Estaba confundida, no tenía idea de qué hacer o a quién contarle sobre el posible peligro que podría representar Sentinel. Sé que es precipitado pensar tan siquiera en eso, pero no quiero tener que lamentar más pérdidas de nuestros amigos ni tener que librar otra batalla.
El soldado que me encontró me había dejado en una planta alta, lejos de la zona donde tenían al antiguo líder de los Autobots. Mis manos temblorosas buscaron apoyo sobre el barandal metálico y me quedé mirando hacia abajo. Todo era tan pequeño desde aquí.
Cerré los ojos por un instante para tranquilizarme, respiré despacio y medité sobre lo que debía hacer. Fue en ese momento que estuve agradecida de escuchar unos pasos aproximándose. Cuando abrí los ojos, Optimus ya se había acercado lo suficiente para estar cara a cara frente a mí.
—¿Te encuentras bien? —su cabeza se inclinó tanto que podría tocar su rostro—. Te noto preocupada.
La cercanía entre ambos me puso nerviosa, incluso puedo sentir su aliento chocando en mi piel. Pero no hay tiempo de pensar en eso, esta debe ser mi oportunidad de advertirle.
—Optimus... —empecé dudosa—, ¿Recuerdas lo que dije sobre ser más sincera contigo? —él asintió, dándome un poco más de confianza—. Es que hay algo que quiero decirte pero podría resultar una tontería.
—Para nada sería una tontería algo que te preocupa —su mano descansó sobre la barra de metal, demasiado cerca de la mía pero sin llegar a tocarla—. Puedes decirme lo que sea.
Me sentí segura por un momento, pensé que de verdad sería fácil compartirle mi mal presentimiento.
—Va a sonar un poco apresurado pero aquí va... —anuncié, reuniendo el valor suficiente para soltarlo—. Ayudar a Sentinel tal vez no sea una buena idea. Creo que hay algo mal con él, presiento que puede tener malas intenciones.
Optimus estaba atónito. Definitivamente debió sorprenderlo como me imaginé. Bajó la mirada pensando en lo que dije. Su mano se fue alejando despacio igual que él.
—Grace, es de mi maestro de quién estás hablando —su tono fue más rudo de lo que hubiera esperado—. ¿Estás segura de eso qué le acusas?
Lo miré estupefacta. Mis labios temblaron ligeramente mientras trataba de asimilar la reacción tan inesperada que había obtenido.
—L-Lo siento —agaché la mirada avergonzada—. Tienes razón, yo adelanté mis conclusiones —dije tratando de convencerme a mí misma—. Estaba algo cansada y puede que me haya confundido.
Un extraño sentimiento en mi pecho me hizo darme la vuelta e irme rápidamente sin concederle la oportunidad de decir algo más. Solo tuve ganas de alejarme todo lo posible. ¿En qué estaba pensando? Es cierto que exageré. Lo que vi pudieron haber sido imágenes del pasado de Cybertron durante sus días de guerra.
Pero entonces, ¿Por qué me siento decepcionada? Como si hubieran tomado mi corazón y lo estrujaran con fuerza.
No sabía a dónde me dirigía, solo huí lo más que pude y eso me llevó al hangar de los Autobots. Ahí estaba Todd hablando con los gemelos como siempre, aunque también estaba Bumblebee y parecía como si estuvieran burlándose de algo. No le di mucha importancia, solo me acerqué para tener con quién desahogarme un rato.
—Oye Obi-Wan, ¿En serio manipulaste la mente de ese sujeto para hacerle creer que eras Lennox? —fue la primera cosa que Todd me preguntó—. ¡Y me lo perdí!
—Así que ya lo sabes —suspiré—. Eres el peor mintiendo, por cierto.
—¿Qué se supone qué hiciera? Me descubrió a la primera frase —se excusó ofendido—. Debiste llevarme y eso no pasaría.
—Como sea —me crucé de brazos y dejé escapar un resoplido.
—¿Qué tienes? —Todd me dió un sútil empujón en el hombro—. Dime o no te dejaré en paz —advirtió, repitiendo el mismo movimiento.
Realmente me vendría bien hablar con alguien justo ahora. Pretendía decirle la verdad pero el sonido de su radio se interpuso en mi camino. Primero rugió el molesto sonido de la estática y después escuché un grito muy familiar.
—¡Bee! ¡¿Está Bee ahí?!
Bumblebee emitió un zumbido de sorpresa y clavó la mirada en la bocina del aparato.
—¿Qué ese no es...? —antes de que Todd pudiera terminar, yo ya estaba lista para correr fuera de ahí.
—¡Es Sam! —lo interrumpí—. ¡Rápido Bee, a la salida!
Sin pensarlo dos veces, Bumblee asintió y se transformó para salir conduciendo a toda velocidad de la base. Yo no pude quedarme tranquila, así que corrí a la otra entrada para tratar de ir a descubrir lo que ocurría. Escuché que Todd le dijo algo a los gemelos antes de venir detrás de mí y alcanzarme en el pasillo.
Atravesamos la mitad del edificio para poder llegar a la puerta. Ahí estaban Sam y una chica siendo examinados por un grupo de soldados con el detector de metales. Desde aquí podía ver que él no estaba nada contento con eso.
—¿A quién trató de matar una copiadora ninja el día de hoy? —escuché el reclamo de mi hermano y luego el escáner comenzó a sonar—. Ese es mi puño metálico. ¿También me tengo que quitar la sortija de los pies?
Todd y yo nos miramos con duda al no saber de lo que Sam estaba hablando pero sonaba bastante alterado. Notamos que Lennox también venía llegando para recibir a mi hermano, así los tres nos acercamos para que los demás soldados finalmente le dejaran libre a él y a la chica. Supongo que ella debe ser Carly.
—¿Qué diablos ocurrió? —le pregunté desconcertada.
—¿Qué ocurrió? Te diré que ocurrió —contestó Sam malhumorado—. Una copiadora casi me corta la cara, ¿Y qué crees? —añadió dejando una pausa en la que me miró con una ceja alzada—. Hace tres meses no veo a mi auto ni a mi hermana porque ellos si están muy ocupados salvando al mundo.
—¡Oh, por dios! —Carly sonrió emocionada y tapó su boca—. ¿Tú eres la hermana menor de Sam? —ella ni siquiera me dejó responder cuando ya la tenía dándome un fuerte abrazo.
—Ay qué amable —dije forzando una sonrisa. Miré a Sam incómoda para que me la quitara de encima, ya que sabe cuánto detesto el contacto físico con desconocidos.
—Tenía tantas ganas de conocerte —confesó luego de que Sam la hubiera alejado de mí—. Él siempre se la pasa hablando maravillas de ti —ella volteó a ver a Todd con una amplía sonrisa—. Y tú debes ser su novio. Soy Carly, mucho gusto.
—No, ese no soy yo —tuve que darle un golpe discreto para que no hablara—. P-Pero igualmente es un gusto —dijo adolorido.
—¿Osea qué sí tienes novio? —me preguntó Carly emocionada—. Cariño, deberíamos invitarlos a cenar a casa un día —le propuso a Sam con entusiasmo.
—No tengo novio —dije como si fuera algo obvio. Aunque dolió decirlo.
—Te dije que les daba vergüenza hablar de eso —Sam la regañó en susurro.
¿Por qué toda mi familia cree que Todd y yo estamos juntos? Es como si ellos de verdad esperaran que eso sucediera.
—A ver, escuchen —se pronunció Lennox—. Necesito que vengan conmigo para que me expliquen con detalles lo que ocurrió —dijo enfocándose específicamente en mi hermano.
Por suerte esa situación incómoda terminó con nosotros yendo de vuelta a dentro. Sam le entregó a Lennox unos documentos en los que tenía información sobre un supuesto lado oscuro de la luna, los cuales le traspasó un tipo de su oficina antes de ser asesinado hoy. Este asunto cada vez es más sospechoso.
—Primero las armas y ahora matan humanos —comenté una vez que escuché toda la historia—. ¿Qué planean los Decepticons?
—Lo que sea no puede ser nada bueno sí me atacan a plena luz del día —se quejó Sam.
Nuestro camino terminó en una de las salas de control donde había un montón de monitores. Lennox se puso a revisar minuciosamente las hojas con información que Sam había traído. Entre todos estábamos tratando de llegar a una conclusión lógica que pudiera explicar el actuar de los Decepticons, pero a nuestro círculo de repente se sumó la Directora que barrió a Sam y Carly con la mirada.
—Disculpe, Coronel Lennox —habló molesta.
—Directora Mearing —Lennox volteó a verla y luego señaló a mi hermano—. Él es Sam Witwicky, el civil que...
—Sé quién es, Coronel —gruñó la mujer—. Lo que quiero saber es quién lo autorizó.
—¿Quién me autorizó? —exclamó Sam—. ¿Qué tal Optimus Prime cuando llegó a los suburbios buscando mi casa?
Contuve la risa al ver la cara seria que puso la Directora al oír esa respuesta.
—Ella es la Directora Nacional de Inteligencia —la presentó Lennox en un intento de relajar el ambiente.
—Hola —la saludó Sam con normalidad.
—¿Faltándole el respeto a un Oficial Federal? Hmm, no llegarás lejos —se giró para ver a Carly—. ¿Y ella?
—Es mi novia —respondió Sam.
—¿Y qué? ¿La citaste aquí? —preguntó sarcástica.
—Sabe todo de los Autobots, ¿Sí? —intervino Lennox—. Viene de familia de militares. Respondo por ella.
—¡Tengo una idea! —les propuso Sam—. Volver a temas más importantes, ¡Como que casi me corta la cara un Decepticon! —comentó alterado—. De hecho quisiera poner una queja como contribuyente.
—Sí, sí, escuche —dijo Lennox—. A uno de los ingenieros de software lo mataron hoy, trabajaba en el mapeo lunar de la NASA.
La Directora le arrebató los documentos y se los entregó a su asistente.
—Le explicaré, Coronel —habló nuevamente—. No confiaré la seguridad nacional a adolescentes —nos señaló a todos con evidente enfado—. ¿O es qué hay una nueva política? ¿No? Excelente —dió un paso al frente para mirarnos a Sam y a mí—. No me interesa quiénes sean, ni tampoco que tan especiales sean. Y en cuanto a ti, jovencito, si revelas lo que hay aquí te arrestarán por traición. ¿Me has entendido?
—Yo recibo órdenes de los Autobots, a usted no la conozco —Sam se mantuvo firme sin mostrar miedo. No pude evitar sonreír orgullosa.
—Ya lo harás —le aseguró la Directora.
—Vamonos —sentí la mano de Sam caer sobre mi hombro y empujarme para que caminara junto con él.
Después de esa irritante conversación, salimos al hangar en donde Optimus se encontraba junto al cuerpo de Sentinel como si se estuviera preparando para algo. Supongo que su larga estadía en la luna debió dejarlo sin Energon y por eso está desactivado.
Desearía poder hacer algo por impedirlo, presiento que es mala idea, pero no puedo convencer a todos de algo que no tengo la certeza. Y con lo que pasó hoy, dudo que confíen en mí. Lo arruiné.
—Vamos a empezar —las placas en el pecho de Optimus se abrieron, dejando expuesta la Matriz de Liderazgo que manipuló entre sus manos mientras se iba acercando—. Sentinel Prime, te damos la bienvenida.
Optimus insertó la Matriz de Liderazgo en el pecho de Sentinel, hubo un resplandor cegador momentáneamente y eso trajo de vuelta al anterior líder de los Autobots. Apenas despertó se lanzó sobre Optimus apuntundandole con su arma.
Eso fue todo para mí. Estaba lista para bajar y aclarar mis dudas de una vez por todas. Alguien me sujetó impidiendo que fuera capaz de ir a dónde estaban ambos Primes.
—¡No lo ataques! —me pidió Todd—. Podría lastimarte.
—Tengo que ayudarle o le hará daño a él —traté de soltarme pero no cedió.
—Tranquila, lo tienen bajo control —insistió, intentando convencerme.
Lo que en verdad me preocupaba es que mi mal presentimiento se estuviera cumpliendo justo ahora y que yo no hiciera nada para impedirlo. No sabía cómo explicárselo.
Afortunadamente Optimus logró hacer que Sentinel entrara en razón y eso detuvo su ataque. Los soldados también fueron bajando sus armas poco a poco. Así pude relajarme por un segundo y pensar que de nuevo había exagerado. Solo fue un malentendido.
—Estás en casa, Sentinel —dijo Optimus mientras se reponía.
—¡La guerra! ¡La guerra! —repetía Sentinel desorientado.
—¿Por qué todos los robots ancianos despiertan con delirios de persecución? —se preguntó Todd después de haberme soltado.
—La guerra se perdió —le reveló Optimus despacio—. Cybertron es ahora un páramo estéril —con eso terminó de levantarse y colocó la Matriz de Liderazgo de vuelta en su pecho—. Nos refugiamos en el planeta Tierra, la raza humana es nuestra aliada.
Sentinel nos repasó a todos con desconfianza. Asumo que debe ser su primera vez tratando con humanos.
—Mi nave, nos incendiamos... —decía confundido—. ¡Los pilares! ¿Dónde están los pilares?
—Tú salvaste cinco —respondió Optimus—. Incluyendo el pilar del control.
—¿Solo cinco? ¡Pero si teníamos cientos!
—Disculpen, caballeros —se entrometió la Directora que los había estado escuchando de cerca—. ¿Puedo saber qué clase de tecnología están buscando?
—Tiene la habilidad de reformar el universo. Juntos, los pilares forman un puente espacial. Yo lo diseñé y solo yo puedo controlarlo —contestó Sentinel—. Desafía sus leyes de física para transportar materia en tiempo y espacio.
—Se trata de un aparato de teleportación, ¿No? —resumió la Directora.
—Sí —confirmó Optimus—. Para recursos, refugiados.
—Refugiados o tropas —agregó la mujer—. O soldados, armas, ¡Tal vez bombas! Una forma de ataque instantáneo es su función militar.
—Es nuestra tecnología y deben devolvernosla —exigió Sentinel.
—Sí, si los humanos acceden —contestó ella—. ¡No pueden traer armas de destrucción masiva a nuestra atmósfera! Hay que pasar aduana primero. La formalidad del papeleo nos separa de los animales.
—Pasaré por algo su tono altanero si atiende a la gravedad del mío —dijo Sentinel con molestia—. Los Decepticons no deben saber que el puente espacial está aquí, ya que en sus manos significaría el fin de su mundo.
El mal augurio se apoderó de mí en forma de un nudo en el estómago. No sé que es, pero algo de lo que dijo Sentinel no me da buena espina. Tal vez solo sea su forma de hablar. No lo sé. Creo que lo estoy pensando demasiado.
Todos comenzaron a dispersarse para regresar a sus respectivos puestos, yo tenía la intención de hacer lo mismo, pues aún tengo que poner en orden todo en mi cabeza.
—Grace, ¿Podemos hablar? —Optimus vino hacia mí antes de que me diera la vuelta—. Por favor.
—Lo siento, necesito descansar —respondí para escapar de ahí pronto.
Me di media vuelta y rápidamente me alejé antes de que mis piernas dejaran de obedecerme y me hicieran volver sobre mis pasos. No estoy cómoda evitandolo, pero aún siento ese dolor cada vez que lo veo. La ventaja de tener un tamaño pequeño, es que no puede seguirme más allá del hangar para detenerme. Lo mejor será estar alejada un tiempo.
Intenté buscar a Sam para poder relajarme, pero me dijeron que él y Carly ya habían sido escoltados a casa con protección de Bumblebee. Solté un suspiro de decepción. Hubiera deseado ir con ellos. De repente me siento atrapada y sola en este lugar.
Sin más por hacer, esa noche simplemente me fui a dormir pensando en el error que había cometido al juzgar a Sentinel tan rápido. Debería disculparme con él, eso también serviría para conocerlo mejor y hasta podría agradarme. Después de todo, se supone que fue el maestro de Optimus. Seguramente es alguien muy sabio.
A la mañana siguiente lo primero que hice fue buscar a Sentinel para ofrecerle una disculpa. Encontrarlo no fue difícil, estaba en el hangar revisando sus armas así que me acerqué por la plataforma para poder tener una altura apropiada.
—Hola —lo saludé dudosa, no sabía cómo empezar—. Mi nombre es Grace y solo quería darte la bienvenida —Sentinel no dijo nada pero me miró cómo si me estuviera estudiando—. Y también disculpame...
—¿Disculparte por qué, humana? —remarcó la última palabra con disgusto, preferí no darle importancia—. Explicate.
—Verás... —mis dedos jugaron entre sí nerviosos—. Tengo una particularidad que me permite ver más allá de lo que otros pueden mostrar. Y sin querer la usé contigo cuándo aún estabas en coma por la falta de Energon.
Sentinel dejó caer sus armas al suelo, ocasionando un estruendo que me asustó, después vino hacia mí con un aura extraña que me hizo retroceder hasta que mi espalda chocó contra un muro.
—¿De qué particularidad estás hablando? —me cuestionó severo—. ¿Qué fue lo que viste?
—N-Nada en realidad —mi voz salió temblorosa—. Puede ser que algunos recuerdos de Cybertron. La verdad es que fue tan rápido que no vi con claridad —le aseguré para que se tranquilice—. Sé que estuvo mal, lo siento.
Mi respuesta pareció apaciguar su temperamento, pero aún estaba desconcertado.
—¿Cómo es posible que una humana tenga esa capacidad? La mente de un Prime es impenetrable —dijo escandalizado.
—Oh... eso es porque adquirí el poder la Chispa Suprema —respondí simple—. Ya sé que puede parecer raro —comenté riendo un poco—. No te preocupes, normalmente no suelo usar sus poderes a menos que sea necesario.
—¿La Chispa Suprema en una humana? —preguntó para sí mismo—. ¿Los demás lo saben? —me miró con seriedad, yo asentí moviendo la cabeza—. ¿Y lo permiten? Es inaudito.
Mi sonrisa lentamente se fue desvaneciendo para ser sustituida por un ceño fruncido. Tal vez escuché mal o solo está demasiado sorprendido.
—¿Qué?
—Humana, ¿A quién más le dijiste sobre esto? —sentí que su mirada se volvió tan afilada que podría apuñalarme.
—A nadie —le contesté—. Bueno, intenté decirle a Optimus pero me hizo entender que solo fue una confusión. En serio te admira.
—Por supuesto. Entre una humana y su maestro, ¿A quién crees qué elegiría? —su pregunta me dejó perpleja—. Él también es un Prime. Te sugiero que recuerdes tu lugar y no lo distraigas de sus deberes.
—No sé de qué estás...
—He notado su atención hacia ti pero te advierto que eso no llegará a ningún lado.
Sentinel se dio la vuelta y se agachó para recoger sus armas. Mientras él se alejaba yo solo me quedé congelada en la misma posición sin poder procesar lo que acababa de pasar.
¿Qué rayos fue eso?
