Capitulo 4

Descargo de responsabilidad: todo Crepúsculo pertenece a Meyer.

Me habían dado de alta del hospital, después de varias pruebas para comprobar que estaba en condiciones, me dejaron salir.

No me sentía bien en absoluto. Todas las noches soñaba con Edward, con Rennesme, Alice, Jacob. Soñaba con nuestros días en el prado, las compras con Alice. Las locuras con Jake cuando me deprimí.

Me despertaba llorando cada vez, mi mamá y Charlie siempre me consolaban cuando lloraba hasta dormirme de nuevo. Me preguntaban lo que estaba mal, pero ¿Qué podía decir sin parecer que había enloquecido como a veces creía? Solo me limite a decir que había tenido pesadillas.

Los días que estuve en el hospital solo pensaba en recuperar a Edward y a mi Rennesme, me sentí igual o peor que cuando Edward me había dejado luego de mi cumpleaños. El dolor era abrumador, a veces sentía que ni siquiera podía respirar. El peso de todos mis recuerdos me aplastaba, pero no me deje llevar hasta el fondo.

Tenia que ser fuerte, tenía que recuperar a Edward y a mi Rennesme, era todo lo que me importaba, me di cuenta de que era apenas octubre de 2003, me habían atropellado en Julio, lo cual aún no podía recordar. Faltaban tres largos meses para que llegara enero e ir a vivir a Forks.

Estuve pensando mucho las cosas, pensé en ir a vivir con Charlie de inmediato, pero mis esperanzas decayeron enseguida. Había estado tres meses en coma, por lo cual tenía que recuperar las asignaturas en la escuela. Me dieron bastante trabajo que hacer y algunas tutorías. Además si Edward y los Cullen existían de verdad y eran vampiros, me preocupaba cambiar las cosas y que todo saliera peor. ¿Qué tal si Edward no se fijaba en mi? ¿Si me encontraba sola por la calle? Recuerdo que una vez insinué la posibilidad de que nos encontramos en un callejón, Edward había dicho que no habría sobrevivido, me estremecí. ¿Y si no lograba controlar su sed está vez?

Decidí que todo tenía que suceder como en mi sueño, al menos nuestro primer encuentro tendría que ser en la escuela, en esa clase de biología. Luego pensé en todo lo demás, está podría ser una ventaja, podría evitar que pasaran algunas cosas desastrosas, como lo de James y por lo tanto lo de victoria, también podría evitar que Edward se fuera luego de mi cumpleaños. Tenía que evitarlo, pero de nuevo no sabía como esto cambiaría las cosas.

Pero, si alguna clase de entidad más allá de mi control me dio está oportunidad, debía ser para que las cosas cambien para mejor ¿No?

Me la pasaba pensando en ello todo el día y, a veces me regañaba a mi misma por ello, me estaba haciendo demasiadas ilusiones con algo que no había sucedido todavía. Talvez nada de eso iba a suceder como lo soñé, talvez los Cullen que vivían en Forks no eran los que había conocido, incluso talvez ni siquiera eran vampiros.

Me desesperaba pensar en esa posibilidad, tanto que no podía controlar las lágrimas de solo pensar que no tendría a Edward, ni a mi bebé, la extrañaba. Mi pecho dolía cada vez que pensaba en la carita de mi preciosa hija, su sonrisa, las veces que me mostraba lo que estaba pensando, mi niña tocando el piano junto a su padre. Era una imagen perfecta. Ella tenía que existir, mi niña, yo debía recuperarla.

Me dormía llorando todas las noches pensando en ellos y despertaba de igual manera.


Había pasado un mes desde que había salido del hospital, un mes que me había parecido un siglo. Me había recuperado en la escuela. Hablaba a diario con Charlie, le extrañaba mucho, en mi sueño nos habíamos acercado mucho. También aproveche el tiempo con Rene, en unos pocos meses me iría a Forks y si todo salía como esperaba, no había muchas posibilidades de mantener el contacto con mi madre, esto me entristecía, pero no podía arrepentirme. Me hacía sentir una mala persona, pero no había nada que pudiera hacer, yo necesitaba a Edward y a Rennesme como al mismo aire.

Había empezado a hablar con René y con Charlie de la posibilidad de ir a vivir a Forks y terminar la escuela ahí.

Charlie parecía complacido con la idea y René se había sorprendido cuando se lo comenté la primera vez, trate de no parecer tan desesperada por irme, pero no logré disimularlo. Ella lo había notado.

Habíamos hablado de la escuela y que me costaría acostumbrarme al clima, a la gente, a vivir con Charlie. Le dije que estaría bien, pero aún no la había convencido.

Tuve una oportunidad dos semanas después. Phil tuvo que viajar al otro lado del país por el trabajo . Iban a ser dos semanas en las que mi madre no lo vería, ella estaba triste. Me sentí mal de aprovecharme de ello para que aceptará que me fuera a Forks.

Conversamos por un largo rato los pros y los contra de que me fuera, mencione que si me iba ella podría viajar con Phil a los juegos, esto la hizo mirar mi propuesta con otros ojos, pero aún no la convencí. Use mi última carta entonces, le dije que quería pasar algún tiempo con mi papá, que quería conocerlo mejor antes de convertirme en un adulto, que solo lo veía en vacaciones y que no me sentía como padre e hija en realidad. Esto tocó una fibra sensible en ella, pues me había separado de mi padre cuando era un bebé. Había aceptado luego de eso.

Ahora que sabía que iría a vivir a Forks me había quedado sin nada que hacer, incluso había preparado mis cosas para el viaje, a pesar de que aún faltaba un mes entero. Parecía mucho tiempo.

Empecé a pensar en cómo podría evitar algunos sucesos trágicos, talvez no iría a ver jugar a los Cullen, pero ¿Y si James captaba mi olor en otro lado? Me estremecí al pensar en lo que había pasado con James, si pudiera evitar ese encuentro de alguna forma, se evitaría lo de Victoria y lo de Laurent, no habría batalla con los neófitos.

Luego estaba lo de mi cumpleaños, eso era algo que en definitiva quería evitar. Tenía que evitar que él se fuera, si podía evitar eso, entonces él no iría con los Volturi, los Volturi no pondrían sus ojos en nuestra familia, ya que no habrían sabido de Alice y Edward o incluso de mi. Irina no estaría resentida y no nos denunciaría ante los Volturi. Estaríamos a salvó, pero de nuevo, esos eran muchos talvez, sabía por Alice que el futuro siempre estaba en constante cambio, con las decisiones que tomamos y yo iba a tratar de cambiar muchas cosas no sabía hasta donde esto podría afectar mi futuro.

También estaba el problema de la sed de Edward, ¿Qué si no podía controlarse está vez? Pensé en esto mucho, pero ni siquiera esa posibilidad me detendría. Pensé en alguna forma de hacerlo más fácil para él, pero no tenía ninguna que funcionará en realidad, recordaba lo abrumadoramente apetitosa que es la sangre humana. Y para Edward era aún más terrible resistir el atractivo de mi sangre. Su cantante, mi sangre era algo más tentadora para él que para los demás, aunque me habían dicho que olía un poco mejor que la mayoría de humanos, no era un problema para los demás, pero era un problema para Edward.

Mi sangre hacia arder su garganta y despertaba al monstruo que había en él. No había nada que pudiera hacer para aminorar el ardor. Decidí que tendría que arriesgarme y confiar en él.


Estaba bajando del avión que me llevó a port angeles y justo como en mi sueño, estaba lloviendo.

Charlie me esperaba en el coche patrulla, exactamente igual que en mi sueño.

Me abrazo torpemente, tal como lo recordaba.

—Me alegro de verte, Bella — dijo exactamente lo que me había dicho en el sueño. Era extraño— Apenas has cambiado, ¿Cómo está René?

Se sentía como si estuviera siguiendo el guion de una película.

—Mamá está bien, me alegra verte también papá — dije con una enorme sonrisa.

Luego de meter las maletas en el coche patrulla y mientras nos poníamos los cinturones de seguridad, anunció.

—He localizado un coche perfecto para ti y muy barato.— no podía dejar de sorprenderme que todo estuviera pasando exactamente igual. Recompuse mi expresión enseguida y trate de recordar que había dicho en el sueño.

—¿Qué tipo de coche?— pregunté. Aunque ya lo sabía.

—Bueno, es un monovolumen, un Chevy para ser exactos.

Se veía tan nervioso, como en el sueño.

—¿Dónde lo compraste?— pregunté aunque ya sabía la respuesta.

—¿Te acuerdas de Billy Black, el que vivía en la Push?

—No.

—Solía venir de pesca con nosotros durante el verano —me explicó.

—Ahora está en una silla de ruedas —continuó Charlie cuando no respondí—, por lo que no puede conducir y me propuso venderme su camión por una ganga.

—¿De qué año es?

Su expresión cambio enseguida tal como lo recordaba.

—Bueno, Billy ha realizado muchos arreglos en el motor. En realidad, tampoco tiene tantos años.

Casi resople cuando dijo esto.

—¿Cuándo lo compró?

—En 1984… Creo.

—¿Y era nuevo entonces?

—En realidad, no. Creo que era nuevo a principios de los sesenta, o a lo mejor a finales de los cincuenta —confesó con timidez.

—Bueno, no se nada de coches papá, ¿Qué haré si se descompone?

—Nada de eso, Bella, el trasto funciona a las mil maravillas. Hoy en día no los fabrican tan buenos.

—¿Y qué entiendes por barato?

—Bueno, cariño, ya te lo he comprado como regalo de bienvenida.

Charlie me miró de reojo con rostro expectante.

—No tenías que hacerlo, papá. Iba a comprarme un coche.

—No me importa. Quiero que te encuentres a gusto aquí.

Charlie mantenía la vista fija en la carretera mientras hablaba. Se sentía incómodo al expresar sus emociones en voz alta. Al igual que yo, éramos muy parecidos a pesar de la poca convivencia que habíamos tenido.

—Bueno, de nada. Eres bienvenida —masculló, avergonzado por mis palabras de agradecimiento.

Sonreí de verdad ante sus palabras, una de las cosas que quería mejorar de mi sueño era la relación que tenía con Charlie.

Intercambiamos unos pocos comentarios más sobre el tiempo, que era húmedo, y básicamente ésa fue toda la conversación. Miramos a través de las ventanillas en silencio.

El paisaje era hermoso, por supuesto, como lo recordaba. Todo era de color verde: los árboles, los troncos cubiertos de musgo, el dosel de ramas que colgaba de los mismos, el suelo cubierto de helechos. Incluso el aire que se filtraba entre las hojas tenía un matiz de verdor.

Me encantaba estar aquí, el lugar al que había llamado mi hogar en mis sueños. Y esperaba que lo mismo en esta realidad.

Finalmente llegamos a casa. Allí, aparcado en la calle delante de una casa que nunca cambiaba, estaba mi monovolumen. El vehículo era de un rojo desvaído, con guardabarros grandes y redondos y una cabina de aspecto bulboso. Justo como había sido mi sueño. Una enorme sonrisa se extendió en mis labios, si antes había dudado de que mi sueño era una especie de premonición ahora no me quedaban dudas.

—¡Caramba, papá! ¡Me encanta! ¡Gracias!

—Me alegra que te guste —dijo Charlie con voz áspera, nuevamente avergonzado.

Charlie me ayudó con mi maleta y entramos a la casa, todo era exactamente igual que en mi sueño. La casa, la sala, mi habitación. Todo.

Charlie me dio mi espacio tal como me lo esperaba. Me senté en la mecedora en la esquina de mi habitación y me asaltaron cientos de recuerdos de Edward y yo en esta habitación. Recordé lo feliz que fui cuando se quedó por primera vez aquí conmigo, bueno la primera vez que supe que él se quedaría, porque se había colado muchas veces en mi habitación a verme dormir. Sonreí y negué con la cabeza, Edward era algo extraño a veces.

Recordé cuando se quedaba conmigo y me abrazaba mientras dormía. Aquí fue donde me propuso matrimonio. Me reí de eso, yo había creído que bromeaba conmigo. Negué con la cabeza al recordar lo renuente que fui a aceptar su propuesta. Si él estuviera aquí y me lo pidiese ahora, no dudaría ni un solo segundo en decirle que si.

Me entristecí enseguida. Si él era real, tendríamos mucho camino por recorrer. Me levanté de la mecedora y me pare frente a la ventana. Lágrimas caían por mis mejillas sin ningún control, no lloraba por haber desarraigado mi vida en Phoenix como en mi sueño. Lloré porque deseaba mi vida de regreso, añoraba la vida que había vivido en un sueño. Casi podía ver a Edward esperándome en su Volvo frente a mi casa, su sonrisa deslumbrante, esperando a que yo bajara e ir juntos a la escuela. Solloce. Lo quería, quería esa vida, la ansiaba.

Regrese a la cama aún con lágrimas en mis ojos. No me di cuenta cuando se hizo de noche ni cuando me había quedado dormida. Dormí plácidamente por primera vez en tres meses, el sonido de las gotas de lluvia en el techo no fue un problema para mí está vez. Yo amaba el clima de Forks. Sonreí, ¿Cuántas veces me negué a venir a ver a mi padre porque odiaba Forks y su clima tan frío?

La respuesta eran muchas veces. Un sueño había cambiado mi perspectiva del lugar, en el solo podía ver a mi amado vampiro en los días nublados o lluviosos, yo amaba este clima.

El desayuno con Charlie fue tal como lo recordaba, silencioso. Me había prometido que trataría de mejorar más nuestra relación padre e hija, pero nerviosa como estaba no podía hablar.

Era hoy, hoy conocería a Edward y a los Cullen, hoy se decidía el curso de mi vida, él podría elegir matarme hoy, o no.

Conduje lo más lento posible a la escuela, estaba tan nerviosa que tenia miedo de chocar. Cuando llegue dude de bajarme del vehículo, estaba tan nerviosa que quería regresar a casa. "No seas una cobarde" me regañé a mi misma. "Tu futuro te espera".

Respire hondo y salí de mi camioneta a trompicones, estaba empezando a tener un ataque de pánico, respire lentamente tratando de recomponerme. Y lo logré. Empecé a caminar con demasiado cuidado, no quería caerme y hacerme algún tipo de herida o raspón, que solo causaría que Edward me matará. Me estremecí con este pensamiento. Observe el lugar con detenimiento, pero no pude ver el Volvo, aún era temprano.

Camine hacia adentro de la escuela ante muchas miradas curiosas que esperaban al juguete nuevo. Me sorprendió que esto no me importaba. Fui a recoger mi horario, todo fue igual que en mi sueño con la Sr. Cope, incluso llevaba la misma ropa, su rostro era el mismo. Luego de eso conocí a Jessica, Eric, Angela y Mike, todos eran exactamente iguales a mi sueño. Tuvimos pequeñas charlas y trate de desilusionar a Mike rápidamente no quería que se hiciera ilusiones conmigo y luego me persiguiera como en el sueño.

Sorprendentemente la mañana paso como un borrón y pronto era la hora del almuerzo, Jessica me había invitado a su mesa como esperaba y le seguí caminando lentamente, esperaba que no me desmayara al verlo, yo sería muy capaz de hacer algo así, casi me reí.

Cuando llegamos a la cafetería, casi di medía vuelta, estaba aterrada. Mi corazón latía tan rápido y tan fuerte que casi se salía de mi pecho. Me obligué a levantar la mirada y recorrí con mis ojos la cafetería. Entonces mi corazón se detuvo cuando mi mirada encontró la mesa del rincón. Cinco personas la ocupaban. No cinco personas, cinco vampiros.