Una Nueva Oportunidad.
Abro los ojos lentamente, envuelto en una sensación rejuvenecedora. La biblioteca está envuelta en penumbra, brindándome un lugar tranquilo para descansar. Solo una suave luz ilumina el espacio. Anoche, Beatrice me obligó a dormir en contra de mi voluntad. Aunque estoy un poco molesto, entiendo que lo hizo con buenas intenciones. Siento mi cuerpo en calma, como si por primera vez desde que llegué aquí, hubiera logrado conciliar el sueño de manera placentera. No tuve pesadillas, de hecho, no recuerdo haber soñado nada. Es sorprendente cómo una buena noche de sueño puede hacerme sentir tan bien.
Observo a mi alrededor y dirijo mi mirada hacia el peso que siento en mi pecho. Es un peso ligero, casi como un libro. Cuando me doy cuenta, mis brazos la están abrazando. Beatrice está descansando sobre mi pecho, mientras inconscientemente usa su magia de sanación en mí. Me siento un poco avergonzado de no haberla soltado durante todo este tiempo, pero al mismo tiempo, me alegra que ella no lo haya rechazado.
Saco mi reloj de bolsillo para comprobar que apenas es la primera hora de la mañana. No he dormido mucho tiempo, unas ocho horas, supongo que está bien mientras mi cuerpo se sienta descansado.
Con cuidado, agito ligeramente la espalda de Beatrice para despertarla. Ella ha estado usando su magia en mí todo este tiempo, debe ser agotador para ella. Me pregunto si, como un espíritu, ella puede soñar. La agito nuevamente y susurro:
—Princesa Beatrice, ya es de día. Debemos construir la máquina a vapor.
En el momento en que menciono la máquina a vapor, su mano reacciona con un pequeño tic. Ella se apoya en mi pecho para incorporarse ligeramente y me mira, pero sin mostrar dureza.
—Eres un tonto, supongo —responde Beatrice antes de dejarse caer nuevamente, abrazándome con delicadeza—. Estabas tan cansado que ni siquiera te diste cuenta de que dormiste un día entero.
¿Un día entero? Ni siquiera lo noté, todo este tiempo ella ha estado a mi lado. Sorprendido, no puedo hacer más que decir:
—Gracias, Beatrice —la abrazo nuevamente mientras me siento en la cama—. Necesitaba este descanso, estoy feliz de que me hayas permitido estar contigo.
Beatrice asiente, probablemente avergonzada. No puedo ver claramente debido a la oscuridad, pero ella parece estar en calma.
—No vuelvas a preocupar a Betty, o no te lo perdonará de hecho —dice Beatrice, sin soltarme del abrazo.
Me doy cuenta de lo mucho que la preocupé. Durante todo este tiempo, me enfoqué en fortalecer nuestra relación sin depender demasiado de ella, tratándola casi como una hermana menor. Algún día la sacaré de aquí, pero no la haré luchar, no me atrevo.
—No puedo prometerlo, pero lo intentaré.
En ese momento, la luz de la biblioteca vuelve a brillar intensamente, haciendo que mis ojos duelan al recibir los rayos de luz. Intento mover mis brazos, pero Beatrice los sujeta, impidiéndome hacerlo. Solo puedo cerrar los ojos y esperar a que mis ojos se acostumbren. Cuando finalmente me acostumbro a la luz, Beatrice se levanta y me mira con una mirada maliciosa.
—Esa es mi venganza por preocuparme. Si vuelves a hacerlo, seré más severa —dice Beatrice, guiñándome el ojo.
—Qué malvada... —respondo, en tono de broma.
Me levanto y salgo de la biblioteca, acordando encontrarnos una vez esté listo. Al salir, me doy cuenta de que estoy en el baño. Beatrice sabía lo que iba a hacer y me dejó solo. Después de arreglarme, salgo de mi habitación, que ha sido trasladada al tercer piso. Cuando me giro, veo a Emilia acercándose hacia mí. Nuestros ojos se encuentran y ella me regala una hermosa sonrisa que ilumina el día.
Ella corre hacia mí y me abraza con fuerza, pero no de tristeza. Puedo sentir su felicidad. Su impulso me hace girar con ella en el aire durante unos segundos antes de que ella se ponga de pie.
—Eres un tonto, Marco —dice Emilia.
—Ahora todos quieren llamarme tonto —sonrío al recibir las mismas palabras que me han dicho antes.
Ella se separa de mí, pone sus brazos detrás de su espalda y se inclina ligeramente.
—Me alegra ver que dormiste bien —dice Emilia con una sonrisa. Junto con los rayos del sol recién amanecido, su sonrisa se vuelve lo más radiante de esta mañana.
—Sí, dormí bien.
Después de desayunar, ambos seguimos caminos separados. Me dirijo al patio junto a Beatrice. Allí nos esperan tres carretas cargadas con los materiales necesarios para construir la máquina a vapor, incluyendo los cristales lamicta y todos los componentes mecánicos.
«No he visto a Rem en toda la mañana, supongo que ha decidido renunciar», pienso para mí mismo, respetando su elección.
—Beatrice, esto es demasiado pesado, así que te encargo que reduzcas el peso de los objetos —le digo mientras comenzamos a preparar todo.
La magia de Beatrice, lamentablemente, no tiene un efecto permanente. Si así fuera, podríamos aumentar aún más la eficiencia, reduciendo tamaños y acelerando el proceso. Justo cuando Beatrice está a punto de levantar los objetos, escucho un grito.
—¡Esperen! —se escucha a lo lejos, lo que nos hace voltear.
Cuando miro en esa dirección, veo a Rem corriendo hacia nosotros, luciendo su traje de sirvienta. En pocos segundos, se encuentra frente a nosotros con una sonrisa ligera
Esta vez, su expresión no parece falsa; sus ojos transmiten determinación y su alegría nos contagia
—Te busqué en tu habitación, pero como te adelantaste, vine corriendo —dice Rem, tomando mis manos—. Me alegra ver que hayas dormido bien. Ahora estoy lista para trabajar.
Rem sonríe, y su sonrisa no solo me mira a mí, sino que parece iluminar todo a su alrededor. Luego, dirige su mirada hacia su traje, ajustando cuidadosamente la falda
—No me lo había puesto en mucho tiempo.
—Pensé que no lo usarías de nuevo —comento, aceptando que siempre le queda bien ese traje.
Ella hace un ligero puchero, posando con coquetería.
—No voy a ensuciar mis preciosas prendas con grasa y tierra. Además, ¿se me ve mal? —pregunta Rem, inclinándose ligeramente y mirándome a los ojos.
No puedo evitar sentirme cautivado por su transformación. Es impresionante cómo una persona puede cambiar. Espero sinceramente que no sea solo una fachada y que siga progresando poco a poco. Coloco mi mano con cuidado sobre su cabeza y la acaricio suavemente.
—Te ves hermosa. De todas formas, cualquier cosa que te pongas te queda bien —sonrío, orgulloso por su evolución.
—Lo sé —responde ella acercándose a mí mientras inclina ligeramente su cuerpo—. Me dijiste que te lo dijera para aceptarlo, así que espero que no te moleste si soy un poco arrogante —muestra una mirada traviesa, buscando avergonzarme.
—Hay belleza en la arrogancia, siempre y cuando la equilibres con respeto. Está bien serlo —respondo. —Ser arrogante no es malo si sabes cómo manejarlo. Simplemente implica que, sin importar lo que piensen los demás, tú confías en tus propias cualidades. No importa si alguien es mejor que tú, tú aceptas que eres valiosa y que también tienes talento.
Justo en ese momento, Beatrice interrumpe molesta.
—Basta de tanta charla innecesaria. Tenemos trabajo por hacer y no podemos perder más tiempo. No quiero quedarme aquí toda la mañana esperando a que ustedes dos se halaguen mutuamente —dice Beatrice, cruzando los brazos con impaciencia.
Rem y yo nos miramos brevemente, conteniendo una risa. Beatrice siempre ha sido pragmática y directa, sin embargo, en el fondo sé que también aprecia estos momentos de camaradería.
—Tienes razón, Beatrice. Vamos a ponernos manos a la obra —respondo, liberando las manos de Rem y dirigiéndome hacia las carrosas cargadas de materiales—. Rem, te encargarás de la organización y distribución de los componentes. Asegúrate de que todo esté en orden y listo para su uso.
Rem asiente con determinación y se pone manos a la obra. Observo cómo toma el control, moviéndose con agilidad y eficiencia. Es evidente que está disfrutando de esta oportunidad de trabajar en algo distinto y se esfuerza por demostrar su valía.
Por mi parte, junto a Beatrice, comienzo a levantar los objetos más pesados y colocarlos en su lugar correspondiente. Aunque la magia de Beatrice no sea permanente, sigue siendo de gran ayuda para aligerar la carga y facilitar el proceso.
Mientras trabajamos en silencio, me invade una sensación de satisfacción. Ver a Rem tan entusiasta y segura de sí misma, y contar con la compañía y apoyo de Beatrice, me da la confianza para enfrentar los desafíos que nos esperan. Juntos, estamos construyendo algo extraordinario, algo que cambiará el curso de nuestras vidas y, tal vez, incluso del mundo.
El sol brilla sobre nosotros, iluminando el patio y dándonos energía. A medida que avanzamos en la construcción de la máquina a vapor, puedo sentir cómo nuestras esperanzas y sueños se entrelazan con cada pieza ensamblada. Estamos creando nuestro propio destino, superando obstáculos y forjando un futuro lleno de posibilidades.
No importa cuán arduo sea el camino, no importa cuántas veces nos veamos frustrados o cansados, seguimos adelante, impulsados por el deseo de alcanzar nuestras metas y dejar nuestra marca en el mundo.
Y así, entre el sonido de herramientas, el olor a metal y la determinación en nuestros corazones, continuamos construyendo nuestro sueño, paso a paso, juntos.
Día tras día, mi rutina de construir, dar clases y tomar notas en mi celular parecía no tener fin. Para construir la máquina, tuvimos que realizar numerosas pruebas, ya que los componentes mecánicos que reemplazamos podían interferir con los elementos mágicos. Para generar vapor, decidimos utilizar un lamicta de agua y otro de fuego para calentarlo.
Decidimos descartar la opción de utilizar viento, ya que no podemos controlar adecuadamente su intensidad y temperatura. Para llevar a cabo esta tarea, necesitaríamos construir un dispositivo específico, algo en lo que Beatrice y yo comenzamos a trabajar utilizando los libros de la biblioteca.
Echidna, al parecer, había construido numerosos dispositivos de este tipo. Sus notas detallaban los procesos de construcción, lo que nos proporcionó ideas más claras sobre cómo proceder.
Con respecto al exceso de maná de Puck, desarrollamos un hechizo destructivo que planeo utilizar contra el culto. Recuerdo los detalles de este hechizo con facilidad.
Continuaré trabajando arduamente en cada una de estas tareas, con la esperanza de que todo nuestro esfuerzo y planificación nos lleve al éxito en nuestra misión.
Mientras la máquina a vapor estaba en construcción, Puck y Emilia se concentraron en crear un nuevo tipo de arma. Con mi guía y la capacidad de Beatrice para absorber magia con sus maldiciones, pudimos hacer modificaciones al hechizo, volviéndolo más complejo y poderoso.
Puck generaba decenas de copias de sí mismo, mientras yo reía, casi como el villano de una película.
—¡JAJAJA! ¡Continúa! ¡Destruiremos el mundo!
Puck, con una sonrisa, se unía a mi juego, lo que causaba preocupación en Emilia.
—¡Congelaré todo!
Emilia intentaba detenernos, pero al no ser capaz de hacerlo, suspiraba y se rendía. Al final, Puck había creado ciento setenta y dos de esas armas, lo que nos proporcionaba una ventaja realmente significativa. Esto me tranquilizaba, ya que contar con un gran poder de fuego era algo que necesitábamos.
Con nuestras preparaciones en marcha y el equipo listo, estábamos más cerca de enfrentarnos al culto y poner fin a sus planes malignos. Ahora, debíamos actuar con cautela y determinación para asegurarnos de que nuestros esfuerzos dieran frutos.
Durante tres semanas, trabajamos incansablemente para construir la máquina a vapor. Aumentamos la presión y mejoramos su eficiencia en comparación con las máquinas convencionales. Utilizamos cristales de piroxeno para crear una especie de almacenamiento de maná, permitiendo que la máquina funcione activamente sin depender de un usuario, como una especie de batería mágica.
Finalmente, llegamos a la etapa final de construcción, donde realizaríamos las pruebas. Admirando el resultado, no puedo evitar contener las lágrimas de emoción.
—Es... hermoso —digo, mientras tomo la mano de Beatrice.
Ella asiente y comparte mi orgullo por nuestra creación. Es el fruto de nuestro arduo trabajo y lo que nos ha unido aún más. Con alegría, observamos juntos la primera máquina a vapor mágica que hemos construido.
Rem, sin embargo, parece un poco incómoda al presenciar nuestra reacción.
—Es asombroso ver lo coordinados que están en esto —comenta Rem, sonriendo ligeramente incómoda.
Rem nos ha ayudado en la construcción, aunque tal vez no comprenda completamente su funcionamiento, sé que también desea ver el resultado de su arduo trabajo.
—Rem, te otorgamos el honor de poner en marcha la máquina, solo necesitas inyectar un poco de maná —digo, con seriedad.
Ella asiente y se coloca en el punto de control, donde se encuentra el cristal de piroxeno. Rem infunde un poco de maná, lo que provoca que un cristal lamicta se ilumine, iniciando el proceso de calentamiento del agua.
Beatrice y yo apretamos nuestras manos con fuerza, llenos de expectativa ante el funcionamiento de nuestra creación.
Con sonidos metálicos, los engranajes comienzan a moverse, accionándose gradualmente en una reacción en cadena. El mecanismo principal es una manivela biela corredera, con una amplia gama de utilidades. La manivela se desplaza, activando un pistón en su extremo. Este se mueve en un único cuadrante, realizando un movimiento vertical hacia abajo. Su velocidad aumenta constantemente y podría utilizarse perfectamente para triturar piedras en la construcción.
Rem, impresionada por lo que presencia, no puede evitar quedarse boquiabierta.
—¡Rem! —exclamo emocionado— ¡Ve a buscar a Roswall y Ram! ¡Si ves a Emilia, dile que se una también!
Por la noche, celebraremos el éxito de la fase dos, tanto en el pueblo como en la mansión. Dado que es casi mediodía, todos deberían estar en la mansión en este momento.
—¡Sí! —responde Rem, corriendo hacia la mansión.
Tomando a Beatrice en mis brazos, la cargo en el acto. Su sorpresa inicial se transforma en una expresión avergonzada mientras me pide que la baje.
A pesar de los intentos de Beatrice por liberarse de mis brazos, la sostengo firmemente mientras la miro a los ojos. Río, porque finalmente puedo vislumbrar un verdadero progreso. Esta máquina será la base de todo lo que construiremos en el futuro, será mi fortaleza, y todo se lo debo a esta pequeña niña que tengo entre mis brazos.
—¡Bájame! —insiste Beatrice, agitando sus brazos y sintiéndose avergonzada por la situación.
De repente, la suelto, lo que la sorprende al ver que cae al suelo. Sin embargo, antes de que toque el suelo, la rodeo con mis brazos y la sostengo contra mí, expresando mi gratitud por todo lo que ha hecho por mí.
—Gracias, Beatrice, gracias por estar aquí —le digo sinceramente.
Beatrice, con un tono igualmente alegre, responde.
—¡Dices cosas repentinas, supongo! —acepta mi abrazo y me rodea con los suyos—: Tú también... Betty te lo agradece, de hecho
No digo nada, solo asiento con la cabeza y continúo abrazándola, feliz de poder compartir estos momentos de felicidad juntos. Lograr esto, lograr que el pueblo avance y que todo se forme.
Luego, bajo a Beatrice y me arrodillo frente a ella, colocándome a su altura. La miro mientras ella baja la cabeza avergonzada. Para mí, Beatrice es como un espíritu mal creado. Si consideramos a los espíritus como algo similar a inteligencias artificiales o simplemente programas capaces de simular una personalidad, deberían ser lo más cercanos posible a eso.
Los espíritus no cambian su personalidad de un momento a otro, y sus emociones son diferentes a las nuestras debido a su longevidad. Puedo ver a Puck, que siempre mantiene su fachada de buena onda sin importar qué. Lo único capaz de cambiar eso es Emilia, pero puedo sentir que Puck nos ve a todos como simples hormigas. No le importamos, y eso no cambiará por mucho que interactuemos con él. Mientras no esté relacionado con Emilia, a Puck no le importa. Si yo muriera, lo único que le afectaría sería la reacción de Emilia.
Pero en cambio...
Sobándole la mejilla con delicadeza, levanto su rostro para poder verla mejor. Esta niña, que oculta su personalidad debido a su trauma de abandono. Ella solo desea ser feliz siendo ella misma. Es capaz de sufrir por los demás y de formar vínculos emocionales que van más allá de su programación inicial.
Es un error que resultó en algo hermoso, supongo.
—Solo deseo que seas feliz —le digo, mientras ella me mira con sorpresa en los ojos.
Mientras Beatrice y yo nos encontramos en nuestro momento íntimo, y sus labios temblorosos buscan palabras no dichas, somos interrumpidos por la voz entusiasta de Roswall.
—¡Vaaaya! Se llevan muy bieeen —exclama Roswall, aplaudiendo con alegría.
Suspiro, mirando a Roswall con cierta molestia por haber interrumpido nuestro momento. Emilia, que está un poco más atrás, nos observa con sorpresa.
—¡Sí que se llevan bien los dos! —dice Emilia, sonriéndole tanto a Beatrice como a mí.
—Hmpf, es alguien un poquito interesante, nada más supongo —comenta Beatrice, girando su cabeza para ocultar su rostro.
—¿Solo un poquito? —pregunto, buscando provocarla.
Beatrice no responde con palabras, en cambio, me lanza una ráfaga de viento, a lo cual respondo con una ráfaga opuesta, tal como ella me enseñó.
En ese momento, Ram interviene diciendo con un tono severo:
—¿Y para qué nos trajiste aquí?
SS Beatrice.
Una persona inesperada.
Hoy desperté con una sensación cálida, como si sus latidos hubieran sido la melodía que me arrulló en mi sueño. Aunque sea un espíritu, encuentro paz al dormir. No obstante, también soy presa de pesadillas constantes.
Él me sacude ligeramente, pero extrañamente, me siento bien en su presencia. Aunque no esté seguro si esta persona es realmente "él" o no, no puedo negar que algo en mí se ve atraído hacia él.
—Princesa Beatrice, ya amanece. Debemos construir la máquina a vapor —dice en voz baja.
Cuando menciona la máquina a vapor, mi mano se mueve instintivamente. Siento una furia surgir desde lo más profundo de mi ser por moverme, pero de alguna manera, este humano parece entenderme, como si quisiera evitar que esos pensamientos afloraran.
—Eres un tonto, supongo —respondo, a pesar del miedo que me invade. Esta persona se ha entrometido en mi vida. Antes de darme cuenta, estoy abrazándolo con delicadeza—. Estabas tan exhausto que ni siquiera te diste cuenta de que dormiste un día entero, de hecho.
No sé qué me está sucediendo. Siento que últimamente me dejo llevar sin control. Él apareció de la nada y desde entonces ha estado a mi lado. Siempre he deseado tener a alguien como Pucky tiene, pero aún siento temor hacia esta persona.
Temo que no sea "él".
Temo seguir viviendo.
Temo esta sensación de felicidad que intenta salir.
—Gracias, Beatrice —me dice, envolviéndome en un abrazo—. Necesitaba este descanso, estoy feliz de que me hayas permitido estar contigo.
Asiento sin poder articular palabra. En un abrir y cerrar de ojos, me encuentro diciendo cosas que nunca había expresado.
—No vuelvas a preocupar a Betty, o no te lo perdonará, de hecho —digo, sin soltarlo del abrazo.
«¿Por qué no puedo controlarme?» Muchas personas han intentado poseerme, mirándome con curiosidad y deseo.
Sin embargo, esta persona, desde el primer momento, ha intentado tenderme una trampa. Dudé de él, pero cuando vi esos planos, descubrí un mundo nuevo.
Caí en su trampa en un instante.
Pero desde entonces, esta persona no ha hecho más que buscar maneras de hacerme feliz.
Reposo mi cabeza en su espalda, esperando que deje de jugar conmigo, que venga y me libere de una vez por todas de este sufrimiento acabando con mi vida. Estoy dispuesta a darle todo de mí para que se aburra y me deje en paz.
