Continuación De Desastre En La Cocina.
Sábado En Mi Cama.
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Si Matt supiera todo lo que ha pasado desde que se fue de viaje, estaba segura que su hermano se reiría de todas las situaciones.
Quizás la única que no le daría risa sería el anillo en su mano izquierda, menos sabiendo que se lo dieron en su ausencia, se había dado cuenta que hacía frío, no quería salir de la cama, posiblemente hoy no lo haría.
Le costó un poco convencer a Albus que se disculpara con James, sabía que su novio había exagerado por el pudín que le cayó en la cabeza, pero no había sido a propósito, al menos no con ella.
Escuchó que la puerta se abría con lentitud, estaba sola en casa, papá y mamá habían salido juntos al supermercado, preparó su abanico porque habían dos posibilidades: era Albus usando su varita para colarse en su casa o era un ladrón a quién debía sacar por meterse a la casa sin permiso, pero el perfume que sintió le hizo saber de quién se trataba.
–Al, ¿Es necesario entrar sin que toques la puerta?
–Es más fácil entrar con un Alohomora.
–Le preguntaré a mamá y papá si podemos darte una copia de la llave. Al menos de la puerta principal.
–Esta bien. – Se sonrojó mientras decía– Quería verte.
–Puedes sentarte aquí en la orilla de la cama. –Sonrió con dulzura, debía reconocer que a veces olvidaba que su prometido era un mago.
–¿Te sientes cansada?
–En realidad, tengo un poco de frío. No quiero salir de mis sábanas.
–Podría encender una fogata o traerte una bebida caliente.
–Prefiero lo segundo. Además hoy es sábado, es un día libre realmente, me hubiera gustado salir contigo más tarde, compré unas botas que quería mostrarte.
–Crees que con un abrazo mío, te sentirás mejor.
–Puede que sí, pero también hay posibilidades que me quede dormida.
–Correré el riesgo. – Albus se quitó los zapatos, se acomodó al lado de Lottie, cubriéndose con las sábanas de la cama, la cual era bastante cómoda, aunque algo pequeña, la que estaba en la habitación de Albus era mucho más grande, tal vez el doble.
Pensó que habían tenido vidas muy diferentes realmente, en el mundo mágico el era rico, también lo era en el mundo muggle, Lottie por su parte había tenido una vida provincial, sabía que de adulta había viajado a otros lugares.
–¿Al? ¿Estas despierto?
–Dime Lottie.
–¿Podríamos ir un día a América?
–¿Quieres viajar a América?
–Si, ese era mi plan originalmente después de la boda de Matt. Me iba a ir a conocer un nuevo continente.
–Claro, me gustaría ir contigo, mi amor. Si gustas podríamos ir ahora, tengo unos conocidos en Estados Unidos.
–¿Ahora? No tengo la visa para viajar aún. – Lottie volvió a recordar que hablaba con un mago.– ¿Vamos a viajar en chimenea?
–Red de polvos flu.
–Si, eso. Bueno en realidad estaba pensando en viajar en avión.
–¿Qué es un avión? ¿Otra máquina extraña para ir por la carretera? –Preguntó curioso los muggles habían creado cosas que le parecían mágicas, el abuelo Arthur en una ocasión les habló de la televisión.
–El avión surca los aires en realidad.
–¿Cómo los dragones?
–El avión tiene motor.
–Los muggles tienen tecnologías asombrosas.
–Algunas si otras no. El viaje lo haremos un día, mi amor. Por ahora solo quiero abrazarte, si me duermo no te quejes. –Lottie se recostó cerca del pecho de Albus, le gustaba mucho el olor de su perfume.
–Esta bien. Mi amor.
Tal y como lo dijo Lottie, se quedó dormida, Albus se dedicó a observarla en sus brazos, la veía tan serena, tan tranquila. Tenía la esperanza que todas sus noches fueran así cuando se casaran, que al despertar lo primero que vería sería a Lottie.
Y el sería feliz con ello.
Le hacía ilusión imaginar su futura vida, sabía que no todo sería color de rosa siempre, pero en estos momentos que la veía dormir, pensaba que era afortunado, era una lástima que no pudiera decirle a su yo de 15 años que la espera había valido la pena.
Acarició el rostro de Lottie, besó su frente con ternura, cerró los ojos esperando quedarse dormida como ella, de manera tan pacífica.
Algún día serian ellos dos solos en su propia casa, quizás estando solos harían más que solo dormir. Pero solo quería compartir ese momento donde ambos eran vulnerables.
Ahora fue Lottie quién despertó mientas Albus dormía, si tenía que ser sincera jamás imaginó que se enamoraría del vecino. Que su corazón sería robado por el chico de ojos verdes.
Por ahora quería quedarse así, en los brazos de su verdadero amor.
