Advertencias
Los personajes, salvo excepciones de OCs, no me pertenecen.
La historia contiene escenas explicitas de sexo, violencia y lenguaje soez.
NO soy escritora, esto es por diversión, estoy abierta a cualquier duda o crítica fundamentada y respetuosa.
No todos sale de mi imaginación, con lo que es posible hallar diálogos, escenas, etc inspiradas o tomadas de la serie u otros lugares. El hilo argumental de la historia coincide y parte desde el final de la primera temporada de True detective, pero muchas son modificadas o inventadas para crear este fic.
Si me preguntas, la luz gana.
Capítulo 1
La puerta del bar se abrió alterando la tranquilidad que reinaba en el pequeño local de carretera. Aún así, Rust no se inmutó y continuó colocando las cervezas en el arcón que descansaba bajo la barra, sin darse cuenta de que la recién llegada lo escudriñó unos segundos antes de moverse.
Al sentir la presencia de aquella persona sentarse en un taburete frente a la barra, el más alejado de los dos camioneros que bebían allí, y de Robert, el dueño del local, el hombre alzó por fin la vista al acabar la tarea.
-¿Qué te pongo? -Preguntó con indiferencia, contemplando a la mujer joven de media melena negra y lisa.
-Cerveza, por favor. La marca que quieras.
Rust asintió y desvió la mirada de aquel rostro cansado de ojos avellana. Era guapa, pero se notaba que la vida no la trataba muy bien. Demasiado delgada, de piel pálida, con unas profundas ojeras bajo su mirada apagada por una tristeza resignada que identificó muy bien, pues la sentía desde hacía muchos años.
La mujer volvió a dar las gracias cuando le puso el botellín delante, pasando a darle un trago de forma lenta, recreándose mientras su cerebro pensaba velozmente. Al dejarlo sobre la madera de nuevo posó su vista otra vez en el camarero, recordando la imagen de la fotografía que aún llevaba en el bolso y le habían entregado aquella misma mañana. Era él, no había duda.
El rubio acabó su tarea con unas botellas y volvió a encontrar los ojos de la desconocida. No dejaba de mirarlo, lo había notado con claridad pese a sus esfuerzos de encubrirlo, así que terminó por volver a ponerse frente a la mujer mientras ambos se sostenían la mirada.
-¿Qué? -Preguntó con frialdad, centrando sus ojos azules en los castaños de ella. Su voz fue firme al contestar.
-Eres Rustin Cohle, ¿verdad? El que investigó lo que pasó a mediados de los 90.
-¿Quién eres? Yo ya no soy poli. -Agregó sin inmutarse, manteniéndose igual de frío.
-Lo sé, y por eso he venido buscándote expresamente. Mi nombre es Sally Pinkman, y como tú, pienso que no detuvieron al asesino que hizo todo aquello; bueno, en realidad creo que pillaron a uno, pero hay otro que aún anda suelto.
Rust se mantuvo impasible, no demostrando la sorpresa e intriga que sintió mientras continuaba contemplándola fijamente. Tras un segundo habló de nuevo al encontrar en su cabeza el recuerdo indicado.
-Pinkman… ese apellido es el mismo que el de la chica que asesinaron en Shreveport en el 2001, ¿no? La que encontraron en el río.
-Sí, era mi hermana. Todavía hoy no se sabe quién coño lo hizo, igual que ha pasado con otras tantas a lo largo de todo el maldito estado. Algunas fueron atribuidas al asesino satánico, y creo que erróneamente. Con Jessie no pudieron hacer eso, se supone que tú y tu compañero de entonces pillasteis al tío antes de que la mataran. Pero sé a ciencia cierta que el tipo al que culparon por violar, torturar y matar a mi hermana no fue el que lo hizo, por eso digo que no se sabe quién lo hizo. No sé por qué te interesa a ti resolver esto después de tanto tiempo, pero te pido que me ayudes a llegar al fondo de esta mierda, por favor.
-¿Qué cojones sabes de mí? ¿Cómo me has encontrado? -Preguntó con desconfianza, más que receloso tras escucharla hablar. Lo había investigado a fondo.
-Contraté un detective privado hace unos meses para dar contigo y con tu compañero, los que más debían saber de todo aquel tema. Conseguí tu dirección por fin cuando la policía estatal te llamó hace una semana, yo…
-Oye -la cortó fríamente, acercándose un poco más a ella cuando se dio cuenta de que los dos hombres se intrigaban por la conversación-, siento que te pasara algo tan horrible, pero yo no trabajo con nadie, y menos con gente desconocida que claramente no tiene nivel para seguirme, y no sabe nada de investigación criminal. No soy poli, no puedo meterme en líos, y tú puedes buscármelos ahora mismo con esto.
-¡Por favor! -Suplicó ella cuando vio que el hombre pretendía marcharse, alzando la voz. Rust paró y contempló brevemente a los hombres del otro lado de la barra antes de ponerse frente a la morena de nuevo. -Sólo dame la oportunidad de exponerte mis ideas, de contártelo todo y simplemente hacerte unas preguntas. Si sigues pensando igual entonces me marcharé, por mucho que me joda, pero te dejaré en paz, Rustin. Ahora tengo que marcharme para trabajar, pero dime cuándo puedo volver, o dónde quieres estar para hablar conmigo, y se hará a tu manera. Por favor, sólo escúchame.
El rubio meditó unos instantes, sintiendo aún más curiosidad por la seguridad que demostraba. ¿Por qué estaba tan segura de saber cosas que ellos no habían descubierto? ¿Cómo había llegado a la conclusión que él barajaba desde hacía años?
Finalmente habló con seriedad, encontrando un destello de luz en aquellos ojos avellana que parecieron recuperar la vida un instante.
-Mañana, a eso de las 3, aquí mismo si quieres.
-Perfecto, aquí estaré. Gracias. Quédate el cambio. -Agregó mientras dejaba un billete de diez dólares en la barra, antes de salir del bar con rapidez, ignorando que los ojos de Rust la siguieron hasta su marcha.
Los dos camioneros no tardaron mucho en levantarse y despedirse del propietario, abandonando el local unos minutos más tarde que aquella extraña mujer que había dejado al camarero pensativo, sumergido totalmente en una marea de incógnitas que volvieron a remover muchas de sus dudas pasadas y presentes. Se vio sacado de sus profundos pensamientos cuando Robert se acercó al fregadero de la parte de atrás, hablando mientras lo veía lavar vasos.
-Creía que no tenías conocidos en esta parte del estado. Nunca nadie había venido a verte, y menos una mujer.
-No la conozco, Robert.
-¿Y qué quería? ¿A qué ha venido?
-A revolver el pasado, como todo en la vida… es alguien como tú; perdió a su hermana en uno de esos asesinatos de hace años. Nosotros vimos el caso de refilón, se encargó Shreveport. Está en nuestro bando, parece, y me da que esto va a coger velocidad enseguida, de una jodida vez y por todas.
Robert asintió lentamente, deseando al igual que Rust que fuera así, y todos pudieran descansar de una maldita vez.
Sally abrió la puerta de su pequeño piso en un barrio humilde de Baton Rouge, sosteniendo el cigarro con los labios al entrar, dejando las llaves en la cesta que reposaba sobre una estantería a la entrada.
Aún no había amanecido, así que encendió la luz de la estancia principal, un salón con una minúscula cocina americana, pasando a despegarse el pitillo de la boca para exhalar el humo.
La morena dejó su mochila oscura, donde guardaba el uniforme del trabajo, sobre la pequeña mesa dónde comía, contemplando el suelo de la sala mientras sus pensamientos daban vueltas dentro de su cabeza.
Todos aquellos papeles y recortes de periódicos estratégicamente colocados sobre la tarima eran su vida, lo que le daba sentido, y haber avanzado hacía que por primera vez en muchos años la adrenalina la invadiera con una pequeña sacudida de emoción.
Sacó de su bolso, que descansaba al lado de la mochila del trabajo, la fotografía actual de Rust, para después avanzar hasta una carpeta negra con unos documentos desplegados sobre ella. Se arrodillo frente a los papeles, rebuscando el recorte de periódico que quería; el de una conferencia de prensa del inverno del 95.
Comparó al Rust de aquel periódico con el de la foto que sostenía. El paso del tiempo no había sido el único culpable de su aspecto decrépito actual: con el pelo largo descuidado, igual que el bigote, incluso más enjuto que en los noventa; no, su mirada triste ya era la misma en el pasado, continuaba siendo la misma ¿Por qué?
La intriga invadió a la chica con fuerza. No sabía mucho sobre el exinspector; su detective privado no había podido recabar mucha información de él, pero encontró tanta familiaridad en lo que había visto en el rubio aquella tarde que le recorrió un escalofrío al sentirse tan identificada con aquel halo de soledad y melancolía.
Sally exhalo de nuevo humo, para después sostener el cigarro con los labios y comenzar a recoger todos los papeles del suelo con cuidado, meditabunda sobre su nueva reunión con el hombre al día siguiente.
Si has llegado hasta aquí, muchas gracias por leer, ojalá te guste y te animes a seguir.
