Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Venganza para Victimas" de Holly Jackson, yo solo busco entretener y que más personas conozcan este libro.
Capítulo 11
Polvo de tiza sobre sus dedos, arenoso y seco. Pero no era verdad, porque estaba despierta, con los ojos bien abiertos sacándola del sueño. Sentía los ojos arenosos y secos, pero los dedos los tenía limpios. Se sentó.
Su habitación aún estaba a oscuras.
¿Seguía dormida?
Debía de haberlo estado, ¿cómo iba a haber soñado, si no?
Todo estaba en silencio, tamborileando alrededor de su cabeza, como si lo hubiera vivido tan solo unos instantes antes. Pero no lo había vivido, se lo había imaginado, ¿verdad?
Le había parecido muy real. El peso en las manos ahuecadas. Aún caliente, contrarrestando el frío de la oscuridad de la noche. Las plumas eran tan suaves, tan lisas al tacto de sus dedos… Bella le habría mirado a los ojos… si hubiera tenido cabeza. En aquel momento no le había parecido extraño. Así era como debía ser, mientras llevaba a la pequeña paloma muerta al otro lado de la entrada. Tan suave que casi no quería soltarla. Pero tenía que hacerlo. Posó al pájaro sin vida en el camino enladrillado, con el espacio en el que debía haber estado la cabeza apuntando hacia la ventana de su habitación. Mirando entre la rendija de las cortinas a Bella durmiendo en su cama. Tanto aquí como allí.
Pero no había acabado allí. Había más cosas que hacer antes de descansar. Otra tarea. Ya había tenido las manos manchadas de tiza, ni la mitad de agradable que la paloma muerta. ¿De dónde había salido? Bella no lo sabía, pero sí tenía claro lo que debía hacer al respecto. Dio unos pasos atrás y recordó dónde habían aparecido las últimas marcas. Luego dio tres pasos al frente, hacia la casa, para encontrar el nuevo lugar.
Con las rodillas en el suelo, las manos llenas de tiza, los dedos rojos, en carne viva mientras los arrastraba por las líneas de los ladrillos. Piernas hacia abajo. Cuerpo hacia arriba. Los brazos hacia los lados. Sin cabeza.
Continuó hasta que hubo cinco figuras, bailando juntas, abriéndose camino despacio hacia la Bella durmiente para pedirle que se uniese a ellas.
¿Iría con ellas? No lo sabía, pero había terminado y la tiza se había caído de sus manos con un pequeño ruido. Tenía los dedos llenos de polvo, arenoso y seco.
Y entonces Bella salió de sus sueños, se inspeccionó los dedos para saber qué era real y qué no. El corazón le latía al ritmo de un aleteo, liquidando lo que quedaba de ella. Ya no se volvería a dormir.
Miró la hora. Eran las 4.32. Debería intentar dormir algo, solo hacía dos horas que se había acostado. El tiempo era siempre cruel a esas horas de la madrugada. No sería capaz de hacerlo sin ayuda.
Bella miró a través de la oscuridad al cajón de su escritorio. No tenía sentido resistirse. Se retiró el edredón, y sintió el aire frío lleno de mandíbulas que le mordían la piel expuesta. Revolvió en el cajón, levantó el falso fondo y buscó con los dedos la pequeña bolsa de plástico. No quedaban demasiadas. Tendría que enviarle un mensaje a Luke Eaton dentro de poco, pedirle más. Los teléfonos de prepago ya estaban listos.
¿Qué pasaba con aquello de que era la última vez?
Bella se tragó la pastilla y se mordió el labio. Los últimos meses habían estado llenos de últimas veces y de «solo una más». No eran mentiras, lo decía de verdad en su momento. Pero siempre terminaba perdiendo.
No importaba, pronto dejaría de importar. Porque tenía el plan, uno nuevo, y, después, no volvería a perder nunca más. Todo volvería a la normalidad. La vida le había dado exactamente lo que necesitaba. Las figuras de tiza, las palomas muertas, y la persona que las había dejado ahí.
Era un regalo, y debía recordar eso para demostrar que Hawkins se equivocaba. Un último caso que había aterrizado justo en la puerta de su casa. Ella contra esa persona. Ni Sid Prescott, ni Billy Cullen, ni Elliot Greengrass, ni Tatum Prescott, ni Jamie Potter, ni James Green, ni Stanley Forbes. Ni la mujer desconocida. El juego había cambiado.
Ella contra esa persona.
Salvarse para salvarse.
