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Estafadores y policías. Un juego de traiciones y mentiras.

Chapter VII: Hermanos.

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Kamui asumió la responsabilidad de cuidar de su hermana menor incluso antes de aprender a leer, no podía recordar muchas cosas de su madre ni tampoco el momento en el que todo cambio, pasó de ser un niño tranquilo y feliz a un hombre que defiende lo suyo con garras y dientes, y, no dudaba en mostrarlos si la situación lo ameritaba.

Su abuelo materno había logrado destruir su pequeño núcleo familiar, aunque sin saber la razón exacta del por qué. El "viejo" le arrebató a su mamá, su mismo progenitor la enveneno poco a poco por decepcionarlo tras escaparse con un "idiota sin cerebro", quedar embarazada y abandonar sus estudios para dedicarse a sus hijos. Con el tiempo Kouka empezó a debilitarse y los médicos no lograban dar con la inexistente enfermedad de la joven madre hasta que ya fue demasiado tarde. Kankou al enterarse de la verdad no dudo en hacer la justicia con sus manos y contra todo pronóstico lo detuvieron unos vecinos en medio del ataque hacia su suegro. Inmediatamente escapó y fue a retirar a sus hijos del colegio no dudaba que le quitarían la tutela de los niños y no permitiría que fueran entregados a la familia de su esposa o reubicados en hogares temporales. Debían estar fuera del sistema si quería conservarlos y su única opción fue robar como un artista, llegando a ser un estafador de muchos nombres hasta que cometió el error que le costó la vida.

Kamui sin conciencia ni pisca de moral o culpa tomaba lo que quería y su meta era tomar venganza. Se encargaría de destruir a quien llevo la desgracia a su casa y utilizaría a su propia hermana si era necesario para su juego de fondo, estaba seguro que con ella atraería al viejo, su parecido con Kouka era innegable. Primero se acercarían, tomarían todos sus bienes y lo verían agonizar frente a sus narices.

El joven Yato había estudiado mucho sobre el caso de su madre, guardaba recortes de periódicos viejos y algunos que hablaban sobre Kankou, tenía información confidencial la cual obtuvo a cambio de dinero por parte de policías corruptos. El viejo había sido declarado inocente y se había culpado al esposo a quien además le añadieron cargos por secuestro infantil. Kamui nunca había perdido de vista su objetivo, pero, por otro lado, decidió alejarse de Kagura porque tenía la sospecha de que lo estaban siguiendo, no permitiría que nadie interfiera en sus planes, imaginaba que podía tratarse de algún detective particular por parte del viejo Housen o en el peor de los casos un policía que los siguiera de cerca tras el atraco fallido.

El pelirrojo después de una mañana de trabajo llegó con los bolsillos llenos, se preparó un café y encendió el televisor para que hiciera ruido y escuchó una noticia que casi le había hecho escupir el café que tenía en la boca.

"La tarde de ayer Sakata Gintoki fue visto en el casino Sol, no se logró dar con su paradero. El sospecho se vio con el expolicía Hijikata Toushirou quien fue destituido por varios cargos en su contra. Se ha dicho que una mujer de apariencia extranjera fue quien dio el falso aviso de bomba y podría ser cómplice de Sakata".

Tragó su café y encendió su nuevo móvil, ansioso esperaba que la chica contestará, pero estaba demorando un poco más de lo usual. Había cometido un gran error creía haberla dejado en lugar seguro, pero estaba en la boca del león. En su llamada la obligó a dejar a esos tipos peligrosos y para que le hiciera caso tuvo que contarle que había visto al viejo. Había descubierto que su abuelo tenía miedo de algo y esa podía ser la razón de que se mudara seguido siendo difícil seguirle el rastro. A estas alturas estaba más que claro el frágil estado de salud de su abuelo empezando por sus problemas cardiacos y asma. Kamui estaba seguro que podría doblegar el karma y se le devolvería aprovechándose de su débil corazón y hacer pasar un homicidio como una muerte natural.

El mayor de los hermanos Yato era sobreprotector a sabiendas que la pelirroja podía cuidarse sola y es que la necesitaba para llevar a cabo todo lo que había imaginado durante años, pero lo que el desconocía es que su hermana hacía todo lo que se le prohibía cada vez que la dejaba atrás por días. La chica solía visitar bares en busca de algún botín sencillo y con algo de suerte encontrar a alguien agradable con quien charlar.

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Kagura había dejado a los Yorozuya hace dos semanas, sentía el vacío que dejaron las risas y compañía. Extrañaba a Shinpachi, el malhumorado Toushi con sus apestosos cigarros y sobre todo a quien más extrañaba era Gintoki. No entendía las razones de Kamui —jamás lo hacía—, pero siempre debía obedecer.

Pasaban de las seis de la tarde y la pelirroja entró a una modesta cafetería para terminar saliendo de inmediato tras ver en la vitrina los distintos pasteles, pero el que le provocó sus ganas de escapar a toda costa fue el pastelillo decorado con fresas, sin más y con rumbo desconocido incluso para ella misma se dirigió al bar donde se entretuvo con el policía jugando billar. Caminó unas cuadras bajo el fuerte sol de primavera jamás le había gustado el clima soleado y su pálida piel era un claro ejemplo de ello; entró sin esperanza de encontrarlo y como lo suponía él no estaba ahí. Tomó asiento en la barra y pidió un jugo natural de frutos rojos. El barman sin demora se lo entregó, la pelirroja le dio un par de sorbos saciando la sed que le había provocado la caminata.

—Katie —escuchó a sus espaldas.

La joven sintió un escalofrió de tan solo escucharlo después de tantos años.

Las identidades falsas de Kagura solían tener al menos una letra de su nombre original para sentir que aun había una parte de ella, la Kagura real.

—Hisashi —respondió sin quitar la mirada de su vaso.

—No sabes cuantas veces te maldije a ti y a toda tu maldita familia. Es curioso que aparezcas cuando por fin todo vuelve a estar bien.

—No aparecí siempre he estado en la ciudad y si mi presencia te incomoda puedes irte —dijo sin mirarlo.

—Este es mi bar, la que se tiene que ir eres tú.

—Pagué por esta bebida, no me iré hasta terminarla —respondió, aun dándole la espalda.

Hisashi la miró con toda la rabia que llevaba acumulada, la impotencia que sintió hace años estaba presente nuevamente, quería que sufriera tanto como él durante sus peores años de pobreza y en esta ocasión él tenía la última palabra.

—¡Guardias saquen a esta mujer del bar!

Kagura ni cuenta se dio cuando los hombres la echaron a la calle, no alcanzó a defenderse por culpa de la impresión que le provocó Hisashi quien además amablemente le dejo el vaso en la vereda, no quería nada que ella hubiera tocado. Se reprochó a sí misma estar perdiendo sus instintos y culpaba de ello a sus sentimentalismos. De la nada sintió como si le hubiera llegado una revelación. La idea que cruzó por su mente era simple: sufría de alguna derivación de abstinencia, lo más cuerdo seria desintoxicarse y para arrebatarse cada pizca de nostalgia decidió visitar algunos lugares como el hipódromo donde hicieron equipo con Toushi y el puesto de comida donde le preparaban el exquisito arroz con sukonbu. Sabía que se engañaba a si misma porque en el fondo lo único que esperaba era un encuentro forzado.

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Hijita no había descubierto mucho sobre Kagura o su supuesto hermano. Sougo no tenía nada en sus registros sobre ellos, ni tampoco había denuncias por chicas que hayan sido reportadas por presunta desgracia, lo que imaginaba es que la pelirroja solo probaba nuevas experiencias y que no estaba ligada a Sakata por nada más que eso. Por otro lado, le desesperaba estar cerca del permanentado y que sus superiores no hagan absolutamente nada. Okita conocía su ubicación y ahí iniciaba su paranoia porque sentía cada vez más real la traición.

Le dio una calada a su cigarrillo cuando se percató que eran las veintitrés con treinta minutos debía buscar un lugar seguro para la llamada semanal de Sougo.

Toushirou salió del departamento con la excusa de comprar cigarrillos, últimamente sentía que Gintoki lo vigilaba y parecía estar atento a todos sus movimientos. Desde que la pelirroja se había ido algo definitivamente había cambiado con el estafador. Podía notar que era más cuidadoso y hermético, de cierto modo eso le agradaba porque así se imaginaba al hombre que sería su enemigo mortal, no el tonto que conoció al principio. En estos momentos podía retratarse el criminal que buscó por cielo, mar y tierra.

Como el policía que era temía delatarse y más aún que los sentidos de Gintoki se habían agudizado. Kagura seguramente se enteró de algo que no debía y no le quedó más opción que escapar porque de otro modo no entendía tan fuerte cambio de actitud.

Hijikata entro al ascensor y rápidamente cambio la sim card de su celular, llegando al primer piso y tras abrirse la puerta entro una llamada. Buscó con la mirada que no lo siguieran, como media extra caminó dos cuadra hacia la tienda y marcó de vuelta.

Hijikata— dijo desde el otro lado de la línea— encontré algo relacionado con la chica de la que me hablaste. Hace dieciséis años unos hermanos fueron secuestrados por su padre aún no se da con el paradero de los niños. En su descripción mencionan cabello cobrizo y ojos azules. Con tanto tiempo sin que la investigación avance el caso esta archivado con la hipótesis que los niños murieron, pero el nombre no coincide, la niña se llama Kaguya tu buscabas una Kagura. No lo sé, puede ser otra niña pérdida que no tuvo suerte

—Sospecha.

—Itou oculta algo y está claro que va detrás de ti, existe la posibilidad de que ya estén cooperando y que hayas caído en la trampa como un idiota —dicho esto corto.

Toushirou sintió que le había caído un balde de agua fría, no esperaba que su compañero por fin fuera y dijera algo útil. Suponía que los Yorozuya le tenderían alguna trampa; Shimura era quien lo asustaba de cierto modo porque se manejaba bien con la tecnología y tan difícil no es ocultar micrófonos.

Continuo su rutina, compró los cigarrillos y encendió uno mientras volvía al edificio.

Dejo escapar un suspiro debía investigar que planeaba Itou y como se conectaba con Sakata.

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Gintoki revisó con cuidado la habitación del ex policía buscando algo que pudiera delatarlo, no era de extrañar que hubiesen tendido tanta suerte en el último escape eso claramente iba más allá de la suerte. Toushirou no era como cualquiera, no podía hacerle una encerrona o ponerle un micrófono él siempre parecía estar alerta.

Con Shinpachi investigaron al ex policía, se le culpaba por recibir sobornos y hacer la vista gorda en casos de drogas. Esto último tampoco coincidía del todo con la personalidad de Hijikata él no parecía ser alguien sucio y si fuera de esa forma ¿cómo había logrado escapar? Se le hacía muy extraño que una persona rodeada de policías se librará tan fácil ¿Tenía más cómplices? O la respuesta más simple había encontrado a su objetivo.

—Tengo una rata —se dijo a si mismo tras no encontrar nada extraño, regreso al living dejando todo intacto, como si ni nunca hubiera estado ahí.

Sakata se dio cuenta que ya era tiempo de contactar un viejo amigo que lo ayudaría con la piedra de su zapato. Takasugi tenía contactos en la policía, la estación tenía tantas fugas que parecía un nido de avispas.


Hace años que no me pasaba por aquí! Me he propuesto terminar mis pendientes aunque ya no se si aun queden lectores por aqui hahah, desde que tengo trabajo a tiempo completo se me ha hecho difícil tener tiempo :c

Si les gusto me dejan un comentario o una estrellita, eso me motiva mucho!

Saludos!