Capítulo 10
-Rust, ¡Rust! Tranquilo, estoy aquí. -Susurró Sally, tratando de sonar calmada, a la vez que se arrodillaba junto al hombre para elevar su cabeza hasta ponerla sobre sus rodillas.
La morena tragó saliva al contemplar el cuchillo clavado en el vientre del expolicía, sintiendo que la ansiedad de no saber qué hacer la inundaba. La voz débil de Cohle la distrajo, a la par que Marty se arrastraba hasta ellos.
-¿Qué haces aquí?
-Salvaros la puta vida, joder. Os lo dije. He avisado a la policía antes de venir, no deberían tardar en llegar. -Agregó, esta vez dirigiéndose al mayor de los hombres, quien asintió, susurrando que él también los había puesto al corriente. -¿Tú estás bien, Marty?
-No ha sido grave, estaré bien. -Respondió Hart con una leve sonrisa, antes de dirigir la vista hacia el camarero. Sally dejó de examinar la herida del hombro de Marty para mirar lo mismo que el hombre, alarmándose al instante.
-¡No, Rust! Así te desangrarás, no lo saques.
-Tengo que hacerlo, así duele mucho más.
Sally maldijo por lo bajo ante la respuesta de Rust, susurrándole a Marty que tomara su puesto. Entonces la morena se posicionó frente al tronco del camarero, tomando el pañuelo de tela que Hart le pasaba para comenzar a presionar sobre el flujo de sangre que emanaba de la herida, tiñendo el blanco de las camisas de Cohle.
-No pienso dejar que te desangres, así que voy a hacerte yo más daño apretando, que lo sepas.
El rubio emitió un quejido cuando ella llevó a cabo la acción, cerrando los ojos lentamente aunque luchara contra la oscuridad. Sally se dio cuenta y habló de nuevo, de forma suave para ocultar su preocupación mientras llevaba una de sus manos a la mejilla áspera de él.
-Rust, aguanta. No te duermas. Quédate con nosotros, por favor.
-Se pondrá bien, se pondrá bien…
Escuchó susurrar al ex policía a su lado, sabiendo que casi, en realidad, lo decía para convencerse a sí mismo y alejar el temor de que Rust pudiera morir. De pronto la pareja se percató del lejano sonido de sirenas de policía, con lo que ambos se miraron con una gran esperanza inflamando su pecho.
-Marty, aprieta mientras voy a buscarlos.
El hombre obedeció todo lo rápido que pudo, contemplando como ella se ponía en pie, mirando un segundo sus manos empapadas de la sangre del rubio. Pero pronto se obligó a ignorar aquello, corriendo de la sala para buscar a los recién llegados.
Sally luchó contra el cansancio para no perder ritmo, consiguiendo salir del tétrico laberinto en pocos minutos, avanzando entre la maleza a la par que el sol iba poniéndose para dar lugar a la noche.
No tuvo que alejarse mucho cuando los sonidos de pisadas se escucharon cerca, y segundos después, dos policías la apuntaron al aparecer en su campo de visión gritando que levantara las manos y se arrodillara. Ella obedeció, pero alzó la voz al instante, dejando fluir su ansiedad.
-¡Por favor, tienen que traer un médico! ¡Hay dos heridos, uno muy grave! Son ex policías, Martin Hart y Rustin Cohle.
Uno de los agentes sacó su walkie, informando de lo que acababa de escuchar sin aún confiarse, pero al recibir la respuesta de su superior, la camarera respiró aliviada al ver que bajaban las armas. El inspector con el que había hablado Hart estaba allí, y dio credibilidad a lo que decía.
-Esperaremos a que vengan los sanitarios para que nos guíe hasta ellos. ¿Está usted bien?
La mujer asintió, no pudiendo evitar que las lágrimas nublaran su visión, antes de susurrar que ahora sí lo estaba.
Sally tomó aire antes de llamar a la puerta de la habitación 202 del hospital general de Lafayette. Aunque lo intentaba, era incapaz de que las imágenes de lo vivido hacía 3 días volvieran a su mente.
Al escuchar la leve voz de Hart, la morena abrió la puerta y mostró una tierna sonrisa al hombre postrado en la cama, aún con el rostro lleno de las huellas de la pasada pelea.
-Hola, Marty. Por fin me han dejado venir a verte. ¿Cómo te encuentras? -Preguntó con dulzura, sentándose en la silla que había al lado.
-Mejor, mucho mejor. Tuve suerte y la rotura de la clavícula fue limpia, así que parece que la operación fue muy bien y dentro de unos días podré salir de aquí. ¿Tú estás bien? -Agregó mientras se fijaba en los puntos de su labio inferior.
-Sí, esto fue una tontería. Me alegro mucho de lo que me cuentas, es genial. Sé que al menos pudiste ver a tus hijas y a Maggie después de la operación.
-Sí, vienen todos los días de visita. Es fantástico. ¿Sabes algo de Rust? -Cambió de tema tras un breve silencio, mostrándose serio mientras escudriñaba el rostro de la camarera.
-Su operación fue delicada, pero parece que fue bien. No despertó hasta el día siguiente, pero ante su estado le dejaron en coma inducido y lo despertarán mañana. Seguro que se pone bien, es muy fuerte el cabrón.
Marty se contagió de la sonrisa burlona de Sally, asintiendo levemente antes de volver a hablar con aquel deje de seria preocupación.
-Supongo que la poli habló contigo el mismo día en que todo ocurrió, ¿no?
Ella asintió, cogiendo aire con fuerza antes de responder.
-No les conté detalles, ni que investigabais a fondo el caso del satánico, tal y como habíamos hablado desde el comienzo. Me centré en el rollo de resolver lo de mi hermana y que por eso os busqué. Les conté mis sospechas del violador y lo del crimen del lago Charles. Ese inspector, Papania, parece que me tomó en serio. Dijo que iban a investigar por esa vía y que no irían a por mí por lo que ocurrió en el pasado. ¿Crees que puedo fiarme de todo lo que me dijo?
-Creo que sí; se ha dado cuenta de que no íbamos de farol y estábamos en lo cierto. No volverá a pensar que somos unos locos flipados. Tampoco me preocuparía porque fueran a por ti. Todo eso ha debido prescribir ya, o está a punto, Sally.
-Ya… bueno, espero que tengas razón en todo lo que dices. No sé qué va a pasar ahora si la policía investiga. Si no se lo toman en serio va a ser muy duro vivir todo eso de nuevo…
-Oye, no te preocupes por eso, ¿vale? Nosotros vamos a seguir ayudándote pase lo que pase. Ahora somos amigos, ¿no?
-Claro que sí.
La mujer sonrió tras sus palabras, sintiendo su ánimo renovarse mientras mantenía la mirada en aquellos ojos claros tan sinceros, pasando después a tomar la mano que reposaba a su lado y darle las gracias con total sinceridad.
