Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Venganza para Victimas" de Holly Jackson, yo solo busco entretener y que más personas conozcan este libro.


Capítulo 8

El ruido sordo del teléfono cayendo sobre la moqueta fue el disparo de un arma directo a su pecho. Y se repitió cinco veces, hasta que su corazón lo atrapó y cargó con él.

Se quedó quieta durante un instante, ajena a todo excepto a la violencia que corría bajo su piel. Fuertes disparos atronadores y huesos rompiéndose, el sonido de la sangre corriendo entre sus dedos y un grito: el suyo. Las palabras quebrándose por los bordes mientras se lanzaban dando vueltas en su cabeza: «James, por favor, no lo hagas. Te lo ruego».

Las paredes color crema de su dormitorio se resquebrajaron, mostrando listones de madera quemados y ennegrecidos, derrumbándose unos sobre otros. La granja abandonada había resucitado en su dormitorio y estaba llenando sus pulmones de humo. Bella cerró los ojos y se repitió que estaba aquí y ahora, no allí y en aquel momento. Pero no podía hacerlo. Sola no.

Necesitaba ayuda.

Se tambaleó entre las llamas, con el brazo hacia arriba para protegerse los ojos. Llegó al escritorio y, con los dedos temblando, encontró el segundo cajón de la derecha. Lo abrió del todo, por completo, y lo tiró al suelo ardiente. El hilo rojo rodó lejos de ella, los papeles salieron volando, las chinchetas se esparcieron por el suelo, enredadas en el cable de los auriculares blancos. El doble fondo que escondía sus secretos se destapó, y los seis teléfonos de prepago saltaron por los aires. Lo último en caer fue la pequeña bolsa transparente.

Bella la abrió con los dedos temblorosos. ¿Cómo podían quedar ya tan pocas? Sacó una pastilla y se la tragó sin agua, lo que provocó que se le saltaran las lágrimas.

Estaba aquí y ahora. No allí y en aquel momento. Aquí y ahora.

No era sangre, solo sudor. ¿Ves? Sécate en las mallas.

No allí y en aquel momento.

Aquí y ahora.

Pero ¿aquí y ahora era mejor? Se quedó mirando el teléfono, abandonado en el suelo, al otro lado de la habitación. «Matar dos pájaros de un tiro». Dos palomas muertas en la entrada de su casa, una de ellas con ojos sin vida; la otra, sin ojos. No era una coincidencia, ¿verdad? A lo mejor no había sido un gato. Quizá alguien las hubiera puesto allí, junto a las figuras de tiza, dibujadas cada vez más y más cerca. La misma persona que estaba desesperada porque Bella respondiera esa pregunta: «¿Quién te buscará cuando seas tú la que desaparezca?». Alguien que sabía dónde vivía. ¿Un acosador?

Había estado buscando problemas, y los problemas la habían encontrado.

«No, no, basta». Lo estaba volviendo a hacer, estaba desvariando demasiado, buscando el peligro donde tal vez no lo hubiera. «Matar do pájaros de un tiro». Era un dicho muy común. Llevaba mucho tiempo recibiendo esa pregunta anónima y, de momento, no le había pasado nada, ¿verdad? Estaba ahí, no había desaparecido.

Gateó por el suelo y le dio la vuelta al móvil, que reconoció su cara y se desbloqueó. Bella entró en la aplicación del correo e hizo clic en la barra de búsqueda. Escribió «¿Quién te buscará cuando seas tú la que desaparezca? + Anónimo».

Once emails, doce incluyendo el que acababa de recibir. Todos de cuentas diferentes, todos formulando la misma pregunta. Bella deslizó hacia arriba. El primero lo recibió el 11 de mayo. Al principio estaban más espaciados, pero cada vez eran más seguidos; entre los dos últimos solo mediaban cuatro días. ¿11 de mayo? Bella negó con la cabeza; no podía ser.

Estaba casi segura de que el primero lo había recibido antes, más o menos cuando desapareció Jamie Potter y ella empezó a buscarlo. Por eso la pregunta se le quedó grabada.

Espera. Puede que ese hubiera sido en Twitter. Pulsó en el icono azul de la aplicación y fue a la búsqueda avanzada. Volvió a escribir la pregunta en el campo de búsqueda «esta frase exacta», y la arroba del podcast en la sección «de estas cuentas».

Hizo clic en la lupa. Sus ojos se movían al ritmo del círculo de carga de la página.

La pantalla se llenó de resultados: le habían enviado quince tuits diferentes. El más reciente hacía tan solo siete minutos, con la misma posdata que el email. Y, al final de la página, estaba el primero de todos: «¿Quién te buscará cuando seas tú la que desaparezca?», enviado el domingo 29 de abril como respuesta al tuit de Bella anunciando la segunda temporada de Asesinato para principiantes: la desaparición de Jamie Potter. Ahí estaba. Así había empezado todo. Hacía más de cuatro meses.

Ahora parecía muy lejano. Jamie solo llevaba en paradero desconocido un día. Stanley Forbes estaba vivo, sin seis agujeros en el pecho; Bella habló con él ese mismo día. James Green era solo su nuevo vecino. No había habido sangre en sus manos, y el sueño no siempre le llegaba con facilidad, pero siempre hacía acto de presencia, al fin y al cabo. Mike estaba en pleno juicio y Bella creía, en lo más profundo de su ser, que pagaría por lo que había hecho. Hubo tantos comienzos en aquella bonita mañana de abril…

Comienzos que la habían llevado hasta aquí. Los primeros pasos de un camino que se había puesto en su contra, retorciéndose una y otra vez hasta que solo iba hacia abajo. Pero ¿empezó algo más aquel día? ¿Algo que llevaba cuatro meses creciendo y hasta ahora no había asomado la cabeza?

«¿Quién te buscará cuando seas tú la que desaparezca?».

Bella se levantó, de vuelta otra vez en su habitación. La granja abandonada ya estaba encerrada en lo más profundo de su mente. Se sentó en la cama. La pregunta, las figuras de tiza, las dos palomas muertas…, ¿podían estar conectadas? ¿Sería todo eso por ella? Era muy poco convincente, pero ¿había pasado algo más? ¿Algo que a ella le pareciera raro en su momento, pero que su mente no le hubiese dado más importancia? Estaba aquella carta que había recibido hacía unas semanas.

Bueno, ni siquiera era una carta. Era solo un sobre en el que ponía «Isabella Swan-Black» con tinta negra. No tenía ni dirección ni sello, así que pensó que alguien la había metido por la rendija de la puerta. Pero, cuando la abrió —con su padre a su lado preguntándole si eran fotos de Edward desnudo —, no había nada dentro. Estaba vacío. Lo puso en el contenedor de reciclaje y no volvió a pensar en ello. La carta misteriosa cayó en el olvido tan pronto como recibió otra: la demanda de Mike Newton y su abogado.

¿Estaba aquel sobre relacionado con todo esto?

Y ahora que lo estaba pensando, puede que hubiera algo más antes. El día del funeral de Stanley Forbes. Cuando terminó la ceremonia y Bella volvió al coche, encontró un pequeño ramo de rosas enganchado en el espejo retrovisor. Pero habían arrancado todas las flores y el suelo estaba lleno de pétalos ojos. Un ramo de tallos y espinas. En aquel momento, Bella pensó que había sido alguno de los manifestantes que se encontraban en el funeral, que no se dispersaron hasta que no llegó la policía. Pero tal vez no se hubiese tratado de ningún manifestante, ni del padre de Sam, ni de Mary Scythe, ni de Leslie. Puede que hubiera sido un regalo de la misma persona que quería saber quién la buscaría si desapareciera.

De ser así —si todos estos incidentes estaban relacionados—, esto llevaba semanas pasando. Incluso meses. Y no se había dado cuenta. Pero puede que hubiera un motivo. Tal vez se estuviera esforzando demasiado en darle significado a todo a causa del segundo pájaro. Bella no confiaba en sí misma ni en su miedo.

Solo había una cosa clara: si todo esto lo estaba haciendo la misma persona —desde las flores muertas hasta las palomas decapitadas—, estaba yendo a más. Tanto en gravedad como en frecuencia. Bella tenía que rastrearlo de alguna forma, reunir todos los datos y ver si había alguna conexión, si de verdad tenía un acosador o si se estaba volviendo loca definitivamente. Una hoja de Excel, pensó, imaginándose la cara de Edward con una sonrisa. Eso la ayudaría a verlo todo perfectamente expuesto y a averiguar si era real o si estaba solo en la oscuridad de su cabeza. Y, en caso de que fuese real, adónde la llevaba y cuál era el final del juego.

Bella volvió al escritorio, pasando de puntillas sobre las cosas esparcidas por el suelo. Luego lo recogería. Abrió el portátil, hizo doble clic en Google Chrome y se abrió una pestaña vacía. Escribió «acosador» en la barra de búsqueda, pulsó intro y deslizó hacia abajo la página de resultados.

Denunciar a un acosador en la página web del gobierno, una entrada de Wikipedia, una web sobre tipos de acosadores, un «Dentro de la mente de un acosador», blogs de psicología y estadísticas de crímenes. Bella clicó en el primer resultado y empezó a leerlo entero, abriendo el cuaderno por una página en blanco.

Escribió: «¿Quién te buscará cuando seas tú la que desaparezca?». Lo subrayó tres veces. No pudo evitar sentir la rabia que escondía esa pregunta tan siniestra. Había pensado algunas veces en desaparecer, huir y dejar a esa Bella atrás. O desvanecerse dentro de su propia cabeza, en esos extraños momentos en los que su mente estaba tranquila, en una ausencia en la que podía flotar, libre. Pero ¿qué significaba de verdad desaparecer? ¿Cómo definirlo?

A veces la gente vuelve después de haber desaparecido. Jamie Potter era un ejemplo, e Isla Jordan, la joven a la que Elliot Greengrass había mantenido cautiva durante cinco años pensando que era otra persona. Habían desaparecido. Pero entonces, la mente de Bella volvió al principio, a Sid Prescott, a Billy Cullen, a las víctimas de Scott Brunswick, el Monstruo de Margate, a Anónima, a todos los podcasts y documentales de crímenes reales en los que se había perdido alguna vez. Y, en la mayoría de los casos, desaparecer significaba morir.

—¡Bella, a cenar!

—¡Ya bajo!


NOTA:

Bella tiene un acosador y parece que su mamá no lo cree. Pobre Bella, tiene que buscar la manera de sentirse mejor.