HONNE
Los verdaderos sentimientos y deseos de una persona.
DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia es de mi autoría.
…
Capítulo 13. Un destino que se adelantó.
Era difícil concluir cuál de los dos había guardado más sueños y esperanzas respecto al día de su boda.
Sasuke había sido consciente de que se casarían desde que era un niño, por lo que había fantaseado a detalle con su unión durante una considerable cantidad de años, mientras que Sakura, a pesar de haber creído que sus sentimientos no eran correspondidos, se permitió guardar una pequeña ilusión en su corazón por si acaso el futuro le sonreía y la dejaba estar con su amado mejor amigo.
Se imaginaron pasando por todo el tedioso y significativo proceso de la ceremonia, impacientes por ser declarados uno solo de una vez por todas. Se preguntaron quienes asistirían a su celebración y festejarían por ellos genuinamente: los señores Haruno y Mikoto e Ino, por ejemplo. Llegaron a soñar con la apariencia y atuendos especiales que el otro portaría, irradiando aún más toda la elegancia y belleza que exudaban cuando estaban juntos. Pero, sobre todo, fantaseado con las expresiones de felicidad y amor infinito con el que su futuro cónyuge los observaría mientras compartían uno de los días más inolvidables de sus vidas.
Quizá fue ese constante y poderoso deseo lo que hizo que, a pesar de las circunstancias en las que se encontraban, su gran momento saliera perfecto.
Inclusive el día que habían elegido para oficiar la unión no podría ser más ideal: iban a convertirse en el señor y la señora Uchiha en su cumpleaños número 20.
No sería el tipo de ceremonia grande y llena de júbilo que era tan típica en otras uniones, pues sería llevada en secreto y solo estarían presentes los novios y las sacerdotisas que darían validez a su matrimonio, pero tanto Sasuke como Sakura estaban tan extasiados por saberse marido y mujer que eso poco les interesó.
Cuando Kakashi les dijo que iba a hacer lo posible por tener listo hasta el más mínimo detalle no creyeron hasta qué punto sería capaz de llegar. El soberano no solo había hecho una demostración de su esmero eligiendo aquella fecha en concreto, sino también lo había traducido a otras cosas como sus trajes nupciales.
El tradicional ajuar del novio consistía en un kimono interior de color blanco, sobre el que iba uno más elegante en color negro, luciendo en ambas de las solapas el escudo Uchiha, sin olvidarse de su hakama en tono gris claro con rayas verticales en gris oscuro. Así mismo el de Sakura ibas más allá del que una vez llegó a imaginar que podría tener, un kimono largo de la más fina seda blanca, con detalles de flores en hilo dorado. Una vez que la maquillaron y pusieron el velo sobre su elaborado peinado se emocionó tanto por su apariencia que incluso llegó a las lágrimas.
Contraerían matrimonio en una de las salas más secretas del palacio, con todo lo necesario para llevar a cabo el ritual en toda la regla: sake de la más alta calidad, finas tazas en donde servirlo, ofrendas espléndidas e inciensos y velas que le daban un aspecto más mágico al recinto.
Si bien el emperador había sido quien se encargó de hacer posibles esos lujos, conseguir sacerdotisas dispuestas a oficiarla en secreto e incluso asegurarse de que su unión tendría validez en los registros públicos más adelante, decidió dejarlos disfrutar de ese momento especial a solas y lamentablemente su presencia no fue hecha en falta.
Una vez que el par de novios estuvieron sentados uno al lado del otro en el piso de madera de la pequeña estancia, tanto Sasuke como Sakura se hicieron conscientes de lo complicado que era guardar distancia. Según la tradición, los novios no podían tocarse hasta que la ceremonia terminara, sin embargo, aun así, cada cuando se dirigieron miradas afectuosas repletas de significado e incluso el Uchiha se atrevió a deslizar su pulgar contra la mejilla de su novia para eliminar una de las muchas lágrimas de felicidad que derramó ese día.
No fue hasta que la sacerdotisa anunció que finalmente estaban casados y se retiró de la habitación que la pelirrosa se dejó caer en los brazos de su esposo clamando lo feliz que era y lo mucho que lo amaba, siendo correspondida con el mismo nivel de entusiasmo.
—Lo hicimos Sasuke... No puedo creer que lo hicimos — dijo entre sollozos.
—Yo tampoco, pero al mismo tiempo sí lo hago... Esto siempre estuvo destinado a pasar.
Se suponía que el paso siguiente en ese día sería ir a celebrar con sus seres queridos y compartir con ellos la dicha del joven matrimonio, sin embargo, siendo aquello imposible Iruka les informó que serían sacados del palacio por la noche para llevarlos al lugar donde tendrían su merecida noche de bodas y luna de miel. La ahora señora Uchiha no se opuso en ningún momento a ello, aunque sí preguntó si acaso Kakashi estaba bien con eso y si no tendría problemas después. El más cercano hombre al soberano le aseguró que todo estaba en orden, pero, cuando Sakura le pidió hablar con él para agradecerle lo que había hecho por los dos, fue muy claro en que en ese momento el peliplata no podía reunirse con ellos debido a su ocupada agenda.
Una excusa que era mitad cierta, pues, aunque sí estaba sumamente atareado si no quería verlos era por lo difícil que le resultaba aceptar que había perdido a la primera mujer por la que había sentido algo en toda su vida.
Así entonces, una vez que la oscuridad se apoderó del ambiente y ayudados de la poca iluminación provista por la luna nueva en el cielo, salieron a caballo escoltados por cuatro oficiales rumbo a uno de los paraísos nupciales menos conocidos -aunque no por ello menos esplendido- del país: las aguas termales al norte de Tokio.
En el instante en que llegaron fueron recibidos por el dueño del lugar como si se tratara de figuras del más alto estatus, lo que indicaba que Kakashi también se había hecho cargo de que tuvieran lo mejor de lo mejor incluso en su noche de bodas. A pesar de ya estar casados no se les permitió bañarse juntos y en cambio cada uno fue dirigido a una zona separada para prepararse.
Una vez que estuvo lista, Sakura fue la primera a la que llevaron a los aposentos donde se hospedarían. La habían vestido con una fina yukata blanca, perfumado su cuerpo y cepillado su cabello rosado con gran esmero hasta dejarlo caer por su espalda como la más suave de las cortinas.
Se sentía nerviosa y al mismo tiempo ansiosa por lo que estaba a punto de suceder, por ello, mientras aguardaba por su esposo sentada sobre sus rodillas en el futón, se mordía el labio inferior y un leve temblor asaltaba su cuerpo. Algo que se hizo más notorio cuando escuchó la puerta deslizarse y el conocido sonido de los pasos de Sasuke se hizo presente.
El Uchiha se había excitado incluso antes de entrar a la habitación. Ya conocía el cuerpo desnudo de su novia a la perfección y había tenido la oportunidad de probarlo anteriormente, sin embargo, saber que esa noche podría poseer hasta el final a quien ahora llamaría su esposa, lo había encendido hasta un nuevo y desconocido extremo.
Sakura presentaba una imagen más que vulnerable en la espera por él. Había un brillo en sus ojos que el hombre conocía muy bien y la forma en que sus pequeñas manos apretaban la tela de su yukata parecían más una señal de querer deshacerse pronto de ella que una muestra de temor. Ella también lo deseaba con la misma intensidad.
—Hubo un momento de mi vida en el que considere que esto era inevitable que pasara — Sasuke murmuró sentándose frente a ella sobre la mullida superficie para después tomar un mechón del cabello rosado de su mujer con suavidad —. Y a pesar de que una vez pensé que te había perdido para siempre... Ahora finamente serás mía.
—Siempre lo he sido — la doncella repuso rápidamente, acercándose más a él para abrazarlo —. Nunca ha habido ni siquiera la más mínima posibilidad de que alguien más tomara tu lugar.
—Siempre me has amado ¿no? Mi hermosa y fiel esposa — el pelinegro la estrechó contra sí y la besó en la frente.
—Sí — ella respondió en un pequeño susurro, levantando la mirada para verlo directamente.
—Yo también a ti, desde que tengo memoria... Siempre has sido tú.
El Uchiha no pudo resistirse ante la mirada de deseo y devoción que su amada le daba y se inclinó hacia ella para tomar de lleno en los labios. La sintió suspirar en cuanto recibió su beso, así como abrazarse aún más a él, buscando su calor y su protección. A pesar de sus experiencias previas en las artes amatorias, Sakura aún guardaba unos cuantos temores.
Progresivamente el contacto de sus bocas comenzó a tomar más ritmo y fuerza conforme sus labios se devoraban con más hambre y sus lenguas se acariciaban con lujuria. Era realmente delicioso para ambos estar así, aunque ninguno lo echó en falta cuando el hombre se separó de la doncella para comenzar a besarle el cuello.
—Sasuke... — ella gimió débilmente ante la dulce sensación y se aferró a sus hombros conforme el recorrido de su marido bajaba.
Lentamente el Uchiha la recostó sobre el futón y se cernió sobre ella teniendo cuidado de no aplastarla. Bastó darle una simple mirada que ella captó de inmediato lo que significaba para tener su permiso de despojarla de su ropa, así que, tomándose el tiempo de disfrutar de la erótica vista de su pecho subiendo y bajando, abrió la yukata de par en par y dejó al descubierto su preciosa desnudez.
Tal y como la conocía, de la misma forma en que permanecía presente en su mente desde la primera vez que la exploró, el cuerpo de Sakura representaba toda la delicadeza, sensualidad y dulzura que un hombre podía desear que su esposa poseyera. Ahí estaban sus apetitosos pechos coronados por rosados botones que ya estaban listos para ser disfrutados por él, su pequeña cintura unida a sus voluptuosas caderas donde las manos masculinas podían descansar cómodamente por el resto de su vida y sus largas piernas entre las que residía el hermoso tesoro que sería el hogar de la hombría de su esposo por el resto de sus vidas.
Toda la extensión de su cremosa piel blanca era una delicia para la vista e incrementó el deseo que Sasuke sentía por ella.
—Nunca me cansaré de decirte lo bella y perfecta que eres — el hombre manifestó contra la piel de su clavícula antes de tomar uno de sus senos en su boca.
Sakura se aferró a sus hombros y cerró los ojos disfrutando de la sensación de la succión y la humedad alrededor de sus sensibles botones, así como de las apasionadas caricias que su marido le daba en las piernas. Estaba tan perdida que la visión se le nublaba y apenas podía controlar sus febriles gimoteos conforme el Uchiha continuaba su sendero de besos cada vez más abajo.
—Sasuke-kun — sin embargo, salió de su letargo como un disparo cuando lo sintió acercarse demasiado a su zona íntima y se incorporó sobre sus codos para darle una apenada mirada.
—Está bien Sakura, no va a pasar nada... Te prometo que va a gustarte — él la calmó esperando a que ella accediera y tras unos cuantos segundos de consideración la vio asentir lentamente.
Fue entonces que más seguro de lo que nunca había estado de otra cosa en su vida, abrió sus piernas con suavidad y comenzó a besar sus rosados pliegues, primero con delicadeza y luego aumentando el ritmo conforme ella se dejaba llevar por la intensa sensación. El pelinegro posteriormente usó su lengua para recorrer de abajo a arriba toda la vagina de Sakura y su boca para succionar y devorarla como si de la más dulce de las frutas se tratara.
La ahora señora Uchiha apenas y podía controlar los temblores de su cuerpo ante el estrepitoso placer y sus gemidos salían por sí solos en altos gritos que clamaban el nombre de su amado sin cesar. Ni siquiera se había dado cuenta de en qué momento había comenzado a sostener la cabeza del hombre contra sí misma como si temiera dejarlo ir.
En el proceso de hacerle sexo oral Sasuke descubrió que el pequeño botón casi escondido en su zona intima era el lugar en el que su placer se concentraba mucho más, por lo que se enfocó en él, atrapándolo entre sus labios, lamiéndolo y chupándolo con gula. Lo que, tras unos segundos, consiguió que Sakura llegara al clímax.
En cuanto la escuchó jadear y la sintió retorcerse contra su boca, el Uchiha se incorporó para verla. Tal y como la última vez que la complació, la visión de sus ojos lagrimeantes, sus hinchados labios abiertos de par en par y el sonrojo de su lujurioso cuerpo lo hicieron agradecer al universo ponerla en su vida y hacerla toda suya.
Esa obra de arte hecha mujer había sido creada para él.
Teniendo muy poco autocontrol restante, Sasuke se abalanzó sobre la boca de su amada para tomarla aún más apasionadamente que antes al tiempo que se deshacía de su propia yukata.
—Sasuke-kun... — ella se separó de él un poco y lo miró acaloradamente a la cara antes de hacer un lento recorrido con sus orbes verdes a través del fuerte y bello cuerpo de su amado.
No era la primera vez que lo veía completamente desnudo, pero había algo que resultaba más delicioso en ese momento de lo que le había parecido antes. Por ello, los femeninos dedos no pudieron contenerse en acariciar su dura y sensual anatomía desde la clavícula, el pecho, el abdomen hasta llegar a su erecto y ansioso miembro.
Sin mucha vergüenza debido a sus anteriores experiencias, Sakura lo tomó en su mano y comenzó a masturbarlo con lentitud. Estando él aún encima de ella, la doncella pudo ver claramente como el hombre fruncia el ceño en señal de placer y como exhalaba por la boca como si se le dificultara la respiración.
—Ya no puedo más... — sin embargo, apenas unos segundos después él separó su pequeña mano de su pene y entrelazó sus dedos con los suyos sobre su cabeza —. Necesito hacerte mía de una vez por todas.
Con sus pechos tocándose, sus bocas fundiéndose en una, el contacto de sus pieles acalorándolos aún más y el delicioso rozar de sus sexos, quien más se sintió segura de ir más allá fue Sakura.
Es decir, como cualquier mujer virgen siempre había guardado algunos temores sobre lo que sería recibir al hombre en su interior, con todo el dolor que eso implicaba, sin embargo, también era consciente del placer que aguardaba por ella, así que tampoco podía seguir esperando.
Antes de introducir su necesitado miembro en su vagina, Sasuke adentró un dedo para tentar su cavidad y darle la oportunidad de anticiparse a recibir algo mucha más grande. Su digito se deslizó fácilmente en su interior y fue acompañado por un alegre jadeo de parte de la pelirrosa, por lo que se sintió lo suficientemente confiado de ingresar otro. Fue tan bienvenido que cuando comenzó a masturbarla con ellos a una considerable velocidad, Sakura gimió ruidosamente todavía con su boca atrapada entre la suya.
—Sasuke... Por favor Sasuke — la doncella de ojos verdes suplicaba ante la increíble sensación. Aunque al mismo tiempo sentía que eso no era suficiente y quería más —. Hazme tuya ahora, por favor.
Más que feliz de recibir su orden Sasuke entonces tomó a su miembro y lo posicionó en la entrada de Sakura, frotando su glande, de arriba hacia abajo y empapándolo con los femeninos fluidos de excitación. La mujer temblaba de expectativa y un agudo gemido de dolor escapó de sus labios cuando lo sintió abrirse paso en su interior con deliberado cuidado y lentitud.
Sin embargo, demasiado distraída por las palabras calmantes y dulces que su marido susurraba en su oído, asi como por el amoroso beso con el que entretenía sus labios, no pudo anticiparse a la rápida estocada con la que finalmente se apoderó de ella y le arrebató la virginidad.
Ante la dolorosa intromisión Sakura gimoteo débilmente y de sus orbes esmeralda un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas. El dolor había sido tan intenso que sin querer enterró con fuerza sus uñas en los hombros de su marido.
Sasuke se quedó quieto, dejando que su esposa se acostumbrara a tenerlo en su interior antes de seguir y se dedicó a besarla con infinita dulzura en cada espacio disponible de su cuerpo para calmarla.
—Mi hermosa esposa, mía por fin... Eres tan cálida y maravillosa, te amo — susurró embelesado, besándola en la mejilla y la frente.
Todo lo que habían pasado juntos, la hermosa vida que pasaron uno al lado del otro, cada pequeño instante en que se amaron desde la más tierna infancia, todo se había reducido a ese momento que tanto habían estado esperando.
Finalmente eran uno solo, como siempre había estado escrito y destinado a ser.
Al cabo de un tiempo el dolor disminuyó hasta ser tolerable, por lo que Sakura comenzó a mover sus caderas contra la erección de su amado indicándole que podía continuar. Asi que, conteniendo lo mejor que podía su hambre y emoción, Sasuke posicionó una mano sobre la cadera de su esposa y con la otra ahuecó su rostro para que mantuviera la mirada fija en él, comenzando a moverse en su interior con suavidad, pero también profunda y apasionadamente.
— ¡Ahhh, Sa-Sasuke-kun...! — Sakura gimió con fuerza, sintiendo como el éxtasis borraba poco a poco su dolor.
Los dulces sonidos que salían de la boca de la pelirrosa avivaron aún más la pasión del hombre, quien continuó embistiéndola con el mismo cuidado que antes solo que esta vez cargado de más velocidad y profundidad, lo que hacía estremecer el pequeño cuerpo de la mujer de pies a cabeza.
—¡Eres un paraíso! Esto es mejor de lo que alguna vez soñé que sería hacerte el amor — el Uchiha exclamó con la voz ronca.
En todo momento mientras llevaban a cabo esa danza carnal, se miraron a los ojos transmitiéndose todo el amor y placer que sentían, al mismo tiempo que febriles sollozos escapaban de los labios de Sakura y Sasuke soltaba gruñidos y suspiros de gozo.
El pelinegro empezó a sentir que se perdía más y más conforme el tiempo pasaba, el ritmo al que la sometía aumentaba y el agarre de sus paredes vaginales alrededor de él se hacía cada vez más estrecho. Estar en su interior y obtener tal placer de ello superaba con creces cualquier otra experiencia de esa índole que hubieran tenido antes o con cualquier fantasía que su mente hubiera elaborado desde la adolescencia. Nada se comparaba a ese recorrido hasta la cúspide por el que su amada Sakura lo estaba llevando.
Ese sueño romántico que tanto había esperado por fin se había cumplido.
En un momento los oscuros ojos del hombre alternaron entre contemplar con hambre la majestuosa vista de su miembro entrando y saliendo de la cavidad vaginal de su mujer y admirar con absoluta devoción su rostro. Los orbes verdes de su esposa estaban brillantes debido a las lágrimas que se agolpaban en ellos y que incluso humedecían sus pestañas, su boca abierta jadeaba y gemía su nombre sin descanso, clamando a su vez lo que bien que se sentía y el sonrojo de sus mejillas que bajaba hasta fundirse con el de su cuello y pechos.
En un punto, él tomó una de sus piernas y la subió sobre su hombro para tomar impulso e ir más adentro en su cuerpo. La respuesta fue inmediata, Sakura se estremeció por completo, quedándose afónica, aferrando sus manos al futón bajo ellos y perdiéndose en esa arrebatadora sensación por varios segundos. Entre tanto su marido continuó penetrando dentro de ella hasta que sintió que su pene se llenaba y sin poder posponerlo más eyaculó dentro de ella.
Cada uno por su lado necesitó de un tiempo para recuperarse y en cuanto lo consiguieron, ambos se miraron como si fuera la primera vez que se veían en años.
—Me has hecho la mujer más feliz del mundo Sasuke — ella murmuró al tiempo que lo contemplaba con devoción y acariciaba su mejilla con suavidad.
—No tienes una idea de lo que esto significa para mi Sakura — él retiró su mano de su rostro para besársela —. Esto ha sido lo que más he anhelado en toda mi vida.
Habiendo finalmente consumado su matrimonio, el par de jóvenes se abrazaron y besaron largamente. Susurrándose promesas para el futuro y haciéndose confesiones de amor hasta que el cansancio pudo con ellos y los obligo a dormir.
Esa noche de octubre, el mismo día que vinieron al mundo, adoptaron el mismo apellido y confirmaron lo eterno de su unión ante los dioses y, sobre todo, ante sí mismos.
...
Si bien luego de esa perfecta noche de bodas ambos hubieran querido quedarse en cama todo el día y disfrutar de su cercanía sin abandonar el futón, una vez que la mañana llegó, uno de los trabajadores de la posada llamó a su puerta para avisarles que debían prepararse pues serian llevados a otro lugar dentro de un par de horas.
Confundidos por la noticia, el par de esposos se asearon, eliminando los rastros de su acto sexual y se vistieron con las prendas que les fueron ofrecidas por el establecimiento, conscientes de que más bien había sido el emperador quien las proporcionó.
Una vez que estuvieron listos, se subieron a un carruaje previamente preparado para ellos y emprendieron camino hacia ese destino del que aún no tenían conocimiento. Sin embargo, en cuanto el vehículo entró a Tokio sin tomarse la molestia de esconderse y los paseó por las calles a la vista de todos, se dieron cuenta de que habían sido llevados al lugar donde crecieron para que esas personas que los habían conocido desde niños los vieran estar de regreso juntos.
A partir de ahí, el hombre que dirigía el carruaje les indicó que tenía órdenes de llevarlos a donde ellos quisieran, por lo que Sasuke no dudó en darle una dirección que seguir teniendo cuidado de que su esposa no lo escuchara, aunque, una vez que reconoció el camino por el que iban, su destino dejó de ser un secreto.
Sakura aceptó el pedido de su amado para permanecer dentro mientras él bajaba a visitar la florería de Katsuyu y en cuanto lo vio regresar con un ramo de veinte narcisos su felicidad se disparó hasta el punto de amenazar con hacerla llorar.
—Feliz cumpleaños, lamento no haberte dado esto antes — él susurró contra su oído mientras ella abrazaba las flores contra su pecho.
—No te preocupes, me las has dado justo en el momento adecuado — la pelirrosa depositó un casto beso en los labios de su esposo y se abrazó contra él, enormemente conmovida por ser quien recibiera ese tradicional ramo de cumpleaños en lugar de quien lo obsequiara, por primera vez.
Mientras el carruaje reanudaba el camino, Sasuke le contó lo feliz que Katsuyu se había puesto de verlo en su tienda, así como el gran sentimentalismo que la embargó cuando él le dijo que se había casado y que ese encargo que estaba haciéndole era para Sakura, su esposa.
La mujer exclamó siempre haber sabido que terminarían juntos y lo felicitó entre lagrimeos deseándoles a ambos toda la felicidad del mundo. La primera reacción de la pelirrosa al saber eso fue de alarma, pues se suponía que su matrimonio debía mantenerse en secreto tanto como fuera posible, aunque luego recordó que Katsuyu era el tipo de señora discreta y confiable que no andaría por ahí pregonando la noticia a menos que le preguntaran directamente si sabía algo.
—Lamento si te he mortificado con mi imprudencia es solo que no pude resistirme a decirle que nos casamos. — Sasuke se disculpó como si le hubiera leído el pensamiento —. Esto es lo que siempre he querido así que siento deseos de contárselo a todo el mundo.
Enternecida por su sinceridad, Sakura simplemente le sonrió tan radiante como siempre y le besó la mejilla, sabiendo que él entendía lo que quería decirle con eso: "descuida, de hecho, eso me hace feliz".
Unos cuantos minutos después finalmente estuvieron frente a la casa de los Haruno, el lugar donde residían los dos únicos familiares que les quedaban y a quienes tenían sí o sí que comunicarles la feliz noticia.
—¿Sakura? — la señora Mebuki se asomó desde el interior del hogar en cuanto escucho la puerta abrirse, seguida de la conocida risa de su hija y su estupefacción solo se hizo mayor cuando vio de quien venía acompañada —. ¿Sasuke? ¿Qué hacen aquí?
Antes de molestarse en responder a su pregunta, la pelirrosa se abalanzó contra los brazos de su madre entre sonrisas y nuevas lágrimas de felicidad siendo derramadas. La señora la sostuvo contra sí, acariciando su cabello como forma de apaciguarla al tiempo que le daba una confundida mirada al pelinegro. Éste simplemente le sonrió como pocas veces lo había hecho y una vez que su esposa se recuperó, al mismo tiempo ambos dijeron: "estamos en casa".
La señora Haruno siempre había tenido una capacidad de percepción que era imposible evadir y tras analizar la forma en que el par de chicos se tomaban de la mano e irradiaban felicidad uno al lado del otro se dio cuenta de que algo habían hecho. Algo que la hizo llorar en cuanto se lo confirmaron.
Aun a pesar de que Mebuki se mostró feliz por la noticia y fue muy abierta al escucharlos explicar cómo es que habían conseguido casarse a pesar de sus complicadas circunstancias, Sasuke se inclinó hacia ella en la más profunda de las reverencias pidiendo su perdón por casarse con su hija sin su consentimiento. Algo en lo que Sakura lo imitó siendo consciente de la falta de respeto que eso había sido. No obstante, la mujer les pidió levantarse a ambos y posteriormente los abrazó con fuerza reconociendo que sabía que terminarían haciéndolo y no podía siquiera imaginar que tuvieran destinos separados.
Tras ese intercambio Sasuke quiso ir a comunicarle a su madre el hecho de que ahora en un hombre casado, sin embargo, desistió en cuanto deslizó la puerta de la habitación donde ella siempre estaba y la mujer le dirigió una mirada ausente. Ni siquiera pudo responderle cuando Mikoto le preguntó quién era, así que mejor se dio la vuelta y le anunció a su esposa y su suegra que saldría un momento.
Una simple mirada y una cálida sonrisa bastaron para que Sakura captara a donde se dirigía por lo que sin hacer preguntas ella le pidió tomarse su tiempo y le hizo saber que acudiría al mismo lugar después.
Así entonces, luego de alrededor de una hora de caminata, el Uchiha se encontró en el cementerio frente a las tumbas de su padre y hermano.
Se quedó estático mirando las lápidas, esperando que las palabras adecuadas para saludarlos llegarán a él, solo que antes acudió un incontenible deseo de llorar que hizo que sus mejillas se mojaran con dos lentas lágrimas.
—Lo siento... — fue lo primero que atinó a decir limpiándose la cara rápidamente con el dorso de la mano —. No hice las cosas como les prometí.
Abrumado por expresar en voz alta su falta a ese juramento hecho hacía tantos años atrás, Sasuke se agachó entre ambas tumbas y escondió el rostro en sus brazos. Como si quisiera ocultar la vergüenza que sentía y para él y su consciencia no era para menos.
Cuando era niño y tras digerir la injusta perdida literal de sus dos seres queridos, así como la metafórica de su madre, juró con todas sus fuerzas y determinación que conseguiría que la justicia llegara a ellos así fuera lo último que hiciera. Sin embargo, había cometido el error de especificar que hasta entonces no se permitiría ser feliz al lado de Sakura.
Si su familia seguía sumida en el desafuero y la oscuridad, él no tenía derecho a salir de ahí y debía permanecer afine a ellos.
—Pero sigo siendo el mismo niño impulsivo e impaciente de antes, papá. Ustedes saben lo importantes que son para mi ahora y siempre... Pero no estaría vivo de no ser por Sakura y el amor que siempre he sentido por ella — todavía demasiado avergonzado para levantar la mirada, Sasuke extrajo de su haori una pequeña bolsita que contenía dentro un antiguo collar de rubí —. Antes de venir aquí fui a casa para recoger esto... Se supone que debía pertenecer a quien fuera tu esposa Itachi, por ser el primogénito de la familia, sin embargo, sé que estás de acuerdo en que Sakura lo tenga.
A su mente llegó la imagen de esa suave sonrisa con la que su hermano siempre se dirigía a la pelirrosa. Itachi había sentido cariño fraternal por la hija de los Haruno desde el día en que vino al mundo y siempre la consideró como la hermana pequeña que nunca había tenido. Por ello estaba seguro de que no se opondría a que llevara el tesoro familiar que todas las matriarcas Uchihas habían usado antes de pasarla a la siguiente generación.
—No tienen una idea de cuantas veces la he imaginado con él puesto. Como si fuera la más grande muestra de que finalmente estamos juntos en toda la extensión de la palabra — acarició entre sus dedos la fina joya, deseoso de volver con su mujer para regalárselo y explicarle el significado que tenía. Incluso ya se anticipaba a lo conmovida que ella se pondría —. Sé que no debería, pero en este momento soy muy feliz. Me case con Sakura y a pesar de que falte a mi palabra no me arrepiento... No, de ella jamás podría arrepentirme.
Esa era una innegable verdad que seguramente en el más allá sus seres amados comprendían a la perfección. Fugaku e Itachi habían sido testigos de primera mano de como los sentimientos del par de niños que alguna vez habían sido eran tan fuertes que inclusive eran capaces de provocar calamidades cuando se ponían a prueba. Los vieron crecer juntos, compartir sus vidas y sus rutinas, comportarse tan iguales como diferentes en tantos aspectos y alegrarse mutuamente, siendo su principal sostén emocional.
Fue sincero cuando dijo que no estaría vivo de no ser porque había contado con Sakura durante los momentos más difíciles de su pasado. Era por ella y ese futuro que siempre deseó tener a su lado que se mantuvo cuerdo y no se dejó arrastrar por el deseo de venganza. Era por ella que nunca se sintió solo y siempre gozó de afecto incondicional. Era por ella que su corazón latía y guardaba esperanzas en que la felicidad era algo a su alcance.
Era por ella que tenía la fuerza de seguir adelante con sus planes.
—Pero a pesar de que ya tengo eso a lo que tanto aspire como meta final, no pienso abandonar mi propósito. Estoy muy cerca de lograrlo y no importa el costo voy a hacer que Madara pague por lo que nos arrebató — su furiosa y determinada mirada finalmente se levantó observando el despejado cielo azul como si buscara entre las nubes las figuras de su padre y hermano —. Voy a conseguir que esta pesadilla termine de una vez por todas y a pesar de que se trate de mi tío y llevemos la misma sangre no pienso ser indulgente.
Los siguientes minutos continuó hablándoles a las lápidas sobre las cosas que habían sucedido los últimos días y sus esperanzas en el futuro ahora que era un hombre casado. Manifestó entre un nuevo par de lágrimas traicioneras lo mucho que deseaba que lo hubieran acompañado en su vida para que fueran testigos de la enorme felicidad que como pareja él y su mujer irradiaban y de lo hermosa que ella se había visto en sus últimos momentos siendo Sakura Haruno.
Ahora ella era una Uchiha, llevaba su apellido ante los dioses y en unos cuantos meses ante la ley y sociedad también. Aunque no era como que eso le interesara tanto, con que la pelirrosa se reconociera a sí misma como tal estaba más que satisfecho, solo que al mismo tiempo también existía ese innegable deseo de querer que todos supieran que ese par de niños que jugaban juntos por todo Tokio ya habían crecido y ahora eran marido y mujer.
Unos cuantos minutos después, cuando ya no tuvo nada más que decir, se puso de pie y guardó la joya en su ropa nuevamente.
—Gracias por entenderme y seguir cuidando de mi en el más allá. De cierta forma sé que ustedes me han guiado para llegar hasta donde estoy... Los extraño mucho, a ustedes y a mamá.
Naturalmente no hubo respuesta, pero sintió que la calma del ambiente, el sonido de las hojas moviéndose por el aire y los cantos de las aves eran la manifestación de Fugaku e Itachi. Lo que lo hizo sentirse sumamente sentimental hasta el punto en que se tuvo que morder el labio inferior para reprimir sus descontroladas emociones.
Había llegado el momento de despedirse por esa ocasión, por lo que se inclinó ante ambas tumbas y manifestó unas últimas palabras.
—Ya debo irme, aún tengo que ir a ver mi suegro para presentar mis respetos y agradecerle por dejar que su princesa se convirtiera en mi esposa.
...
NOTAS FINALES:
Ahhh, me estoy muriendo. Tengo una mega gripe asesina y realmente no tengo muy claro si este capítulo tiene mi calidad de siempre puesto que la verdad ando muy medicada.
...
Quisiera escribir más aquí pero ya me arden demasiado los ojos, así que ya se la saben. Muchas gracias por estar aquí y háganme saber qué les pareció este capítulo.
Nos leemos luego (si consigo sobrevivir)
