N/A: GRACIAS POR LLEGAR HASTA AQUÍ


.

.

.

Epílogo

.

.

.

Cuando la luz dorada que la había envuelto desapareció por completo, sus ojos pudieron ver su entorno sin problemas. Contuvo el aliento al ver el espacio en que antes habían estado Satoru y Suguru completamente vacío. Su corazón se apretó en su pecho, pero al mismo tiempo sintió una calma peculiar envolverla. Si ellos no estaban solo podía significar que Suguru pudo usar con éxito la técnica de la maldición y había regresado a su época. Debía estar feliz y aliviada por ello ¿no? tragó en seco, «entonces ¿Por qué siento como si me fuera a desmoronar en cualquier momento? ya no quiero seguir llorando» pensó sombría.

La fría brisa de primavera le sacudió el cabello, alcanzó a atajar un mechón y lo acomodó detrás de su oreja. Se quedó varios minutos viendo sus zapatos, incapaz de levantar la mirada y enfrentar el hecho de que ya no podría ver a Satoru. Era como debía ser, en primer lugar, ella nunca debió vivir tal experiencia. Pero ahora, después de todo lo que pasó junto a él, ya no se sentía tan mal por ser inútil. Sonrió sin ganas al pensarlo, al menos gracias a ello pudo estar con él.

Soltó un profundo suspiro y llevó ambas manos a su pecho, justo en el lado izquierdo, donde estaba su corazón y las mantuvo allí unos segundos, intentando controlar sus latidos. Relamió sus labios y volvió a mirar hacia el espacio vacío y sonrió. Al menos tenía bellos recuerdos de todos, incluso los amargos, no cambiaría ninguno.

Volteó hacia el hospital, por algún extraño motivo ya no le parecía tan siniestro. Incluso viendo el estado de abandono en el inmueble y la maleza alta, no le pareció lúgubre. Lo visitó tantas veces, que ahora no podía evitar mirar el edificio con cierta nostalgia. Pensó en la maldición, en la de su época y la del pasado; en su época el ente siempre le pareció algo siniestro-como la mayoría de las maldiciones-, pero la del pasado… la maldición que presenció con Suguru era más ingenua, y no lucía molesto. Quizás si hubiera pasado más tiempo solo en el hospital, su odio lo hubiera cambiado. Tenía la teoría de que el ente se había formado por los miedos y pensamientos negativos que quedaron por la clausura del hospital, y mientras más tiempo pasó solo, su energía creció. Pero por algún extraño motivo, no lo recordaba con enojo, quizás porque a la larga le había permitido enamorarse de Satoru. Sonrió al pensarlo, le dio un último vistazo al hospital y le hizo una pequeña reverencia.

—Gracias. —Dijo sin dejar de sonreír.

— ¿Y eso por qué? —volteó rápidamente hacia atrás cuando lo oyó.

Porque, aunque hubieran pasado años en su voz masculina, la reconoció al instante. Por un momento creyó que vería a Satoru del pasado, contuvo el aliento cuando al girar vio al hechicero que había conocido cuando le pidió la fotografía.

Satoru Gojo de su época, de su presente. El mismo Satoru Gojo estaba parado frente a ella, con sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta morada, con su venda negra escondiendo sus ojos y su cabello ordenado hacia arriba por la tela.

Entreabrió los labios para hablar, pero su voz quedó atorada en su garganta, la que sintió seca de repente. Tragó con dificultad, aun mirándolo incrédula por varios segundos no pudo abrir la boca, hasta que él le sonrió. Kasumi alzó ambas cejas y miró hacia todos lados, notando que estaba solo.

— ¿G-Gojo-san? —pudo decir después de varios minutos de silencio.

—Él mismo —respondió en tono cantarín, sonriéndole como recordaba en el juego de intercambio. Kasumi lo miró extrañada, no sabía qué decir o preguntar, él pareció notarlo— ¿te sorprende verme aquí?

—S-sí —reconoció—no entiendo… qué hace aquí.

Satoru sonrió. Observó el rubor en sus mejillas, su cabello celeste moverse al compás de la brisa y los recuerdos le golpearon uno tras otro. Su sonrisa se amplió ¿cómo le explicaba que la estaba esperando hace tanto tiempo y a la vez, sentía como si se hubieran separado solo unos minutos? aquella molesta sensación en su pecho le recordó lo que empezó a repetirse hace mucho tiempo: el amor es la peor de las maldiciones.

—Bueno, tengo buena memoria —respondió con orgullo—recordaba qué día volviste, entonces solo sumé un año y medio a ese día, y ¡Voilà! —exclamó encogiéndose de hombros—henos aquí.

— ¿Cómo dijo? ¿Un año y medio? —preguntó angustiada. El rostro del hechicero se volvió serio de repente, Kasumi no supo interpretarlo, sentía que no lo conocía.

—Sí —respondió cauteloso—hoy es 11 de marzo del 2020 —murmuró en un tono suave de voz, y tal como predijo, el rostro de la joven palideció. La vio tensa en su sitio, miró a todos lados como si buscara algo, y antes de que pudiera hablar, la joven salió corriendo hacia la salida del hospital. Alcanzó a atajarla de su muñeca, y apenas tocó la suavidad de su piel, la soltó de inmediato como si le quemara. — Tranquila, tus hermanos están bien.

— ¿Qué? —solo pudo decir, mirándolo estupefacta.

—Estás preocupada por tus hermanos ¿no? descuida, ellos están bien. La escuela de Kioto se ha hecho cargo de ellos en todo este tiempo en que estuviste en el pasado. —Le sonrió.

Kasumi frunció el entrecejo, pensando en toda la situación y por más que la analizaba, no entendía nada. Volvió a mirar al hechicero, y tragó saliva, incómoda, sentía que se le estaban escapando varios detalles, pero en ese momento no lograba establecer una relación, como si su cerebro se hubiera apagado después de todo lo que había vivido, o tal vez era por estar frente al hechicero.

—Fue cosa de ese bastardo —explicó Satoru y soltó una risa sin ganas. Kasumi lo miró curiosa, segundos después alzó ambas cejas cuando lo entendió.

— ¿Suguru-san?

—Sí —respondió sonriendo—te envío un año y medio después del ataque, con ello, todo lo que viviste en el pasado se mantuvo en esta época. Es parte de tu presente, pero se volvió parte de nuestro pasado, al menos mío y de los demás que compartimos contigo en esa época. Es como si se hubieran sobrepuestos esos recuerdos… —murmuró pensativo—si te hubiera enviado al mismo día y mismo instante en que te atacaron, nadie te recordaría de ese tiempo. Quizás tú sí lo recordarías, no lo puedo asegurar —dijo y se sujetó la barbilla con su mano derecha.

Entonces lo entendió. Aquel detalle que se le estaba escapando, si él estaba allí en el hospital y encima, porque sabía que ése día ella llegaría, y, le estaba diciendo explícitamente que recordaba cada detalle de su pasado con ella, significaba que… El mismísimo Satoru Gojo, el hechicero más fuerte y que admiraba, al que le había pedido una foto, con el que se emocionó por su regalo en el juego del intercambio, el mismo hechicero que idolatraba… El gran Satoru Gojo, recordaba que se había acostado con su versión adolescente a solo unos días de conocerlo y que no fue solo una vez-ni siquiera podía contar las veces que se revolcaron-, sintió como el calor se le subió al rostro, de repente el aire empezó a escasear, miró a todos lados evitando verle a la cara y susurró con un hilo de voz.

—E-Entonces… ¿recuerda… me recuerda? —preguntó con temor. Satoru medio sonrió y asintió orgulloso. Y esa simple sonrisa ladina bastó para romperla.

—Nunca olvidaría una promesa.

Y Kasumi se quedó pasmada en su sitio. Sintió el corazón latir rápido, demasiado al punto de que le dolía. El rubor en sus mejillas era molesto, pero no más que la vergüenza que le hacía temblar las piernas, balbuceó nerviosa, pero no pudo hilar ninguna frase coherente. Satoru encogió ambas cejas y soltó una risotada, una risa no de burla, una genuina. Kasumi lo quedó viendo varios minutos, en su voz se oía la madurez, no era el mismo Satoru con el que se acostó tantas veces «es más alto… y su cuerpo… es más grande», tragó nerviosa al notarlo y desvió la mirada. Pasó tanto tiempo con Satoru de su edad que había olvidado cómo era el hechicero en primer lugar.

—Descuida —dijo después de reírse por unos minutos—ha pasado mucho tiempo desde eso… Sé lo infantil que fue exigir esa promesa, así que quedas liberada. —La vergüenza se fue dando paso a la incomodidad, un malestar conocido se le instaló en el pecho, pero supo disimularlo. —Vine a devolverte esto —continuó hablando sin dejar de sonreírle. Kasumi miró curiosa lo que sacaba del bolsillo de su chaqueta, alzó ambas cejas al ver su móvil y sonrió ampliamente cuando él se lo entregó.

— ¡Mi celular! —exclamó mirándolo, pero la sonrisa murió a los segundos. Tenerlo en sus manos otra vez era un recordatorio de esos días, sintió los ojos escocer cuando asimiló que, al recuperarlo, esos días habían terminado.

— ¿Qué vas a hacer ahora? —la pregunta le pilló desprevenida, levantó la vista hacia él por unos segundos y desvió la mirada— ¿vas a ir a ver a tus hermanos?

—Sí —murmuró insegura—gracias por traerlo —dijo moviendo el móvil y lo guardó en su bolsillo—no quería comprar otro.

—Lo imaginé —rio Satoru y Kasumi guardó silencio.

Él la conocía. Ahora sabía sus intereses y motivaciones, ya no era una simple estudiante de Kioto que le había pedido una fotografía-que quizás ni recordaba antes-, ahora sabía cosas de ella, conocía su nombre. Y no sabía cómo sentirse al respecto. Ella también lo conocía, pero al adolescente. El adulto que tenía enfrente era un misterio para ella en tantos sentidos. No solo porque en 11 años la gente cambia mucho, sino que, para ella, incluso con su versión adolescente no estaba segura de conocerlo en profundidad, después de todo solo compartieron momentos íntimos ¿Qué sabía de Satoru Gojo? o al menos que pudiera asegurar como él aseguraba que le dolería gastar en otro móvil. No se le ocurría nada en ese momento.

—Sí… bueno, me… voy, gracias otra vez —murmuró sin mirarlo, ahora ya no era capaz de darle cara.

—Te acompaño —dijo él y Kasumi le miró por el rabillo del ojo—quiero estar contigo antes de que Utahime sepa que estás aquí.

En otro momento de su vida, aquello le habría emocionado e incluso ilusionado, pero ahora todo le supo amargo. Sus palabras frente a la promesa le auguraban lo que en un principio pensó, era imposible que algo se diera entre ellos en su presente y aunque lo sabía, no le dolía menos.

— ¿Por qué? —se atrevió a preguntar mientras caminaban hacia la puerta del hospital. No lo miraba, su atención iba fija en sus zapatos, temía que si lo hacía la tristeza le ganara. Porque no dejaba de pensar que esta era la real despedida, y sus ojos ya habían tenido suficiente ese día.

— ¿Eh? —se quedó viendo a la joven, estaba cabizbaja, como si su energía de siempre se hubiera apagado de repente. Detuvo su paso cuando llegaron a la reja, y antes de que Kasumi intentara escalarla, se acercó a ella y la tomó en brazos, ganándose un chillido de sorpresa—permíteme. —Dijo y con un brinco llegó al otro lado. La bajó rápido, antes de que cometiera alguna estupidez, pero antes respiró su cabello con disimulo. Su fragancia se grabó en su memoria, trayendo consigo miles de momentos que su subconsciente había guardado. Tragó con dificultad y se alejó un poco de la joven, apretó los labios por unos segundos, intentando controlar el impulso estúpido que surgió por ese pequeño contacto.

—G-Gracias —susurró sin mirarlo, no se atrevía por tantos motivos que ya había perdido la cuenta. — No necesita acompañarme —murmuró antes de ponerse a caminar.

— ¿No quieres que te acompañe? —preguntó serio, se inclinó un poco para poder verle el rostro. Kasumi escondía su mirada y tenía las mejillas sonrojadas, la notaba incómoda. Y supuso se debía a su presencia. Hizo una mueca con los labios y suspiró derrotado—entiendo si ya no quieres pasar tiempo con un viejo como yo. Pero soy más divertido que antes —se defendió orgulloso y Kasumi lo miró perpleja. Sus ojos se encontraron por primera vez desde que le confesó que la recordaba. Sonrió ante su asombro.

— ¡N-No es eso! —se apresuró en decir mientras movía sus manos para todos lados—no pienso que sea aburrido o viejo —susurró lo último desviando la mirada.

—Solo bromeaba contigo —se carcajeó—nadie pensaría que soy viejo y aburrido —asintió para sí mismo y Kasumi sonrió. El Satoru de su presente era más amable en cierta manera, no era impulsivo ni se alteraba cuando lo ofendían directa o indirectamente. Cada centímetro de su cuerpo delataba madurez y no podía evitar sentirse nerviosa estando a su lado. No era su igual, él estaba en otro eslabón y la deslumbraba demasiado, le costaba mirarlo.

—Sí… quizás Utahime-sensei lo piense —murmuró pensativa. Satoru bufó y comenzó a caminar, ella le siguió dando pasitos rápidos para poder alcanzarlo.

—Utahime es una amargada, no entiende el humor de los jóvenes —Kasumi se rio al oírlo.

— ¿Usted sí? —preguntó tímida.

— ¡Oye, oye! Soy joven también —se quejó indignado y Kasumi lo miró avergonzada—Utahime es mayor que yo ¿sabías?

—N-no —respondió apenada—pero no quise decir que no lo fuera, me refería a… —la risa del hechicero la interrumpió. Se quedó viéndolo reír varios segundos, su voz no dejaba de llamarle la atención, lo grave y masculina que se oía. Imaginó por un segundo su timbre de voz susurrándole en el oído como lo hizo tantas veces siendo adolescente y las piernas le temblaron. Desvió la mirada rápido al pensarlo, tragó nerviosa y detuvo sus pasos—creo que… es mejor que vaya sola.

—No me burlaba de ti, Kasumi —su nombre saliendo de su boca le sacudió el pecho, mordió su mejilla interna y levantó la vista hacia él. Definitivamente era más alto de lo que recordaba, alcanzar sus labios era un trabajo mucho más difícil ahora, sacudió su cabeza al pensarlo al mismo tiempo que el calor se le subía al rostro. — ¿Estás bien? ¿Prefieres que me vaya? —preguntó después de un minuto de silencio.

—N-no lo sé —terminó confesando sin mirarlo—esto… es muy extraño.

—Seeh, lo sé —reconoció sonriéndole—pero oye, no te sientas incómoda. Debería haber confianza entre nosotros después de todo lo que pasamos, ¿no? —Kasumi abrió los ojos de par en par y volteó a mirarlo, sentía que le temblaban las manos y no pudo responder nada. Satoru contuvo la risa, pero se le escapó una sonrisa ladina que avergonzó aún más a la joven—no me refería solo al sexo.

— ¡Por favor no siga! —pidió cerrando los ojos con fuerza—esto es muy vergonzoso.

—Ay… lo siento, pero no me refería solo a eso —se rascó la cabeza, era especialista en molestar a todos a su alrededor, pero no tenía esas intenciones con Kasumi, no ahora al menos. —Lo que quería decir es que… debería haber confianza, ya nos conocemos un poco más ¿no? —Kasumi no le miró, sus ojos azules estaban fijos en sus zapatos. Pensó en irse y darle espacio, no quería seguir incomodándola.

—S-sí… pero si le soy sincera. Siento que no sé nada de usted… ni siquiera cuando compartimos… en el pasado —confesó apenada y le miró nerviosa. El rostro del hechicero estaba serio, por un momento pensó en decirle que lo olvidara, pero segundos después había una sonrisa gentil en su rostro.

—Entiendo… —murmuró, un poco frustrado, pero lo supo esconder—pero para ser justos, en el fondo, uno nunca termina de conocer a las personas. Ni siquiera con todo el tiempo que compartí con Suguru imaginé que haría algo así —se encogió de hombros—y era mi mejor amigo.

Kasumi alzó ambas cejas y lo miró sorprendida, no solo porque se estaba abriendo con ella, en ese momento al menos no lo notó del todo, sino que fue lo que infirió de sus palabras. Sintió los ojos humedecerse y murmuró en un tono bajo de voz.

—Entonces… Suguru-san… ¿lo hizo? ¿nada cambió? —preguntó y Satoru sonrió sin ganas en respuesta.

— ¿Se lo dijiste? —preguntó y comenzó a caminar, Kasumi trotó para alcanzarlo, entonces él comenzó a caminar más lento para que pudiera seguirle el ritmo.

—Lo iba a hacer —reconoció con el semblante sombrío—sabía que podía arruinar muchas cosas de mi presente, pero… pensé que si le decía… que tal vez buscaría ayuda o hablaría con alguien antes de decidir desertar o al menos… no de esa forma —confesó frustrada.

—Suguru ya había tomado su decisión mucho antes de llegaras. —Dijo serio—y ninguno lo notó, sobre todo yo. Era mi mejor amigo y ni siquiera me di cuenta por lo que estaba pasando.

Ambos se quedaron en silencio, pero no uno incómodo. Kasumi miró de soslayo al hechicero, lucía serio, se preguntó si antes había hablado así abiertamente de su amigo o era primera vez con ella. Descartó la idea rápidamente, había personas más cercanas a él, por supuesto que lo había hablado con alguien más importante. Aun así, valoró su confianza, tragó saliva y rompió el silencio sin mirarlo.

—No creo que haya habido una diferencia —Satoru volteó a verla con curiosidad, ya no se veía avergonzada o incómoda, se veía como una hechicera responsable, como un igual. Desvió la mirada ante esa idea—él estaba seguro de sus convicciones… Para tomar decisiones como las que tomó… no creo que haya bastado con hablar con él para hacerlo recapacitar. Él ya había tomado su camino y no es su culpa.

Satoru abrió la boca asombrado, sintió el pecho ligero de repente, como si esas simples palabras lo hubieran liberado de una gran carga que no quería reconocer que llevaba en su espalda desde hace varios años.

—Es probable que tengas razón —sonrió sin mirarla—fue un año difícil ¿sabes? —Kasumi levantó la vista al oírlo—el 2009. —Explicó sin dejar de sonreírle—te fuiste en marzo de ese año, y Suguru en septiembre de ese mismo año.

—Yo… —no supo qué decir ¿le estaba insinuando que le afectó su partida? ¿la había extrañado? el rubor volvió a su rostro, no se atrevió a preguntar, pero si supo en ese momento que debía alejarse de él.

Tenía mucho con lo que lidiar.

—Fue solitario —continuó diciendo y hundió su barbilla hasta su boca en el cuello de su chaqueta.

—Yo… creo que es mejor que me vaya —murmuró sin mirarlo—gracias por traer mi móvil.

Satoru guardó silencio por unos segundos, la quedó viendo serio. Sintió como la atmosfera había cambiado de repente con su confesión, pero no se arrepentía de decirlo. Al mismo tiempo la entendía, él se sentía de la misma manera. Fue allí porque necesitaba verla y entregarle su móvil era una excusa, pero a la vez, sentía que, si no se alejaban en ese instante, la situación se volvería aún más complicada de lo que ya era. Sonrió, frustrado y asintió.

—Quería acompañarte —dijo y suspiró ruidosamente—pero entiendo que no quieras la compañía de este viejo.

—N-no es eso —repitió apenada—es solo que… tengo mucho qué pensar y usted me pone nerviosa —susurró y le miró con culpa en sus ojos azules. Satoru alzó ambas cejas y le sonrió. Kasumi no esperó una respuesta y le reverenció—muchas gracias por todo —dijo y se apresuró en correr.

No se alejó demasiado cuando se dio cuenta que no podía irse sin decirle lo que sentía, que no era solo nervios y agradecimiento. Tragó saliva, apretó las manos en puños y giró sobre su talón. El hechicero seguía en su sitio, como si la esperara. Corrió hacia él y se detuvo a medio metro de distancia, lo miró seria, con las mejillas sonrojadas y el ceño ligeramente fruncido. Sintiendo el corazón casi en la garganta, habló con vergüenza.

—Q-Quiero que sepa que… a pesar de la vergüenza que siento —comenzó diciendo, sentía que le temblaba el cuerpo completo, pero lo ignoró. No sabía si él la miraba a los ojos, pero podía sentir su atención puesta en ella y con eso le bastaba—soy muy feliz de que ambos recordemos lo que vivimos. —Soltó apenada.

Satoru la quedó viendo, admirando su coraje-que no era primera vez que le demostraba lo valiente que era-, para sus ojos en ese momento, la joven lucía más hermosa que nunca. Con las mejillas rojas por el pudor, el flequillo desordenado, su cabello que se sacudía con el viento, sus labios temblorosos y su pecho que subía y bajaba con esfuerzo por solo estar respirando cerca suyo. Sabía lo que le provocaba, y si bien él no lo demostraba, él estaba igual o peor que ella. La vio hacer una mueca y antes de que pudiera responder, ella giró para escapar.

Pero él era Satoru Gojo, y nadie se le escapaba tan fácilmente.

Atajó su muñeca y la jaló hacia él, su menudo cuerpo quedó a centímetros de su pecho. Ella jadeó en sorpresa alzando la barbilla para poder verlo, tragó saliva y miró sus labios entreabiertos y sin pensarlo, se agachó lo suficiente para besarla. Fue un beso breve, ella respondió con timidez y fue lo mejor pues no se hubiera contenido si hubiera sido de un modo diferente. Movieron sus labios con suavidad, memorizando la textura y el sabor del otro, y antes de que pudiera subir de tono aquel encuentro, él se alejó y soltó su muñeca, nuevamente, sintiendo como si su piel le quemara.

—Lo siento —dijo y dio un paso hacia atrás, buscando distancia de la joven que estuvo en sus sueños el último año y medio—lo siento, no quise…sé que es una excusa tonta, pero estaba esperando por esto hace mucho y a la vez siento como si hubiera sido ayer que pasó todo… lo siento —repitió avergonzado. Kasumi no respondió, lo quedó viendo pasmada, con la mente en blanco, incrédula de lo que acababa de pasar—mejor me voy… Ambos tenemos mucho en qué pensar.

Y ella no pudo responder. Él sonrió y se despidió moviendo su mano, le dio la espalda y caminó hacia el otro extremo de la cuadra. Kasumi se quedó viendo su espalda alejarse, al mismo tiempo que su corazón latía a toda prisa, y el calor le recorría por cada recoveco de su cuerpo. No quería ilusionarse, porque había percibido ese aire de confusión, no era solo ella la que necesitaba tiempo para pensar. Es más, estaba segura que era él quién estaba más indeciso de lo que quería hacer con ella.

Y no sabía cómo sentirse al respecto. Mordió su labio inferior y cuando él desapareció por completo de su vista, comenzó a caminar hacia la parada de bus más cercana, sin dejar de pensar en su sonrisa se preguntó si podía usar ese beso de excusa para intentar cumplir su promesa.

Esperaba que sí y que él lo quisiera tanto como ella.

.

.

.

.

.

.


N/A: GRACIAS NUEVAMENTE! por leerme, comentar y unirse al grupo Gojomiwa de face *-* , hace muchos años que no me emocionaba tanto una pareja y una historia, quiero agradecer a Nadeshico023 por recomendarme JJK, y por el entusiasmo que le ha puesto al ship, que el gusto mutuo por los personajes ha sido super motivante para llegar a escribir esta historia y hacer fanart, espero nos dure el fanatismo harto tiempo más.

Espero que les haya gustado este final, y que no se haya sentido extraño.

Les tengo una noticia, que creo no había dicho antes, estoy preparando una secuela ahhahaha, en principio pensaba que escribir de ellos en el presente no me llamaba mucho porque con Secuelas de Shibuya, sentía que la trama estaba bien abarcada y no necesitábamos más, pero a medida que continuaba la historia, y gracias a consejos de Nade, me di cuenta que pueden haber muchas aristas de la trama y a la vez, siento que de esta historia queda mucho por contar, que necesito más. Espero que también me acompañen cuando llegue el momento, que creo será pronto :P , aparte, con todo lo que ha pasado en el manga (sí, ustedes saben...), siento que me merezco esto, dar otro punto de vista con juego de azar y mujerzuelass, así que eso, nos estaremos leyendo pronto con esta historia, que continuaré justo donde quedó el epílogo, pero con otro fic y otro nombre, será como "volvió Días pasados en forma de fichas"~

Espero en el fondo de mi corazón, que les haya gustado y si no, acepto sus comentarios y críticas hahaha

Nos leemos y gracias otra vez!