AMISTAD
Sus amigos lo volvían loco.
Inuyasha buscaba paciencia donde no la había para tratar de entender qué demonios hacían los hijos de Miroku y Sango en su cabaña.
Luego de echar un vistazo rápido se dirigió hacia las gemelas que, encima del caldero de la cena volteado, y, por lo tanto, dejando un desastre de comida, clamaban ser las señoras feudales que derrotarían al malvado Naraku (al que ya habían derrotado algunos años antes, por cierto), mientras que Hisui estaba a punto de sufrir un accidente grave con los objetos punzocortantes que utilizaba Kagome para trabajar en su huerto.
Y eso le hizo recordar a Inuyasha lo solo que había estado en la primera parte de su vida, cuando nadie lo aceptaba. Y luego recordó cómo se convirtió en el mejor amigo de Miroku, en un apoyo para Sango y en una especie rara de combinación entre padre y hermano mayor de Shippo.
Y ahí apareció la paciencia que necesitaba para salvar a Hisui de perder alguna extremidad y a las gemelas del regaño de Kagome cuando viera el desastre que habían creado.
Eran más que sus amigos, eran su familia y aquellos niños, sus sobrinos.
Ojalá y la paciencia le durara lo suficiente.
Pero si no lo hacía, siempre podía devolvérselos a sus padres.
Tal vez así dejaran de buscar el cuarto hijo. Y él podría descansar un poco.
Sin embargo, la sonrisa no desapareció de su rostro.
