta que escucho unos fuertes pasos a sus espaldas. Volteo con rapidez, sin embargo, un borrón rojo y verde fue todo lo que pudo ver antes de que su cabeza fuera decapitada.
Los marines abrieron los ojos con horror cuando el cuerpo de su superior cayo sin vida al suelo y, sobre él, Zoro aterrizaba con sus katanas llenas de sangre, algunos incluso podrían jurar que sus ojos brillaban con un tinte demoniaco, sin embargo, Nadie supo como reaccionar, pero ya era tarde, Zoro arremetió con sed de sangre asesina. Con Wado Ichimonji en su boca y Chimamire no Ame rugiendo de extasis en su mano derecha, el Roronoa sembró la muerte entre los marines. Brazos y extremidades salían volando por el aire, y los gritos de dolor se escucharon por toda la isla. Las cabezas comenzaron a rodar y la hierba se tiño de sangre. Algunos lugareños de la isla incluso podrían haber jurado que la luna se tiño de rojo esa tenebrosa noche de gritos lejanos. Sin embargo, algo más aterrador paso, pues esa noche, Roronoa "Oni" Zoro habia nacido.
Bueno amigos, por acá dejo este capítulo. Espero que les haya gustado y si es así, me dejen una pequeña reseña en los comentarios. Cualquier duda, pregunta o recomendación, son libres de expresarla y yo tratare de responderles lo más rápido posible.
Nos estamos leyendo pronto ¡Nos vemos!
